
Capítulo 12
〖☽〗12/04/2025 ~ 07/05/2025【☾】
...
¿Alguna vez te has despertado con el corazón roto, la cabeza como un bombo y una resaca sentimental importante?
En el caso de que la respuesta sea afirmativa, déjame decirte querida personita detrás de la pantalla, que estás a un paso más de comprender cómo amaneció ella.
Ella, nuestra protagonista.
Nuestra rota, fragmentada y deshecha protagonista.
Ese mismo personaje que lleva capítulos intentando rehacer una historia.
Su historia, su pasado y posiblemente su futuro.
La misma persona que lucha por volver a sentirse como antes; feliz, enamorada de la vida, y sobre todo, llena de color.
Porque lo cierto, es que esos recuerdos que ahora forman parte del pasado, le resultan sumamente lejanos e inalcanzables, casi si hubiese sido otra persona la que los hubiese vivido.
Si lo mío fueran las comparaciones —que no es el caso por cierto—, me atrevería a decir que ella se sentía cómo una hermosa ave migratoria; atenta y eperando para cambiar su ubicación.
Preparada para utilizar como brújula, a los cuerpos celestes que brillan en la noche con luz propia. O dicho en otras palabras; haciendo uso de las estrellas para guiarse y llegar a su destino final, aunque solo sea hasta el siguiente cambio.
Aunque retomando el asunto, es posible que ahora mismo te estés preguntando varias cosas; entre ellas, cuál es el motivo de mi intromisión, cuál es la causa de mi inesperado cambio de narrativa en el duodécimo capítulo, y por último, qué está sucediendo realmente. ¿Acerté?
Debo reconocer que llevo capítulos esperando el momento perfecto para colarme entre las palabras de dolor actuales, y el sentimiento de pérdida que se avecina.
Y después de meditarlo largo y tendido con mi almohada, he considerado que este capítulo, es ideal para advertir de los peligros que conlleva proseguir con la lectura de la historia.
Ya que, después de todo, aún no ha sucedido lo peor, por lo que estáis a tiempo de huir de esta particular novela y mantener en vuestros recuerdos, la imagen de una protagonista perdida, pero no sumida en el pozo de dolor que se avecina, y del que muchos no logran salir.
De manera que, si decidís retomar la historia, ha sido decisión vuestra y solo vuestra. Y aunque lo agradezco de todo corazón, debo reconocer que me sabe mal por los inocentes pañuelos de los que vais a hacer uso cuando sepáis lo que próximamente sucederá.
Pero por el momento, no nos adelantemos y disfrutemos de la paz de estos capítulos.
Por el momento, retomemos el capítulo tal y dónde nos habíamos quedado.
Así que os vuelvo a preguntar:
¿Alguna vez os habéis despertado acompañados de unos recuerdos sumamente pesados, con el corazón embotado y una sensación de que algo va terriblemente mal?
El sol entraba a raudales por la ventana abierta iluminándolo todo a su paso.
De pronto, la chica que hacía unos segundos dormía plácidamente con una inmensa sonrisa iluminando sus bellas facciones, permanece ahora despierta y con una mueca de disgusto en la cama.
Entre suspiros de resignación, se levanta y se dirige al baño. Con suerte, una ducha matutina logre despertarla del todo, y prepararla para la realidad a la que próximamente debe enfrentarse.
Mientras se desviste rápidamente, casi con el anhelo de sentir el agua caliente recorriéndole el cuerpo, se observa al espejo como hacía tiempo que no hacía; tomando nota de todos y cada uno de los efímeros detalles que conforman su rostro.
Desde las diminutas pecas que, cerca de la comisura de su boca, trazan una constelación que se extiende por sus mejillas, hasta sus finos labios que en este preciso momento, se encuentran torcidos en una sonrisa fingida, impuesta y obligada. Casi como si de tanto aparentar que todo está bien, hubiera olvidado cómo era sonreír de verdad.
Sonreír mientras se disfruta de la vida y de los pequeños placeres de la que viene acompañada.
Una vez se ha quitado de encima la ropa, continúa indecisa.
La angustia la carcome por dentro pero no sabe cómo evitarla.
Las palabras que le dijo a Liam mientras discutían, no dejan de repetirse una y otra vez en su mente, al igual que todo lo que le dijo él.
Molesta por las sensaciones que él le provoca aún estando lejos, rebusca por los cajones del baño hasta encontrar lo que buscaba: unas simples tijeras.
A continuación, se sienta en la tapa del váter y comienza a cortarse el pelo.
Cada mechón, trae consigo una lágrima de dolor, pero pese a eso, ella sonríe feliz de poder olvidar el dolor de las palabras que ambos se dedicaron durante la discusión.
Minutos después, levanta la cabeza para contemplarse al espejo.
Su cabello luce más espectacular de lo que en un momento había pensado. Aunque se anota mentalmente que debe pasarse por alguna peluquería cercana cuando tenga tiempo, pues los trasquilones son visibles y odiaría salir así a la calle.
A continuación, cuando parece que los cambios y las decisiones repentinas ya se han acabado, sucede lo inesperado; decide que no solo quiere cambiar su corte, sino también el color, por lo que casi corriendo, se dirige a la habitación de su madre, donde encuentra el tinte perfecto para su nueva versión.
Su madre, por puro descuido, había comprado en su última visita a la tienda, un color de tinte que no era el suyo, por lo que éste se había quedado abandonado en su habitación, a la espera de que alguien como ella, lo utilizase.
Y pese a que ella era totalmente inexperta en materias como esta, unos vídeos le sirven de guía para hacer lo que aún no ha asimilado; teñirse el pelo.
Mientras lo hace, recuerda con cariño algunas de las conversaciones más íntimas que Liam y ella han tenido a lo largo de los muchos años que hace que se conocen.
De hecho, justamente en su habitación, cuando eran unos adolescentes tan alejados del ideal impuesto por el resto de jóvenes de su edad —que consistía en vivir la vida al límite, yendo de fiesta en fiesta y poniéndose las botas. Para a continuación, acabar bailando y sin poder recordar nada a la mañana siguiente— tuvieron una peculiar charla. Y a raíz de eso, ella comenzó a sospechar que Liam la conocía mejor que cualquiera, le gustase o no…
—¿Y no te cansas?
—¿Cómo?
—¿No te cansas de fingir que estás bien cuando realmente estás teniendo el peor día de tu vida?, ¿no te cansas de reírte con tus amigos cuando únicamente quieres llegar a casa y llorar como nunca antes?
Ella, por toda respuesta, se quedó mirándolo sorprendida.
Ambos tenían trece años y se refugiaban juntos, de unos pensamientos demasiado maduros para su edad. Y por si no fuera poco, dichas ideas venían acompañadas de un lote completo de emociones intensas, que sus cuerpos aún en crecimiento, no lograban comprender.
—¿Qué sabes tú de eso? —preguntó ella cuando consiguió recuperar la voz.
—Sé lo difícil que es tener que mentir a todos para que no se preocupen por ti. Sé lo complicado que es no permitirse sentir nada por miedo a perderse en uno mismo. —la mirada de Liam estaba perdida en el infinito, pero pese a eso, ella consiguió notar la tristeza en sus palabras. Y fue entonces, consciente de que el cansancio que siempre había creído que acompañaba a Liam, no era otra cosa que melancolía disfrazada de agotamiento.
—Es difícil levantarse cada mañana sabiendo que vas a tener que improvisar una sonrisa perfecta para que los demás no se preocupen —reconoció finalmente ella, pues siempre había sabido que Liam era una persona diferente, pero en ese instante, se percató de que es mucho más especial de lo que en un momento había creído. Y debido a ello, se sintió mucho más segura y cómoda en su presencia. —Sinceramente, hay días que ni siquiera sé cómo consigo mantener la apariencia durante tanto tiempo.
Durante un instante, ambos se quedaron callados disfrutando del silencio.
Afortunadamente, ninguno de ellos tenía la imperiosa necesidad de llenar el silencio con palabras vacías, por lo que continuaron comiendo rosquilletas. Cada uno sumergido en su propio infierno mental, pero disfrutando juntos de la música que sonaba de fondo.
Llegados a este momento, una de las cosas que ella siempre recuerda con más cariño de esa situación, es cuando Liam abrió la boca para decir:
—Si alguna vez sientes que debes fingir estar bien en mi presencia, por favor, avísame. Nos sentaremos y lo hablaremos, pero odiaría saber que no me estoy mostrando lo suficientemente abierto como para que puedas sincerarte y ser verdadera conmigo. ¿De acuerdo? —. Y con una sonrisa adorable, Liam y ella, comenzaron un pacto que desde hacía años, continuaban cumpliendo.
Bruscamente, vuelve a la realidad con un suspiro.
Después de dejarlo todo ordenado, abandona el baño y comienza a revisar su cabello en el espejo.
A continuación, y olvidando la ducha que quería tomarse, comienza a vestirse.
Cuando acaba, se sienta en el suelo de su habitación, e igual que hace años, se queda mirando un punto fijo en la pared, mientras deja que sus pensamientos vaguen inquietos por su mente.
Dichos pensamientos, comienzan a formar de ideas que aún no está preparada para asimilar.
De nuevo, se siente igual que el fatídico día en el que cumplía quince años, y nadie se presentó en su casa para celebrar ningún tipo de fiesta.
Seguramente, pensó ella en ese momento, nadie se había acordado.
Un despiste tonto que no debería causarle el daño que le provocaba.
El problema es que lo hacía, y debido a eso, se pasó la tarde entera llorando, sentada en el suelo, con un ridículo gorro de cumpleaños, que además, había comprado ilusionada hacía unas pocas horas.
Pero interrumpiendo su dolor, apareció de pronto una cara conocida.
Una persona que siempre le evocaba una tranquilidad que con nadie más estaba tan cerca de sentir.
Ese chico en cuestión, se sentó junto a ella con una sonrisa. Y mientras ella le observaba con la boca abierta, él le tendió un regalo envuelto por unas manos, que no eran muy expertas en ese asunto, pero que por lo menos habían intentado parecerlo.
Ilusionada, ella desenvolvió el paquete con cariño, deleitándose con la risa nerviosa de Liam y sobre todo, disfrutando de su presencia, que se imponía con la calma tan común en él, y con la que siempre le asociaba.
Cuando acabó de rasgar el último papel con cuidado, descubrió que se trata nada más y nada menos, que de una novela que llevaba mucho tiempo queriendo leer, y que ahora, tenía a su alcance.
Novela que por cierto, posteriormente se convertiría en su libro preferido.
Con una sonrisa triste y un regusto melancólico en la boca, vuelve a la realidad con un suspiro. Encontrándome sentada en el suelo, sola y con lágrimas que no había sentido caer por sus mejillas.
En ese momento, se da cuenta de que su nuevo color de pelo, quizá no ha sido una simple coincidencia, quizá, el destino —si es que eso siquiera existe— ha querido que lo tenga rojo, rojo fuego para ser más concretos.
Porque queridos lectores, al igual que Liam la primera vez —y todas las demás—, le había causado un sentimiento de calma y tranquilidad, ahora solamente le evocaba dolor.
¿Y qué mejor manera de olvidar las cosas que le recordaban su presencia, que pintándose el cabello de todo lo que su presencia contradecía?
★━━━ 《 Diccionario 》 ━━━☆
• "Poniéndose las botas": disfrutar mucho de algo placentero, especialmente comida y bebida.
Esta frase, de utliza en el ámbito coloquial español (ignoro si se hace uso de ella en otros países, pero podéis dejármelo en comentarios) para referirse, como ya he mencionado anteriormente, a una persona que bebe o ingiere una cantidad exorbitante de alimentos.
Aunque en esta ocasión, se utlizaba para concienciar sobre el preocupante hecho de que muchos jóvenes, toman ingentes cantidades de alcohol cuando salen de fiesta.
Por último, me gustaría mencionar que esta frase hecha, también se utiliza de la siguiente manera en otros contextos: "poniéndose morado o morada" o, directamente, "poniéndose hasta arriba," entre otras opciones que se me hayan podido olvidar.
• ¿Dudas?
• ¿Hacéis uso de alguna?
✫・。. 𝕯𝖊𝖓𝖓𝖆 ‧ *・༓☾
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