Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌙) El sonido del corazón; los latidos de un primer amor:

Cuenta la leyenda, que hace muchos años existía un pueblo cuyo nombre en este momento no recuerdo; poblado de mujeres con exuberante belleza y hombres fuertes llenos de franca rudeza.

Un pueblo nómada de corazón libre y sin lugar fijo a dónde dirigirse. La música era fuente de felicidad y las danzas que a sus cuerpos movía, iban todas dedicadas a la adoración de los dioses, que desde inalcanzable cielo, surtían sus cosechas y bendecian con buena fortuna a cada habitante.

Aunque lamentablemente no todo era tan bueno como lo pintaban, pues detrás de esas sonrisas se ocultaba un profunda tristeza de la que nadie hablaba y trataban inútilmente de ocultarla entre caretas y muecas risueñas. Un primogénito era la causa de su decadente estado. La hermosa joven, matriarca de aquel pueblo, a pesar de ser completamente saluable era incapaz de dar a luz. Inútil y desamparada se sentía cada noche, cuando su querido esposo le reclamaba la falta de un descendiente que tomara el cargo de líder cuando la luz se le acabase a él.

"Hwasa, mi dulce esposa ¿Cuándo vas a darme un hijo?" El hombre había hecho esa pregunta tantas veces que podía convertirse en su nuevo mantra. "Quiero un pequeño que guíe a nuestro pueblo o una dulce princesita a la que arrullar entre mis brazos cuando tenga pesadillas... ¿Por qué no puedes darme ese regalo? Querida mía creo que no he hecho nada malo, ¿estoy siendo castigado?" El corazón se oprimió dentro de su pecho formando un nudo en su garganta que le corto la respiración, se sentía tan culpable del pesar ajeno y las palabras de su marido no hacían mas que quemarle como un veneno. Eran esperas y melancólicas, recriminantes y desdichosas, no hacían más que atormentarla por las noches como esos demonios de la oscuridad que las numerosas reliquias colgantes en su habitación no podían espantar.

Una lagrima recorrrio su mejilla, ni ella misma sabia el por qué de su incapacidad para concebir a un bebito que llenara de luz sus días.

"Perdonadme querido mío" Fue su unica respuesta, saliendo de sus labios pintados de rojo como un débil sollozo. El hombre no dijo nada, sus palabras fueron mudas y sus ojos ciegos ante el dolor que desprendia la mujer que alguna vez había sido fuente de sus deseos. Namjoon se recostó dándole la espalda a su mujer dejando en claro que no quería saber más de ella por esa noche. Sólo la dejo derramando lágrimas llenas de dolor que aplastaban su corazon y borraban su tierna sonrisa.

Las horas pasaron rápidas y la noche se había prolongado, más sus ojos eran incapaces de cerrarse para descansar como hubiese deseado, la voz de sus esposo seguía repitiendose una y otra vez carcomiendo cada rincón de su mente como un disco rayado.

Se sentía tan miserable. Tan devastada. Demasiado cansada de todo y a la vez nada.

Con pesar y gran agotamiento se levantó de la cama entre un sepulcral silencio, cuando su pecho pesaba de tal manera sabia a dónde dirigirse.
Hacia bastante frío afuera y la intensa soledad que llenaba cada espacio le ponia los pelos de punta, más no tenía temor pues la diosa brillaba desde el cielo abrazando su cuerpo con su dulzura y fervor.

"Oh, mi luna, diosa imponente y salvadora. Dime qué debo hacer para que me ayudes; soy un árbol que no da frutos ¿cómo puedo entonces ser buena para mi huerto? Ayudame piadosa, tú que eres buena y generosa, concedeme este deseo, regálame tu destello y pon en mi vientre a un pequeño" La voz de la mujer salió en una plegaria tan marchita como su huerto de margaritas, aquellas florecitas que había descuidado tras su inmensa tristeza. Gruesas lágrimas salian de sus verdosos ojos siendo acompañladas de sollozos que ella soltaba del abrumante dolor que le tenía derrotada.

Una cálida luz envolvió sus cuerpo como un abrazo cálido despues de un reencuentro, era embriagante y tan dulce que de pronto se sintió en profunda calma, sabia muy bien que la luna era quien la abrazaba acariciando sus cabeza como lo hacía una madre; consoladora y cariñosa susurro en su oido una voz tan susve como terciopelo.

"Cariño, ya no sufras más... borra toda esa pesadumbre que deforma tu rostro en una careta, pues noticias buenas te traigo, mi niña de labios carmín" Hwasa abrio sus ojos con sorpresa y trastabillo tanto que casi tropieza.

"Mi luna... ¿Qué noticias pueden alegrarme? Cuando lo unico que pido es un pequeño infante" Inquirio anhelante de una respuesta por parte de la diosa que se carcajeo risueña.

"No seas inpaciente, buena mujer, pues a eso he venido. Tus plegarias he oido y tus lágrimas han despertado mi corazón dormido" La voz dulce de la luna susurró en su oido causándole temblorosos escalofrios que le hicieron boquear en busca de una respuesta inmediata, "Siéntete agradecida, mi niña de orbes aceituna, pues en tu vientre tendrás a un niño que te aleje de la bruma. En tus brazos has de arrullarlo y con paciencia debes cuidarlo, todo tu amor debe ser para él, voy a concederte ese milagro" En grande abrió sus ojos la melancólica mujer cuando un dulce cosquilleo se posó en su vientre como un montón de abejorros revoltosos y jugetones. "Te he dado el regalo de traer vida"

"¿Cómo puedo agradecerte, divina? Tú que el cielo iluminas" alegres gotas salían de sus ojos y una sonrisa atravesó su rostro como un espejo que reflejaba la felicidad que esas palabras la hablan hecho sentir. La luna, reina de la noche no respondió ante su curiosidad, simplemente trazo una caricia en sus negruzcas hebras brindado confort con su suave tacto.

"Ve con tu marido, mujer" Dijo la luna después de un rato largo, haciendo a la mujer levantar su rostro en un clamado y silencioso llanto. "Ve con él y ámalo, pues ese niño que en tu vientre va a formarse es mi regalo. Tú has sido buena y eso hay que ameritarlo, pero debes entender que amor con amor se paga y el de ese hombre que por ti espera, debes aprovecharlo. Ese será tu pago mi hermosa gitana, ahora vuelve rápido a tu hogar y muestrle a tu esposo la buena felicidad"

Y de manera efímera, como si de un sueño se tratase la calidez embriagante de esa amarga noche se desvaneció entre las corrientes de aire dejándole sola nuevamente bajo la luz de la estrellas bailarinas del cielo nocturno.

La mujer no espero más, salió corriendo con todas las fuerzas que sus piernas le podían proporcionar, se dirigió con cel corazon tamborileando contento nuevamente a su hogar. Con bastante alegría se echó en los brazos de sus marido quien rechistatnte le habia recibido, beso su frente, nariz y labios soltando caracajadas eufóricas, él la miro como si estuviese loca más ni se molesto en rechazae el dulce sabor de su boca.

"¿Qué es toda esta alegria mujer?" preguntó el de tez morena contagiandose de la sonrisa ajena. Hwasa sonrió aún más, juntando sus frentes le miro a los ojos directamente y el calé juro percibir un destello en esos ojos esmeralda que brillaron intensamente.

"Oh, querido, la felicidad que estruja mi corazon me hace suspirar, ¡solo ven aqui y besame hasta delirar!" y sin esperar una respuesta se lanzó a los labios ajenos disfrutando la dulzura que estos le brindaban.

Y toda la felicidad no había acabado ahí, pues tan pronto los meses pasaban, más y más color llenaba cada rincon del pueblo; los cantos alegres no se hicieron esperar invitando a los pueblerinos a festejar enormemente. El árbol que no da frutos ha podido retoñar, ¡milagrosamente un pequeño niño lleva en vientre! Celebraciones por montones aclamaban el hecho, de que en el pequeño jardín va creciendo un helecho.

Y allí estaba la morena mujer de larga cabellera azabache acariciando su veintra abultado y rechonchito con tanta dulzura que parecía fundirse como el caramelo dorado que cubria las manzanas como un cobertor perlado.

"Mi dulce bebé..." murmuraba ella bajo, suave y calmado como un delicado susurro. "Tú serás mi serenidad, tu serás mi calma. Mi pequeño bombón de miel, pronto llegarás y traeras contigo mi eterna felicidad" y así lo esperaba aquella buena mujer, ansiaba tener ya a su pequeño retoño entre su sbrazos y llenarlo de muchos cariñitos y besos esponjocitos.

Dos fuertes brazos rodearon su cuerpo, y el menton del dueño de su corazon se posó en su hombro acompañado de fugases besos que aceleraron sus latidos y dibujaron una enorme sonrisa en su rostro acanelado, el cariño de su hombre la hacía sentir verdaderamente felíz... Lástima que todo culminaría aquel día, su cariño, su alegria... Todo en picada se iría.

"¿De quíen mierda es ese bastadrdo? Gritaba a viva voz el hombre con ropajes de fina seda, con el rostro ceñudo anelante de una pronta respuesta, una que si valiera la pena."¡Habla mujer! ¿Con que payo* me has engañado?"

Lágrimas saladas no paraban de salir de aquellos orbes color jade que le miraban con mucho dolor, más a Namjoon poco le importó, pues la furia cegaba con vendas oscuras us noble corazón.

"No hables así de tu hijo, Namjoon..." y la pronta respuesta que ella le dio solo fue un detonante que le hizo perder la cordra.

"¡Ese bastardo no es mi hijo! ¡Tú me has engañado!" vocifero demasiado alto, para que cualquiera llegara a escucharlo, hasta los patos del río que traquilos descanzaban en sus nidos.

"¡Por supuesto que es tu hijo! ¿Cómo es que dudas de mi fidelidad?" Esta vez quien aquel fuerte grito fue la audaz mujer, quien sentia de a poquito su corazón volverse mas y mas chiquito.

Una amarga risa fue su respuesta, ironica, distante y agria como el zumo de un verdoso limón.

"Por la diosa, mírate y luego mírame; tu piel es chocolate y tus hebras son anochecer ¡y ni hablar de tus ojos aceituna! Yo al igual que tú comparto piel de castaña tez. Dime tú ahora ¿De dónde ha sacado él su piel nevada, su blancuzca cabellera y grisacea mirada?" Contrataco el calé*, y al no recibir una respuesta de la que alguna vez fue sus amada se sintió derrotado. Tal vez su amante por mucho le había superado.

"Él es tu hijo, debes creerme, debes querele" La morocha alzo su mirada, orbes esmeralda mirando a su marido que no se atrevía ni a verle, por miedo a rosmperse.

"Ese payo jamas sera mi sangre, me niego a aceptarlo. Me niego rotundamente a tratar de amarlo" Escupió ácidamente, sin ser consciente de que no solo rompería un corazón sino dos al instante, pues dos pequeñas orejitas le escuchaban evitando lágrimas que derramar.

"¡Hijo mío!" Fue hasta que su mujer gritó que por fin midió el peso de sus duras palabras, esas que ahora llevaba como un yunke en su espalda. "¡Hijo mío vuelve aqui!"

Y lo último que vio fue a la azabache levantarse apresurada para perseguir a una cabellera blancuzcs parecida auna maraña.

Las piernas de pequeños se movían con apuro, haciendo oidos sordos a los gritos de suplicantes de su buena madre tras su espalda, su nombre saliendo en lamentos preocupados que le incitaban a volver y refugiarse en sus cálidos brazos, más su corazón aún dolía ante el inminente rechazo que por él su padre sentía.

Sus pasos rumbo alguno no tenían, solo querían alejarse lo mas rápido de todo el mundo, quería callar los gritos de su pecho. Parar las lágrimas que soltaba sus ojos en un lánguido plañido de su corazon desecho.

Tras perderse entre el frondoso arbolado de un oscuro bosque sus piernas pararon, justo cuando ese rayo de luz llamó su infantil atención. Volvio a su andar, caminando entre pasitos tímidos hasta ese lago que se mostraba pacifico ante sus ojos bonitos.

Sus serenas aguas eran como un espejo que refleljaba perfectamenete a la rechoncha y sublime luna, que brillaba como una joya el espeso cielo nocturno, era una luz suave que cubría a la oscuridad como un sedoso velo.

La luz, su bonita mangata le brindaba un poco de clama, pero era tan poca que no demoró en quebrase como un liso crystal, no podía evitar llorar y llorar, como un alma en pena que anhela y busca paz.

Y derramó tantas lágrimas hasta que sus pequeños ojos se sintieron tan cansados, pero entre la tristeza que con fuerza oprimi su pecho le hizo temblar al querer con sus manitas, sus mejillas limpiar. O eso es lo que iba hacer hasta que lo vio, y de un momento a otro una calidez grata acarició su corazón.

Él estaba sentado a su lado, vistiendo completamente de blancas telas de encaje y seda, que el viento ondeba con digna nobleza. Su piel era blancuzca y tersa como la de una de esas muñequitas de porcelana que coleccionaba minusiosamente su nana, su cabello era oscuro, frondoso y enmarañado; se perdía entre el cielo espeso y estrellas se sumergian entre las largas hebras, y ni hablar de sus bonitos belfos rojizos y pompositos como dos gorditas frambuesas dulces, de esas que sus mamá hwasa usaba para la jalea. Era un ser ta hermoso que sin querer le robo la respiración. Válgame dios.

"Pequeñín, ¿qué haces merodeando por aquí?" inquirió aquel chico con una voz tan melodiosa como el cantar mañanero de los pajaritos. "Es muy tarde y seguro ya es tu ora de dormir"

El chiquillo albino no contestó, simplemente se quedó parado admirando el perfil del muchacho bonito a su lado, quien solo miraba al cielo totalmente embelesado.

"¿Quién es usted?" preguntó de vuelta el de ojos grisaceos paseando su mirada en la corona de joyas preciosas que colgaba sobre la cabeza del extraño azabache.

"¿Quién eres tú?" contraatacó luego el de fino porte y en peliblanco frunció el ceño. ¡No era justo, él había preguntado primero!

"¿Yo?" dijo y el contrario rio bajito, mientras asentía las bonitas joyas de su cabeza blanceandose en un curioso vaivén. Moviendo a un lado el velo que su rostro cubría respondió aquello:

"Si, tú, cachorro de lobo blanco. ¿Quién eres y qué haces por estos lados?" y tras esas palabras el hermoso joven le regaló una mirada, esa en la que Taehyung podía jurar ver en sus oscuros redondeles una noche de estrellas fugaces.

Tenía el cielo nocturo en esos orbes de galaxia, la bruma del anochecer en su sonrisa y la blancura de la luna en su piel cubierta de constelaciones. Le dejó perplejo, y cuando sus ojos se encontraron no pudieron evitar sentir un sin fin de sensaciones electrizantes que como un teblor en sus corazones retumbó.

"Yo... me he perdido, y- y tengo mucho temor. Toda esta oscuridad abrumadora causa en mi pecho un imparable temblor" confesó cayendo de rodillas al suelo, cubriendo sus grisaceos ojitos con sus pequeñas mansos de caramelo. El frío de la noche muy pronto se calmó, pues de un momento a otro sintió su menudo cuerpecito ser rodeado por cálidos brazos con aroma dulce y sutil, parecido al de un bombón.

"¿Por qué has escapado, mi niño de nieve?" el aludido en ningún momento sintió pavor al estar entre los brazos de un desconocido como él, era tan extraño, pues podría asegurar la divinidad del tacto ajeno. El joven de belleza delirante seguramente era un ángel. "¿Qué te ha hecho dejar el lado de tus seres amados?"

"Papá no me ama" musitó bajito el muchachito, mirando al de blancas vestiduras con sus ojos de venado llenos de lágrimas tristonas y dolorosas. "No quiero que mamá llore más, verla triste me llena de amargura. Papá ama a mamá y eso lo sé muy bien, pero a mí, ni en pintura me quiere ver..."

"Oh pequeño... El dolor de tu corazón es pasajero, eso que no te aflija" fue lo único que aquel ser divino revolviendo los cabellos ajenos como una forma de brindarle apoyo. "Aún eres muy joven paara llenarte de dolor, solo te estas contaminando y si no paras ahora pronto verás el veneno llamado 'odio' al que todos temen tanto. No permitas a otros lastimarte y déjame a mi de felicidad llenarte. Así que limpia esas tristezas y acompáñame, mi niño de labios cereza"

El de largo velo escarchado sostuvo su mano jalandola con cuidado, solo para que el niño le siguiera. Y así lo hizo, aunque suene extraño el pequeño confianzudo le seguía, como si ir de la mano de un completo desconocido fuera lo mas normal del mundo. aunque extrañamente no sentía temor alguno hacía el muchacho de bonita sonrisa y manos tan suaves como las misma seda.

"¿A donde me llevas, chico noche?" indagó el pequeño haciendo al más alto carcajearse ante la ocurrencia tan bonita del albino.

"Tras toda esta maleza, esta la cura de tu tristeza, esta esperando anehlante tu presencia. Cierra tus ojos mi niño y cuenta tres ovejas" y así lo hizo, tal cual cerró sus ojos sintiendo de pronto la forma en la que el celestial soltaba su mano, toda esa calidez perdiéndose en cuestión de un segundo. "Abre ahora tus ojos y deslumbrate pequeñin"

Soltó cantarin y Tae obedeció abriendo sus dulces ojos despacio con tanta tímida inocencia, tan pronto lo hizo quedó maravillado abriendo su boca totalmente anonadado. Una lluvia de lucecitas ocupó toda sus vista, era como tener a todas las estrelllas tan cerca que podías tocarlas con sus curiosos dedos.

"¿Qué son todas estas?" Exclamó emocionado el infante correteando entre aquel cielo estrellado que estaba tan cercano a él que podia palparlo con sus manitas.

"Son mis guardianas, las fieles luciérnagas. A quienes les he confiado un poco de luz de estrella para que guiaran a los caminantes perdidos por la oscuridad, ayudándoles a encontrar con facilidad su hogar. Ellas van a guiarte mi niño. Verás que iluminarán tu camino y te llevarán a tu destino". El niño entonces perdió la sonrisa batiendo su cabeza en una rotunda negativa.

"Yo no pienso volver, ese no es mi hogar" Dijo ceñudo el albino, cruzando sus brazitos.

"¿Qué pasará netonces con mamá? ¿Enserio la dejarás atras?" Y eso hizo al niño bufar, pues sabia que en el blanco iba a dar.

El chico albino entonces flaqueó: "¿Si me voy ahora...?", susurró tímidamente hacía el mayor que le miraba tranquilamente sentado entre la espesa maleza. "¿Volveré a verte?" Y el celestial estaría mintiendo si dijera que aquella pregunta no le sorprendió. El azabache le miró con sus ojos de anochecer abiertos con asombro, como una respueta inmediata le dedicó una simple sonrisa de dientes perlados.

"Siempre estaré aquí cuando quieras volver... Siempre debajo del claro de luna"El chiquillo aplaudió contento mientras sus rostro se iluminaba con esa sonrisa cuadrada tan preciosa que tenía.

"Taehyung" comentó antes de irse dejando extrañado al mayor, "Taehyung es mi nombre, dulce joven, recuerdelo cada noche" Musitó alegremente volviéndose al más alto para enredar sus bracitos en un dulce abrazo, que le permitió por un efímero momento admirar nuevamente el dulce aroma del contrario. El mayor en tamaño y edad se sorprendió por un momento, pero luego sonrió acariciando su espalda con sumo cariño, el pequeño era sumamente agradable, eso le tenía encantado.

"Lo recordaré, Taehyung, el niño con sonrisa de sol. Lo haré, te lo prometo. Ahora sin peros debes volver, te aseguro que te esperan los brazos de tu madre". Sin más que decir el pequeño corrio acompañado de la luz que las luciérnagas le habían regalado.

Siguió aquel camino perdiendo de vista al encantador chico auqe habia despertado su infantil curiosidad por su singular apariencia y comportamiento tan celestial ¿Era verdaderamente un divino? De eso estaba seguro, no necesitaba ser un adivino.
Después de un largo rato tan solo caminado llego justo al lugar donde su joven madre le estaba esperando, la morena de ojos llorosos extendió sus brazos respirando tranquilamente en el momento en el que vio al niño albino. Y el joven no lo pensó dos veces antes de lanzarse a los brazos de su desesperada madre, la cual le envolvió en un manto felpudo que le protegería el frío. La mujer era un lío de hipidos y lágrimas insípidas que el muchacho quería evitar que derramara.

"Mamá" le llamó en un susurro bajito con sus ojos grises brillando como los de un borreguito, mientras con sus manitas trataba de limpiar las gotitas cristalinas que no dejaban de bajar por las mejillas color chocolate de la fémina. "Lo siento mucho..." Y no pudo decir nada más ya que la mujer de ojos aceituna le calló con un fuerte abrazo que hizo bombear con fuerza la sangre de su corazoncito lastimado.

"No vuelvas a escapar así. Si te perdemos, moririamos de tirzteza"

"Solo tú" corrigio viendo por sobre el hombro de su madre al hombre alto e intimidante quien le veía indiferente, sin una pizca de alegria por volver a tenerle de frente. Su madre le miró cambiando su semblante a uno lleno de culpa. Con sus manos cálidas le brindo una caricia que fue más que un simple toque, fue un consuelo silencioso para su niño a una verdad que se negaba a soltar.

"Ambos Tae, no dudes de eso" Un asentimiento de cabeza recibió en respuesta del peliblanco que volvio a restregarse en su pecho. Con beso cariñoso en su cabeza y sábanas calentitas su madre le dejó para que descansara. Soplando la vela que daba luz a la habitación le dedicó un descansa mi niño' en una dulce canción, y aunque sus ojos cerró, solo fue un momento, hasta que la mujer que le dio la vida abandonó el cuarto en el momento perfecto; cuando la luna se vislumbraba por su ventana cumpliendo su promesa de no abandonarlo en esa noche larga.

A pasos torpes se levantó de su cama corriendo rápido hacia su ventana para que le polvo brillante de aquel astro acariciara sutilmente su rostro. Las estrellas del cielo se alinearon ante la sonrisa que en su rostro se pinto al ver al chico de cabellera azabache sentado en el arco de la luna balanceando sus pies.

"Descanza mi niño de invierno... Deja que yo proteja tu sueño"

"¡Alto ahí bribón!" Había gritado totalemte enojado aquel hombre agitando su puño como un anciano gruñón al que le estropearon las flores de su patio, y podía entenderlo, era su culpa que gran parte de su sencillo puesto de frutas terminara esparcido en el suelo cuando pasó corriendo a su lado.

Con una sonrisa culpable y dos manos juntas sobre su rostro se inclinó hacia el hombrea musitando una honesta disculpa y sin esperar a su respuesta emprendió nuevamente su caminonuevamnete su camino, corriendo tan rápido como sus largas piernas le permitieran. Ya había hecho eso tres veces, no podía dejar de tropezarse, más no pensaba detenerse. Debía correr hasta cansarse si no quería llegar tarde.

Su destino era la pastelería de la esquina donde vendían los postres más deliciosos que hacían agua la boca de los golosos, allí trabajaba un bonito muchacho que en sus tiempos libres frecuentaba para conversar.

Era el hijo del dueño, un pálido de cara dura que para las jovencitas era un príncipe de ensueños, ahí estaba al que conocían como Min Yoongi decorando con fresas cortadas un cremoso pastel de chocolate amargo.

"¡Por fin has llegado!" Dijo el de mirada felina viendo al chico casi desplomarse en el suelo. "¡Y mira las fachas que traes!" Con sus manos pálidas cogió un pañuelo azul y con el limpió el sudor que bajaba por la frente ajena. Una sonrisa amena recibió a cambio de su gesto amable, acompañada de dos brazos fuertes sujetando su cintura.

"¡Lo he conseguido Yoongi, lo he conseguido!" Exclamó victorioso el albino alzando la fina figura del chico pálido para girarlo como la mezcla para panqueques.

"¡Ey, basta hombre, voy a vomitar!" Y más rápido que nunca los brazos le soltaron dejando al buen Yoon mareado. "¿Qué es eso que «has conseguido» que te tiene desbordando felicidad?" Inquirió el pelinegro volviendo a su sitio de trabajo mientras esperaba una respuesta por parte del chico que sostenía entre sus manos algún objeto cubierto por un estropajo.

"¡Esto he traído¡" y la emoción se volvió una sonrisa que pinto sus mejillas de los más bellos tonos rojizos, pues eso que en sus manos sostenía era una bonita cajitta musical que había estado buscando desde hace mucho, y que encontró como un tesoro perdido, de esos que si mamá le relataba en aquellos cuentos de piratas.

Con ojos abiertos en sorpresa Yoongi observó al chico sonreír sumamente orgulloso mientras extendía aquella cajita color azul cielo en la que colgaban. Brillantes zafiros cuya luz resplandecía en un sutil violáceo que era bastante agradable a la la vista.

"Pricipe Taehyung es realmente hermosa, ¿Puedo verla por dentro? He oído que el secreto que estás guardan se escucha en el melodía que entonan al darle cuerda" el albino más alto entre los dos se negó rotundamente volviendo a esconder la cajita bajo el trapo, algo que sacó un puchero del chico que curiosos quería saber lo que contenida la muy bonita.

"No puedes, pues a ti no va dirigida. ¿No has escuchado que si la melodía la escucha una persona ajena se pierde el corazón al cual se ahnela?" musitó y el contrario derrotado asintió dándole la razón.

"Entonces, si no es a pedir mi mano ¿A qué has venido?" Indagó con dramatismo fingido el pelinegro, llevandose una mano al corazón como si las acciones del contrario le hubiesen dolido.

"He venido por tu ayuda" respondió el de hebras claras.

"¡Lo sabía! Solo te aprovechas de mi por qué sabes lo mucho que me gustas" Contrapuso apuntado le con el del como si le recriminara por algo, Taehyung solo le miro con sus ojos grises ahnelantes. Yoongi se rindió inmediatamente. "Era broma, sabes que siempre estoy para ayudarte" y no pudo evitar recordar a sus primos pequeñitos al ver al albino dar un brinco aplaudiendo como el niño chiquito que seguía siendo en su interior.

"Enséñame a preparar buñuelos de manzana" Esas palabras si fueron algo sorprendente de escuchar.

"¿Hablas enserio?" Y no, no estaba bromeando. Yoongi nunca había sufrido tanto haciendo buñuelos...

En puntillas y a pasitos se adentro sigilosamente a su casa, evitando a toda costa hacer algún ruido que delatara su paradero. Pero nunca era tan certero.

"Contigo quería hablar jovencito" y esa voz le hizo palidecer, tal vez más de lo que ya era naturalmente, esa voz que era como un fantasma al que le había huido todo el día.

"Mamá" Musitó al percatarse de la mujer cruzada de brazos que le esperaba sentada en el sofá. "Ya he vuelto"

"Si, lo he notado. ¿Dónde has estado y por qué vinieron un montón de vendedores a reclamarme por sus puestos". Ante la mirada recriminante de su madre Taehyung solo pudo sonreír en una muñeca culpable que parecía un chiste en sus facciones.

"¡Iba a pagarlos, lo juro! Pero Luego, hoy estoy muy ocupado" La morena mujer alzo una ceja en una sugestiva mirada que el peliblanco conocía bien por lo que bufó blanqueando sus ojos de perla.

"¿Apurado para qué? ¿Hay alguna jovencita que te espera?" Y por qué no preguntar aquello ¡Si es lo que más anhelaba para su muchacho! Dieciocho años había cumplido ya, y en ningún momento de su vida
Le había visto suspirando por algún enamoramiento. Era bastante extraño pues Taehyung era llamativo, con sus hermosas hebras blancas, esponjosas y rizadas que tapaban ligeramente sus cejas gruesas fieles acompañantes de sus ojos grises como un cielo lluvioso, su porte elegante y su atractivo desbordante hacían delirar a todas las jovencitas del poblado. ¿Entonces por qué nunca le había visto enamorado?
Las mejillas de su hijo pintaron un atardecer en su rostro y quemaban tanto como el abrasador sol.

"¡Así que estoy en lo correcto!" chilló maravillada la morena de orbes verdosos "¿Cuando la conoceré? Sabes que pronto aparecerá la gran luna de zafiro y por lo tanto será tu momento de tomar el puesto de líder ¡Me has emocionado, oh hijo mío!" Y esas palabras borraron todo indicio de sonrisa que sus labios podían formar.

"¿Líder del clan? ¿Yo? Padre nunca lo aceptaría" Afirmó secamente desviando su mirada a cualquier punto que no fuera el rostro cansado de su madre, no quería ver la tristeza pintarse en el aceituna de sus orbes, la mujer se acercó a él y sostuvo sus rostro entre sus finas manos algo que hizo al menor acurrucarse en ese suave tacto.

"Tu eres su hijo" Habló besando su frente con cariño, el peliblanco negó rotundamente y sus palabras salieron toscas en una frase que su propio padre le recordaba a diario.

"Él no lo cree así, un bastardo como yo su hijo nunca lo será"

"Taehyung..."

"Madre, yo... Ya debo irme" y sin dejar a la mujer contestar se separó de ella y subió directo a su habitación para asearse. Cambiando los sucios trapos que traía puesto por prendas elegantes y joyas preciosas que en sus orejas lució como colgantes.
Una camisa lavanda de satén cubría si torso y pantalones blancos de lino complementaban. Con un perfume olor a camelias esparcidos en su cuello salió reluciente de sus casa sin despedirse de nadie y si esperar una despedida.

La noche ya estaba por caer y la luna pronto aparecerá por lo que más rápido que nunca se montó en su corcel de pelaje azabache y emprendió un trote en camino al lago cristalino que era testigo de sus encuentros con el chico luna.

No fue mucho lo que recorrió llegando casi al instante, y como si fuera un espejismo en la soledad de la noche allí le encontró.

Una epifanía tan incierta, como un sueño. Solitario se hallaba sentando en una roca al lado del lago dejando al sereno ondear sus largas hebras que se fundían entre el negruzco cielo, su bonito perfil miraba el cielo y sus ojos cerrados lucian sus pobladas pestañas a la perfección, los ojos grises de Taehyung se abrieron sorprendidos cuando en una mirada un tanto peligrosa se dió cuenta de una cosa:
¿Que ropajes traía puesto aquel precioso chico? No eran las largas telas ondeandas que acostumbrado estaba de ver, no, y por todos los cielos no.

Era una camisa que por la suavidad que prometía, era de seda, con mangas largas de encaje y un cuello abierto en forma de 'V' que dejaba expuesta la palidez de su pecho, acompañados de un pantalón color blanco de talle alto, ajustado en la cintura y suelto en las piernas que terminaba en un grabado de espirales dorados que daban la impresión de ser las constelaciones. Y para completar su atuendo, Orión había bajado del cielo está noche en un cinturón de oro que encerraba la fina cintura del apuesto chico quien reposaba tranquilo esa noche solitaria.

La respiración se le cortó cuando dos brillantes estrellas alumbraron en la oscuridad, eran azules como el cielo en la mañana, rosas como el atardecer, lilas como las mismas flores, verdes como el pasto bajo sus pies y un sin fin de colores más que pudo observar en esos prismas que le iluminaron en un arcoíris cuando se posaron en su presencia. La inmensidad del cielo se transformó en una sonrisa amplia de dientes perlados y labios pomposos como una gorda fresa.

"Mi niño de invierno" Dijo por fin aquel joven acariciando los oídos ajenos con su voz suave de terciopelo, y Tae pensó contestar más se trago su saludo cuando, más rápido que una estrella fugaz dos fuertes brazos rodearon sus cuello para dar inicio a un abrazo, pronto un aroma parecido a la cocoa pico en su nariz haciendole perder un poco la estabilidad. "Estuve esperando paciente a que vinieras por fin a verme"

"¿Entonces me has extrañado?" preguntó Taehyung desde el cuello ajeno tomando el atrevimiento de podar sus mando en la cintura del chico que en ese momento vas acurrucaba en sus pecho, al separarse un poco de este solo para mirar su rostro una sonrisa aconsejada le dejó desecho. No había cambiado nada, ni crecido, ni envejecido, seguía siendo el mismo jóven de aquel día con esa apariencia angelical y figura delicada con un tacto tan puro como el cristal.

"Como no tienes una idea, me moría por venir aquiy y hablar contigo... ¡Las estrellas son unas pesadas, no dejaban de aburrirme con sus chusmerias!" Comentó con una mueca en sus fino rostro que hizo al albino sonreír.

"Lindo" murmuró bajito, apreciando cada de detalle de ese bonito rostro.

"¿Mhm? ¿Tan de repente?"

"Eres lindo, muy lindo y yo también te he extrañado" Aseguró con sus largos dedos acunando el rostro bonito del mayor entre los dos, con esa afirmación logro sacarle una carcajada al azabache que hizo a sus mejillas tornarse rosadas.

"¡Tus elocuencias algún día me matarán! ¡Tan coqueto y desvergonzado!"

"Si mis elocuencias siguen mostrándome esas sonrisas suyas que me hacen temblar, seré yo quien morirá"

"¿Moririas por mí como en Romeo y Julieta?"

"¡Moriria contigo, para encontrarnos mil veces más en estás y otras tierras!" Dijo cortándose un momento para pegar su frente con la del contrario rozando sus narices tiernamente "Pero shh... Mi luna, esa es otra historia" Una caricia en su nuca le erizo la piel y un escalofrío correteó ansiosos su cuerpo entero desde su cabeza hasta la punta de sus pies.

"Mi señor" Le llamo y toda la atención del nombrado fue para él, por lo que continúo "¿Confía usted en mi?" inquirió besando con cariño los nudillos ajenos, jungkook sin dudar asintió.

"¡Por supuesto que si!" y con un ligero jalón e su brazo por parte de Tae le llevó hasta un elegante corcel negro quien al verlo relincho encantado amagando a reverenciarse ante el noble celestial.

"Creo que a pegaso le agradas"

"¿Ah, si?" Comentó la luna divertido rascando por detrás de la orejas al animal que relincho alegr. "Ey, tranquilo muchacho no se vaya a poner celoso tu dueño"

"¡Ja! No tengo porque, si de todos yo soy tu favorito"Dijo hinchando su pecho con total orgullo, y a jungkook le pareció sumamente cómico pero no negaba que de todas las criaturas que pudo llegar a conocer ese chico de color neblina seguía siendo el mas bonito.

El divino la miró con gracia "¿Desde cuando eres tan fanfarrón? ¿Qué has hecho con mi dulce niño? Con el pequeño que cada noche viene a mí para alegrarme con sus historias"Exclamó con falso dramatismo alejándose del corcel para dejarse caer en los brazos ajenos que sostuvieron su cintura por reflejo. Acompañadas de unas carcajadas Taehyung soltó palabras que al más bajo le dejaron perplejo.

"Ese niño se ha vuelto un hombre, cuyo corazón no para de latir en tu nombre" Y lo siguiente que sucedió fue una explosión de vividos colores que encendieron el rostro pálido del azabache quién elevó su mirada estrellada para enfrentar al albino que temblaba con cada toque delicado depositado en la piel por encima de sus ropas.

"Ven conmigo jungkook, salgamos de aquí y déjame a mí guiarte por esta vez" Los ojos del mayor se abrieron horrorizados y con sus cabeza se atrevió a negar repetidas veces como si la invitación fuera a matarlo.

"¡Como puedes decir eso Taehyung? ¿Dejar el puesto al que estoy clavado?" Exclamó aterrorizado algo que hizo a Taehyung acariciar sus mejillas en busca de calmar su agitación.

"Escapemos solo paro esta noche, mi luna, que las estrellas hoy no van a vigilarnos, ciegas y sordas son ahora... Solo toma mi mano y confía en este hombre que te añora"

"A la hora..." Comenzó a decir Jungkook bajo y aún dudoso. "Justo cuando el reloj marque las doce aquí debes traerme... debo volver cuando la noche este serena y morfeo acune a las criaturas de las sombras"

El corcel detuvo su trote apresurado justo cuando el joven luna escuchó tamborileros canticos y risas desenfrenadas. Taehyung le había dicho que era una celebración por la abundancia en las cosechas, se palpaba la alegría en la personas de ese pueblito.

Cantaban, vitoreaban y todos iban bien vestidos con sus mejores galas. O dejaban sus ropajes al danzar entre ellos adorando a los celestiales que desde el cielo le habían ofrecido si mano amiga en los huertos y los vientres rechonchos que niños llevaban dentro.

Tan pronto como sus pies tocaron el suelo el albino jaló su mano con intenciones de que le siguiera hastq el centro de la celebración.
Muy contento miraba todo a su alrededor, habían tantas personas, tanta alegría, y tantas sonrisas que quería grabarselas todas en su cabeza y contárselas una por una a Corvus. Era maravilloso.

Telas largas colgaban de los faroles y montones de luces coloridas decoraban el lugar. Habían Flores hechas con papel picado y los niños sonrientes llevaban entre sus manos juguetonas palillos chispeantes.
Jeon sonrío encantado, todo era tan nuevo e interesante para él, un astro que jamás había dejado ese arroyo perdido en el bosque de robles.

"¡Cachorro albino! ¡Cuánta vistosidad hay entre los tuyos!" Exclamaba sinceramente la luna aferrándose al brazo fortachon del más alto entre los Dos. Taehyung estaba conmovido con su emoción, era contagiosa su sonrisa perlada.

De un momento a otro sostuvo las manos del chico noche y lo jaló valientemente hasta la multitud de parejas que bailaban entre giros y vueltas.

"¡Bailemos su alteza! ¡Aprovechemos la noche en su apogeo!" Jungkook encantado se carcajeo dejando al otro hacerlo girar y saltar. El cinturón de sus caderas tintineaba cuando las meneaba bajo las manos atrevidas del hombre nevado. La música sobaba agitada y contenta. Era pegadiza y atrayente entre las melodías que a voces enérgicas acompañaba.

Muchos entrelazaron sus brazos y giraron siguiendo el ritmo de tambor que gruñia como una bestia habrienta de gozo y dicha.
En algún punto sus manos de habían separado pues los niños revoltosos a su noche se habían llevado.

Estaban curiososos al ver a su príncipe danzar tan alegre de la mano de una estela. Muchos de ellos chillaron al tocar las fina ropas de joven, pues sentían que aquel manto estelar era impoluto.

"¡Joven noble su cabello es tan largo!" Espetó asombrada una niñita de rizos oscuros y mejillas sonrosadas, mientras pasaba una de sus pequeñas manos entre las hebras finas del muchacho bonito.

"¡Si! ¡Es como una noche de invierno! ¡Larga y oscura!" Apoyó su amiga quien le pasaba flores y lindas joyas a la cachetona.

"¡Sus ojos son como una aurora!"

"¡Y sus mejillas tienen constelaciones!

"¿Es usted un principe?" Inquirió un pequeño sentándose frente a él mientas el ofrecía una bonita flor blancuzca. La luna no pudo evitar reír con bochorno. Posando su mirada en el hombre albino que le miraba embobado.

"Mhm... ¿Tú qué crees?" y solo esa respuesta fue suficiente para que los chiquillos exclamaran afirmaciones que causaran ternura en sus corazón Inocente. Cuando los niños acabaron se despidirmeron y Jungkook había terminado con su larga cabellera azabache trenzada entre flores de tela y papel haciendole lucir espléndido.
Taehyung entonces lo había tomado por la cintura y sin ningún reparo lo acercó más para plantarle un beso dulce en su mejilla izquierda.

"Mi luna, quiero mostrarte algo. Ven conmigo" Dijo después de llenar de besos el rostro enrojecido de su amado. Lo había llevado hasta los puestos de comida dónde se lucian los más exquisitos postres de todo el pueblo.

Un chico amable de ojos felinos le había ofrecido una pequeña bolsa con dos rollos de canela calientitos y gorditos, Jungkook no pudo negarse a probarlos. Sabía que habían dulces y ricas delicias entre los terrestres pues sus niño nevado le había llevado todos los manjares que podía llegar a conocer, más nunca había probado tal delicia. Eran tiernos y suaves, con un sabroso sabor miel y nueces. Aunque la canela traviesa bailaba ente sus labios.

"¿Le ha gustado?" Indagó su albino limpiando con su dedo una pequeña macha de canela en la comisura de los labios impropios, Jungkook con un suspiro embelesado le asintió.

"¡Confieso que es lo mejor que he probado! ¡Estoy tan feliz mi niño! ¡Quisiera probar todavía más!" dijo saltando a los brazos ajenos para recostarse sobre su ancho pecho. Más momentos después su rostro se tornó triston. "Pero me temo que ya debemos irnos"

Lo dijo en un susurro bajo y desanimado. Después de todo ya la luna estaba por llegar hasta su punto más algo, era cuestión de tiempo y debía irse al lago tan rápido como pudiera.

"He de llevarte entonces"Tiempo después estaba pegado nuevamente a la espalda ancha de su albino rebotando tras el trotar del caballo, dirigiéndose otra vez a lago dentro del bosque. El lugar que no había dejado nunca en su larga existencia y que si podía ser sincero no extrañaba.

Soledad solo podía encontrar donde posara su vista, eran solo árboles enormes y una espesa oscuridad que le abrumaba. No quería volver y eso le asustaba.

Quería aferrase al cuerpo de su chico y danzar hasta el cansancio, reír con los niños del pueblo y cantar con las mujeres bonitas que tocaban los instrumentos. Ahora volvía a su tormento.

Noche tras noche, encerrado en esa rutina que era un pecado romper.
«¡De allí lo te moverás o cosas malas sucederán!» pronunciaba cada vez su astro padre mirándolo siempre desde su reino dorado.
El había refutado muchas veces, más el sol que es tan sabio siempre lograba recordarle su deber.

«La luz, mi niño... Nosotros somos sus portadores. No podemos dejar que la noche sea solo oscuridad. Ella es peligrosa y desdeñosa, busca a las almas nobles y las vuelve paganas... Las asecha desde cada rincón esperando el momento en que la luz se va para atacar con sus garras de pesadilla a las criaturas terrenales. Para eso estamos nosotros, mantenemos la luz y espantamos el mal para cada ser. No puedes irte de ese lugar, no has de cometer el error de tu madre al ir y dar su fruto de vida a un humano.»

Y por todos los cielos cuánta razón había en sus palabras. Lo confirmó cuando sintió la fuerza bruta con la la que su cuerpo cayó brucancemete del corcel.

Hombres cuyo rostro jamás vió con claridad habían tirado flechas odiosas a las piernas del animal provocan entonces que estés chillar adolorido y terminaba por caerse al suelo aplastado a los hombres que le montaban.

"¡Ah!" Había escapado de sus labios como una jadeo que acompaño al dolor que sintió su cuerpo al rodar por el pasrizaje húmedo y lleno de piedras. Su cabeza dolió bastante debido al impacto con el suelto duro cercano al arroyo.

"¡Alteza! ¿Está todo bien?" Preguntó el preocupado Taehyung yendo con rapidez a socorrer al divino que se encontraba bastante mareado.

"Yo... Estoy bien, ¿Tú te has lastimado?" El peliblanco mientras le ayudaba a levantarse nego ligeramente. No tuvo tiempo ni de reaccionar cuando aquellos hombres que se escondían entre los árboles salieron disparados y con mucha fuerza les sujetaron impidiendoles escapar.

"¿Qué es todo esto? ¿quiénes son ustedes?" Gritó con enojo el alto peliblanco forcejeando contra los desconocida que apresaban con rudeza, "¡Sueltennos ya!"

Uno de aquellos hombre se carcajeo con fuerzas, se burlaba de él sin disimular ni un poco. A pasos firmes camino al peliblanco gritón acercando su rostro cubierto al ajeno y taehyung supo que el hombre sonreía en grande cuando sus ojos (que era lo único que la mascara no tapaba) se habían convertido en dos medias lunas.

"Creo que eso no se va poder principito, tenemos órdenes directas de que tú esta noches debes morir" Y los ojos de ambos chicos se abrieron sorprendió.

"¿Qué has dicho? ¡¿Por qué he de morir?! ¡No he hecho nada para merecerlo!"

"Mi cuestión no es de si debas o no merecer la muerte, pues órdenes son órdenes lamentablemente" Dijo entonces el hombre que les retenía, "Asi son los negocios de dónde vengo, y por tu cabeza han pagado una gran suma de dinero"

"Esto me es imposible, ¡¿Quien querría que el muriera?!" gritó sobrellevado el chico astro con lágrimas en los ojos debido al miedo que aquellas palabras le habían causado. "¡No le hagan daño!"
Un manotazo fuerte calló las palabras venideras del azabache intercambiandolas por un sonido lastimero, alguno de esos hombres le había golpeado rostro para silenciarlo.

Taehyung al ver su accionar se molestó muchísimo y se resistió con más fuerzas al agarre, exclamando maldiciones e insultos que provocaban más bien las risas de los encapuchados "¡Con él no vayan a meterse! ¡Bribones, conmigo es la cuestión él no tiene nada que ver! ¡No te atrevas a ponerle otra mano encima!"

"¿Y que vas hacer tú, payo? ¿Qué te da el derecho de darnos órdenes?" Con sus ásperas manos tomó el rostro fino del albino y lo apretó sacándole un gruñido.

"Yo soy un principe, mi padre es el jefe de la aldea. Ellos buscarán a su heredero" Tal respuesta llena de impotencia al hombre hizo reír como niño en feria, qué le hacía tanta gracia a ellos Taehyung no sabía.

"¡Oh, ellos van a buscarte!" Exclamó el otro fingiendo que aquello le había aterrado, pero luego estallo en risas tan altas que sus acompañantes también le acompañaron. "Vaya que eres ignorante. ¿Quién vendrá por ti? ¿Tu madre? Bien muerta está... y tu padre, el que mencionas fue quien empuñó la daga que su cuello degolló"
Aquél hombre de ojos verdes había dicho tales palabras tan fríamente. Taehyung sintió entonces su cuerpo enfriarse por completo, él estaba tan blanco como un papel y su rostro fino se había deformado en una mueca pasmada. ¿Que había dicho? Su madre... La mujer que le amaba tanto estaba muerta.

No podía ser posible... No podía serlo
.
"¿Por qué...? ¡¿Por qué lo han hecho!?" Habían lágrimas salvajess bajando por sus mejillas y su rostro lloroso acompañaba el dolor que si pecho sentía. Jungkook quien lo veía también sollozó, cada parte de su cuerpo se sentía pesado por el dolor que le daba la imagen ajena. Quería hacer algo más poco podía, con sus brazos apresados y las piernas lastimadas era inútil.

"¡Fue tu padre quien ya no pudo resistir la humillación! Tu madre le engañó y dió a luz a un hijo de otro. ¡Ella lo merecía después de todo! Dime tú quien soportaría tanto peso"
Ese hombre había dicho ques sus padres discutieron durante un rato largo, él no le iba a ceder su puesto a un hijo bastardo de otro hombre y tras un ataque de celos degolló a su mujer. No estaba dispuesto a sufrir más humillaciones, la gente hablaba a sus espaldas todos los días y el fingía que no dolía la sola imagen de su mujer siendo tocada por otro hombre.

«No merezco esto, es una desonhra» le dijo varias veces esa noche «¿De quién es hijo?» y ella le insistió, no era de él, se negaba a creerlo lo habían burlado sin más remedio.

Fue deshonrado bajo la mira de los cielos, y con los dioses mirando tomo una daga y la mató. Ella lo merecía ese era su castigo. Más adelante pensó en el chiquillo, el fruto de un pecado concebido, y a sus hombres mandó a llamar. Les dijo ni más ni menos que lo matarán, que trajeran su cabeza sobre una lanza y que su cuerpo lo enterraran mientras ofrecía tierras, ganado y grandes piedras de oro.
Ellos no se negaron, era un trato que no perderían de vista.

Y allí estaban divirtiéndose golpeando al peliblanco a su antojo, le pateaban entre todos y puñetazos repartían por su rostro. El hombre sufría, le dolían los golpes en demasía, más los gritos y lloriqueos de su luna eran sin más desgarradores.

Tras un golpe más en su pecho la cajita que guardaba con recelo cayó al suelo y se abrió dejando que una melodía suave bailará atravesó del viento.

Era una pieza bonita y sincera, más se opacaba por los quejidos que su boca soltó justo en el momento en que sus ojos se detuvieron a mirarla.

Un grito lo sacó de su distracción y en cuestión de segundos sus ojos se volvieron un mar tempestuoso, ese hombre había cumplido su cometido con una afilada espada le había cortado el cuello y la cabeza de su amado había caído hasta el suelo.
Se quedó impavido por un rato efímero, solo hasta que su garganta soltó un fuerte alarido que hizo al bosque alterarse.

"¡¿Que han hecho?! ¡¿Que han hecho!?" Gimió La luna cayendo de rodillas al suelo después de ser soltado por los hombres de capucha. No podía moverse y su cuerpo se había vuelto frágil, estaba frente al el el cuerpo mutilado de su amado y el lo había presenciado.

Estaba aterrado y lleno de dolor. Grito por mucho tiempo hasta que su garganta dolió y no le quedó más que llorar desgarrado.

"¡Han cometido un error!" soltó al verse nuevamente solo, ellos se habían ido así sin más riéndose cantarines y le habían dejado allí solo con su amado muerto y su corazón destrozado.

"Mi niño... Mi Taehyung" sollozaba con entrecortadas palabras el chico luna ahogando sus lágrimas en el pecho inerte del ajeno. El otro no contesto, él bien sabía que no lo haría más, no había calor, ni un latido, solo un vacío.

El sonido de la cajita acompaño cada uno de sus gritos y sollozos. Qué quería decirle la melodía que no paró de sonar. Le susurraba tal vez aquél sentimiento que el peliblanco no le diría... O tal vez era una cruel muestra de aquello que su padre le había advertido tantas veces.

No debío dejar el lago.
No debío bajar del cielo.
No debío entregarse al albino. Y tal vez... Solo tal vez el no sufriría ese destino.

Cuando alzó tu miarafa rota el cielo le miro y su dolor sintió. Las estrellas con lastima le observanban y murmurabsn palabras pesadas que no ayudaban en nada, el sol desde lo alto también se entristeció. Lo volvió a vivir el dolor de la perdida, la sensación del vacío que un amor robado podía dejar.
Las lenguas dicen que una gran pena sintió el rey Sol y a su hijo le ofreció un deseo.

El alma del chico subiria al cielo cada cada vez que la noche se hiciera presente, y al el le acompañaría eternamente.
Noche tras noche volvería a verlo como esos días en los que eran unos pequeños, reirian otra vez con cada cuento y ese amor permanecería ardiendo dentro.

Más había un castigo ya puesto, cada noche al dar las doce reviviría ese amargo recuerdo. La luna entonces tomaría su mano y cada vez que menguara se sentarian lado a lado.

Dicen que si encuentras el lago del niño albino y en la oscuridad te sientas a observar el cielo, se escucha a media noche la melodía de los amantes sonando, y si bajas la mirada al lago los ves bailando. Ellos ríen encantados y se miran enamorados, se abrazan y besan con tanto anhelo como la noche que no pudieron hacerlo.

Oh, pobre de la luna cuando la noche se esfuma, pues su amado parte otra vez de su lado. culpen a la mala foryuna, al peso de su corona o al destino mismo. Pero no pudo evitar caer ante sus encantos una y otra vez.

"Oh, luna, ¿Qué es lo que pretendes? ¡Un niño de piel está en tu mente! Luna, lunita de brillo plateado que bajo has caído, te has enamorado. Vaya, vaya si que la has liado..."

"Cuida mucho tu corazón dulce luna, de los hombres bravucones y casafortunas. Cuida tu frágil corazón de las manos sucias que desean robarlo, evita caer ante sus burdos encantos..."

"Pero no puedes evitar amarlo cuando tu mano esta sujetando, sientes que estás delirando pues sus ojos te están mirando; te derriten cual helado de arándanos y cuando sus labios buscan los tuyos en un beso de narciso, ay mi luna vuelves a caer en un abismo"


Kim TaeHyung próximo a ser el líder de los gitanos. Créditos: @uchuchuart.

Jeon Jungkook, príncipe de la luna. Créditos. @LUNNA_MRS.

Historia basada en la canción "Hijo de la luna" del grupo Mecano.

Glosario:
Payo: Persona que no es de raza gitana. "los gitanos llaman payos a los que no son de su propia raza"
Calé: Persona que pertenece a una raza nómada de piel oscura y cabello negro que probablemente procede de la India y que se extendió por Europa.

*Cualquier error ortográfico pueden señalarlo para corregirlo por favor.✨

-Taerity.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro