El campeonato nacional está cada vez más cerca, y la vida de Sunghoon parece un torbellino de emociones.

Entre los entrenamientos intensivos, las reuniones con su equipo y los momentos robados con Jake, cada día trae nuevos retos y alegrías. Sin embargo, hay algo en el aire esa tarde mientras camina hacia el negocio de su Jake: un nerviosismo latente mezclado con anticipación.

Jake está detrás del mostrador, concentrado en servir un café latte con una flor de espuma tan perfecta que parece una obra de arte.

Cuando ve a Sunghoon entrar, su rostro se ilumina con una sonrisa que siempre logra derretir cualquier preocupación en el corazón del patinador.

—Llegas justo a tiempo —Dice Jake, colocando la taza frente a un cliente y quitándose el delantal. Se acerca a Sunghoon y le da un abrazo breve pero cálido—. Estaba pensando en cerrar un poco antes hoy.

—¿De verdad? —Sunghoon arquea una ceja, sorprendido—. ¿Qué pasó con el incansable Jake?

Jake se ríe, señalando una pequeña mesa cerca de la ventana. Sobre ella había una caja de pastelitos y una botella de limonada casera.

—Pensé que te vendría bien un pequeño descanso antes de tu semana final de preparación. Además, quiero pasar tiempo contigo antes de que desaparezcas en el hielo por completo.

Sunghoon siente una calidez inexplicable en el pecho.

A veces, Jake parece conocerlo mejor que él mismo. Se sientan juntos, compartiendo pastelitos y risas mientras el sol se pone lentamente. El bullicio de la calle parece lejano, y por un momento, Sunghoon olvida las expectativas, la presión y los nervios que vienen con su carrera.

—¿Sabes? —Dice Sunghoon después de un rato, su mirada fija en los ojos de Jake—. Tenerte cerca hace que todo esto sea más llevadero.

Jake inclina la cabeza, sonriendo con ternura.

—Y verte hacer lo que amas me recuerda lo importante que es luchar por lo que nos hace felices. Estoy orgulloso de ti, Sunghoon. No importa lo que pase en el campeonato, ya has ganado en mi corazón.

Esas palabras golpean a Sunghoon con más fuerza de la que esperaba. Deja su taza a un lado y se inclina
hacia Jake, tomando su mano.

—Prométeme que estarás ahí ese día. Quiero verte en el público. Necesito verte.

Jake aprieta su mano y asiente.

—No me lo perdería por nada del mundo.

En ese momento, mientras las luces de la calle se encienden y la noche comienza a cubrir la ciudad, Sunghoon se da cuenta de que no solo patinaba para sí mismo. Patinaba para los que creían en él, para los que lo amaban, y más que nada, para esa persona que ha transformado su mundo con una sonrisa.

💖

El tiempo parece detenerse mientras Sunghoon y Jake permanecen allí, tomados de la mano, rodeados por el tenue resplandor de las lámparas de la calle. Para Sunghoon, ese instante es perfecto: lejos de las exigencias del hielo y lleno de la calidez que solo Jake puede ofrecerle.

—¿Sabes? —Dice Sunghoon, su voz apenas un susurro—. Antes de conocerte, pensaba que el patinaje lo era todo para mí. Y lo sigue siendo, pero... ahora siento que mi vida tiene algo más, algo que nunca supe que necesitaba.

Jake lo mira fijamente, sus ojos oscuros llenos de emociones que no necesitan ser dichas.

—Tú le das sentido a mi mundo, Hoon —Responde, con una sinceridad que hace que Sunghoon trague con dificultad.

El silencio que sigue no es incómodo, sino reconfortante. Cada uno parece estar asimilando lo que siente, lo que significaba el uno para el otro.

Finalmente, Jake se levanta de su asiento y camina hacia el Food Truck, volteando para mirar a Sunghoon.

—Ven, quiero mostrarte algo.

Sunghoon, intrigado, lo sigue. Jake lo lleva hasta la parte trasera del negocio, donde hay una pequeño espacio decorado con guirnaldas de luces. El lugar es sencillo, pero acogedor, y desde allí se puede ver la totalidad del parque y el cielo nocturno despejado.

—Este es mi lugar favorito —Dice Jake, apoyándose en una barandilla—. Vengo aquí cuando necesito despejarme o recordar por qué comencé todo esto.

Sunghoon se acerca, quedándose a su lado. Las estrellas brillan arriba, pero ninguna tan intensamente como los ojos de Jake cuando lo mira.

—Jake... —Sunghoon toma aire, sus palabras cargadas de emoción—. Sé que el campeonato está cerca y que mi mundo parece girar en torno al hielo. Pero quiero que sepas que tú eres lo más importante para mí. Cada salto, cada giro, todo lo que hago, ahora también es por ti.

Jake no responde con palabras. En cambio, lo toma de la mano y lo acerca para besarlo. Es un beso lento, lleno de promesas silenciosas y de amor que no necesita ser explicado.

Cuando se separan, Sunghoon sonríe con una mezcla de timidez y felicidad.

—Creo que estoy listo para enfrentar lo que venga —Murmura, apoyando su frente en la de Jake—. Mientras tú estés conmigo, puedo con todo.

Jake sonríe, acariciando suavemente la mejilla de Sunghoon.

—Y siempre lo estaré. Prometido.

La noche avanza, y con ella, sus corazones se unen aún más.

Sunghoon sabe que su camino no será fácil, pero ahora entiende que tiene algo mucho más valioso que cualquier medalla: un amor verdadero que lo sostiene en cada paso.

Gracias por leer la historia 💖