El lunes por la mañana llega con su rutina habitual, pero Sunghoon siente que su vida ha tomado un nuevo sentido. Todo parece brillar un poco más desde la cita en la pista de patinaje y el beso que compartieron en el pequeño negocio de Jake. Sin embargo, esa nueva luz también trae un desafío inesperado: mantener la concentración.

Al llegar a su entrenamiento, nota las miradas de Jay y su entrenador, que lo observan con un aire de sospecha.

Sabe que se está delatando solo, que sus ojos brillan con una felicidad imposible de ocultar. Aun así, se esfuerza por centrar su atención en los ejercicios y en el programa para la competencia, dándose cuenta de que no puede permitir que su enfoque flaquee ahora.

El campeonato nacional está cerca, y aunque se siente en la cima del mundo, sabe que no puede aflojar.

—Oye, ¿estás bien? —Jay se acerca con una botella de agua después de una serie de saltos perfectamente ejecutados—. La última semana parecías distraído, y no quiero sonar duro, pero... ¿te estás tomando en serio el campeonato?

Sunghoon sonríe de lado, incapaz de ocultar la emoción que siente al recordar el fin de semana. Mira a su amigo y asistente, y después de unos segundos, responde:

—Estoy bien, Jay. No te preocupes. De hecho, nunca me había sentido tan bien como ahora —le asegura, su sonrisa amplia e iluminada.

Jay lo observa con desconfianza, pero algo en la expresión de Sunghoon le hace entender que, sea lo que sea que esté pasando, ha traído una paz inusual en él.

Sin decir más, le da una palmada en la espalda y continúa con la rutina, no sin cierta curiosidad.

Terminada la práctica, Sunghoon toma su teléfono y, sin pensarlo demasiado, escribe un mensaje a Jake:

«Tengo una sorpresa para ti. ¿Puedo pasar por ru negocio esta tarde?🥺»

La respuesta no tarda en llegar, con un simple:

«Claro☺️, estaré esperando.»

Al llegar a la cafetería en la tarde, Sunghoon entra con una sonrisa ansiosa. Jake está en la barra, organizando unas tazas, y al verlo, su expresión se ilumina.

Sunghoon saca una pequeña caja de su chaqueta y la extiende, abriéndola para revelar un pequeño llavero en forma de patineta.

—Lo vi y pensé en ti... tal vez pueda acompañarte en la caja registradora —Dice Sunghoon, algo nervioso, rascándose la nuca.

Jake toma el llavero con una sonrisa que casi le quita el aliento, y sin decir nada más, se acerca a Sunghoon, plantándole un beso suave en la mejilla que hace que su corazón dé un vuelco.

—Gracias, es perfecto —Dice Jake con una sinceridad que lo hace sentir que ha acertado en el mejor detalle.

Sunghoon sonríe, sintiendo que una conexión invisible crece entre ambos, una que promete ser mucho más profunda y duradera de lo que había imaginado.

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Sunghoon no puede evitar sonreír mientras observa a Jake, sintiendo que el tiempo se detiene cada vez que sus miradas se cruzan. Cada pequeño gesto, desde la forma en que Jake acomoda las tazas hasta cómo su cabello se mueve sutilmente cuando gira la cabeza, lo tiene completamente embelesado.

Es como si cada detalle, por simple que sea, lo invitara a enamorarse aún más.

Jake le devuelve la mirada con una calidez que lo hace olvidar la presión de sus entrenamientos y la competitividad de su carrera. Sunghoon, aún con el corazón acelerado, toma una respiración profunda antes de hablar.

—Jake, quería decirte algo... —Titubea, sintiendo una extraña mezcla de nervios y emoción—. Mis padres... quieren invitarte a cenar este viernes. Ya sabes que te aprecian mucho, y desde que probaron tus cupcakes... bueno, sólo tienen cosas buenas que decir de ti.

Jake sonríe, claramente sorprendido y halagado por la invitación, pero a la vez se le nota un brillo especial en los ojos.

—¿Tú también quieres que vaya, Sunghoon? —Pregunta todo coqueto y en tono juguetón, aunque su voz suavemente sugiere que espera una respuesta sincera.

Sunghoon, un poco avergonzado, asiente con firmeza, notando lo mucho que significaría para él verlo en su casa, en un ambiente diferente.

—Sí, quiero que vengas. —Responde finalmente, sintiendo que cada palabra lleva más peso de lo que imaginaba—. Es importante para mí.

Jake, con una sonrisa que ilumina todo su rostro, asiente suavemente.

—Entonces allí estaré.

Sunghoon siente cómo su corazón se acelera; nunca imaginó que invitar a Jake a una cena en casa pudiera hacerle sentir tanto.

En ese instante, sabe que cada paso en esta relación lo está llevando más allá de cualquier cosa que había experimentado antes, y el deseo de seguir construyendo algo juntos se vuelve más fuerte que nunca.

Mientras Jake se despide con una última sonrisa encantadora, Sunghoon, impulsado por una mezcla de emoción y valentía, acorta la distancia entre ellos.

Sin dudarlo más, se inclina y le roba un beso suave, un toque apenas, pero lleno de sentimiento. Jake se queda quieto por un instante, sorprendido, antes de corresponder con la misma dulzura.

Cuando finalmente se separan, Jake lo mira con una mezcla de sorpresa y alegría, su sonrisa tímida y sus mejillas ligeramente sonrojadas. Sunghoon, satisfecho, le acaricia la mejilla y susurra, casi en secreto:

—Nos vemos el viernes.

Gracias por leer el capítulo 💖