𝟷𝟺💖
Desde que la pista de hielo fue escenario de su primer beso con Jake, Sunghoon no ha sido el mismo. Durante los entrenamientos, sus pies se deslizan mecánicamente sobre el hielo, pero su mente está en otro lado, reviviendo ese instante una y otra vez.
La sensación de los labios de Jake, cálidos a pesar del frío, ha quedado grabada en él como una melodía imposible de olvidar. La concentración que siempre lo caracterizaba parece haberse evaporado, y su mirada se pierde en pensamientos que no tienen nada que ver con su rutina de patinaje.
Jay, que lo observa desde el borde de la pista, resopla frustrado y cruza los brazos. —¿Otra vez vas a tropezar en la misma secuencia?. —Masculla para sí. El entrenador, por su parte, lanza un silbido corto que hace eco en el frío aire del recinto.
—Sunghoon, ¿qué te pasa hoy? —Pregunta, quitándose los guantes con un gesto impaciente—. No puedo creer que este sea el mismo chico que quiere ganar el campeonato nacional. Con esa actitud, ni siquiera llegarás al podio.
Jay, siempre directo, se une al reproche. —Estás volando demasiado alto, Hoon. ¿Qué es lo que está pasando? Tú nunca cometes errores tan tontos.
Sunghoon se detiene, aún sobre sus patines, y se pasa una mano por el cabello húmedo de sudor. Quisiera negar lo evidente, fingir que está completamente enfocado, pero sabe que sería una mentira descarada.
Jake ha invadido su mente y, por más que intenta poner barreras, el recuerdo de su sonrisa, su mirada, y ese beso lo arrastran una y otra vez al mismo lugar: un rincón cálido de su mente donde todo parece más sencillo.
—Estoy bien, solo... —Sunghoon suspira, incapaz de ocultar una sonrisa que se asoma sin permiso—. Es que conocí a alguien.
Jay suelta una carcajada incrédula, mientras el entrenador sacude la cabeza con resignación.
—Por favor, dime que este "alguien" no es más importante que tu carrera en este momento —Gruñe el entrenador—. Porque si lo es, estamos perdiendo el tiempo aquí.
—No es eso. Yo... —Sunghoon hace una pausa, consciente de lo absurdo que puede sonar—. Sólo es diferente, ¿saben?
Jay entrecierra los ojos, como si analizara cada palabra, y luego suelta un suspiro resignado. —Ah, ya entiendo. Estás enamorado.
El entrenador rueda los ojos y murmura algo sobre lo inútil que es el amor antes de una competencia, pero Jay lo ignora, centrando su atención en Sunghoon.
—Si es así, Hoon, haz lo que quieras. Pero asegúrate de que esto no te saque del juego. Tú eres el mejor cuando estás enfocado. No dejes que nada ni nadie te distraiga de eso.
Sunghoon asiente, aunque en el fondo sabe que no será tan fácil dejar de pensar en Jake. No cuando todo en él, desde su voz hasta la manera en que se ríe, se ha vuelto una melodía constante en su cabeza.
"Concéntrate", se dice a sí mismo, mientras vuelve a posicionarse en la pista para repetir la rutina. Pero incluso mientras gira en el aire y aterriza con precisión, su corazón sigue latiendo al ritmo de un nombre: Jake.
💖
Cuando el entrenamiento finalmente termina, Sunghoon ni siquiera se molesta en cambiarse de ropa; solo agarra su abrigo y se dirige apresuradamente hacia el pequeño negocio de Jake.
El aire frío de la tarde le golpea el rostro, pero la emoción que lo impulsa es más cálida que cualquier calefacción. En sus manos lleva un ramo de girasoles amarillos, vibrantes y resplandecientes como la persona en la que ha estado pensando todo el día.
Al llegar, se acerca al mostrador y una suave campanita anuncia su llegada. Jake, que estaba ocupado detrás del mostrador sirviendo un café, alza la mirada, y su expresión pasa de sorpresa a ternura al ver a Sunghoon allí, ligeramente desaliñado, pero con esos ojos brillantes y ansiosos.
—¿Qué haces aquí? —Pregunta Jake, con una sonrisa que parece iluminar el parque entero.
Sunghoon se acerca sin decir nada al principio, extendiéndole el ramo con timidez, como si cada girasol hablara por él. Jake deja el café a un lado y toma las flores, oliéndolas suavemente, sus ojos fijos en Sunghoon.
—Estos girasoles... —Comienza Sunghoon, su voz un poco más baja de lo habitual—. Me recuerdan a ti. Siempre brillando, como si tuvieras la luz del sol dentro. No importa el día que haya tenido, verte hace que todo sea más fácil.
Jake siente cómo su corazón se alborota, golpeando con fuerza contra su pecho ante las palabras sinceras de Sunghoon. Deja el ramo sobre el mostrador, sin apartar la mirada del más alto, y da un paso hacia él, sintiendo la calidez de su proximidad.
—¿Sabes? —Murmura Jake, esbozando una sonrisa traviesa—. Eres muy malo para buscar excusas, Sunghoon, pero tu explicación sobre los girasoles es hermosa.
—¿Excusas? —Pregunta Sunghoon, arqueando una ceja con falsa inocencia.
—Sí, pero no las necesitas —Susurra Jake, acortando la distancia entre ellos.
Y entonces ocurre, sus labios se encuentran en un beso lento, dulce, que sabe a promesas silenciosas.
Es un beso que no necesita palabras, porque ambos entienden que algo especial ha comenzado entre ellos.
El mundo parece detenerse por un instante, y todo lo que importa es la calidez de sus labios y la sensación de que, finalmente, están exactamente donde deben estar.
Gracias por leer la historia 💖
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