El fin de semana ha llegado finalmente, y con él, la tan esperada cita en la pista de patinaje.

Desde temprano, Sunghoon había sentido una mezcla de emoción y nervios que rara vez lo invadían. Sabe que el hielo es su territorio, pero esta vez no se trata de una competencia, sino de algo más personal, esta vez se trata de Jake.

Cuando llega al estadio, Jake ya lo espera en la entrada, luciendo un abrigo de lana beige y una bufanda a rayas que combina perfectamente con sus mejillas ligeramente enrojecidas por el frío.

Al verlo, Sunghoon siente como si algo en su pecho se expandiera. Jake, con esa sencillez encantadora, siempre logra tenerlo al borde de sonreír sin razón aparente.

—Llegas justo a tiempo —Bromea Jake, levantando la mirada hacia él con una sonrisa.

—¿Pensabas que iba a dejarte esperando? —Responde Sunghoon, ajustándose su chaqueta y tratando de disimular lo mucho que disfruta verlo así.

Entran juntos al estadio, donde la pista de hielo brilla bajo la luz tenue de los focos. Es un lugar especial para Sunghoon, lleno de recuerdos de competencias y entrenamientos duros. Pero hoy todo se siente diferente, como si el espacio se hubiera transformado en algo íntimo y personal solo por la presencia de Jake.

Sunghoon le pasa un par de patines a Jake. —¿Estás listo?

Jake los mira con un toque de diversión. —Hace mucho que no patino... No prometo ser el mejor, pero haré mi mayor esfuerzo.

Sunghoon suelta una risa suave. —No necesitas ser el mejor. Eso ya lo soy yo. Solo tienes que divertirte.

Una vez que Jake se ata los patines, ambos se dirigen hacia la pista. Jake da un primer paso tímido sobre el hielo, tambaleándose un poco, y Sunghoon no tarda en tomarlo de la mano, impidiendo que se caiga.

—Lo tienes —Dice Sunghoon con suavidad, apretando con firmeza los dedos de Jake.

Jake suelta una pequeña carcajada, tratando de mantener el equilibrio. —Gracias, pero si termino cayéndome, arrastraré al campeón conmigo.

—No sería tan malo, mientras caiga contigo —Bromea Sunghoon, disfrutando la sensación del contacto.

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Comienzan a deslizarse lentamente por la pista, con Jake aferrándose a Sunghoon al principio, pero pronto ganando algo de confianza. Sunghoon lo guía con paciencia, su mano siempre presente, como si temiera que Jake pudiera desaparecer en cualquier momento.

—No está tan mal, ¿verdad? —Pregunta Jake, girando su rostro hacia Sunghoon, cuyos ojos reflejan la luz tenue del hielo.

Sunghoon niega con una sonrisa. —Nada que sea contigo puede estar mal.

El comentario deja a Jake sin palabras por un segundo, sintiendo cómo su corazón se acelera bajo esa mirada intensa pero tranquila de Sunghoon. Es como si todo en él hablara sin necesidad de palabras.

Después de unos minutos, Sunghoon lo reta a dar una vuelta sin su ayuda. —Inténtalo. Te prometo que no te dejaré caer.

Jake respira hondo y asiente, alejándose unos pasos, tambaleando al principio pero logrando deslizarse con gracia suficiente. Sunghoon lo observa con orgullo, sintiendo una calidez extraña en el pecho. Hay algo en ver a Jake disfrutar que hace que todo cobre sentido para él.

Jake finalmente completa la vuelta, y al detenerse frente a Sunghoon, sus ojos brillan de emoción.

—¡Lo logré! —Exclama, riendo.

Sunghoon lo observa con una sonrisa suave, sin poder contenerse. —Sí... lo lograste.

Antes de que Jake pudiera reaccionar, Sunghoon da un paso hacia él, sujetando su mano con firmeza mientras lo atrae hacia sí, sus rostros a escasos centímetros.

—¿Sabes? Me alegra que hayas venido —Murmura Sunghoon, su voz apenas un susurro.

Jake siente cómo su corazón late con fuerza, más rápido que en cualquiera de sus deslices sobre el hielo.

—Yo también estoy feliz de estar aquí.

En ese momento, la pista se convierte en un mundo propio, solo para ellos dos. Jake entiende que, aunque el patinaje es el territorio de Sunghoon, la verdadera magia de esa noche no está en el hielo, sino en la conexión que habían creado.

Y por primera vez en mucho tiempo, Sunghoon se siente completo. Como si el frío del hielo y la calidez de Jake fueran las dos piezas perfectas de un rompecabezas que encajaban a la perfección.

Sunghoon no puede resistirlo más.

Con el corazón acelerado y la respiración entrecortada, se inclina hacia Jake y, en un movimiento suave pero decidido, roza sus labios con los de él.

El beso es breve, apenas un suspiro congelado en el tiempo, pero suficiente para encender una chispa que se siente como fuego en sus venas.

Jake se queda inmóvil por un instante, sorprendido pero sin apartarse, y cuando sus ojos se encuentran, una mezcla de asombro y ternura los envuelve.

Sunghoon le dedica una sonrisa traviesa, susurrando cerca de su boca

—¿Sabes? No podía esperar más.

Jake, con las mejillas sonrojadas y una sonrisa tímida, solo logra responder en voz baja.

—Ni yo.

Siguiente capítulo la boda... No mentira, falta mucho pero vamos por buen camino 😉