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Sunghoon llega al complejo deportivo a toda prisa, con la mochila colgando de un solo hombro y el cabello aún un poco despeinado. El eco de sus pasos resuena en el pasillo mientras se dirige hacia la pista de entrenamiento, donde Jay ya lo espera con los brazos cruzados y una expresión que deja claro que no está para bromas.
—Llegas tarde —Dice Jay sin siquiera mirarlo directamente. Sus ojos están fijos en el reloj que lleva en la muñeca, un gesto silencioso de reproche.
Sunghoon se encoge de hombros, intentando restarle importancia.
—Lo sé, lo sé. Perdí la noción del tiempo, pero ya estoy aquí. No es tan grave, Jay.
Pero antes de que Jay pueda responder, la puerta del vestuario se abre de golpe y entra el entrenador, su rostro ya reflejando una mezcla de frustración y decepción.
—¿No es tan grave? —La voz de su entrenador retumba en la sala—.Sunghoon, ¿te das cuenta de lo que está en juego? ¡El campeonato nacional está a pocas semanas! No puedes permitirte perder ni un solo minuto si realmente quieres ganarlo.
Sunghoon asiente mecánicamente, pero su mente está en otra parte, recordando la calidez de la sonrisa de Jake y cómo todo parecía más sencillo con él cerca.
Las palabras del entrenador rebotan en su cabeza, pero no logran asentarse. Él sabe que es el mejor en lo que hace, y aunque odia admitirlo, la idea de que alguien le cuestione su dedicación resulta irritante.
—Mira, sé que tienes talento, pero el talento por sí solo no gana campeonatos —Continúa el entrenador, sin bajar la voz—.Si sigues tomando esto a la ligera, no vas a llegar lejos. ¿Quieres ganar el campeonato o no? Porque con esta actitud, lo dudo.
Jay, que siempre ha sido el más cercano a Sunghoon, lo mira con una mezcla de preocupación y confusión. No está acostumbrado a ver a Sunghoon tan descentrado.
—Sunghoon —Dice Jay más suavemente, intentando interceder—.Sabes que todos confiamos en ti, pero tienes que estar aquí al cien por cien. Si no lo estás... simplemente no funcionará. ¿Estás seguro de que sigues enfocado en esto?
Las palabras de ambos parecen más duras de lo que realmente son. Pero Sunghoon, aunque escucha la preocupación en sus voces, no puede evitar que su mente divague.
Todo lo que puede pensar es en Jake, en cómo lo hacía sentir, en su risa ligera, en su forma de ver el mundo. Sunghoon nunca había conocido a alguien tan diferente a él, tan despreocupado y encantador, como si todo tuviera solución, sin importar lo complicado que pareciera.
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"¿Qué estará haciendo ahora?", se pregunta. "¿Ya habrá pensado en dónde será la cena?"
El entrenador lo interrumpe de nuevo, acercándose un poco más.
—Si no te tomas esto en serio, perderás, Sunghoon. Y no solo te fallarás a ti mismo, también a todos los que han trabajado contigo para llegar hasta aquí.
Sunghoon asiente, pero sus pensamientos están muy lejos de la pista de hielo. Con un suspiro, el entrenador se aleja, dando por terminada la conversación.
—Ponte los patines. Tenemos mucho trabajo por hacer si quieres recuperar el tiempo perdido —Ordena, aunque su tono es más cansado que molesto.
Sunghoon se cambia en silencio, sabiendo que es el mejor en lo que hace. Siempre ha sido disciplinado, riguroso, y ese es el motivo por el que está a un paso de competir en el campeonato más importante de su país.
Pero hoy, algo es distinto. Hoy, su mente está ocupada por alguien que hace que el estrés y la presión parezcan insignificantes.
A medida que se desliza sobre el hielo, sus movimientos son precisos, casi automáticos, pero su concentración no está completamente ahí. Está esperando algo. Cada vez que su celular vibra en la banca, sus ojos lo buscan, ansioso por ver si es un mensaje de Jake.
En medio de un giro impecable, escucha el timbre de su celular resonar desde su bolso. Su corazón se acelera, y su patinaje, por primera vez en mucho tiempo, pierde algo de fluidez. Se obliga a completar la rutina, pero su cabeza está en otro lugar.
Termina su secuencia y, antes de que el entrenador pueda decirle nada, patina hacia el borde de la pista, rescatando su teléfono del bolso.
Un mensaje de Jake.
Lo lee rápidamente, y su pecho se llena de una calidez inesperada.
«Hey, Sunghoon. Estuve pensando en un restaurante tranquilo cerca del parque. No es nada lujoso, pero la comida es buena y el ambiente es genial. ¿Te parece bien? También, si tienes alguna preferencia, dime y ajusto los planes. ¡Nos vemos esta noche!»
Sunghoon sonríe, incapaz de disimular la emoción que le provoca ese simple mensaje. No es sólo la idea de la cena, es la manera en que Jake, sin esfuerzo, consigue que todo parezca sencillo y posible.
De repente, todo lo que había sentido durante el día, la presión, la preocupación de Jay y del entrenado parece desvanecerse. Sunghoon guarda el teléfono en su bolsillo, su decisión ya tomada.
—Vamos a terminar esto rápido —Dice con determinación mientras vuelve a la pista, listo para continuar con su entrenamiento.
Porque aunque el campeonato sigue siendo su prioridad, hoy, lo que realmente lo motiva es la perspectiva de esa cena con Jake.
Ya lo perdimos 🤭
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