8
Los días pasan, y las noches se hacen eternas. Las lágrimas son la única compañía que ella tiene, se aferra a cada recuerdo del pelinegro de mirada felina, no puede soltarlo, no puede dejarlo ir. Muchas cosas parecen estar mal, muchas cosas son totalmente incorrectas, sin embargo, el pensar que gracias a lo que está haciendo puede dejarlo libre, la reconforta de alguna manera.
Pero duele.
Cada lagrimas que sale de sus ojos parece quemar contra su mejilla, parece arder en su corazón marchito. No puede conciliar el sueño porque las pesadillas la invaden, le repiten una y otra vez que ella jamás tendrá la paz que tanto desea, que nunca podrá ser feliz, su única manera de vivir ahora, es abrazar sus errores, besar sus pesadillas y amar su dolor.
Pasó una semana desde que despertó, desde que se enteró que a partir de ahora deberá vivir en la oscuridad para atrapar a un sujeto que ni siquiera sabe cómo se ve. Exactamente siete días desde que vió a Hunter, Jungkook y Haneul. No pudo evitar sentir sorpresa en la manera que reaccionó con la castaña, el cómo la tranquilizo y la hizo cambiar de opinión sobre si debía decirle a Yoongi la verdad o no.
El teniente regresó y le contó que Jungkook había persuadido a Haneul, que días después las castaña apareció por el departamento informando que se mantendría en silencio pero debía hacer algo para contribuir a la búsqueda del hombre que arruinó la vida de sus amigos. Al principio Yeonsoo se negó a la posibilidad de seguir involucrando a más personas, pero aparentemente Haneul estaba decidida a no irse hasta que el teniente le diera alguna respuesta coherente.
El hombre de edad mayor no evito expresar lo fastidiado que está por estos niños que se atreven a darle ultimátum, cuando debería ser al revés, sin embargo aceptó. Le dijo que podía ser una especie de guardaespaldas para los chicos que se quedaron en su vida.
El teniente le dijo que lo mantuviera al tanto de todas las personas que se acerquen a ellos, para lo que sea. Luego de eso, no volvió a aparecer el hombre, y otra vez, Yeonsoo sentía como la soledad la abraza desde lo más profundo de su corazón.
El día de hoy parecía diferente, y lo era en realidad; por fin le sacarían la venda del rostro y Hunter vendría por ella para llevarla al campamento de entrenamiento donde trabajaría duro para mejorar sus tácticas de pelea, perfeccionar su resistencia y controlar sus sentimientos que últimamente se han apoderado de ella.
Una enfermera entra y le deja un bolso con el logo del departamento, Yeonsoo se acera a él y encuentra ropa deportiva, más un par de paquetes con ropa interior. Todas con el logo DCV. Ella sonríe inconscientemente, al mismo tiempo que otra enfermera entra a la habitación para quitar la enorme venda que tiene en la espalda.
Comienza retirando la compresa amarillenta, se la cambiaron muchas veces por lo que no siente recelo ante la pegajosa y fría sensación. Limpia el área y le sonríe.
-¿Quieres ver cómo te quedó? -La mujer tiene una mirada triste, aunque sonríe para reconfortarla. Yeonsoo no se siente extraña ante una cicatriz en su cuerpo, pero de alguna manera le horroriza la idea de que sea realmente escandalosa.
-Sí -habla por lo bajo. La mujer la guía hasta el baño donde puede ver su rostro demacrado y descuidado. Unas enormes manchas negras debajo de sus ojos y sus labios resecos. Ella gira con sumo cuidado hasta quedar casi de espalda encontrándose de lleno con la imagen de su cicatriz. Al menos la marca se extiende desde su hombro, y termina a dos dedos por encima de su cintura, solo la tiene de su lado izquierdo, dejando sano el lado derecho-. ¿Por qué? -ahoga un sollozo.
-¿No te dijeron? -La mujer intenta darle apoyo-. Cuando ocurrió la explosión cubriste a tu amiga, siendo la única lesionada por el fuego. Eres una heroína.
Esas palabras la chocan con brutalidad, no es una heroína, ni siquiera está cerca de considerarse un humano. Pero no dice nada, no hay necesidad de aclarar la horrible persona que es al dejar que su único amor, la única persona que vió por ella, que la quería; se destruya por su culpa.
-Ahora tu rostro, ¿estás lista? -Ella la mira dando pequeños apretones en sus hombros.
Yeonsoo niega con la cabeza y la deja caer. No puede ver su rostro igual de dañado, y aunque se lo merezca, tiene miedo. Tiene miedo de revivir aquellos sentimientos de asco que le provocaba verse al espejo años atrás, aquellas noches de llanto puro por no ser suficientemente bonita como las demás, por no ser alta, con curvas definidas, por no tener la piel lisa.
La enfermera se coloca frente a ella y levanta su mentón.
-Eres hermosa, sin importar cuantas cicatrices tengas.
Una ola de calor le invade al sentir aquellas palabras con aire materno. Yeonsoo asiente incapaz de confiar en su voz. La mujer retira la venda de su rostro, dejando expuesto la cicatriz que se extiende desde la comisura de su labio hasta dos dedos debajo de su pómulo. Puede ver como ella retrocede producto de la impresión que realmente causa esa herida.
Quiere gritarle que la deje sola, que sus palabras fueron mentira y que ella al igual que todos lo demás piensan que se ve horrible, que nunca nadie la verá y la deseará. Pero se contiene, lo único que hizo la mujer es apoyarla y darle ánimos.
-Voy a cambiarme -le dice invitándola a salir de la habitación. La mujer asiente y se retira. Yeonsoo vuelve al baño y se acerca más al espejo. No hay forma que alguien la vea y no retroceda de miedo, incluso ella debe desviar el rostro.
Camina devuelta hasta donde está el bolso y se coloca la ropa deportiva holgada. Decide dejar su cabello caer por su rostro para ocultar lo más que pueda la cicatriz, de los ojos de cualquiera. La puerta se abre y una sonriente Hunter entra con dos helados en la mano. La primavera comienza a sentirse cada vez más.
-¿Cómo te siente? -dice risueña-. ¡Dios! Quítate el cabello del rostro que pareces asesina serial. -Ríe y corre los mechones detrás de su oreja-. Mierda -suelta asustada al ver la cicatriz y retrocede inconscientemente. Yeonsoo siente su corazón entristecer aún más pero no dice nada, está consciente que no será la primera ni la última persona que reacciones así al verla, lo mejor será acostumbre.
-Perdón, no quise... -Hunter se da cuenta del error que cometió.
-De menta. -Yeonsoo la interrumpe, no necesita la lastima de nadie-. Compraste helado de menta. Odio ese sabor.
Hunter asiente dándose cuenta de inmediato de lo que sucede, Yeonsoo no puede permitir que alguien se de cuenta de cuanto le afecta en realidad su nuevo aspecto, por eso decide no darle más importancia al asunto.
-Creí que te gustaría, es tan asqueroso como tú. -Le sonríe de lado.
Yeonsoo sonríe ampliamente y ríe por lo bajo. Toma el helado y lo tira en el cesto de basura más cercano que tiene. Se cuelga la mochila en el hombro y salen del hospital.
El aire primaveral la golpea con brutalidad, a tal punto que se detiene unos segundos a respirar profundo para sentir una diminuta sensación de libertad, después de todo, ella no será libre nunca.
El polvillo le provoca tos, por lo que se coloca un cubre boca y se sube a un auto negro estacionado frente a ellas. Un hombre que le resulta demasiado familiar maneja, mientras ellas se mantienen en silencio en la parte de atrás.
-Siempre es un placer verte -susurra aquella voz ronca. Yeonsoo frunce el ceño y cuando cae en cuenta quien es, sonríe.
-Todo lo que tenga que ver conmigo es placer. -Arruga la nariz y vuelve a ver por la ventana.
Jae larga una carcajada y niega con la cabeza, le gustaría poder estar enojada con él, por haber arruinado todos sus planes, por exponerla de esa manera frente a todos; pero en realidad no es su culpa, Yeonsoo se metió sola en ese lío, nadie más que ella es la responsable de como sucedió todo después de eso.
-Creí que morirías -habla, ahora más serio.
-Se suponía que debía morir ahí. -Mira de reojo a Hunter que se tensa ante el comentario-. Ni siquiera sé que hago viva, debería darle un puñetazo a quien me rescató.
-Te salvó del infierno.
-Estoy en el infierno ahora. -Chasquea la lengua-. Supongo que no hay peor castigo que vivir, ¿verdad?
Jae no responde, él mejor que nadie sabe sobre el pasado de Yeonsoo, tenía que investigarla a detalle antes de meterla como infiltrada. No puede sentir pena por ella ya que su ego policial no lo deja, sin embargo, tampoco le desea el mal. Después de todo, lo único que ella hizo mal, es nacer.
El viaje se prolonga un poco más de cinco horas, las carreteras estaban colapsadas de autos y la falta de paciencia de Jae hacía del viaje un tanto divertido. Hunter decidió dormir, y cuando Jae le ofreció lo mismo a Yeonsoo, ella se negó. Está tan horrorizada con la idea de volver a esas pesadillas que la atormentan.
Se pasa todo el viaje mirando por la ventanilla en completo silencio, no tiene móvil, ni ropa, tampoco música. En realidad solo tiene su cuerpo y nada más, aunque no está segura que tan dueña de él sea.
La oscuridad los recibe al mismo tiempo que Jae se aventura por unas calles de tierra, con pinos grandes por todos lado, pareciese un bosque tenebroso con la luz de la luna cayendo sobre ellos. A lo lejos se puede ver un par de luces blanca colgadas.
-Oh, ya llegamos. -Hunter se estira en el asiento. Pasa un par de cabañas y llega hasta un gran salón donde una mujer vestida de policía los espera.
-Tiene cara de ser una bruja. -Yeonsoo suelta al ver a la mujer. Está erguida, el cabello atado con prolijidad en una cola alta, y la mirada más aterradora que vio; pero no le afecta, cuando ella estaba en un orfanato a sus diez años, una mujer parecida a la que ahora está parada frente a ella solía hacerle la vida imposible, aunque, Yeonsoo aprendió a como sacar provecho de eso, y de paso hacerle la vida imposible.
-Lo es. -Ríe Jae-. Haz la gran Yeonsoo, por favor no te vayas sin antes provocar que se jubile.
Yeonsoo ríe ante eso y Hunter se baja dejándola a solas con el agente con quien estuvo en contacto todo el tiempo que estuvo infiltrada.
-¿Cambiaron tu rango a chofer?
-Quise ser yo quien te trajera. -Jae mira al suelo, parece apenado por todo lo que le causó a la pelinegra-. Supongo que es lo mínimo que puedo hacer.
-No te sientas responsable por nada, salvaste a Yoongi y voy a estar eternamente agradecida por hacerme caso ese día en el almacén. -sonríe Yeonsoo-. Procura que se mantenga sano, y lejos de problemas.
Jae asiente pero no dice nada. Yeonsoo decide que es momento de bajarse y enfrentarse con su nueva vida.
-Nombre. -La mujer habla autoritaria.
-Sabes mi nombre, si no, no estarías aquí -dice indiferente Yeonsoo. La mujer la mira sorprendida del atrevimiento con que le habló.
-Tú actitud merece sanción.
-Es mejor que coloque una cama en ese lugar porque viviré ahí todo el tiempo que me quede en este campamento. -Mueve el cuello de un lado a otro relajando los músculos de su cuello.
-¡Pero que...!
-Ahorrese el grito. -Yeonsoo levanta la mano callándola-. Me duele la cabeza y el viaje fue tedioso, no me quiere aquí y yo no tengo opción. No puede echarme y eso nos deja dos opciones. -Eleva su mano hecha puño y levanta un dedo-. Me hace la vida imposible y yo sigo actuando de manera rebelde, mostrando frente a sus alumnos que en realidad es solo una persona y ya, que cualquiera puede pasarle por encima sin importar el rango -enumera aburrida, la mujer abre los ojos asombrada de la actitud desinteresada de ella pero no dice nada. Levanta un segundo dedo-. O me deja en paz, yo no la molesto y sigue pretendiendo que tiene el control del lugar cuando es claro que ni siquiera puede controlar su temperamento.
La boca de la mujer cae al suelo, Hunter sonríe detrás de ella y Jae niega con la cabeza aliviado de que en realidad ella no cambió tanto como temía.
-Encárgate de explicares las reglas, no me importa si es mandada por el director del departamento, debe seguirlas o dormirá en el bosque. -Se dirige directamente a Hunter. La mujer mira a Yeonsoo de pies a cabeza y se va.
La pelinegra gira encontrándose con el sonriente rostro de Jae que solo asiente en su dirección y se despide arrancando de nuevo el auto, directo a la cuidad.
Hunter toma la mano de ella y la introduce al campamento. Hay un sendero llenos de cabañas pequeñas, en algunas las luces están encendidas, y en otras apagadas. Hay personas con el mismo equipo deportivo gris que ella caminando en grupos o parejas por doquier. Ríen y se divierten como si fuera lo mejor del mundo estar ahí.
Claro que ella no puede sentirlo así, porque está siendo obligada a entrenar, mientras que ellos ingresaron por cuenta propia, para servir al país.
Llegan a una de las últimas cabañas del lugar y entran, es tan pequeño el lugar que apenas alcanzan dos camas de una plaza y hay espacio para caminar. Las paredes están pintadas de un verde viejo y gastado. Hay manchas de humedad sobre el techo. Las camas son de metal con resorte, mientras que los colchones no sobrepasan los siete centímetros de altos. Viejos y polvorientos. Yeonsoo tira su mochila en la que parece ser su cama provocando que partículas de tierra se levanten en una tenue nube mugrosa. Está tan cansada que no le importa en lo absoluto. Se tira boca abajo en el duro colchón.
-Es hora de comer, vamos -anuncia la rubia.
Cuando pensaba en negarse su estomago gruñe delantandola. Hunter sale esperando que la siga, pero Yeonsoo se queda en la puerta observando a detalle la habitación. Su cama de caño blanca con manchas marrones, parece vieja y oxidada. Un gran ventanal con manchas secas de gotas de lluvia se encuentra entre ambas camas; muebles antiguos y sucios, como si realmente nadie habitó ahí en años, lo que le da gracia a Yeonsoo, Hunter es tan desordenada como ella. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue encontrar el baño.
Una gran parte de ella se siente extraña, de alguna forma se acostumbró a la cómoda cama de Yoongi, el ambiente cálido y hogareño que nunca conoció hasta ese momento; de nuevo volvía a los cuartos diminutos, con desechos de otras personas.
Se saca la chamara quedando solo en musculosa, y luego tira el cubre boca lejos de ella. El calor provoca que todo su cuerpo transpire por las calientes prendas. Ata su cabello en una cola alta y sigue a Hunter.
-Creí que las cabañas tenían baños propios -cuestiona intentando atrapar algunos mechones reveldes que se escapan de su coleta.
-Todas tienen, menos la nuestra -confieza -. Todos saben quien eres, o al menos que estás siendo obligada a estar aquí. La directora, a quien por cierto insultaste con elegancia, fue la encargada de asignarte esa cabaña. -Se encoge de hombros la rubia.
-¿Y por qué te castiga a ti también? -Frunce el ceño divertida.
-Yo elegí estar contigo, no voy a dejarte sola. -La abraza por los hombros-. Además será divertido.
-¿Dónde haré mis necesidades, y me bañaré? -cuestiona cayendo en cuenta.
-Despues de todo el campus, el polideportivo y un par de arboles grandes, hay un viejo baño comunitario que tenemos permitido usar. -Hunter frunce los labios y rueda los ojos.
-¿En serio? -Ríe negando con la cabeza-. No puedo creer que piensen que eso puede provocar algo en mí, créeme que hice cosas peores que bañarme en un viejo edificio abandonado.
-Que por cierto, solo sale agua fría.
Yeonsoo tira la cabeza para atrás riendo, entonces Hunter comienza a habla sobre las estúpidas reglas, nada fuera de lo común.
Tienen un horario de desayuno, almuerzo y cena. Deben levantarse, pasar al comedor principal donde todos desayunan y luego por divisiones a las diferentes actividades. Tiene un enorme polideportivo donde entrenan, un salón de tiros, un ring para el entrenamiento de cuerpo a cuerpo, y por supuesto un laberinto con retos que según sabe, es la prueba final de cada trimestre. También una prueba psicológica, donde les enseñarán a interrogar y a ser interrogados. Eso sinceramente le da mucha curiosidad, sabe que trabajar con la mente de los demás provocará que pueda controlar su dolor.
Ella, al igual que Hunter y Jungkook, estarán solo un trimestre, ya que no son como los demás. Deben ponerse a trabajar lo ante posible.
Caminan recibiendo miradas, pero en lo personal no le molestan a Yeonsoo, tiene tanto calor que mostrar un poco de piel no le incomoda en lo absoluto. Al llegar al comedor principal, todas las miradas se posan en ella, provocando que frunza el ceño. Tal vez, es porque es nueva.
-¿Quien trajo a un fenómeno aquí? ¿Acaso nos visita un circo? -grita alguien desde el otro lado del comedor, los murmullos se intensifican y no puede evitar sentirse incómoda, entonces comprende.
Sus cicatrices.
Las había olvidado por completo, fue tanta la comodidad que sintió al lado de Hunter, que por un instante olvidó lo aterradora que se ve; al ver como todos la miran no puede seguir ahí más tiempo. Se gira con violencia y sale empujando a un par de chicos que iban entrando.
-¡Yeonsoo!. -grita Hunter.
-¡Déjame! -escupe con furia, para dejarle en claro que necesita estar sola.
Camina decidida cabizbaja para que nadie pueda ver su horrible rostro marcado. Un apremiante nudo se forma en su garganta y debe morderse la mejilla interna para evitar que un sollozo se le escape. No puede demostrar debilidad ante nadie, mucho menos ante personas que no conoce.
El choque con el torso de un chico bastante familiar la detiene.
-Oh, Yeonsoo... Ya llegaste -dice risueño, pero ella no se atreve a mirar. Intenta pasarle pero Jungkook la detiene del brazo y sin poder evitarlo pasa su cálida mano por la cicatriz de su espalda provocando que se estremezca.
-¡No me toques! -Se aleja de su toque sin mirarlo y se va corriendo. No puede enfrentarlo, ni a él ni a nadie que se atreva a opinar sobre su aspecto físico.
No puede escapar de ellas. A partir de ahora será así, para siempre. Debe construir una coraza antes de que alguien más se atreva a lastimarla, no le pueden afectar los comentarios, ni las miradas, porque aunque le gustaría que no fuera así, sus cicatrices no se van a ir, por más que llore y se esconda. Siempre estarán ahí, con ella.
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