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50





Cuando la incandescente luz de la habitación comenzó a molestarle, Yoongi abrió los ojos, encontrándose una vez más, en aquella cama del hospital. A su lado vio el cuerpo de Taehyung, en ese momento no le había importado en lo absoluto, sin embargo, fue ese preciso momento en el que recordó que había una chica a quien quería ver. Lo supo en cuanto vio la mirada de Taehyung que ella se ha ido.

—¿Dónde está? —susurra, su voz se escucha ronca y pastosa, tanto que duele hablar.

—En cuanto despertó vino a verte. —Tae saca de su bolsa trasera un sobre—. Se fue, Yoongi.

El pelinegro asiente incapaz de leer aquella carta. Suspira pesado. Realmente esperaba tenerla a su lado, poder besarle y decirle que todo había terminado, que ya no debía seguir huyendo, que podían ser felices juntos, pero no estaba. Yeonsoo se fue.

—Ya despertaste. —Sonríe el pelinegro entrando al cuarto. Yoongi quiere correr al ver a Seokjin entrando sonriente, con un soporte en el brazo.

—¿Como...? —Sus palabras quedan en el aire.

—Siempre uso dos chalecos, nunca se sabe con qué clase de maniático puedo encontrarme. —Ríe risueño—. Descuida, Hoseok está bien, la bala quedó atorada en un hueso y no perforó nada más que músculo. Pronto volverá al trabajo.

—¿Por qué, Jin? —Tira su cabeza hacia atrás rendido.

—¿Recuerdas cuando todo comenzó? —Se sienta en sus pies—. Ustedes todo el tiempo me recordaban que no podía enfrentarme a nadie porque nunca había peleado. Me sentía inútil y hasta débil por no poder ayudar, pero lo que realmente me golpeo —hace una pausa—, fue cuando me secuestraron junto a Yeonsoo. Pude ayudar, pude haberle salvado ese día, solo que no lo hice porque era un cobarde. Así fue como decidí entrenar para ser parte del departamento, sin embargo, debía irme a Busan porque el verte destrozado a diario por ella, empeoraba mi culpa.

—No fue tu culpa, Jin. No había nada que pudieras hacer. —Yoongi intenta consolarlo.

—O tal vez sí, de cualquier forma, nunca lo sabremos. —Suspira—. Solo recupérate.

—¿Y Namjoon? —Frunce el ceño.

—En cuanto los vio estables, corrió a Hunter. —Tae asiente.

Yoongi suspira, todo ha terminado por fin. Los sucesos de lo que sucedió le invaden de pronto, a tal punto de querer correr.

—¡Joder! ¡¿Jimin?! —Yoongi se sienta con brutalidad, provocando que su músculos duelan.

Taehyung y Seokjin le detienen al mismo tiempo que intentan calmarlo.

—¡¿Era él?!

—Sí. —Sonríe Tae—. El jodido enfermo se escapó de la clínica y llegó justo a tiempo para salvarte el puto trasero.

—¿Dónde está? —Yoongi sonríe ante la contagiosa risa de Jin.

—En cuanto saltó de esa ventana corrió, sus heridas se abrieron, pero fue él quien te arrastró por la arena hasta que estuvieras en un lugar fuera de peligro, el edificio se caía a pedazos —suelta Jin—. Te acompaño hasta el hospital, entonces supo lo de Haneul y no se alejó de ella en ningún momento. Ahora ambos se encuentran en la misma habitación.

—¿Saben cómo demonios nos encontró?

—No, pero puedes preguntarle en cuanto despierte. —Tae se masajea la sien cansado.

—Todo terminó —susurra Yoongi, para sí mismo.

—Descansa, Yoongi. —Le sonríe de lado—. Te espera el resto de tu vida.

⭒❀⭒

Al principio no podía abrir la carta, sentía rechazo ante lo que pudiera contener, sin embargo, la leyó la tarde del funeral de Jungkook. El primer funeral al que asistió fue el de su padre y solo estaba ellos tres, la siguiente despedida que hizo fue a su mejor amigos Chan, quien estaba repleto de personas que le conocían y admiraban; y el tercer y más doloroso funeral al que tuvo que asistir fue del mismísimo Jungkook. La persona que creyó que viviría por muchos años, que iba a hacer cosas increíbles. Lloró demasiado, más de lo que puede admitir. Las cosas al fnal no estaban bien con él, pero le quiso mucho, más de lo que es capaz de admitir. En algún punto se volvió su hermanito, y le gustaba pasar las tardes con él jugando al básquet, viendo a la selección o solo disfrutando de una larga plática de amigos. La pedida de él le dolía, y pudo reflejar ese dolor en la mirada de todos sus amigos. 

El grupo se había separado hace un tiempo, pero ahora todos estaban reunidos despidiendo a la razón la que se unieron en un principio. Aunque, lo que en verdad partió su corazón fue ver al entrenador del centro comunitario, junto a al menos veinte adolescentes que lloraban inconsolablemente. 

Jimin puso asistir, sin embargo, Haneul no podía con tanto, no fue capaz de despedir a su mejor amigo desde la infancia. Le era demasiado doloroso decirle un adiós a su otra mitad. 

Antes de irse, cuando ya todos se habían ido, visualizó a lo lejos una mujer. No era cualquier mujer, él sabía que era ella; sabía que era Yeonsoo, solo que no pudo correr a ella. No creía que era tiempo de preguntarle el por qué de su lejanía cuando ni siquiera se había tomado la molestia de leer la carta. Entonces se fue sin mirar atrás, consciente de que ella quería despedirse a solas de Jungkook.   

Esa tarde, cuando llegó a casa tomó la carta entre sus manos. Sabía que no se había despedido en persona para no ver su rostro, puesto que, si lo hacía Yeonsoo se hubiese obligado a seguir junto a él, incluso si no se sentía cómoda. Y como en aquella ocasión, dejo plasmado sus pensamientos en un par de oraciones escritas desde el corazón. Ella no estaba despidiéndose, estaba diciendo «hasta luego». Había muchas cosas que debía sanar, cicatrices que su mente y corazón no le dejaban avanzar, y aunque a Yoongi le hubiese gustado mucho estar ahí para ella, le entendía.

No es fácil para la pelinegra aceptarse tal y como es, aún hay cosas que no se permite olvidar y a diario se las recuerda; amarse a ella misma es una de las cosas más difíciles por las que tuvo que atravesar. A veces solía sentirse invencible, como si nadie pudiera tocarla, pero otros días simplemente se odiaba y no podía mirarse al espejo, sin embargo, estaba bien, el tener días difíciles siempre estuvo bien, porque ella quería mejorar, quería poder sentirse cómoda con su pasado, con sus marcas.

Por eso cuando Yoongi leyó aquella carta, solo sonrío. Yeonsoo estaba siendo valiente una vez más, y la iba a esperar el tiempo que fuera necesario porque no estaba dándole pase libre, le estaba pidiendo que le espere, que volvería y que jamás se iría.

Aquel papel se había convertido en su ley desde que se fue hace más de seis meses. A diario, besaba aquella foto de los dos juntos y salía para volver y ver su galería con recuerdos, donde extrañaba cada partícula de la chica que estaba seguro que volvería.

No se quedó solo ahí, decidió ser valiente como ella lo fue en un momento, y aunque al principio fue rechazado, al final el teniente le había aceptado en la academia de policía para que perteneciera al Departamento de Crimines Violentos.

Esos días fueron los más tortuosos de toda su vida, y no solo por el hecho de que los instructores eran excesivamente estrictos con él, sino por el hecho de que pensó en varias ocasiones lo que la pelinegra tuvo que atravesar para llegar a portar una placa y un arma, para ser respetable para algunos, aunque Yoongi considera que siempre lo fue, incluso en su peor momento. De cualquier forma, continuó a diario luchando contra los abusivos de sus compañeros, aunque agradecía que los rumores corrieran con rapidez, puesto que el nombre Isilo, no solo corría por los barrio pobres, sino entre la alta sociedad. Por eso en cuanto supieron que él era Isilo, dejaron de molestarle. Y no es que fuera aquello alguna clase de tortura que no pudiera soportar, pero a veces le era casi imposible contener su mal genio y no golpearlos; porque si se atrevía a hacerlo, era probable que lo sacaran del campamento, y Yoongi no quería eso.

Luego de tres meses, cuando tuvo su placa y su arma en mano comenzó a trabajar en casos mediocres que no estaban a su altura, aunque lo aceptaba, pues lo estaban poniendo a prueba y así se sentía más cómodo. 

Namjoon abrió el bar de nuevo, y ahora es socio de Jimin, puesto que Yoongi decidió dedicar su vida entera a las armas, algo que en realidad le tiene enamorado. Y aunque le gusta lo que hace, su meta final es pertenecer a algún grupo de inteligencia, donde pueda manipular armas más grandes, y enfrentarse a personas más peligrosas. El teniente le dijo que al menos debía pasar un año en el departamento antes de considerar un traslado a otro escuadrón. Así es como se mantiene ocupado, atrapando ladrones mediocres.

Jimin y Haneul le dieron la noticia unos pocos días antes de que él saliera del campamento, y fue que para la sorpresa de ambos, estaban esperando mellizos. Al principio, Yoongi se sorprendió y se alegró, no perdió tiempo en llenarlos de regalos, puesto que en su departamento, había quedado muchos regalos para un hijo que no existía. Hoseok se desmayó en cuanto lo supo, aunque luego de un par de sermones largos se volvió el tío más baboso que haya conocido. Y así finalmente pidió su traslado a Seúl de nuevo.

Por supuesto que su equipo no pudo dejarlo ir fácilmente, y fue así que Taehyung y Seokjin terminaron por volver a la cuidad. La familia había vuelvo, o al menos gran parte de ella.

Jimin continúa con su tratamiento en rehabilitación. Tiene muchas más fuerzas que antes y la noticia de sus dos hijos lo incentiva a recuperarse y superarse día a día. Al comienzo, luego de su alta médica se internó en el mismo lugar que antes, para mantenerse sobrio y sano. Dos meses después estaba en su casa, junto a Haneul. Va dos veces a la semana a los grupos de apoyo. Ha vuelto a caer en los pasos que hizo antes, pero ahora pisa más fuerte que nunca. No volverá a caer. 

Yoongi, en varias ocasiones, sorprendió a Haneul hablando con Yeonsoo por video llamada y aunque se moría por ver su rostro una vez más, decidió no hacerlo. La chica tenía su número y si no se había puesto en contacto con él, era por un motivo que él no entendía, pero respetaba. Haneul le contó que podía ver el brillo de su amiga regresar poco a poco, que estaba sanando sin embargo, no le era fácil. La perdida de Jungkook le provocó demasiado daño. También le comentó que adoptó un gato verdadero, uno que es peludo y con manchas amarillentas, tiene u ojo verde y otro azúl. Se llama helado. 

Por otro lado, Hunter decidió ignorar sus llamadas con el argumento de que era injusto que todos hablaran con ella, menos él así que decidió acompañarlo.

Era difícil, aún lo es. El acostumbrarse a ver a la rubia en una silla de rueda en vez de moviendo sus caderas como solía hacerlo. La peor parte se la llevó Namjoon, cuando en una ocasión, Hunter tuvo un ataque de ira y comenzó a llorar, le dijo que debía irse y que no quería ser un estorbo para nadie. Y aunque Nam logro convencerla de que no era un estorbo, terminó con una gran herida en su frente, gracias a un objeto que le había arrojado la rubia.

Las cosas volvieron a la normalidad, o al menos ya no hay caos en ella y eso trajo paz a la vida de los chicos, al menos, a las dos parejas que necesitaban con urgencia poder dormir sin el temor de que alguien les fuera a raptar o matar.

Después de tanto tiempo, Yoongi volvió a sonreír como no lo hacía hace años.

—¿En qué piensas? —Taehyung lo saca de su ensimismamiento.

—Solo en Yeonsoo. —Niega con la cabeza, limpiando el arma en su mano.

—¿Crees que volverá? —Ladea la cabeza.

—Sí, estoy seguro que algún día volverá —asiente el pelinegro, toma su café americano y da un largo sorbo.

—¿Es por eso que arreglas la casa? —Le ayuda con una pieza.

—Sí. —Asiente sonriendo—. Quiero que para cuando vuelva, encuentre lo que una vez fue nuestro hogar. Aún no puedo creer que Kwan la hiciera volar en mil pedazos.

—Es bueno que tu paga no sea tan mediocre —bromea el castaño—. Supe que te asignaron un compañero. —Ríe por lo bajo.

—No me lo recuerdes. —Rueda los ojos cansado—. Me quejé incluso con los de la cafetería, se rehúsan a dejarme solo.

—Todos tenemos un compañero, Yoongi. —Taehyung le pasa una pieza para que la limpie.

—Tú tienes a Seokjin y Hoseok una chica que da mucho miedo —dice se queja—. Si necesito ayuda, podría llamarles.

—Sabes que así no funciona. —Tae ríe por lo bajo.

—Como sea, escuché que cambiarán el nombre del centro comunitario donde entrenaba Jungkook.

—Sí, también lo escuche. —Traga duro. Su pérdida aún le duele.

—Tiene que ser una broma —se queja el castaño que asoma su rostro por la puerta de vidrio.

Se ve más alto y corpulento, su cabello largo ya no existe, ahora más bien tiene el cabello peinado hacia tras, pero se puede notar que no le llega a tocar los ojos. Viste de negro con un gran bolso en mano.

—Jae —ambos lo saludan de la mano, como si vieran un viejo amigo.

—¿Qué haces aquí? —Frunce el ceño el pelinegro.

—Me dijeron que aquí se encontraba mi nuevo compañero.

—No entiendo el sentido de humor de tu teniente, Yoongi —se burla Hoseok entrando a la habitación.

Yoongi niega divertido por lo bajo, cruzándose de brazos. El castaño ríe con picardía y se encoge de hombros. Jae intenta abrazarle pero este retrocede asqueado, aunque le divierte más que nada. Se siente aliviado de que sea alguien a quien conoce, aunque le hubiese gustado tener a otro compañero. Jae y él no son amigos, y duda que en algún momento lo vayan a ser. 

—Tengo que cambiar de compañero —niega divertido.

—Ni en tus sueños, me dijeron que volaste como Iron-man. —Ríe—. Eres mi nueva obsesión.

—¿Quién le dijo? —Yoongi enseria.

Taehyung comienza a reír cómplice de lo que dice, pues Yoongi se había vuelto famoso entre los miembros del departamento, puesto que había hecho volar al asesino serial más buscado en mil pedazos, pero sobre todo Yoongi había cometido el error de contarles lo que hizo con el cuándo estaban a solas, y desde entonces, los chistes y burlas se escuchaban desde que entra hasta que sale.

—Hazme tuyo, Isilo. —Jae comienza a pasar sus manos por su pecho, fingiendo excitación.

—Voy a golpearte, imbécil. —Enseria el pelinegro. Jae le guiña un ojo y deja caer su bolso al suelo.

Hoseok está a punto de intervenir con algún otro chiste sobre lo que está sucediendo, sin embargo, es interrumpido por el apremiante sonido de una llamada entrante. Este lo toma aun sonriendo pero su semblante cambia tan rápido que parece que está a punto de desmayarse.

Yoongi se tensa de inmediato aun no puede sacar aquella sensación de que en algún momento alguien destruirá su paz. Aunque todo haya terminado, a diario espera una llamada que probablemente nunca llegue, anunciando que hay alguien que quiere asesinarlos, que deben sacrificarse una vez más.

—¡Joder! ¿Estás bien? —Tae se acerca con el ceño fruncido.

—Haneul... —susurra—. Está en labor.

Una corriente eléctrica le recorre la espina dorsal a Yoongi, entonces al ver que su amigo no reacciona lo toma del brazo.

—Si te preguntan nos tomamos el día libre —le dice a Tae quién asiente sonriendo.

—Me llamas, iré a comprar un gran oso —dice el castaño.

Yoongi ve de reojo a Jae, quién se mantiene alejado del grupo como si lo que acaba de decir no importara, o más bien ya no. Su única razón por la cual podrá hablarles y tratarles como si nada pasara, es porque trabajarán juntos y trabajaron juntos en el pasado, pero fuera del departamento, ellos no son amigos.

El pelinegro ingresa a su nuevo auto junto a Hoseok y conduce a una velocidad inapropiada. Puesto que quiere llegar a tiempo y poder ser uno de los primeros que tenga el placer de conocer a los mellizos.

Al llegar al hospital, ambos bajan casi corriendo y suben hasta la sala de espera en pediatría, dónde visualizan la silla de Hunter a su lado al castaño que sostiene dos café.

—¿Cómo está? —dice Hoseok, intentando recuperar la respiración.

—El cordón umbilical se enredó en la cabecita de uno, tuvieron que hacerle cesaría de urgencia—dice Hunter, tomando de su café.

—Creí que sería parto normal.

—Había riesgos y se presentó uno. —Namjoon declara con genuino cansancio—. Le permitieron a Jimin acompañarle, así que pronto sabremos.

—Necesito ahora saber sobre mi hermana. —Hoseok se gira sobre su propio y se encamina por los pasillos.

—Iré con él para que no haga dramas. —Nam rueda los ojos, besa los labios de su novia y parte detrás del castaño.

Yoongi niega con la cabeza y se sienta a su lado. Hunter ha bajado de peso consideradamente, tanto que puede preocuparlo. Según lo que Namjoon le dijo es una etapa por la que debe pasar para poder prepararse psicológicamente para lo que sigue, puesto que han hablado de empezar la terapia de rehabilitación.

—Yoongi, ¿puedo hacerte una pregunta? —susurra ella, perdida en su café.

—Claro —el pelinegro le mira.

—Te conozco hace tiempo e incluso me atrevo a decir que eres uno de mis mejores amigos. —Ella le regala una sonrisa cálida—. Conozco su historia como nadie, estuve al lado de Yeonsoo en el peor momento y también en los mejores, pero hay algo que no me deja ver mis películas románticas.

—Para que no te deje ver tus películas debe ser grave —bromea genuino interés. Ella ríe por lo bajo.

—Cuando murió Yeonsoo, ¿qué le dijiste a tu mamá?

—¿Esa es tu preocupación? —Ríe divertido. Ella de encoge de hombros y asiente—. Si te soy sincero, nunca pude decirle la verdad. En aquél momento le dije que ella había tomado distancia de mí.

—Pero se suponía que estaba muerta.

—No me juzgues. —Frunce el ceño.

Hunter ríe sonora y niega con la cabeza. La verdad era, que jamás le dijo todo lo que había pasado con Yeonsoo, ni siquiera en aquella ocasión en la que creyó que estaba muerta. Se sentía mejor si alguien más, aparte de él, la mantenía con vida.

Jimin sale de unas grandes puertas con los ojos hinchados y lágrimas en sus mejillas. Lleva una gran sonrisa en el rostro y su cuerpo tiemblan.

—¿Quieren conocer a mis hijos? —dice el castaño.

Yoongi mira por dónde antes se fueron Hoseok y Namjoon, pero no hay señales, así que sin esperar demasiado toma a Hunter y la lleva con él siguiendo al castaño.

La luz del día alumbra toda la blanca habitación, dónde se encuentra una muy sedada y cansada Haneul intentando mantener sus ojos abiertos tanto como pueda. A su lado, yacen dos pequeñas incubadoras, dónde dos bebés duermen plácidamente.

Los ojos de Yoongi se cristalizan y quiere llorar, no puede sentirse más feliz al ver cómo uno de sus mejores amigos, quien ha pasado las peores cosas, está disfrutando sanamente de su familia.

—¿Cómo se llaman? —dice Hunter, sorbiendo su nariz. Yoongi le mira de reojo y puede ver qué no ha contenido las lágrimas como él.

—Este pequeño, es Park Hyeon —dice tomando entre sus brazos al pequeño bebé. Hunter levanta sus manos y es entonces que Jimin deja que lo cargue—. Y ella es mi princesa, Park Iseul.

Yoongi toma a la bebé entre sus brazos, dejando que sus lágrimas bajen por sus mejillas. Ya no puede seguir fingiendo que aquello no le afecta.

—Quiero mi bebé —susurra una dormida Haneul.

Hunter niega con la cabeza incapaz de darle al pequeño niño que tomó entre sus brazos, por lo que Yoongi, a duras penas le tiene a la pequeña bebé a su padre, para que pueda acercarse a su madre.

—Espero no haber llegado tarde —dice ella, apareciendo por la puerta.

Yoongi gira para verla, ahí se encuentra. Con la cicatriz en su rostro, el cabello más largo y su ojos vibrantes. La menuda pelinegra sostiene un gran peluche de panda entre sus brazos. Pasa por el lado de Yoongi y llega hasta Jimin para depositar un beso en su mejilla y abrazarlo como si lo viera todos los días. Más tarde imita la acción con Haneul y la pequeña Iseul, y entonces que lo hace. Camina hasta él, coloca sus manos en su pecho y acerca sus labios a a la mejilla de él, para depositar un suave beso; como si nunca se hubiese ido, recordándole, que ha vuelto para nunca dejarlo. 

—Hola, Yoongi.












FIN

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