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38

Yoongi ve como Yeonsoo desaparece por la puerta de entrada. Se siente cansado, como si nada pareciese volver a la normalidad, incluso se siente al borde de un abismo a punto de perderse por completo. Las cosas no empeoran, pero sin duda, no mejoran y es frustrante. Todos los días se levanta con la esperanza de poder tener una vida común y corriente, sin peligros, con la mujer que ama, con sus amigos sanos y juntos; pero solo se engaña, nada cambia y al final, termina en el mismo circulo vicioso donde lo único que puede hacer es seguir avanzando.

Camina hasta cocina y guarda todo para etiquetarlo, y así volver a su departamento, no quiere dejar sola a Haneul, sin embargo, debe hacerlo, aún hay una pila de ropa pequeña que espera por él. Además, quiere ir a visitar a Jimin ya pasó una semana y no sabe mucho de como le va, las llamadas son cortas y no dice mucho. Parece más asustado que otra cosa, por eso necesita ver con sus propios ojos que está bien.

La puerta de la habitación se abre, al mismo tiempo que una somnolienta Haneul aparece.

—¿Cómo estás? —Yoongi la toma del brazo para guiarla a la butaca.

—Yoongi, estoy embarazada, no enferma. —Ríe ante el acto del pelinegro. No puede sentirse más a gusto al saber que ella ha vuelto a ser la misma chica de antes.

—Aún no puedo creer que bebiste hasta perder la razón estando embarazada —menciona con reproche. Él toma un plato de comida y se lo entrega—. Debes ir a un doctor en cuanto salga el sol.

—Lo sé, y lo siento —se disculpa con sinceridad. La castaña se acomoda en su lugar separando las zanahorias del resto de la sopa, Yoongi frunce el ceño y ella se encoge de hombros—. De pronto comenzaron a provocarme asco.

—¿Has tenido antojos? —Yoongi la mira ladino recordando el embarazo de su tía. En aquel entonces, su madre se levantaba a altas horas de la madrugada para recorrer todo Busan en busca de lo que la mujer quería. 

—No lo sé —susurra pensativa—. Estuve deseando mucho las fresas. —Ella cierra los ojos por un segundo—. Estuve tan ocupada que ni siquiera me di el lujo de probar una.

—¿Cuánto tiempo tienes? —dice Yoongi. Se levanta y se coloca la chaqueta.

—Estoy en mi primer trimestre. —Ella asiente, aún separando aquellos ingredientes.

—No lo comas, te hará vomitar si estás asqueada de esos ingredientes —menciona. Él se acerca a ella y retira el plato de comida—. Iré por fresas y un poco de carne.

—¡Oh, sí! —chilla hambrienta. Pero no puede permitir que Yoongi salga a esa hora en busca de comida, sabiendo que él mismo preparó aquella sopa, sin mencionar que hace pocas horas, se encontraba apuntándole a la cabeza con un arma dispuesta jalar del gatillo—. No es necesario que lo hagas, puedo ir yo misma.

—No digo que no puedas, pero déjame cuidarte. Por Jimin y Hoseok. —Le sonríe cálido y sale del departamento.

Haneul se tira en el sofá siendo presa de un remolino de pensamientos. No se atreve a decirle a Hoseok, mucho menos a sus padres, claro que hasta ahora la única persona que sabe sobre la vida que lleva en su vientre es aquel chico que salió disparado en busca de fresas. No puede evitar sonreír, está segura que si Jimin estuviera ahí, hubiese hecho exactamente lo mismo.

Su corazón se oprime al pensarlo, no puede creer que el castaño haya recaído en aquello que tanto odia, pero más se atormenta, por no ver las señales antes. 

La clave suena en la puerta, Haneul mira a su lado como el móvil de Yoongi reposa, por lo que supone que volvió por el. Por eso, ella lo toma entre sus manos y camina hasta la puerta, al mismo tiempo que esta se abre y deja ver aquella anatomía. Su sangre se drena por completo, y quiere correr para vaciar su estomago. No puede creer lo que sus ojos ven.

—Hola, Haneul.

⭒❀⭒

La luz de la habitación es demasiado escasa, no hay más que una lámpara colgada en el medio del lugar, la mesa del frente se tambalea al ritmo de los movimientos bruscos que se ejercen sobre ella. No importa, nada importa en esa situación. Hunter intenta aflojar el nudo que hay sobre sus extremidades, aún si eso provoca más ruido del que debería. No entiende como llegó a esa situación.

Recuerda en el momento que dejó el bar para ir directo al departamento, allí Jae le había dejado un expediente de un posible sospechoso. Si bien los encargados oficiales del caso son Jungkook, Yeonsoo y ella, no podía pedirles ayuda. Desde que estalló la bomba sobre los reencuentros, los sentimientos y las mentiras, no podía simplemente arrastrarlo de nuevo a la mierda que ella misma los metió.

Por eso esperó sola en aquel bar, en espera del hombre de las fotografías, sin embargo, allí es donde todo se vuelve confuso y borroso, pues recuerda beber algún liquido azul, para bajar su nerviosismo; y luego, solo despertó en una silla, atada de manos y pies, sin poder moverse un solo centímetro.

La puerta de entrada se abre y entran dos personas con traje negro, mascarillas y armas en sus manos. El terror crece en la rubia de ojos zafiros, sin embargo no se atreve a demostrarlo, no puede llorar, mucho menos ahora que por fin tendrá al verdadero hermano de Hyun frente a sus ojos. 

Entre ellos una anatomía familiar se hace presente. Hunter se petrifica en su lugar al verle la cara. Le sonríe coqueto, como siempre, mostrando su blanca dentadura; viste de negro y lleva un arma personalizada en su mano que la balancea seguro de sí mismo.

—Hola, rubia —suelta. Toma una silla para sentarse frente a ella con las piernas cruzadas.

—No puede ser, ¿siempre fuiste tu? —Ríe irónica, por supuesto que debía ser él. Fue tan obvio que ni siquiera pudo ver las señales. 

—¿Qué te digo? —Se ríe por lo bajo.

—No eres hermano de Hyun —señala con el entrecejo arrugado. 

—Bueno, hermanos, hermanos no —aclara y hace un mohín para restarle importancia—. Pero eso es lo de menos, ¿verdad? Cuando se trata de venganza.

—No lo haces por eso.

—Diría que al principio sí, pero ahora... Solo me alimento de sus miedos y desesperaciones. —Hace una señal a uno de los hombres detrás de él, que se acerca con un maletín lleno de cuchillos y tijeras de todas las formas posibles. Hunter traga duro. 

—Déjame ir, no diré nada.

—¡Por supuesto que sí! —chilla sonriendo—. Sería lo primero que harías.

Hunter intenta zafarse del agarre, pero nada parece ceder. Está condenada a ser presa de lo que sea que aquel hombre frente a ella está dispuesto a hacer y lo único que le queda es apelar a la idea de que la humanidad que tiene le deje ir, después de todo, llevan tiempo de convivir juntos. No podría no sentir al menos un mínimo apego. 

El hombre frente a ella desnuda sus brazos hasta arriba de los codos para colocarse un delantal transparente, y toma su cabello en una coleta, o al menos lo que puede, ya que varios mechones se escapan por los lados.

—No lo tomes personal, rubia. Me caes bien, pero debo mandar una clase de... —Balancea una navaja en su mano—. Mensaje, tu me entiendes.

—Te lo suplico —ruega Hunter. Las lágrimas comienzan a caer por su mejilla, presa de la desesperación y angustia.

—No llores, linda —replica y seca sus lágrimas con delicadeza—. No voy a matarte, si es lo que piensas. Solo te haré daño, mucho daño.

Un sollozo se escapa de sus labios al escuchar aquello; había estudiado con atención las víctimas de él, había visto cuan despiadado y cruel podía llegar a ser, por eso prefería que le matara, antes de presenciar una tortura de las que él le gustaba dar. 

Él sonríe apenado y se acuclilla frente a ella para levantar un poco la tela de su pantalón.

—Por favor, te lo ruego no lo hagas... Haré lo que quieras —suplica entre llanto.

Sin previo aviso, él comienza a cortar de manera lenta y cuidadosa la piel de la rubia. Ella grita desgarrando su garganta. El hombre la mira apenado, como si se burlara de su sufrimiento, por eso, y antes de que ella logre procesar el dolor. Toma dos tijeras y las clava justo en sus brazos entremedio de sus huesos hasta terminar en la madera de la silla. 

Hunter ahoga un grito mirando al hombre frente a ella, el odio y el dolor crece tanto en su sistema que no puede si quiera pensar con claridad. 

Él empapa un pañuelo con sal y lo coloca sobre la herida abierta de la rubia, quien se muerde el labio lastimándose para no volver a gritar. Es tanta la fuerza que ejerce sobre su labio, que teme arrancar un pedazo de el. Él vuelve a verla a los ojos y jala de su cabello para tener mejor acceso a su aterrorizado rostro.

—No tienes una puta idea de cuanto me excita verte así. —Suspira.

—Estas enfermo —solloza la rubia.

—Dime algo que no sepa. —Ríe al aire. 

Se gira sobre su propio eje en busca de nuevos juguetes. Está dispuesto a dejar tantas marcas como sea posible en el cuerpo de la rubia, hasta que esté al borde de la muerte. 

—Con esto envías tu mensaje, ahora déjame ir —dice la rubia escupiendo sangre. 

—¡Oh no, cariño! —Niega con la cabeza—. Apenas si comenzamos.

⭒❀⭒

El sabor amargo baja por su garganta congelando todo a su paso. La noche cayó hace menos de dos horas dándole así una vista de lo hermoso que puede ser Seúl, con todos los faros encendidos, las luces de los autos y aquél enorme río que a penas si se puede ver.

Han pasado dos días desde que vio a Yoongi en el departamento de Jimin, desde que habló con cualquier persona de hecho. Lo entiende, aunque le gustaría no hacerlo. Pues así no tendría que estar debatiendo sobre qué hacer, si tirarse en ese momento del techo de aquél almacén, o solo volver a su departamento y hablar con Yoongi. Las cosas no terminaron tan bien como quería, y pues no lo culpa, él quiere estabilidad en su vida, y es claro que ella no está dispuesta a dársela; y ni siquiera es porque no quiera, simplemente la mala suerte y las tragedias le siguen a todos lados.

Sin embargo, no va a obviar el hecho de que desde hace un tiempo no aparecen cuerpos, ni cartas, todo se ha mantenido en completo silencio y es aquello lo que más le atemoriza. Ghots está esperando a que su vida este en su punto más tranquilo y feliz, para así desatar el caos. Por eso, no puede aceptar la propuesta de Yoongi, por eso se niega tanto a mudarse con él y a rehacer su vida a su lado.

Jungkook no ha vuelvo aparecer, solo dejó un breve mensaje con un simple «lo siento». Pero no basta; tanto tiempo a su lado, tantas mentiras y engaños no pueden desaparecer con una simple disculpa. Y él lo sabe, por eso desapareció, por eso cuando Yeonsoo preguntó por él en el departamento, le dijeron que pidió un traslado temporal a otra cuidad.

Yeonsoo vuelve a tomar de su fría cerveza, para echar la cabeza hacia atrás, totalmente rendida.

—Te ves como la mierda —le escucha decir.

La pelinegra sonríe por lo bajo, hacía tiempo que no escuchaba aquella voz, y aunque en otra ocasión le hubiese asustado su presencia, ahora la necesitaba. Tanto que no podría solo explicarle con sus palabras. Ella levanta la mirada y encuentra sus ojos encantadores observando a detalle su demacrado y cansado rostro.

—Gracias por el cumplido, cielo —susurra divertida.

—No creí que fuera a encontrarte aquí —confiesa. Se sienta a su lado y toma de su cerveza.

—Algunas cosas nunca cambian —se sincera y se encoge de hombros.

Él le sonríe amplio y asiente. Hacía tiempo que no se encontraban en esa posición; a solas. Mucho menos en aquella azotea del almacén dónde solía ser el escondite de un grupo extraños de amigos. Yeonsoo deja caer su cabeza en su hombro, buscando consuelo.

—Sabes que puedes irte conmigo a Busan, siempre serás bienvenida —suelta tomando de su cerveza.

—No quiero irme, quiero estar tranquila. —Cierra los ojos, oliendo aquel peculiar perfume—. Solo quiero cerrar mis ojos por la noche, sin temer despertar.

—Yeonsoo, hay cosas que nunca cambian. —La mira directo a los ojos. Ella se separa, entendiendo a la perfección lo que el chico frente a ella intenta decirle.

—¿Qué haces aquí? —La pelinegra intenta esquivar la conversación tanto como pueda.

—Tu teniente pidió ayuda, dijo que las cosas se están yendo a la mierda. —Ríe colérico—. Me sorprendí, pues la grandiosa Yeonsoo estaba perdiendo reputación.

—¡Oye! —Lo empuja por el brazo divertida—. Solo me tomé un pequeño descanso, creo que lo tengo merecido después de todo.

—Te mereces el universo entero, aún así, sería poco. —Le sonríe de lado, nostálgico.

El corazón de Yeonsoo se oprime ante los recuerdos de ella, diciéndoles las mismas palabras. Le gustaba hablar con el, pues nunca había cambiado su relación, incluso después del incidente en el almacén dónde Hyun murió decidió apoyarla. Por eso le era difícil no sentir aquello ante el chico a su lado.

—Supe lo de Jungkook —dice cortando el silencio.

—Es un idiota. —Hace un mohín para restarle importancia.

—Siempre lo fue, tienes una tonta obsesión por chicos como él. —Ríe burlón—. O Yoongi.

—Es diferente, y lo sabes. —La pelinegra abre otra cerveza. Tomó una buena decisión al traer cuatro botellas—. ¿Has hablado con él? Creo que sería bueno verte.

—No lo creo —niega, mirando el suelo—. Dije cosas realmente duras la última vez que le vi.

—Me perdonó a mí, creo que puede darte otra oportunidad.

—Ni siquiera yo mismo te he perdonado —confiesa y vuelve a reír—. Yeonsoo, no quiero decirte cosas que ya sabes, solo no creo que este sea tu lugar. Puedes ir a Busan y rehacer tu vida, tener amigos, estudiar, hacer todas aquellas cosas que querías.

—¿Quién dice que no estoy feliz ahora?

—¿Por qué estas aquí sola? —cuestiona y ladea la cabeza—. Siempre fuiste un lobo solitario, incluso cuando estabas en tu mejor momento con Yoongi, sin embargo ahora no te ves así, pareces cansada, como si no pudieras vivir. 

—No puedo solo irme. —Suspira pesada.

—Sé que le amas, y sé cuanto te ama. No te fuerces a algo solo por amor, no cuando eso no te trae paz y tranquilidad. —Mira la cuidad, con la cabeza en alto—. Creí que de los dos, eras quién mejor lo sabía.

—¿Qué pretendes? —Se levanta y se acerca hasta el borde del edificio, la sensación de estar al filo de la muerte le causa una sensación extraña, casi familiar. Sin embargo, aquello no es lo que le aterroriza, sino el hecho que aquel chico que toma cerveza ni siquiera se ha inmutado de lo que ella está haciendo. 

—No pretendo nada. Creo que has pasado por mucho para no poder dormir en paz —confiesa y se encoge de hombros, completamente relajado.

—No puedo solo parecer, y decir «¡Hey, Yoongi! Me voy a Busan, fue un placer colocar tu vida de putas mierdas» —reprocha sarcástica. El chico frente a ella ríe sonoro y niega con la cabeza—. Aunque no voy a negar que no es mala idea.

—Una vez me pediste que me quedara contigo, pues ahora lo hago yo. —Él sonríe de lado y se acerca a su lado—. Ven conmigo.

—No dejaré a Yoongi, pero en definitiva, debo volver a encontrarme. No me siento como Goo Yeonsoo —ella niega mirando sus manos—. Ni siquiera me reconozco.

—Ya sabes, si Yoongi te daña, siempre estaré para ti.

—Es bueno saber que si fallo en esta relación, tengo una de vanguardia —cita y sonríe ampliamente. 

Él se levanta y la toma de la mano para separarla de la cima, tomarla por la cintura y balancear sus caderas al par de ella, como si de fondo sonara alguna trillada canción de orquesta, lista para ser danzada de una forma lenta y delicada, con la suficiente elegancia para un salón de baile. Ella se deja llevar. Aquél chico, siempre solía traer sentimientos ajenos a ella, aquellos que tuvo cuando llego a la vida de seis amigos con un arma y una actitud arrogante. 

Una llamada entrante suena desde su bolsa trasera, Yeonsoo a duras penas lo toma y atiende sin despegarse de él. 

—¿Quién?

—¿Yeonsoo? —Suena Namjoon del otro lado con la voz enronquecida. La alarma se dispara en Yeonsoo por lo que se obliga a separarse y tomar su chaqueta del suelo.

—¿Qué sucede? —pregunta dispuesta a salir corriendo. La idea de escuchar que Yoongi está herido la tortura, por eso, sin previo aviso despide de manera rápida a su compañero de bebidas y baja las escaleras de caracol. Para correr hasta su bocho y subirse tan rápido como sus piernas le permiten.

—¿Sabes algo sobre Hunter? —cuestiona tan preocupado que le asusta—. Desde el día en el bar no le volví a ver. Creí que estaba trabajando pero cuando pregunté por ella en el departamento, me dijeron que no la veían en días.

—Tranquilo, Namjoon —consuela Yeonsoo y cierra los ojos con fuerza—. Intentaré dar con ella, es probable que se quedara dormida en alguna oficina y nadie le vio.

—De acuerdo, llámame —dice y corta.

«¡Joder!» se golpea con el móvil en su frente. Enciende el auto y sale disparada al departamento. Es claro que hay cosas que no esta diciéndole a Namjoon, y por supuesto que se las dirá a ella, o al menos después de verla hacer una escena. 

Decide llamarle a Yoongi en el trayecto, algo no le gusta. Hunter suele ser muy despistada, e incluso un poco rebelde, pero desde que la conoce nunca estuvo tanto tiempo ausente, mucho menos sin que alguien sepa de su paradero.

—¿Hola? —contesta Yoongi del otro lado. 

—Yoongi, ¿estás con Namjoon? —pregunta Yeonsoo, mordiendo su labio inferior. Intenta sonar tan casual como siempre. 

—Sí, vino a verme por la mañana y salimos a buscar a Hunter, ¿sabes algo? —dice casi en un susurro.

Yoongi lo sabe, incluso aunque le gustaría que no la conociera tanto, sabe que hay algo que ella no le está diciendo. 

—¿Quién me está escuchando? —cuestiona de la misma manera. El móvil se encuentra a un lado, en alta voz.

—Namjoon está en el baño.

—No tengo idea de donde está Hunter, aunque creo saber quién sí. —Suspira.

—¿Qué no me estás diciendo?

—Quiero estar equivocada, créeme. Creo que Hunter puede estar herida, por eso espera a mi llamada, sino encuentro respuesta en el departamento, creo que nuestra mejor opción es recorrer los hospitales.

—Si le digo esto a Namjoon, va a tener una crisis nerviosa —replica tan preocupado como su amigo.

—Procura mantener tranquilo a Namjoon, te llamaré.

—De acuerdo, te amo —dice y corta.

Yeonsoo se petrifica en su lugar, aún no puede acostumbrarse a aquellas palabras en la boca de Yoongi, por eso su corazón se retuerce. Hace menos de quince minutos estaba pensando en irse de Seúl, ahora ni siquiera puede pensar en una posibilidad como esa. 

Baja del auto justo cuando estaciona en frente. Baja las escaleras y le enseña el dedo medio a la recepcionista; la mujer nunca le agradó y siempre intentaba dejarla en ridículo, sin mencionar las incontables veces en que la desaprobó solo por su pasado. 

Corre escaleras arriba hasta llegar a su piso. Visualiza a Jae entrar a una oficina, seguido del teniente y un hombre más. Ella corre hasta él y lo empuja con fuerza, para desenfundar el arma y apuntarle justo en la cabeza. 

—Tranquilos —ordena el teniente al ver como los demás hombres en la oficina se levantan de inmediato—. Es inofensiva.

—¿Dónde está Hunter? —escupe sin quitarle la vista al castaño.

—No sé de qué...

—¡NO JUGUES CONMIGO, IDIOTA! —Lo golpea a puño cerrado. 

—Le di una pista nueva y se fue a investigar, no se nada de ella —masculla Jae desde el suelo, tocando su herida—. Ustedes aparecen y desaparecen cuando quieren.

—Pues está desaparecida, te pondrás en plan Sherlock Holmes y la buscarás en menos de dos horas, o juro que te dispararé en los testículos en cuando te duermas —escupe furiosa. Jae asiente de la misma manera, harto de que ella exija y él deba obedecer. La pelinegra se acomoda el cabello y gira con una sonrisa en el rostro—. Señores —se despide y hace una reverencia.

—Siempre es un placer verte, Yeonsoo. —Sonríe el teniente, cómplice de su actitud.

—Dos horas, Jae. —Lo señala y sale de la oficina.

Comienza a hacer un mapa mental de los posibles lugares en donde puede estar la rubia. Comienza por su departamento, es obvio que Namjoon ya visitó el lugar, pero no tiene el entrenamiento de ella, por eso lo vuelve a hacer en busca de alguna pista. Sin embargo, lo único que encuentra es ropa en el suelo, comida en descomposición y una que otra rata en el lavabo, es claro que la rubia no ha visitado el lugar en días, o semanas tal vez. 

Sigue por la casa de sus padres, y no hay nada. Desde que ella volvió a Corea cortó cualquier clase de relación con ellos, así que solo es un callejón sin salida. Luego le habla a un viejo amigo para saber algo, sin embargo, Watson no es capaz de proporcionarle ninguna información de utilidad. Finalmente, cuando pasó una hora y medía, y ya recorrió casi medio Seúl, una llamada de Jae la sorprende mientras se dirige a la casa de Namjoon. Yoongi les dijo que estaba ahí esperando una llamada de ella que claramente nunca iba a llegar.

—Estabas tardando —suelta.

—Sé donde está —murmura aterrorizado. 

—Dilo de una vez —ordena desesperada. 

—Está internada en el hospital central —suelta casi en un susurro. El corazón de Yeonsoo da un vuelco y su respiración se atora. 

—De acuerdo —dice a puras penas, le va a llamar a Namjoon para que vaya por la rubia.

—Hay algo más.

—Solo suéltalo de una puta vez, Jae. —La paciencia de la pelinegra se acaba.

—La encontraron con serias heridas, indicios de tortura —dice a duras penas—. Yeonsoo, Hunter está en coma.



















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