24
Yoongi termina de arreglar su cama mirando fijamente la esquina que le hizo luchar al menos quince minutos. Una pequeña sonrisa se instala en sus labios al darse cuenta que al menos eso puede controlar en su alocada vida. Sale de la habitación encontrándose con el cuerpo desparramado de Jimin sobre el sofá.
Desde lo sucedido, pasó exactamente una semana. No pudieron abrir el bar, debido a «recomendaciones» policiales. Según le dijo Jae, tienen que buscar cosas en él, y verificar que no haya cámaras o micrófonos, como si lo sucedido no fuera un simple robo. Una parte de él quiere creer que así fue; pero aquella que lleva años de experiencias al lado de quién una vez fue su jefe, le dice que no todos los ladrones irían en busca del collar que él tenía en su cuello, ignorando por completo el dinero recaudado. Quiso cuestionarlo, solo que ver a Yeonsoo por el ventanal, riendo y bromeando con Jungkook, bastó para desestabilizarlo por completo. Es como si ella no fuera consciente de todo el caos que trajo a su vida.
La idea de creer que aún sigue siendo la misma chica, desaparece poco a poco.
Durante esos siete días, no pudo dormir más de tres horas por la noche. El insomnio y los pensamientos tortuosos no lo dejaban descansar, es como si quisiera excusar las acciones de ella. Gran parte de él no cree que todo haya sido en vano, no después de la carta, de las lágrimas que ella derramó la última vez que la vió. No después de ver qué en realidad estaba lista para vivir. Si Yeonsoo decidió hacer esto a escondidas debe haber una gran razón, sin mencionar que ahora trabaja para la policía.
Una parte de él quiere sabe el secreto detrás de todo, pero no está seguro de si puede soportar vivir con la respuesta. No quiere escuchar que ella sufrió mucho tiempo por él, o simplemente nunca le importó y es lo que siempre estuvo destinado a ser. De cualquier forma, prefiere mantenerse al margen, al menos hasta que su mente y su corazón estén tranquilos ante la presencia de Yeonsoo. Lo que parece cada vez más imposible. Se convenció durante tanto tiempo que lo que veía era producto de su imaginación que, ahora al saber que en realidad está viva, solo le genera escalofríos, miedo y alegría; todo al mismo tiempo. No puede pensar en ella sin creer que es un sueño.
Cuando murió Yeonsoo, con ella se llevó gran parte de su coherencia, razón y estabilidad. Se acostumbró a permanecer en la fina línea entre la cordura y terminar demente. No tiene idea de a qué lado caerá, pero debe hacerlo cuanto antes. Este juego mental solo le genera más malestar que el saber que está viva, o muerta.
Por otro lado, Jimin ignoró cada una de las llamadas de Haneul, incluso cuando ella apareció en la puerta del departamento. Yoongi no le hablo enojado, mucho menos resentido, solo fue indiferente. Haneul fue una gran amiga durante su recuperación, pero el pensar que todo fue mentira lo decepciona.
Namjoon come todos los días con ellos, como esperando que lo sucedido simplemente desaparezca. La culpa del cómo lo trató durante su último desequilibrio mental, lo está matando poco a poco, y no hay nada que esté en sus manos para paciguar ese dolor. Yoongi ya le dijo que le perdonaba, pero no es suficiente para un alma culpable.
Hoy, después de noches de desvelo, pueden volver al bar lo que en realidad es una de las mejores noticias que le han dado en días. Un poco de normalidad y tener la mente ocupada es lo que le urge. Yoongi patea los pies de Jimin provocando que caiga al suelo, y se va directo a la cocina para preparar un café caliente con leche de plátano para su amigo, y uno frío para él.
—¿Dormí demasiado? —Jimin llega a su altura y toma la taza caliente.
—No —responde y niega con la cabeza—. Quiero abrir las puertas del bar cuanto antes y olvidarme que la última semana sí pasó.
El castaño asiente y deja la taza. Se pierde en la habitación para cambiar su atuendo, sabe que probablemente aparecerá la castaña, y aunque quisiera evadirla no puede. Quiere hablar con ella, aunque sea para saber la razón de todo esto. Aunque una parte de él sabe que no bastará sus explicaciones porque el daño está hecho. Lo que necesita es tiempo lejos de ella para pensar con claridad. Lo que le es imposible ya que en cuanto recuerda el motivo por el cual se encuentran herido, el rostro de Yeonsoo aparece y el enojo reemplaza cualquier sentimiento que podría tener bajo control.
Toma un pantalón de mezclilla negro, zapatillas planas, una remera de algodón blanca y encima se coloca un buzo canguro verde. Se mira al espejo, su cabello es un completo desastre y antes de luchar contra él, decide colocarse un gorro encima. Sale de la habitación y encuentra a Yoongi vestido igual que siempre: pantalón de mezclilla negro, remera negra y campera de cuero.
El pelinegro toma un gorro piluso del mismo color que todo su atuendo y se lo coloca. Le tiende el café que colocó en un vaso a Jimin y ambos salen.
—¿Hablaste con Gyuri? —suelta Jimin y toma un sorbo mientras le escribe un breve mensaje a Namjoon informándole que van directo al bar.
—¿Cómo podría? —Yoongi gira en la siguiente esquina—. Me vió besarla, joder. La besé frente a todos, y para empeorar la situación, la seguí. —Ríe por lo bajo, como si quisiera que todo fuera mentira.
—Tal vez lo entienda.
—¿Tu podrías? —Lo mira por un breve segundo. Jimin frunce los labios y niega—. Le daré la paga de tres meses, no creo que quiera seguir trabajando conmigo después de todo lo que vió.
—¿Por qué Gyuri no es tu «ella»? —La curiosidad crece en el castaño.
—¿Quién dice que no lo es? —Yoongi se detiene en un semáforo en rojo, y toma un poco de su café.
—No empieces con tus juegos mentales.
Yoongi ríe por lo bajo y vuelve a arrancar.
—Mi historia con Gyuri es diferente a la de Yeonsoo —se sincera—. Yo era diferente en ese momento. No estaba listo para amar.
—¿Algún día me contarás? —pregunta con mucha curiosidad. Jimin puede ver en los ojos oscuros de Yoongi que a penas si está diciendo algo de lo que en verdad pasó.
—Lo dudo. —Yoongi estaciona el auto en la parte trasera del bar y baja junto a Jimin, finalizando la conversación de la que no tiene intención de seguir.
Entran por la parte de atrás y abren las persianas de adelante. Namjoon contestó que estaría pronto en el local, por lo que antes que llegue comenzarán a limpiar. Jimin enciende la tedio y deja que la voz del locutor haga eco por toda la estancia vacía.
—Buenos días —saluda un risueño Kwan al entrar al bar. Tiene ojeras y huele ligeramente a alcohol, pero aún así, mantiene su ánimo.
—¿Cómo sabías que abríamos hoy? —Yoongi comienza a limpiar una polvorienta mesa.
—El señor Kim me mandó un mensaje diciendo que hoy abrirían el bar —dice rápido y seguro. Se despoja de su mochila y se coloca el usual delantal negro con el logo del bar en frente—. Creo que estaría de más mencionar que acabo de ver el mensaje.
Jimin ríe por lo bajo y asiente. Hacía tiempo que no se divertía como seguramente lo hizo el chico, sin pensar en el mañana, solo disfrutando la noche, con alcohol y alguna que otra sustancia. Es entonces que se da cuenta lo mucho que creció.
—Sabes que puedes tomarte el día libre, después de todo lo que sucedió no me sorprendería que renunciaras —confiesa Jimin haciendo el inventario.
—Sería desaprovechar una gran oportunidad. Siempre me dan días libres, trabajo pocas horas y la paga es más que excelente —chilla entusiasmado—. Dejar todo eso por algo que todavía no logro entender no sería bueno.
Yoongi toma aire dispuesto a replicar lo que dice el menor, sin embargo la puerta se abre y entra un apresurado Namjoon.
—Atrás está el camión de mercadería. —Tira su mochila en la mesa y pasa directo a la cocina.
Yoongi suspira profundo, es el tipo de cosas que esperaban que suceda; que todo vuelva a la normalidad y al final del día, solo planeen salir al bar más cercano. El pelinegro lo sigue y saca su chequera.
—Hola Tae-oh —saluda a su amigo—. ¿Es todo el pedido?
—Por supuesto —le dice mientras le entrega una lista.
Dos chicos que trabajan para Tae-oh comienzan a descargar las cajas de mercancía y se las entregan a Namjoon, Kwan y Jimin quienes las entran al establecido. Yoongi frunce el ceño, hay cosas que él no pidió y claramente tienen costo extra.
—Espera —murmura y toma del brazo a Namjoon—, ¿esto no lo pediste tu? —Frunce el ceño y le señala a Namjoon sobre la lista. Él niega con la cabeza, igual de confundido.
—Haneul apareció hace dos días, dijo que necesitaban estás cosas en el bar —suelta Tae-oh.
Yoongi suspira cansado, no puede entender como intenta fastidiarlo todavía. Es claro que no puede opinar sobre su relación con Jimin, pero involucrarse con el bar es algo que no le permitirá.
—No quiero lo que pidió Haneul, solo deja mi pedido. —Yoongi le entrega la lista y se cruza de brazos.
—Como quieras, de cualquier forma Haneul ya lo pagó a todo.
—¿Qué? —Namjoon lo mira sorprendido, es demasiado dinero para que solo una persona lo pague.
—¡Yoongi! —grita Jimin desde la cocina.
—Deja todo el pedido, incluyendo lo de Haneul —se retracta Yoongi girando, necesita saber porque todo comienza a ponerse de cabeza de nuevo—. ¿Qué sucede aho...?
Calla, la imagen frente a él lo descompone pero no es capaz de articular palabra alguna. Yeonsoo se encuentra con un delantal del local. Limpiando y atendiendo a los primeros clientes.
La pelinegra le guiña un ojo y vuelve su atención al par de amigos que ordenan su pedido.
Yoongi se acerca a Kwan rápidamente.
—Encargate de esos clientes y dile a ella que venga a la cocina —farfulla.
Gira sobre su propio eje para entrar a la cocina y mira sus temblorosas manos. Su corazón palpita con violencia sobre su pecho, aún no puede acostumbrarse a la idea de Yeonsoo viva, mucho menos conviviendo con el.
—¿Yoongi? —La aterciopelada y dulce voz de Gyuri suena desde la entrada de la cocina. Él la mira sorprendido, no creía que ella volvería al trabajo—. Llegaron un par de chicas y pidieron mandu —murmura casual y confundida. Cómo si todo lo sucedido no importara.
El pelinegro frunce el ceño y toma el menú que le tiende la castaña. En definitiva hay cosas nuevas que él no incluyo, y duda que Namjoon lo haya hecho sin preguntarle. Incluso los colores parecen diferentes junto al diseño.
—Ya llegaste —dice Yeonsoo entrando a la cocina. Yoongi se tensa pero no dice nada, ni siquiera es capaz de verle directo a los ojos—. Intenta no llegar tarde, debo dejar la cocina si no hay nadie que los atienda —masculla mientras cambia su delantal a uno de cocinero.
Namjoon entra a la cocina seguido de Jimin, ambos con el entrecejo arrugado. Es evidente que todo es muy confuso para los tres, y la chica de cabello castaño que retrocede ante el regaño de Yeonsoo. Le atemoriza tanto su cicatriz que no es capaz de replicarle nada.
—Si no quieres trabajar aquí, toma tus cosas y vete.
—¿Tú hiciste esto? —Yoongi hace acopio de todas sus fuerzas y encara a Yeonsoo.
—Sí, a partir de ahora me tendrás aquí. —Sonríe ampliamente.
El corazón del pelinegro se retuerce y debe desviar la mirada. Por mucho tiempo intento mantenerla cerca, incluso aferrándose a sus alusinaciones, que ahora que estará a su lado todo el día le provoca sentimientos que no puede entender.
—Nadie te quiere aquí, vete —escupe Jimin.
—Tampoco quiero estar aquí, pero así son las cosas. A partir de ahora, trabajaré con ustedes les guste o no, y no puedes hacer nada al respecto. —Se coloca los guantes y comienza a sacar un par de verduras de las cajas recién llegadas—. A menos, claro, que quieran cerrar el bar.
Yoongi la mira sorprendido, no entiende lo que está sucediendo pero su paciencia se agotó.
—¡Basta! —cierra los ojos con fuerza. Debe enfrentarla.
Él toma de las heladeras algún aperitivo y se lo tiende a Gyuri. No puede mezclar las cosas y sinceramente no quiere que ella sea testigo de cuanto puede influir la chica de cabello ónix sobre él, con su simple presencia.
—Lleva esto a las mesas. —Ella asiente y sale disparada del lugar—. Me importa una mierda tu trabajo, no te quiero aquí, así que largo —escupe con coraje.
Yeonsoo abre los ojos ligeramente, pero antes de verse afectada por las palabras de Yoongi, cambia su postura dispuesta a enfrentarlo si es necesario.
—¿Sabes? —Ella se saca los guantes y los tira al suelo—. No es tu decisión, me quedo o clausuramos el bar.
—¿Por qué lo haces? —Namjoon suena triste. Incapaz de reconocer a su vieja amiga.
—Hay un maldito demente que va detrás de ustedes, y debo protegerlos. Es mi trabajo.
—Nadie quiere hacernos daño, Yeonsoo. Eso se terminó. —Yoongi toma los guantes que antes tiro la peliengra.
—El hermano de Hyun busca venganza.
Él se congela en su lugar; su sangre se acumula en sus pies y da un paso hacia atrás involuntariamente. No es posible, no puede creerlo. Si lo que Yeonsoo dice es verdad, están en peligro, pero un peligro del que nunca antes se enfrentó.
—Imposible.
—Créeme que si no fuera por él, no estaría aquí —murmura. Solo Yoongi puede entender a quién se enfrenta en realidad, y aunque no lo dijo directo, sus palabras tienen tanto peso sobre ella que Yoongi es capaz de percibirlo.
—¿Por eso te fuiste un año? ¿Por él? —La esperanza que tanto buscaba Yoongi, comienza a asomarse.
—¿Si te digo que sí, te sentirás mejor? —La frialdad con la qué habla lo hace dudar.
—¿Por qué te fuiste un año?
—No te debo explicaciones —farfulla—. Un año después, vuelven a ser un grano en el trasero.
Yoongi quiere convernserse que solo actúa, que intenta sonar fría y distante como antes. Pero ahora duda, tal vez siempre fue así, y lo que él creía fue una ilusión.
—Nadie te pidió que nos protegieras —articula Jimin.
—Mi jefe sí; es mi trabajo. Y no se enojen por todo el cambio que hice y voy a hacer, el lugar es un asco. —hace un mohín—. Cuando me dijiste que querías abrir un bar creí que tendría más clase. El menú está pobre, sin mencionar el mediocre servicio. Deberías despedir a la mojigata y al universitario, y en su lugar...
—Detente —la corta incapaz de procesar todo lo que su boca soltó en apenas segundos. Yoongi intenta organizar sus ideas, consciente de que todos en la cocina están viéndole—. Lo entiendo, debes protegernos porque es tu trabajo. Pero este es mí bar, y no vendrás a imponer reglas. —Le tiende el par de guantes y la mira fijo a los ojos, sin dudar—. Estarás aquí bajo mis reglas o te largas. No te preocupes, que si clausuran este bar me las arreglaré para abrir otro. —Deja salir un pesado suspiro—. No dejaré que vuelvas a mi vida y pongas todo de cabeza; no lo permitiré.
Yeonsoo sonríe de lado, extrañaba escuchar aquel chico de carácter fuerte e imponente. Ese que no dudaba hacerle frente ante lo que pensara, siempre colocando su moral y ética sobre todas las cosas. Ella siente y toma de nuevo los guantes para colocarselos.
—No puedo atender mesas —confiesa con el tono más tranquilo que antes.
—¿Por qué no? —Namjoon se cruza de hombros y levanta una ceja.
Yeonsoo lo mira burlona, cómo esperando el momento exacto en el que atreva a retarla. Y aunque en otra ocasión no le hubiese importado, la verdad es que no quiero mostrar debilidad ante ellos.
—Miren.
Ella toma un menú y camina a una de las mesas que acaba de ocuparse por una pareja. Yeonsoo se acerca y les sonríe amablemente, sin embargo, las dos personas retroceden de inmediato al ver su rostro.
El corazón de Yoongi se retuerce al ver cómo Yeonsoo fuerza la sonrisa para no gritarles. Es entonces cuando se da cuenta de que la mujer que está frente a ellos, no es la que amó. La antigua Yeonsoo les hubiese gritado y hasta golpeado, pero ella se contuvo y les habló amable. La mujer frente a ellos actúa de manera madura, reprimiendo sus sentimientos.
La nostalgia lo invade al pensar cuántas veces tuvo que pasar por eso, por las miradas y el rechazo gracias a la cicatriz que Hyun le dejó. Al final tenía razón, se llevó consigo la última pizca de humanidad que tenía.
Ella hace una reverencia en su dirección y vuelve a dónde están los tres chicos que la miran con lastima.
—No quiero asustar a los clientes. —Ella le pasa por al lado a Yoongi golpeando su hombro con fuerza.
—¿De verdad vamos a hacer esto? —Jimin habla por bajo solo para que Yoongi y Namjoon escuchen.
—Si es cierto lo que dice, es bueno tener a alguien armado cerca de nosotros. Pero no estoy seguro que sea Yeonsoo quien nos proteja.
—Se siente como un dejavu. No quiero seguir siendo el problema de alguien más. —Namjoon se frota el rostro con fuerza—. No puedo seguir fingiendo que no me afecta la presencia de ella.
—Créeme, que de los tres, soy quien menos quiere verla. —Yoongi larga todo el aire acumulado. Se siente atrapado en un laberinto del que no puede salir—. Pasaré por la estación de policía en cuanto cerremos el bar, tal vez pueda ser alguien más quien esté aquí.
Namjoon y Jimin asiente; deciden seguir con sus trabajos ignorando la presencia de Yeonsoo. Aunque no será fácil, después de todo, la cocina no es tan grande como quisieran.
La clientela es lo único que le impide pensar que, a su lado, Yeonsoo corta verduras tarareando alguna canción. El nuevo menú de la pelinegra causa controversia en clientes habituales del local. Sumando que Kwan anunció los nuevos platos en las redes, lo que trajo más personas de lo usual.
Por eso, y otras razones, aún no tiene tiempo de siquiera mirarla. Agradece que Yeonsoo se haya mantenido en silencio todo el tiempo, y sobre todo, en una esquina de la cocina. Cómo si no quisiera estorbarles. Eso solo causa más confusión en él. Lo único que logra hacer, es sumar la cantidad de cosas que la antigua Yeonsoo no haría.
Finalmente, las mesas se llenan y todos comen tranquilos, dando así, un respiro a los cocineros que se sientan exhaustos.
Namjoon toma un plato de fideos negros y le tiene uno a Yoongi. Mientras que Yeonsoo solo toma una silla de la mesa donde se encuentran y la arrastra lo más lejos posible. Toma una fruta de la heladera y comienza a comerla sin hacer ruido.
—¿Cómo se sienten? —Aparece Gyuri con dos botellas de agua, y se las tienden—. Hoy está intenso.
Yoongi ríe por lo bajo y Namjoon asiente sin dejar de comer. Yeonsoo la mira a detalle, no puede entender como pasó de alguien explosivo como ella, a una dulce y pasiva castaña.
—Supongo que es falta de costumbre. —Yoongi sonríe y se levanta para llegar a ella.
—Te daré la paga de tres meses, así ya no tienes que venir.
Namjoon para de comer y mira a la pareja, mientras que la peliengra solo se llena de ego y arrogancia. Finalmente Yoongi le obedeció, ahora la va a despedir por ella. La idea de aún tener control sobre él la invade, y lo único que puede hacer es sonreír por lo bajo.
—¿Me despides? —La sorpresa no pasa desapercibido en su tono de voz.
—No lo tomes así. No quiero mezclar las cosas y no quiero dañarte, Gyuri. —Sonríe sin dientes. La incomodidad lo invade ante las miradas curiosas. La toma de la mano y la saca del bar.
Gyuri se abraza así misma y toma distancia de él esperando una explicación. Sin embargo, antes de abrir siquiera la boca, Yeonsoo aparece detrás de ellos, con una nueva fruta en mano.
—¿Qué quieres? —Yoongi gira para encararla. Ella se encoge de hombros y sonríe casual.
—No lo tomes personal, pero van detrás de ti. Seré tu sombra.
—¿Bromeas?
—No siempre seré yo, cambiaré turnos con Hunter y Jungkook.
Yoongi aprieta la mandíbula con fuerza. Aún la idea de ellos dos juntos lo tortura tanto que quiere golpear al pelinegro. De pronto todo lo que quería decirle a Gyuri se esfuma de su cabeza, y lo único que rondan son preguntas del cómo, pero sobre todo, del por qué terminó con Jungkook de entre todos los hombres de Corea del Sur.
—No te preocupes por mí, soy una pared. No escucharé nada. —Ella se tapa los oídos en forma de burla y ríe.
—¿Recuerdas cómo nos conocimos? —habla Gyuri. Yoongi vuelve a girar para prestarle completa atención a la castaña—. Estaba llegando tarde a mi primera clase de artes, y chocamos. —Ella ríe ante los recuerdos—. Tomé la primera carpeta negra que vi y me fui.
—Te llevaste mi carpeta. —Yoongi frunce el ceño divertido ante el recuerdo, y no puede evitar sonreír.
—Ese día, fue la peor vergüenza de toda mi vida. —Gyuri ríe y se acerca un poco más a él.
Yeonsoo se tensa, no puede negar que se siente incómoda ante el pequeño encuentro de ellos dos, sin embargo, no puede involucrarse, después de todo, hay un chico que la espera en su departamento.
—Cuando salí de clases estabas ahí, con tu chaqueta de cuero y tus botas marrones. —Sonríe tímida—. Te acercaste a mí, con todo tu altura de chico malo —murmura y se acerca un poco más a él, solo estando a centímetros de su boca. Sube su mano hasta la frente de Yoongi y lo golpea ligeramente—. Golpeaste mi frente y me dijiste, «no seas tonta».
—Fui un idiota ese día. —Se aleja un poco de ella, la incomodidad lo recorre al sentir la penetrante mirada de Yeonsoo sobre su espalda.
—Lo sé, y ahora estás actuando igual. No seas tonto, Yoongi. Yo no quiero renunciar, me gusta este trabajo y estar contigo.
—Pero...
—No puedo preguntarte si sientes algo por ella —dice dedicando una fugaz vista a la pelinegra detrás de ambos—. Porque es claro que sí, sin embargo, debo preguntarte, ¿sientes algo por mí?
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