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Pasó una semana desde que visitó a Yoongi. Desde entonces se mantuvo en modo avión. Cómo si nada le interesará, como si aquella Yeonsoo antes de conocerlos y la que estuvo en el campamento de mezclaran. Produciendo una persona completamente diferente, seria y callada.

Jungkook intentó llegar a ella, hablar y hasta disculparse, pero solo recibió un «esta bien». Le dijo que se tomaría unos días lejos del departamento, necesita pensar si quiere seguir con su trabajo, si está dispuesta a olvidar lo dañado psicológicamente que está Yoongi, o si es capaz de dormir en la misma cama que el pelinegro pensando en otro.

Jungkook lo entendió y se ofreció a irse del departamento en vez de que ella lo hiciera. Saco algunas cosas esenciales del departamento que comparten y se fue, según sabe está quedándose en casa de Hunter. No le preocupa que algo pase ahí, la rubia siente tanta culpa que sería incapaz de siquiera mirar al pelinegro por respeto a ella.

No significa que su relación haya terminado, incluso salieron a cenar hace dos noches y la pasaron realmente increíble. Pero luego, ella vuelve sola, y él le da espacio. Es como si su relación volviese a empezar, pero ahora un poco más distante. Yeonsoo no le permite ingresar más de lo que ya lo hizo.

Es tarde, y el cielo está nublado. Probablemente la lluvia los sorprenda por la mañana. La puerta de la entrada es tocada con suavidad, y por debajo de ella ingresa un sobre. Yeonsoo frunce el ceño y con una taza de café en mano se dirige a ella para tomarla.

Al abrirla, se encuentra con un mensaje extraño, hay recortes de letras por todos lados dando un claro mensaje: «Búscame».

Inmediatamente lo asocia con alguna clase de juego de Jungkook, tal vez quiere avanzar un poco más y volver a besarla. La arruga con su mano y luego la tira en el cesto de basura. Su móvil vibra en la parte trasera de su pantalón y se obliga a tomarlo.

—¿Quién?

—Soy yo. —La voz de Jungkook suena preocupada. Tanto que la pone en alerta—. Encontramos un cuerpo, creo que deberías venir, voy a mandarte la dirección por mensaje.

Dice y corta, sin darle tiempo a contestar. No tiene la obligación de hacerlo, pero algo dentro de ella se remueve al darse cuenta que la carta que acaba de tirar no le pertenece a Jungkook. Un escalofrío le recorre de pies a cabeza y suspira. Aunque no quiere, debe ir.

Deja la taza casi vacía en el lavabo y se cambia su cómoda pijama por un vaquero, bocegos negros y un buzo canguro. Toma un gorro negro y sale, luego de recibir la dirección.

Queda un poco alejado de la cuidad, casi en el campo, no tarda mucho al ver patrullas y las familiares camionetas negras con las signas «DCV» en su costado. Ella estaciona y baja.

—Los civiles no pueden pasar. —Un policía coloca la mano en el pecho de Yeonsoo, cuando intenta pasar la cinta. Ella ríe por lo bajo e intenta sacar su placa, pero la dejó en el departamento.

—Muévete imbécil, no tengo tiempo para esta mierda.

—Señorita... —Abre los ojos sorprendido al escucharla. Está dispuesto a llevarla esposada si no se mueve.

—Muévete, ella es una agente importante. —Jae aparece por detrás y levanta la cinta. Yeonsoo le guiña un ojo superior y burlona—. Es un completo asco.

—Nosotros no nos encargamos de esto, ¿por qué mierda estoy aquí?

—Llevo investigando asesinatos hace años, y hace un mes comenzaron a aparecer cuerpos completamente golpeados y torturados. —Jae se asquea ante las imágenes que recuerda, mientras la dirige a la escena del crimen. Le tiende un par de guantes de latex—. No se relacionaban en lo absoluto, hasta que encontramos a esta chica. Todos tienen algo en común.

—¿Qué cosa? —dice al mismo tiempo que se coloca los guantes celestes.

Jae para en seco frente a un cuerpo desnudo sobre las yerbas del suelo. Los forenses sacan fotos sin tocarla demasiado. Jungkook habla con el teniente en una colina y Hunter se mantiene al lado de ellos, con la mirada perdida. Se ve tan descompuesta que es evidente a kilómetros.

Yeonsoo fija su mirada en la chica sin vida con el entrecejo fruncido, su sangre se drena y su respiración se atora. Tiene que retroceder consideradamente. Siente un horrible olor penetrarle la piel. La mujer fue amiga de ella hace más de dos años, era una bailarina de un burdel al que ella recurría por consuelo durante el tiempo que estuvo al lado de Hyun. Quiere vomitar pero se las arregla para mantenerse neutra.

—Todas las víctimas te conocían.

—¿Estás bien? —Jungkook llega.

—¿Soy sospechosa? —Ignora la pregunta del pelinegro. No tiene tiempo para lidiar con él en estos momentos.

—Al principio sí, creí que perdiste completamente la cordura. Pero luego vi esto y no creo que seas tú. —Jae se coloca guantes y gira con mucho cuidado el cuerpo sin vida para dejarla boca abajo—. Creo que van detrás de ti.

La palabra «búscame», se encuentra escrita en su espalda. No puede respirar, ni siquiera mantenerse de pie, recuerda inmediatamente la carta.

—Hay más. —Jungkook saca de una pequeña bolsa de plástico, con las palabras «evidencia», sobre ella, un sobre.

Yeonsoo la toma en mano para ver abrirla. Ahora, no hay recortes, si no, escrita a mano con sangre.

«Feliz casería, Yeonie».

Sus piernas se debilitan y cae empapada en lágrimas. Es él, no hay nadie más que sepa el sobrenombre que Hyun le decía, además de él. Es real, y ahora lo sabe. La respiración se atora y debe alejarse del cuerpo sin vida que parce apoderarse de todos sus sentidos. Camina un par de metros y se deja caer al suelo con las manos temblorosas. El café hace efecto rebote y desea salir con prisa de su boca, pero ella se las arregla para mantenerlo en su sitio.

—Jade, ¿estás bien? Sabes lo que significa, ¿verdad? —El pelinegro llega a ella y la toma en brazos.

—Es real —susurra—. Siempre fue real.

—¿De qué demonios hablas? —Jae se acuclilla para llegarle.

—Ghots, es real.

—¿Cómo lo sabes?

—Hay una sola persona en todo el mundo que me diría Yeonie, y está muerto. —Yeonsoo conecta mirada con ambos. Ya no es un juego, es real y fue capaz de quitarle la vida a una chica para demostrarlo—. Hay alguien más que lo escuchó.

La pelinegra recuerda una ocasión, en la luego de haber recibido una paliza por parte de su entonces novio, la puerta fue tocada. Recuerda que ver cómo Hyun tembló por primera vez, también incluso que aquella persona le pidió que no la golpeara más. Que había sido suficiente, le ordenó que se disculpara y así lo hizo. Hyun se inclinó hacía ella y le dijo: «Lo siento, Yonnie. Prometo que no volverá a suceder». Lo recuerda tan vívidamente que le causa escalofríos, recuerda a esa persona parada en el marco de la puerta, pero no puede verle el rostro, o diferenciar su voz. Sin embargo, sabe que es él.

—Podría ser cualquiera...

—¡Joder! —Yeonsoo se levanta del suelo y encara al castaño. Necesita que le crean, hay muchas personas en peligro—. ¡Es él! ¡¿Porqué demonios no me crees?!

—Es él. —El teniente habla por detrás, con la voz calmada—. Tienen que hacerse cargo a partir de ahora. 

—¿Disculpa? —Jungkook está a punto de colapsar. No puede entender como en menos de una semana, su relación de ensueños, y su trabajo se vayan al caño de esa manera—. Va detrás de ella, no la pondré en peligro.

—No lo tomes personal, Yeonsoo. —El teniente la mira por un breve momento.

—La va a usar de señuelo —afirma más para él que para los presentes. El rostro del pelinegro se descompone y cuando está a punto de estallar, Yeonsoo lo interrumpe.

—Me encargaré de encontrarlo —confirma mientras ve como los forense se llevan a la chica en una bolsa de la morgue.

—¿Qué? ¡¿Estás demente?! —espeta Jungkook.

Yeonsoo se gira dispuesta a volver al departamento, cambiar su ropa e instalarse en la estación de policía para encontrar al culpable. Jungkook la toma del brazo y la obliga a girar, detrás de él, una asustada y horrorizada Hunter lo sigue.

—Yeonsoo, sé que aún estás enojada conmigo. Pero no puedes hacer esto, luchaste tanto por estar viva, es suicidio.

—¿No entiendes lo que hacen? —Jungkook intenta mantener su calma.

—Ilumíname —dice sarcástica. Sabe lo que intenta hacer, pero no puede escucharlo. No se trata de ellos ahora, mató a personas que conocía y probablemente ahora va detrás de todos.

—Están usándote. Quieren llegar a él sin importar quién sale lastimado, no les importas.

—¿Y tú no? —contraataca. Sabe que es un golpe bajo y no debería usarlo a su favor, pero en estos momentos, su único objetivo es atrapar al maldito que mató a esa preciosa chica.

—¿Qué? —masculla con pesadez.

—Dime que tú no me usaste para salvarte de la cárcel. —El rostro del pelinegro se descompone por completo, y luego pasa a Hunter—. Dile, Hunter. Cuando decidieron usarme sin importar mi dolor. Miénteme en el rostro de nuevo, y me quedaré.

Lo reta con la mirada, sabe que sus palabras lo golpearon con brutalidad, pero no le importa. Mucha gente de su pasado puede estar en peligro, y si no lo toma con la seriedad debida se arrepentirá.

Jungkook suelta el agarre dolido de sus palabras y ella asiente. 

—Si no me ayudarás, entonces no te metas en mi camino.

Yeonsoo pasa la cinta amarilla y se monta en su auto. Sus manos tiemblan. Ni siquiera sabe cómo se ve, si es hombre o mujer. De lo único que está segura, es lo peligroso que puede ser. No piensa más, enciende el auto y conduce a toda velocidad al departamento.

Esa chica, la que acaba de arrebatarle la vida, la vio en un par de ocasiones. Ni siquiera eran amigas, solo fue una chica que le enseñó como no provocar la furia de Hyun y sobre la manera en cómo debía curarse las heridas de las palizas. Ni siquiera sabía su verdadero nombre. Está segura que Ghots sabe eso, lo sabe perfectamente.

Al llegar al departamento de policía, sube por las escaleras ya que el ascensor está ocupado. Abre la puerta de la oficina de Jae y revisa sus papeles.

Una foto de un cuerpo golpeado y torturado, como el que vió ahora le llama la atención. Toma el expediente junto a otro tres y vuelve a su oficina. Esparce todo sobre la gran mesa del centro y enciende las luces.

En definitiva conoce a las tres chicas de las fotografías. Eran simples conocidas, de las que puede contar con los dedos de una mano las veces que las vio. Todas aquellas mujeres, la ayudaron en algún momento mientras estaba junto a Hyun.

Sabe que es él.

Busca las declaraciones forense, no hubo abuso sexual en ninguna solo tortura. En la parte de toxicología, un nombre extraño le llama la atención, saca su móvil y lo busca. Su respiración se atora y debe sentarse para contener su colapso.

Ghots usó veneno de araña para paralizar a sus víctimas, y luego, cuando solo podían sentir pero no moverse, las torturó hasta que finalmente, después de cuatro horas de tortura el veneno llegó a sus corazones paralizandolos.

—Mierda... —susurra. El terror se apodera de ella, tanto que la idea de encerrarse en un lugar, y no volver a salir le pica. Pero hay otras mujeres que conoció, y que probablemente estén en peligro.

—No puedes hacerlo. —Una voz la sorprende por la puerta. Por instinto saca su arma y me apunta, cómo lo hacía cuando escapó de la vida de Hyun. Sus alertas están más encendidas que nunca antes. Deja salir todo el aire al ver cómo levanta las manos en sorpresa. Realmente la asustó.

—No es como si tuviera que pedir permiso —suelta. Guarda el arma y vuelve su atención a los expedientes.

—No es un juego, esa persona está realmente demente. Las torturó, Jade. —Jungkook llega a ella y la toma por las manos—. Por favor, te lo suplico.

Yeonsoo deja los expedientes a un lado para prestarle atención y dejarle muy en claro que no importa cuánto lo intente. No dejará de buscarlo.

—¿Qué me pides? ¿Que abandone a las posibles víctimas de Ghots? ¿Crees que voy a poder vivir tranquila sabiendo que ellas murieron por mí, y yo solo escapé?

—¿Por qué tú? —Su voz se quiebra ligeramente.

—Soy la única que puede llegar a él —susurra suavizando su voz. Le da un leve apretón en las manos y luego besa sus labios con delicadeza. No tenía idea de cuánto los extrañaba hasta que lo uso a su favor—, estaré bien.

—No te dejaré sola.

—Por supuesto que no, no te pondré en peligro —niega Yeonsoo.

—No es como si tuviera que pedir permiso —cita. Ella se muerde el labio inferior y niega ligeramente—. Si te quedas, me quedo. Lo hacemos juntos.

—No es justo.

—No, no lo es.

—¿Puedo unirme? —Hunter asoma su cabeza por la puerta—. Sé que estás muy enojada conmigo, y lo merezco. Pero si puedo hacer algo, solo dímelo.

—De todas las personas, en quién más confiaba era en ti. Me mentiste en el rostro, una y otra vez, alimentaste mi dolor y mi ira. —Suspira—. No me pidas que confíe de nuevo en ti, porque no lo haré, ni siquiera lo intentaré.

—Lo sé.

—Pero no me dejaste sola, me acompañaste todos los días, y me alentaste a seguir con mi vida. Por eso te perdono.

Hunter llora en silencio y se acerca con cuidado a su amiga, quien la abraza con algo de recelo. Puede recuperar aquella amistad, pero en definitiva, no volverá a confiar en ella. No puede.

La rubia seca sus lágrimas y toma uno de los expedientes para verlo a detalle. Necesitan saber con quién se relacionó los últimos días, sus movimientos y el movimiento de las demás. Tal vez así lleguen a una pista.

Jungkook toma las tres tazas y comienza a hacer café. Va a ser un largo día, y conociendo a la pelinegra probablemente duerman ahí.

—Volveré a casa, puedo dormir en el sofá, pero no voy a dejarte sola con un demente en las calles —anuncia Jungkook sin mirarla—. Y no es una pregunta.

Ella decide asentir, después de todo, también está asustada por lo que pasa. Saber que tiene a alguien que le cuida las espaldas la tranquiliza un poco.

Así comienzan con la investigación que se torna cada vez más compleja. Las chicas eran bailarinas en clubes nocturnos, claramente se relacionaban con muchas personas a diario, y la mayoría de ellas se encuentran en anonimato. Las calles donde vivían, estaba desoladas y no había cámaras. Ghots fue bastante meticuloso al elegir a sus víctimas, no cometió ni un solo error, no hay huellas, ni siquiera químicos, además del veneno, en sus cuerpos. Eso los asustan tanto que deciden darse un pequeño descanso.

Jungkook se despierta en algún momento de la noche, y ve a sus dos compañeras completamente dormidas sobre la mesa. Decide colocar su chaqueta sobre el cuerpo de Hunter, apaga las luces y luego se acerca a Yeonsoo, la toma por las piernas y la espalda baja, la alza y se recuesta en el pequeño sofá de la oficina con ella encima. Está tan cansada que probablemente no sienta lo que hace. Se coloca encima de ambos una manta y deja que ella descance en su pecho.

No puede dejar de mirarla, aleja algunos mechones que caen por su frente, detrás de su oreja.

—Te amo, tanto que te dejaría ir con Yoongi si eso te hace feliz—susurra y sonríe inconsciente—. Pero soy tan egoísta que no puedo permitirlo. Lamento haberte mentido, pero sobre todo, lamento haberme enamorado, porque se que tú no me amas.

Una pequeña lágrima se escapa de sus ojos. Abraza el cuerpo de la menuda con un poco más de fuerza, aferrándose a ella tanto como pueda, algo dentro de él cree que es el principio de su fin.

Jungkook se muerde el labio y cierra los ojos, se siente ridículo al haberse entregado de esa manera a alguien. Pero no podía ocultar lo que siente, no quiere. La última vez que intento hacer las cosas de otra manera, resultaron mal para él, se prometió no volver a callarse, aún si eso es su perdición.

⭒❀⭒

La mañana llega con una ruidosa lluvia. Cuando Yeonsoo se despertó, Jungkook y Hunter no se encontraban, por lo que decidió salir a buscar algo de comida. Sin embargo, ellos la sorprendieron al entrar a la oficina con víveres. Comieron en silencio, sus mentes y cuerpos estaban cansados, comenzaron hace unas horas a investigar y parecían años. Todo parece un laberinto sin principio ni final, cada pista los lleva a un callejón sin salida.

Luego de la comida, Hunter decidió irse a casa, por un cambio de ropa y darse una ducha. Jae la acompañó para estar seguros de que nada suceda, después de todo, no saben quién el siguiente en su lista.

—Haré lo mismo, necesito cambiar mi ropa —Yeonsoo se levanta y guarda los expedientes. Necesita un poco de aire, para pensar con claridad.

—Vamos.

—No es necesario que...

—No te dejaré sola, seré tu sombra.

—¿Sabes lo tenebroso que suena eso? —Ella ríe saliendo de la oficina.

—Ahora que lo pienso, si. Pero no me importa— Jungkook estira sus músculos. Salen del ascensor y suben al auto.

El pelinegro maneja con cuidado, no hay necesidad de hablar, él está sumergido en un mar de pensamiento sobre hasta donde es capaz de llegar Ghots, mientras la pelinegra, solo espera que no se atreva a lastimar a Yoongi, porque de alguna forma sabe que llegará a él tarde o temprano.

Al llegar al departamento, un sobre bajo la puerta la sorprende. Su corazón se agita y lo toma con cuidado. Jungkook parece no prestarle atención ya que pasa directo al baño.

Ella lo abre con mucho cuidado, entonces lo ve. La hoja está en blanco, ella frunce el ceño y lo voltea, pero no hay nada, está vacío, no hay nombre, ni dirección, absolutamente nada.

Yeonsoo camina hacia su habitación con cuidado y encuentra otro sobre. Su corazón da un vuelco. Eso significa que estuvo en su departamento, que sabe su contraseña, que la estuvo vigilando hace mucho tiempo y ella no lo sabía. Lo abre de inmediato.

«Me siento desafortunado de que me dejaras de buscar. Me sentía realmente importante. Luego de pensarlo un tiempo, decidí que debo llamar tu atención.
Conocí a tus viejas amigas, personas burdas y de poca clase, por lo que lo haré mejor esta vez. Y para demostrarte que ahora estamos en el mismo juego, solo tu y yo. Gracias por guiarme a él, no podía encontrarlo.»

Yeonsoo respira con dificultad. Voltea la hoja y se encuentra con un dibujo de un collar dorado, y un pequeño anillo. Entonces lo entiende, sabe de quién habla. Ella guío a Ghots hacía Yoongi el día que fue a buscarlo, por su culpa está en peligro.

Mira el sobre y ve una fecha y una hora. Es hoy, mira el reloj de su móvil, falta quince minutos para que que sean las cinco de la tarde. Su cuerpo tiembla pero no sé puede permitir pensarlo más tiempo, sale corriendo de la habitación marcando el número de Haneul, y se choca con Jungkook. Le entrega la carta.

—¿Hola? —La aterciopelada voz de Hane resuena adormilada del otro lado.

—¿Dónde estás? —Está tan alterada que no puede pensar con claridad.

—En casa, ¿que sucede?

—Yoongi está en peligro —suelta sin poder creerlo. Jungkook la sigue en completo silencio. Ambos se montan al auto y parten directo al departamento para poder sacar armas—. Ve al bar, y sácalos de ahí.

—¿Qué?

—¡JODER, HANEUL. SOLO HAZ LO QUE DIGO¡ —grita exasperada. La culpa es tan grande que no puede controlar sus emociones.

—D-de acuerdo.

—Llegaremos pronto —dice y cuelga.

Sus manos tiemblan, su respiración entrecortada y mil situaciones le invaden la mente. La idea de que Ghots secuestre y torture a Yoongi como lo hizo con esas mujeres la horroriza.

Al llegar al departamento de policía, se encuentran con Hunter y Jae, Jungkook decide contarles lo sucedido de forma resumida mientras se colocan los chalecos antibalas y se equipan con armas. A pesar de que Jae quiere acompañarlos no puede, necesita la autorización del teniente para poder salir con todo ese equipo. Por lo que se decide quedar para hacer el papeleo, mientras ellos van al bar.

El compañero de Jae decide llevarlo en una camioneta oficial mientras pide refuerzo a dos patrullas de policías que no están tan lejos del bar.

—Tranquila, estará bien. —Jungkook intenta llegar a ella, pero Yeonsoo se aleja.

Aún no le dice que fue aquella noche a su casa, que estuvo al borde de tirar todo por el pelinegro. Que estaba dispuesta a dejarlo sin importar sus sentimientos si Yoongi la aceptaba de nuevo. Se siente culpable y enojada consigo misma.

La camioneta estaciona una cuadra antes del bar, los tres bajan con sigilo y camina hasta el local. Cuatro policías los siguen de cerca. Ella les indica que vayan a la parte trasera por si intentan escapar, le pide al compañero de Jae que se quede fuera del lugar.

Mira por la ventana, hay hombres encapuchados que apuntan con armas a Yoongi, Jimin y Namjoon, mientras que por otro lado Haneul se aferra al cuerpo de la castaña que llora. Y en una esquina, está el universitario con la cabeza inclinada para abajo.

No lo piensa más tiempo, golpean con fuerza la puerta de entrada e ingresan empuñando las armas en alto. Los hombres se asustan e intentan aferrarse a los rehenes.

Haneul saca de su bolso un arma y le apunta a un chico.

Puede sentir la mirada de aquellos tres chicos sobre ella. Es tarde para fingir que está muerta, es momento de revelar la verdad aunque los lastimen y la odien. Los tres comienzan a llorar, sin embargo, no puede hacer nada. Debe fingir que todo está en orden.

Haneul toma el arma por el cañón y de un ágil golpe estrella la culata del arma contra el rostro del asaltante provocando que caiga desmayado al instante. Jimin la mira totalmente anonado, no hay miedo en su mirada, y sus actos son tan seguros que podría jurar no conocer a la chica frente a él.

—No sean imbéciles, están rodeados —habla Jungkook con la voz ronca—. Somos de la DCV, si no sueltan las armas abriremos fuego y alegaremos que fue en defensa propia.

Los asaltantes se miran entre sí, saben que afuera del bar hay más oficiales, no tiene escapatoria. Tiran las armas y se arrodillan con las manos sobre la cabeza.

—¿Estás bien? —Hunter se acerca hasta Haneul y la mira divertida. Había presenciado las habilidades de su amiga antes, pero siempre le sorprende lo mucho que cambió.

—Sí, gracias por llegar a tiempo Hunter. —Abraza a su amiga quien solo sonríe y asiente.

—Debiste llamar al instante, Haneul.

—Por favor, Jungkook. —Ríe la castaña un tanto nerviosa—. Mi móvil estaba a metros de mí. Además ustedes llegaron tarde.

—No me culpes. —Jungkook rodea a los tres chicos que se mantienen en completo silencio, totalmente petrificados por lo que está sucediendo—. Había demasiado tráfico, Yeonsoo eligió el peor camino para llegar.

Saca un par de esposas que tiene y se las coloca a los asaltantes.

Yeonsoo ríe y guarda su arma. Su corazón ahora está más tranquilo. Lo atraparon y está bien. Decide caminar hasta el universitario y le sonríe, pero este retrocede un poco al ver la escandalosa cicatriz de ella.

—Tranquilo, somos oficiales. Departamento de Crímenes Violentos —dice sacando su placa y mostrandola.

—Yeonsoo... —susurra Namjoon al borde del colapso mental.

Ella se gira y los encara, los tres no dejan de verla, no dejan de llorar, no pueden respirar, están al borde del abismo solo por verla. Yeonsoo se plantea si es buena idea decirles la verdad, o lo mejor será ocultarla hasta saber que están completamente a salvo.

—Hola chicos. —Sonríe sin dientes incómoda.

—¿Cómo...? —Jimin intenta hablar, pero las palabras lo abandonan.

—Será mejor que se sienten, es una larga historia.





























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