17
Pasó exactamente un mes desde ese día bajo la lluvia. Después de eso, la relación de Yeonsoo y Jungkook se volvió cada vez más fuerte. No hubo necesidad de aclarar el beso, ni volver a repetirlo, solo siguen con su amistad como si el beso nunca pasó.
La investigación comenzó a ir cada vez más lento, las pistas comenzaron a ser más confusas y terminaban en un callejón sin salida. Al principio fue bastante agotador, pero se dieron cuenta de que avanzaban. No como querían pero lo hacían. Al final, decidieron que mientras no se acerquen a Yoongi y su grupo irán con cuidado. El compartir tiempo los tres los volvió tan unidos que prefieren seguir así por un largo tiempo. No obstante, Yeonsoo visita cada viernes por la noche el bar, para asegurarse que el pelinegro de mirada felina siga sonriendo y construyendo su aburrida y monótona vida que ella siempre deseó para él.
Es sábado por la tarde y mientras Yeonsoo da un largo argumento de por qué Hunter no debe salir, ella se prueba vestido tras vestido.
—Cielo, estuve toda la semana dentro de cuatro paredes leyendo antecedentes de mierda, además es sábado, me urge follar. —Se encoge de hombros y vuelve a sacarse el vestido azul platinado—. Tu deberías hacer lo mismo, no entiendo por qué no quieres salir conmigo.
—No quiero que...
—No quieres que te vaya a ver Yoongi —interrumpe la rubia—, Jimin o Namjoon —imita su voz y gira para encararla—. No sé cuánto tiempo te ocultarás detrás de esa excusa.
—No sé de qué hablas —masculla.
—Claro que lo sabes. —La aterciopelada voz de Haneul aparece por la entrada, con dos cervezas y un jugo dietético.
Hace dos semanas, Haneul le contó que su tiempo en el campamento estaba por finalizar pronto. No le gusta mentir, mucho menos a su novio con quién han decidido convivir juntos bajo un mismo techo. Cree que es la mejor decisión, pero no se siente bien dentro de ella, y aunque le gustaría renunciar, es demasiado tarde. Ya sé involucró lo suficiente como para que le permitan salir impune.
—Por favor, ilumíname —se burla Yeonsoo y toma una de las botellas de cerveza para darle un largo sorbo.
—Hay algo entre Jungkook y tu, no puedes negármelo. —Hunter la señala con su lápiz delineador.
—Por supuesto que no. —Niega con la cabeza burlona—. No hay ni habrá algo entre nosotros.
—¿Por qué te niegas? —Haneul parece un tanto ofendida y confundida al mismo tiempo. Es como si la intención genuina de Hunter fuera molestarla, lo contrario de la dulce Hane, que busca una verdadera respuesta a ello.
—¿No te molesta que esté con él? Quiero decir, siempre hubo una conexión entre ustedes —suelta Yeonsoo, sintiéndose torpe por responder de esa forma tan amenazante.
—¿Por eso no quieres? ¿Por que Jungkook antes estuvo enamorado de mí?
—¡Vaya forma de marcar territorio! —se burla y ríe seco Yeonsoo, sintiendo recelos ante la castaña—. Tranquila, no me interesa él. Y no por ti.
—Demuéstralo —la reta la rubia.
—No creo que.... —Haneul siente la tensión de sus dos amigas.
—¡Cállate! —Ambas le gritan a Haneul quien prefiere mantenerse a raya en esta guerra no declarada.
—Ven a la discoteca conmigo y duerme con alguien —ofrece en una prueba la rubia, mientras toma de su cerveza.
—Eso lo podría hace cualquier día, es absurdo —dice con burla.
—Entonces hazlo ahora. —Hunter camina decidida hasta el closet que comparten y saca uno de los vestidos más provocativos que encuentra.
—¿Porqué aceptaría ir? No me interesa probarte nada. —Yeonsoo está a punto de salir por la puerta y ver alguna película idiota.
—Si no vas, solo demostrarás que sigues siendo débil cuando te enamoras, y que no puedes estar con nadie más —escupe Hunter. Yeonsoo para en seco y gira para encararla.
—No estoy enamorada de él, ni quiera me gusta.
—Demuéstralo.
La pelinegra se muerde el labio inferior con fuerza, toma el vestido negro que tiene en manos Hunter y se gira para darse una rápida ducha.
—¡Lo haremos más divertido! —Hunter la sigue—. ¡JUNGKOOK!
Grita a todo pulmón asustando a todos los presentes. Yeonsoo frunce el ceño sin entender cuál es el verdadero objetivo de la rubia. Tal vez ella siente algo por él, y lo único que necesita es que ella le de pase libre. Aunque no está muy segura de hacerlo.
El pelinegro sale desorientado de su habitación, vistiendo pijama y con el cabello desordenado.
—¡¿Quién?! —Jungkook levanta un arma. Siempre está preparando para pelear, no importa la situación o el lugar.
Yeonsoo lo mira con una sonrisa triste. Desde el día bajo la lluvia se han vuelto tan unidos; es como si tuvieran una clase de conexión inexplicable. El que duerma con un arma bajo la almohada lo vuelve aun más vulnerable ante ella. Por eso, camina hasta él y le ve intentando luchar contra el peso de sus parpados.
—Baja eso —susurra y le quita el arma con cuidado.
—¿Qué sucede? —Su voz ronca y pastosa le eriza los bellos de su nuca.
—Hunter perdió la razón —murmura por lo bajo.
—Vístete, hoy saldremos. —Hunter llega hasta él y sin previo aviso mete una de sus manos debajo su sudadera—. Es noche de follar.
La pelinegra rueda los ojos ante los intentos desesperados de Hunter por que ella afirme una relación que no hay. Se separa de la pareja y se dirige directo al cuarto de baño.
La ducha es rápida, la secadora está dentro por lo que no tiene que salir. Alisa su cabello corto y luego maquilla su rostro como habitualmente lo hace: ojos negros y labios rojos. Deja que en su cuello caiga un pequeño diamante zafiro, y se coloca anillos.
Sale con el vestido ya puesto, y mira la estancia donde Jungkook termina de colocarse colonia en su cuello. Haneul a su lado contándole lo bien que va su relación, y Hunter bebiendo en la cocina.
—Estoy lista. —Yeonsoo mira a sus amigos con los brazos cruzados.
—¡Perfecto!, vamos. —Hunter coge su bolso de mano y abre la puerta.
—¿También vas? —le pregunta Jungkook a Haneul.
—No. —Niega con la cabeza la castaña y sonríe. Toma del brazos a Yeonsoo y se adelantan un poco para poder hablar a solas—. No necesitas hacer esto, sabes que no tienes que demostrar nada.
—Lo sé —susurra.
—Yeonsoo, te conozco mucho más que ellos. —La castaña la mira melancólica—. Sé que lo haces porque una parte de ti reserva ese lugar para Yoongi. Pero él no va a volver.
—No necesitas recordarme cosas que ya sé. —La decepción filtra sus palabras.
—No lo hago para herirte, lo digo para que avances. No importa la intención de Hunter esta noche, si Jungkook te gusta aunque sea un poco, dilo.
—No necesito decirle a nadie lo que siento para que se vuelva real. —Yeonsoo rodea a Haneul y se sube a la parte trasera del auto. Ella solo sonríe melancólica y asiente en dirección de todos despidiéndolos. Se monta a su auto y se va.
Hunter va detrás del volante, por lo que Jungkook es su acompañante. Es increíble como no cuestionó nada, o tal vez si lo hizo mientras ella se duchaba. Quiere creer que solo es atracción física, de parte de ambos.
Haneul tiene razón, aún le guarda luto a Yoongi, y no importa cuanto se esfuerce por no pensarlo, al final del día, siempre se pregunta que estará haciendo. Lo extraña, pero sobre todo se extraña con él.
La rubia estaciona frente a una discoteca que nunca entró, los tres se bajan y caminan directo a la entrada donde un hombre reconoce de inmediato a Hunter y los deja pasar. El ambiente es totalmente diferente al que ella está acostumbrado, hay olor a sudor, colonia y alcohol. La música no es más que electrónica y las personas dentro parecen adineradas. Antes los hubiese juzgado solo por el hecho de tener más dinero que ella, pero desde que conoció a Seokjin, eso cambió. Jin le mostro que en realidad hay personas buenas, con un gran corazón dispuesto a dar su vida por los demás.
En definitiva, la discoteca no es un lugar para ella, tanto así que intenta retroceder e irse, pero hay personas detrás de ella, lo que la obliga a seguir avanzando.
—¡Los veo a la salida! —grita Hunter por encima de la música y se pierde dentro de la pista.
—Creo que me iré —susurra la pelinegra en el oído de Jungkook.
—Tampoco me gusta el lugar, pero vamos a intentar divertirnos, si luego de eso quieres irte yo mismo te llevaré —ofrece y sonríe.
La sonrisa de Jungkook comenzó a ser lo más parecido a una adicción para ella. Cada vez que siente un ataque de pánico o ansiedad aproximarse, él solo sonríe y los espanta de inmediato. Hay tanta seguridad y alegría en esa única persona, que en inevitable no sentirse bien a su lado.
Caminan hasta la barra, Jungkook pide dos bebidas y le entrega uno a Yeonsoo. Ambos giran para observar la pista. No hay mucho que mirar, ya que sólo se puede apreciar pequeñas cabezas moviéndose al compás de la música.
—¿Qué sucede entre Hunter y tu? —Jungkook suelta de pronto sin mirarla.
Yeonsoo hace un mohín para restarle importancia, como si no supiera de lo que habla, cuando la realidad es que se encuentra ahí junto a él por culpa de la rubia.
—El ambiente estaba tenso, y ella jamás te dejaría sola.
—No estoy sola —murmura en coqueteo. Jungkook le mira divertido y arruga el entrecejo fingiendo que no le gustó su respuesta. Yeonsoo lo mira fijamente, pasaron suficiente tiempo juntos para que él sepa que algo no anda bien, incluso sin hablar—. Tenemos ideas diferentes, solo es eso.
Jungkook asiente y da por terminada la conversación. No es que no quiera seguir hablando, pero ese tema no es su favorito en estos momentos, sobre todo porque una parte de él se niega a admitir que durante el pequeño encuentro entre Yeonsoo y Hunter no lo despertó, permitiéndole ser un espectador fantasma de una milésima parte de toda la conversación.
Los minutos pasan, han pasado cerca de cinco personas por donde ellos se encuentran para invitarlo a bailar, pero a todas y cada una de ellas les rechazo de la forma más amable y cortés posible. Yeonsoo no preguntó, ni siquiera ella entiende porqué una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro cada vez que se negaba.
La música no cambia, la misma electrónica, el mismo baile en la pista. Su trasero se siente entumecido de tanto estar sentada. Ella se gira y vuelve a pedir una bebida fuerte, entonces alguien toca con suavidad su hombro.
—¿Quieres bailar? —le invita una voz gruesa y poco familiar desde atrás. Ella gira dispuesta a rechazarlo, pero su cicatriz se adelanta. El chico frente a ella frunce el ceño asqueado y retrocede consideradamente—. ¡Mierda! ¿Quién te escupió? ¿El exorcista?
Ve de reojo como Jungkook se tensa en su lugar y aprieta con fuerza los puños. Una sensación extraña se pasea por su cuerpo sorprendiéndola. No es la primera vez que alguien quiere protegerla de cualquier comentario o acción, y aunque es muy consciente de que el chico a su lado no es ni de cerca el pelinegro de mirada felina, una sensación de familiaridad la envuelve. Yeonsoo sonríe de lado al darse cuenta que por su sexo y el tamaño que sus padres le dieron se ve vulnerable y débil. Pero la verdad, es que ellos son los que cuentan con desventaja.
—¿Quieres comprobarlo? —le responde Yeonsoo, se levanta con seguridad y lo encara. El sujeto ríe ante el intento fallido de ella para dejarlo en ridículo y se va. La pelinegra suspira, no es la primera vez, pero le gustaría que fuera la última, aún no puede acostumbrarse al cien por ciento el rechazo de la gente ante su marcado rostro.
Jungkook se levanta dispuesto a ir tras el sujeto, pero ella lo detiene de la mano, y entrelaza sus dedos con los de él. No quiere que se genere una pelea solo por su cicatriz, ella debe acostumbrarse a como de lugar. Además, el que intente golpear a ese tipo solo le genera nauseas ante recuerdos dolorosos.
De pronto, y como su fuera una clase de salvación, una canción algo sensual comienza a sonar por los alta voces. La excusa perfecta para poder calmar el agitado corazón del pelinegro, y evitar una conversación de la que no está lista aún.
—¿Por qué eliges esta canción para invitarme a bailar? —Jungkook se toma de un solo trago todo el contenido del vaso.
—¿Prefieres que brinquemos con electrónica? —se burla la pelinegra.
Visualiza entre la multitud dos ojos zafiros, Hunter observa con atención la intención de Jungkook.
—De acuerdo. —Es una buena forma de demostrar que en realidad no siente nada por él.
Ambos caminan hasta la pista, y una vez que encuentran un lugar para bailar, Jungkook se apodera de su cintura con sus grandes manos. La pega a su cuerpo y comienza a balancearse lentamente con ella.
Sus miradas se conectan; las pupilas de Jungkook se han dilatado un poco más, e inconscientemente se relame los labios.
Cada gesto que hace le parece sensual, todo en él se ve mil veces más atractivo de lo que está acostumbrada. Necesita culpar al alcohol, o a la droga, cualquier cosa que no sea ella misma.
Al tener unos tacones altos, puede llegarle un poco más a su altura, ya que lo normal le pasa por una cabeza completa. Yeonsoo se acerca a los labios de él pero no lo besa, Jungkook tampoco hace el intento de unir sus labios.
Es como un pequeño juego de deseo entre ambos. Ella rodea su cuello con sus brazos y acaricia suavemente su cabello. Mientras Jungkook aprieta con un poco más el agarre de su cadera contra su anatomía, sin permitir que ni un solo centímetro los separe.
No dejan de mirarse, no dejan de moverse, no dejan que sus labios se toquen. Solo se rozan delicadamente. El juego que Yeonsoo comenzó para demostrarle a Hunter, pero sobre todo a ella misma, se termina cuando Jungkook suelta un jadeo sobre sus labios cuando Yeonsoo jala un poco de su cabello. Las ganas de mandar todo al demonio y hacerlo suyo justo ahí se apoderan de toda ella. Ya no siente la necesidad de demostrarle nada a nadie, solo quiere seguir así, en esa posición tan sensual con el chico de que no deja de mirarla directo a los ojos.
Quema, cada contacto quema. Está perdiendo el control. Jungkook se está llevando consigo toda coherencia, razón y resistencia. Si sigue así, terminará por rendirse ante él, y dejará que haga lo que quiera con su cuerpo.
—¡No! —Hunter interrumpe el momento y interponiéndose entre ellos—. Busquen otras personas, no entre nosotros.
Yeonsoo ríe seco y mira a Jungkook, en la espera de que se niegue, que diga que se largue y la lleve consigo. Pero no lo hace, solo se queda mirándola esperando a que ella sea quién diga todo aquello, sin embargo, si lo hace, le estaría dando toda la razón a Hunter, de que siente más que una simple atracción hacia Jungkook. No puede permitirlo.
Se encoge de hombros y se gira en dirección a la barra. Nadie estará con ella porque desde que entró a la discoteca, las miradas de asco no se detuvieron. Al estar junto a él, no le tomó tanta importancia. Pero ahora que le hizo saber que en realidad le da igual que él este o no con otra persona, está segura que tarde o temprano volverá a la barra en los brazos de alguna chica.
Mira atrás, para verificar que él no la sigue. Entonces vuelve a la barra y pide el trago más fuerte que tenga.
La noche se comienza a hacer cada vez más pesada, tanto que no resiste ni un solo segundo más ahí. Toma su bolso de mano, paga y luego se va. La idea de ver al pelinegro con otra le causa nauseas.
Mira la hora en su móvil, el bar de Yoongi ya cerró por lo que al único lugar que puede ir, es a su casa.
Toma un taxi y le da la dirección.
Al llegar su corazón se encoge, la casa se ve tan vacía que le cuesta creer que en realidad ahí ya no viva él. Camina hasta la parte trasera, y por la ventana de la que antes fue su habitación, entra sin mucho esfuerzo. El olor a humedad y vacío la golpea con brutalidad.
Se ve más grande de lo que recuerda. Sin tanto muebles, es increíble el espacio que hay. Camina lento recorriendo los pasillos por los que una vez estuvo rodeada de ecos con la melodiosa voz de Yoongi. En cada esquina hay un recuerdo de ellos, jugando, bebiendo, haciendo el amor e incluso peleando.
La pelinegra camina hasta la habitación que una vez fue de él y se sienta bajo la ventana.
—Amor, te extraño —suelta sin más—. Creo que estoy en problemas y no estás para regañarme. — Ríe. La habitación está tan oscura que un escalofrío la recorre—. Sé que me quieres, te veo ir cada semana al cementerio y quedarte horas hablando con una tumba vacía. Pero ya no me necesitas, estás feliz y estable, quiero lo mismo para mí. —Se muerde el labio inferior—. Creo que siento algo por Jungkook, y no quiero hacerlo. Siento que si le digo o me permito sentir, de alguna forma te estaré reemplazando. Ya me despedí de ti antes, necesito una respuesta, y hablar con una habitación vacía solo me causa miedo —confiesa, saca su móvil y le marca a la única persona que la puede entender. No tarda tanto es responder—. ¿Puedes venir?
—Llego en cinco minutos —susurra y cuelga.
Yeonsoo guarda su móvil y camina hasta la cocina. Hay insectos y moho en las paredes, quiere poder comprar la casa porque no puede despegarse de cualquier cosa que tenga el nombre de Yoongi.
No pasa tanto tiempo hasta que la puerta es tocada con suavidad. Yeonsoo abre la puerta y la deja entrar.
—¿No podíamos ir a un bar? ¿Era necesario entrar sin permiso a una casa de manera ilegal?
—Todo lo que sea ilegal me corre por las venas —bromea cerrando la ventana. La encamina hasta dónde antes estaba sentada y ella se sienta a su lado—. Tienes razón, me gusta Jungkook, pero tengo miedo.
—Lo sé, cariño. —Haneul la envuelve entre sus brazos y deja que las lágrimas broten por los ojos de su amiga.
—Me siento ridícula, estoy con armas todo el tiempo, voy detrás de un tipo que asesina y vende personas. Pero le tengo miedo a sentir afecto.
—Sí, eres patética.
Yeonsoo se separa de ella ofendida y la castaña sonríe cómplice.
—Lo siento, dije que en algún momento me vengaría.
—Eres una idiota. —Tira la cabeza hacia atrás sorbiendo la nariz—. ¿Qué me pasa?
—No importa cuánto sientas por Jungkook, o si un día lo llegues a amar más que a él. Lo que significa Yoongi para ti nadie podrá sacártelo, aún estando enamorada.
—¿Me estás diciendo que nunca podré ser feliz?
—Lo que digo es que debes entender que la vida es una bola de mierda. Amar es una mierda absoluta.
—Eres tan alentadora. —Rueda los ojos.
—Escúchame. La vida da mil vueltas y al final, de alguna forma, terminas donde siempre estuviste destinada. No te aferres a algo solo porque en algún momento te hizo bien, todos somos pasajeros, incluso algo tan burdo como el amor.
—Es fácil para ti decirlo, estás con quién siempre quisiste.
—De hecho no. —Haneul se muerde el labio y mira el jugueteo de sus dedos—. Desde la secundaria estaba perdidamente enamorada de Jungkook.
Yeonsoo abre los ojos sorprendida. Por lo que entendía, siempre fue al revés.
—Me imaginaba con él en un futuro, compartiendo una habitación y yendo juntos a la universidad. Irnos de vacaciones por el mundo y tal vez hasta tener una familia. No quería que nadie entre en mi vida porque me guardaba para él, hasta que lo vi con una chica y acepté salir con el primer idiota que se me cruzó. —Suspira melancólica—. Pero aún así, seguía enamorada de él. Hasta que conocí a Jimin y todos mis planes de años de fueron a la mierda con una sola sonrisa. Cuando Jungkook me confesó su amor, estaba feliz, esperé tanto tiempo por eso que al fin ocurría. Pero mi corazón ya era de alguien más, y ni siquiera estaba lista para eso.
Haneul mira a Yeonsoo quien solo se encuentra perdida entre las palabras de ella, como si no hubiese esperado que eso ocurriera.
»Sé que querías una linda historia con Yoongi, ambos se correspondían y estaban destinados a estar juntos, pero tal nunca fue así, tal vez nunca estuvieron destinados a pertenecerse mutuamente. Pensar demasiado en eso solo te dañará, él tiene una nueva vida, y hay una odiosa chica que lo quiere. Es momento que sigas tú, sé feliz.
—¿Odiosa?
—¿Es lo único que escuchaste?
—No, pero sé de quién hablas.
—Simplemente es buena, y tan correcta. Me recuerda a mí y ahora entiendo porque me odiabas al principio.
—Aun te odio.
—También yo. Estoy entrenando para devolverte la golpiza.
Yeonsoo larga una carcajada al recordar la primera y ultima vez que dañó físicamente a quien se convertiría en su mejor amiga. Las chicas ríen y observan el lugar con una cálida sonrisa en sus labios. Se siente extraña, pero aquellas palabras lograron sacar un gran peso de sus hombros.
—¿Él la quiere?
—Yoongi aún está de luto, aunque ahora sonríe, come, y hace todo lo que hacía antes. Cree que es pronto para estar con alguien pero no está cerrado a la oportunidad. Es diferente, Yeonsoo, él cree que estás muerta.
—A veces deseo estarlo.
—No digas esas cosas, mi vida se iría a la mierda sin ti. —Yeonsoo se abalanza contra ella y le da un fuerte abrazo. En algún momento, se volvió su fiel amiga, tal vez no logré entenderla al cien por ciento, pero siempre lo intenta. Haneul es tan pura y leal, que incluso cuando ella estaba haciendo las cosas mal, nunca la soltó.
—¿Qué le digo? —Se recuesta en el regazo de su amiga y deja que acaricie con delicadeza su cabello.
—¿Lo amas?
—No lo creo, pero si me gusta mucho.
—Entonces dile, «Jungkook te quiero, pero necesito que tengas paciencia conmigo, porque un día estaré y al otro no, eso no significa que no te quiera». —Haneul imita su voz.
—Demasiado cursi, mejor «Jungkook quiero hacerte sexo oral».
—¡Yeonsoo!
—¡Ay por favor! Cómo si tú no se lo hubieses hecho a Jimin. —Rueda los ojos al cielo y la mira. La castaña abre los ojos y se sonroja de inmediato—. Jong Haneul, eres una asquerosa.
Ambas vuelven a reír y dejan el tema de lado por el momento.
Se quedan unos minutos más hasta que Jimin le marca preocupado. Ambas sale de la pequeña casa y se montan al auto de Haneul. Ella estaciona frente a su edificio lista para violar las leyes de transito, y llegar tan rápido como puede a los brazos de su novio
—Solo ve y dile, no lo pienses tanto porque no podrás hacerlo. —Haneul le da un apretón en la mano y Yeonsoo se baja del auto.
Un sudor frío de instala en la palma de sus manos. Nunca antes sintió tanto nerviosismo por declararse a alguien, mejor dicho, nunca tuvo que hacerlo en absoluto. Las cosas con Yoongi fluyeron de otra forma, no había necesidad de aclararlo. Pero algo dentro de ella le dice que si no le dice ahora a Jungkook, perderá la oportunidad con él, porque claramente el pelinegro no es ni de cerca parecido a Isilo.
El ascensor se demora más de lo normal, o solo es su sentimiento de poder descargar de una vez lo que siente. No lo ama, está consciente de eso, no puede mentirse pero, en definitiva le gusta tanto que no duda amarlo en algún momento.
Llega hasta a entrada y se saca los zapatos, antes de golpear la puerta de su habitación, para ver si volvió o no de la discoteca, la puerta del baño se abre y sale Jungkook despeinando su largo cabello.
—¡Oh! Volviste. —Jungkook le sonríe sin dientes y pasa hasta llegar a la cocina y tomar un vaso de agua.
—Necesito hablar contigo, y estoy algo nerviosa.
—¿No puede esperar hasta mañana?
—No, ¿tienes otros planes?
—Para nada, estoy algo cansado, quiero colocarme la pijama e ir a la cama —dice en medio de un bostezo.
—Solo serán cinco minutos, ni siquiera debes contestar.
—De acuerdo.
Yeonsoo hace acopio de todas sus fuerzas y toma aire, pero antes debe estar segura de algo.
—¿Te gustó?
Jungkook abre los ojos un tanto sorprendido, pero su semblante de relaja y sonríe levemente.
—Te besé dos veces, creo que es evidente mi respuesta. —Se levanta para encararla.
Una ola de alivio la invade; él siente lo mismo. Ya no tiene tanto peso sobre sus hombros, no la va a rechazar, y va a poder empezar algo nuevo, acorde a su nueva vida. Jungkook es leal, confiable, amable, no es violento y sabe escuchar. Tiene aspectos parecidos a Yoongi, pero en definitiva, son como el agua y el aceite.
—Yo...
—¿Por qué tardas tanto? —interrumpe una dulce voz por la habitación de él. Ella tiene que caminar unos pasos para poder ver lo que sucede, ya que el pelinegro se había puesto justo en frente. Su corazón da un vuelco y no puede evitar sentirse decepcionada.
—¡Oh! Yeonsoo... —Detrás de la chica de cabello castaño y ojos pequeños, aparece la viva imagen de Hunter. La pelinegra mira a Jungkook que se ve sorprendido ante la vista de ellas en su habitación, semi desnudas. Entonces lo entiende—. Dijiste que Jungkook no te gustaba y que nunca lo haría, así que trajimos una amiga para esta noche.
—¿Es cierto? —Yeonsoo mira al pelinegro.
—Entonces no te gusto, ¿porqué me preguntaste?
—Olvídalo, pásenlo bien. —Toma una chaqueta que se encuentra en el sofá, y luego los tenis en la entrada para posteriormente cerrar la puerta detrás de ella con furia—. Hija de puta, me la pagarás, Hunter.
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