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3




Cinco chicos de diferentes clases sociales, con diferentes historias y cicatrices, miran fijamente un papel con el número de la única persona que puede, en estos momentos, destruir la vida de todos los presentes y salvar la de Jimin. La respiración pesada de Min Yoongi se escucha sobre las otras dejando en claro quiénes el que peor saldrá perjudicado; es él, si llegase a marcar ese número.

De alguna forma, todos miran el papel creyendo que la solución caerá mágicamente, y no es para menos teniendo en cuenta que realmente sus vidas han ido de mal a peor los últimos meses. Querer un poco de ayuda mágica no viene mal.

—¿Cuánto tiempo nos quedaremos viendo el papel? —dice Taehyung cansado—. Pregunto para saber si pido comida o no.

Se encoge de hombros y toma el celular esperando que respondan para poder pedir comida. Namjoon lo mira por segundos y vuelve la mirada al papel.

—Sí, pide comida —dice finalmente.

Taehyung marca a su sitio de comida favorita y se aleja del grupo para poder pedir su orden.

»No quiero ser negativo ni nada por el estilo, pero mirando el papel no haremos telepatía con Hyun para solucionar esto —dice Namjoon levantándose de su asiento. —Deberíamos hablar con Jimin para que nos cuente la verdad.

—Hay dos razones por las que Hyun se metería con Jimin. Le debe dinero... —dice Yoongi enumerando con sus dedos—. O está vendiendo para él, pero de pronto se retractó. Hyun odia que lo dejen.

Imita a Namjoon y va por una cerveza fría del congelador.

—Tal vez ni siquiera tiene que ver con Hyun —dice optimista Hoseok.

A pesar de que esa idea podría haber sido una de las mejores opciones, estaba en su total descarte. Es imposible que Jimin tuviera una navaja de Hyun sin tener contacto directo con él. A menos que no sea de él, pero eso vuelve la situación aún peor.

—Tal vez —dice Jin—. De cualquier manera, llevamos cinco días, desde que internaron a Jimin, buscando el maldito papel dónde está anotado el número de Hyun. —Jin masajea su sien—. ¿Ahora qué sigue?

—Hablar con Jimin —dice Yoongi para tomar un largo trago de cerveza. La bebida pasa de manera rápida dejando un sabor amargo en su boca—. Luego hablaré con Hyun.

—Ni sueñes qué lo harás solo —dice Taehyung entrando a la conversación luego de colgar la llamada—. No irás solo. Iremos contigo.

—No pueden venir todos, no quiero que ustedes estén en su maldita lista negra. —Yoongi deja la cerveza en la mesa de estar y se acerca a la ventana para encender un cigarrillo. El humo inunda su pecho y lo suelta de manera lenta.

—Seokjin y Hoseok están fuera de esto, iremos con Taehyung —dice Nam, tomando la cerveza que antes dejó Yoongi para terminarla de un trago.

—¡Oye! ¿Por qué me dejas fuera? —Hoseok chilla desde su cómodo lugar en el sofá de la estancia de Taehyung.

—¡Eso mismo! —Jin lo apoya enfadado.

—No quiero ofenderlos, pero jamás han peleado —dice Nam mirando al par—. Tú eres el hijo ejemplar de la familia, estás a una tesis de terminar tu carrera, jamás has tenido problemas ni con tus propios padres. —Señala a Hoseok, quien se sienta regañadientes sabiendo que si se mete en una pelea perdería por knock-out—. Y tú, eres el niño rico y mimado de tu familia. Nunca te he visto pelear y discutir con nadie además de Yoongi, quien por cierto siempre te pateó el trasero.

Yoongi ríe por lo bajo junto con Taehyung mientras inhala una vez más el cigarrillo, llenándose de humo y tirándolo por la nariz.

—Es mejor si vamos los que al menos han peleado una vez en su vida.

—No se exalten tanto. Sabrán pelear y todo, pero ¿de qué les servirá si ellos tienen armas?—escupe Jin con veneno.

El ambiente se tensa por completo ante esa idea, y los tres amigos que están dispuestos a ver a Hyun se miran dudosos. El miedo remolca entre las miradas de los chicos.

—Es un riego que debemos tomar —dice Taehyung.

—¡Tonterías! Deberían buscar otra alternativa. De seguro hay alguien que pueda llegar a Hyun sin tener contacto directo con él —asegura Hoseok.

La estancia se sumerge en silencio, el ruido de las voces en las calles, los autos y bocinas sonando por doquier es lo único que hace eco en el departamento destartalado de Taehyung.

—¡Familia! —la voz aterciopelada de Jungkook se hace presente en la estancia.

Todos giran a ver al risueño dueño de esa voz. Jungkook entra con su habitual polero negro de cuello alto, pantalón negro ajustado y botas marrón. En su mano cuelgan bolsas de comida y en la otra un par de latas de cerveza. La sonrisa en su rostro es tan grande que, de no conocerlo bien, crearían que en realidad finge.

—¡Wonie! —grita Hoseok y abraza al chico como si no lo hubiese visto en años.

Y así parecía, desde que toda esta locura de jugar al detective empezó, casi no han visto a Jungkook, y él, de cierta manera trae tranquilidad, paz y normalidad a sus vidas. De alguna manera Jungkook los vuelve más humanos.

—¿Por qué tan feliz? —pregunta Yoongi con una sonrisa en su rostro.

—Pasé el examen. Y pronto podré conseguir una pasantía paga para la empresa que quería Chan —dice Jungkook sin poder desbordarse de felicidad.

Todos emocionados lo abrazan y felicitan, diciéndole lo orgullosos que están y lo honrado que estaría Chan en estos momentos.

Hoseok larga un par de lágrimas siendo la burla de todos por un momento.

Jin y Namjoon prepararon la mesa para poder comer lo que trajo Jungkook.

—¿A qué hora podemos visitar a Jimin? —dice Jungkook tomando una cerveza del refrigerador—. Aún no me creo que algún idiota entrara a su casa para robar nada.

—No sabemos si robó algo, hasta que Jimin no vuelva no podemos asegurar nada —dice Taehyung acomodando los vasos sobre la mesa, sintiendo la incómoda y discreta mirada de todos los miembros quienes se pusieron de acuerdo en mentirle a Jungkook—. Y es domingo así que después de las cinco podremos ir.


La habitación está en completo silencio, Jimin comienza a juguetear con la vieja tela de su franela, intentando pasar el aburrimiento de alguna forma. Los domingos las visitas solo son en la tarde por lo que no vería a los chicos en un largo rato. Su trabajo no le proporciona un buen sueldo, por eso, no tiene seguro medico. Sabe que la cuenta será elevada, aún más al darse cuenta que se encuentra en una habitación privada. Golpeará al responsable, porque es claro, que incluso con sus ahorros de todo el año, a penas si llegará a la mitad.

—¿Qué tal don dormilón? —Haneul entra a la habitación con un carro de comida—. ¿Me extrañaste?

—Hola Hane, hoy no estoy de humor —dice Jimin sin dirigirle la mirada.

Haneul ha sido una excelente persona con él, atenta, amorosa y juguetona en muchos sentidos. Cada vez que estaba en un lugar automáticamente cambiaba la atmósfera a una más tranquila y feliz. Pero en la manera que lo trata lo pone un poco incómodo.
De alguna manera, ella agudiza su voz para sonar más infantil.

—De acuerdo, pero debo ayudarte a comer —chilla feliz.

—Tu voz me irrita —escupe Jimin sin filtro.
Un presuntuoso silencio inunda la habitación y Jimin se arrepiente de decir aquello. Haneul solo quiere alegrarlo. Solo hace su trabajo.
—Solo intento alegrar un poco el ambiente. —La voz de Haneul es más firme, segura y dulce, pero para nada infantil. Jimin, por primera vez desde que entró Hane a la habitación, la mira perplejo.

—Lo lamento, creí que tu voz era naturalmente infantil. —Jimin agacha su cabeza apenado por lo que dijo—. Lo lamento mucho.

—¡Oh! Eso... —Hane toma la bandeja y la coloca en la mesa para poder acercarla a Jimin—. Lo siento, la mayoría de mis "pacientes" no son mayores de diez años. —Ríe avergonzada—. Siéntete afortunado de ser el primero.

Jimin ríe por lo bajo y comprende que su exceso de alegría es debido a que solo trata con niños. Quisiera excusar su actitud con todo lo que ha pasado el último tiempo
—Lamento lo que dije —vuelve a disculparse cuando esta toma un par de utensilios para poder empezar a ayudarlo a comer.

—No te preocupes, no debí actuar así.
—Es increíble que seas hermana de Hoseok —dice Jimin mascando la blanda carne—. Ni siquiera se parecen.

—Somos muy diferentes. —Hane mira fijamente un punto en la mesa, casi perdiéndose por completo—. Él es más oscuro, ¿sabes? Soy su hermana y hemos sido unidos toda la vida. —Traga duro—. Pero se ha vuelto una persona muy oscura, tiene demasiados secretos. Hay algo que no lo deja ser quien era...

Jimin asiente entendiendo a la perfección a lo que se refiere Haneul, mientras a algunos la muerte de Chan los ha oscurecido, a otros, como él, los ha ayudado a superarse. Es triste pensar que, si no hubiese sido por la muerte de Chan, que le dolió inmensamente, hoy tal vez estaría muerto por una sobredosis o metiendo esa mierda aún en su cuerpo.

No puede seguir culpándose por lo sucedido, él no causo la pelea, el no obligó a Chan a meterse a esa pelea que terminaría con su vida. Pero de alguna forma es culpable de lo sucedido. Y cada mes, en el aniversario de Chan, lleva un hermoso ramo de narcisos para demostrarle que no murió en vano, que en realidad salvó vidas. Seis vidas de hecho.

—¿Jimin? —Hane lo saca de su ensimismamiento.

—¡Oh! Me quedé pensando en lo que dijiste. Lo siento.

—¿A ti te pasó igual?

—De hecho... —Jimin tiene una lucha mental sobre si sería bueno mencionarlo o no—. No, a mí me pasó al revés.

Ella asiente y vuelve a su trabajo ayudando a que Jimin coma.

Los hematomas en su rostro ya han desaparecido casi por completo. Solo queda una muy leve mancha amarillenta; su respiración ha mejorado mucho, incluso ahora puede levantarse de la cama y volverse a recostar sin ayuda de nadie. Claro que al tener una mano y una pierna aún enyesada no puede moverse sin ayuda. Sin embargo, lo lleva bien, Haneul ha sido una buena acompañante, incluso para llevarlo al baño; lo que ha sido algo realmente vergonzoso para Jimin.

—¿Entonces estás en la Universidad? —Jimin intenta cambiar de tema.
—Sí, estudio enfermería y logré conseguir una pasantía.

—¿Es paga?

—No, esa la consiguió Jungkook. Maldito suertudo. —Jimin abre los ojos de asombro y su corazón se encoge de felicidad al saber que el pequeño Jeon Jungkook está convirtiéndose en todo un hombre que trabaja duro por su futuro—. ¿Y tú?

—Lo mío no es la Universidad, yo trabajo y voy a grupos de... —calla en seco.

Nadie, además de su grupo y los chicos, sabe que es un drogadicto en rehabilitación. La vergüenza lo invade por completo y lo único que puede hacer es agachar la mirada y comer en silencio. Haneul lo nota, pero prefiere no presionarlo, después de todo, cuando él se vaya del hospital no se volverán a ver.

—Estás manchando tu franela. —Hane ríe al ver los puños de Jimin sobre la sopa. Esta coge sus muñecas y las levanta para que así no pueda seguir mojándolas.

Jimin saca su muñeca sana rápidamente para que Haneul no vea sus cicatrices, pero ella es más rápida y logra ver con claridad las marcas escandalosas y blancas sobre esa muñeca.
El corazón de ella se encoge de tristeza al pensar que alguien pudo llegar a querer terminar con su vida. Se le hace imposible preguntarse qué tan mala puede ser la vida con alguien para acorralarlo hasta ese punto. ¿Realmente no tenía otra alternativa?
«¡Por supuesto que la tenía!», piensa Haneul.
De alguna forma está vivo, de alguna forma esas líneas blancas solo son cicatrices.
Hane mira la cara horrorizada de vergüenza de Jimin y se abofetea mentalmente por no ser más discreta con su mirada acusadora. Se repone mentalmente y se acomoda en su asiento tomando con sumo cuidado la muñeca de Jimin que había retirado anteriormente; vuelve a levantar la franela, pero ahora mirando fijamente a los ojos de Jimin que está atónito con los movimientos suaves y dulces de Hane.

Ella acaricia el relieve de su piel dañada con sus huesudos dedos y dice:

—Estás aquí. Eso es lo único que importa.
Una pequeña lágrima llena de sentimientos encontrados se resbala por la mejilla de Jimin, quien no ha quitado la mirada de los dulces ojos color café de Hane. Su corazón palpita rápido, pero duele, duele de una manera triste y alegre al mismo tiempo. Porque desde que lo intentó, nadie se atrevió a preguntar el porqué, y lo agradece, se sentía avergonzado de haberlos preocupado de tal manera, pero ahora, con la caricia suave de su acompañante, puede ver que en realidad, esa herida sigue abierta. Aún late con fuerza en su corazón.

⭒❀⭒

—¡Jimin-ssi! —grita Jungkook tirándose encima de su amigo que se encuentra en una silla de rueda.

Jimin rueda los ojos al cielo feliz de verlo y ríe ante el descuidado acto de su amigo. Uno por uno, entran saludando a Jimin y se acomodan en la pequeña habitación del hospital.

»¿Puedes contarme cómo demonios te ocurrió esto? —Jungkook ríe mientras se tira en la cama con una bolsa de gomitas en su mano.
—¡Oh! —Jimin rasca su nuca inquieto, sintiendo la mirada penetrante de Yoongi sobre él—. Estaba tomando mi desayuno para poder ir con Taehyung al centro de rehabilitación, golpearon la puerta y grité que entrara —continúa con su mentira—. Entraron como cinco personas y cuando me di cuenta estaba peleando con ellos.

—Pero ¿qué querían? —interroga Yoongi pertinente, afirmado en el marco de la ventana.

Jimin lo mira fijamente sabiendo a la perfección que Yoongi sabe más de lo que dice.

—No recuerdo, después de eso todo es borroso.
—Pero esfuérzate. Tal vez recuerdes qué querían —persiste.

—Y… Yo... —tartamudea Jimin inquieto.
—¡Por favor, Jimin! Puedes hacerlo. —Yoongi lo mira amenazante.

—No puede, Yoongi —interviene Jungkook—. Lo importante es que está bien. ¿Por qué insistes?

Jungkook parece enfadado ante la actitud de Yoongi hacia Jimin, lo mira encolerizado. Namjoon mira a Yoongi para tranquilizarlo.
Es entendible que Min Yoongi esté tan enojado por el simple hecho de pensar en Jimin y Hyun, pero lo que más lo enfada es que no quiere desilusionarse, no quiere escuchar a Jimin diciendo que en realidad ha estado consumiendo droga a escondidas de todos. Que les ha estado mintiendo en su propia cara.

El apremiante sonido de una llamada entrante apacigua el ambiente. Jungkook saca su teléfono de su bolsillo trasero aún enfadado, pero su cara cambia por completo. Su cuerpo se tensa y barre la estancia con la mirada rápidamente dándose cuenta que todos lo miran atentamente. Vigoroso, corta la llamada y se levanta de la cama haciendo una reverencia.

»Lo lamento, pero tengo que irme. —Se incorpora por completo—. Jimin-ssi, pasaré mañana antes de la Universidad, lo prometo —dice tan rápido como su teléfono vuelve a sonar.

—¿Estás bien? —cuestiona Taehyung al ver a su amigo sudar de nervios y totalmente inquieto.

—Es... que olvidé que mañana tengo un examen importante y no pude estudiar mucho. —Jungkook toma su abrigo antes de que alguno más pregunte sobre su comportamiento extraño y sale de la habitación.

—Algo pasa con ese niño —dice Seokjin desde el sofá en una esquina.

—¿Cuántos chicos dijiste que entraron? —Hoseok no va a dejar el tema por las buenas. Mucho menos ahora que Jungkook se ha ido.
—Tres... —dice Jimin fingiendo un bostezo—. Estoy algo cansado...

—Creí escuchar que eran cinco.—Hoseok finge confusión.

—¡Oh, sí! Es solo que...

—¡Basta! —explota Taehyung desde un rincón de la habitación—. Ya sabemos todo, sabemos que Hyun hizo esto. —Tae tira los brazos rendido—. ¿Por qué, Jimin?

—No tuve una recaída, si es lo que creen. —Jimin barre la estancia con sumo cuidado, para comprobar que en realidad no estaba equivocado. Todos, pero absolutamente todos se relajaron ante la confirmación de él sobre que no había recaído.

Una parte de él se siente traicionado al pensar que los chicos realmente creyeron que había recaído, pero por otro lado es entendible, de alguna manera descubrieron su conexión con Hyun.

—¿Entonces? —pregunta Seokjin.

—Antes de que muriera Chan, tuve una recaída, pero no tenía dinero. Le dije a mi mula que en cuanto lo tuviera le pagaría, pero nunca lo volví a ver. —Jimin parece avergonzado ante esos recuerdos.

—Entonces Hyun te buscó. Pero, ¿por qué ahora?

—No lo sé, no era mucho lo que debía, vino a buscarlo hace unas semanas. No tenía la paga... —Jimin alcanza su bolso que está debajo de Namjoon y saca un fajo de dinero—. Pero ahora tengo el dinero, ¿puedes dárselo por mí?

—Yo me encargo, Jimin. —Yoongi toma el fajo y vuelve a guardarlo en el bolso—. Yo pagaré. La próxima vez pide ayuda. Estamos aquí para ti.

—¿Así como tú nos pediste ayuda cuando estabas endeudado hasta la médula? —escupe Jimin.

El orgullo de Yoongi es golpeado con brutalidad al punto de querer golpearlo. Pero lo deja estar, está enojado por no poder solucionarlo solo.

—¿Tienes cómo comunicarte con Hyun? —interviene Namjoon.

—No, en realidad nunca lo conocí. Aunque hay un par de mulas que conozco que pueden llegar a él. —Jimin saca su teléfono buscando nombres en su lista de contactos.

—¿Y a Yeonsoo? —pregunta Yoongi jugueteando con su anillo.

—¿Qué te hace pensar que puedo llegar a ella si ni siquiera puedo llegar a Hyun? —suelta Jimin irónico.

—¿Quién es Yeonsoo? —pregunta Taehyung.

—Goo Yeonsoo. Es la novia de Hyun, bueno, «novia». —Jimin hace comillas con sus dedos—. En realidad la chica es su puto oro. No deja que nadie además de él se le acerque.
—¿Estás en broma, Min? —Namjoon ríe ante la idea.

—Es nuestra mejor opción. —Yoongi se encoge de hombros.

—¿Cómo puede ser nuestra mejor opción? —manifiesta Hoseok.

—En realidad, ella es una buena persona, según lo que escuché —dice Jimin—. Escuché de unos pocos que lograron llegar a ella para pagar una deuda y hoy respiran. A la mayoría no se les vuelve a ver.

—Es difícil, pero no imposible. Yo tuve oportunidad de cruzar alguna que otra palabra con ella. —Yoongi saca su celular y busca entre su escasa lista de contactos alguna mula. Pero no encuentra nada—. Tal vez me recuerde.

—Puedes hablar con Watson, es el mejor para buscar información. —Jimin le muestra a Namjoon el número de su contacto y este lo guarda—. Él de seguro podrá decirles dónde está Yeonsoo, pero ustedes tendrán que buscar la forma de llegar a ella. —Se acomoda en la silla de ruedas—. Saben que esto es innecesario. Puedo hacerlo.

—No, no puedes. —Seokjin se levanta de su asiento—. Ni siquiera puedes ir al baño solo. No me hagas reír.

Jimin traga duro ante las palabras hirientes de Jin, pero prefiere callar. Los chicos se despiden de Jimin y se van directo al departamento de Taehyung donde pasaran toda la noche. Yoongi puede sentir la incomodidad de los demás miembros, ninguno ha preguntado sobre quien es realmente Hyun, o cómo es que él sabe tanto acerca de ese mundo. Pero nadie se anima a cuestionarlo, Yoongi emite un aura oscura cuando habla de ese sujeto, y su cuerpo está a la defensiva como si se estuviera preparando para una pelea que tal vez nunca aparezca.
Al llegar al destartalado y frío piso de un edificio que a duras penas se sostiene, se acomodan esperando que Yoongi haga la llamada a la mula. Necesitan terminar con esto lo antes posible.

Las drogas, el tráfico, las peleas, el robo, es un lenguaje demasiado normal para el grupo de chicos. Pero ellos ya no quieren más, solo desean tener una vida normal. Dónde lo peor que podría pasar es perder el autobús, o caminar bajo la lluvia; sin embargo, ellos están ahí, alrededor de un teléfono que suena en alta voz, esperando la respuesta de un extraño que podría mentirle con facilidad y dejarlos en cero, poniendo en peligro sus vidas, la de Jimin y Jungkook, que no tiene ni idea de todo lo que ellos planean a su espalda.

—¿Quién?

—¿Watson? Soy Min —habla Yoongi seguro.

—¿Quién?

—Min Yoongi... —Hace una pausa pensando si realmente sería buena idea decirle su apodo—. «Isilo».

Del otro lado de la línea se hace silencio, Yoongi levanta la mirada hacia sus compañeros quienes lo miran confuso ante el extraño nombre que dijo.

—¿Qué necesita? —El respeto con que lo trata no pasa desapercibido.

—Quiero información. ¿Dónde puedo verte?
Watson detalla un lugar a pocas calles de dónde se encuentran, una cafetería barata que abre las veinticuatro horas del día donde podrían hablar sin ser vistos o vigilados.


Namjoon, Taehyung y Yoongi esperan sentados en una esquina de la cafetería con un pedazo de tarta frente a ellos y una taza de café cada uno. Luego de una larga lucha con Seokjin y Hoseok, pudieron convencerlos de que se fueran a sus casas. Tan pronto como tuvieran noticias les avisarían, sería en vano esperar en el departamento frío y polvoriento por noticias que tal vez no tendrían.

La puerta del lugar se abre haciendo sonar las campanillas colgadas a un lado, un hombre con capucha recorre el lugar con la vista y fija su mirada en la mesa de los tres amigos concentrados en el pedazo de tarta, que ninguno es capaz de probar por el nerviosismo en su interior.

—¿Isilo? —pregunta el chico tembloroso.

—Watson. Siéntate. —La voz de Yoongi cambia por completo, su normal voz tranquila y firme es cambiada por una más tosca y segura—. Seré rápido, por lo que quiero una respuesta igual. —Se cruza de brazos y se apoya en el respaldar de la silla—. ¿Cómo encuentro a Goo Yeonsoo?

Watson parece perplejo ante la pregunta, carraspea y dice:

—En realidad no sé mucho. Se dice que Hyun encontró a Yeonsoo con otro en su cama, se rumora que la mató, otros dicen que logró salir del país. Realmente no sé cuál versión es más creíble, pero de lo que sí estoy seguro es que hace meses ella desapareció de la faz de la tierra. No se la volvió a ver.

Los tres chicos sentados frente a Watson se miran de manera discreta. La única forma de llegar a Hyun sin tener contacto directo con él probablemente esté bajo tierra siendo comida por gusanos. Las esperanzas de los chicos se desvanecen y vuelven a empezar.
—De acuerdo, ¿cuánto te debo? —Yoongi saca su cartera dispuesto a pagarle.

—Nada, Isilo. Puede pagarme respondiendo una pregunta. —El chico parece incómodo ante la idea de preguntarle algo. Yoongi se encoge de hombros y asiente dándole camino para que pueda preguntar—. ¿Qué o quién hizo que el segundo más temido por este lado de Seúl, el gran Isilo, dejase todo? —Yoongi se remueve incómodo en su asiento sin poder ser capaz de responder a eso—. Oh, mejor dicho, ¿Qué lo hizo volver?

—Hyun, eso me hizo volver. Quiero ver a Hyun destruido —suelta Yoongi sin medir sus palabras y las repercusiones que podría tener.

Watson asiente y se retira tan rápido como llegó. Con una enorme sonrisa en su rostro, satisfecho de la respuesta que el pelinegro de dio.

—¡Mierda! —Taehyung se hecha sobre la mesa masajeando su sien.

—Volvamos, mañana tal vez sabremos cómo seguir —dice Namjoon levantándose de su asiento.

El clima se ha vuelto una total locura. Las ráfagas de viento corren a una velocidad inhumana, una tormenta como si el cielo se estuviese quebrando, cae sobre ellos. Los relámpagos hacen eco en el departamento de Taehyung donde ahora ya se encuentran los tres chicos mirando hacia la ventana.

El cielo es lo único que parece estar bien en estos momentos, incluso si lo relámpagos suenan de una manera aterradora, incluso si el edificio estuviera a punto de derrumbarse.
Yoongi se remueve, por tercera vez desde que se recostó en el sofá, incómodo, su mente trabaja tan rápido buscando una solución que ya ni siquiera tiene sentido lo que piensa. Su agotamiento mental y físico comienza a surgir y este se lleva lo único que lo mantiene cuerdo. Gira para ver a un Namjoon igual de perdido, con la mirada en el techo, como si de alguna forma pudiera desaparecer todo el desastre que se derrumba sobre su cabeza; luego, gira a ver a Taehyung que se encuentra durmiendo desparramado por todo el colchón, con las mantas hechas un desastre y la boca totalmente abierta.

Yoongi, sin poder evitarlo, le avienta una almohada a Namjoon para que ambos se rían de la forma tan desordenada y tierna de dormir de Taehyung. Los dos chicos ríen sin hacer ruido para no despertar a Tae, hasta que dos golpes secos en la puerta los toma por completo desprevenidos.

Ambos chicos se levantan y con sigilo caminan hacia la puerta. Namjoon lleva en su mano un bate de béisbol mientras que Yoongi toma la perilla de la puerta, este la abre de manera rápida y segura al mismo tiempo que un relámpago cae asustando al par de amigos.
Del otro lado de la puerta hay una pequeña persona encapuchada que al ver como Namjoon sostiene el bate se lo quita con cuidado para luego decir:

—¿Me estás buscando, Min Yoongi?









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