28
La operación tarda alrededor de tres horas, durante todo el proceso Yoongi se la pasó dando vueltas en la sala de espera, a pesar de que los chicos intentaban llegar a él para poder consolarlo o tranquilizarlo, Yoongi los repelaba. No se sentía a gusto con ellos a su alrededor haciendo preguntas innecesarias ni dando palabras de aliento.
Nada estaba bien en ese momento, y aunque quisiera, no podía mentirse. La idea de que la doctora salga de la sala y le informe que no pudo salvarla porque casualmente el pelinegro tardó más tiempo del que quería firmando, lo tortura hasta no más poder. Sabía que podía estar siendo paranoico, sin embargo, los minutos pasaban y la doctora no salía.
Al final ella apareció, con la mirada cansada sacándose el cubreboca. Anunció que Yeonsoo estaba bien y fuera de peligro. Yoongi cayó de rodillas del alivio que sentía. Su cuerpo estaba débil y maltratado de todos los golpes que se ha dado durante sus caminatas sin cuidado por la sala de espera. Jin lo abrazó y consoló en el suelo.
Como era tarde y la paciente estaba delicada, al único que le permitieron entrar fue a Yoongi, los demás se despidieron de él y prometieron volver al día siguiente para ver cómo seguía.
Yoongi entró a la habitación y contempló el rostro vulnerable de Yeonsoo, se acercó con sigilo y se sentó en el sofá cerca de la cama con la mirada cautelosa. Su respiración era serena y sus facciones habían dejado por completo rastros de hostilidad; hasta incluso parecía en paz, como si aquellos ojos tristes no existieran, como si por primera vez en la vida pudiera descansar sin temer a que pasará; si despertará; si tendrá que pelear.
El pelinegro toma su mano con suma delicadeza; está cálida. Sus dedos huesudos con las uñas pintadas de negro, se ven pálidas; más de lo habitual. Yoongi recuesta su cabeza en el colchón de costado, aún viéndole y se deja llevar, sintiendo la quemazón de los músculos relajándose. Ha estado tan tenso que ahora no puede controlar los tirones de alivio que sus músculos ejercen.
Su sueño no es más que un tonto estrambótico suceso sin sentido. No ha podido descansar del todo, una gran parte de él estaba atento a si Yeonsoo despertaba o hacía cualquier sonido.
Para cuando el apremiante sonido de una llamada entrante lo despierta de golpe, tiene que arrojarse a la mesa de luz para poder apagarla. No quiere que el descanso de la pelinegra se vea afectado por quien fuese del otro lado de la línea.
Yoongi mira con rapidez a Yeonsoo que ya se encuentra despierta, observándolo con una sonrisa en su rostro; sus facciones muestran lo divertida y burlona que le parece la escena.
—Te veías bien durmiendo —murmura ella con la voz ronca y pastosa.
—No quería dormirme... —Yoongi se rasca la nuca avergonzado—. Se supone que estoy aquí para cuidarte, no para tomar siestas.
—No creo que hayas podido dormir en esa posición. —Hace una mueca divertida—. De hecho, creo que tuviste alguna clase de pesadilla.
—¿Por qué lo dices? —cuestiona al mismo tiempo que ladea la cabeza curioso.
—Comenzaste a balbucear cosas —musita y hace una mueca con la boca intentando recordar—. Incluso gritaste mi nombre.
Yoongi abre los ojos sorprendido, no recuerda con exactitud haber soñado con ella, pero en definitiva puede recordar a la perfección la sensación que tenía. Miedo y angustia.
—No lo recuerdo. —Ladea la cabeza de nuevo, ahora confundido—. ¿Cómo te sientes? —cambia de tema repentinamente.
—Como la mierda. —Ríe por lo bajo—. Siento que han cortado mi vagina en mil pedazos, y ni siquiera fue ahí la operación. —Hace una mueca de dolor cuando intenta moverse para poder tener una mejor posición. Yoongi se apresura en ayudarla a pesar de que en su rostro tenga una sonrisa de oreja a oreja por la expresión de Yeonsoo. Mantiene su retorcido sentido del humor—. ¿Salió todo bien?
El pelinegro traga duro ante esa pregunta, él creía que de alguna forma podría hablar con la doctora y quedar de acuerdo con que ninguno de los dos le diría que fue él quien decidió salvarla, en vez de respetar su decisión. Yoongi respira profundo, intentando buscar las palabras correctas para decirle la verdad sin que ella se enfurezca.
—Veras... —comienza Yoongi sintiéndose totalmente incomodo—. En medio de la operación... —Traga duro—. Yo intenté... —el balbuceo en sus palabras es más que evidente.
Yeonsoo arruga el entrecejo confundida. El hecho que Yoongi esté así de nervioso e incómodo es por una razón.
Ella sonríe al darse cuenta.
De alguna forma Yoongi cree que su decisión fue errónea, y de hecho es todo lo contrario. Cuando ella decidió que salvaría su aparato reproductor, fue por la única razón que sabía que no habría posibilidad de que eso pasara. Al dejarle a Yoongi la decisión sobre su vida fue porque sabía que él no la dejaría ir; de alguna forma se convenció que el sujeto de mirada felina la preferiría a pesar de todas las malas decisiones que ella tome.
—Eres un idiota si crees que puedo enojarme por eso —interrumpe el balbuceo incoherente de Yoongi, este la mira estrafalario—. Sabía que no iban a poder salvar mi aparato, pero de alguna forma me aferre a la estúpida esperanza. —Yeonsoo toma la mano de Yoongi y le da un suave apretón—. Confíe en que si algo se complicaba tomarías la decisión correcta.
—No debiste dejar tanta responsabilidad sobre mí. —Yoongi entrelaza sus dedos con los de ella—. Podría haber tomado una mala decisión.
—No lo sabría entonces, hubiera muerto en plena...
—No digas eso —la interrumpe Yoongi, y cierra los ojos respirando profundos; los sentimientos de la noche anterior lo invaden por completos y el nudo que tanto intento reprimir por la noche vuelve. El pelinegra traga duro y habla—: No digas eso, por favor.
—No sabía que estabas tan enamorado de mí —se burla ella. Pero al notar que Yoongi no se niega esa posibilidad su corazón da un vuelco. Su respiración se entrecorta y un sudor frío le recorre de pie a cabeza estremeciéndola. La idea de tener ese poder sobre él la asusta.
La puerta se abre y Yoongi mira hacia la entrada, sin embargo Yeonsoo no puede sacar la mirada de las facciones definidas de él; es tan increíblemente perfecto. Ni en mil años se hubiese imaginado cruzarse con alguien como él. La acogió en su casa a pesar de todo lo que lo hizo pasar; la protegió y la acompaño en un momento difícil. Además de eso; la eligió.
—Bueno días. —La voz calmada de la doctora aparece por la puerta. Yeonsoo gira la cabeza desorientada—. ¿Estás bien? —la preocupación tiñe sus palabras. La menuda se lleva mecánicamente las manos a su rostro y es entonces cuando cae en cuenta que ha comenzado a llorar.
Traga duro para apaciguar el nudo que se forma en su garganta y se seca las lágrimas en un movimiento rápido y prolijo.
—Si, estaba pensando en algo triste y lamentable —dice ella dándole una fugaz mirada a los ojos negros de Yoongi, dándose cuenta de que él ha entendido su doble sentido.
—No hagas eso. —La doctora se acerca a ella y toca con suavidad su mano—. ¿Cómo te sientes?
—Como sushi —murmura y Yoongi ríe por lo bajo, la mujer inclina levemente la cabeza confundida—. Cortada en pedazos.
—Oh. —Asiente divertida—. Me alegra que tengas un buen sentido del humor.
—¿Cuándo podré irme? —Yeonsoo se acomoda sobre el esponjoso colchón.
—En dos días estarás libre —menciona—, te tendré vigilada para ver como evoluciona todo. Debes saber que a partir de ahora deberás cuidarte más. No podrás tener relaciones al menos por un mes.
—¡¿Qué?! —Yeonsoo la mira incrédula—. ¿Usted cree que es posible estar un mes al lado de éste hombre... —Señala a su compañero sin verlo—, y no follarselo? —Las mejillas de Yoongi se encienden y tiene que mirar el suelo para poder evitar que las dos mujeres en frente lo vean.
—Pues deberás esforzarte. —Ríe risueña la doctora—. Te daré unos analgesicos para los dolores, además de que tendrás una revisión semanal por un mes y luego lo controlaremos una vez por mes. —Ella le da un papel con lo recetado.
—De acuerdo. —Ella asiente tomando el papel—. Gracias por todo.
—No agradezcas, es mi trabajo —dice y se gira para poder irse, pero antes de atravesar la puerta, se gira un poco incómoda—. Chicos... —los llama—. Aún son jóvenes, puedes hacer una familia de otra forma, pueden adoptar, alquilar un vientre —dice ella frunciendo los labios—. Que esto no sea un impedimento para su relación.
—Gracias —musita Yeonsoo, sabe que ya es tarde para aclarar que no son pareja.
Ella asiente y abre la puerta.
—Tienes visita —menciona la mujer con una sonrisa y sale dejando que los demás entren.
—Hola hermosa. —La melodiosa voz de Jimin. Se acerca y le entrega un ramo de flores—. Te traje esto.
—Te dije que no quería verte —sentencia sin dar brazo a torcer.
—Tienes razón, ¿bien? Siempre tuviste razón —formula con cansancio. Camina hasta la camilla y se sienta en los pies—. No debí acostarme con ella, y por supuesto que no debí dejarle entrar a mi corazón. No sé qué pasó.
—Pasó que tenías el puto rostro metido en alguna fantasía idiota —suelta la pelinegra, con veneno.
No tiene intención de hacerle sentir peor de lo que ya se siente, pero ciertamente su ego se encuentra herido porque él se atrevió a defender a la castaña en vez de a ella, y no es que esté celosa, sino, que creyó que Jimin era consciente del peligro que los rodea. Pero si se atrevió a sentir eso por Hane, es claro que aún no cae en cuenta de todo lo que pasa a su alrededor.
—Las flores son para los muertos. —Sonríe de lado Yeonsoo y las toma entre manos, para apaciguar el ambiente.
La pelinegra mira a su alrededor encontrando dos pares de ojos más. A un lado de la puerta se encuentra el simétrico rostro de Seokjin con una caja de bombones, acompañado de Namjoon quien solo trae una enorme sonrisa en el rostro.
—Apuesto a que ahora si puedo patearte el trasero —bromea Nam, provocando que la menuda mujer estalle en risa.
—Creeme, nunca me vencerás. —Yeonsoo busca con la mirada detrás de él, esperando que Taehyung y Hoseok aparezcan, pero no lo hacen. Una punzada de decepción la ataca pero de manera inmediata la deshecha. Sin embargo, alguien más entra—. ¿Qué demonios hace ella aquí?
Yoongi mira de inmediato a Jimin quien mira a Haneul con desconcierto. Es claro que ni siquiera él entiende porqué la menuda castaña se empeña tanto en aparecer en sus vidas una y otra vez.
—Haneul, Yeonsoo no se siente bien para que empiecen una pelea —dice de inmediato Yoongi.
—Vete —Yeonsoo la encara, dispuesta a salir de la cama solo para golpear el rostro de la castaña.
—Quiero hablar contigo. —La aterciopelada voz de Haneul suena en un susurro.
—Pues yo no tengo nada de qué hablar contigo. —La mira con aburrimiento y desprecio—. Te pido que te vayas.
—Por favor, solo escúchame. —Ella se acerca más a la cama.
—Vete, Haneul... —suplica Jimin sin el coraje de enfrentarle.
—Lo sé, ¿de acuerdo? —musita con más fuerza—. No me quieres aquí, ninguno de ustedes lo hace y no vengo a suplicar ningún tipo de integración a su retorcido grupo de mafiosos. Solo quiero disculparme contigo por lo que dije.
Yeonsoo mira el rostro de Jimin que le mira a la castaña por lo que acaba de decir. Se ve tan afectado que se pregunta si realmente le quiere, o si es capaz de dar la vida por ella.
—De acuerdo. —Deja las flores a un lado y toma los chocolates de Jin—. Váyanse todos.
—No creo que sea buena idea...
—No te pregunté —interrumpe a Yoongi sin mirarlo, con hostilidad—. Vete.
Yoongi chasquea la lengua y sale de la habitación sin decir nada. Se nota que la manera en la que le habló no le gustó en lo absoluto, pero prefiere que mientras Yeonsoo esté en ese estado tan delicado por la operación, será mejor no hablar del tema.
Los demás le siguen, sin decir nada, dejando los regalos en la punta de la cama donde se encuentra Yeonsoo.
—Habla, tienes cinco minutos —dice mirando el reloj de pared frente a ella.
—Lamento mucho como te trate y todas las cosas que dije. —Haneul se sienta donde antes estaba Yoongi—. No debí hacerlo, en realidad no conozco tu historia y preferí juzgarte antes de escucharte.
—¿Eso es todo? —musita aburrida e indiferente.
—Por favor, solo deja de actuar así. —Haneul se tira en el respaldar del sofá—. Los cuatro hombres de allá afuera te temen y te respetan al mismo tiempo. Creí que tenías algo con Jimin, y a pesar de que él me claro que no es así, los he visto en situaciones comprometedoras, además de que me decías una y otra vez que me aleje de él. —Ella tira los brazos al aire cansada—. Eres una molestia cuando quieres. —Yeonsoo sonríe con dientes y ladea la cabeza. —No entiendo porque ellos te alaban tanto, pero lo hacen. Tienes razón al decir que no conozco mucho de su mundo y realmente me está costando. No debí aceptar a Jungkook y por eso me voy a arrepentir el resto de mi vida, pero lo hice y cague las cosas con él. Es la primera vez que vivo algo así, y probablemente sea la última.
—¿Lo quieres? —murmura Yeonsoo.
—Sí, le quiero mucho.
—¿Lo amas?
Haneul toma una calada de aire para responder, pero calla de inmediato. Es claro que no tiene idea de lo que pasa con su corazón, pero por alguna razón sigue de pie a su lado.
—Sabes que el arma es real, ¿verdad? —menciona la pelinegra y la mira con el entrecejo arrugado. Ella asiente y desvía la mirada al jugueteo de su brazalete.
—Me apuntó con ella y me dijo que cualquiera podría hacerme, luego... —calla un segundo—, me disparó.
Yeonsoo abre la boca en sorpresa. Las imágenes de Yoongi sobre su cuerpo tocándole de forma violenta para darle algún tipo de lección retorcida le provocan náuseas. Haneul no debe explicarle lo que sintió. La furia le crece y quiere golpear a puño cerrado a Jimin por abusar de su fuerza para causarle miedo, aún si fuera con buena intención.
—Solo quería disculparme, y decirte que a pesar de todo eso, no voy a rendirme con Jimin. —Ella suspira—. No podras alejarme de él, ni siquiera se si yo puedo hacerlo.
—Eres una idiota niña controlada por algo tan ordinario como el amor. —Yeonsoo la mira con pena.
—Tal vez —musita Haneul y ladea la cabeza—. No puedo disculparme por querer, uno no lo elige solo sucede. Y tienes dos opciones de afrontarlo, lo aceptas y te arriesgas a pesar de que probablemente sea el peor error de tu vida; o huyes como cobarde y jamás sabrás si pudo haber funcionado o no.
Yeonsoo piensa en sus palabras, y ni siquiera por Haneul y Jimin, sino por las palabras que silenciosas de Yoongi. Ella no entiende lo que siente respecto a él, pero en definitiva no puede admitir o aceptar que sea genuino amor, no después de todas sus experiencias amorosas.
—Jimin no dejará que te le acerques fácilmente —sentencia—. Te destruirás intentando llegar a él.
—Me destruí en el momento exacto en el que vi sus marcas, y quise curarlo.
—Eres masoquista —confiesa.
Yeonsoo la mira con sigilo, alguien como ella arriesgando todo lo bueno de su vida por alto tan básico como el amor; es algo de no creer. Pero tiene un punto, y aunque no quiera admitirlo sus palabras la chocan más de lo que cree.
—Te pido perdón por llamarte estúpida —habla Yeonsoo, pero no puede verla a los ojos; las disculpas nunca han sido lo suyo—. Entiendo que te has sentido confundida respecto a todo, y yo no era de buena ayuda tampoco. La gente suele verme mal cuando intento proteger lo que quiero.
—Lo sé.
—De cualquier forma, insisto que lo que haces es una idiotez. Si tuviera la oportunidad de vivir tu vida, créeme que lo haría.
—Gracias, pero ya tomé una decisión.
Haneul sonríe y se levanta para abrazarla. Yeonsoo se tensa por completo y ríe incomoda. Nunca ha tenido una amiga mujer de esas comunes con las que puedes contar chismes, pedir consejos y hablar de cosas sin sentido. Para ella, el único amigo que podía tener era el mismísimo Hyun, y no era alguien bueno. Un calor le recorre el pecho y las ganas de devolverle el abrazo la envuelve, pero se contiene.
—Dejaré que entren, si necesitas de una «ayudita» me haces llamar —dice ella y le guiña un ojo.
Yeonsoo sonríe de lado, es cierto que no creyó que la pequeña mujer de mejillas sonrojadas fuera capaz de enfrentar a un grupo con armas, solo para conquistar el corazón de uno de ellos.
—¿Oh? No están, iré por ellos —musita y sale de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.
La pelinegra recuesta su cabeza en la cómoda almohada pensando en lo sucedido. Su vida ha cambiado tanto en estos últimos meses, mejor dicho, desde que entró a la fuerza en la vida de este extraño grupo de amigos. No puede seguir negando que se han convertido en grandes amigo, incluso, es lo más cercano que ha conocido de una familia, y ni siquiera sabe si ellos la consideran de la misma manera. Por otro lado, su corazón da un vuelco al recordar lo que Yoongi no dijo. No puede estar enamorado de ella, no puede arruinarlo de esa manera, no más de lo que ya ha hecho.
—La hermosa e inigualable, Yeonsoo —murmura una ronca voz que hace énfasis en el nombre. La menuda mujer se petrifica un momento y, con todo el miedo del mundo, mira a la persona que se apoya en el marco de la puerta. Una radiante sonrisa le adorna el rostro; su expresión no pasa más allá de una divertida.
—¿Cómo... —calla.
—¿Cómo entré aquí? —se burla Hyun entrando a la habitación cerrando la puerta. Yeonsoo visualiza su móvil, está en un sofá en la esquina de la habitación, y con todos los dolores que siente no cree que pueda llegar a tiempo para tomarlo y marcarle a Yoongi, sin mencionar que su móvil también se encuentra en la habitación—. Ni lo pienses, no vine a pelear con nadie.
—Tú no peleas, Hyun. —Yeonsoo reconforta su voz, para sonar más segura—. Eres demasiado cobarde.
—Yeonnie, no me hagas enojar. —Hyun relaja su cuello girándolo y se sienta en el sofá donde antes se ha sentado Haneul—. Últimamente siento una clase de vacío, es como si no pudiera vivir sin ti, te extraño cada día —musita entre suspiros—. Necesito que vuelvas a mí.
—No volvería a ti por nada en el mundo. —Yeonsoo lo mira aburrida y desinteresada.
—¿Ni siquiera si te prometo pagar la deuda de Isilo? —Hyun arquea una ceja, Yeonsoo lo mira incrédula.
—Sabes que no volveré contigo —dice ella cruzándose de brazos.
—Solo una cena, y prometo dejarte en paz, a ti y a tus patéticos amigos —propone Hyun. Yeonsoo se plantea si realmente es buena idea hacerlo.
—No puedo —murmura al final, cerrando los ojos con fuerza. A pesar de que quiere aceptar no puede.
—¿Por qué me odias tanto? —Se cruza de brazos ladeando la cabeza.
—No lo sé, ¿serán todos los abusos que le hiciste a mi cuerpo? —hace una pregunta retórica. Hyun niega con la cabeza burlón.
—No puedes decir eso. —la mira son media sonrisa en el rostro—. ¿Recuerdas que eras tú quien quería que fuera violento?
—Eso no era algo completamente diferente. —La voz de Yeonsoo se apaga y los tortuosos recuerdos la invaden.
—Me enteré que perdiste un bebé. —Ríe burlón—. ¿Es demasiado débil, Isilo?
—Para nada, él sin ni siquiera intentarlo logró embarazarme. —Levanta el mentón—. Mientras que tú ni siquiera lo pudiste hacer por más esfuerzo que le ponías. Ya sabes, con eso... —Señala su entrepierna—. No hay mucho que puedas hacer.
—Hija de puta, eres buena. —Hyun la mira punzante—. Sabes que pronto sabrá de qué estás hecha y te dejará. Entonces volverás a mí... siempre vuelves a mí.
—Dime, ¿no te aburres de buscarme y ser golpeado una y otra vez? —Arquea una ceja—. ¿No tienes dignidad u orgullo?
—Cuando se trata de tí, algo tan básico como eso no me preocupa. —Hyun saca un arma de su bolsillo y la balancea en su mano juguetón—. Estamos hechos de la misma podrida y retorcida madera. —La mira a los ojos desahuciado, como si nada le importara en estos momentos. Capaz de jalar el gatillo y vaciarlo en el famélico cuerpo de Yeonsoo—. Ya sabes, si yo caigo de alguna forma, no importa en qué asqueroso agujero del mundo te escondas. Tú también caerás.
Yeonsoo sabe que si logra hacer que Hyun se acerque un poco más con el arma, podrá sacársela. A estas altura podría cometer cualquier locura. Hyun ha pasado los límites al venir a un hospital lleno de personas con un arma, es claro que no juega.
—Entonces hagámoslo rápido —dice ella desinteresada—. Porque me aburre esperar tanto.
—¡Hyun! —chilla la voz de Jimin completamente aterrorizado. Hyun activa todas sus alarma y se levanta de inmediato apuntando el arma sin vacilar a la cabeza de Yeonsoo.
«¡Maldito Jimin! Ya casi lo tenía. ¡Imbécil!» piensa Yeonsoo activando sus alarmas, en estos momentos, la cuenta es regresiva. Cualquier cosa que él o cualquier otro intente detonará a Hyun.
—No te muevas. —le dice el castaño a Jimin que intenta avanzar. Este para en seco y levanta las manos horrorizado.
—¿Qué sucede? —Aparece Yoongi detrás de él, risueño. La escena lo golpea con brutalidad hasta el punto de tirar los dos cafés que llevaba consigo al suelo. El horror tiñe sus facciones tanto que el corazón de Yeonsoo entristece de repente. Ella decide mover su mirada a los ojos furiosos de Hyun—. Baja esa puta arma ahora.
—Aléjate o le vuelo la cabeza ahora mismo —masculla Hyun tomando el arma con las dos manos.
—Estás en un hospital, ¿crees que te saldrás con la tuya si disparas? —Yoongi intenta acercarse pero es entonces cuando Hyun saca el seguro y apunta con más seguridad. Yoongi abre los ojos de sopetón y retrocede levantando las manos.
Yeonsoo examina a detalle las facciones de Hyun, ha perdido por completo la razón. Sabe que si aprieta el gatillo estará acabado, pero eso no parece importarle, de hecho, lo único que parece rondar su cabeza es dispararle a ella de una buena vez.
—Dispara —murmura calmada.
Hyun la mira anonado, al mismo tiempo que Yoongi repara la vista en ella. Es como si ambos estuvieran igual de atónitos a lo que dice, y la verdad es que tiene un plan detrás de aquella palabra, sin embargo, que le dispare no le molesta en lo absoluto. Terminaría con su enmarañada y trágica vida, llevándola a un lugar donde no debe elegir a quién salvar y a quién matar.
—¿Qué haces? —Yoongi murmura torturado.
—Sabes que no puedes lastimarme más de lo que ya has hecho. —Sonríe de lado cerrando los ojos con calma, ignorando por completo al pelinegro de mirada felina.
—Esto podría ser diferente si ahora decides volver conmigo. —Sus palabras se tiñen de desesperación. Yeonsoo sabe que si lo provoca un poco más podría quitarle el arma, o tal vez no.
—¿Sabes que hace Isilo conmigo por las noches? —Yeonsoo sonríe infame.
—Callate. —Hyun niega con la cabeza desesperado.
—Me besa todo el cuerpo.
—¿Qué demonios haces, Yeonsoo? —farfulla Yoongi exasperado.
—Follamos día y noche, sin parar, como animales —continúa. Aún está un poco lejos para poder alcanzar el arma.
—¡Callate! —grita Hyun con odio en sus ojos.
—Y luego, cuando estamos muy cansados nos acurrucamos para luego seguir follando.
—¡Yeonsoo! —chilla Yoongi desde la entrada de la habitación.
—¿A caso crees que no te dispararé? —El temblor en la voz de Hyun, deja ver el miedo que crece en su interior.
—Si, creo que eres lo suficiente cobarde como para no jalar del gatillo. —Ella lo enfrenta—. No tienes las agallas de hacerlo.
—No me retes. —La mano con el arma tiembla—. No dudaré en hacerlo.
—Pues acércate y dispara, porque todo tú teatro de psicópata acosador ya me tiene harta. —Yeonsoo lo reta—. ¡Hazlo!
Hyun vacila. Yeonsoo hecha una fugaz vista al rostro de Yoongi quien se encuentra temblando en su lugar, con los ojos cristalizados. Su corazón se oprime pero no puede decir nada reconfortarlo.
Hyun se acerca a ella y coloca el cañón justo en su frente.
—Hyun... Por favor, no lo hagas —musita un tortuoso Yoongi. Arrojando todos los muros que le ha costado tanto construir.
—¡Hazlo maldito cobarde! —Yeonsoo levanta la voz. Hyun la mira con el rostro empapado en lágrimas y es el momento preciso para que Yeonsoo de un movimiento ágil le quite el arma, tal y como antes lo ha hecho Yoongi con ella. Hyun abre los ojos de sopetón y Yeonsoo coloca el seguro en el arma para poder disparar al menos tres veces.
Hyun cae al suelo aterrado y estupefacto ante la rápida acción de Yeonsoo. Se toca el pecho y verifica que en realidad no tiene ni un solo agujero.
—¿Ves? —Yeonsoo desarma el arma y le hace una señal a Yoongi para que la tome, este corre hasta ella y lo hace—. Si tengo una sola oportunidad más de hacerlo, créeme; no dudaré —masculla Yeonsoo segura, fría y calculadora.
Hyun se levanta secando su húmedo rostro y sale golpeando con el hombro a Jimin en el proceso. Yeonsoo saca todo el aire acomulado y relaja los músculos sintiendo como estos queman. Su cuerpo está demasiado débil para soportar otra escena como la anterior, apenas si puede moverse y se atrevió a provocar al destino con su vida de esa manera.
—Jamás vuelvas a jugar con tu vida así —murmura Yoongi con la cabeza gacha—. Porque no te lo perdonaré.
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