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27


Yoongi termina de tirar las botellas de cerveza que hay en la mesa de desayunador en una bolsa de residuo. Mira la hora en su reloj de muñeca, han pasado casi tres horas desde que Hoseok y Jungkook han dejado el departamento. Jimin no ha dejado de llorar por la perdida de dos de sus mejores amigos y Haneul ha intentado hacerle entender que a pesar de que ahora ambos están enojados con él se les pasará. Hoseok es su hermano y no puede estar enojado con ella toda la vida aunque quisiera. Argumenta también, que Jungkook probablemente no le vuelva a hablar a ella, pero estaba segura que a él si, ya que tienen muchos amigos en común. En cambio, Jungkook y ella no tienen a nadie realmente. 

Yoongi respalda los argumentos de la castaña, aunque también bromea sobre la manera bestial con la que Hoseok lo golpeó. Haneul le agradeció más de una vez por haber ayudado a Jimin. 

El apremiante sonido de una llamada entrante corta el extenso argumento de Yoongi hacia Jimin para que mantenga su departamento limpio y no abandonado. 

—¿Hola? —Yoongi presiona el celular entre su hombro y oreja mientra termina de anudar la bolsa. 

—Yoongi... —murmura incómoda—. ¿Está todo bien? 

Yoongi suelta la bolsa y toma bien el celular prestando total atención a la llamada. Por un momento había olvidado que había una chica en un cuarto de hospital esperando para ser inducida al quirófano.  

—Yeonsoo, si estoy bien. ¿Tú cómo estás?, ¿pasó algo? —menciona preocupado. 

Jimin lo mira confundido, y tan pronto como intenta entender la situación, recuerda que hace un par de horas Yoongi le decía por llamada que Yeonsoo está internada en un hospital. Su alarma se dispara y se levanta para acercarse a su amigo, sin embargo, una cálida mano toca la suya. Jimin la saca de inmediato y se cruza de hombros tomando un poco de distancia de la castaña. Hay muchas cosas que están mal, pero ahora mismo le importa saber sobre el estado de su amiga. 

—¡Oh, sí! No te preocupes. Te fuiste hace tiempo del hospital, solo quería asegurarme de que estuvieras bien —masculla nerviosa—. No es que tengas la obligación de estar conmigo ni nada por el estilo...

—Lo lamento —la corta, sabe a dónde se dirige la conversación y prefiere evitarla tanto como pueda—. Jimin se metió en problemas como siempre y tuve que ayudarlo. Pero estoy saliendo para allá, ¿de acuerdo?

—Está bien, dale un buen puñetazo de mi parte para que deje de meterse en problemas —bromea. Su voz suena apagada. 

—Te veo después —dice y corta. 

—¿Está todo bien? —dice Haneul guardando las cosas en el botiquín de primeros auxilio. Respetando la distancia que el castaño impuso entre ambos.

—Sí, deben operar a Yeonsoo pero no sabemos exactamente que sucede —murmura tomando sus cosas. 

—¡Espera! ¿Qué? —Jimin lo detiene del brazo y le obliga a mirarlo. 

—No sabemos qué sucede, pero tengo que ir con ella. En cuanto tenga noticias te avisaré. 

—No puedes irte así —lo detiene Jimin. 

—No puedo responder tus preguntas porque realmente no sé qué sucede. —Se separa de su agarre en un acto un poco brusco y toma distancia—. Déjame ir con ella y cuando sepa algo te diré, ¿bien? 

Jimin asiente sin estar convencido, pero está seguro que lo único que obtendrá si sigue insistiendo es un golpe de él, y ya está lo suficientemente golpeado.  Yoongi hace una pequeña reverencia hacia Haneul y sale por la puerta tan rápido como sus piernas se lo permiten. 

—Jimin... —susurra Haneul.

—Te supliqué que te fueras —musita sin verla, aún con la mirada fija en la puerta por la que se fue su amigo.

—No me arrepiento, estoy donde quiero estar —dice más segura de lo que a él le gustaría escuchar. 

Jimin sonríe melancólico, porque no puede entender el porqué Haneul no tomó sus cosas y se fue en el momento exacto en el que le mostró el arma. Pero Hoseok tiene razón, solo que la dulzura de Hane y sus palabras que salen de su corazón le cegaron por un momento. Ella está en peligro a su lado, y debe buscar la forma de poder hacerle ver que debe irse. 

Camina hasta su habitación y toma el arma que anteriormente le mostró, se asegura de sacar todas las balas y coloca el seguro. Entonces, y como si su cuerpo le suplicara que se detenga, Jimin camina hasta Haneul la toma del brazo y apunta en su cabeza sorprendiendo a la castaña. 

—¿Acaso no entiendes que estás en peligro conmigo? —musita con pesadez—. Cualquier persona, podría hacer esto y luego...  

Jimin jala el gatillo provocando que la castaña respingue en su lugar y ahogue un sollozo. Le está causando miedo, y ese era su propósito, pero para nada se siente bien. No quería ver aquellos ojos repletos de miedo al verle.

Suelta su agarre y fija la mirada en el suelo, incapaz de ver lo que causó en la menuda mujer de sonrisa dulce. 

—Vete, Haneul —sentencia. 

Ella intenta llegar a él pero sus manos tiemblan tanto y está sumergida en un miedo tan desgarrador que lo único que puede hacer es tomar su abrigo y salir disparada del departamento destartalado. Dejando a Jimin con lágrimas en los ojos, el corazón roto y el cuerpo temblando sin parar.

«Lo hice por ti, Haneul. Y prefiero que me odies, a que te lastimen por mi culpa», piensa. «Te quiero, Jung Haneul; espero que algún día me perdones».

⭒❀⭒

Yoongi camina hasta la parada del autobús; se replantea si sería buena idea recaudar dinero de las peleas para comprarse un auto, últimamente se ha movido más allá de su zona de confort donde solo iba a pie.  

Entra al ascensor y presiona el botón del quinto piso. Sus manos sudan de manera extraña, nunca se había sentido tan nervioso como ahora. Tal vez la idea de verla así de vulnerable lo inquieta, y no por el hecho de que sea la primera vez, sino, porque podría ser la última.

Aleja todos esos pensamientos tortuosos lo más lejos que puede y entra a la habitación. La luz que entra por el ventanal directo a la blanca pared, iluminando toda la habitación, hace contraste con su blanquecina piel. Yeonsoo tiene el cabello suelto tirado para un costado; sobre el puente de su nariz descansa unos anteojos de marco fino redondo un poco grandes para su alargado rostro; en sus manos sostiene un viejo libro con la portada rota. 

Yoongi ladea la cabeza intentando capturar toda la escena a detalle en su cabeza, nunca lo ha visto así de tranquila; parece en paz y hasta angelical.

—¿No vas a entrar? —pregunta dejando de lado el libro. Yoongi sonríe de lado y entra sentándose en un sofá al lado de su cama.

—¿Qué lees? —Yoongi intenta ver el título. 

—Leo a Scott Fitzgerald, Hermosos y maldito. —Yeonsoo se encoge de hombros frunciendo los labios en una sonrisa. 

—No sabía que eras una romántica empedernida —bromea Yoongi. 

—No lo soy, es un ácido, duro y crítico relato de los años dorados. —Marca la página en la que se queda y cierra el libro sacándose los anteojos—. La decadencia de la alta sociedad americana es uno de mis pasatiempos favoritos.

Yoongi sonríe al darse cuenta que ni siquiera uno de los mejores escritores de romance en plena década dorada, es capaz de provocar un poco de romanticismo en la pelinegra; que de alguna forma se las arregla para encontrar fallas sociales e ideológicas, incluso en algo tan simple como una historia de amor.

—La trama discurre a un ritmo tedioso. Aunque los acontecimientos son el espejismo perfecto de una burbuja de falsedades y penalidades camufladas en la que el propio autor vivió atrapado.

Yeonsoo ríe tirando la cabeza hacia atrás, en definitiva no esperaba que Yoongi le respondiera de aquella manera tan audaz. Había leído sin dudas el libro, y aunque podría encontrarle fallas y odiar el romance, no podría quitarlo de su puesto. Sin dudas, una obra de arte.

—No tenía idea que eras un romántico empedernido. —Copia sus mismas palabras. 

—No lo soy, pero ese libro era uno de los favorito de mi madre. Lo leí un par de veces. —Yoongi chasquea la lengua y sonríe de lado.

Yeonsoo le queda mirando un momento, sin poder descifrar la caja de sorpresa que en realidad es el chico sentado frente a ella. Sin embargo, su poco cuidadosa mirada es interrumpida por la puerta. La doctora que anteriormente atendió a Yeonsoo entra retirándose los anteojos y colocándolos en el bolsillo de su guardapolvo. Yoongi y Yeonsoo dejan en el aire su monótona conversación y prestan completa atención.

—Tengo tus resultados. —menciona y sonríe, pero no es una sonrisa alegre, de hecho es de esas que te dan antes de una mala noticia. 

—Sea lo que sea, por favor, hable claro porque no entiendo términos médicos ni nada que se le asemeje —murmura Yeonsoo estirando la mano para que Yoongi pueda tomarla. 

Este lo hace de inmediato y se para al lado de ella, tomado sus manos entre las de él y deposita un suave beso. 

—De acuerdo. —Sonríe por las palabras de Yeonsoo—. Tienes endometriosis etapa tres. Es una enfermedad uterina donde las trompas de falopio están obstruidas por inflamación que causa una infección o por tejido. —La doctora muestra la misma ecografía de antes y comienza a señalar puntos—. Tu aborto fue a causa de esta misma enfermedad además de que he encontrado dos quistes de un tamaño que me preocupa, pegado a la pared uterina. En otro caso, intentaríamos con un tratamiento no quirúrgico pero al tener aún tejido muerto del feto debemos hacer una intervención. —La mujer guarda la tableta y pasa de la vista aterrorizada de Yoongi a la sorprendida de Yeonsoo—. Podemos hacer una operación para quitar esos quistes, retirar el tejido muerto y luego de eso hacer un tratamiento de hormonas para que así puedas algún día concebir un embarazo. Pero no es seguro, no con la enfermedad tan avanzada.

—¿Qué no me está diciendo? —dice Yeonsoo.

—La operación contiene cierto riesgo, tu sistema inmunológico es débil. 

—¿Podría morir? —musita Yeonsoo más para ella misma que para la doctora.

—Hay una posibilidad. 

—¿Es la única opción? —pregunta Yeonsoo. 

—Me temo que no, debemos hacer la cirugía y es costosa —menciona la mujer—. Podemos retirarte el tejido muerto y retirar tu útero. 

—Eso significa que nunca podrá tener hijos, ¿verdad? —pregunta Yoongi al sentir un leve apretón de parte de Yeonsoo. 

—Claramente, estaremos retirándote todo. 

—¿Y la enfermedad? —ella se aclara la garganta.

—No hemos encontrado indicios de que se haya esparcido más allá de tu útero. Lo que quiere decir que al sacarte todo, con ello se lleva la enfermedad. —La doctora barre con la mirada las expresiones de sus jóvenes pacientes—. Cualquiera de las dos opciones debes tener en claro que deberás cuidarte mucho, sin embargo.

—¿Debo elegir ahora? —Yeonsoo aclara su garganta. 

—Por supuesto que no, pero mientras más hablamos la enfermedad avanza y no podemos atenderla correctamente si no me dices que quieres. —La mujer frunce los labios—. Te dije que podíamos pasar la cirugía para mañana en la mañana, pero al tener estos resultados la he programado para las nueve de la noche. Espero que puedas decirme ahí que quieres. 

—Gracias. —Ambos hacen una reverencia, ella asiente y antes de irse gira sobre su propio eje y los mira un poco ansiosa.

—La cirugía es costosa. —La médica se muerde el labio inferior incomoda—. No te encontramos en el sistema porque no tienes seguro por lo que todo esto deberás pagarlo.

—No se preocupe, yo lo pagaré —interviene Yoongi seguro. Yeonsoo lo mira de reojo pero no dice nada. 

La mujer asiente y sale del lugar dejando al par en completo silencio

—¿De dónde sacarás el dinero? —Yeonsoo lo mira. No quiere tener una extraña y forzada conversación con Yoongi sobre lo que debería elegir o no, al final, es su cuerpo y lo que sea que decida será por su bien. 

—No te preocupes. —Yoongi besa su frente y sale de la habitación antes de que la pelinegra comience a acorralarlo con preguntas. Camina a paso apresurado hasta recepción—. ¿Disculpe? —Él le habla a una mujer de edad mayor—. ¿Podría decirme la factura de gastos de la paciente de la habitación 504? 

Yoongi sonríe amablemente. La mujer teclea en la computadora, segundos más tarde le entrega una hoja con los gastos que lleva hasta el momento. Calcula la cantidad que tiene ahorrada debajo de su cama y sabe perfectamente que puede llegar a pagarla, pero no sabe cuánto saldrá la operación ni el tratamiento pos-operación. Es demasiado dinero. Dinero que Yoongi no tiene. 

Suspira pesado y saca su celular marcando el número de la única persona que ahora puede ayudar. 

—¿Hola?

—Jin. Necesito tu ayuda —musita torturado. 

—¿Qué sucede? —se alerta Seokjin. 

—Yeonsoo no tiene cobertura médica y ahora está internada. Tienen que operarle y... —Para en seco, un extraño nudo se ha formado en su garganta. Yoongi frunce el entrecejo y traga duro para apaciguarlo—. Necesito que me prestes dinero. 

—De acuerdo, dime donde estás e iré ahora mismo. 

—Gracias, Jin —murmura Yoongi, sintiendo una punzada de alivio recorrerle el cuerpo. 

«Estarás bien, Yeonsoo. Lo sé».

⭒❀⭒

El reloj de pared marca las ocho con treinta minutos.

Después de esperar a Seokjin para que le ayude con la cuenta, este apareció con Namjoon quien estaba con él comiendo al momento que Yoongi marcó. Intentaron que se vaya pero claramente el castaño de ojos pequeños decidió que debía quedarse hasta que Yeonsoo saliera de cirugía, aún, si eso implica estar doce horas. Más tarde apareció Jimin. Sin embargo, Yeonsoo pidió que le sacaran de la habitación. No tenía las fuerzas ni las ganas de discutir con él. 

Minutos más tarde, echaron a Nam y Jin de la habitación porque había terminado la hora de visita, pero podían esperar en la sala de espera junto a Jimin, que no se había movido del edificio sin saber el estado de Yeonsoo. 

Así, quedó solo Yoongi y Yeonsoo, esperando a la dichosa hora de la cirugía.

Están en silencio y a pesar de que Yoongi pregunto una sola vez, Yeonsoo se ha rehusado a decirle cuál de las dos opciones eligió. Aunque no quisiera invadir su privacidad, cuando pague toda la cuenta del hospital sabrá cuál de las dos opciones eligió. Pero solo si se atreve a ver los resultados, y si la pelinegra no siente la necesidad o confianza en contarle; entonces él no será capaz de leerlo sin su autorización.

Una enfermera sonriente entra en busca de ella, con una camilla y dos enfermeros más. 

—¿Estas lista? —pregunta la risueña enfermera.

—Podría morir en una sala de cirugía sin antes haberme follado a este hermoso hombre. Claro, estoy lista  —formula Yeonsoo sarcástica. Yoongi sonríe de lado. 

—No lo tome personal —musita el pelinegro de mirada felina a la enfermera que solo asiente—. No te mueras o entraré a buscarte, te reviviré y te mataré con mis propias manos —le señala. 

Yeonsoo sonríe intentando apaciguar sus nervios, pero le es imposible. Toma aire y dice:

—No te vayas —suplica—. Por favor...

—Nunca me iré —musita cerca de sus labios—. Iré por ti, Yeonsoo. 

La pelinegra acuna el rostro del chico frente a ella y une sus labios.

A pesar de que los dramas solo le gusten en los libros no puede evitar sentir como si se estuviera despidiendo de él de una forma drástica. Y aún sabiendo lo patética que seguramente se ve, no puede dejar de mover sus labios en un beso lento y lleno de emociones. 

Finalmente, se separa de él y le sonríe antes de que la enfermera lo saque de la habitación para poder prepararla. 

—Puedes ir a la sala de urgencias, ahí te buscará la doctora cuándo termine —señala la enfermera y sonríe antes de cerrarle la puerta en la cara. 

Yoongi suspira profundo y se va a la sala de espera dónde esperan los demás. Para su sorpresa, Jimin se encuentra en una punta de la sala, junto a sus dos amigos, mientras Haneul sostiene un abrigo entre sus brazos, alejada del castaño. Sabe que algo pasó, sin embargo, no tiene el ánimo y fuerzas para cuestionar ahora mismo.

—¿Ya salió? —dice Jimin levantándose—. ¿Cómo salió todo?

—No seas imbécil, Jimin. —Seokjin pone los ojos en blanco—. Están por ingresar a Yeonsoo al quirófano. 

—¡Oh! —Es lo único que suelta y vuelve a sentarse.

—No sé si pueda estar mucho tiempo aquí. —Yoongi saca de su bolsillo una caja de sus habituales cigarrillos.

—¿Qué haces? No puedes fumar aquí —interviene Haneul y abre los ojos sorprendida. La mirada de todos, incluyendo del castaño se posan en ella por un segundo.

—¿Qué haces aquí? —pregunta Namjoon neutro.

—Estoy haciéndole compañía a Jimin, aunque no me quiera aquí —murmura intentando conectar mirada con el castaño, sin embargo él mantiene su vista fija en un punto en el suelo.

—Voy afuera. —Yoongi coloca un cigarrillo en sus labios y sale del edificio.

Una vez fuera del lugar comienza a caminar de un lado a otro, totalmente impaciente y desesperado. No recuerda cuándo fue que se sintió igual que ahora; tal vez fue en aquella ocasión cuando su madre tuvo un pico de estrés luego de la muerte de su padre. Recuerda que iba en el auto de Namjoon junto a él, detrás la ambulancia; esa sensación de desesperación: se mordía las uñas y movía su pie sin frenesí.

Sin poder evitarlo, otro recuerdo lo invade de repente. Aquella ocasión en la que Jimin se intentó suicidar. Mordía su labio hasta lastimarlo. La idea de que el doctor saliera y dijera que no pudo salvarlo lo aterrorizaba. Incluso ahora esa idea lo hace.

La chica dentro del quirófano no es nada más allá de una completa desconocida. Pero de alguna forma ha logrado darle un lugar en su cabeza y... en su corazón. Podría arrepentirse sin embargo no lo hace. No puede imaginarse un lugar donde ella no esté.

Yoongi nunca fue partidario de creer en el destino, de hecho una vez leyó una frase que hasta el día de hoy la mantiene tatuada en su cabeza. «El hombre comete errores monstruosos y lo llama destino»; no puede recordar el autor de esa frase, pero sin duda lo han marcado. Está donde está gracias a todas sus decisiones.

Si tan solo se hubiese alejado de Hyun antes, no hubiera conocido a Chan. De no conocerlo Jimin no aparecería en su vida, y con él se llevaría toda la cadena de sucesos que vinieron luego. La deuda; Yeonsoo; Haneul; los seis chicos... absolutamente todo.

Pero ahí está, dándole una última calada al cigarrillo, llenando su pecho de humo mentolado para luego expulsarlo por la nariz. Respira profundo y decide que es momento de entrar a la sala. Sabe que la razón por la que no aguantó ni dos minutos en la sala de espera fue por la avalancha de preguntas que los tres chicos sentados ahí iban a lanzar.

Al entrar se sienta un poco lejos de ellos. Intentando evitar lo inevitable.

—Sabes lo que tiene pero no nos quieres decir —comienza Namjoon, sin quitar la vista del suelo—. No te pido que me cuentes todo, solo dime qué tan peligrosa es la cirugía.

—Es de riesgo... —Yoongi deja las palabras en el aire.

—¿Y? —Jin lo mira, sin embargo, Yoongi opta por mantener su mirada en el suelo.

—Su sistema inmune es débil. Cualquier cirugía para ella es delicada. —Yoongi frunce los labios.

La sala se inunda en un silencio tortuoso. Sabe que ellos no están cien por ciento convencidos, tarde o temprano sus lenguas se van a soltar y Yoongi va a tener que hablar. Así sea para gritarles o decirle la verdad.

—¿Era tuyo? —Jimin pregunta penetrándolo con la mirada.

—¡Jimin! —Haneul grita, pero él le ignora por completo. Yoongi los mira perplejo, barre con la vista a sus amigos y ninguno parece sorprendido o confundido ante la pregunta—. Lo siento Yoongi —musita—. Ellos dijeron que no dirías nada y como trabajo aquí yo... —se calla  mordiéndose el labio inferior nerviosa.

—¿Pueden darte esa información? —Yoongi se levanta enojado.

—No. Pero...

—¿Saben lo que significa la palabra privacidad? —Los mira con decepción.

—Estuvo muy mal lo que hicimos. —Namjoon imita a Yoongi y lo encara sin levantar su tono de voz. Las personas ya comenzaron a observar y lo último que quiere es que los echen del lugar—. ¿Qué esperabas que hiciéramos? De la nada nos dices que van a operarla, nos pides dinero y no sabemos la razón.

Yoongi respira profundo y mentalmente cuenta hasta diez, no es momento de hacer una escena innecesaria. Además, ellos ya saben más de lo que él quisiera.

—¿Por qué creen que es mío? —Yoongi vuelve a sentarse y mira a Jimin con furia.

—Al parecer tienen un tipo de relación de la que nadie sabía —menciona el castaño encogiéndose de hombros—. No puede ser de Taehyung porque ellos no han tenido sexo, pero no sé si ustedes sí.

—Si era mío o no, no es de su incumbencia. —Yoongi suspira profundo—. Ella no lo sabía y ahora está en una sala, drogada y luchando porque su vida no se termine.

Jimin traga duro y se levanta de su asiento para caminar un poco. Haneul intenta llegar a él sin embargo susurra un «Ahora no, Haneul. Te lo suplico», que basta para que ella asiente y vuelva a sentarse alejada del grupo, sin tener intenciones de irse. 

—De verdad lo siento, ellos me obligaron apenas saliste. —La sinceridad en la disculpa de Haneul provocan que Yoongi no pueda enojarse más tiempo. En respuesta una pequeña sonrisa con un asentimiento. No quiere seguir hablando del tema.

Yoongi se tira contra el respaldar de la silla frente al reloj grande en la pared y comienza a ver la agujas del reloj moverse.

Los segundos se transforman en minutos, y ellos en horas. Comienza a ser eterna la espera. Yoongi se ha levantado y caminado por el lugar más veces de las que puede recordar, ha tomado casi cuatros café y ya no le queda cigarrillos en su cajita que cuando entró al hospital estaba completa. Sus dedos laten de dolor ante las mordidas invasivas de sus dientes, y a pesar de ser un horrible hábito, puede ayudarlo a contener la ansiedad.

La doctora que opera a Yeonsoo sale de entre dos puertas grandes y Yoongi no espera ni un segundo en encararla.

—¿Cómo está? —dice el pelinegro con la voz temblorosa.

—Nada bien. —La doctora niega con la cabeza—. Todo se ha complicado más de lo que esperábamos. Ella eligió la opción de salvar su órgano reproductor pero tuvo una hemorragia que hemos logrado contener. —Una enfermera aparece y le tiende una planilla con un lapicero—. Podemos seguir continuando con la operación e intentar salvar su órgano reproductor, o se lo extirpamos. Pero es tu decisión y se nos acaba el tiempo. —La mujer mira impaciente a Yoongi.

Toda la sangre de su cuerpo se ha drenado por completo y su rostro está descompuesto ante la idea de ser el responsable de lo que pase con ella. Yoongi gira para poder buscar consuelo en la mirada horrorizada de sus amigos, parecen no ayudarle en estos momentos.

—¿Qué pasa si siguen con el procedimiento? ¿Cuanto es el riesgo? —Su cuerpo tiembla más de lo que se permite.

—Es muy elevado, podría no salvarse. No recomiendo que sigas con el procedimiento.

Yoongi se muerde el labio inferior con fuerza saboreando el líquido metálico de la sangre en su boca. Una lágrima escapa de sus ojos y toma la planilla para filmarlo sin pensar demasiado.

—No deje que muera —murmura  Yoongi con la voz entrecortada. La doctora asiente y vuelve sobre sus pasos, tan rápido como verifica que él haya firmado el permiso correctamente.

—¿Por qué debías autorizarlo? —Jimin lo mira confundido.

—Antes de entrar a la sala de operación Yeonsoo debió dejar aclarado que si algo ocurría, Yoongi tenía el poder de decidir —murmura Haneul intentando consolar a Yoongi con la mirada—. Ella confía en ti, lo suficiente para dejar su vida en tus manos.

Yoongi reprime un sollozo y sale tan rápido como sus piernas le permiten de la sala de espera. Su corazón palpita con furia contra el mármol de su pecho; su respiración está entrecortada y su cuerpo no puede dejar de temblar. No puede entender en qué momento le cedió tanto poder a Yeonsoo sobre él.

La idea de no tenerla lo destruye por completo, y a pesar de que aún no pueda admitir sus verdaderos sentimientos hacia la azabache está por completo seguro que ella podrá destruirlo cuando se le plazca y aún así él estaría para ella. Dejando que lo haga si eso la mantiene a su lado.

«¡Patético imbécil!», se golpea mentalmente Yoongi al sentir cálidas lágrimas deslizarse por su mejilla.

Se sienta en el frío suelo de la acera y respira profundo. No puede mostrarse así ante nadie, ni siquiera por esos incomprensibles sentimientos que tiene.

Mira el cielo unos minutos, el aire fresco y puro comienza a llenarle los pulmones y calarse por su chamarra de cuero dándole continuos escalofríos; hace frío, estamos entrando en invierno sin embargo cuando salió antes no se sentía tanto como ahora lo está sintiendo ahora. La noche está estrellada. 

Cierra los ojos con fuerza, da un paso adelante, quería ver aquel paisaje de la ciudad, con estrellas sobre sus cabezas y los faros encendidos. 

Sabe que ella será su perdición, pero no pudo elegir mejor persona para que lo destruya. Sonríe de lado ante sus pensamientos y decide que es momento de entrar y esperar a que Yeonsoo salga de la sala de cirugía dispuesta a seguir destrozando su vida hasta que ya no quede nada. 










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