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19















La luz entra por las finas cortinas directo a su rostro, ella cierra los ojos con fuerza y le da la espalda queriendo así, reconciliar el sueño. Se recuerda que debe entregar proyectos en la universidad y además de que dentro de poco tiene un importante examen. La idea de levantarse y comenzar con sus estudios la persiguen, pero no hace mucho. En realidad le gustaría estar en esa posición cuanto tiempo su cuerpo y mente le permitan. Dos golpes suaves en la puerta la vuelven a despertar, ella refunfuña en su lugar, pero no dice nada, con la esperanza que quien quiera que esté del otro lado de la puerta se vaya. Sin embargo, esta se abre dejando ver la hermosa y cálida sonrisa de Hoseok.

—Buenos días —dice sonriendo. Entre sus manos trae una bandeja con zumo de naranja y unos panqueques—. ¿Cómo amaneciste?

—Lárgate —masculla y se vuelve a recostar tapándose de nuevo con la frazada.

—Seguro aún te duele la cabeza —Hoseok se sienta a un costado de la cama—. Llevas una semana aquí. Todos afuera están preocupados.

—Hoseok, déjame en paz —Ella se sienta en la cama y deja ver su hinchado y rojizo rostro de tanto llorar.

—Venga, no puede estar así toda la vida —murmura Hoseok, deja la bandeja en la mesa de luz y se abre paso entre las mantas junto a su hermanita—. Si lo amas, solo dile

—No lo amo —dice Hane, su voz se entrecorta y tiene que tragar varias veces para apaciguar el nudo que se forma.

Hoseok reprime un puchero y pasa uno de sus brazos por encima de sus hombros para darle la contención que puede. Deja que ella repose su cabeza en su pecho y la abraza por la cintura, escucha como solloza en silencio. No puede sentirse más crucificado al darse cuenta que no puede hacer nada para apaciguar su dolor, que un corazón roto es inevitable.

—Entonces, ¿Por qué estás así? —Hoseok aprieta su abrazo.

Haneul estira su mano hasta alcanzar el zumo y es lo único que necesita su hermano para poner distancia entre ellos. Su pequeña hermana no quiere sentirse más expuesta.

—Jungkook me dijo que no volvería a hablarme —susurra—. Jamás hemos estado separados más de dos horas, ¡Llevo una semana sin saber de él!

—Primero cálmate, porque me escupiste todo el zumo en el rostro —dice Hoseok divertido y limpia su cara con la frazada de ella—. Segundo, es un chico que ha estado enamorado de ti desde la secundaria. Debes darle tiempo.

—¿Y crees que yo no? —farfulla por lo bajo con la pulsación detrás de su oreja.

—¿Entonces por qué no estás con él? —masculla entre dientes.

—No lo entenderías —dice y hace un mohín para restarle importancia.

—No es tan difícil de entender, Haneul.

—Es fácil para ti decirlo —murmura y limpia algunas lágrimas que han comenzado a caer por sus mejillas—. No tienes lo que yo con Jungkook.

—Debes comer o al menos ve y dile a mamá que estas bien —dice su hermano y antes de irse deposita un beso en su frente—. Solo no te mientas, Haneul.

Hane hace a un lado la bandeja con comida y vuelve a recostarse, toma su celular de la mesita de luz y lo enciende; se encuentra de lleno con una foto de ella y Jungkook en un parque de diversiones. El nudo vuelve a formarse en su garganta, pero prefiere ignorarlo, desbloquea el móvil y entra a mensajes. El borrador de un texto de la noche anterior la recibe y encoge su corazón.

Relee el mensaje una y otra vez, en donde le pide al castaño de ojos grandes que se vean para poder hablar. Pero no hay mucho de qué hablar. Jungkook dejó en claro sus sentimientos, y a pesar de que Haneul no lo ha dicho en voz alta, también lo ha dejado en claro. No puede corresponderle como le gustaría. Se maldice así misma, hace un tiempo atrás estaba loca por su mejor amigo, y soñaba con el día en que él se le declarara; pero ahora que lo ha hecho, no puede corresponderle, porque el nombre de un completo desconocido con novia se interpone en sus pensamientos.

Deja el celular a un lado y se recuesta mirando el techo. No puede evitar sentirse vacía. Nunca ha pasado tanto tiempo lejos de él como ahora, incluso en aquellas ocasiones cuando tenían diferencias y peleaban como una verdadera pareja de novios, no duraban ni tres horas distanciados. Siempre uno de los dos daba brazo a torcer, por el simple hecho que su vida no es la misma si no lo tiene al otro en ella.
Se pregunta a sí misma si podría tener una oportunidad con quien en realidad está robándole los pensamientos, pero tan rápido como lo piensa la imagen de una delgada chica, llena de cicatrices y una mirada intimidante, la invade de pronto. Jimin está en pareja, y aquella chica es mucho más valiente de lo que ella será jamás. No puede olvidar como las defendía de aquellos dos sujetos, pero sobre todo, no entiende qué hacían ahí, y por qué iban en busca de Jimin. Es demasiado, incluso para ella.

Su mente viaja a los ojos redondos de Jungkook y una sonrisa se dibuja en su rostro. Sería una idiota si lo rechaza, después de tantos años de estar enamorada de él. Jimin solo es un capricho, una fantasía de novela; en cuanto deje de pensarlo, todo volverá a la normalidad y podrá darle una respuesta a Jungkook, una que él quiere y ella esperaba; antes.

Haneul vuelve a tomar el celular y le marca a Jungkook sin pensarlo. Los pitidos suenan uno detrás del otro, para finalmente terminar en el buzón de voz.

—Jungkook, te extraño... —Su voz se quiebra—. Por favor, háblame —solloza—. Iré al bar rojo, ese que tanto quería ir y no me dejabas, te esperaré allí —dice y corta.

No lo piensa demasiado, se levanta de la cama y se da una rápida ducha con agua fría para espabilar su sueño. Toma un conjunto deportivo gris y por encima un saco que le llega por encima de sus pantorrillas. Elige una gorra negra y una mascarilla del mismo color. Sale de su habitación y antes de finalizar las escaleras para salir de la casa, escucha a su madre y hermano hablando.

—Hay alguien más —susurra su madre.

—No puede ser, Haneul ha estado enamorada de Jungkook desde el kínder —responde Hoseok de la misma manera.

—Conozco a mi hija, Hoseok —dice un poco más segura—. Hay alguien más en su cabeza.
La castaña sin poder seguir husmeando, baja los últimos escalones con fuerza.

—Voy a salir —farfulla desde la entrada, se coloca las zapatillas y sale sin darles tiempo a reaccionar.

Decide apresurar el paso por si a su hermano quiere hacerle compañía. Saca de sus bolsillos los enredados audífonos y camina bajo el cielo gris directo a un bar que nunca piso en su vida. Había escuchado en los pasillos de la universidad, que en aquél lugar se puede encontrar muchas personas famosas, pero lo que lo destaca en realidad, es que lo que pasa en el bar rojo, queda en el bar rojo. Es por eso que Hane siempre quiso pisar el lugar un sábado por la noche, pero Jungkook no le permitía ir sin él y casi nunca podía ir los sábados.

Tal vez, y por eso, su amigo quiera ir en su encuentro, pues es una promesa que tiene hace años.

Haneul se para frente a lo que las negras y aterciopeladas puertas, con un enrome letrero fluorescente con las palabras .Bar Rojo. en el. Sonríe desganada al darse cuenta cuan idiota es al venir a un lugar donde está segura que su amigo no aparecerá. Suspira profundo y entra, sin antes mostrarle su identificación al hombre de seguridad. El ambiente no es más que otro bar común y corriente. La decepción la invade y pronto como entra quiere huir, pero se obliga a caminar a paso lento.

Las mesas están por doquier, con un mantel rojo y decorado con colores neones, mientras que las aterciopeladas sillas negras las rodean. Las luces están encendidas y las pequeñas ventanas en el teco se encuentran abiertas. Detrás de la barra se encuentran tres personas limpiando y ordenando las botellas, mientras que del otro lado, unas dos personas están sentadas en las butacas con un vaso frente a ellas.

No es ni de cerca lo que pensó, tal vez sea el horario en el que ingresó, y es que no pasan de las nueve de la mañana. Es claro que las personas no vienen tan temprano a empezar su alocado día. Haneul ríe por lo bajo y se acerca a la barra. Deja caer su cabeza de costado sobre el frio mármol.

—¿Qué te sirvo? —una gruesa y rasposa voz suena desde el otro lado de la barra.

—Lo más fuerte que tenga —masculla la castaña y levanta la vista, chocando de frente con unos grandes ojos castaños.

Un chico de al menos un metro casi ochenta, con cabello castaño y rulos que caen por su frente la miran con desinterés. Sus labios en forma de corazón se arquean en una sonrisa cuando ella se queda más tiempo del debido mirando aquellos labios rojizos. La vergüenza la invade y debe mirar el lustrado mármol de la barra para evitar que vea su sonrojado rostro.

—Es un poco temprano, ¿no crees? —dice un poco más cerca que antes.

—Problemas amorosos, son lo peor —masculla Hane y se toma la cabeza con ambas manos. Había escuchado con anterioridad, que cuando alguien tiene mal de amores debe ir a un bar en busca de oídos y un buen trago, por eso, ante el desconocido que la mira divertido, decide abrir su corazón.

»Estuve enamorada del mismo chico durante más de quince años, ¿entiendes? —dice ella con la voz enronquecida—. ¡Quince años! y de pronto conozco un estúpido chico que no deja de dar vueltas por mi cabeza, cuando creí que nada podía empeorar, el chico del que estaba enamorada se declara y... ¡Ah! —Tira los brazos al aire—. Es un idiota.

—¿Y nunca le dijiste al idiota que te gusta?

—No, tiene una aterradora novia —masculla ante los recuerdos—. Jodido imbécil, debería invitarme a salir al menos. Arruinó mi vida.

—¿Puedo saber el nombre del idiota? —dice el chico afirmando sus codos en la barra.

—Jimin, jodido Park Jimin —masculla entre dientes con el tono elevado, llamando la atención de los presentes.

—Me han dicho cosas peores —dice una segunda voz.

Haneul cierra los ojos con fuerza, la idea de que la tierra la trague y no volver a respirar es muy tentador. No debe levantar la mirada para saber que quien está frente a ella, a un lado del chico de cabello rizado, es el castaño de ojos pequeños.

—¿Quién es tu novia? —pregunta divertido el de rulos.

—Yeonsoo —suelta, divertido—. Fue la noche que la golpearon, ya sabes.

—Oh —masculla por lo bajo. Su tono cambia tan drásticamente que las ganas de saber que sucede le pican pero aún no se atreve a levantar la vista.
Los pasos de alguien alejándose alivian su pesadez, es entonces que se anima a mirar a quien aún está frente a ella. Los divertidos ojos de Jimin la golpean de frente.

—No me mires —suelta la castaña.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —dice ceñudo Jimin, saca de abajo una botella de agua y se la tiende retirando un poco el vaso de licor que antes le dio el chico, aparentemente, llamado Taehyung.
Una avalancha de posibles mentiras la invaden, pero sabe que Jimin ha escuchado todo lo que dijo respecto a él por eso, y con un poco de coraje aumentando en su sistema, levanta el mentón.

—Tú ocasionaste esto —dice segura.

—No recuerdo haber hecho tal cosa, Haneul.

—Tendrías que haber nombrado a tu novia desde el primer momento así no me permitía sentir cosas por ti —masculla con coraje.

—No tengo novia, Yeonsoo es solo una amiga —dice él y ríe por lo bajo.

—Pero tu dijiste... —calla al recordar que en realidad él nunca lo dijo, y mucho menos la pelinegra. Quiere golpearse por sobre analizar todo y dar por sentados cosas que ni siquiera son ciertas—. De cualquier forma, me confundes.

—Lo lamento, si hay algo que pueda hacer para solucionar esto solo dime —dice con dulzura.

Las ganas de abalanzarse contra él y besarlo son más grandes de lo que cree, pero no se permite caer en sus encantos, no al sentirse así de expuesta ante él.

—De hecho la hay —farfulla—. Te espero hoy, pásame a buscar y llévame a una cita.

Jimin parpadea confundido y da dos pasos hacia atrás, la vergüenza invade el pequeño cuerpo de Haneul pero antes de que logre arrepentirse de hablar, toma el trago fuerte y lo deja caer por su garganta quemando todo a su paso.

—¿Me estás invitando a una cita? —murmura.

—No, tú lo haces —dice y se levanta de su asiento—, ¿A las ocho? ¡Perfecto!, no llegues tarde.

Entonces, y como si el verdadero propósito al que asistía al bar se hubiese esfumado, sale por las grandes puertas, y deja un confundido y aturdido Jimin que solo mira el lugar por donde la pequeña mujer acaba de salir.

—¿Qué acaba de suceder? —masculla el castaño sin entender nada.

—Acabas de invitarla a salir —dice burlón Tae—. Creí que habías dicho que era una dulce y tímida chica, y eso no me pareció tímido.

Jimin rodea la barra y se deja caer en una de la misma butaca que anteriormente usó Haneul, tira su cabeza hacia delante y le tiende el vaso a Tae para que lo llene con licor. Si quería invitarla a una cita, pero no esperaba que fuera tan pronto, no después de lo ocurrido con Jungwoo y Jungkook.

—Si Jungkook se entera va a golpearte muy duro —dice Tae sirviendo licor en el vaso—. Y no voy a salvarte cuando pase.

—Si los miedos controlaran mi vida, en estos momentos no estaría aquí —suspira Jimin y  frunce los labios—. No puedo temerle toda la vida a Jungkook, además ella es la que acaba de invitarme, puede tomar sus decisiones sin el permiso de nadie —continúa tomando todo el líquido de un solo sorbo—. Jungkook de alguna forma se ha creído dueño de ella, y no es así. Nadie lo es.

—Ojalá no te equivoques.

—¿Qué dices?

—Acaba de decirme que estaba enamorada de Jungkook hace más de quince años. —Taehyung sirve un poco más de licor en el vaso—. No te hagas ilusiones, un amor así no puede simplemente desaparecer.

—Gracias por alentarme —masculla entre dientes y vuelve a beber.

—Solo digo, no es bueno tener un corazón roto.

—¡Dios! Ya sácatela de la cabeza. —Jimin tira el celular que tenía en la mano sobre la mesa—. No puedes estar así toda la vida.

—No sé de qué hablas.

—Por favor, el nombre Yeonsoo sale por tus poros.

—No sé qué quieres que haga. —Taehyung deja de lado el licor—. La chica ha estado en mi cabeza desde una estúpida noche donde le di las gracias. Seguí tu consejo y le dije todo, incluso me humille diciéndole que no me ame, pero me deje amarla ¡Por el amor de dios! —Tira los brazos rendidos al aire—. ¿Quién demonios hace eso?
—Tae...

—No, déjame terminar. —Respira profundo—. Para seguir humillándome la quise seguir, y tal vez ponerme de rodillas, pero la vi abrazada de Yoongi. El tipo la ha tratado como la peor basura y ella decide vivir con él. ¿Cómo es posible eso? ¡Dime!

—Yeonsoo y Yoongi tienen historia, Taehyung. —Jimin intenta apaciguar su tono de voz para que su amigo no se sienta atacado—. No importa cuánto intentes entender la relación de ellos, nunca sabrás lo que los une.

—¿Tú lo haces?

—Para nada, pero vi con mis propios ojos que tanto pueden estar conectados por su pasado. —Jimin se queda mirando un punto fijo en la mesa, recordando la fiesta.

No puede evitar recordar la oscura mirada de Yoongi sobre el cuerpo de Yeonsoo que se encontraba bailando. Sabe perfectamente que él no se acercó a ella por celos, sino, por deseo. No fue el chico con el que ella bailaba, pero si, en la forma en la que ella se movía. Yoongi y Yeonsoo tienen algún tipo de conexión que, aunque se la expliquen no cree ser capaz de entenderla, al menos no del todo. Pero lo que más lo tortura ahora, es saber que el castaño de risos frente a él, no tiene idea de lo que pasó en la fiesta.

—Como sea, no quiero hablar de ella. Bastante tengo ya con tenerla en la cabeza todo el día. —Taehyung vuelve a servir licor, pero esta vez lo toma él—. ¿A dónde la llevaras?

—¿Bromeas? Hoy tenía planes con Hoseok, y de pronto le cancelo para salir con su hermana —farfulla.

—Tal vez no deberías salir.

—Pero es mi oportunidad —murmura pensativo—. Aunque no soy bueno.

—Disculpa —la ronca voz de un hombre mayor suena a su lado—. Debería salir con esa chica, acaba de decir que todo su amor por un chico fue reemplazado por ti. Si eso no es suficiente para ti, entonces eres un idiota; como ella lo dijo.

—Solo es una cita, Jimin. No vas a casarte —dice Tae divertido.

—Llamaré a Tae-Oh para que me reserve una mesa en su local —suelta, rendido.

—¿Qué? — Tae se ahoga con el licor y comienza a reír mientras tose—. Ese lugar es espantoso, me sorprende que los de salubridad no lo hayan clausurado. Literalmente los insectos caminan por los platos aun cuando te los sirven.

—Mi presupuesto no da para más —dice Jimin entrando en pánico.

—¿Qué tal aquí?

—¿Estás loco? —masculla Jimin ceñudo—. Es una cita, sabes las cosas que pasan aquí en la noche.

—Eres toda una dulzura. —Taehyung afina su voz haciéndole burla.

Jimin lo mira asustado, ha paso tanto tiempo desde que tuvo una cita con alguien, que no quiere arruinarlo, de verdad quiere que sea especial, porque después de todo, no hablan de cualquier persona, es Haneul quien irá. Tae ve la mirada en su amigo quien se pierde en un punto fijo en el mármol de la barra. Se puede ver cuán afectado se siente en realidad y lo último que quiere es pasarle sus miedos a él.

—¿El almacén?

—Si no vas a ayudar mejor cállate —masculla Jimin se levanta y se lleva en vaso consigo para lavarlo.

—Hablo en serio podemos llevar una mesa. —Taehyung saca su celular del bolsillo—. La madre de Yoongi hacía manteles para restaurantes, tal vez tenga alguno guardado. Ponemos luces y hacemos comida aquí. —Se encoge de hombros—. Será algo romántico, lindo y a la vez fuera de lo común. Porque dime, ¿qué demente lleva a alguien a un almacén abandonado en su primera cita?

—Eso no ayuda Taehyung —dice Jimin secando el vaso.

—¡Vamos Jimin! Solo piénsalo. No sería mala idea.

—Pero hace un frío de muerte.

—Hacemos una fogata, sabes que con una fogata el lugar entra en calor en media hora. No es tan grande.

—No lo sé... —dice indeciso—. Además tenemos el turno de noche...

—No te preocupes yo te cubro —dice una tercera voz.

Jimin gira sobre su propio eje para enfrentar a su compañero de trabajo que presta completa atención a la conversación de los dos amigos. Le dedica una mirada de indignación al darse cuenta que la única excusa que podía utilizar para no ir, es resuelta.

—Dime —dice una ronca y adormilada voz del otro lado de llamada.

Jimin abre los ojos, sorprendido y niega con la cabeza sin decir nada. No tiene otra idea, y para ser honesto, mientras más lo piensa más le gusta, aunque debe limpiar todo el lugar, comprar comida hecha y conseguir un pantalón que no lleve más de cinco años en su closet.

—Yoongi, tu madre hacía manteles para restaurantes, ¿verdad? —dice Taehyung indiferente a su tono.

—Sí, ¿por qué?

—Tal vez tu madre haya dejado alguno ahí, ¿me lo podrías prestar?

—¿Para qué quieres un mantel? —dice Yoongi divertido y despierto.

—Es para Jimin, quiere invitar una chica a cenar. —Tae pone los ojos en blanco.

—Solo dime que no es Haneul —masculla.
Tae fija la mirada en su amigo que niega en respuesta. Se muerde el labio ansioso de lo que podría decir si le dice la verdad.

—No, y no te importa con quién sale —responde Tae a la defensiva.

—Dile que la lleve a un local de comida —dice luego de un rato.

—No tiene presupuesto. Además que no muera el romanticismo. —Tae se saca la remera con el logo del bar y la reemplaza por su vieja camisa a cuadros, el horario de salida se acerca, ya que les tocó el turno de noche—. Por falta de presupuesto, hay que hacer todo casero.

—Vaya idiota, trabaja y no le alcanza para pagar ni un simple paquete de fideos negros. —Ríe Yoongi.

—Estoy escuchando —habla Jimin ofendido.

—Voy a ver si encuentro algo, tal vez para mañana.

—Hoy es la cena. Así que mueve ese trasero tuyo de la cama y busca el mantel, para saber si contamos con eso o buscamos otra alternativa —dice Jimin asumiendo por completo la idea de Taehyung.

—De acuerdo —bufa el pelinegro de mirada felina—. Pero me debes una.

—Venga, cámbiate que son las nueve y tenemos hasta las seis a más tardar siete para terminar todo —dice Taehyung guardando el uniforme debajo de la barra.

✿  ✿  ✿  ✿  ✿  ✿


—No es que no quiera ayudarlos —dice Nam a medio vestir en la entrada de su departamento mirando al par de amigos—. Esperen, no, no quiero ayudarlos. —Ríe solo e intenta cerrar a puerta, pero Jimin lo detiene.

—Por favor, no estoy pidiéndote mucho. —Jimin junta sus manos en suplica, sintiéndose patético—. Prometo pagarte.

—Si pudieras pagarme, no estarías pidiéndome esto —dice Namjoon en burla.

—¡Ay por favor! —masculla Taehyung  frustrado—. No te hagas de rogar tanto, no te cuesta cocinar un par de platos para la cena de Jimin.

—No tengo ingredientes, y estaré solo. —Namjoon se abre paso para que el par entre al pequeño departamento.

Pedir ayuda a sus amigos no siempre es su fuerte, por lo general, le gusta hacer las cosas solo, y aunque suele funcionar, a veces termina ahogado en sus propios problemas. Por eso, y con el pulso detrás de su oreja, se deja humillar solo un poco para pedir un poco de apoyo de sus amigos.
Toma el móvil en sus manos y busca en su corta lista de contactos el nombre de quien probablemente lo haga suplicar un poco antes de aceptar.

—¿Qué? —contesta SeokJin del otro lado.

—Hola Jin, necesito que me hagas un favor... —dice Jimin, pero tres pitidos de que ha cortado la llamada suenan.

Namjoon ensancha su sonrisa triunfante. Jimin sin poder permitir rendirse vuelve a marcar.

—No estoy interesado, gracias —dice rápido Jin.

—Ni siquiera has escuchado. —Jimin suena más desesperado de lo que le gustaría.

—Tienes diez segundo para hablar desde... ya.

—Necesito que ayudes a Namjoon a preparar un pequeño menú. Quiero hacerle una cena romántica a una chica —dice rápido y conciso con los ojos y los puños cerrados.

—¿Por qué no la haces tú? —responde Jin ahora más calmado e interesado en la propuesta.

—Porque si supiera cocinar, créeme que mis ingresos no se irían en comida rápida todo el tiempo. —Jimin sonríe melancólico ante los recuerdos de su niñez, donde la rubia de ojos zafiros quiso enseñarle a cocinar.

—De acuerdo, y como sé que no podrás pagarme. Quiero que hagas otra cosa por mí —dice al final Jin.

Jimin sonríe triunfante en dirección de Namjoon que solo rueda los ojos tirando los brazos al aire.

—Claro, dime que es.

—Aún no lo sé, pero cuando lo sepa no podrás negarte. —Jimin arruga la frente, pero no dice nada—. Estaré en casa de Nam con los ingrediente dentro de media hora, ¿para qué hora necesitas esto?

—Eres mi puto ángel Jin —murmura Jimin entusiasmo—. La cena es a las ocho así que como a las siete con cuarenta y cinco o, con cincuenta debe estar en el almacén.

—¿A esa pocilga la llevaras? —dice incrédulo Jin.

—Larga historia, luego te cuento —murmura y corta—. Ya te conseguí ingredientes y un compañero. —Mira a Namjoon sonriente.

—Tienes un cocinero e ingredientes, ¿para qué me necesitas?

—Trabajaste de chef durante cuatro años. Tu comida es malditamente deliciosa. —Jimin vuelve a suplicar—. ¿Sabes? Olvídalo.

—Bien, pero deberás servirme un trago gratis en el bar rojo —dice Nam, dejando de lado su indiferente tono.

—¡Gracias! —Jimin le sonríe amable y agradecido.

—Bien, ya tenemos la comida, ahora necesitamos ambientar ese lugar. —Tae mira a Jimin—. Préstanos tu auto.

—¿Algo más que quiera de mí? —Namjoon tira los brazos rendido al cielo y niega con la cabeza entregándole las llaves a Tae.

—Bien, estaremos en contacto. Cualquier cosa llámame. —dice Tae y sale del departamento.
Jimin intenta seguirlo pero Nam  lo detiene del brazo y toda diversión de antes, desaparece de su mirada.

—¿Es Haneul la chica? —murmura por lo bajo, Jimin no responde—. Entonces Yoongi no lo sabe, solo ten cuidado, Jimin.

El castaño asiente sin poder responder y sale.
Se encaminan directo a la casa de Taehyung donde, como pueden, sacan una mesa redonda desarmada e intentan meterla en el bocho viejo y pequeño de Namjoon, acompañada de dos sillas.

Al llegar al almacén, por primera vez contemplan la verdadera suciedad y desastre que es. Se miran, pero prefieren ignorar todos esos pensamientos que les dicen que renuncien. Toman un cepillo de piso cada uno y comienzan a barrer, sacando los escombros y una que otra lata de cerveza vacía. Mueven el ring a una esquina donde la luz de la fogata no le dé. Después de todo, Haneul seguramente se va a sorprender y no quiere tener que explicarle porqué hay un ring improvisado en el lugar. Voltean los sofás y sacan toda la suciedad y tierra de ellos. Jimin los mira ceñudo, tendrá que traer un par de frazadas limpias para colocarlas en los sofás y así ocultar la verdadera cara de estos. Trae de afuera un par de rocas grandes y pesadas. Las coloca formando un círculo en donde irá la fogata. Toma la bolsa grande de residuos con ayuda de Taehyung y la botan en un basurero. Comienzan a armar la mesa con un poco de dificultad y lentitud, pues parece que va a caer en pesados cada vez que la levantan.

—Deberíamos ver si funciona la electricidad en este lugar. —Tae se seca el exceso de sudor de su frente con su antebrazo.

—¿Para qué? —Jimin imita su acción y toma un poco de agua.

—¿Bromeas? —dice cansado—. La fogata es linda y calentará el lugar, pero en definitiva hay que colocar luces. —Jimin sonríe de lado.

—¿Quién tendrá la cita? —dice con burla.

—¡Por favor! Hay que hacer esto con clase. —Se ríe.

Corre hasta el auto y saca una pequeña caja. De ella extrae un cable largo con pequeña luces colgadas de él. Jimin quiere preguntarle en qué momento metió eso en la cajuela, pero prefiere cuestionar una vez que todo esté listo. Tae camina con las luces colgando de sus grandes manos hasta el pilar cerca de la fogata y de la mesa, las enchufa pero las luces no encienden.

Jimin decide ir en busca de algún interruptor que funcione. El almacén no es tan grande como parece de lejos, pero tampoco es pequeño. Al menos en el lugar entran tres casas medianamente grandes.

Busca en cada pilar del lugar y finalmente encuentra uno un poco alejado. Le grita a Taehyung que se aleje por si acaso. No quiere ser el causante de electrocutar a Tae. Sube las perillas y espera.

—¡Funciona! —dice emocionado.

Jimin sin poder evitarlo da un pequeño salto y corre para ver las luces.

Son amarillos por lo que se ve más cálido el lugar. Tae las desenchufa y mira al rededor, inspeccionando que nada quede fuera de lugar. Ha quedado mucho más limpio y ordenado que antes, incluso se ve un tanto romántico. Ambos se miran con cierto orgullo ante su trabajo y antes de echarse de lo cansados que están, se vuelven a montar en el carro y ahora se dirigen a la casa de Yoongi. Miran el reloj y son las cuatro, por lo que tienen tiempo para comer un poco, ya que desde que salieron del bar no han comido una sola cosa.

Taehyung estaciona frente la casa de Yoongi, pero no se baja, se queda apretando el manubrio con fuerza y mira un punto en sus piernas.

—No debes entrar, puedo recoger los manteles y vamos a algún lugar a comer —dice Jimin y sonríe amable.

—Ya no tengo quince años, además es solo una persona. —Tae lo mira—. No puede controlarme de esta manera.

Jimin da dos golpes en la puerta, rogando por dentro que quien atienda sea el pelinegro de mirada felina, y no ella. Por suerte, quien los recibe es Yoongi, con la mirada cansada y unas notorias ojeras debajo de sus ojos. Les hace permiso para que pasen y los lleva hasta la cocina donde les sirve arroz, kimchi y fideos negros. Ellos agradecidos y muertos de hambre comen sin decir una sola palabra.

—Busqué por todos lados y encontré este mantel —dice Yoongi y levanta un mantel doblado de color celeste con flores de todos los colores. Jimin lo mira horrorizado ante la tela y Yoongi ríe—. Es broma —murmura divertido—. Está este, pero es el favorito de mi mamá, si le haces un mínima cosa no vivirás —espeta Yoongi y le entrega el mantel rojo de seda con bordados negros.

Jimin agradece haciendo una reverencia ya que no puede dejar de comer. La idea de dejar todo en su lugar y tomar una cerveza relajado lo invade, está realmente cansado y no es para menos teniendo en cuenta que su turno en el bar es de noche y para cuando apareció la castaña, estaba terminando. Solo quería comer y dormir hasta que empezara su turno nocturno otra vez. Pero no puede culparla, pudo llamarle y cancelarle, solo que no quiso hacerlo.

Una puerta se abre e interrumpe el momento, Jimin para de comer y mira como aparece Yeonsoo por el pasillo, con su familiar chaqueta de algodón negra con capucha y unos short que dejan ver sus escandalosas cicatrices.

Mira a Taehyung de reojo qué deja de comer, pero no levanta la mirada del plato; luego pasa a Yoongi qué se ha puesto serio, con la vista fija en algún punto en la mesa. Ninguno de los dos se atreve a mirar el sonriente rostro de Yeonsoo que se ilumina al ver al castaño.

—¡Jimin! —Sonríe y lo abraza por detrás, deposita un beso en su cabeza con dulzura y lo mira—. De saber que venías me ponía más linda. —Le guiña un ojo y pasa a la nevera, ignorando por completo a los otros dos.

—Es que me gusta verte así —dice, pero la incomodidad de la situación se filtra por sus palabras mirando de reojo a los dos chicos que no se mueven.

—Dime que vienes a llevarme a algún lugar bonito. —Se sienta al lado de Jimin con un par de palillos y un vaso de agua para los dos.

—En otra ocasión, ahora tengo una cita. —Jimin prefiere cuestionar el comportamiento de los dos chicos luego. Después de todo Yeonsoo está sonriente y divertida.

—¡No me jodas! —Lo golpea con suavidad y come un poco de fideos—. Creí que eras malo para ella.

—Tal vez no lo soy —dice con media sonrisa.

—Ya hasta me siento celosa. Más te vale que conmigo sea el doble de esfuerzo que le pones a esta cita.

—¿Quién dice que le pongo mucho esfuerzo? —Jimin la mira divertido.

—Por favor, tienes un horrible olor a sudor además de tener la cara manchada con polvo. —Ella le señala un punto en su rostro.

Jimin enrojece de la vergüenza y Yeonsoo ríe.

»Bien, me tengo que ir, pero te veo después —murmura Yeonsoo y deposita un beso sobre su cabeza.

—Yeonsoo... —Yoongi habla, pero por primera vez, desde que los dos chicos frente a él lo conocen, se escucha como el dolor se filtra en sus palabras. Incluso, es tan evidente que Taehyung lo mira incrédulo.

Ella, sin embargo, lo ignora y se va dando un sonoro y evidente portazo. Jimin quiere seguir a la castaña y bombardearla de preguntas sobre la situación. Después de cómo bailaron, de cómo se tocaron, no puede entender que ya no pueda ni siquiera verle; pero Yoongi siente vergüenza, una que no lo deja ni siquiera levantar su rostro.

—Gracias por el mantel, te debo una —dice Jimin y le da un codazo a Tae para que se vayan, pero éste mira fijamente al pelinegro—. ¿Taehyung?

—¡Oh, sí! Gracias por la comida hyung. —Hacen una reverencia y salen tan rápido como pueden.

Hay demasiada historia ahí, una que no está dispuesto a escuchar, al menos no esta noche.







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