🌑 El hilo opaco.
El amor seguramente siempre será algo que no terminaremos de comprender, jamás.
A pesar de que, él hablar de él, es un tema universal.
En un principio se escribía una historia cruda y realista a fin de demostrar la realidad, la forma muy explícitamente. Pero una vez más, se salió todo de mis manos, pues el destino se escribe solo.
Y está historia poco a poco se convierte en un poemario gris y melancólico. Sin embargo, realista.
Solo lo balbuce así, para no llamarlo Amor Imposible, porque es de esa manera.
Amor entre dos seres que nunca podrán pertenecer el uno del otro. Dos seres que jamás podrán estar juntos.
Bajo la luz de los tres cuerpos celestes alineados, se encontraba la mirada perdida de aquella solitaria princesa. Mirándolo todo. Mirando a la nada.
Mientras el tiempo se recorría.
Detrás de ella, estaba él. Dispuesto a hacerlo todo encadenado a la incapacidad de no hacer nada.
Su voz peleaba por llegar a los oídos de ella, pero ni siquiera la lírica más perfecta parecía tener sentido. La espera y desesperación lo consumía como la oscuridad que ella desprendía.
—Joven princesa—por fin se atrevió a mencionar acercándose a ella —¿Usted baila?—se atrevió a preguntar ganándose toda la atención de la contraria
—Lo haría si supiera hacerlo—contestó la joven dama con algo de timidez al ver de quien se trataba
—¿Quisiera aprender conmigo?—mencionó acercando la palma de su mano a ella
—No puedo...—respondió la joven bajando la mirada—No quiero hacerle daño
—¿Porque lo haría?—le cuestionó el joven
—Siempre lastimó a las personas cuya parte de su cuerpo se junta con la palma de mi mano—respondió—Se desintegran como si de polvo se tratase
—Entonces, será un riesgo que me atreveré a tomar—contesto sonriéndole con dulzura
Querida princesa, se quedaban sin tiempo.
El tiempo siempre se acaba. Y el joven no quería tomar el camino en donde se tenía que renunciar. El camino del arrepentimiento.
Con indecisión posicionó la palma de su mano sobre la de él. Sin embargo, nada pareció desaparecer, solo la oscuridad.
Al momento de juntar sus palmas, sus almas crearon una pequeña conexión, podríamos llamarle un hilo opaco que poco a poco se iba desgastando con el paso de los segundos, minutos, horas.
Y al ritmo de la dulce melodía, sus dos cuerpos se sincronizaron.
Tanto tiempo teniéndolo todo, sin gozar el verdadero privilegio de sentir.
Tanto tiempo teniéndolo todo, sin tener nada.
Hay cosas que no están bajo nuestro control, no podremos ser más que seres impotentes. Pero el amor...el amor se compone de una única alma que habita dos cuerpos. No había nada que decir, sus simples miradas se complementaban, ambos, dos almas jóvenes que querían comerse al mundo de un bocado.
Un segundo.
Solo bastó un segundo, para saber que querían estar juntos.
Estaban enamorados, se notaba en la forma de su mirar, que guardaba el secreto más maravilloso y caótico de su mundo.
Y yo, la tierra.
Pude ser consiente y cómplice de aquel sentimiento, de aquel instante en que ellos dos, sellaron aquel devastador destino.
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