AVISO

Esta es la segunda parte de mi libro "En la Guerra y el Amor", toma inicio a partir del final alternativo, así que si aún no lo has leído ve a hacerlo, esto para que puedas entender el contenido, gracias ;3

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Cinco años atrás, el universo había quedado finalmente en paz, con la destrucción del terrible virus que se hacía llamar Absolute Solver. La paz se asentó gradualmente en la vida de todos, dando paso a una tranquilidad inquietante después de todos los años de guerra vividos. Las cicatrices de la batalla aún eran visibles, no solo en los paisajes devastados, sino también en los corazones de aquellos que sobrevivieron. Sin embargo, en medio de la reconstrucción y el renacimiento, surgieron nuevas historias, nuevos comienzos.

Uzi y N eran ahora una familia, viviendo en un acogedor departamento en el corazón de la ciudad. Su hogar estaba lleno de risas y amor, una imagen que contradecía el caos que ambos habían conocido. Junto a ellos vivía su pequeño hijo de 5 años, Noi, quien se parecía físicamente a N, pero con ojos y cabello morados como los de su madre. El niño era una mezcla perfecta de ambos, no solo en apariencia sino también en personalidad. Noi heredó la valentía de su padre y la inteligencia aguda de su madre, siempre curioso y lleno de preguntas sobre el mundo que lo rodeaba.

Uzi y N habían elegido ese nombre por una simple razón: querían rendir homenaje a Nori, sabiendo que sin su llegada habrían muerto en batalla. Nori había sido una figura clave en su supervivencia y, al dar su nombre a su hijo, sentían que una parte de ella vivía en él. Sin embargo, también querían que el nombre fuera lo suficientemente distinto para ser propio de su hijo, un reflejo de la nueva vida que estaban construyendo.

La rutina diaria de la familia estaba llena de momentos simples pero significativos. Uzi, que había encontrado un trabajo en un laboratorio de investigación y creación de armas para defensa, sí aunque no fuera ya necesario su obsesión con las armas seguía presente, pasaba las mañanas llevando a Noi a la escuela antes de dirigirse al trabajo. N, por su parte, había comenzado a trabajar como ingeniero, reparando y mejorando la tecnología que una vez había sido utilizada para la guerra. Cada tarde, al regresar a casa, N y Noi esperaban ansiosamente a Uzi, disfrutando juntos de cenas llenas de historias y risas.

Pero claro, la pareja no era la única acostumbrada a esta nueva vida. S y Cyn, que ahora vestía siempre con un hermoso vestido azul celeste y su característico moño negro, ya estaban completamente habituadas a la calma. La transición de la guerra a la paz había sido desafiante, pero juntas habían encontrado la forma de construir una vida llena de amor y estabilidad. En su hogar, criaban a su pequeña hija Lila, que estaba a punto de cumplir 6 años. Lila era una niña vivaz, con una imaginación desbordante y una risa contagiosa que llenaba de alegría cada rincón de su hogar.

Las dos familias solían reunirse los fines de semana, disfrutando de picnics en el parque y largas conversaciones que se extendían hasta la noche. Los niños, Noi y Lila, eran inseparables, creando sus propios mundos de aventuras mientras sus padres observaban con cariño y nostalgia, recordando su propia juventud marcada por la lucha.

En esas reuniones, a menudo se compartían historias del pasado, pero también sueños y esperanzas para el futuro. Uzi y N hablaban de sus planes para expandir su familia, mientras que S y Cyn discutían sus deseos de abrir un pequeño restaurante, o un negocio similar a este.

A pesar de la paz, los recuerdos de la guerra nunca estaban demasiado lejos. Sin embargo, en medio de esa paz inquietante, había un entendimiento profundo entre todos ellos: la gratitud por haber encontrado una vida nueva y el compromiso de proteger esa paz a toda costa. Vivían cada día con la conciencia de que la felicidad y la tranquilidad eran tesoros invaluables, forjados en el crisol de la adversidad y mantenidos con amor y esperanza.

Así, mientras el sol se ponía sobre la ciudad, pintando el cielo con tonos dorados y rosados, Uzi, N, S, Cyn, Noi y Lila se preparaban para un nuevo día. Un día lleno de posibilidades, en un universo que, finalmente, estaba en paz.

Porque para este punto ya nada podría salir malo, ¿no es así?

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Uzi y N se encontraban cómodamente sentados en la sala. Uzi estaba acurrucada suavemente, recostada sobre el pecho de N, mientras que Noi se preparaba para dormir. Todo era paz y tranquilidad, la calma palpable y el amor que sentían era dulce, como si de un sueño se tratase. La luz suave de las lámparas de la sala arrojaba un resplandor cálido sobre ellos, creando una atmósfera de serena felicidad. Las risas de Noi mientras jugaba en su habitación aún resonaban en sus oídos, llenando el hogar de una armonía apacible.

Pero entonces, un sonido, como el de un cristal rompiéndose, los hizo sobresaltarse. La tranquilidad de la noche se quebró de repente, sustituyendo la serenidad por una preocupación inmediata.

—Mamá... —hablaba Noi desde el baño, con voz algo temblorosa e incluso asustada.

Este llamado hizo reaccionar a Uzi y N de inmediato. Se levantaron rápidamente, corriendo hacia donde se encontraba su hijo. El corredor parecía más largo de lo habitual, cada segundo de incertidumbre pesando sobre ellos. Al llegar, encontraron frente a ellos el espejo del baño completamente destrozado, cuarteado por completo pero aún unido. La luz del baño reflejaba fragmentos de sus rostros en el espejo roto, creando una imagen distorsionada y preocupante. Noi estaba de pie, temblando ligeramente, y uno de sus ojos había cambiado, transformado en el símbolo del Absolute Solver.

Uzi palideció un poco, pero respiró suavemente para mantener la calma. N se acercó al pequeño con rapidez, revisándolo cuidadosamente para asegurarse de que no estuviera herido. Afortunadamente, Noi no tenía ninguna herida visible, pero el miedo en sus ojos era evidente. N lo abrazó con ternura, susurrando palabras de consuelo para calmarlo.

Mientras tanto, Uzi fue a su habitación a buscar una pequeña USB que había guardado para emergencias. Era un antivirus, una herramienta que esperaban no tener que usar nunca, pero que ahora parecía ser su única esperanza. Volvió al baño con la USB en mano, sus pasos firmes a pesar del temblor en sus manos.

—Esto es un antivirus... —dijo Uzi suavemente, arrodillándose para estar a la altura de su hijo. Su voz era calmada y reconfortante—. Eso —señaló el ojo del pequeño— se llama Absolute Solver, y es horrible. Y esto —señaló la USB— es la cura.

Noi miraba la USB con cierta curiosidad y miedo a la vez. Sus ojos, grandes y brillantes, reflejaban la mezcla de emociones que sentía. Uzi se acercó suavemente a él, acariciando su cabello con ternura. En su nuca se encontraba un pequeño puerto USB. Uzi conectó el antivirus con cuidado, su corazón latiendo con fuerza mientras esperaba que funcionara.

La pantalla en el ojo de Noi parpadeó y apareció un mensaje: "Analizando sistema... Amenaza detectada. Iniciando eliminación de Absolute Solver." Uzi y N se miraron, sus rostros llenos de preocupación y esperanza. El proceso parecía eterno, cada segundo alargándose como si fueran horas.

A̶D̶M̶I̶N̶I̶S̶T̶R̶A̶C̶I̶Ó̶N̶ ̶D̶E̶N̶E̶G̶A̶D̶A̶ ̶A̶ ̶X̶D̶A̶R̶K̶X̶W̶O̶L̶F̶_̶7̶1̶X̶

Uzi y N se miraron de manera inquieta, incluso con algo de miedo.

-Debe ser un problema menor -dijo Uzi retirando la memoria USB-, mañana en el trabajo la revisaré

Besó la frente de su hijo.

N miró a Uzi con una preocupación inminente, sabiendo que si no paraban esto pronto todo volvería a comenzar.

Era algo evidente, si no conseguían que el antivirus funcione, todo lo que habían hecho sería completamente en vano.