
༺ ᗴᑎ ᑎᑌᗴՏTᖇOՏ Տᑌᗴᑎ̃OՏ ༻
El mismo sábado, Hye fue en búsqueda de algunas pertenencias a su casa, en la que se encontró con la que decía ser su madre, solo cruzaron miradas, ninguna se dijo nada.
No hasta que la vio bajar con una maleta, solo ahí se acercó a ella, y con su lengua llena de veneno le juro que Perseo solo jugaba con ella.
Hye sin más, y haciendo oídos sordos, salió de casa, con un corazón apretado y desilusionado.
Subió a su carro y junto a su maleta manejaron de camino a la casa de Jungkook, ahí por lo menos tendría su aroma, lo extrañaría, pero aquel olor a su hombría lo haría más apacible.
El domingo no hizo mucho, más que recorrer el hogar, dormir, comer y estar de intrusete en las habitaciones que no tuvo la oportunidad de ver.
Jungkook era una verdadera caja mágica, se encontró con un cuarto lleno de cuadros y cabestrillo en un rincón, en repisas, diferentes tubos de pintura, pinceles de todos los tamaños y carbón, aquellos con los que es más fácil dibujar.
Fue hacia donde se encontraban los lienzos, y observo uno por uno, pasaba de paisajes a sombras, había una mujer muy bella también con vestimentas antiguas, se imaginó que pudo ser su madre la humana.
Y entre tantos, uno le llamo la atención, de una chica misteriosa, con una máscara, y ojos profundos, lo quito del lugar para observarlo mejor, fue ahí cuando noto que era ella misma.
La noche en la que se conocieron en el Bar, cuando ella salió corriendo y Jungkook solo pudo notar aquellos ojos.
Se notaba en las líneas trazadas la atención que le daba, no había color en él, solo sombra que lo hacían ver atractivo.
Era la perspectiva de Jungkook, noto su intensidad, noto la profundidad que le dio a sus ojos, eso le gustaba.
Escucho su teléfono sonar en la alcoba, desesperada corrió en su dirección, y la ansiedad estaba tan marcada en su cuerpo que, no pudo percibir la cercanía con el sofá, consiguiendo chocar con su dedo meñique del pie, maldijo. Por lo bajo y aun cojeando llegó hasta su teléfono.
— ¿Hola?
— Hola, Princesa —su corazón se aceleró a mil por segundo.
— Perseo —musito y se dejó caer enamorada en la cama.
— Llegue a Canadá, mañana me encontraré con un socio, discutiremos los acuerdos y apenas firme volveré a tus embrujos.
— Eso es perfecto. —dijo con dolor
— ¿Sucede algo?
— ¿Mm?… No, solo… Esperaba tu llamada y me golpeé con el sofá
— Tan ansiosa estabas.
— Ansiosa, deseosa, enamorada, feliz…
— ¿Estás en nuestra casa? —sonrió con nerviosismo.
— Estoy en la que será nuestra futura casa. —corrigió, pudo oír del otro lado la suave sonrisa de él.
— Cuéntame qué has hecho.
— Nada —¿Cómo le confesaría que intruso de más?
— No me molestaré si vas de habitación en habitación, no escondo nada y quiero que conozcas cada lado de mí.
— En ese caso, note que te gusta dibujar.
— Solo dibujo lo que me gusta… ¿Viste alguno que llamo tu atención?
— No, no había uno de ti —Kook río del otro lado.
— Haces que me enamore… Te extraño, Princesa, anhelo estar ahí contigo, mirar tus ojos que amo con intensidad —Hye dejó de sonreír, indirectamente lo había dicho.
— Mañana iré a la oficina —soltó en casi un suspiro, cambiando radicalmente de tema.
— Lo sé, deja el recorrido para otro momento. Yoongi irá por ti.
— No es necesario, me sé el camino de memoria.
— Aun así, no estoy para proteger a mi Princesa, y confío en Yoongi, Namjoon y Teresias.
— Jungkook, ¿Cuál es el dios de Yoongi?
— Orfeo, ¿Por qué?
— No es nada, tenía esa duda, se ve triste.
— Sí, bueno, Hades fue un maldito que no dejó sacar a su esposa del infierno.
— Le dijo a Eurídice que una de las bestias devoró a Orfeo, pudo haber arrancado con mi madre, pero, decía merecer estar en ese lugar, se culpa.
— Quizás… Tu padre no es tan malo como se da a conocer.
— ¿Tú crees?
— Supongo que… Algún día aparecerá alguien que sí le importe y dejará de hacer cosas malas.
— No lo sé, siento miedo de encontrarme con él, ¿Y si me lleva como a Afrodita?
— No pensemos en eso, mejor descansa y sueña conmigo - Hye sonrió
— Buenas noches, Perseo.
— Adiós Amatista, soñaré contigo.
— Nos encontramos entonces en nuestros sueños, bésame y no dejes de hacerlo hasta que despertemos.
— Lo haré, hasta pronto.
— Adiós.
Alejo el teléfono de su oído, aún ahí en la cama dio un suspiro, sonrió con emoción.
— Por dios —llevo su mano a su pecho— Lo amo con locura.
Jungkook aún no cortaba la llamada, pudo oír a la perfección el suspiro y las palabras de ella, siempre la sorprendía en algo.
Cuando la dejo en su oficina, miro con detención el momento en que ella con desespero llevo el saco a su rostro tomando el aroma de él.
Luego, en su casa, cuando se fue a cambiar y la dejo en el comedor, noto su felicidad en el momento, los saltos de emoción y los sonidos casi inaudibles.
Y ahora, la escucho a la perfección, se lo había dicho antes. La había escuchado de su propia boca decirle que lo ama, pero escucharla cuando no esperaba hacerlo le daba una emoción diferente.
Hye miro en dirección al teléfono, aun los segundos de la llamada corrían, lo que quería decir que él oyó todo, llevo su teléfono al oído.
Kook pudo oír la respiración en la bocina.
— Yo también te amo, Princesa.
El corazón de Hye se detuvo, no podía creer que al fin lo había dicho, lo dijo, a la lejanía, pero lo dijo, y lo hizo con tanta seguridad, con un tono de plenitud, con… De una manera tan romántica que pudo percibir que él lo decía con sinceridad.
— Te extraño.
— Y yo a ti, en demasía, tanto que quiero volver sin importar este negocio.
— Para la próxima, envía a Namjoon… O bien, podrías llevarme contigo.
— Lo haré, juro que lo haré… No volveré a apartarme de ti.
— cuando te vea, cuando vuelvas y te vea, quédate donde estés, correré a ti, me recibirás en tus brazos y te besaré tan apasionado que compensará esta distancia.
— ¿Y si estamos en público?, ¿Dejarás que vean mi erección?
— Dejaré que le vean, porque solo yo la produzco, y solo yo la bajaré.
— Lo harás, estoy seguro de eso, recuéstate en la cama, por el teléfono en altavoz y cierra tus ojos.
— ¿Te quedarás hasta que me duerma?
— Te cantaré, Princesa. —ella sonrió, apagó todo a su paso y con rapidez se recostó sintiendo el aroma a Jungkook en las almohadas.
Perseo tarareaba canciones para ella, las que hicieron que pronto Hye cerrará sus ojos, con la nariz pegada a su aroma, y en sus sueños pudo verlo, recostado en la cama del hotel, con su torso desnudo, esperando por ella.
Hye caminó a él, sentándose a ahorcadas, besándose y sintiéndose cerca, las manos de Jeon subieron por el contorno de su cuerpo y sonrieron juntos por estar juntos incluso mientras dormían.
El sueño perfecto, y cumplido.
Y eso, fue el día domingo.
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