
༺ Tᗴ ᗩᗰO ༻
— ¿Cómo es que sabes el camino hacia Olimpo? —pregunto Kook, pues Hye llevaba la delantera en el grupito.
— Intuición —dijo restándole importancia— es como si he venido otras veces aquí.
— A veces pienso que no eres mi Hye —se quedó viendo su estática postura.
— ¿De qué hablas Oppa? … Soy solo yo… Ya quiero que Zeus nos dé su bendición.
— Mjm! —respondió repasando el plan que tenía con sus amigos
Había un gran salón adornado de hojas de olivo y tules blancos en cada pilar, la típica decoración de un Olimpo que oculta verdades realmente importantes.
Perseo se convencía, cada día, de que los enemigos eran los verdaderos héroes, y los Dioses que todos admiraban eran los verdaderos villanos en la vida real.
Se molestaba que las personas no supieran la verdad, y que incluso algunos levantaran ofrendas mensuales a aquellos que no merecían y temían a los que no debían temer.
— Así que ella es la Famosa Amatista —dijo Zeus acercándose a ellos para saludarlos animosamente
— Es un gusto conocerlo, poderoso Zeus —respondió ella con un leve tono.
— Ella me agrada, elegiste bien, Hijo.
— No me molestará si estás con ella, Padre — los dos lo vieron asombrados— es la tradición antigua, ¿Recuerdas?
— ¿Acaso, no estás enamorado de ella?, Tú mismo me dijiste que esa ley era una estupidez.
— ¿Y desde cuándo escuchas mis consejos?, Has tomado a cada mujer con la que queremos rehacer nuestras vidas, solo hazlo porque esto me está molestando.
— No lo haré, eres mi hijo.
— Todos lo somos.
— Debería ser un día feliz… ¿Por qué estás tan molesto Perseo?
— Porque!!… —grito exaltado
— Lamento venir sin ser invitado —una voz salió de las sombras bajo un pilar.
Apenas Hades se dejó ver, cruzó miradas con Jungkook, por un momento, si él no hubiera intervenido, todo el plan se iría al carajo.
— Hades… Hermano! —se acercó para darle un abrazo, el nombrado incendio en su cuerpo de llamas azules, la única solución para que Zeus, no lo tocase —sigues sin querer contacto físico.
— El contacto físico es un asco… Quiero ver a mi hija —susurro solo para que él oyera.
Zeus abrió paso y presentó a su hermano con orgullo, eran un gran actor.
Compartieron los unos a los otros, riendo y recordando viejas competencias, bebiendo del licor más antiguo guardado en las despensas del Olimpo, un verdadero manjar de Dioses.
Dada la hora oportunas y cuando todo se oscurecía, comenzaron con el plan.
— ¿Dónde está Hera?
— Sabes que a ella no le gustan estas cosas, más si se trata de la hija de Afrodita.
— Zeus, recuerdas la vez que este muchachito —apunto lúdicamente a Tae— hizo aquella profecía tuya.
— No sé dé qué hablas.
— Claro que sí, me pediste que te ayudará a matarlo, pero Perseo y Prometeo siempre terminaban estropeando todo.
— Creo que ese tema no debe tocarse en mi fiesta de compromiso, Hades —reclamo IU
— ¿Por qué no? —se levantó del sofá blanco— solo quiero saber cómo volver a recuperar la memoria de aquellos días.
— Yo no hice nada — grito con molestia y un par de relámpagos aparecieron en el cielo del lugar.
— A mí no me engañas, Zeus, a tus súbditos pudiste engañarlos, pero a mí y a mis bestias tu hechizo no nos causó efecto.
— Creo que será mejor que te vayas
— O no, hermano… La fiesta acaba de empezar.
Con sus manos llenas de fuego levantó las sombras en el lugar, y de ahí, aparecieron sus bestias de dos cabezas, todos sus cerberos, estaban presentes. Atacaron a todos, incluyendo los que sabían lo que sucedería.
— ¿Por qué haces esto? —dijo Zeus lanzando rayos a quien se le cruzaba.
— Porque tienes a mi verdadera hija, y ella está muriendo.
— ¿Cómo lo sabes?
— Soy su padre, no la vi nacer, pero puedo reconocer su aura.
— Hagamos un trato, Hades… Termina esta batalla, y dejaré que te lleves a Amatista.
— Es un buen trato, pero tendré que rechazarlo.
Ambos dioses comenzaron una guerra entre ellos, era la señal para los demás.
Con la distracción de Zeus, los cerberos y los semidioses irían tras los laberintos del Olimpo para encontrar a Hye.
El corazón de Jungkook latía a gran velocidad, le emocionaba poder encontrarla, le emocionaba poder tenerla en sus brazos de nuevo.
— Perseo —gritaron las tres Moiras— detente.
Y de golpe él lo hizo, una sensación extraña se sintió en su piel, como un corriente que lo llamaba, miro a su costado solo había una enorme pared.
— No puedes derribarla con fuerza —dijeron desde dentro— No sé cómo la abre, pero debes apúrate, ella está muriendo.
Jungkook de lleno de miedo y por más que golpeó y golpeó aquel muro, este ni una grieta se formó.
Las Moiras y Prometeo veían el desespero de su amigo, sus nudillos comenzaban a sangrar, su fuerza flaquearon, se rendía por miedo a perderla.
Cayó de rodillas llorando, pego su frente junto al muro y a su mente vinieron recuerdos juntos, la primera vez que la vio, aquella noche en que su corazón enloqueció y se enamoró al instante, aquella tarde en la oficina, o bien en el callejón cuando la vio pelear y le dijo por primera vez que la cortejaría.
El perfecto primer beso y los miedos que sintieron.
— Jungkook sigue —susurro Rose a su lado— sigue, haciendo lo que haces.
Recordó aquella salida pecaminosa en la que la vio por primera vez desnuda, cuando le hizo el amor de forma tierna y brutal a la vez, escucho en su mente las veces que lo llamo Marte y que en sus labios se escuchaba tan bello que le erizaba la piel.
— ¿La amas? —pregunto Lisa
— La amo —respondió con seguridad.
— Entonces ve por ella —remato Jennie.
Jeon levantó una pierna para apoyarse y salió corriendo en su dirección.
Los recuerdos hicieron que poco a poco la fortaleza se fuera desvaneciendo, al parecer, funcionaba así, no tenía un mecanismo físico, más bien uno mental y solo se abría a aquellos poderosos recuerdos que venían del corazón.
Hera estaba junto a Hye, que portaba el cuerpo de IU, sus labios azules y su piel pálida daban a conocer que estaba muriendo.
El corazón de Prometeo, luego de tantos años, volvía a latir al ver a la diosa, la protectora de las mujeres y la familia, ellos cruzaron miradas enamoradas y se abrazaron en el acto.
— Namjoon, debe demostrarle que la ama, antes que si corazón deje de latir —se cobijó en los brazos de su Marte, viendo con pena a Jk que abrazaba a Hye.
— Perseo!! —grito un cansado Zeus que entraba a la alcoba.
Por inercia, Nam escondió a Hera a su espalda, Jimin, Jin, HoSeok y Tae, hicieron lo mismo con las mujeres en el lugar, Las Moiras y Adriana.
— Creíste que me vencerías —dio pasos enderezando su cuerpo para verse imponente.
— Te amo —susurro en los labios de Hye y beso de ellos con delicadeza— Te amo mi Venus.
Todos guardaron reservas de sus palabras, solo se oían los agónicos latidos de aquel corazón durmiente, cada vez más lentos, con menos fuerza, hasta que, simplemente, dejó en silencio completamente la habitación.
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