Especial #3: Harto de mentiras
— ¿Es usted familiar de la paciente? —me pregunta uno de los doctores encargados de recibir la ambulancia en la puerta de urgencias.
—Es mi novia.
Bajan la camilla con cuidado, Galilea continúa sin responder. No sé qué es peor, si su sangre desparramada por todos lados o su cuerpo inerte perdiéndose en un mar de gorros azul piscina. Cojo su mano mientras arrastran su camilla por el pasillo, la suelto justo antes de que se la lleven a algún remoto sitio del hospital del cual no sé si saldrá con vida.
‹‹Esto no puede estar pasando›› Pellizco uno de mis brazos y aterrizo en la realidad, es todo de lo más real, ella está al borde de la muerte.
—Disculpe…, mi novia… —comienzo a preguntarle a una doctora que pasa apresurada por mi lado, pero no me hace el menor caso y estallo— ¡¿A dónde se la han llevado?!
Todos en la sala se me quedan viendo, he gritado tan alto que yo mismo me avergüenzo.
—Cálmese por favor —dice entonces dueña de una serenidad envidiable tratándose de un sitio como este— ¿En qué puedo ayudarlo?
—Mi novia, ella…
La chica me hace un gesto para que inspire lentamente y la obedezco.
—Le han disparado en un costado del abdomen, se la han llevado por allí —explico señalando la puerta doble por la que desaparecieron—, y nadie me ha dicho…
—Estamos en urgencias, y esa puerta de allí lleva a cirugía, pero solo tenemos acceso nosotros. Le prometo que se le informará del proceso, pero debe permanecer calmado. Por favor, tome asiento.
Aprieta mi hombro, solidarizándose con mi causa y avanza por el pasillo hasta que la pierdo de vista. Cirugía; aunque sabía que acabaría allí, no estaba ni estoy preparado para escuchar esa palabra. ¿Cómo ha ocurrido todo esto? ¿Quién le ha disparado? ¡Voy a matar al desgraciado que…!
— ¡Andrew! —grita mi hermano atravesando la fila de asientos a mi derecha— ¿Dónde está Galy?
—Se la han llevado a cirugía.
— ¿Ha despertado en el camino? ¿Ha dicho algo sobre Paola?
— ¡¿Estás loco?! ¡Galilea se está muriendo, ¿cómo se iba a despertar con semejante hemorragia?! —nuevamente tengo público, los familiares que al igual que yo están esperando para atenderse o recibir malas noticias.
— ¡Tengo que saber qué pasó con mi novia! ¡Paola no puede estar…, no puede estar…!
—Ustedes dos, lo siento pero no pueden alzar la voz de esa manera —nos dice un chico al teléfono en la recepción.
Los dos nos callamos. Jake me está aturdiendo más de lo que debería, si es que eso es posible. Refunfuña a mi lado, pero no puedo reclamarle nada, está en todo su derecho de sentirse abrumado tanto como lo estoy yo. ‹‹Hélène›› Dios mío, ¿cómo le digo que su hija está en cirugía, que alguien le ha metido una bala en el cuerpo? Saco el celular y marco su número.
— ¿Allô?
—Soy Andrew.
—Ya sé que eres tú, ¿pasa algo? ¿No deberías estar en tu luna de miel, o ya te diste cuenta de que esa chica no es a quien amas?
—Hélène…, Galy…
— ¿Estás ahí con ella? ¿Huiste del altar?
—Tienes que venir al hospital —digo lo más calmado que consigo.
— ¿Hospital? ¿Te ocurre algo?, tienes la voz rara. ¿Qué está pasando Andrew?
—Galy…
— ¿Galy qué? Habla de una vez.
—Ocurrió un accidente en Tower Bridge, la están operando en este instante.
Suelta una carcajada aterradora.
—Eso no puede ser, mi hija está en Toulouse —de pronto su risa cesa— Dime que estás bromeando Andrew.
La voz se le escucha cada vez más débil hasta desaparecer. Durante algunos minutos está ausente, temo que haya colapsado.
— ¡¿Hélène?! ¡¿Hélène?! ¿Sigues ahí?
—Andrew, soy Will. ¿En qué hospital estás?
Will suena un poco más tranquila que su madre. Avisa que están de camino y cuando cuelgo el teléfono me desmorono, siento que todo esto es mi culpa. ¿Cómo voy a mirarles a la cara? ¿Qué voy a hacer sin ella? ¿Qué voy a hacer si le ocurre algo a Galy?
—No es tu culpa —me dice Jake entre sollozos— Has hecho todo lo posible por alejarla de esta ciudad. No eres culpable de querer vengar la muerte de papá, no eres culpable de que ella quisiera vengar al suyo, no es tu culpa Andrew. Saldrá de esta, ya verás. Dirá que Paola no estaba con ella, que está en casa durmiendo, que apagó el celular y que ese pedazo de vestido enganchado en la reja del puente no era suyo, sino de alguien más.
Mi hermano está devastado. No sé qué hacer para consolarlo, yo mismo necesito que alguien me diga que todo estará bien, alguien con la capacidad de hacer que me lo crea, alguien que me acaricie el cabello en contra de mi voluntad para calmarme, pero ese alguien está en otra dimensión, rodeada de tijeras y agujas. Hélène, Jean, Will y Alicia entran a urgencias en el mismo instante que está saliendo por aquella puerta el doctor que me recibió cuando llegué. Brinco del asiento con el estómago en la garganta, sobresaltado, aterrado de escuchar algo que destrozaría mi vida para siempre. Corro hasta él y a su vez mi madrina y compañía.
— ¡¿Mi hija, cómo está mi hija?!
—Estamos operando aún. La bala…
— ¿Bala? ¿Qué no era un accidente? —Hélène se tambalea sobre sus propios pies, pero la sostengo y deja de hablar.
—Hemos localizado la bala. La radiografía no mostró daños en el estómago, hígado o la aorta abdominal, en cuyo caso a la hora que llegó podría haber sido demasiado tarde para ella. Gracias a que la bala no salió del cuerpo tampoco dañó la columna vertebral, probablemente hubiera quedado inválida de ser así, pero…
— ¿Pero qué? —exclama Jean exasperado.
—La bala perforó su riñón izquierdo, tendremos que realizarle una nefrectomía simple para extraer el órgano, no podemos salvarlo.
— ¡¿Cómo dice?! —lloriquea Hélène apretándome la mano.
—Mamá, se puede vivir sin un riñón, por favor entra en razón —dice Will.
—Además hay otro asunto —agrega el doctor—. La paciente ha perdido demasiada sangre, necesita con urgencia una transfusión. El problema es que su sangre es del tipo cero negativo, solo el siete por ciento de la población lo tiene. Reúnan al resto de familiares, amigos, conocidos, expliquen la situación y diríjanse al laboratorio lo antes posible, se les hará un examen para determinar si alguno es compatible para donar. La transfusión es vital, puede salvarle la vida.
— ¿Cuánto va a durar la cirugía?
—De tres a cinco horas, todo depende de las complicaciones en el salón. Ahora si me disculpan, debo volver.
Camino al laboratorio, agarramos los celulares y marcamos todos los números que podemos, con la esperanza de que alguien pueda donar. Ya he escuchado hablar sobre ese grupo sanguíneo, saber que ella tiene ese tipo de sangre solo aumenta mi preocupación. El miedo se va apoderando de mí, ascendiendo por mi cuerpo a zancadas. En aproximadamente veinte minutos, la sala de espera comienza a llenarse de gente, Kelly la primera, entró corriendo, muerta en llanto, explicando que Paola no coge el teléfono y no sé qué decirle. Hasta el momento ninguno es compatible con ella, ni siquiera yo, que en mi cabeza soñaba con ser el remedio a esta pesadilla. Entonces recuerdo que además de los presentes, le quedan otros tres parientes directos. Con Camel no puedo contar, es casi seguro que él le hizo esto, pero Astrid y Junior podrían ayudar. Sin pensar en las consecuencias la llamo y llega enseguida, ya repuesta de su tarde de boda fracasada.
— ¿Qué ha pasado Andrew? ¿Galy está bien? ¿Dónde me hago ese examen? —me pregunta Junior en la puerta del hospital.
—Esperen, antes hay algo que tienen que saber.
—No hay tiempo amor, tu amiga no tiene ese tiempo que pides para… —exclama Astrid.
—Galilea es su prima chicos.
— ¿Qué has dicho? —Junior se ha quedado de piedra.
—Luego les contaré más, pero si van a hacer esto deben saber la razón por la que les llamé en primer lugar.
Entran azorados, confusos, pero sobre todo dispuestos a cooperar. Junior hará lo que sea por Galy, por mucho que eso me moleste, en estos momentos no me importa en lo absoluto y Astrid, tiene muchos defectos, es cierto, pero sé que en el fondo no es una mala persona. Lamento que tenga por padre a semejante monstruo y por demás, que no sepa quién soy realmente. Cuando salga de allá adentro voy a romper con ella, no quiero hacerle más daño, creo que ya fue suficiente.
—Tu novia es muy fuerte —le digo a Alicia en la entrada de urgencias.
—Tú también lo eres, y Galy, ella sin dudas lo es. Todo va a estar bien.
—Por favor, dime todo lo que sepas.
Suspira.
—Dijo que iba a acabar con esto de una vez, dejó la posada y vino a Londres con una bolsa llena de armas. Al mediodía, según Tom, salió de su casa y me dejó un te quiero de recado. Estaba investigando el diamante de su padre.
— ¿Diamante?
— ¿Tú no sabes nada de nada eh?
—No. Hace mucho que dejó de contarme cosas, hemos estado alejados por casi siete meses.
—Bueno, antes de irse a India consiguió abrir la caja fuerte de su padre. Dentro encontró el diamante, una fotografía de sus abuelos y otros documentos raros que actualmente están a mi cuidado. Se encaprichó en que dicho diamante pertenece al asesino del señor Leblanc. Tengo un conocido que trafica con joyas, se lo comenté a Galy pero no creí que se lo tomase tan en serio. Hace unas horas él me llamó para decirme que ella lo obligó a valorar la joya, que llevaba una pistola y que tuvo que decirle todo lo que sabía. Es un milagro que saliera viva de ese callejón con dicha piedra, mi contacto podría haberla matado, él o peores personajes que merodean por allí.
‹‹Madre mía, ¿en qué estás metida amor mío?›› Ahora además de preocupado estoy enojado con ella, ¿cuántas veces le dije que se alejara de todo esto? Si se muere, si me deja solo, jamás se lo perdonaré. Intento distraerme con la molestia para así no pensar en que estoy a punto de derrumbarme.
—Andrew, explícame ya mismo qué es eso de que a mi hija le han disparado —exige Hélène en cuanto regreso a la sala de espera, interrumpiendo las corrientes que van fluyendo en mi mente cada vez más fieras—. No quiero más mentiras.
—Si te dijese la verdad no me creerías.
—Pruébame.
‹‹Galilea jamás estuvo en Toulouse. Todo este tiempo ha estado escondiéndose en una posada a las afueras de Londres, huyendo de tu vecino y tu esposo, quienes la secuestraron para matarla, esta vez casi lo consiguen››
— ¡Andrew! ¡Despierta, necesito saber qué ha pasado, por favor!
—La verdad es que cruzaba Tower Bridge cuando los autos se detuvieron. Había ocurrido un terrible accidente, vi el auto de Galy volcado cerca del borde, ella a unos metros tirada en el suelo sangrando y Paola, ella está desaparecida, quizás muerta.
La expresión en el rostro de Hélène se agrava con cada palabra que pronuncio, si cabe. Cuando termino se queda inmóvil en el asiento, en shock total. A su lado está Will, de la más tranquila y Jean marcha de aquí para allá rascándose la cabeza. Los tíos de Galy en el asiento de enfrente con Kelly y hasta algunos de sus compañeros de la orquesta que se han quedado a esperar noticias. En cuanto a mi hermano, no podría ni de cerca describir su semblante. Hacía mucho tiempo que no le veía así, desde la muerte de papá.
—He llamado a la policía para reportar la desaparición de Paola —es todo lo que dice antes de levantarse y perderse por el ala derecha de la recepción.
—¡Acaba de donar! ¡Era compatible! —grita Astrid avanzando apresurada por el pasillo, seguida de su padre— Papá es cero negativo, así que le llamé y vino enseguida.
No sé por dónde entró y soy consciente de que acaba de salvarle la vida a Galy, pero estoy furioso. Él le hizo esto, me lleva el diablo.
— ¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué has hecho esto? —le espeto en un rincón del lugar.
— ¿Te refieres a salvarle la vida a mi sobrina?
— ¿Tu sobrina? ¿Ahora es tu sobrina, después de secuestrarla? Eres un hipócrita por dios, le pegaste un tiro, está al borde de la muerte por tu causa y te atreves a aparecerte aquí?
—Mira chiquillo, yo no le disparé, ¿estaba en tu boda, recuerdas?
—De seguro contrataste a alguien para que lo hiciese.
A pocos metros todos vitorean y exclaman que Camel es un ángel caído del cielo. Vaya estupidez, si supieran la mitad de lo que sé yo.
— ¿Oye, por qué has dicho que Galilea es mi prima? No tengo tíos maternos ni paternos, no lo entiendo —pregunta Astrid entonces aproximándose a nosotros.
—No lo sé, pregúntaselo a tu padre.
A Camel se le encienden las pupilas
—No lo escuches, Andrew está un poco perturbado por lo de su amiga.
—Tenía un hermano mayor, el padre de Galy, y eso es todo lo que puedo decirte —sigo.
— ¡Mi padre jamás me ocultaría algo como eso!
— ¡Tu padre me obligó a casarme contigo Astrid! —He perdido los frenos, no creo que haya vuelta atrás, ya no me importa nada. Sus ojos se empañan enseguida, como ventana en día lluvioso. Camel me da un puñetazo frente a todos, caigo al suelo y Hélène se pone en medio. Me levanto.
— ¡¿Por qué hizo eso?! ¡Mi hija se está muriendo allá adentro, es un inconsciente! —le grita, pero él se marcha enseguida sin decir palabra.
— ¿Qué dices? ¡Eso no es cierto! —chilla Astrid aún centrada en lo que dije antes de caer.
— ¡Pregúntaselo a él entonces y si no vuelves a saber de mí después de eso, sabrás quién es el culpable de mi desaparición!
— ¿Dices que todo este tiempo…? ¡No, tú me amas!
—Lo siento, pero ya no puedo continuar con esta mentira. Eres una mujer hermosa, mereces a alguien que sienta por ti todo ese amor que yo jamás podré corresponder.
—Deja de decir tonterías, yo te amo.
—Tú no me amas Astrid, amas el concepto de pareja ideal, amas a un Andrew que no existe. En realidad no me conoces, ni siquiera has intentado acceder a mi alma en todos estos años, tú amas tenerme, y eso es muy distinto del verdadero amor. Te pido perdón por todas las mentiras, aunque sé que no lo merezco, pero espero, de corazón, que encuentres la felicidad.
—No, no, esto no puede estar pasando. Confirmé nuestra boda para mañana —anuncia como si hablase consigo misma.
— ¡Andrew! ¡¿Cómo está mi prima?! —grita Mary Alice corriendo hacia nosotros e irrumpiendo en la escena sin darse cuenta. El resto vuelve a los asientos y Astrid se va furiosa, ambas chocan al cruzarse por el pasillo.
La cirugía concluye sin complicaciones tres horas más tarde y dos días después, mientras lucho con una de las máquinas de café del hospital, poseído por una rabia descomunal que no es más que el resultado de toparme a Luis en la sala de espera, escucho a Jean vociferar de alegría, Galilea finalmente ha despertado. Suelto el café y me apresuro hasta la habitación en la que ha permanecido desde que salió de observación. Entro, pero antes de que pueda ver su rostro tengo que esquivar a cada miembro de su familia.
—Por favor, eviten información que la pueda perturbar —recomienda la enfermera retirándole el tubo endotraqueal.
— ¡Creí que te perdía! —llora su madre y ella, sin embargo, parece totalmente desorientada. Solo yo sé que en este instante debe estar mezclando la nostalgia que sentía por ellos y el tiempo que anheló reencontrarlos, con el accidente, si es que se acuerda de lo ocurrido. Está pálida, débil, confusa, y por si esto fuera poco, cuando hace un intento por hablar solo salen sonidos sordos.
— ¿Qué le ocurre? —Alice se impacienta— ¿Tía, qué le ocurre?
—Puede que esté experimentando algún tipo de trauma debido al accidente —explica una residente— También puede ser el resultado de la entubación, no deberían preocuparse, poco a poco recuperará la capacidad de hablar.
Minutos después entra Luis con un ramo de flores en mano. Enseguida que lo ve, Galilea se irrita, respira con dificultad y la enfermera nos pide a todos que abandonemos la habitación de inmediato, pero me quedo atrás a propósito. Cierro la puerta tras ellos, ahora que se han ido puedo verla con más claridad. Sus ojos han adquirido ese color grisáceo ocasional, creo que así permanecerán durante un tiempo. Un suero recorre su brazo derecho hasta desembocar en una bolsa cerca de la cama, no soporto verla así, pero al menos está viva. Cojo su mano y aprieta la mía, como si quisiese decirme algo, pero no puede hablar.
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