Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6: Yo antes de ella


Galilea acaba de salir por esa puerta y no he sido capaz de decir una palabra para retenerle. Estoy casi seguro que en el fondo quiere darme una oportunidad, pero es tan orgullosa.., no va a ceder. Estuve a punto de besarle, apenas conseguí resistirme. Sus labios lo querían tanto como los míos, lo sé, dijesen lo que dijesen sus palabras. Le dejé marchar. Quizás sea lo mejor, cuando nos conocimos ya estaba metido en un embrollo de tal magnitud, que aún me cuestiono el haberme acercado a ella sin poder evitarlo. Dijo punto final, le conozco, dudo que cambie de opinión. Me niego a dejarle escapar otra vez, consciente de que es egoísta convencerle de que se quede a mi lado. No jugué con ella, juro por dios que no lo hice. Cree que aquellos tres meses fueron un pasatiempo, no tiene idea de que por mucho que lo he intentado, no he dejado de pensarle un solo día. Sé que se siente mejor fingiendo ser fuerte, fingiendo que no le importa en absoluto lo nuestro, fingiendo que el corazón no se le acelera tanto como a mí cuando estamos cerca, fingiendo que me olvidó. ¿Y si en verdad me olvidó?

Debería dejarle en paz. Si decidiese contarle la verdad, que investigo la muerte de mi padre, que le asesinaron hace dieciseis años, podría involucrarle, y lo último que quiero es que salga lastimada. Mi vida es una mentira, una mentira que elegí, pues la revancha tiene precio. La verdad es que detesto estar de novio con Astrid, Camel es lo único que me ata a ella. Galilea no comprendería, seguramente pensaría que estoy loco y, novia falsa o no, no soportaría verme con Astrid si siente por mí lo mismo que yo por ella. Digo, en caso de que no me mande a terapia. Galilea…, me hace querer contarle todo, quitarme este peso de encima, pero si lo hiciese su vida correría peligro. No volveré a buscarle.

Eres un desastre Andrew digo a mi reflejo en el espejo.

— ¡Este no es el baño de los caballeros! —protesta una de las dos señoras de setenta y tantos que acaban de entrar, olvidé que este es el de las damas.

— ¡Debería darte vergüenza! —grita la otra— ¡Insolente, desfachatado!

Me disculpo y salgo lo más rápido que puedo. Desde afuera les escucho todavía insultándome, suelto una carcajada.

— ¿Qué hacías allá adentro? —pregunta Hélène sonriendo.

—Me equivoqué de baño —miento.

Hélène y su esposo eran los jefes de mi padre, además sus mejores amigos. Nunca dejó de preocuparse por mí o por mi hermano desde su muerte, aún visita a mamá en Irlanda, mi país natal. Son muy cercanas.

—Por cierto, Andrew, ¿qué tanto hablabas con mi hija?

— ¿Tu hija?

—La chica con la que hablabas en mi mesa, Galilea.

— ¿Galy es tu hija? —mascullo abrumado.

—Sí. Es que eran muy niños cuando dejaron de verse, por eso quizás no lo recuerden, pero sí, es ella la niña con la que jugabas de pequeño.

No me lo puedo creer. Sé que Hélène tiene tres hijos, sin embargo, realmente nunca presté atención a sus nombres cuando mi madre preguntaba por ellos. Ahora resulta que Galilea y yo nos conocemos desde niños. Creo que no lo sabe tampoco. Me muero por contarle, pero debo controlarme, hace cinco minutos me prometí dejarle en paz, aunque no sé por cuánto tiempo aguantaré teniendo su número.

La vida a veces es tan sorprendentemente rara… Cuando le vi sentada en aquel tren quedé hipnotizado con su sonrisa, literalmente, así que tuve el descaro de sentarme a su lado y garabatear mi libro favorito solo para conquistarle del modo más original posible. Los libros son como reliquias, mas valió la pena, ahora tiene grabado un recuerdo suyo para siempre. Conservo también los cuadros que pintamos juntos aquel verano, no tiene idea. Todo comenzó con una página escrita a la que respondió de la misma manera, me arrebató el bolígrafo y circuló la palabra “hablar. Después de eso escribimos el libro entero, por decirlo de alguna manera, pero no nos quedaba tiempo, el tren llegó a su destino y cada uno tomó un rumbo distinto sin decir nada más. Me fui a un hotel en Montmartre y me resigné a no volverle a ver. Estuve dos semanas sin sacarme a la chica del tren de la cabeza, al final tuve que hacerlo.

Había ido en busca de inspiración. Salía cada día a caminar por ahí, en aquella ciudad maravillosa de la que no quería marcharme jamás, mas las cosas son como son, tendría que regresar a donde ya tenía una carrera casi hecha. Estudié artes plásticas gracias a mi padre, que guardó dinero para mi futuro desde el minuto cero de mi nacimiento, al igual que para mi hermano Jake, quien se graduó de piloto como siempre soñó. Recuerdo que había encontrado a Vivien hacía solo unos meses en aquel entonces, única curadora que le dio una chance a mi trabajo. Le convertí en mi manager y empezamos juntos a introducirme en el complejo mundo del arte.

Poco después conocí a Astrid, en mi tercera exposición, que tuvo lugar en Hamburgo. Me sorprendió encontrar a alguien que hablase inglés en medio de tantos alemanes, y por allí empezó lo nuestro. Era algo superficial, de esas chicas a las que solo les importa el dinero, la fama y los vestidos de diseño, de las que se gastan los millones en fiestas. Nunca me contó de sus orígenes, por mucho que insistí. Vivien también tuvo mucho que ver en que aceptase ir a cenar a su casa. Insistió en que estaba muy solo y me alentó a salir con ella, alegando que el amor le aportaría tantísimo a mi musa, aunque no es secreto que actualmente se odian.

Su casa era un palacete, quedé impresionado aun sabiendo que su padre era muy rico, Astrid me lo había dicho unas mil veces. Camel Aymeric: un señor muy elegante con cara de ser el jefe de la mafia Rusa, esa fue mi primera impresión. La segunda, que era aún más superficial que su hija y su esposa juntas, si cabe. Durante la cena hablaron de sus negocios, de tal evento, del anillo de compromiso de no sé cuántos quilates de esa chica del vecindario y demás. Sus temas de conversación no me interesaban en lo absoluto, siempre he sido muy espiritual, la verdad no soy nada ambicioso. Cuando me harté pregunté por el baño. Dijeron que doblara a la derecha al final del pasillo, pero soy algo despistado y tomé izquierda, por lo cual acabé frente a un pequeño despacho. La puerta estaba entreabierta, por su contenido asumí que era el de Camel: dos cuadros horrendos en la pared forrado con piel de sabrá dios qué animal, de muy mal gusto. Ya que estaba ahí decidí curiosear, imitando la voz de mi suegro, burlándome de aquella plática de la que había sido testigo en la mesa mientras abría sus cajones, en los que minutos después encontré un reloj que me desconcertó. Era idéntico al reloj de mi padre, de niños, Jake y yo nos peleábamos por él, los dos queríamos llevarlo aunque no nos quedaba. Era el suyo, mis dudas se evaporaron cuando leí el mensaje grabado en la tapa: “Siempre seremos hermanos, K”. En mi familia paterna no hay nadie cuyo nombre comience con la letra K, y la única hermana de mi padre, quien vive en México desde la muerte de la abuela, se llama Alicia, por lo que jamás comprendí el significado de ese mensaje. Papá fue encontrado en un edificio abandonado a las afueras de Londres cuando yo tenía quince años. Quien sea que le haya asesinado le prendió fuego al lugar, una de las peores formas de morir, e inimaginable para mí y el resto de mi familia. Cerca de allí hallaron los restos de su portafolio, pero no había señales del su reloj, así que pensamos que lo había perdido mucho antes, teniendo en cuenta que nunca se lo quitaba. Viéndolo ahí y sabiendo que fue asesinado, no tuve que hacer muchas conjeturas para llegar a la conclusión de que había encontrado a su asesino, aun si el caso lo habían determinado como suicidio.

A partir de entonces consolidé mi relación con Astrid, solo para encontrar las pruebas necesarias para hundir a su padre, pero cuando pasaron los meses la rabia de tener que soportarle y no poder hacer me había consumido tanto, que decidí alejarme. Fue entonces que conocí a Galilea.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro