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17: Je t'aime


Examino el pasillo y luego bajo las escaleras corriendo, con el papel en la mano. Al llegar al segundo piso mi tacón se tuerce, y regreso a arriba con ambos zapatos en las manos cuando llego a la conclusión de que esta nota quizás fue dejada en mi casa hace muchas horas. Entro y cierro la puerta por segunda vez, no he estado aquí en todo el día, pudo ser cualquiera. A Camel debo descartarlo, pues mi madre llegó a la mansión hablando de su tarde en casa de los Aymeric, y Luis estaba con ella. No imagino quién se habrá tomado la molestia de amenazarme y mucho menos quién puede saber lo que estoy haciendo. Comienza a preocuparme que alguien me esté vigilando y siguiendo mis pasos, aunque realmente no he hecho nada además de meterme en la comisari...

Yo misma me interrumpo cuando caigo en la cuenta de que quizás la persona que dejó esta nota me vio entrar a la comisaría y a la oficina del tío Harold. ¿Y qué tal que sí haya sido Camel? Perfectamente pudo haber enviado a alguien, en lo que yo estaba en su jardín fingiendo no saber quién es y qué ha hecho. Espero que no sepa ni sospeche nada, porque eso me traería muchísimos problemas y, debería cambiar el tiempo verbal de la frase anterior, pues los problemas ya han comenzado. Solo se me ocurre llamar a Andrew.

- ¿Te acordaste que existo?

Jum, este no está de muy buen humor.

-Alguien me dejó una nota en casa Andrew, ¿puedes venir?

- ¿Cómo que una nota? ¿Qué es lo que dice?

-Que me irá mal si sigo investigando.

-Ya salgo para allá.

Me cuelga el teléfono, voy hasta mi cuarto y me desplomo en la cama. Una hora después de perder el tiempo haciendo zapping en el televisor, me doy cuenta de que olvidé mi violoncello en el auto, qué fastidio.

Vuelvo a salir y bajo por las escaleras, esta vez con mis pantuflas en los pies, siempre le huyo al ascensor y como vivo en el tercer piso pues, no son tantos escalones. Vaya pinta, estoy tan ridícula... Entro al parcking del edificio y me dirijo a mi auto, que es uno de los de la hilera del medio. Tengo la sensación de que alguien me observa, pero aquí solo estamos los autos y yo. Abro, saco el instrumento, cierro y me marcho rápido. Ya me estoy poniendo paranoica con esto de la notita. Cuando llego a mi piso, Andrew está esperándome en la puerta de casa. Luce preocupado y no estoy segura de si está enojado. Le doy un furtivo beso en los labios, aun si en la tarde me marché dejándolo con la palabra en la boca, y entramos. Me pide que le enseñe la nota y obedezco, definitivamente no está de buenas.

-Te dije que olvidaras este asunto -me espeta al cabo de unos segundos. Ya estamos otra vez...

-No empecemos -le contesto de camino a la cocina, Gracie me ha dejado la comida lista como siempre, de otro modo moriría de hambre.

- ¿Ya cenaste? -pregunto cogiendo un plato y suelta el casco de la moto en una silla.

-No tengo hambre.

Ciertamente lo prefiero sonriendo, tiene una cara de "odio a todos incluyéndote", que ni yo en estado volcánico.

- ¿Qué te pasa? -le pregunto y me siento en el sofá a su lado.

-Que no me escuchas cuando te hablo, eso me pasa. Te dije que no te inmiscuyeras en estos asuntos, que era peligroso, pero como tú te llamas Galilea hiciste lo que te pareció y seguiste adelante. Ahora ya saben en lo que estás y si no paras...

- ¿Tu crees que tengo doce años? -Lo interrumpo- Claro que sé que es peligroso, pero estoy decidida a reunir las pruebas que necesite para meter a Camel a la cárcel.

-Y sigues -me grita furioso- Olvídate de eso, por favor. Yo vengaré a tu padre, te lo prometo, pero tú aléjate de todo esto.

-Por última vez -le advierto- no voy a renunciar a algo que apenas comencé. Ponte en mi lugar, ¿si te pidiera que desistieras de todo lo harías? ¿Dejarías en mis manos la muerte de tu padre y tus deseos de justicia?

-No es lo mismo.

- ¿Por qué? ¿Por qué soy mujer?

-Porque crees que estás jugando al policía y el ladrón, pero esta es la realidad. Esos tipos, las cosas que han hecho y de lo que son capaces... Galilea, podrías acabar muerta.

Un destello de profundo terror incendia sus pupilas y me pregunto si en verdad teme tanto por mí.

-Tú también podrías acabar muerto y no te veo cambiando de planes.

-Ya te lo dije el otro día, no me importaba mi vida hasta hace poco, pero ahora estás tú.

- ¿Ahora soy tu motivación para vivir? -pregunto riendo e irónica, pero me pongo seria cuando dice:

-Lo eres.

Me quedo callada ante semejante declaración, no me lo explico. Ha pasado muy poco tiempo desde que nos reencontramos en la exposición como para que sienta algo por mí, aun si estuvimos juntos anteriormente. Suelto el plato, no puedo comer con esta conversación andando. La verdad es que aún no sé lo que me pasa con Andrew, pero me convencí de que es tan solo un deslumbramiento que se me pasará de un momento a otro, pues alguna otra cosa, por maravillosa que sea, me aterra y sé que será una complicación para los dos. No puedo permitirme enamorarme de un hombre con quien no podré tener una relación normal. Detesto que me mire como lo está haciendo ahora, como si no lo comprendiera del todo, como si no fuera lo bastante sensible para estar igual a él.
Entonces mi teléfono se ilumina con un mensaje y sale la conversación entera:

"¿Podemos cenar el domingo?"

"Me parece bien"

"Nos vemos entonces preciosa"

Casualmente el aparato está en una mesita justo enfrente de Andrew, motivo por el cual, cuando leo el sms, ya él está en pie cogiendo el casco de su moto para unos segundos después salir por la puerta de casa muy alterado. No tengo nada que decirle, no puedo mentir y decir que no vio lo que vio, que no acepté la invitación de Junior para ir a cenar. Tiene el rostro enrojecido de furia, pero no habla. Tampoco es que tenga algún derecho para reclamar nada. Abre la puerta y la tira al salir, pero no intento detenerlo ni salgo corriendo tras de él, será mejor así. Me he trazado un plan para infiltrarme en la familia de Camel, porque no creo que mi amistad con su hija sea suficiente. Se me ocurrió en el momento en que supe de la existencia de Junior y aproveché la oportunidad, así de simple.

Salgo al balcón y veo a Andrew arrancar su moto y desaparecer entre las luces nocturnas de la ciudad. Ahí va el hombre que me mueve el piso, y qué digo el piso, el hombre que nunca ha salido de mi cabeza; mi primer amigo. Pensando en la tontería que acabo de hacer, o mejor dicho en la que no hice, entro y cierro las ventanas. Ya me voy a dormir, no quiero saber nada más, no sé por qué esto me ha dejado tan triste, tan rara.

Para cuando llega el viernes, ya me hice a la idea de que lo nuestro terminó, sea lo que sea, aunque en realidad creo que ni siquiera comenzó, y no debería, pero me sigue carcomiendo. Andrew no me ha llamado desde el miércoles, tampoco ha escrito y desde entonces mantengo largas conversaciones con Junior, quien no me deja en paz un segundo.

- ¿Con quién hablas tanto? -pregunta Paola cuando se acaba el ensayo general para la función de mañana, Kelly consiguió meterla en el auditórium aún no sé cómo.

-Con nadie -contesto apartando el teléfono para que no vea, pero ella es más hábil.

- ¿Quién es Junior?

- Alguien que conocí, el domingo tenemos una cita -explico antes de que me lo pregunte.

- ¿Y Andrew? -Indaga Paola- ¿Sigues enojada por lo del domingo?

- ¿El domingo? ¿De qué están hablando? Es que no me cuentan nada -exclama Kelly encolerizada.

-No si es que yo tampoco sé nada -le dice Paola-. Solo sé que cuando llegué a casa de Jake el domingo en la tarde, esta señorita estaba en el sofá del estudio con Andrew, muy acurrucados los dos, durmiendo. Después, una mujer en la contestadora que supongo que era la tal Astrid, dijo "mi amor no te he visto hoy...", y no pasaron ni diez minutos antes de que Galy se marchara con esa carita que pone cuando intenta fingir que algo no le molesta pero sí que lo hace.

-Paola, te agradezco el resumen -digo- pero no hay nada más que contar. Sí, dormí con Andrew pero ya, no quiero tocar ese tema ¿puede ser?

-Mañana después del concierto, vas a contarnos todo, porque sabemos que estás ocultando información Galilea Leblanc -dice Kelly malhumorada y me despido de ellas para encontrarme con mi hermana y su novia.

Cuando llego al lugar, un sitio al aire libre con mesitas y sombrillas ubicado en la azotea del mercado de antigüedades Alfie, están las dos sentadas en una mesita apartada cerca del borde. El lugar es sencillo pero ideal para desconectar, con pisos de madera y macetas con plantas ornamentales alrededor. Se ven sumamente alegres y se les nota cierta complicidad. Pensé que aquí solo servían cocteles, pero no, así que planeo ordenar una ración de papas fritas y sidra, por tan solo 6.50 libras. También tienen postres caseros según me contó mi hermana, pero yo no soy muy de dulces. Qué rápido se actualiza ella, lleva años viviendo en otro país y cuando regresa, resulta que conoce lugares que yo ni por enterada que existían.

-Llegas temprano, increíblemente -me dice Will sorprendida.

Le hago una mueca obscena y me siento en cuanto me presenta a Alicia, una chica de pelo castaño y lacio, y que parece ser muy agradable. Durante unas horitas hablamos de muchísimos temas, variando entre las tendencias musicales del siglo veinte, faraones e informática, de la que no entiendo absolutamente nada, pero la ocasión es válida para plantear mi objetivo del día y lo suelto sin más cuando mi hermana se levanta para pedir unas bebidas en el pequeño bar.
-Alicia, necesito preguntarte algo.

-Soy toda oídos -me contesta ella sonriente.

-Verás..., comenzaré por el principio. Estoy investigando a alguien y se me ha ocurrido que quizás, como sabes del tema, puedas ayudarme a instalar algunas cámaras en su propiedad.

- ¿Quieres instalar cámaras ocultas?

- Eso.

- ¿Pero tienes acceso a esa casa? ¿O al menos sabes cómo entrar?

-Bueno, creo que sí -contesto reflexionando sobre el tema, solo Andrew podría ayudarme con esto.

-Mañana tengo un concierto y esa persona asistirá junto con el resto de su familia, lo que significa que no habrá nadie en casa. No te preocupes que te pagaré, si aceptas, claro está.

- ¿Coca cola Galy? -me grita Will.

- ¡Sí!

-Necesito saber un poco más.

-No sé si Will te ha contado sobre la muerte de nuestro padre...

-Sí, me ha contado todo, puedes confiar en mí

-Creo que encontré a su asesino, pero necesito pruebas y por eso estoy investigando a esa persona. Es un tipo peligroso, un millonario que trafica droga en latas de sardinas, así que entenderé si no quieres meterte en esto.

-He hecho cosas peores -me dice despreocupada y mordiendo una manzana-. La gente para la que trabajaba en Egipto, por ejemplo, estaban dispuestos a explotar todo el campamento donde se quedaban los arqueólogos de la compañía de Will, con tal de que no descubrieran esas tumbas. Me pagaron muchísimo dinero solo por sabotear su base de datos, pero tu hermana me atrapó y no pude completar el trabajo. Luego de unos días comenzaron a sospechar de mí y tuve que salir huyendo de Fayún, o de lo contrario no estaría aquí ahora hablando contigo.

- ¿Fayún? -pregunto cavilando si habla de la misma ciudad que creo, donde se localiza el complejo de la pirámide de Senusert II.

-Sí, es una ciudad al sudoeste de El Cairo, hay unas pirámides en honor al faraón Senusert, pero no sé mucho más sobre el tema. Realmente no me interesaban los detalles, solo hacía lo que me ordenaban.

-Bueno, ahora cuéntame qué podemos hacer con lo de las cámaras.

-Pues, hay un chico que trabaja conmigo a veces, Tom, puede meterse en la casa pero, nos complicaríamos un poco si hay guardias de seguridad en la entrada.

-Creo que tengo la solución para eso. Conozco a alguien que tiene acceso a la mansión -comienzo a explicar pensando en Andrew, aunque no sé si aceptará colaborar con mi nuevo invento, es más, ni siquiera estoy segura de que me conteste la llamada.

-Perfecto -exclama Alicia emocionada. Qué chica tan loca, le brillan los ojos con la sola idea de instalar cámaras en una propiedad privada. Will se acerca con las bebidas en las manos y damos por culminada la conversación, no sin antes acordar vernos esta noche para coordinar los detalles e intercambiar teléfonos.

Unas dos o tres horas después me marcho del local, dejando a Alicia y a Will muy a gusto en su mesita. Sus carcajadas se camuflan con la música y las otras voces mientras bajo las escaleras y finalmente se disipan cuando salgo al ruido de la ciudad.
Son ya las siete de la noche, pero no tengo ganas de regresar a casa aún, aunque Alicia pasará alrededor de las diez para planear todo a detalle y de paso también lo del ministerio. Me quedo merodeando por las calles, reflexionando sobre si llamo o no a Andrew, está molesto conmigo y yo, debo admitir que lo extraño muchísimo, como no me imaginé que lo haría.

¿Qué pasa si en efecto estoy enamorada de él, muy en contra de mi voluntad?

Comienzo a aterrarme y cuando cojo el teléfono, ya decidida a llamarlo alguien choca conmigo y se me cae de las manos. Blasfemo recogiéndolo del suelo y Andrew se agacha también. La coincidencia es tan grande que cuando noto que es él me quedo embelesada viéndolo. Me incorporo, demonios, sí que estoy hechizada, esta vez lo reconozco. Cuánto he extrañado sus ojos castaños que de cerca parecen del mismo tono de su cabello. No estoy segura de si la expresión en su rostro significa que sigue enojado o que me extrañado también él a mí, y espero a que él diga la primera palabra.

-Estaba por llamarte -digo cuando advierto que no pretende hablar.

- ¿Ah sí? ¿Y para qué?

-Necesito un favor muy grande.

-Claro, tampoco creí que fuera para disculparte por lo del otro día -contesta.

- ¿Perdona? ¿Disculparme por?

-Por nada -dice y da media vuelta para seguir su recorrido, pero lo tomo de la mano y lo retengo antes que dé un paso más. La electricidad me recorre como siempre y sin embargo, como ya estoy más habituada, opto por ignorarla.

-Hablemos -le pido.

Acepta de mala gana y nos vamos a Radio Rooftop, otro bar con azotea que suelo visitar. Espero que no esté muy lleno, aquí hay que llegar temprano para coger sitio, ya que es un lugar muy conocido. Caminamos hasta mi auto, pues el sitio queda en el corazón del West End: la zona urbana más de moda en la ciudad, y en la décima planta del ME London Hotel.

Ya ha oscurecido cuando nos bajamos en la calle Strand, seguidos de un silencio sepulcral en el que estuvimos estancados todo el camino. Me muero por rozar sus labios, pero no tengo nada por lo que pedir disculpas, a fin de cuentas continúo siendo una mujer libre y lo sabe. En el ascensor tampoco articulamos palabra y cuando salimos, la noche está ya empoderada. En lugar de sentarnos en una de las mesas, lo tomo de la mano otra vez y lo conduzco hacia un área más tranquila y solitaria. Nos sentamos en uno de los amplios sofás de varias plazas, con blancos cojines y en el centro una vela redonda y aromática. A nuestro alrededor, hay candelabros, alguna que otra pareja y la luz que nos llega a través del vidrio de un mediano espacio en donde está la barra. Un camarero se dirige a nosotros y ordenamos unos cocteles, luego rompo el hielo:

-Creo que deberíamos poner los puntos sobre las íes. ¿Por qué estás tan molesto? -pregunto.

-Ya sabes por qué. No puedo concebir que salgas con ese tipo después de que estuvimos juntos -dice muy malhumorado.

-Eso es muy injusto, tú tienes una relación estable con una mujer solo para espiar a su padre, o eso afirmas. No tenemos ningún tipo de compromiso tú y yo Andrew, pero no obstante, sabes de sobra que si acepté salir con Junior es para infiltrarme en la familia de tu suegro.

-Vi como se miraban en el almuerzo -contesta, ya ha comenzado a sulfurarse.

- ¿Qué dices? ¿Cómo nos mirábamos? -río-, fue una conversación completamente normal, Junior ni siquiera me gusta -le explico aunque no le concierne tal detalle.

-Estabas sonriendo y además, ¿quién me asegura a mí que no te vas a enamorar de él en el trayecto?

Así que ese es el asunto, aparte de celoso también le preocupa eso.

-Astrid es una mujer hermosa, millonaria y agradable con la que llevas dos años o más, ¿y se supone que debo creer que no la quieres?

-No la...

-Era una pregunta retórica, digas lo que digas no voy a creerte. No soy de las que se enamora de cualquiera, ni en dos días, por tanto no pienses que va a suceder con un hombre que acabo de conocer.

- Pues, si aún planeas salir con él ¿para qué me trajiste aquí?

Suspiro, me está sofocando. No sé por qué rayos le cuesta tanto comprender que mi cita con Junior es tan solo una inversión con un objetivo y, por otro lado ¿a él qué le importa?

-No sé lo que siento por ti, no sé lo que me pasa contigo Andrew, listo, lo dije. No puedo decirte algo de lo que no tengo certeza y tú tampoco pue...

Antes de que pueda terminar la frase se abalanza sobre mí y me besa desenfrenadamente. No pongo objeciones, no lo detengo, no pienso, me rindo, Esto se me sale de las manos, no es un estúpido deslumbramiento con pasaje de regreso, ni una abrumadora pasión. Es un deseo de verlo y de estar con él que me trasciende, y esa nostalgia que ha estado nublándome el juicio estos dos años. Tal vez huí de Paris antes de que me rompiera completamente el corazón y ahora estoy evitándome un nuevo impacto. Debo haberme metido en la cabeza que este corrientazo que barre mi cuerpo ahora mismo, es efecto de mi imaginación, pero es real. Lo que ocurre es que cuando pasan los días sin que sus ojos me miren, olvido lo que provocan en mí y luego cuando nos volvemos a encontrar se produce el déjà vu. Nunca antes me había ocurrido algo tan maravilloso y perturbador a la vez.

Me levanto y me asomo por el barandal, ya no estoy confundida. Desde aquí se observa toda la ciudad, desde el Tower Bridge hasta el Shard. La humedad del viento nocturno me relaja y Andrew se levanta también y me abraza por detrás. Siento su respiración en la nuca y disfruto el mágico instante. Me doy la vuelta aún en sus brazos y siento la urgente necesidad de decirle lo que he estado luchando por ocultar, lo que aquella madrugada dije sin pensar, pero que es tan auténtico como los edificios que se levantan ante mis ojos.

-Galilea, je t'aime¹⁵ -me dice sincero y en francés, como si quisiera que sonara más fuerte aún-, lo siento pero ya no puedo ocultarlo más. Sé que quizás pienses que es precipitado pero es qu...

-Yo también -lo interrumpo resuelta a admitirlo todo de una vez-, también te amo -concluyo y ambos sonreímos. Vuelvo a darme la vuelta y nos quedamos mirando la ciudad abrazados hasta que mi teléfono suena, irrumpiendo en mis mejores momentos como siempre.

- ¿Allô?¹⁶ -digo cuando contesto.

-Soy Alicia.

-Ah Alicia, ¿ya son las diez?

-No, es que necesito adelantar nuestro encuentro, ¿puede ser?

-Ehm... -musito- es que no estoy en casa aún, ¿me das un minuto?

-Vale -contesta ella. Tapo el micro del celular y le pregunto a Andrew si le parece mal que venga alguien a pausar nuestra noche.

- ¿Es de lo que querías hablarme?, lo siento estaba muy enojado contigo.
Encojo los ojos y acepta.

-Alicia, ¿sigues ahí?

-Ajá.

-Estoy en un bar en la calle Strand, si pudieras venir...

Le doy las coordenadas y me dice que llegará en unos veinte minutos.

-Cuéntame ya, ¿qué tramas ahora? -me pregunta Andrew entre besos.
Sonrío con malicia.

-Mañana vamos a instalar cámaras ocultas en casa de Camel.

- ¿Vamos?

Vuelvo a sonreír.

- ¿Acaso pretendías pedirme semejante favor estando enojado? Galilea Galilea, serás desvergonzada... Espera, ¿mañana no tienes un concierto al que irán Camel, Astrid y su madre?

Cuando se detiene abre los ojos de par en par, supongo que ha captado mis intenciones.

-Exacto -contesto satisfecha.

¹⁵ Te amo (francés)

¹⁶Forma de contestar el teléfono (Oigo?)

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