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10: Ups...

A las siete de la noche y pensando en el coqueteo que tuve con Andrew por WhatsApp toda la tarde, llego a casa de Paola. Habíamos quedado en ver una película, y me abre la puerta con un tomate en la mano, debe estar preparándose una de sus ensaladas. Kelly me llama desde la cocina cuando entro.

-Dime que encargaremos unas pizzas -me dice alterada- Paola pretende que comamos eso.

Kelly odia los vegetales a pesar de ser bailarina, y de ballet clásico. A veces mi orquesta coincide con su compañía o tenemos obras juntas y nos vemos en los ensayos. Siempre se queja de los primeros días del mes, cuando los pesan para saber si han comido de más y este es uno de esos. Pero Paola, en cambio, es una persona muy fitness.

Se levanta temprano cada mañana y sale a correr antes de irse al estudio de grabación en el que trabaja, evita los carbohidratos, va al gimnasio con regularidad y como siga comiendo tantas ensaladas en cualquier momento será vegetariana. Le gusta cuidarse, en general, y está muy bien, aunque nosotras no nos atrevamos a probar esos jugos de zanahoria, pepino o brócolis que se toma a diario. Si tuviera que describirla, diría que es bastante alta y no tan delgada como quisiera ella, pero sí delgada. Tiene el cabello negro y ondulado, como el de Andrew, pero con ondas más anchas. Nació en España, pero vino a vivir con su abuela a los seis años, cuando sus padres murieron en un accidente automovilístico. Nos conocimos en la preparatoria cuando yo perdí a mi padre, solo ella supo entender mi dolor y mis ganas de desaparecer. Kelly y yo éramos grandes amigas entonces y desde ese momento las tres fuimos inseparables, aunque somos muy diferentes en algunos aspectos.

- ¿Paola, en qué piensas tanto? -Le pregunto al ver que sigue picoteando el mismo tomate que tenía en la mano cuando llegué- ¿Qué ha pasado?

- ¡Uy es que ayer..., -exclama dejando a un lado el cuchillo y el resto de vegetales en la meseta- por fin conocí a un hombre decente!

-Jum, ya estamos otra vez -balbucea Kelly riéndose.

Eso de "hombre decente" que dice tan seguido es bastante parecido a "elhombre de mi vida" de Kelly. La diferencia es que Paola suele tener citas muy a menudo y tiende a ilusionarse con lo de de "por fin alguien que vale la pena". Luego se da cuenta de que su nueva adquisición no tiene mucho que ver con ella y acaba aburriéndose tipo Mary Alice, y tipo yo también.

Kelly y yo nos miramos y sonreímos como si nos leyésemos la mente. Tenemos esa mala manía.

-Yo voy a llamar a la pizzería -dice y coge el inalámbrico.

-Estaba yo en un piano bar de esos a los que voy... -comienza a decir Paola.

-Podría haberlo adivinado.

-No me interrumpas Galilea -me regaña enojada, pero luego se vuelve a emocionar- Bueno..., estaba sentada sola en una mesa porque mis amigas -y nos fulmina con la mirada- al parecer tenían algo más interesante que hacer.

Kelly sonríe con el teléfono en la mano y finge que está marcando algún número.

-Si te contara lo que hice anoche no me lo creerías -digo convencida- No podrían mis amigas imaginarse mi noche de ayer.

- ¿Me dejarás acabar? -Me grita Paola y continúa- Estaba sentada escuchando una banda de jazz que está muy de moda, pero empezando a aburrirme de tener que beberme mi margarita sola, cuando apareció cierto galán y me preguntó si podía acompañarme. Le respondí que sí, pero hasta entonces no lo había visto bien porque en estos sitios las luces son tenues.

Me acomodo en el sofá para escuchar bien el relato y comienzo a imaginarme las escenas en mi cabeza como de costumbre.

-Se sienta y me doy cuenta de que tiene unos ojos preciosos -prosigue- y el cabello medio rojizo eh (hace una pausa) Últimamente conocemos muchos pelirrojos, qué extraño.

Entonces pienso en los cabellos de Andrew, de un rojo natural (aunque a mí se me asemeja más al naranja) cayéndole en ondas por la cara, y en su barba naciente, del mismo color, rozando mis mejillas. Es tan raro y exótico que ni siquiera me da culpa perder el hilo del relato de Paola por pensar en él.

-Comenzamos a charlar y me cuenta que es irlandés, que no viene mucho a la ciudad porque su trabajo no le deja tiempo para ello y que está de vacaciones aquí por tres semanas, pero cuando encienden las luces resulta ser el mismo hombre que me guiñó el ojo esta mañana mientras corría por el parque.

- ¿En serio? -Dice Kelly- guao, este detalle no me lo contaste a mí.

-Porque llegó tu esposo -contesta Paola poniendo los ojos en blanco.

-Nathan no es mi esposo, aún no estamos casados.

-Es como si lo estuvieran, llevan nueve años juntos por dios... Sí, ya sé lo que vas a decir, amor verdadero y todo eso.

Amo estos momentos, cuando las dos se ponen a discutir por temas amorosos y acabamos riéndonos de alguna tontería que en todo el universo solo a nosotras nos causa gracia. Luego recuerdo que mi vida se está enredando y me pregunto qué pasará con nosotras, convencida de que voy por mal camino, pero sé que sé tienen la una a la otra y que se cuidarán entre ellas en caso de que yo me pierda en las torcidas líneas de la venganza. Me fastidia muchísimo el tener que mentirles y me invade una tristeza profunda, pero espanto de inmediato esos pensamientos. Debería disfrutar de mis amigas cuanto pueda, aunque decidiera contarles en lo que ando no sabría por dónde comenzar.

Tal vez podría decirles que anoche Andrew y yo nos besamos, pero tendría entonces que contarles porqué estábamos en el puerto, lo cual me llevaría a decir que estaba espiando a mi padrastro y a su jefe, ah y que ambos son narcotraficantes, qué detalle. Luego preguntarían si Andrew y yo estamos juntos y tendría que contestar que no, porque él es novio de Astrid, la hija del asesino de nuestros padres, a quienes intentamos vengar. Definitivamente no puedo decirles nada.

-Es que Nathan regresó de su viaje y no me dijo, llegó por sorpresa -explica Kelly. Su novio es futbolista y pasa más tiempo de viaje que en casa. Es un misterio para nosotras el cómo hacen para que su relación no se marchite con esas largas jornadas de conversaciones a distancia. Supongo que el amor verdadero sí existe después de todo.

- ¿Cómo es posible que no pueda contar algo sin interrupciones? -dice Paola enfurecida y cuando se dispone a seguir tocan el timbre.

- ¡La pizza! -grita Kelly levantándose.

Un rato después de comer por fin ponemos la película, pues la dueña de la casa se enojó tanto, que luego se negó a terminarnos la historia y me he quedado con la curiosidad. Casi al final del filme Kelly le pregunta qué pasó después.

-Ah, ahora quieren saber, no voy a decirles nada.

-Ay no seas tan pesada -le digo- cuenta ya.

Después de una pausa se le pasa la rabieta y dice:

-Voy a resumir, porque ya no tengo ganas de hacer el cuento a detalles, pero la cosa es que nos emborrachamos un poco con la bebida y el ambiente y acabamos en casa de Jake.

-Sabes que la gente normal se conoce antes de irse a la cama ¿verdad? -la regaña Kelly y cuando voy a defender a Paola me dice: y tú mejor ni hables.

Me quedo callada porque no tengo nada que decir al respecto, ella sabe todos los detalles de mi vida, o al menos los que no involucran a Andrew.

-Ay cállate Kelly -contesta Paola entre carcajadas y con esa mirada pícara que hace a veces, cuando te mira pero está rememorando todo lo que no debería haber hecho y de lo cual no se arrepiente-. Su casa estaba llena de cuadros, pero me dijo que es piloto así que no entendí nada; da igual, estaba muy borracha y solo sé que tuvimos un sexo descomunal.

- ¿Piloto dijiste? -pregunto yo incorporándome de pronto.

-Sí, eso mismo.

- ¿Y estaban solos? -sigo preguntando.

- Eso creo.

- ¡El mundo es tan pequeño! -Exclamo- Jake es el hermano de Andrew.

- ¿Cómo? -pregunta Kelly sobresaltada.

-Que sí, que Andrew me contó que tiene un hermano que se llama Jake y que es piloto. Además, los dos son pelirrojos e irlandeses -explico.

-Ah, bueno, no sé, puede ser -contesta Paola- Jake dijo algo sobre un hermano, pero no había nadie cuando llegamos a la casa a las tres de la mañana.

-Eso es porque Andrew estaba conmigo.

- ¡¿Qué?! -exclaman las dos al unísono.

‹‹Ups...››

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