Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟖-

Luz. Oscuridad. No podían vivir la una sin la otra, así como el sol se mostraba imponente en el cielo las sombras se mostraban perfectas en el suelo como el reflejo de esta.

Luz y oscuridad. No pueden coexistir por separado porque no importa que tan rápido viaje la luz, la oscuridad llegó primero.

Hinata empezaba a tener un control perfecto sobre sus dones, había logrado hacer explotar pequeñas latas metálicas como lo había hecho con la cabeza de aquel Glishkarj. Pero aún así se sentía incompleto.

Sentía que le faltaba algo.

Lanzó una esfera de luz como proyectil dando en el blanco y logrando un agujero en la diana.

—Lo estás haciendo bien, Shouyo.

—Gracias Kenma— tal y como había prometido el teñido: se la pasaba entrenando junto con su amigo. Le gustaba verlo evolucionar y saber lo fuerte que sería en el futuro, desde luego sería uno de los mejores soldados de la división.

—Ven Shouyo, hay algo que debo mostrarte— ambos chicos se alejaron hasta un edificio de armamento. Habían sido contadas las veces que Hinata asistió a ese lugar.

—¡Oh, Kenma!— habló el de cabello gris—. Que bueno que han venido.

—Hola Lev— saludó el teñido.

—¿Tú eres Hinata verdad?— señaló al pelirrojo.

—Así es, ¿ y tú eres?

—Lev Haiba. Soy el Drushka del Nekoma y probablemente del departamento. Al menos el único varón, mi hermana y Mei están investigando cosas fuera del cuartel— Hinata no entendía quiénes eran las otras chicas pero asentía a todo lo que decía.

—¿Drushka? Jamás he oído de ustedes— dijo Hinata frunciendo el ceño.

—No somos muy conocidos pero nosotros nos encargamos de las armas que ustedes llevan, al igual que con sus uniformes— respondió emocionado.

—Eso es fascinante— susurró.

—¿Tienes lo que te pedí?— preguntó Kenma. Lev asintió. Se puso de pie y trajo consigo una caja negra con estampado de un cuervo al ataque color gris.

—Ábrela— le pidió a Shouyo en cuanto la puso frente a él. El pelirrojo la abrió cuidadosamente y retiró los papeles que la cubrían. El aire había abandonado sus pulmones en cuanto vio el interior y lo tomó entre sus manos.

Su propio uniforme. El uniforme que lo acreditaba como un soldado de primera división. Igual al que todos usaban, pantalón negro como la chaqueta pero la suya tenía bordados de hilo dorado en los hombros puños y espalda. Los botones metálicos llevaban un Cuervo grabado. El emblema de su escuadrón.

—No puedo creer que no me esperaras para entregárselo— entró a la habitación el muchacho de cabello de samurai.

—Kenma me lo pidió— contestó Lev encogiendo los hombros.

—Al fin vestirás como los cuervos— habló el muchacho a Hinata—. Aunque no hacía falta, ya eres uno de los nuestros.

—Lo siento pero aún no sé tu nombre— el mayor sonrío.

—Asahi Azumane. Alquemish— respondió.

—¡¿Eres el chico que tiene sangre envenenada?!— preguntó emocionado.

—Así es y tú eres el Licht— Shouyo frunció el ceño—. Así es como decidió el gobierno llamarte. Siéntete halagado, eres el primero.

Hinata no sabía si sentirse o no halagado, odiaba que ahora el gobierno lo llamase de una manera cuando siempre fue un humano común y corriente.

Había veces que no sabía a donde pertenecía.

—Shouyo— interrumpió Kenma sus pensamiento—. Pruébatelo— estaba eufórico, le habían entregado el uniforme del ejército, aquel que le decía a donde pertenecía. Tomó la caja y se alejó hasta uno de los cuartos que había en el taller.

La tela del uniforme era suave, ligera, le costaba creer que esa misma tela fuese inflamable, impermeable y muchas cosas más que se adaptaban a cualquier Polvort. Era impresionante.

Las botas negras le calzaban a la perfección, eran cómodas para cualquier tipo de terreno. Se miró en el espejo que tenía frente a él. No pudo reconocerse desde donde estaba, ¿que figuraba su reflejo?, ¿un soldado o un niño jugando a serlo? No lo sabía. Esperaba saberlo pronto.

—Estos son para ti— Lev le entregó unos guantes de malla metálica color dorado en cuanto salió del cuarto—. Son para ayudarte a manipular la luz en caso de que tengas problemas, funcionan como potenciadores.

—Muchas gracias Lev— sonrió mientras tomaba los guantes.

—Ese uniforme te queda bien— le dijo Kenma sonriendo haciendo sonrojar a Hinata—. Vamos a presumírselo a los demás.

Ambos chicos salieron de la habitación y fueron hasta la sala común donde estaban reunidos la mayoría de los miembros del KAFUNE. Apenas cruzaron la puerta los ojos de Hinata se encontraron con los ojos marrones de Atsumu. Sus ojos estaban brillantes, no podía quitárselos de encima, parecía que le observaban desde su interior.

Por su parte Atsumu pensaba que no había humano más hermoso en la tierra que no fuera el pelirrojo. El uniforme le sentaba muy bien, el negro realzaba por lo blanca de su piel y los bordados dorados hacían juego con su cabello de fuego.

—Oye, si no cierras la boca inundarás toda la habitación— susurró Suna con burla y su gemelo estaba riéndose bajito.

—¿Pueden callarse?— preguntó fastidiado.

—No— respondieron al mismo tiempo. Atsumu no sabía porque los soportaba. De lo único que estaba seguro es que Shouyo resplandecía y acaparaba toda su atención. Jamás creyó sentirse así, mucho menos después de prometer que nunca tendría pareja. Si su hermano no estaba con su amado, ¿por qué debería de estarlo él?

—¡Qué bien te ves Hinata!— celebró el chico cabello bicolor perteneciente al Fukurodani.

—¡Gracias!— dijo muy contento. Por Dios, lo que daría él por provocar esa sonrisa.

—Sólo te falta mejorar tu don y podrás pelear— se mofó Kuroo a lo que Yamaguchi le asestó un codazo—. Auch— se quejó el agredido.

—No te aflijas por eso— dijo Atsumu al mismo tiempo que el rapado del Karasuno. Ambos se quedaron mirando el uno al otro, el rapado lo miraba con duda mientras el otro lo miraba con algo similar al odio. Y los zorros detrás del rubio no dejaban de mofarse en voz baja.

—No hay de que preocuparse chicos— dijo Hinata—. No voy a afligirme por algo que yo sé que es verdad— sonrió. Atsumu sintió una calidez en su corazón al ver que no se dejaba caer tan fácilmente.

Él era brillante.

Lastimosamente lo bueno duró poco. En ese momento los tres Comandantes llegaron gritando órdenes y reuniendo a todos los soldados presentes. Todos estaban alterados, especialmente Ukai.

—Tenemos una emergencia— habló el Comandante de los búhos—. Hemos detectado actividad de los Glishkarj dentro zonas habitables.

—Imposible. Ellos sólo atacan en lugares baldíos, ¿cómo se atreverían a atacar zonas residenciales?— preguntó Akaashi.

—Te recuerdo que atacaron a Shouyo en una zona como la que dices— habló Kenma—. Los Glishkarj no conocen sobre zonas. Ellos sólo atacan.

—Ya lo dijo el cabeza de pudín— Kenma hizo una mueca de enojo ante el apodo que le dio el Comandante cuervo—. Los Glishkarj no van a detenerse a pensar a dónde atacarán, sólo lo hacen sin importar que.

—¿En que zona se encuentran?— preguntó Daichi.

—Se encuentran en la zona Brooklyn, cerca de las vías del metro— «no puede ser.» pensó Hinata.

—Han destruido muchas casas, familias están siendo masacradas así que vamos a destruirlos— dijo Tanaka con euforia.

—Mi familia— susurró.

—¿Shouyo, estás bien?— se atrevió a preguntarle Atsumu.

—¡Mi familia vive en esa zona!— gritó y todos lo miraron. Maldita sea, habían olvidado ese detalle—. Debo protegerlos.

—Tranquilo— intentó calmarlo—. Vamos a salvarlos.


La zona donde antes era un hogar habitable estaba de cabeza, había varios incendios que los Feuer no tardaron en apagar con ayuda de los Wasser. Las casas estaban desiertas, familias que sobrevivieron se habían quedado sin hogar, otras habían perdido un hermano, un hijo o un esposo. Vieras por donde vieras se respiraba miseria.

—¡Ayuden a los heridos!— ordenó Daichi. Dos miembros de su equipo respondieron de inmediato y se acercaron a las personas que habían sobrevivido a la masacre.

—No me gusta esto— dijo Kuroo.

—Abran bien los ojos— pidió Akaashi—. Tengo el presentimiento de que no estamos solos.

—Taketora, Fukunaga— los nombrados prestaban atención a su capitán—. Rodeen la manzana, asegúrense que no haya nadie más y mantengan a salvo el perímetro.

—Iré con ellos— declaró Suna—. No mueran chicos— pidió a los zorros que lo acompañaban. Porque si, Atsumu no se iba a quedar encerrado si la familia de Shouyo estaba en riesgo.

Mientras tanto el chico pelirrojo avanzaba con la mirada llena de determinación, aún no estaban ni cerca de su casa pero él quería saber si su familia estaba bien. Su madre, su padre, la pequeña Natsu. Por los dioses, quería que estuvieran a salvo.

—Oye, tranquilo, los encontraremos— le aseguró Atsumu.

—Eso espero— susurró.

Siguieron avanzando y mirando entre las casas, ayudando a evacuar a los heridos. Todo estaba en ruinas, las casas se derrumbaban y había restos de hollín. ¿Cómo era posible que los Glishkarj pudieran hacer tal cosa?

Hinata enfocaba todo sin perder ningún rastro hasta que su mirada se posó en uno de los edificios. Él lo recordaba como una casa de dos plantas de color café con fachada de piedra y portones color chocolate, de eso sólo quedaban escombros.

Su hogar había sido reducido a cenizas.

—¡MAMÁ, PAPÁ!— desgarró su garganta en aquel grito.

—¡Shouyo!— lo llamó Atsumu en cuanto se fue corriendo a lo que antes era su hogar y sin dudarlo él lo siguió.

Hinata movía los escombros, escarbaba esperando encontrarlos—. ¡¿NATSU, HERMANITA DONDE ESTÁS?!— las lágrimas ya estaban bajando por sus mejillas y es que en el peor de los escenarios estos ya estaban muertos.

—Estoy seguro que pudieron huir, Shouyo— Atsumu esperaba que sus palabras surtieran efecto. El chico estaba demasiado ansioso, su rostro reflejaba dolor y angustia.

Hinata seguía buscando en lo que era su antigua sala, como pudo movía los escombros hasta recibir ayuda de Bokuto que le hizo más sencilla la tarea al ser un Erde.

—N- no están... ni familia no está aquí— declaró.

—Ellos estarán bien— habló el de cabello blanco y negro—. Iremos a los hospitales más cercanos y hasta los más lejanos, pero vamos a encontrarlos. Te lo prometo.— le aseguraba.

El muchacho rubio cenizo llamado Kinnoshita entró a la casa, comenzó a tocar y sentir las paredes que quedaban en pie—. Las paredes oyen— susurró.

—¿De que demonios habla?— preguntó molesto Atsumu.

—Shh, guarda silencio Tsum-Tsum— pidió Bokuto.

—Ellos ya no están aquí— dijo Kinnoshita.

—Que listo, de no haberlo dicho no me doy cuente— dijo con burla el miembro del Inarizaki.

—Lo lamento Shouyo pero tus padres...— una estruendosa risa capturó la atención de todos. Sobre el único muro en pie había un monstruo completamente blanco con cuatro ojos en su cara. Tenía el mismo aspecto como aquel que atacó a Hinata. Una carcajada brotó nuevamente de su garganta; más pesada, más estruendosa, aguda. Un maldito dolor de cabeza.

El viento que estaba callado hasta el momento pero nuevamente le habló en sus oídos a Shouyo.

Huye de aquí.

—¡Debemos irnos!— gritó—. ¡No es un lugar seguro!

—¿Sucede algo Hinata?— preguntó Bokuto. El nombrado lo ignoró hincándose en el suelo a ver algo que resplandecía con la luz del sol. El medallón de su hermana.

—¡Shouyo!— Hinata sintió el tirón en el cuello de su uniforme. Bokuto lo había sacado de lo que fue su casa.

—Maldita sea, esa bestia ha intentando atacarte— Atsumu estaba molesto. Demasiado molesto.

—Estoy bien, puedo correr solo— se bajó de los brazos de Bokuto y les seguía el paso para salir rápidamente de ahí.

—¡No quedan más personas!— gritó Nishinoya—. Todos han sido evacuadas.

Bien prepárense todos, esto está por comenzar— la voz de Kuroo se escuchó a través del Inter comunicador de todos.

—¡Al fin algo de acción!— chilló emocionado Noya.

—¿Qué está por pasar?— preguntó Hinata a Atsumu.

—Olvide que eres nuevo— dijo sonriendo—. Prepárate para la fiesta, el KAFUNE es experto en hacerlas.

Fue entonces que el viento comenzó a sentirse más fuerte de lo que era, nubes de tormenta surcaban los cielos y empezaba a nublarse dejando el cielo a oscuras.

En el centro de todo esto estaba Yamaguchi flotando con los brazos extendidos. Mostraba una sonrisa orgullosa y parecía que sus ojos resplandecían como relámpagos y la capa ondeaba a sus espaldas.

—¡Esa es la señal!— gritó Nishinoya.

En un segundo Kuroo atravesó los cielos con una especie de alambre metálico que se adhería a los edificios y llegó hasta el suelo. Hinata recordaba haber visto en algún lugar esa especie de artefacto que te hacía volar como actor circense.

En un chasquido de dedos Kuroo ya estaba envuelto en un tornado de viento y fuego, ¿cómo lo había logrado? Hinata no tenía idea.

Extendió sus brazos y el tornado comenzó abrirse para después formar una ola de fuego hasta arrasar con el Glishkarj que los seguía. Los gritos que emitía la bestia eran desgarradores puesto que estaba siendo quemada con vida. Kuroo llegó hasta ella y para dar el golpe de gracia sacó una cuchilla de hoja roja y le atravesó la garganta de izquierda a derecha. Una muerte digna a su parecer.

Hubiera sido mejor que fuera la única bestia. Pero no, habían más.

Asahi que por alguna razón no utilizaba su habilidad, estaba arremetiendo contra las bestias usando dos katanas.

—Shouyo, ven— ordenó Atsumu y Hinata obedeció yendo tras él.

—¡Me toca!— canturreó Bokuto.
Pedazos de concreto que había en el suelo comenzaron a levitar y fueron disparados en contra de la bestia que tenía forma de escorpión gigante.

—¡Cállate, esta vez es mío!— Kuroo lanzó una esfera de fuego que rodeó al escorpión evitando que avanzara cuando una flecha de punta roja carmín llegó a la cabeza haciéndola explotar.

—¡No si puedo evitarlo!— gritó el castaño bajito.

—¡Nishinoya! Maldito seas— gritaron el búho y el gato al ver como el pequeño se iba volando a través de los edificios.

Desde los ojos de Hinata todo estaba perfecto. Los chicos le habían dicho que no peleara de ser necesario porque aún le hacía falta experiencia, sin embargo el quería pelear.

—Shouyo, por favor tranquilízate— pidió Atsumu—. Me pones nervioso.

—Siento que algo va mal— susurró para si mismo. Miró al cielo y ahí estaba Oikawa lanzándose con esos extraños cables impulsados por una especie de gas. Llevaba dos katanas y cortaba los trozos de enormes bestias que no llegaban a medir más de tres metros.

—¿Qué podría ir mal?— quizás no debía preguntar eso. Quizás Dios se burlaba de él o quizás el diablo había hecho su aparición cuando el viento cesó, porque en ese momento Yamaguchi caía desde la imponente altura de forma inconsciente.

El grito de Kuroo rompió los tímpanos de todos los presentes y como pudo se lanzó para lograr atrapar a su novio. Se le había agotado el gas al artefacto. Yamaguchi hubiera caído al suelo de no ser por el castaño que seguía volando.

—¡Lo tengo Kuro-chan!— gritó Oikawa y Kuroo pudo respirar tranquilo.

Pero por alguna extraña razón el cielo seguía nublado.

—¿Que demonios está pasando?— preguntó Nishinoya.

No tengo la menor idea— le respondió Daichi.

—Oh no— susurró Atsumu y Hinata miró a donde él había puesto sus ojos. En el cielo se encontraba volando un hombre alto con un par de alas negras, las agitaba lentamente haciéndole parecer un ángel de la muerte. Estaban tan absortos mirándolo y fue entonces que algo explotó.

De en medio del humo salió una joven vestida con un crop top y falda corta azul marino, llevaba la mitad inferior de su cara cubierta con una especie de bozal y la cabeza cubierta con una capucha unida a su blusa y un martillo en su mano derecha. Avanzaba lentamente por el asfalto, levantó su mano izquierda donde llevaba unos clavos y los lanzó golpeándolos con el martillo causando más explosiones.

No eran humanos, de eso no había duda pero tampoco tenían forma atroz como las bestias anteriores. Casi parecían iguales a ellos aunque con algo distinto pero no eran completamente monstruos.

—¡Deténganla!— gritó Daichi por el otro lado de la línea.

—¡Bro, vamos!— se escuchó la voz de Bokuto y Kuroo le hizo segunda. Ambos portaban arma, una espada y dos dagas respectivamente, ambos se lanzaron contra la mujer que rápidamente se fue al suelo derribándolos a ambos de una sola patada. Ya sin que le estorbarán ella empezó a correr.

—Mierda— chilló Kuroo cuando iba tras ella y causó una segunda explosión. Y en dos segundos el sujeto alado descendió.

—¡SHOUYO!— gritó con un desgarro Atsumu al ver que el chiquillo estaba en los brazos del sujeto con alas.

—¡Daichi, tienen al Chibi!— dijo Kuroo por el radio.

¡Ja! No si lo permito— se escuchó la voz de Sugawara. En menos de un minuto una de las lluvias más potentes que hubieran visto comenzaba a llegar.

—¡Cúbranse!— ordenó Bokuto.

Atsumu sintió una gota rozándole la mejilla causándole un pequeño corte—. ¿Que es esto?— preguntó.

—La poderosa técnica de mamá cuervo— el rubio frunció el ceño—. Chiste local. En fin, Suga manipula las moléculas del agua, son tan finas pero a la vez atroz, son capaces de atravesar una roca. Ahora imagina eso en la piel. Por eso estás sangrando— explico Kuroo.

(...)

—¡Quítame las manos de encima!— vociferó Shouyo en los brazos del Glishkarj de gabardina negra. Lamentablemente no pudo evitar esconder su rostro en el pecho del contrario porque unas gotas de agua comenzaron hacer estragos en su piel causando irritación y que sangrara. El Glishkarj también lo estaba sufriendo.

Y entonces una idea se iluminó en su cerebro. Shouyo emitió luz causando que se reflejara y cegara al hombre que no pudo evitar abrir los brazos dejando que el pelirrojo cayera al vacío siendo amortiguado por el cuerpo de alguien más en el suelo.

—¡Atsumu!— chilló.

—¿Es un hábito tuyo caer de ese modo?— el rubio comenzó a toser y Shouyo ayudó a levantarlo.

—Sólo si estás ahí para atraparme— ambos sonrieron con calidez en medio de la tormenta que se avecinaba.

Atsumu estaba de pie con el pelirrojo atrás suyo. El rubio sostenía su espada en lo alto dispuesto a matar a quién sea que se atravesara.

En medio da la nube de polvo que se había formado comenzó a salir una hermosa figura femenina vestida con un leotardo azul marino y botas que llegaban arriba de las rodillas, al igual que la anterior llevaba medio rostro y su cabeza cubierta. El rubio no dudó en lanzarse en un combate cuerpo a cuerpo levantando su espada, pudo haber asestado el golpe de no ser porque se vio apresado por un látigo en su muñeca. La mujer tiró de él con una fuerza inconmensurable dándole una patada en el estómago. Atsumu notó que en la punta llevaban casquillo y por eso el golpe había resultado peor. Dio un fuerte golpe en su rostro y lo lanzó contra los escombros.

—¡Tsumu!— la voz de Osamu se escuchó entre todo el bullicio. Venía armado con una jabalina dispuesto a proteger a su hermano que yacía herido.

La mujer tiró del látigo y este de igual manera se convirtió en una lanza. Parecía que bailaba, sus movimientos eran rápidos y precisos, poco a poco se fueron acercando hasta un callejón dónde se veía poca luz. Había algo impresionante en su pelear que Osamu notó, la chica podía aparecer y desaparecer a su conveniencia.

Shouyo ayudó a levantar a Atsumu del suelo y lo llevaba hasta un lugar fuera de la pelea. Estaba demasiado herido, al parecer esta clase de Glishkarj sería más difícil de matar.

—¡Hinata!

—Ennoshita, Atsumu necesita ayuda— entre ambos sentaron al rubio en un lugar aparentemente limpio—. Vas a estar bien Tsumu, lo prometo.

—¿A donde vas?— le preguntó el Heiler.

—Debo ayudar a los demás— Hinata corrió hasta el centro de la batalla y lo que vio no le gustó nada. Osamu estaba herido y agotado. Suna permanecía en igual o peor estado que el peligris pero lo peor que pudo ver fue a Kenma siendo atravesado por una flecha que salió desde la oscuridad—. No... ¡KENMA!— el grito desgarrador alertó a todos.

Y como una bomba de tiempo Hinata explotó. Estaba formando esferas de luz capaces de actuar como proyectiles y eran lanzadas a la chica del látigo y a la del martillo que hacían lo posible por esquivarlas.

Una especie de graznido lo distrajo y una bestia lo derribó al suelo. Era un lechuza gigante en color rojo que llevaba una máscara de craneo y sobre ella dos hombres uno completamente cubierto y el otro tenía el cabello corto y blanco. Fueron directamente hasta la chica de falda y top y la bestia la tomó para emprender el vuelo.

—¡Cobardes!— gritó Shouyo—. ¡Vengan y peleen malditos!— el hombre alado bajó hasta el suelo y sostuvo con cuidado a la mujer del leotardo que ahora tenía herida su pierna izquierda.

Fijó su vista en sus ojos, ambos compartían el mismo color; ojos azul naval. El hombre aleteó sus alas y se elevó por los aires, el cielo empezó a nublarse y las sombras rodearon a todos.

—No se muevan— el cuerpo de todos los presentes se sintió pesado y cumplido lo dicho por el desconocido. No pudieron moverse.

Las sombras comenzaron a disiparse y una vez se pasó el efecto vieron que los Glishkarj habían desaparecido.


¡Bienvenidos sean todos ustedes al segundo arco de esta historia!

Muchas gracias a los que han llegado hasta acá, no sé cómo agradecer que me sigan leyendo.

¿Quienes son los cuatro sujetos que llegaron a auxiliar a las bestias? ¿Por qué intentan robarse al solecito? ¿Qué pasará con Kenma?

Las preguntas serán respondidas en los próximos capítulos, espero que sea de su agrado.

Nos vemos hasta la siguiente actualización.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro