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-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟓-

Estaba solo en la habitación que compartía con Hinata, por alguna razón el pelirrojo se había levantando más temprano de lo común, entonces él se tomaría su tiempo. Siempre le decían que se tardaba en arreglarse cuando no era verdad, en las misiones era el más rápido en vestirse con el uniforme militar y siempre era el primero en estar listo.

Subió el volumen de la música para poder peinar su cabello tranquilamente, no es que lo tuviera muy largo, en realidad faltaba poco para que llegara a sus hombros y el tinte blanco de su última capa ya empezaba a recuperar su color natural.

—All on my tongue, I want it— comenzó a cantar mientras se acomodaba el recogido de la mitad de su cabello y desenredaba lo que quedaba suelto.

I feel like fucking something but we could be corny, fucking it.

—Sugar I ain't no dummy, dummy— Tadashi se sintió feliz en cuanto los brazos de su novio rodearon su cintura y besaron sus mejillas.

—Estabas tardando mucho— se quejó el de cabello negro.

—¿De verdad?— asintió en respuesta—. Pero ni siquiera me arregle mucho, tenía flojera— Yamaguchi estaba vestido con un pantalón negro al igual que una camiseta de red que cubría con una playera oversize blanca.

—Arreglado o no sigues viéndote hermoso— se acercó hasta fundir sus labios y poder aprovechar la privacidad de la habitación.

—Gracias Tetsurou— escondió su rostro en el cuello del más alto, ambos podían pasar la eternidad en los brazos del contrario y no habría nada de malo en eso, ambos se amaban. No sabían que se estaban buscando y habían pasado por mucho para poder encontrarse.

—Una pregunta, ¿sabes que significa lo que estabas cantando?— Yamaguchi poseía la duda escrita en su mirada.

—No— contestó como si fuera pregunta. Kuroo sonrió lascivamente y mostró su celular a su novio que ahogaba sus jadeos.

—Podría cumplir tus deseos— el de rostro con pecas asestó un golpe en el pecho de su amado.

—No te burles de mí— muy tarde ya lo estaba haciendo—. Eres odioso.

—Y así me amas— no iba a negarlo, amaba a ese hombre más que a su vida.

Si le preguntaban a Hinata él preferiría comer o estar haciendo otra cosa que no fuera aprender la teoría de los dones. Esa clase estaba siendo completamente aburrida, cada que tenía un error el rubio de lentes no dudaba en reprenderlo y decirle que era un idiota. Aunque no podía culparlo.

—¿Qué es lo que no te queda claro?— preguntó el de lentes ya cansado de su actitud.

—No entiendo nada— admitió.

—¡¿Cómo es que hablas cuatro idiomas y no comprendes lo que es el Polvort?!— Hinata podría jurar que estaba saliendo un humo del craneo de Tsukishima.

—Muito fácil, eu precisava ler e todas as coisas legais para mim são muito antigas— habló en un portugués perfecto—. Eu não queria ir para a cadeia.*

—¿Puedes dejar de hablarme en un idioma que no conozco?— el rubio estaba molesto, lo estaban sacando de quicio.

Do you prefer that I speak to you in English? Quizás en español.

—Suficiente por hoy, es muy cansado tratar de enseñarte, ven a verme cuando estes dispuesto a aprender— Tsukishima se levantó tan enojado y estresado por la impertinencia de Hinata que termino por dejarlo sólo en la habitación.

El pelirrojo intentaba con todas sus fuerzas que esa luz que le salvó la vida apareciera nuevamente en sus manos pero no lo hacía.

—Mierda— estaba al borde de la desesperación, nunca se había destacado por ser paciente.

—Esas son palabras duras, Shouyo— giró su rostro y se encontró con el chico rubio del Inarizaki recargado en el marco de la puerta—. ¿Sucede algo?

—No es nada— negó rápidamente no quería que lo viera fracasar.

—No tienes porque ocultarme las cosas, Shouyo— se acercó hasta él y se posicionó a su lado—. Es difícil aprender a usar los dones.

—¿Tú también batallaste?— preguntó.

—Por supuesto, mi casa terminaba incendiada o llena de agua.

—Tsukishima dice que no comprendo la ciencia Polvort— Atsumu lo miró con duda, como si no supiera de qué hablaba—. Él dice que usamos las partículas del elemento para activar nuestros dones.

—Eso es estúpido, no tiene nada que ver— atacó el Miya, Hinata lo miró sorprendido—. Soy un Feuer y no necesito tener un encendedor para incinerar algo, solamente lo deseo— y así como terminó de hablar agitó una de sus manos logrando conseguir una flama sobre su palma, la cerró y entonces otra más pequeña comenzó sobre su dedo índice para después continuar en los demás hasta convertirse en una esfera.

—Es increíble— susurró emocionado.

—Esto no es ciencia, o al menos a mí no me gusta clasificarla así.

—¿Y qué es?— preguntó.

—Magia— susurró muy cerca de él como si compartiesen un secreto—. Aquello que aparece de la nada, la magia está aquí— señaló el corazón del contrario—. Y nace de los deseos de su portador, de lo que más quieras en la vida, ahí es donde está la magia— no supo como o porque pero ya se encontraba acariciando los rizos anaranjados del contrario y un rubor comenzaba a esparcirse sobre sus pómulos.

Hinata aún con el calor en sus mejillas se alejó del rubio y por obra del creador en un chasquido de dedos tenía una pequeña esfera de luz en sus manos que flotaba sobre sus palma.

—No puede ser— la sonrisa que emergió de su rostro fue suficiente satisfacción para el rubio, ya no sabía si la luz iluminaba al pelirrojo o el pelirrojo iluminaba la luz.

—Lo estás haciendo bien Shouyo— felicitó—. Ahora intenta manipularla— fue entonces que la esfera dejó de serlo y se convirtió en un hilo de oro que comenzaba a rondar por la habitación con si de una serpiente se tratase. Comenzó hacerse un remolino de luz hasta que se fundió y explotó dejando una lluvia de estrellas.

—Lo logré.

—Lo lograste— estaba sorprendido por los poderes de Hinata, siendo sincero él no sabía que clase de poderes manejaba el pelirrojo, pero era de esperarse que el pequeño pudiera manipular la luz siendo este una estrella.

—Muchas gracias Atsumu— su sonrisa brindaba la calidez esperada por alguien que no había dormido y le ofrecían una cama. La clase de calidez que alguien esperaba al llegar a su hogar.

—Fue un placer Shouyo— se permitió deleitarse con el pequeño sol que tenía enfrente, se veía como un niño que jugaba con burbujas, le recordaba a la niñez que hubiese querido. Para su mala suerte la sonrisa no duró mucho.

—Es la primera vez que me siento igual al resto— susurró—. Siempre tuve que ocultarme, ¿sabes? La gente suele despreciar a aquello que cree inferior por ser distinto.

—Lo sé— le contestó—. Lo he vivido, quizás no de carne propia pero he sido testigo de ello. Mi hermano fue una víctima del desprecio de nuestra propia familia.— Shouyo lo miró sin entender la situación.

—¿Hay algo que desees contarme, Atsumu?— preguntó.

—¿Dime Shouyo, Yamaguchi te contó como fue que nos conocimos?— no entendía porque le preguntaba eso, sabía que no tenía buena relación con los gemelos pero no sabía a grandes rasgos lo que había pasado.

—No, no me ha dicho nada. No creo que se conveniente que lo sepa— admitió—. El pasado es el pasado y es ahí donde se debe de quedar.

—Habla con él, te lo dirá todo.

—Lo único de lo que estoy seguro es que odias a Kuroo— el rubio comenzó a reír.

—No voy a negarlo, si lo odio y mucho, después de todo él fue quién inició todo.

—¿Comenzar que cosa?

—Él arruinó la vida de mi hermano.

Llevaba toda la tarde buscando a ese viejo amigo del Comandante, ya estaba cansado, él sólo quería llegar hasta el cuartel y tratar de convencer a Daichi para cambiar de habitación y poder dormir con su bello cisne.

Koushi Sugawara: el amor de su vida, su razón de ser y de existir... su mundo. Él era todo lo que estaba bien en ese putrefacto lugar y aún así la gente lo miraba mal. No importaba que arriesgaran sus vidas para salvar al prójimo, no, a ellos sólo les preocupaba el hecho de que un soldado que le gustasen los hombres los salvara.

Cuando anunciaron que el KAFUNE aceptaría todo tipo de soldados siempre y cuando fueran leales y de apoyo para la humanidad hubo una crisis.

"Las abominaciones no deberían ser soldados"

"¿Como permiten esas bestias sean soldados?"

"Seguramente se acuestan entre ellos"

"Todos son unos monstruos"

"Dios debería castigarlos."

Y muchas cosas más, la gente no estaba lista para aceptar algo distinto a ellos.

—Si no están contentos con nuestro escuadrón de soldados entonces deberían pelear ustedes— les había dicho Ikkei Ukai aquella ocasión, siendo apoyado por Nekomata. La humanidad les debía una grande.

Y ahora él se encontraba en esa casa de aspecto rústico, donde el antiguo gran Comandante se dedicaba a pasar sus días de retiro, sus días de gloria habían acabado y tuvo que dejar el cargo a su nieto, esos cuervos se quedaron sin su líder pero ahora tenían uno que podría ser incluso mejor. El Ukai más grande de la historia.

—Maldita sea la humanidad— susurró para sí mismo. Toco la puerta de la casa y esperó. La puerta se abrió dejando ver a un hombre ya de avanzada edad vestido con jeans y playera sin mangas que resaltaban las múltiples cicatrices en sus brazos que fueron producto de peleas.

—Tooru Oikawa— saludó el mayor.

—Ikkei Ukai, es un placer verlo en persona— Ukai se movió de su puerta y permitió que el menor entrara a la casa.

—Espero que tu visita no tenga nada que ver con regresar a dirigir al Karasuno.

—¿Por qué, acaso ya no le agradan los cuervos?— se atrevió a jugarle una broma.

—Mi nieto está haciendo un gran trabajo, créeme que estoy orgulloso de que esas generaciones estén a su cuidado— acarició el marco de una foto familiar donde se realzaba la sonrisa de un pequeño con un extraño y alborotado cabello negro.

—El Comandante sigue teniendo esa sonrisa de vez en cuando— le dijo Tooru.

—Keishin siempre fue distinto a los demás, el haber heredado mi don lo hizo un poco más alejado de todo lo que lo rodeaba— el castaño sabía que el don de la familia Ukai era un secreto a voces, muchos decían que eran intocables y muy pocos del gobierno sabían que era exactamente lo que hacían. Ni siquiera tenían un nombre oficial.

—Ha hecho un excelente trabajo— el anciano suspiró.

—¿Y bien qué haces aquí?— preguntó.

—Mi señor me ha pedido venir por usted— Ukai lo miró con ojos entrecerrados, como si eso le permitiera saber la verdad—. El Comandante Nekomata quiere hablarle de algo importante. Es clasificado, ni siquiera yo lo sé.

—Ese maldito viejo decrépito— carraspeó—. Dame unos minutos, iré a ponerme algo más decente y partiremos de inmediato. Conociéndolo no tarda en mandar más gente a por mí.

(...)

Al llegar a las instalaciones ambos caminaban a la par, de vez en cuando se detenían porque alguien había ido a saludar al viejo Ukai; la leyenda viviente.

Ukai había peleado hace más de treinta años aproximadamente en la Guerra Glishkarj: cuando unos entes extraños emergieron de la Fuente y desataron el caos en la tierra. Ukai lideraba al Karasuno como su capitán y después de la guerra fue ascendido como comandante donde entrenó a uno de los mejores soldados de la humanidad.

Vio los bordados negros que llevaba Oikawa en su uniforme, entendía porque era el Teniente del escuadrón de su amigo, pero si le preguntaban él no confiaba en el castaño.

—Eres un Tödlich— afirmó.

—El bordado lo dice todo— dijo—. Se nos conoce como mortíferos, somos capaces de acelerar un corazón y hacerlo parar, damos una muerte instantánea a nuestros enemigos.

—He visto muchos de esos.

—Tu Capitán cuervo es uno de ellos— el anciano sonrió.

—Lo sé, yo mismo entrené a Daichi.

—Un gran hombre si me lo preguntas— admitió—. Es el mejor amigo de mi prometido, de seguro también lo conoce.

Claro que lo conocía, jamás olvidaría a su última generación.

—Hemos llegado— abrió la puerta y el primero en recibirlos fue el anciano Nekomata.

—Ukai, cada día estás más viejo.

—¿Acaso te has visto en un espejo, Nekomata? Mírate, estás acabado— ambos hombres comenzaron a reírse.

—Oikawa, retírate por favor.

—Con permiso comandante— Oikawa salió de la oficina dejando a ambos hombres dentro de ella.

—¿No confías en tu segundo al mando?— le preguntó.

—Eres tú quién no confía en él— Ukai se encogió de hombros.

—Lo hago como soldado más no lo hago como persona— Nekomata se burló por lo dicho—. ¿Para que pediste verme?— el contrario perdió la sonrisa del rostro y mostró lo que había en la pantalla, aquello que Kuroo había visto. Ukai fue perdiendo el brillo característico que portaba.

—¿Te parecen conocidas?— preguntó al ver que  su viejo amigo se enfocaba en las inmensas alas del hombre en la pantalla.

—Son como las de él— susurró—. Una habilidad muy poco común.

—Tu pupilo, aquel que llamábamos Pequeño Gigante portaba unas alas como las de este hombre.

—¿Y qué esperabas? Tenma era un Wind que aprendió a proyectar su viento como alas, fue el gobierno el que experimentó con él hasta hacerlas sólidas— Ukai estaba rojo del coraje, aún recordaba aquello que ocurrió hace más de diez años, aquellos experimentos que le arrebataron aquel que llamaba hijo—. Él está muerto.

—Yo lo sé— dijo con pesar el de ojos miel—. No es por eso que te llamé.

—¿Y entonces para qué?— preguntó.

—Sus últimas palabras, ¿cuáles fueron?— Ukai casi se atragantaba con el vaso de agua que bebía.

—¿Acaso importan?— Nekomata se encogió de hombros al igual que el corazón del abuelo cuervo al recordarlas—. Cuando los planetas se alineen ellos regresarán, el mundo perecerá y el Dios de los muertos caminará entre nosotros.

—¿Y eso que significa?— preguntó.

—He estado los últimos diez años buscando el significado de las palabras de mi hijo— admitió—. He encontrado una respuesta y creo que no te gustará.

—¿Por qué?

—Porque la muerte viene consigo.

Oikawa Tooru sabía muy bien donde se encontraba su amado cada que lo mandaban a una misión solo, siempre hacía eso cada vez que necesitaba pensar, así que entró.

—Kou— el aludido se sobresaltó—. Sabía que estarías aquí.

—Tooru— susurró—. Lo siento, no quería preocuparte— el castaño se acercó por detrás y sujeto la cintura del platinado.

—¿Algo en específico en lo que pienses, cariño?— preguntó y el contrario asintió.

—Mira las estrellas, mira como están brillando esta noche.

—Está habitación es un planetario, Kou— dijo—, es normal que brillen así— el contrario negó.

—Está habitación es una copia del universo— comenzó a relatar—. Los registros dicen que quienes lo construyeron usaron sus poderes para que reflejara cómo se veía el universo, por lo tanto si estas estrellas brillan el cielo debe de estarlo también.

—Si eso es verdad entonces el universo debe ser infinitamente hermoso— hubo un silencio incómodo entre la pareja y por eso Tooru ya sabía lo que vendría a continuación.

—¿Crees que algún día nos acepten?— preguntó—. Me refiero a la sociedad, hemos evolucionado, tenemos dones e incluso resistimos algunas enfermedades pero... aún no aceptan que dos hombres se amen.

—La sociedad es un asco— contestó el más alto—. Sinceramente me da igual, no me importa si no nos aceptan mi prioridad es amarte y que nadie te dañe, mataría a cualquiera que lo hiciera.

—Tooru...

—¡Nada Kou! ¿No viste como atacaron a la pareja de Kuro-chan? Yams salvó a ese hombre, le salvó la vida y el muy idiota se atrevió a golpearlo— claro que lo recordaba. Kuroo estuvo a punto de ir a prisión por agredir a un civil, todo porque el civil era un homofóbico que no soportaba una forma distinta de amar a la suya—. Ese hombre ni siquiera sabe lo que es el amor, Yams investigó y resulta que el estúpido golpea su esposa.

»La humanidad es un asco...

—¡Tooru!— regañó el mayor—. No te expreses de esa manera.

—¿Cómo quieres que me exprese? Si está mal visto ¿como podríamos tener una familia?— preguntó.

—Podríamos adoptar— el castaño resopló—. Ambos somos soldados de élite, el gobierno no tiene porque negarse... o podríamos pagar por un vientre de alquiler.

—En ese caso que sea con tus genes— eso le robo una sonrisa el de cabello gris—. Mi sueño es tener un niño o niña con tus ojos y ese lunar tan coqueto que tienes.

—Pero yo quiero uno con tus pestañas— se quejó.

—Bien pues que sean dos— Kou se sonrojó hasta las orejas—. Es más tengo una idea— el chico del lunar cerró los ojos y sonrió, sabía lo que se venía a continuación—. Digámosle a tu hermana y a la mía que tengan a nuestros hijos— eureka.

—Es lo más tonto que he escuchado.

—¿Por qué? Es brillante, una inseminación artificial con nuestras hermanas de forma contraria y tendríamos hijos con nuestros genes— Suga se dio una palmada en su cara por la vergüenza provocada—. Después nos iremos a vivir a otro planeta.

—¿Qué?

—Con la tecnología de la humanidad podremos invadir otro planeta y quedarnos ahí para siempre, esa cosa ha evolucionado mucho— el castaño lucía orgulloso por sus ideas y Koushi no podía creer que ese era el idiota de sus sueños.

Hubo otro silencio que el castaño no supo interpretar si era algo bueno o algo malo, Koushi rara vez pasaba tanto tiempo callado y cuando lo hacía después decía algo que afectaba positiva o negativamente a su escuadrón. Su pareja era alguien brillante, observador e inteligente, no por nada era el segundo al mando de su equipo.

—Saturno— habló finalmente.

—¿Qué?— preguntó y el platinado señaló al planeta con anillos que permanecía inmóvil en el sistema solar.

—Si nos vamos debemos huir a Saturno— el castaño sonrío.

—¿Puedo saber cómo elegiste ese planeta?— preguntó.

—Porque es el planeta que representa al titán Cronos en la mitología griega— el castaño frunció el ceño—. El tiempo pasa lentamente o muy rápido que no lo sientes, no importa cuál sea el caso mientras esté a tu lado— sonrió y depositó un beso en la mejilla del platinado.

—Bien, entonces huiremos a Saturno, ese será nuestro nuevo hogar.

No era una promesa vacía, era promesa certera que esperaban fuera a cumplirse.

No sabía cómo abordar el tema, en verdad le daba curiosidad pero no creía que fuera correcto. Ya en la penumbras de su habitación decidió que era hora de preguntar. Necesitaba saber cómo es que comenzó aquella enemistad.

—Oye, Yamaguchi— lo llamó y el otro emitió un sonido en señal de respuesta—. ¿Por qué te llevas mal con los hermanos Miya?— Yamaguchi suspiró.

—Creo que es hora de que sepas mi pasado Hinata— el pelirrojo asintió—. Debo decir que es algo difícil y complejo. Espero que sepas entenderlo.

—Sabré entender.

—Bien, te contaré...

Muy fácil, necesitaba leer y todo lo legal para mí es muy antiguo. Y no quería ir a la cárcel.*

¿Prefieres que te hable en inglés?*
Todo esto según San Google.

¡Buenos días estrellitas, la tierra les dice hola!
Este fue el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado, cada vez me van quedando más extensos y eso es muy raro en mí. Lo publico de una vez porque estoy trabajando en un proyecto semestral de la escuela que dejé para último momento 🤠 espero a partir del sábado dedicarle más tiempo a los capítulos.

Muchas gracias a aquellos que se toman la molestia de leerme, dentro de poco empezará algo que me gusta llamar segundo arco. La historia es extensa y por eso llevara tiempo atar los nudos y desatar otros.

Díganme su opinión o pregunten sus dudas que para eso estoy y gracias por leer.

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