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-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟓-

Las emociones son algo difícil de controlar, por un lado tienes que ser empático con las personas y ponerte en sus zapatos para calmarlas, y por otro estaban aquellos que simplemente se encerraban para evitar que algo más los hiriera.

Yuuji sabía y conocía las dos de primera mano. En cuanto rescataron a las víctimas de la escuela ayudo a que se sintieran mejor junto a Kaori, Narita inclusive tuvo que hipnotizar a unos para hacerles creer que nada había pasado y pudieran calmarse, Kenma junto a Suna buscaban en los alrededores a los corazones desbocados que parecían a punto de estallar y tratar de estabilizarlos.

Él por su parte intentaba apagar sus emociones y concentrarse en las de los demás. Como siempre lo había hecho, ponía la vida de los demás sobre la suya propia.

—Oigan, ¿No sienten calor? — pregunto Kaori.

—Estamos en verano, obvio sentiremos calor — respondió Taketora.

—No ese tipo de calor

— ¿Entonces a cuál te refieres? — pregunto Fukunaga.

—Se siente como el calor de las brasas, dime ¿tengo razón o no, Tora?

—De hecho la tienes, es como si alguien hubiese encendido un horno para hacer galletas.

—Un pavo — respondió Itadori.

— ¿Qué?

—Dije que un pavo, este calor es para hacer una comida grande, no unas galletas— todos alrededor fruncieron el ceño ante tal comparación—. Son todos, llévatelos Fukunaga.

El nombrado asintió ante la petición del chico y se llevó a las víctimas a un lugar seguro, después procederían a llevarlas al hospital a ser atendidos como correspondían.

Yuuji seguía insistiendo que en que hacía demasiado calor para que estuvieran en pleno verano, pero Tora insistia en que era el clima, fue entonces un cañón de plasma caliente cayó cerca de ellos impactando en el costado derecho del chico moca haciéndolo gritar de dolor.

—Si eso le pasa a la piel de alguien que controla el fuego, imagínense a la de alguien que no lo controla. Los humanos siguen siendo demasiado débiles.

— ¡Llamen al capitán! — grito Kaori.

—Claro, llamen al más fuerte aquí, puede que me lleve el honor de matarlo. — un gancho en la parte de su nuca y una patada fueron suficientes para desequilibrarlo—. Mocoso presuntuoso.

Yuuji lo observo detenidamente, su aspecto era grotesco; tenía un solo ojo como los ciclopes y un cráter en lugar de cabello, piel de un extraño tono verdoso y que decir de su sonrisa.

—Tu oponente seré yo — hablo el de cabellos rosas.

—Pareces un ser insignificante.

—Entonces no tienes nada que perder. — el Glishkarj sonrió cínicamente, le seria sencillo pelear contra la cucaracha.

—Itadori. — lo llamo Kaori.

—Tranquila, no tienes de que preocuparte. — la chica búho asintió y se alejó para llamar a los demás, no quería dejar a Yuuji solo.

Un cañón de plasma se disparó en su dirección y Yuuji no tardo en esquivarlo y sorprender al cabeza de volcán por la rapidez. Los golpes de Itadori eran certeros y demasiado rudos, la flexibilidad que poseía le daba la ventaja al momento de querer escabullirse y realizar llaves.

La bestia también poseía fuerza, pero lo que le hacía un difícil trabajo era el hecho de que su fuego era más bien similar al magma de un volcán y eso era en extremo peligroso. ¿Cómo saldría de esto solo? Él siempre quería ser de ayuda para los demás, pero había momentos en los que no podía consigo mismo.

Eres más débil de lo que pensé. — dijo una voz en su cabeza.

—No es momento para volverte loco Yuuji —se dijo a sí mismo—. Ignóralo.

Nuevamente corrió hasta poder golpear al ciclope en las costillas, se acercó hasta uno de los escombros de los edificios y lanzo uno de los blocks, siempre había tenido una fuerza descomunal para cualquiera, lo que lo hacía un atleta reconocido cuando era más joven y brillar en la academia.

— ¿De dónde viene toda esa fuerza? — le pregunto—. ¿De verdad eres humano?

— ¡Eso a ti no te importa! — le grito molesto—. Las bestias como tú carecen de sentimientos y sentido común.

—Por supuesto, es nos diferencia de ustedes los humanos. Jamás me imagine usar mi técnica más poderosa con un simple humano como lo eres tú. Extensión de dominio; Montaña Ataúd de Hierro.

Los alrededores comenzaron a oscurecerse y el cielo dejo de brillar, el suelo no estaba hecho de concreto sino de tierra y magma comenzaba a abrirse paso entre ella, hacia demasiado calor, peor que en un horno.

—Morirás — afirmo el Glishkarj y un viento frio corrió sobre la piel del humano.

La iluminación de la lava caliente fue sustituida por una sombra oscura y la sensación de algo recorriendo sus pies lo embargo. Bajo él había  ranas que croaban y de apariencia asquerosa, parecían hechas de alquitrán, sintió que fue envuelto en los brazos de alguien y fue liberado de la prisión en la que estaba.

—Oye espera, que demonios, ¿Quién e...? — Se quedó callado en cuanto pudo apreciar la mata de cabello oscura—. Gracias... por salvarme.


La cabeza le daba vueltas, el pitido de una máquina que contaba los latidos de su corazón se escuchaba a lo lejos, las luces artificiales estaban sobre él y las sentía calar.

Hinata, por favor despierta — esa voz nuevamente, no salía de su mente —. Tienes que luchar, no falta mucho para encontrarnos, por favor déjame verte una vez más.

— ¡Shouyo! — abrió los ojos cuando la voz de Atsumu calo en sus oídos, su respiración estaba errática, su pecho subía y bajaba, y la mascarilla era prueba de ello.

— ¿Q- Qué...? — su voz se quedó atascada en su garganta.

—No te levantes, deja que Ennoshita haga lo suyo — entonces se percató de la ambulancia en la que iba, no sabía quien manejaba, pero el Heiler y Feuer estaban a su lado. El castaño llevaba unos desfibriladores y eso significaba una cosa; Hinata estuvo muerto por un tiempo.

—A... Atsumu...

—Deja de hablar, por favor, tu garganta está herida — el rubio tenía los ojos rojos e hinchados por llorar, su voz se escuchaba quebrada y al parecer sus heridas ya habían sanado—. Tienes que descansar pronto llegaremos al cuartel, mientras tanto... por favor no vuelvas a irte. — susurro contra el pecho del pelirrojo.

En su mente Hinata no entendía que es lo que acaba de pasar, ni siquiera recuerda cuanto estuvo muerto, solo tenía la sensación de estar en casa, sentir una enorme paz y que alguien lo acompañaba siempre. En cambio ahora sentía un enorme vacío, como si no perteneciera este mundo.

(...)

Hinata estaba descansando en la cama del hospital, él se había quedado en el pasillo para velar su sueño, Takeda le dijo que no podía entrar porque quería verificar sus cuerdas bucales; al parecer habían sufrido un desgarre o eso sospechaba él hasta que corroboró que no, sólo estaba agotado por la batalla.

Pero Atsumu lo notó, él vio como su voz desgarraba en cuanto declaró que el Glishkarj moriría, escuchó esa afirmación y si en sus cabales estaba que podía jurar haberlo visto antes.

Los pasos de unas botas no se escucharon para nada sino el golpe que llegó hasta su cabeza por un teñido.

—¡¿Por qué no lo cuidaste?! — gritó colérico.

—¡Kenma! — exclamó la voz de Kuroo.

—Todo esto es culpa tuya.

—¡¿Mi culpa?! — preguntó Atsumu molesto—. ¿Y tú dónde demonios estabas?

—Obviamente no con ustedes o Shouyo no estaría herido. — ¿De donde salía toda esa energía para gritarle? Kenma nunca hacía ruido y ahora parecía no cerrar la boca.

—Escúchame bien, estúpido.

—Bien, ya fue suficiente —interrumpió Kuroo tomando al más bajo por los hombros—. Kenma, tranquilízate.

—No me voy a calmar, Kuro.

—¿Suna puedes calmar a tu novio? — nuevamente un golpe llegó hasta la cabeza del rubio y después fue sujetado por el cuello de su uniforme hasta tirar cerca de la mirada de Kenma.

—Primero; no soy su novio, segundo; no tiene poder sobre mí y tercero; a él que le importa.— lo empujo lejos de él y se fue molesto del hospital, necesitaba alejarse o lo mataría.

—Me disculpó por eso —habló Kuroo—. Kenma suele preocuparse mucho por el enano.

—¿Siempre es así de explosivo? —preguntó Suna.

—Un poco, cuando saca las garras puede arañar y no es bonito. Denle tiempo, vendrá a disculparse, tal vez.— el capitán del Nekoma se alejó hasta sentarse en una de las sillas del pasillo, Itadori también estaba dormido por las heridas causadas en la batalla con un extraño Glishkarj, no sabían cómo se las ingenió para sobrevivir, pero esperaban que no hubiera estado solo.

Dentro de la habitación de Yuuji reinaba el silencio y un montón de imágenes corrían por su mente, recordaba sentir el calor del magma y los brazos que con calidez lo rodearon. Conocía perfectamente esa sensación.

—¿Estás bien? — estaba aturdido y confundido, creyó ver imágenes donde no eran.

Si estoy bien — le respondió al de ojos azul naval—. Gracias por salvarme. — se sintió envuelto en los brazos nuevamente y se dejó reposar en él muchacho de piel blanca.

—Siempre te cuidaré.— murmuró suavemente antes de besarle la frente y dejarlo en el suelo.

Eso era todo lo que recordaba. Eso era todo lo que tenía, la sensación de estar en casa y que su hogar fuera arrebatado abruptamente dejándole una sensación de vacío. No lo conocía, no recordaba el rostro de quién lo salvó, pero en su interior esperaba que fuera él, aquel por el que sentía que había esperado toda su vida para volver a verlo.

La Luna estaba en su punto más alto, brillando siempre con la ayuda de la Luz del Sol y sin embargo siendo reconocida como la suya propia, porque así funcionaba ese satélite natural de la tierra y así es como funcionaban ellos dos. Siempre era así.

Aquella figura que era testigo de todas las miradas perdidas de gente enamorada y la protagonista de un sinfín de poemas por los que valía la pena derramar sus lágrimas mostraba su reflejo en el lago en el cuál se encontraba lanzando piedras.

Uno, dos, tres. Siempre daban tres saltos antes de hundirse, no como los lanzamientos de su padre, él siempre lograba más de cinco y prometió que le enseñaría algún día. Ahora le tocaba aprender solo. Como la mayoría de las cosas.

Por suerte tuvo a su hermanastra para acompañarlo, después de la muerte de su padre y madre se quedó solo... después misteriosamente cayó en un coma del cuál no ha podido despertar.

— ¿Qué necesidad había de irte? — preguntó al aire—. Juras que todo fue para protegerme, pero aún así vivo en constante peligro.

—Así que aquí estás —la mujer azabache de ojos azules se acercó hasta sentarse con él—. Me tenías preocupada, saliste de casa sin avisar y sólo por una corazonada.

—Sentí que debía protegerlo —respondió fríamente.

—Es muy extraño, pero no pienso llamarte la atención, después de todo tú eliges a quien salvar.— el muchacho de ojos azules bajo su mirada hasta el reflejo del agua—. Nuestro maestro es igual.

—No me compares con él.

—Él nos crió, te recuerdo que somos familia y no sólo por compartir sangre. —la muchacha tomó las manos del chico entre las suyas en un gesto cálido y agradable—. Escucha, mi padre solía preguntarme algo cada noche.

— ¿Qué cosa?

¿Tienes algo que proteger? — la pregunta hizo latir el corazón del chico desbocadamente—. Yo la tengo; es mi hermano. Mi hermano lo tiene y creo que sabemos quién es. ¿Tú a quien proteges?

—Yo, Megumi Fushiguro, no protejo a nadie. Sólo a mí mismo.

—Te equivocas — Megumi frunció el ceño—. Nos proteges a nosotros, nos proteges a tus amigos y proteges al hombre que amas.

— ¡Yo no amo a ese idiota cabeza de cereza!

—No siquiera mencione a quién —se burló ella.

— ¡Megumi, Miwa! — la voz de su maestro se escuchó detrás de ellos, el hombre llevaba lentes de sol a pesar de ser noche—. Miwa por favor, déjame a solas con tu primo. —la muchacha asintió y se despidió de ambos dejándolos solos.

—Di lo que tengas que decir y vete. —atacó Megumi.

—¿Qué? Megumi- chan, debes de dejar de ser tan agresivo conmigo —se quejó el adulto—. He sido más que tu maestro, te he criado y cuidado desde que aparentas cinco años.

—Ocho. —interrumpió

—¿Qué?

—Ocho años, me criaste desde que aparento ocho.

—Pues estabas tan pequeño que ni cuenta me di —comenzó a reírse y de un momento a otro su voz se tornó oscura—. ¿Qué hacías cerca de él?

—Tuve una corazonada, sentía que estaba en peligro y no me digas que es mentira porque si lo estaba — el adulto suspiró pesado.

—Claro que lo estaba — y es que él sabía que estaba en peligro, pero no pudo ir por él.

—Creí que irías a salvarlo.

—A veces el deber no es lo mismo que el querer. Después de que se formó el consejo me volví un esclavo de esos estúpidos ancianos.

—Nunca haces lo que te dicen.

—Porque no quiero hacerlo. —respondió más alegre—. Y con esta misión estoy en duda, ellos dicen que debo hacerlo, pero no quiero hacer nada. No quiero.

—¿Entonces porque estamos aquí?

—Eso pregúntaselo a tu primo. El muchacho quiere estar aquí.

—Tobio es un idiota.

—Se parece mucho a ti, dime ¿Quién hace una expansión de dominio que ni siquiera está completa? —se burló el mayor—. Debo irme, por favor vuelve a casa.

El hombre de metro novena se alejó a pasos lentos del lugar, a su mente llegaban los recuerdos del joven de cabellos de cereza y lo hermoso que era, le debía una cita. Esperaba tenerla pronto, pero siempre había algo o alguien que se interponía y no lo dejaban disfrutar el momento.

Era peligroso un Glishkarj enamorado, pero uno despechado era mucho peor.

Kenma observaba al menor dormido en la camilla, había estado haciéndolo toda la tarde y él se había quedado a su lado —después de disculparse con Atsumu, obviamente— necesitaba saber que iba a estar bien, necesitaba a su amigo de vuelta.

—¿Así que casi desgarras tu garganta, eh? — una suave risa brotó de sus labios—. Siempre estás gritando, jamás te quedas callado y eso es lo que me agrada de ti. Espero que tengas un lindo sueño.

La máquina conectada a su corazón tuvo un sonido seco que indicó que su corazón se detuvo un momento, le provocó un susto y a los dos segundos volvía a sonar de forma regular.

—Suna ven aquí —salió de la habitación y obligó al castaño a entrar, al parecer se había quedado acompañando a su amigo.

—¿Qué quieres? Me levantaste. —se quejó el muchacho.

—Cállate y escucha. — el castaño prestó atención al sonido que —se supone— Kenma quería que escuchara.

—No escuchó nada. —y entonces el retumbar en sus oídos le dijo que estaba equivocado, un sonido como el de un tambor, como el de un corazón que latía por salir adelante—. No puede ser.

—Sabía que no estaba loco. —dijo el rubio—. Pero es como si Shouyo tuviera dos corazones dentro de él.

Lista para salir corriendo porque lo deje en la mejor parte.

Todo tiene un por qué y será respondido más adelante en la historia. Gracias por leer y nos vemos en unos días, hasta luego. ❤️

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