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-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟑-

El oxígeno era tan esencial para un humano, eso les permite vivir, caminar y sentirse libres. Para los Glishkarj un alma gemela es igual al oxígeno debían estar con ella para poder sentirse vivos, sin embargo los humanos también lo sentían así.

El albino caminaba tan absorto en sus recuerdos y en ellos pululaba aquel niño; el hijo de uno de sus mejores amigos.

—Me alegro de que mi hijo estará bajo tu cuidado. Por favor cuídalo bien.

—Si estuvieras vivo no tendría necesidad de cuidarlo, porque te tendría a ti. Sólo seríamos felices y tú serías un suegro molesto— le dijo al viento.

—Se te ha hecho costumbre hablarle a la luna— la voz de una mujer llegó hasta sus oídos—. ¿O es que te volviste loco?

—No es de tu incumbencia, Ieri— la castaña le tendió un cigarrillo encendido que no dudo en calar.

—Estas estresado, jamás aceptas mis cigarros.

—Es porque odio fumar— dio una segunda calada para después exhalar el humo.

—¿Entonces?

—Debo encontrarme con él— dijo seriamente.

—Creí que ya lo habías hecho— admitió la de piel blanca.

—No puedo acercarme a él, ese hombre está siempre con él.

—¿El rubio de traje?— preguntó.

—Siempre lo rodea, ¡parece una mosca, sin vida y sin dejar vivir al muchacho!— Se quejó entre gritos.

—Solía hacer lo mismo con ella, ¿no es así?

—Y era más joven, los años sólo lo han empeorado— el albino se quitó los lentes y observó lo brillante que estaba la luna hasta que volvió a colocárselos—. Quiero verlo.

—Llámalo— él quería hacerlo, quería ver su muchacho.

—Sabes que no puedo.

—Hazlo, o podrías perderlo— maldita sea Ieri con sus malditos consejos.

—Lo protegeré, desde las sombras— declaró seriamente.

—Esas no son tu especialidad— comentó con burla—. El dueño está en el cielo.

Sobre sus cabezas se encontraba un azabache mirando desde la cima de un edificio. Observaba el cielo, veía la oscuridad que lo cubría.

—¿Sabías que si mezclas todos los colores obtendrás una inmensa oscuridad?— Eso le decían todos los días, eso pensaba cada día y eso era lo que su sola existencia declaraba.

El nacer con la magnífica cualidad de la manipulación de sombras hablaba bien de él frente a toda la estúpida familia en la que le tocó nacer. Bola de imbéciles, él sólo tenía un objetivo.

—Tobio— escuchó la voz de su hermana.

—Miwa.

—¿Pensando nuevamente?— preguntó sonriente.

—Aún hay cosas que no comprendo, los recuerdos me llegan de golpe— se cubrió los ojos con las palmas de sus manos—. Hay piezas que me hacen falta en este rompecabezas, pero tengo muy presente una cosa.

—¿Y qué es esa cosa?

Él— bajó lentamente las manos de su cara hasta sus mejillas—, todos los días, a donde sea que voy, veo su rostro, está presente en mi cabeza y en mi corazón. Lo estuve esperando por años, Miwa.

—Ese es tu deber, hermano. Se que lo lograrás.

—Tobio, tú cumplirás con la misión ¿verdad? Dile que me perdone y que lo dejo en tus manos. Después de todo tú naciste para esto.— Aún rondaban esas palabras en su mente, no pensaba que su amigo moriría justo el día de su cumpleaños y que como regalo haya pedido que su habilidad fuera transferida a él.

—¿Las alas son difíciles de controlar?— preguntó Miwa.

—Para nada, son más sencillas de lo que parecen.

—Él decía que si— Tobio suspiró ante la declaración de su hermana.

—Él sufría por los experimentos que le hacían— su tono de voz se había vuelto oscuro—. La humanidad es un asco.

—Todos lo somos, no estamos exentos de pecar. Humanos, Glishkarj, no importa que seamos, todos somos capaces de volvernos un asco.— Miwa tenía razón, a los ojos de su hermano ella era una guerrera fuerte y siempre fue la voz de la razón en su familia, por eso la respetaba y amaba, porque en los días de sombras y oscuridad ella le enseñó a ser su propia luz.

Pero a veces no era suficiente y él necesitaba la luz de alguien más.


Los días pasaban y hasta ahora no había señales de los Glishkarj, no habían atacado ninguna de las regiones y podía decirse que estaban en paz, sin embargo las investigaciones continuaban.

Hacían rondas por las calles, vigilaban puntos estratégicos en la ciudad y alejados del cuartel. Hinata estaba entrenando cada día más hasta poder controlar su habilidad, era pesada, como si dentro de su cuerpo hubiera algo más grande y estuviera a punto de explotar.

—Esto es extraño— la voz de Takeda lo alertó.

—¿Sucede algo?— preguntó Hinata.

—Tus exámenes, al parecer tu don es mayor de lo que pensábamos.— Esa mañana el pelirrojo había decidido asistir con el Heiler, se sentía extraño desde el día del baile y necesitaba estar seguro de lo que fuera que no supiera.

—¿A qué se refiere con mayor?

—Ha incrementado su fuerza y todo lo que conlleva— Hinata frunció el ceño—. Todos poseemos algo a lo que me gusta llamar espectro. Según las pruebas que te hice ese espectro a ido creciendo y la manera de frenarlo es usándolo, debes entrenar más y poder perfeccionarlo para realizar nuevas técnicas.

—¿Cómo Noya con su relámpago?— Takeda asintió.

—Desgraciadamente eres el primero en manipular la luz y no podemos ayudarte completamente— dijo apenado.

—Entiendo.

—Aunque podrías intentar hacer visiones.

—¿A qué se refiere con visiones?

—Bueno, es una suposición. Una parte de la luz puede ser percibida por el ojo humano, pero hay unas que no, incluso se dice que la luz altera a la materia y nos hace ver cosas que no son.

—Como cuando se refleja en un objeto y muestra una sombra— susurró Hinata.

—Exactamente, puedes manipular el espectro e intentar darle una forma distinta a lo que se percibe— sugirió el castaño.

—¿De verdad cree que pueda hacerlo?— le preguntó.

—Puedes apoyarte con los Encantadores, ellos son expertos en eso— Takeda sonrió, le gustaba mucho que sus estudiantes estuvieran dispuestos a aprender más de lo que ya sabían, y Hinata no sería la excepción.

—Bien, lo intentaré y muchas gracias por todo— Takeda asintió y le juró al pelirrojo no decir nada de su condición, quería que sus amigos se enteraran por su cuenta o porque él fue quién decidió decirles.

Hinata salió del consultorio y fue directo a las regaderas a darse un baño rápido. Necesitaba entrenar, necesitas saber el origen de su habilidad. Necesitaba saber la verdad. Cada día había más preguntas que respuestas y siempre se preguntaba si era posible saber el origen de su historia.

Mientras se vestía pensaba en cómo descubrir todo eso y una idea se le vino a su mente; alto, cabello blanco y ojos azules.

Salió corriendo al cuarto del de cabellos de cereza en cuanto terminó de arreglarse, tocó fuerte la puerta, pero no le respondieron.

—Yuuji— llamó en cuanto decidió entrar a la habitación—. Dios santo— murmuró al ver el cuarto hecho un desastre y a su amigo en una de las esquinas mirando a la nada—. ¡Yuuji!

—Ah, Shouyo, lo siento no te vi— el chico tenía ojeras y bolsas en los ojos, su mirada lucía cansada. En su mano derecha sostenía un lápiz de grafito y arrugadas en el suelo habían hojas desperdigadas.

—¿Qué estabas haciendo?— preguntó mientras extendía una de las hojas—. No sabía que dibujaras.

—Yo tampoco— admitió. El dibujo que Hinata admiraba era un paisaje; un campo abierto de pequeñas flores y césped largo, frente al lago se podía ver una figura de una persona sin rostro. Sostuvo otro y también era un retrato sin rostro, sólo se veía sus facciones finas y cabello negro siendo sostenido por un moño.

—Yuuji, ¿quién es él?— preguntó señalando al retrato.

—No tengo la menor idea— admitió cohibido—. Lo veo todas las noches en mis sueños y me despierto llorando, como si me doliera el sólo recordarlo, me genera una sensación de vacío y me provoca buscar ese algo que me hace falta. Es algo estúpido, ¿no?

—No me parece que lo sea, Yuuji— dijo dándole un abrazo—. Nada que nos haga sentir mal es estúpido, deberías saberlo mejor que nadie.

—Es difícil, ¿Sabes? El saber que hacer con el dolor ajeno, pero no saber que hacer con el mío— susurró—. Empatizo con el dolor de las personas y me es fácil comprenderlo, sin embargo no sé qué hacer con el mío.

—Entonces compártelo conmigo— los de Hinata jamás habían tenido un brillo tan abrasador—. Si crees que no puedes soportarlo, yo lo soportaré por ti. No tienes que cargar con esto solo.

—Shouyo... gracias— ambos se abrazaron y a Yuuji no le importó volver a llorar en los brazos de su compañero, sabía que no lo dejaría porque el tampoco lo haría.


La pareja de un zorro y un gato caminaban por la calle con ropa de civil, habían llegado al acuerdo de ayudarse mutuamente a conocer las  historias de los Fundadores. Kenma agradecía internamente la ayuda de Suna, si bien le encantaban los juegos odiaba realizar actos ilegales y al parecer Suna era un experto en ello.

Llegaron hasta lo que parecía un depósito abandonado, estaba lleno de grafitis extraños y demasiada tinta en spray, cruzaron la cadena lentamente sin hacer un ruido y entraron al depósito que resultó ser un arcade abandonado.

—¿Qué es este lugar?— preguntó el teñido.

—Es donde nos veremos con el informante— respondió Suna.

—Este lugar da escalofríos.

—Lo ilegal da escalofríos, se supone que así debe ser— Kenma bufó molesto.

Esperaron alrededor de quince minutos y el supuesto informante no llegaba.

—Ya me estoy hartando— vociferó el rubio con irritación.

—Huh~ Suna, ¿podrías explicarle que lo mejor tarda en llegar?— una tercera voz se hizo presente. Era un hombre joven que rondaba cerca de los veintidós años, tenía su cabello rizado cayendo del lado derecho y el izquierdo casi a rapa, su oreja izquierda lucía un largo arete de oro y vestía camiseta color blanco con saco y pantalón gris.

—Llegas tarde— reclamó el castaño, el moreno mostró su lengua como si fuese un gesto divertido.

—Me gustaría disculparme, pero no lo haré.

—¿Tienes lo que te pedí?— preguntó.

—Por supuesto, yo jamás decepciono a mis clientes.— El hombre sacó una carpeta de su saco y la tendió a los soldados.

En ella había un mínimo de diez páginas llenas de letras y fotografías, algunos recortes de periódicos y por supuesto información con el sello del gobierno.

—¿Dónde conseguiste todo esto?— preguntó Kenma.

—Prefiero guardarme mis métodos— sonrió el pelinegro.

—¿Que puedes decirnos además de esto?— preguntó Suna.

—Los Fundadores son cosa seria y no les será fácil derrotarlos— admitió el extraño—. Pertenecen a los mejores clanes de Glishkarj.

—¿Quieres decir que hasta ellos tienen familia?

—Por supuesto, ¿cómo crees que se reproducen, zorro idiota?— atacó el pelinegro.

—Cierra la boca, Kokonoi.

—Oblígame, Suna— canturreo.

—¿Podemos seguir con la información?— preguntó Kenma molesto.

—Los fundadores poseen habilidades únicas, desde hacerte ver las peores versiones de tus pesadillas hasta controlar el tiempo.

—¿Controlar el tiempo?

—No sé cómo funciona esa habilidad, pero uno de los fundadores era capaz de detener el tiempo y no sólo eso, sino que también te hacía volverte loco al mostrarte la realidad del mundo.

—No encuentro sentido en esa técnica— admitió Kenma.

—Este fundador era una especie de Dios, los llamaban Gadiskarj, un humano tiene cinco o seis sentidos, este hombre fue capaz de lograr ocho. Podía moverse por el espacio y tiempo según su antojo y llevar a los humanos a la locura. Inclusive moverse en el infierno a su voluntad.

—¿Quién es el más poderoso, este hombre?— cuestionó Suna.

—Yo apostaría por este— señaló Kenma una de las hojas—. Infinito, ¿qué significa?

—¿Cuanto espacio hay del cero al uno? Esa es la cantidad de espacio entre tu cuerpo y el suyo, es infinita, nadie puede tocarlo.— Koko mostraba una sonrisa arrogante y burlona—. En su caso yo me preocuparía por este, el Fundador que controla las sombras. Me parece que se han topado con alguien similar, ¿no?

(...)

Los dos soldados se alejaron del lugar y ahora iban en auto camino al cuartel, en sus caras se notaba la preocupación y las dudas que generó el encuentro con el desconocido.

—Hajime Kokonoi— musitó Kenma—. ¿Donde lo conociste?

—No digas su nombre, podría aparecer de la nada y cobrarte por mencionarlo— el rubio frunció el ceño molesto—. Hace mucho tiempo, lo conocí en el orfanato donde crecí, Koko era alguien inteligente, siempre estaba buscando la manera de hacer dinero, se muy poco de él, pero se que puede conseguir lo que sea si de billetes hablamos.

—¿Cuanto te costó esto?— preguntó el teñido. Suna se encogió de hombros—. Habla.

—Cinco mil dracmas— a Kenma se le subieron los colores al rostro.

—¿Por qué no me dijiste?

—Porque no aceptarías— el contrario refunfuñó—. Escucha, Koko es una fuente confiable.

—No sabía mucho acerca del tal Gadiskarj.

—Nadie sabe de los fundadores, ¿has visto la fuente en persona? Está en el polo brillando más que un árbol de navidad y nadie se le acerca— el rubio sonrió un poco ante la comparación—. Sino estudiamos lo qué hay en nuestro planeta dudo que podamos estudiar lo qué hay allí afuera.

—Creo que sé quién si— admitió frenando de repente el auto.

—¿Quién?

—Kento Nanami, su hermana fue la doctora encargada de la investigación Glishkarj.

—¿Y me lo dices ahora? ¿Gaste mi dinero en algo que pudimos obtener gratis?— Kenma se burló de él—. Me debes cinco mil dracmas.

—Te los pagaré con intereses, ahora ayúdame a investigar más— el castaño sonrió socarrón y asintió a la petición del rubio. Quizás podrían llevarse bien después de todo.


La manipulación de las visiones era más difícil de lo que pensaba, ¿cómo poder materializar algo que no existe en este plano? Era terriblemente difícil. Narita le explicaba todo lo necesario de cómo manipularlas, pero lo que hacían los dos era completamente distinto.

Hinata intentaba hacerte parecer que algo físico estuviera ahí, mientras que Narita confundía tu alma, él hurgaba en lo más profundo de los corazones de la gente y los hacía ver que algo está ahí.

—Quizás puedas pedirle ayuda a Itadori— le mencionó—. Cualquiera de los dos te funcionaría bien, pero Itadori se centra en lo físico.

—Es extraño, ¿cómo manipulas las visiones de las personas?— preguntó Hinata.

—Confundo la mente, busco en sus interiores algo que los altere o haga sentir bien, pero nadie a excepción del afectado puede verlo.

—¿Qué quieres decir?

—Mis ilusiones atacan el interior de las personas, las tuyas se supone que deben atacar algo físico, un sentido. Hazles creer que existe físicamente y caerán más fácil.

—Lo haces sonar tan fácil.

—Deberías usar un efecto espejo— sugirió.

—¿Y cómo se usa eso?— preguntó emocionado.

—Deberías preguntarle a Tsukishima o al capitán Kuroo ellos son los expertos en física y química— respondió encogiéndose de hombros—. Aunque puedes ir con los Drushkas, ellos son los expertos en los materiales.

—Gracias por la sugerencia y por enseñarme.

—Un placer Hinata.

El pelirrojo tomaría enserio los consejos del Encantador, podría serle de utilidad conocer algunos aspectos físicos de luz, así que decidió encaminarse al almacén donde estaba seguro que Lev estaría.

Resulto que estaban en uno lo  talleres mas grandes del la zona, en el campo se encontraba un helicóptero destartalado, las hélices se veían muy dañadas y podía ver el oxido sobre las capas de pintura del exterior, aun así la ave metálica lucia espectacular.

—Lev, por favor dime que estas aquí— canturreo el pelirrojo. El sonido de unas llantas deslizarse por el concreto se escucho.

—¡Oh, Hinata!— saludo el platinado de ojos verdes, tenia la cara llena de grasa y aceite, su cabello estaba desordenado y caía por todo su rostro—. ¿Que te trae por aquí?

—Lev, necesito tu ayuda— confeso el pelirrojo.

—¿Sobre que?

—¿Como funcionan los espejos?

—¿Para que quieres saber eso?— preguntó emocionado.

—estoy trabajando en una nueva técnica, quiero manipular la luz para crear imágenes o ilusiones ópticas.

—¡Eso es grandioso!— festejo Lev—. La luz es de por si un elemento complejo, ya es mucho que puedas manipularla, pero crear ilusiones seria la onda. Claro que te ayudare.

—¿Ayudar a que?— una chica que Hinata jamas había visto se hizo presente.

—Hinata, quiero que conozcas a Mei Hatsume.

—Un placer— la chica tenía un hermoso cabello rosa que le llegaba a sus hombros en forma de bucles, piel blanca y unos ojos con heterocromía, dando como resultado uno azul —a su derecha— y uno marrón —izquierdo.—

—¿Por que siempre hay gente que no conozco?— Lev comenzó a reírse—. De verdad son demasiados.

—Mei estaba en un viaje de negocios e investigación.

—Así es— respondió alegre la chica—. Buscaba materiales para añadirlos a mis bebés.

—¿Tus bebés?— preguntó Hinata.

—¿Quién crees que diseña todo eso? No sólo Lev. Soy yo, soy uno de los cerebros de este cuartel. La gente debe de saber que Dios es una mujer.— Orgullosa, femenina e inteligente, eran las características perfectas de Hatsume—. ¿Y qué te trae por aquí?

—Quiero saber cómo funciona un espejo— declaró Hinata—. Estoy perfeccionando una técnica para manipular la luz y crear ilusiones.

—Suena alucinante— festejo Lev—. ¿Verdad Mei?

—Más que fascinante, es perfecto. Los humanos no suelen creer en algo que no pueden ver, por eso nuestros ilusionistas atacan la mente haciéndolos creer algo que no es real. Tú lo harás físicamente porque atacaras uno de los sentidos.

—No lo había pensado de ese modo.

—Pues claro que no— se burló Hatsume—. Bien , empecemos con esto.

(...)


La casa de Nanami estaba en uno los lugares más alejados de la ciudad, era increíble como él podía vivir tan alejado de la sociedad y su sobrino era de las personas que amaba estar  rodeado de ella.

Kenma y Suna manejaron demasiadas horas hasta dar con el terreno de la casa pequeña mansión donde vivía; era una antigua casa tradicional japonesa frente a la avenida.

Ambos soldados bajaron del auto y fueron hasta la puerta esperando que alguien les abriera.

—Deberíamos tirar la puerta— sugirió Suna.

—Acabamos de comprar información secreta, no pienso invadir propiedad privada— negó Kenma.

—¿Qué es lo qué quieren?— la puerta se abrió en lo que discutían y el rubio los miraba con aburrimiento.

—Información— dijo Suna rápidamente.

—No tengo tiempo...

—Se trata de su hermana— interrumpió Kenma.

—¿Qué tiene que ver Corina?

—Si nos deja entrar podríamos hablar— el hombre se movió de la entrada y les permitió el acceso.

«Que manipulador.» pensó el castaño.

—Hablen de una vez, tengo cosas que hacer.

—La doctora Corina era la encargada de la investigación Glishkarj, sabemos que ella manejaba información confidencial y verídica de esos entes— Kenma lucía tan relajado mientras hablaba y eso a los ojos de Suna era una sensación de seguridad increíble.

—¿Y la necesitan para...?

—Queremos saber de los Fundadores— habló Suna por primera vez. Nanami por alguna razón comenzó a sonreír irónicamente.

—¿De verdad quieren saber sobre esas bestias?

—Por eso hemos venido— atacó el castaño nuevamente. El rubio les pidió seguirlos hasta un despacho que guardaba al fondo de la casa oculto tras un muro, en uno de los cajones bajo llave sacó unos cuadernos enormes de pasta dura.

—Mi hermana guardaba toda esta información a mano, dijo que algún día me serviría.

—¿Por qué?— preguntó Kenma.

—No voy a decirles, ustedes no vienen por ello— sentenció molesto—. ¿Qué fundador les interesa?

—Todos, necesitamos saberlo todo.— Nanami abrió los seis ejemplares de los cuadernos y mostró unas pinturas—. ¿Qué son esas cosas?— preguntó Suna.

—Las posibles apariencias de los seis Fundadores— respondió el rubio—. No sabemos sus nombres, pero supimos al menos el cincuenta por ciento de sus habilidades y no pienso mencionarlos por orden de poder, son terribles de cualquier manera. Los nombres claves fueron asignados por Corina.

»Relicario. Asesina todo lo qué haya a su alrededor aproximadamente en un radio de doscientos metros, funciona como barrera.— El dibujo se veía como una enorme figura de más de dos brazos y ojos rojos en una capa de oscuridad, de hecho todos llevaban esa capa oscura haciendo imposible ver sus rostros

»Domador. Las bestias Glishkarj con las que luchamos, las que no parecen tener consciencia eran dominados por este Glishkarj, podía someterlas y hacer lo que quisiera con ellas y siempre lo obedecerían.— Cabellos negros atados en un moño alto y expresión suave, aún así no se veía completo su rostro.

»Infinito. Nadie puede tocarlo, nada le hace daño.— sólo se veían sus ojos brillantes.

—¿Como matas a alguien que no puedes hacerle daño?— preguntó Suna.

—Existe una forma— habló el rubio—. El Choque de Reyes fue entre Infinito y Relicario, pero no se sabe quién sobrevivió.

—Lo lógico es que Infinito haya ganado— señaló Kenma.

—Cómo sea, pasemos a los siguientes tres. Este debería preocuparles.

»Sombra. También llamado Toruk Makto "Jinete de Última Sombra." Manipula las sombras y a las bestias que viven dentro de ella, con esto me refiero a que puede crear bestias entre otras cosas, las vuelve físicas.

»Sangre. No hace falta que lo diga, puede manipular dicho líquido y proyectarlo como arma.

»Tiempo. Lo llamaban Gadiskarj, el más cercano a Dios. Este hombre es capaz de manipular el tiempo, viajar al infierno a su voluntad y detenerlo. Te hace ver la verdad del mundo mostrando la injusticia de la gente, tiene una conexión a algo inexistente y con justa razón.

—Hablas como si ya lo conocieras— mencionó Kenma. Nanami mostró una sonrisa apenas perceptible.

—Si lo conociera no seguiría siendo el mismo.— susurró—. Pueden venir cuando gusten a leer estos cuadernos, no pueden llevárselos o me traerían problemas.

—Gracias.— Kenma observó la pintura de Tiempo. Era el más parecido a un humano, ojos marrones y una sonrisa amable. El verlo era como sentir el arrepentimiento mismo y una sensación de calidez, quizás conocerlo era diez veces lo mismo.

—¿Sucede algo?— preguntó Suna al ver que no despegaba su mano de esa pintura.

—No, es sólo que me pareció haber visto antes esa mirada.

¡Ya era hora! Perdón por meterles mucha información de un sólo golpe, será explicada más adelante porque si, no es toda la información.

Los Fundadores son cosa seria y los conoceremos poco a poco, ya hay varias pistas de ellos desde que inicio la historia de hecho. 👀

Ah, por cierto, les presento a Hajime Kokonoi, personaje de Tokyo Revengers, y mi segundo esposo.

Muchas gracias por leer y nos vemos hasta la siguiente actualización. ❤️

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