-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟎-
En aquella inmensa oscuridad no podía apreciarse nada. Caminaba por una vereda de piedra que se iluminaba con cada paso que daba, no sabía a donde lo llevaría pero estaba seguro que debería seguir avanzando.
El lugar estaba frío, parecía caminar por el mismísimo Polo Norte: en el suelo comenzaba a sentirse que algo se quebraba. Era un suelo cubierto de escarcha.
Levantó la mirada y se encontró en la mismísima nada a su alrededor, el cielo estaba totalmente a oscuras y sin ninguna estrella.
«Qué demonios es este lugar.» pensó. Una luz había llamado su atención en el firmamento: en el cielo se apreciaba la caída de un cometa como si de un espectáculo se tratase. Vio el cometa dividirse y una parte cayó justo en medio del polo.
—No puede ser— susurró.
—Shouyo— escuchó que lo llamaban—. La luz vive en tu interior. Despiértala cuando la necesites.
—¿Quién eres?— preguntó alterado—. ¿Cómo es que sabes mi nombre?— alcanzó a ver una alta figura envuelta en la inmensa oscuridad detrás de él.
—Siempre voy a protegerte, Hinata— habló con un cariño y una calma que costaba creer que hace tan sólo cinco segundos le tenía miedo. La figura comenzaba alejarse en la sombra, empezaba a alejarse de él.
—¡Alto! ¿Por qué no estás escuchándome?— Hinata comenzó a correr tras la figura desconocida pero a cada paso que daba él se alejaba dos—. No por favor, espera. ¡Espera!
—Espera...— se había despertado gritando. Estaba transpirando más de lo común y su cuerpo estaba temblando.
—Gracias al cielo despertaste— Atsumu lo abrazó con fuerza acariciando su cuero cabelludo.
—¿Atsumu, qué fue lo qué pasó?— preguntó con la garganta seca.
—Estabas teniendo una pesadilla— susurró—. No sabía como hacerte despertar, estabas gritando. Me preocupaste demasiado.
—Perdóname.
—Está bien, no hay problema, has tenido bastante presión que es normal que ocurran estas cosas— el pelirrojo asintió suavemente.
—¿Podrías seguir abrazándome? Aún me quedó algo de sueño— la verdad es que no quedaba mucho tiempo para dormir. La vida en el cuartel iniciaba temprano, pero aún así Atsumu hizo caso a la petición de Hinata y volvió a dormir con él en sus brazos.
Los minutos que faltaban para la hora de levantarse pasaron rápidamente y no quedó de otra que hacerlo. Cada uno tomó una ducha de agua helada y se vistieron completamente de negro para después ir a desayunar.
El comedor estaba en silencio, ninguno tenía los ánimos para festejar después del fracaso de la misión, ¿cómo podían llamarse soldados si no pudieron luchar más? Dejaron ir al enemigo.
Ambos se sentaron en una mesa larga en compañía de Sugawara y Oikawa, después de unirse ellos le siguieron Bokuto y Akaashi. Las tres parejas permanecían en silencio mientras desayunaban, sólo se escuchaba el sonido de los cubiertos contra los platos.
—¡Hello!— resonó la voz de Itadori. El chico se sentó en medio de Oikawa y Bokuto—. ¿Por qué tan callados? Es normal en todos pero no en Bokuto.
—No hay nada porque hacer ruido— habló Sugawara.
—Entiendo lo qué pasó, se que es triste pero ustedes no deben sentirse culpables— sonrió y giró a ver a todos los presentes en la mesa.
—¿Me pregunto cómo es que puedes estar tan tranquilo?— le dijo Akaashi.
—Porque finjo estarlo— se encogió de hombros—. Me asustan muchas cosas. Me asusta la idea de que ustedes arriesgan sus vidas para proteger a los demás y me da miedo no volver a verlos. Pero eso es lo que menos esperan ustedes y yo no pienso darles esa carga.
»En fin. Sonrían un poco más, se que podrán recuperar lo que sea que hayan perdido, nosotros protegeremos a la gente de nuestro planeta. Lo sé.
Después del monólogo de Itadori todos los presentes siguieron comiendo de manera silenciosa, Hinata no se sentía con ánimos de nada sinceramente, él sólo quería dormir pero Atsumu jamás lo dejaría.
Había pasado una semana después de la desaparición de los padres de Hinata, las cosas en el departamento cada vez se ponían más tensas. Cada día se encontraban rondando aquellos Glishkarj enmascarados, iban y venían por la ciudad y cerca de ellos estaban aquellos de aspecto terrorífico y tenebroso.
En la última expedición Kuroo había resultado gravemente herido al luchar contra una Glishkarj experta en armas, había mencionado que no usó ninguna habilidad extraordinaria, solamente llevaba consigo una espada y convertía en arma cualquier cosa que se le atravesara.
—¿Entonces te venció una mujer?— le preguntó Bokuto.
—¡No era cualquier mujer! Era una Glishkarj de alto rango— respondió quejándose del dolor en sus costillas—. Peleaba como si comiera. Maldita sea, envidio su manejo con la espada.
—¿Viste su rostro?— preguntó Akaashi que estaba entre los brazos de Bokuto. Kuroo negó.
—Lo único que pude percibir fueron las cicatrices en sus brazos y cerca del ojo, además llevaba lentes. Quizás no sea relevante pero era la más cubierta en cuestión de ropa de todas las Glishkarj que hemos visto— Akaashi frunció el ceño de sólo recordar
—Creí que los Glishkarj eran perfectos y sanaban rápidamente— mencionó.
—Bueno, ya puedes imaginar que clase de monstruo le causó esas heridas.
—Me resulta increíble que haya logrado derrotarte una mujer sin habilidad— dijo Bokuto—. ¿Los Glishkarj las tienen, no?
—No sabemos nada acerca de ellos, lo que tenemos es muy poca información. Hasta hace poco nos enteramos qué hay de alto rango— dijo con preocupación Akaashi.
—Y si recordamos las heridas de la chica... Quizás haya hasta más poderosos, dudo que un humano haya podido hacer eso— aclaró Kuroo.
—Sólo queda estar al pendiente de los pasos de esas bestias— sentenció el de ojos dorados—. No debemos dejar que nos derroten.
Después de haber terminado en los separos —debido al albino de la última vez—, no lo volvieron a dejar ir solo, esta vez le pidieron a Yamaguchi y a Yachi que lo acompañaran para evitar cualquier tipo de altercado.
En esa casa las compras no duraban nada, siempre debían tener las alacenas llenas para evitar que sufrieran hambre y es que los hombres comían demasiado.
—Creo que ya tengo todo— la pequeña rubia colocaba la última bolsa en la cajuela de la camioneta que les prestaron.
—No entiendo porque debimos acompañarte— habló Yamaguchi lentamente—. Dices que lo ocurrido no fue culpa tuya.
—Kuroo no me dejara venir solo nunca más— dijo haciendo pucheros—. Y no me lo tomes a mal pero ahora me metió en terreno peligroso al mandarte a ti.
—Si algo le pasa a mi amorcito me olvidaré que somos amigos y te mataré— le había dicho de una manera tan despreocupada que no sabía si era verdad o mentira.
—¿Realmente te dijo eso?— preguntó con nerviosismo el de cabello verdoso.
—Si que si— respondió Yuuji—. Por cierto. Yachi, ¿cómo vas con Kinnoshita, ya le diste el si?— la mencionada se puso colorada ante la mención del rubio.
—A- ah... es muy rápido para dar el si— comenzó a relatar mientras se acomodaba el cinturón en el asiento trasero—. Digo, somos compañeros de trabajo, hemos salido un par de veces, y he de admitir que me da miedo que no regrese de sus misiones.
—Es por eso que debes darte la oportunidad— interrumpió Yamaguchi al volante—. El mundo se está yendo al caño, es mejor no irte solo y tener quien sostenga tu mano mientras te dice que todo estará bien.
—Tú y el Capitán tienen una relación hermosa— admitió Yuuji—. ¿Para cuando la boda?— preguntó juguetón.
—Aún no hemos hablado de ello. Y que no te escuché Tetsurou, es capaz de pedirme que huyamos para casarnos.
—Eso se escucha tan romántico— dijo entre suspiros la rubia.
—Tsukishima también debería de admitir que está enamorado de Nishinoya— metió una cuchara de helado a su boca después de decir eso. El pecoso comenzó a reír por lo que dijo el menor.
—Su relación es extraña, debo admitirlo— contestó.
—¿Entonces si están enamorados?— preguntó Yachi con curiosidad.
—La verdad es que no tengo idea— respondió Tadashi—. Tsukki es muy reservado en cuanto a ello, pero debo admitir que Noya es lo más cercano a una pareja, es el único (además de mí ) que deja acercársele.
—¿Y tú Yuuji, no tendrás un chico o chica por ahí?— Yachi elevaba sus cejas mientras mostraba una pícara sonrisa.
—No porque aún le lloro a Jennifer Lawrence— los dos restantes empezaron a reír. La nombrada era una actriz demasiado guapa en los tiempos de antaño, era demasiado popular cuando aún no existían los Polvorts y según Yuuji era su tipo de chica. Aunque la verdad Yuuji no se fijaba en el físico, había tenido ligeros crush con chicos y chicas, todos tenían algo en común: eran personas maravillosas en palabras del muchacho—. ¡Ay no!
—¿Sucede algo?— preguntó Yachi.
—¡Olvide comprar las pechugas de pato!— elevó la voz.
—¿Qué tiene Oikawa con las pechugas de pato?— preguntó Yamaguchi.
—La carne de pato es más deliciosa que la de pollo, inclusive la grasa— recordó Yuuji las palabras del Teniente.
—Bien, vayamos a estacionarnos y después iré por las pechugas. No tardaré nada— una vez encontrado un buen lugar para dejar el auto se bajó de él corriendo a la única carnicería que vendía la carne que exigía el castaño.
(...)
La verdad es que odiaba caminar solo en lugares desconocidos. De no ser por el imbécil de su superior nada de esto estaría pasando. ¿Por qué debía ir él? Su superior ya estuvo en ese lugar hace tiempo, había encontrado lo que buscaba pero aún así lo dejó ir, fue un total desperdicio.
Siguió caminando hasta llegar a un lugar con menos gente, a su izquierda se encontraba una carnicería de aspecto caro. Él no sabía mucho de carnes pero intuyó que ahí vendían cosas Gourmet.
—¡Gracias por la ayuda!— escuchó una dulce voz que se despedía desde la puerta. El joven se acercó corriendo desde su izquierda y al momento qué pasó frente a él sintió que su mundo se agitaba, fue como si un rayo atravesara su cabeza de manera horizontal provocando un corto circuito en su cuerpo que transmitía memorias que ya hubieran sido olvidadas. Fue como tener un deja vu.
—¡Oye espera!— ni siquiera se dio cuenta que su lengua se movió sola para emitir esas palabras hasta que ya las había pronunciado. Pero el muchacho las ignoró completamente y se alejaba corriendo a toda prisa como alma que llevaba el diablo. Emitió un sonido de frustración al darse cuenta que había sido ignorando por el muchacho de cabello rosa y siguió avanzando en su dirección a paso lento.
Hubiera sido magnifico encontrarse con él en otras circunstancias y no por la verdadera razón que lo tenía ahí. Debía acabar con el monstruo que acechaba esas calles.
Un estruendo fue lo que lo llevó a correr más rápido, el monstruo había aparecido. Cuando pudo llegar hasta donde se localizaba la bestia se dio cuenta que no había gente a los alrededores. Pero si estaba el chico de cabello rosa.
—Tranquilo— susurró el muchacho mientras estiraba la mano hacía la bestia—. Todo estará bien.
—¡¿Qué crees qué haces?!, aléjate de esa bestia— gritó con todas sus fuerzas.
—¡Cállate, lo estás asustando!— gritó en respuesta—. Por favor cálmate— la bestia de aspecto pegajoso y grande se arrastraba suavemente hacía atrás. Era asquerosa pero por alguna razón el chico no le temía.
La bestia comenzó a rugir y levantó una de sus extremidades queriendo lanzar un zarpazo hacía el chico que rápidamente lo esquivó y saltó cayendo a su lado. Lo observó más de cerca: ojos avellana, piel blanca y rostro fino, mientras tanto él tenía su cabello negro azulado alborotado en puntas y ojos azul naval. Eran todo lo contrario.
—Debes huir— fue lo que le dijo al muchacho.
—Claro que no— dejó las bolsas en el suelo y sacó una cuchilla de su cinturón—. No puedo huir.
—Te mataría en un instante— reclamó.
—¿Tan débil me veo?— preguntó—. Tú no te ves tan fuerte— la bestia se acercó a paso más rápido del que separaba y el de cabello rosa brincó nuevamente, dio un extraño giro y clavó su pie en uno de los ojos de la bestia para después hacer un corte con la cuchilla. No se veía para nada débil. Hasta que salió volando y chocó con uno de los edificios.
—¡Te dije que no interfieras!— gritó.
—¡Es mi deber interferir!— salió disparado nuevamente hacía la bestia logrando cortar un tajo más grande—. ¡Deja de ver y ayúdame!— emitió quejido y fue corriendo hasta él—. Tranquilo, todo estará bien— dijo tranquilamente.
Estuvieron varios minutos intentando matar a la bestia entre los dos. Se dio cuenta que el que desconocido tenía movimientos de pelea rápidos y certeros, además de una increíble fuerza bruta junto a una pesada presencia que causaba esa sensación de deja vu.
El chico salió volando hasta quedar inconsciente debido al golpe que se dio en la cabeza.
—¡Itadori!— una voz femenina se escuchó entre todo el bullicio de la bestia. Supuso que así se llamaba el chico inconsciente.
—Bastardo— esta vez era una voz masculina la que había hablado y se acercaba flotando hasta la zona de impacto—. Itadori. Itadori, responde de una vez, carajo— lo sostuvo en sus brazos mientras intentaba que despertara.
—¡Yamaguchi!— el grito de la rubia lo alertó y en ese momento unas explosiones cayeron desde el cielo. Dos hombres de trajes negros cayeron al suelo.
—¡Kenma, ahora!— gritó el más alto mientras que el de estatura baja se llevaba sus manos hacia su pecho con las palmas extendidas a la bestia. Sus manos formaban una extraña figura en la que sus pulgares se cruzaban hacía abajo y sus codos estaban en línea recta. Mágicamente la bestia comenzaba a perderse estabilidad y trastabillaba, emitía quejidos como si le faltara el aire, de sus fauces comenzaba a salir sangre y minutos después la bestia había caído muerta ante los ojos de todos.
—¡Kuroo, Kenma. Gracias al cielo que están aquí!— chilló la rubia en cuanto se acercó.
—Fue gracias a ti por activar la alerta— le contestó el desconocido llamado Kuroo. Se acercó hasta donde estaba aquel que se llamaba Itadori y besó los labios del hombre que lo acompañaba.
—¿Tú los protegiste?— preguntó el rubio teñido. El de ojos azules asintió—. ¿Cómo te llamas?
—Fushiguro— respondió secamente.
—Hombre de pocas palabras— los otros dos se levantaron y llevaban al de pelo rosa sosteniéndolo de sus hombros—. Me agradan mucho los de tu tipo— habló el de cabello negro.
—¿Los que no hablan mucho?
—Los que se arriesgan por desconocidos— respondió con una sonrisa—. Si alguna vez necesitas ayuda no dudes en pedírmela. Estoy en deuda contigo.
—De acuerdo. Gracias por la oferta— dijo tranquilamente y los demás empezaban a alejarse—. ¡Un segundo!— nuevamente su voz habló por él.
—¿Sucede algo?— preguntó el rubio.
—¿Él... él estará bien?— preguntó señalando a Itadori. Kuroo sonrió ladinamente.
—Claro que si— respondió—. Nuestra pequeña estrella es difícil de apagar. Gracias por salvarlo.
—Al contrario. Él me salvó a mí— habló muy bajo.
—Entonces espero puedas agradecerle un día— sonrió nuevamente y se alejaron con el chico en brazos.
«Itadori. ¿Qué me hace querer salvarte?» pensó Fushiguro en sus adentros.
En una de las camillas de la enfermería se encontraba el joven de cabellos rosas siendo atendido por Ennoshita.
—Descuiden, no es nada grave— les dijo el Heiler—. Solamente necesita descansar para recuperar sus energías.
—¡Yuuji!— Oikawa entró corriendo a la habitación—. ¿No te pasó nada, estás bien?— no dejaba de pasar sus manos por el rostro del menor, asegurándose de que en verdad estaba bien.
—Estoy bien. Aunque no recuerdo nada después del golpe— habló bajito. Oikawa le tendió un vaso de agua y lo hizo beber.
—Tuve que ir y salvarte— le contestó Kuroo—. Aunque ese chico fue de mucha ayuda.
«¿Chico, qué chico?» pensó Itadori.
—¡Ah! Ese chico— reaccionó—. Me ayudo a combatir al Glishkarj.
—Tenía buenas técnicas de pelea— admitió Kuroo.
—¿Capitán, que no usted necesitaba descansar?— preguntó Itadori.
—¡Eso le dije yo!— dijo Ennoshita alterado.
—Si pero necesitaba proteger a mi amorcito— se encogió de hombros ante lo dicho—. Tadashi logró evacuar a los civiles en cuanto escuchó el alboroto, por eso tardaron en llegar.
—Oigan, ese chico, ¿cómo se encuentra?
—Se llama Fushiguro, ¿a alguien le suena el nombre?— cuestionó el pelinegro.
—Jamás había escuchado ese nombre— respondió el castaño—. Pero debemos agradecerle el hecho de salvar a un miembro de nuestro escuadrón. Quizás podamos invitarlo a unirse.
—Buena idea Oika-chan. Itadori, ¿cuál es su habilidad?— le preguntó su capitán.
—¿Eh? Ah... no lo sé, no vi que usara ninguna— capitán y teniente fruncieron el ceño por lo escuchado.
—Bueno quizás es secreta— mencionó Kuroo—. Tómate el día de hoy para descansar, Yuuji. Lo necesitas.
—De acuerdo, y gracias por preocuparse— ambos mayores se fueron y dejaron al pequeño ya más calmado en la enfermería.
«Fushiguro. Que extraño, verte fue como tener un deja vu.»
Un saludo para los que siguen leyéndome y comentando sobre la historia. Muchas gracias por todo su apoyo.
Ya apareció uno de mis preciosos personajes de JJK. Ya he dejado pistas sobre su futuro.
Por cierto si no lo conocen porque no se han visto el anime, con ustedes.
«•|Fushiguro|•»
Nos vemos en unos días.
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