POV de Severus

Estaba sentado en mi sillón mirando el fuego que seguía bailando furiosamente.

Era más de medianoche y aún no había conseguido acostarme, mis pensamientos estaban demasiado ocupados con el próximo viaje a Viena.

Maldita Minerva, me apuntó a esto sin siquiera pensarlo dos veces. Me pellizqué el puente de la nariz antes de dejar que mi cabeza cayera hacia atrás y se apoyara en el asiento.

Ya me dolía bastante la cabeza con las clases normales y ahora me enviaba a supervisar a un grupo de adolescentes hormonales en una visita a la ciudad.

Genial, simplemente genial.

Había pasado algo más de un año desde que terminó la guerra y todo parecía haber vuelto a la normalidad. Los alumnos. Clases. Paseos nocturnos. Un millón de detenciones y un montón de puntos de Gryffindor que quitar.

Sin embargo, se sentía diferente; incompleto.

Sin el chico de oro corriendo por ahí metiéndose en líos, sin Weasley y sus comentarios tontos y, lo peor de todo, sin la señorita Granger.

Me dolía admitirlo, pero en el fondo la sensación de estrangulamiento en mis entrañas no me daba espacio para argumentar en contra. Me había encariñado con el cachorro favorito de Minerva.

Tal vez fuera su intelecto lo que me atraía, tal vez su rostro de porcelana, enmarcado por sus indómitos rizos color miel, también tuviera algo que ver.

Pero lo que más apreciaba de ella era su carácter. Su bondad sin límites.

No pude evitar recordar el día en que me desperté en el ala del hospital.

Lo primero que vi fueron los ojos ámbar de Granger mirándome fijamente.

Parecía increíblemente cansada, sin embargo, su rostro estaba radiante y sus labios se curvaron en una hermosa sonrisa al verme despertar.

Todavía recuerdo cómo le temblaba la voz cuando me habló "¡Profesor! ¡Está usted despierto! ¡Lo ha conseguido! Lo ha hecho de verdad!"

Prácticamente gritaba emocionada.

Sacudiendo mi cabeza violentamente traté de librarme de los pensamientos.

No podía soportar pensar en ella. No tenía derecho a hacerlo, no después de lo que le había hecho.

Las llamas de la chimenea se volvieron verdes y el rostro de Minerva apareció.

Genial, no pude evitar poner los ojos en blanco.

Eran más de las doce, por el amor de Merlín.

¿Qué podía querer esta mujer ahora?

"Severus, querido. Veo que sigues despierto a estas horas". Afirmó con una sonrisa, ganándose una mirada.

"Evidentemente" resoplé "Por mucho que me alegre de verte, lo que presagia es el motivo de tu llamada a estas horas"

Ella suspiró ante mi tono pero no dijo nada al respecto. Bien. No tenía derecho a quejarse de mi mal humor. Al fin y al cabo era ella la que perturbaba mi paz.

"Severus, he llamado para tratar un asunto importante relacionado con el próximo viaje de fin de curso"

Gruñí sin dejarla terminar, "¿qué es lo que ahora quieres molestar?"

Me lanzó una mirada de advertencia.

"Teniendo en cuenta tu descontento con el viaje, creo que lo mejor sería que alguien te acompañara, ayudándote en tu tarea de supervisar a los alumnos"

La miré con incredulidad.

"No puede estar hablando en serio" mi voz peligrosamente baja. Lo último que quería era que uno de esos malditos imbéciles también me pusiera de los nervios.

"Me temo que hablo muy en serio" dijo ella con una mirada punzante.

"No he solicitado ni requiero asistencia Minerva" gruñí, inclinándome hacia delante en mi asiento.

"Severus, esto no es motivo de discusión. Estoy aquí para informarte del compañero que te va a acompañar en ese viaje".

Poniendo los ojos en blanco resoplé "¿Y quién es?".

"Sybille Trelawney"

Vi el brillo divertido en sus ojos y me hizo hervir de ira "¡Ni en un millón de malditos años la llevaré conmigo! Estás alucinando, por el amor de Merlín".

"¡Severus Snape! Cuida tu lengua"

Le lancé la mejor mirada que pude reunir, fijándola con mis ojos.

"No voy a pasar dos semanas con esa loca"

Me miró con cansancio antes de preguntar

"A quién te gustaría llevar entonces" su tono desafiante y sólo me enfureció más.

"A nadie"

Minerva suspiró con frustración

"No puedes ir solo Severus. Si insistes en no llevar a ningún miembro del personal oficial de Hogwarts entonces tengo una última propuesta que hacerte". Se ajustó las gafas antes de continuar "Si declinas irás con Trelawney. No hay lugar a discusiones"

Me crucé de brazos delante del pecho.

"Cuál es tu propuesta" mi tono era gélido y Minerva se estremeció ante ello.

"Bueno..."comenzó, claramente insegura de cómo expresarlo", he recibido una carta de un antiguo alumno, solicitando vacantes de trabajo. Como sabes, no hay plazas vacantes en este momento, así que aún no he respondido".

A le dirigió una mirada algo interrogante

"¿Así que ahora intentas asignarme un antiguo alumno? ¿En serio Minerva? ¿Me atrevo siquiera a preguntar quién es ese alumno?" Probablemente un maldito Gryffindor reflexioné.

"Hermione Granger"