El viento aullaba como un lobo en luna llena, mientras la fuerte lluvia producía un sonido de traqueteo contra la ventana del ala del hospital.

No podía creer lo que había sucedido. Contemplando el cuerpo sin vida que parecía ahogarse en la manta que la cubría.

Ahogándose.

Eso es lo que había estado haciendo hace unas horas. Fue una suerte que la oyera salir por la ventana.

Su cabeza ya estaba bajo el agua cuando la alcanzaron, protestando vehementemente contra los brazos que intentaban sacarla, hasta que finalmente se aquietó en su agarre.

El corazón de Snape latía con tanta fuerza que parecía que se le iba a salir del pecho. Pensó que la había perdido. La había perdido por su orgullo y su terquedad, que le habían impedido ver la verdad...

"No es tu culpa" habló Minerva suavemente detrás de él, poniendo una mano reconfortante en su brazo. Snape se limitó a asentir con la cabeza antes de volver a centrar su atención en la joven que yacía frente a él.

Se sentía como si fuera su culpa.

Si se hubiera acercado a ella, incluso si hubiera escuchado a la brujita, podría haberla ayudado.

Podría haber evitado esto.

"¿Qué dijo Poppy?" La desesperación se apoderó de él y le cerró la garganta al pensar en cómo podría haber muerto allí mismo si hubieran llegado un poco más tarde.

"Se va a recuperar completamente. Aunque sus migrañas podrían ser peores". Minerva tranquilizó al maestro de pociones.

"¿Cuándo podrá salir del ala del hospital?"

La bruja mayor suspiró mientras iba a apartar algunos cabellos de la cara de Hermione.

"No lo sabemos todavía. Ahora está estable, pero tendremos que trasladarla a una zona más apartada esta noche para que los alumnos no se den cuenta. Lo último que necesita son esos malditos rumores" Snape asintió.

Minerva tenía razón, debían mantener el secreto por la reputación de la bruja. No podía ser que los malditos periódicos se enteraran y publicaran sus tonterías sobre la chica. Se pellizcó el puente de la nariz.

Hermione ya no era una niña. Había luchado y sobrevivido a una guerra mientras se convertía en una hermosa joven.

Sacudió la cabeza para despejar su mente de todas las imágenes de ella que comenzaron a inundarla. Tenían que centrarse en su recuperación, no en babear por ella.

"Creo que es mejor que la traslademos a mi casa en Spinner's End", habló de repente.

"Creía que no querías que compartiera tus aposentos y ahora me pides que la lleve a tu casa", confusión evidente en su voz.

"Estaría a salvo de las miradas indiscretas" aunque mantuvo su tono parejo y la razón que nombró era perfectamente comprensible, Minerva sospechó que había algo más en su oferta que sólo eso.

"¿Y los alumnos? ¿Quién va a cubrir sus clases por el momento? Me cuesta creer que abandones tu puesto de esa manera...", probó.

"Proporcionaré a los alumnos suficientes tareas escritas para cubrir el plan de estudios". La directora emitió un zumbido.

"¿Por qué ese repentino cambio de opinión, Severus?"

El maestro de pociones permaneció en silencio mientras mantenía sus ojos fijos en la bruja inconsciente. Ignorando la pregunta de ella, se dio la vuelta, gruñendo

"Ocúpate de que esté lista para salir a las once de la noche en punto. Empaca sus cosas y haz que Poppy escriba una lista con las pociones que la señorita Granger necesitará".

Y con eso salió de la enfermería, con la túnica ondeando detrás de él...