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32ও

—Por última vez, Han Jisung, ¿en donde está tu padre?—preguntó la señora Han, desesperada por no obtener respuestas de su hijo—¡Te estoy haciendo una pregunta!

Jisung había decidido no dirigirle la palabra, pero no podía seguir ignorando su pregunta, lo había estado haciendo desde hace un rato mientras pensaba en qué iba a decirle. No sabía si tenía que mentirle o decirle la verdad. Mordió su labio inferior con duda sin atreverse a mirarla, ¿cómo iba a decirle que había asesinado a su propio padre? Iba a odiarlo y realmente no quería que ella lo odiara, era su mamá después de todo.

—No sé—mintió sin poder verla a los ojos—Después de que huyó no supe de él.

—De seguro logró escapar—dijo ella con cierta esperanza—Jisung, escapemos, estamos a tiempo todavía, podemos escabullirnos por la ventana y correr hacia el bosque, de seguro tu padre nos espera ahí—se acercó para hablarle en voz baja, tomando sus manos, pero Jisung las apartó, confundiéndola con sus acciones.

—Mamá...—suspiró, alejándose de ella—¿No crees que es hora de que pagues por lo que hiciste?—preguntó con tristeza, por fin viéndola—Deja de huir.

La mujer frunció el ceño y lo vio con molestia, cerrando ambas manos en puño sin poder creer lo que su propio hijo le estaba diciendo.

—Tú padre tenía razón, eres capaz de irte en contra de nosotros a pesar de que seamos tu familia—lo vio con desagrado—Quieres verme encerrada y sufriendo, ¿no es así? ¡Hicimos todo por tu bienestar y así me pagas!

—¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¡Tu amado esposo te dejó y me apuñaló con tal de escapar! ¿Crees que le importamos?—gritó con enojo—¡Al menos toma la responsabilidad de lo que hiciste!

La señora Han sintió sus ojos llenarse de lágrimas, sabía que su hijo tenía razón en cuanto a sus acciones y a las de su esposo, pero le aterraba hacerle frente a las consecuencias de las cosas que hizo para llegar al poder y las que siguió haciendo por mantenerlo, siempre obedeciendo a las órdenes de su esposo sin cuestionarlo.

La puerta de la habitación se abrió momentos después, dejando ver a algunas criaturas mágicas junto a Minho quien se notaba inexpresivo.

—Enciérrenla—fue lo único que dijo, haciéndose a un lado para dejar pasar a los que lo acompañaban, yendo directamente hacia ella.

—¿Qué? ¡No, no hagas esto!—forcejeó con ellos, pero fue inútil—¡Jisung, haz algo, soy tu madre!

El mencionado solo ignoró su llamado y le dio la espalda, evitando verla mientras se la llevaban a la fuerza. Se dijo una y otra vez que eso era lo que merecía, que no había manera de defenderla y que sólo así, Minho obtendría al menos un poco de tranquilidad aunque estaba seguro de que no había nada que pudiera compensar la muerte de sus padres.

Suspiró sonoramente, tragándose el nudo que se formó en su garganta mientras su mirada seguía fija en el suelo. La puerta se cerró de un portazo y por fin dejó de escucharla.

—Jisung...

Un poco dudoso, Jisung se giró sobre sus pies y elevó la mirada para encontrarse con la de Minho.

Ya habían pasado unos días después del ataque, el castillo estaba en reconstrucción y la tensión entre los reinos seguía siendo notoria por el cambio de mandato, en especial con Ravenham. Durante ese tiempo, Jisung y su madre habían estado encerrados en una de las habitaciones vacías bajo vigilancia, por lo que no había podido ver a Minho ni a nadie más que a las personas que entraron a tratar sus heridas en esos días, demasiado ansioso y a la espera de lo que fuera a pasarles.

—¿Qué pasará conmigo?—preguntó en voz baja, sintiéndose intimidado por su presencia.

—¿Cómo estás?—Minho ignoró su pregunta, hablándole con suavidad para demostrarle que no tenía intenciones de dañarlo, lo que menos quería era asustarlo—¿Tus heridas están mejor?

Jisung tocó la cicatriz sobre su abdomen y asintió, sintiendo únicamente un leve dolor casi imperceptible que dejó de ser molesto.

—¿Y las tuyas?

—Estoy muy bien, ya no me duele nada—respondió sin dejar de verlo—Félix y Seungmin fueron de mucha ayuda.

—Es un alivio que estés bien—Jisung le dijo con sinceridad. La heridas de Minho fueron peores que las suyas y estaba realmente agradecido porque ahora ya no estaba sufriendo.

El silencio se hizo presente después de ese corto intercambio de palabras, poniéndolos a ambos en un ambiente tenso del que deseaban escapar.

—Lamento haberte puesto en esta situación con tu madre... Pero no puedo dejarla ir, de verdad lo siento—se disculpó, jugueteando nerviosamente con el anillo alrededor de su dedo, sin embargo, estaba muy seguro con su decisión de dejarla encerrada hasta su último día de vida.

—No te disculpes, también creo que es lo mejor, pero, ¿qué harás conmigo?

—Nada... No pienso hacer nada contigo—se acercó un poco, todavía teniendo distancia entre los dos—¿Por qué tendrías que responder tú por algo que ellos hicieron?

Jisung no dijo nada, preguntándose a sí mismo si realmente no merecía algún tipo de castigo. Tal vez no tuvo nada que ver con lo que pasó en su pasado, pero aún así le ocultó la verdad y lo lastimó.

—¿Entonces puedo irme?—su voz sonó suave, pero lo suficientemente audible para Minho—Este ya no es mi hogar y creo que es lo mínimo que puedo hacer.

—¿Quieres irte?—la decepción fue notoria, su expresión lo reflejaba.

—No—fue sincero—Pero no sé qué es lo que tú quieres... Haré lo que me pidas que haga.

¿Qué es lo que quería?

Quería a Jisung, estaba seguro de eso, quería que se quedara a su lado, que no volviera a irse, que lo quisiera solo a él. ¿Era eso demasiado?

Minho sabía exactamente lo que quería, pero, ¿Jisung querría lo mismo?

Pensar en una respuesta negativa rompía su corazón porque después de todo lo que pasó, no había nada que quisiera más que estar con él. Ya no importaba que le haya mentido, ya no importaba que fuera el hijo de los asesinos de sus padres, ya no importaba nada de eso; tenerlo a su lado era lo que realmente le importaba para sanar completamente.

Jisung te ama, eso fue lo que le dijo su padre, eso era lo que no podía dejar de pensar desde entonces, esa afirmación solo aceleraba su corazón con mucha emoción porque la sensación de ser querido era algo que estuvo añorando durante mucho tiempo y solo con Jisung fue capaz de sentirlo otra vez. No quería dejar ir esa oportunidad.

Con eso en mente, Minho se acercó a Jisung con pasos decididos, acunó su rostro entre sus manos y antes de que dijera algo, juntó sus labios en un beso que desde el principio demostró lo mucho que lo estaba necesitando.

Los labios de Jisung se movieron tan pronto sintió los de Minho, su deseo por sentirlo de nuevo era tan grande que no podía tomarlo con calma, llevó ambos brazos alrededor de su cuello y eliminó cualquier espacio existente entre sus cuerpos, su espalda chocó segundos después con la pared más cercana, siendo presionado completamente por Minho quien no parecía querer alejarse en lo absoluto.

Sus respiraciones se volvieron agitadas y sus corazones latieron con fuerza, en sintonía el uno con el otro finalmente.

—Quédate conmigo—suplicó Minho, rompiendo levemente el beso sin despegar su frente con la del menor—Yo también te amo, de verdad lo hago—confesó, notando de cerca el brillo en sus pequeños ojos cafés que lo miraban atentamente. 

Jisung volvió a besarlo sin disminuir la intensidad, dejando escapar algunas lágrimas que mojaron sus mejillas sin darse cuenta. Su cuerpo fue víctima de una corriente que lo recorrió por completo mientras era preso del calor de Minho, casi derritiéndose en sus brazos.

—Quiero quedarme contigo—aceptó sin dudar Jisung, dejando cortos besos sobre sus labios hinchados, enternecido por la sonrisa que se formó en él al obtener la respuesta que quería.

Jisung se aferró a él en un abrazo, apoyando la cabeza sobre su pecho mientras era rodeado por sus brazos. Minho peinó su suave cabello con los dedos mientras sonreía ampliamente.

Su corazón ya no dolía y estaba seguro de que no volvería a doler.

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Los Hwang no planeaban irse de Windhall sin llegar a un acuerdo. Todo lo sucedido había sido un golpe desastroso para ellos también puesto que habían iniciado con el plan de utilizar el bosque como parte de su territorio dentro de ese reino y en definitiva, no planeaban desistir de ello.

—Escucha, Hyunjin, lo único que podemos hacer ahora es casarte con Minho—sugirió la reina Hwang en medio de su desesperación.

Hyunjin empezó a reír, pareciéndole una tontería lo que estaba escuchando. Los miró a ambos y sin la intención de discutir, empezó a hablar con calma.

—No voy a hacer eso, empezando con que a Minho no le caigo muy bien.

—Eso es lo de menos, ¡no podemos perder el bosque por esos detalles!—el rey se puso de pue con frustración—Hyunjin, los Han ahora no son nada, nuestra única oportunidad es ese chico.

—Voy a decirles esto una sola vez y no voy a discutirlo—los miró ahora con mucha más seriedad. Suspiró—Voy a cederle el trono a Yeji.

Ambos reyes se vieron entre sí con una expresión confusa, negándose a aceptar esa estupidez por parte de su hijo mayor.

—No puedes hacer eso, Hyunjin, ¿por qué querrías dejar la corona? Te falta poco para ser rey, tienes responsabilidades—señaló, irritada con el comportamiento del príncipe.

—Voy a quedarme aquí—dijo con calma, esperando sus reacciones.

—Estás completamente loco—rió falsamente la mujer, viendo a su esposo para que la ayudara a hacerlo entrar en razón, pero el rey se encontraba totalmente atento.

—¿Por qué quieres eso?—habló finalmente su padre, tomando asiento en uno de los sillones de la habitación.

—Renunciaré a ser rey... Ya no quiero nada de eso si siempre estará en sus planes casarme con alguien y hacer destrozos por sus intereses—respondió con seguridad sin agachar la mirada, siempre con el mismo semblante serio.

—¿Y qué más se supone que hagamos? Eso es parte de ser príncipe heredero, son tus intereses y beneficios también, para tu pueblo—dijo con indiferencia la mujer, cruzándose de brazos—Negociaremos una vez más... Trataré de convencer a Lee y mantendremos las cosas como están, ¿quedó claro?

—No—sonrió Hyunjin—Estoy cansado de todo esto, no quiero seguir en el medio de sus sucios negocios porque aunque no lo quieran aceptar, ustedes también fueron parte de las muertes en ese bosque—estrechó la mirada hacia los dos.

La reina Hwang apretó la mandíbula y no supo como defenderse porque su hijo tenía razón, solo que no esperaba que supiera tanto al respecto.

—Está bien—asintió el rey Hwang. La reina lo vio con sorpresa—Como quieras, quédate y vive tu vida como un asqueroso plebeyo si es lo que quieres.

—¡No lo dejes decidir!—le regañó su esposa, pero él se mantuvo serio—¿¡Qué vamos a decir en nuestro reino!?

Hyunjin se mantuvo atento, curioso por su repentina respuesta.

—La verdad—el rey se encogió de hombros y se puso de pie para posicionarse frente a su hijo—Diremos que murió—le dijo directamente con notorio rencor—Porque si te quedas aquí, te daremos por muerto.

Estaba sin palabras, Hyunjin no sabía cómo reaccionar ante su amenaza, sin embargo, trató de mostrarse fuerte y sin dudas, como si lo que le acababa de decir no le afectó en lo absoluto. Levantó el mentón con mucha seguridad y no se dejó intimidar; para sus padres era así de fácil, le parecía increíble cómo llegaban hasta ese extremo con tal de hacerlo ceder. No iba a negar que por unos segundos pensó en obedecer, pero sus padres no eran buenas personas tampoco, se dio cuenta cuando se enteró que habían ordenado la muerte de varias criaturas mágicas del bosque para utilizar ese territorio, además, Chan no iba a regresar con él a Ravenham y lo más importante, Félix estaba ahí en Windhall, ¿cómo podría irse?

—Adelante—retó Hyunjin con una sonrisa arrogante—Olvídense de mí, parece que es fácil para ustedes.

Lleno de decepción y molestia, el rey Hwang salió de la habitación. Tras él fue su esposa para tratar de convencerlo de cambiar de opinión porque le parecía sumamente absurdo lo que estaba pasando.

 Al encontrarse solo, Hyunjin tomó asiento en la orilla de la cama con lentitud, escondió su rostro entre sus manos y dejó escapar el cúmulo de emociones que se habían acumulado dentro de su pecho. Le dolía, en su corazón dolía con la respuesta de sus padres, pero no esperaba algo diferente, su decisión era demasiado arriesgada y bastante irresponsable tomando en cuenta que él no era una persona normal que pudiera tomar sus propias decisiones para su vida, desde que nació, el trono estaba asegurado y podía entender la molestia en ellos, llevarse una decepción así viniendo del príncipe heredero no era algo sencillo.

Aun así, una parte de él creyó que tal vez había una muy pequeña posibilidad de que iban a entenderlo o al menos aceptarían su petición de no hacerlo parte de más matrimonios arreglados, pero al parecer, eso era más importante. Nunca consideró que tuvieran una mala relación de padres e hijo, pero ahora podía asegurar que estaba peor de lo que creía.

Estaba dejando todo por Félix y él ni siquiera estaba al tanto, estaría realmente jodido si Félix decidía rechazarlo.

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Félix secó el sudor de su frente y apartó los mechones que estorbaban en su rostro, concentrado en terminar de reparar cada flor de ese inmenso jardín en el que había estado todo el día. Le estaba tomando más tiempo de lo que esperaba, pero amaba lo que hacía, por lo que en ningún momento se quejó, le había prometido a Minho regresar el hermoso jardín de antes con la ayuda de las demás hadas. Sería un trabajo que les llevaría demasiado tiempo, pero no podían ayudar en nada más que eso.

—¿Seguimos mañana? Ya está anocheciendo—preguntó Eunha cuando se acercó, viéndose cansada y con su ropa llena de tierra.

—Ve a descansar—le sonrió Félix, entendiendo perfectamente que ella solo quería dormir.

Eunha le sonrió con inocencia y entró rápidamente al castillo, ansiosa por descansar. Félix la vio alejarse y suspiró, agachándose frente al montón de flores sin vida en el suelo. Le causaba tristeza, el jardín era bastante bonito y recuperarlas sería un poco difícil, pero estaba decidido a hacerlo con bastante paciencia y dedicación.

Metido en su propio mundo, no sintió la presencia de alguien más acercándose a él, dando un leve respingo al escuchar su voz.

—Aquí estás—Hyunjin se agachó a su lado sin invadir su espacio.

—Hola—lo saludó con timidez, regresando la mirada hacia sus manos llenas de tierra.

—Sabía que estarías aquí, así que vine a buscarte.

—Oh... Bueno, es un poco obvio así que está bien—no podía mirarlo, se había puesto demasiado nervioso con solo sentirlo cerca—¿Vienes a despedirte? Sé que se van hoy.

—¿Por qué no me miras?

—Porque tengo la cara llena de tierra—respondió bajito y con sinceridad, haciendo reír a Hyunjin.

—Sabes, Windhall es bastante bonito, muy colorido y ruidoso—empezó a hablar, jugueteando con la tierra en el suelo de manera despreocupada—En Ravenham no es así, es tranquilo y no hay muchos festivales.

—¿Te gustan los festivales?

—Si, la música, la comida, la bebida... Todo es muy divertido en los festivales—sonrió nostálgico al recordar el festival al que asistió tiempo atrás con Félix en el que su único objetivo era acostarse con él, pero irónicamente, no había llegado tan lejos a pesar de las muchas oportunidades que tuvo para hacerlo—No me gustaría perdérmelos.

—Bueno... Creo que puedes hacer algunos en tu reino, ¿no es así?

—Tal vez—dijo un poco pensativo—¿Irías a mis festivales si te lo pidiera?

Félix por fin dirigió su mirada hacia él—No sé cómo llegar a Ravenham—respondió un poco apenado.

Hyunjin volvió a sonreír enternecido por su expresión confusa. Le estaba resultando difícil ser directo, alargando la conversación con tal de mantenerse más tiempo ahí con él. No quería ser rechazado y si finalmente lo hacía, al menos podría pensar en sus últimos momentos con él hablando sobre festivales.

—Félix—lo llamó, obteniendo otra vez su mirada—No voy a irme—le dijo con una expresión más seria y de forma directa.

—¿Cómo que no?—frunció el ceño, sacudiendo sus manos.

—Voy a quedarme aquí si tu quieres que me quede—estaba asustado por su respuesta, totalmente ansioso.

Félix se puso de pie rápidamente y terminó de limpiar sus manos sobre su ropa, quedándose en silencio sin tener todavía una respuesta.

—Renuncié a la corona de Ravenham.

—No puedes hacer eso—negó varias veces con la cabeza con evidente sorpresa—Eres el príncipe de uno de los reinos más importante, Hyunjin, ¿qué rayos te pasa?

—Eso no importa si me aceptas—murmuró sin dejar de verlo a los ojos—Te prometo que la corona es lo de menos si no puedo estar contigo.

—¿Por qué? Es que no tiene sentido... Hyunjin, ¿te das cuenta de lo que eso significaría para ti?

—Tuve tiempo para pensarlo y llegué a la conclusión de que siendo príncipe no puedo estar contigo porque de una u otra manera, mis padres iban a terminar casándome con alguien más... Y no quiero eso.

—Pero tu castillo...

Hyunjin tomó sus manos y trató de tranquilizarlo—Olvídate de eso. Tú me gustas, Félix, me gustas mucho, me gustas desde el festival y sé que fui un idiota al ocultarte quien era, pensar en que debía casarme me dolía porque estaba obligado a hacerlo, pero ahora... Ya renuncié a eso, no volverá a pasar—nunca había sido tan honesto, estaba sorprendido consigo mismo por haber tenido el valor de decirlo en voz alta—Solo dame una oportunidad, esta vez no voy a arruinarlo—le pidió.

Félix sintió su corazón latir con fuerza contra su pecho, concluyendo que, en efecto, Hwang Hyunjin estaba completamente loco, que no estaba pensando con claridad y que necesitaba más tiempo para pensarlo y tomar una mejor decisión, pero al mismo tiempo, podía sentir su seguridad, podía ver en sus ojos que deseaba estar ahí con él. Todo estaba siendo muy surrealista, ¿dejar el trono por él? Era demasiado.

—Vas a arrepentirte.

—No lo haré.

—Extrañarás tu vida llena de lujos.

—Tal vez, pero puedo aceptarlo.

—Perderás tu poder—susurró al final.

—¿Quieres dejar de poner excusas?

—No quiero sentirme culpable por dejar que renuncies a todo, Hyunjin—explicó cortamente—Solo soy un hada, ni siquiera tengo poderes geniales o una habilidad que me haga alguien increíble, es más, no puedo defenderme solo y siempre necesito ayuda. ¿Sabes qué si puedo hacer bien? Cocinar y revivir jardines, ¿pero eso qué? No se compara con las ventajas de ser un rey.

—Cocinar ya es una gran habilidad—comentó, recibiendo un bufido de su parte—¿No te das cuenta, Félix? Es exactamente eso lo que te hace ser quien eres, ¿crees que no me di cuenta de que eres un hada? Fue lo primero que noté, tus rasgos faciales son exactamente los de una bonita hada de jardín y aún sin conocerte, llamaste mi atención. Pero si quieres puedo decirte más sobre lo que me gusta de ti, el hecho de que eres realmente lindo es algo aparte.

Félix sintió sus mejillas calentarse, recibir cumplidos de esa manera siempre lo ponía nervioso, especialmente viniendo de alguien como Hyunjin.

—¿Puedes solo besarme ya?—murmuró Félix, cautivado con sus palabras y totalmente rendido.

Quizás estaba siendo demasiado fácil de convencer, pero su corazón no iba a poder soportar que Hyunjin lo dejara otra vez. Estaba arriesgándose demasiado, ese era un hecho y puede que estaba siendo egoísta, quitándole a Hyunjin todo lo que aspiraba a ser, pero ya no podía negarse a sí mismo que deseaba fuertemente que lo eligiera.

Hyunjin sonrió ampliamente a su petición, obedeciéndole.

Era increíble lo bien que sus labios encajaban juntos, y aunque Félix estaba un poco avergonzado por su rostro sucio por la tierra del jardín, a Hyunjin no podía importarle menos ese detalle que en lugar de desagradarle, le generaba ternura.

Estaba feliz, Hyunjin podía asegurar ahora que valía totalmente la pena quedarse.

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Minho se encontraba ayudando en el salón principal junto a Chan, Jeongin y algunos cambia formas a limpiar los restos de los escombros que habían quedado con el ataque, todos concentrados en sus deberes hasta que las puertas se abrieron con brusquedad, dejando ver a los reyes de Ravenham con algunos soldados tras ellos.

La reina estaba enormemente molesta.

—Pensé que se habían ido ya—dijo Minho, acercándose a los reyes con el ceño fruncido.

Todos detuvieron sus actividades para prestar atención a lo que estaba pasando.

—No nos iremos sin llegar a un acuerdo sobre el bosque—espetó ella en voz alta.

—No llegaré a ningún tipo de acuerdo—respondió Minho directamente, cerrándose a cualquier propuesta que esos reyes tuvieran.

—Estábamos en el medio de un acuerdo con los Han, el bosque sería nuestro y eso ya estaba estipulado—siguió hablando—Así que exijo mi parte.

—Bueno, creo que eso no será posible—rió cortamente sin poder creer lo que estaba escuchando—No me importa que acuerdo tengan con los Han, yo soy un Lee, así que nada de eso vale para mí.

—Solo queremos negociar—intervino el rey Hwang, haciéndole señas a su esposa para que se calmara—Podemos usar solo una parte del bosque, no es necesario utilizarlo todo.

—Sigue siendo un no—volvió a negarse.

—Bien, entonces organicemos un matrimonio con mi hijo—propuso a la ligera, quedándose sin opciones, pero ver la sonrisa burlona en Minho la hizo enojar aún más.

—Ni hablar—se cruzó de brazos—Hyunjin no me interesa en lo absoluto, ni nada que tenga para ofrecerme, el bosque es intocable ahora.

—¡Pero firmamos un acuerdo!

—Háblenlo con la señora Han, entonces—se encogió de hombros, demostrando poco interés en sus absurdas exigencias—Está encerrada en la prisión del castillo, de seguro ella querrá escucharla hablar de ese acuerdo—le sonrió irónicamente, dándose la vuelta para seguir en lo que estaba junto a sus amigos.

—Irrespetuoso—murmuró ella—Te lo advierto, no te conviene meterte en una disputa con Ravenham por algo tan insignificante como eso.

—¿A mi no me conviene?—volvió a reír, viendo los rostros divertidos de los demás—Creo que ambos sabemos a quién no le conviene.

Minho no sabía de dónde estaba saliendo toda esa altanería, pero no iba a dejar que bajo ninguna circunstancia el bosque fuera invadido de nuevo, no iba a dejar que ninguno de los suyos estuviera en peligro otra vez así que no le importaba comportarse así frente a alguien tan nefasto como lo eran ellos.

Sin nada mas que decir y sintiéndose ridiculizada, la reina dejó el salón junto a su esposo y los soldados, hirviendo en enojo, prometiendo no volver a poner un pie en ese horrible castillo, se mantendría lo más alejada posible de Windhall y jamás lo tomaría en cuenta para ningún tipo de negocio o acuerdo.

Minho suspiró y negó con la cabeza, ¿cómo tenían el valor de reclamar el bosque después de lo que pasó?

—Que mujer tan intensa—comentó sorprendido Jeongin—¿Crees que quiera iniciar otra guerra? Reparar todo este lugar nos llevará meses y si van a destruirlo de nuevo, mejor que nos digan ya.

—No lo creo, solo quería asustarme o algo así.

Tras esa corta distracción, nadie tocó el tema de nuevo, enfocándose únicamente en lo demás.

Horas más tarde, Minho se dirigió directamente a su ahora habitación, había tirado completamente todo lo que les perteneciera a los anteriores reyes y lo reemplazó con sus cosas que aunque eran pocas, eran suficientes. Tomó una ducha rápida y se puso algo para dormir, sintiéndose extraño por el espacio tan grande de ese lugar.

Y eso lo hizo pensar, ¿en dónde estaba Jisung?

Salió de su habitación y caminó en la oscuridad del pasillo, todo estaba en silencio y en calma. No estaba muy seguro de hacia dónde tenía que ir, había muchas habitaciones y no tenía idea de donde podría estar Jisung hasta que se encontró con alguien que tal vez podría ser de ayuda.

—¿Qué haces aquí? Tus padres ya se fueron.

—Hola, Minho, que gusto verte—sonrió Hyunjin con ánimos.

—¿Qué haces aquí?—preguntó otra vez, desconfiando totalmente de su presencia.

—Voy a quedarme.

—¿A qué, exactamente?

—Con Félix—dijo con obviedad—Ya no soy parte de la realeza así que puedes tratarme como a cualquiera.

—Siempre te traté como a cualquiera—dijo seriamente. Suspiró, no tenía tiempo para quedarse a saber los detalles, ya después lo hablaría con Félix—Estoy buscando a Jisung, ¿de casualidad lo viste?

—No realmente—negó con la cabeza—Pero puede que esté en su habitación, sé en dónde está.

—¿Cuál es?—cuestionó, evitando sobre pensar en el hecho de que Hyunjin sabía en donde estaba la habitación de Jisung.

—Tranquilo, Lee—rodó los ojos al notar su expresión—Sigue en este pasillo y cuando gires a la derecha, es la tercera puerta.

—Gracias—dijo apenas, empezando a caminar, pero se detuvo para mirarlo de nuevo—Tu habitación con Félix la quiero lo mas lejos que puedas de la mía, ¿entendido?

—Totalmente, no te preocupes, Félix lo pensó primero, de hecho—sonrió ampliamente con falsa inocencia.

Minho bufó y siguió caminando, no podía creer lo inocente que Félix se veía a comparación de lo que realmente era. Alejó esos innecesarios pensamientos y siguió las indicaciones del más alto, llegando por fin a la puerta indicada. Tocó la puerta varias veces hasta que por fin la abrió.

Jisung sonrió al ver a Minho al otro lado utilizando ropa de dormir lujosa, se veía ciertamente lindo con ese aspecto más relajado.

—¿Sucede algo, Minho?—preguntó Jisung al dejarlo entrar, secando su cabello con una toalla seca. Acababa de tomar una ducha también.

—Uhm, si, ¿qué haces aquí?—analizó el cuarto con detenimiento mientras caminaba alrededor de este.

—Pues... Es tarde así que supongo que dormir—respondió extrañado por su pregunta.

—Si, entiendo que es tarde, pero no vas a dormir aquí—se detuvo frente a él, sosteniéndole la mirada—Vas a dormir conmigo, en mi habitación.

—¿En tu habitación?

Minho asintió varias veces y sin dejarlo responder, tomó su mano y lo sacó casi corriendo de ahí, ambos riéndose por lo bajo hasta llegar a la habitación de Minho. Ambos entraron y al cerrar, Minho se aseguró de ponerle llave a la puerta, sonriéndole con complicidad al menor que lo miraba con una sonrisa divertida.

Jisung no se iba a detener a cuestionarlo, por lo que se atrevió a tomar la iniciativa para iniciar el beso que estaban anhelando. Minho no se contuvo a sí mismo y bajó sus manos hacia la cintura del menor, metiéndolas bajo su camisa de dormir para dejar suaves caricias en su suave y perfumada piel. Sin perder mas el tiempo, Jisung se apresuró a quitarse la camisa de dormir, quedando con el torso descubierto. Con urgencia, Jisung siguió besándolo mientras quitaba uno a uno los botones de la camisa de Minho, sobando su torso con total libertad.

—Vas a dormir conmigo todas las noches—murmuró Minho entre besos, disfrutando de los toques indiscretos sobre su cuerpo.

—No lo dudes—respondió junto a un suave gemido al sentir el contacto de las manos de Minho dentro de su pantalón, presionando su trasero con fuerza.

Jisung jadeó complacido, mordiendo los labios de Minho en busca de sentir mucho más. Sin poder resistirse mucho más, Jisung cortó el beso de manera repentina y se puso sobre sus rodillas a la altura de su erección, sobándola sobre su pantalón para sentir la dureza contra su mano. Minho cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, permitiendo que Jisung hiciera lo que quisiera con él, robándole el aliento cuando lo sintió bajar su pantalón y ropa interior de un solo tirón hasta ayudarse con sus pies para quitarse completamente las prendas, dejando su pene al descubierto.

Minho se sintió levemente avergonzado, pero si excitación era más grande y no iba a detenerse en ese momento, su cuerpo reaccionaba positivamente al estímulo y estaba decidido a disfrutarlo una vez más. A Jisung le brillaron los ojos con satisfacción, agarró con su mano el miembro erecto de Minho e inició una lenta masturbación, deslizando su mano de manera tortuosa hasta terminar por meterlo en su boca. Ante el contacto, Minho dejó escapar un gemido ronco, llevó sus manos hacia la cabellera negra de Jisung y las dejó ahí, enredando sus dedos con sutileza sin ser demasiado brusco.

Luego de unos cuantos minutos en lo mismo, Minho detuvo lo que Jisung estaba haciendo, sintiéndose cada vez más cerca del límite.

—Espera...—apenas dijo, escuchándolo quejarse inconforme—No quiero terminar todavía.

Jisung rió suavemente y se puso de pie con la ayuda del mayor.

Minho no dudó en besarlo nuevamente, esta vez cargándolo en sus brazos hasta llevarlo a su amplia y ordenada cama, dejándolo sobre esta con mucha delicadeza, procurando no dejar todo su peso sobre él.

Jisung sonrió con emoción sin dejar de verlo, acariciando su rostro con amor mientras Minho seguía admirándolo en silencio.

Sin dejar pasar más tiempo, con ansias, Minho se apresuró a bajar el pantalón y ropa interior de Jisung, dejando cortas caricias sobre sus piernas desnudas hasta llegar peligrosamente a su pelvis. Automáticamente, Jisung arqueó un poco la espalda y gimió bajito, reaccionando a cada corta caricia en su cuerpo descubierto. Minho sonrió satisfecho al notar que Jisung estaba disfrutándolo, así se acomodó mejor entre sus piernas y llevó su mano hacia su pene, masturbándolo también mientras juntaba sus labios en un beso desordenado que calló de inmediato sus gemidos.

Jisung suspiraba ocasionalmente cada que la velocidad aumentaba sobre su pene y una descarga recorrió su cuerpo entero cuando sintió los dedos de Minho tantear su entrada de manera superficial.

—Parece que te gusta—susurró Minho con diversión sobre sus labios—Y eso que solo estoy tocándote—llevó los dedos a su boca y los lamió frente a él de forma erótica.

Jisung podría llegar a su orgasmo con algo tan simple como eso y cuando menos se dio cuenta, ya se encontraba gimiendo agudamente con los dedos de Minho dentro de él. No podía pensar con claridad, solo deseaba ser complacido, deseaba obtener más hasta estar satisfecho, hasta que su cuerpo dejara de sentirse así de caliente. Minho se acercó a besar su cuello, dejando leves mordidas y succiones por toda esa zona hasta bajar a sus clavículas y hombros que posiblemente no dejarían marca, pero que a Jisung le encantaban.

Cuando Minho detuvo sus movimientos, Jisung lo vio con el ceño fruncido y se quejó con frustración.

—No te detengas—susurró, aferrándose a sus brazos.

Minho se tomó el tiempo de admirarlo una vez más, otra vez acariciando su cuerpo con la yema de los dedos, su mano subiendo peligrosamente sobre su pene, sus piernas, su abdomen y su torso. Simplemente, Jisung era lo más hermoso que había visto.

Con una sonrisa enamorada, Minho besó cortamente sus labios para borrar el ceño que se había formado en su entrecejo y se acomodó mejor sobre su cuerpo, agarró sus piernas y las colocó alrededor de su cintura, dándole más acceso. La respiración de Jisung se cortó por unos segundos cuando al principio sintió la leve incomodidad de Mi no haciéndose paso dentro de él, pero sólo segundos después, esa incomodidad se convirtió en satisfacción, rogándole con la mirada que no se atreviera a apartarse.

—¿Estás cómodo así?—preguntó Minho cuando estuvo completamente adentro.

Jisung asintió repetidas veces con la cabeza, presionando con sus dientes su labio inferior con una mueca desesperada en su rostro. Minho sonrió y empezó a moverse, generando un lento vaivén con la intención de que Jisung se acostumbrara a su intromisión y pudo confirmar que todo estaba perfectamente bien cuando escuchó sus casi inaudibles gemidos.

Minho no pudo mantenerse tanto tiempo con esa lentitud y suavidad; sus movimientos iniciaron siendo pausados, pero al embestir con fuerza la primera vez y escuchar el agudo gemido que salió de la garganta de Jisung con esa acción solo causó que perdiera el poco control que le quedaba, empezando a embestir con más fuerza y rapidez, siendo certero con cada vez que su pene llegaba al fondo.

Jisung era incapaz de siquiera articular alguna palabra, su cuerpo se sacudía con cada vez que Minho arremetía dentro de él. Llevó ambos brazos hasta sus hombros y se sostuvo con fuerza sin limitarse a sí mismo de gemir, quería que Minho estuviera seguro de que estaba disfrutándolo y que por ninguna razón deseaba que se detuviera.

Con el cansancio haciéndose presente, Minho bajó la intensidad de sus embestidas debido a la poca fuerza que tenía ahora. Jisung volvió a quejarse cuando Minho salió de él.

—Minho—lo llamó irritado y con la respiración agitada.

—Espera, no voy a dejarte así—rió, acostándose de lado sobre la cama. Jisung lo vio atentamente e intentó moverse, pero Minho lo detuvo—Ven, acércate y dame la espalda—le pidió, acomodándolo frente a él con su espalda pegándose a su cuerpo.

Jisung sintió rápidamente el cuerpo de Minho tras él, cubriéndolo, estuvo a punto de hablar pero un sonoro gemido reemplazó sus palabras, otra vez rindiéndose ante él.

Minho gimió también al entrar nuevamente, abrazó el cuerpo de Jisung y embistió con fuerza, sintiendo su sudorosa espalda pegada a su pecho y abdomen. Pasó su brazo bajo una de sus piernas y la elevó para darle más acceso a su entrada, presionando su pene tan bien que estaba seguro de que terminaría muy pronto.

Jisung giró la cabeza hasta Minho y empezó a besarlo con cierta dificultad por la posición, pero no iba a negar que le encantaba así que mientras lo hacía, inició a masturbarse con el único propósito de por fin llegar a su orgasmo. Su mano se movió hábilmente sobre su pene y su excitación llegó a la cima con una fuerte embestida que en su ya atendida próstata, causando que llegara a su ansiado orgasmo. Un fuerte gemido de satisfacción resonó en la habitación, anunciando que había terminado, pero Minho no dejó de embestirlo, estaba muy cerca de su orgasmo también.

—Min...—dijo Jisung en un susurro sin haberse recuperado de su orgasmo.

Sus gemidos no se detuvieron, Minho lo puso sobre su estómago contra el colchón y siguió entrando y saliendo, su ya no tan erecto pene se rozaba contra las sábanas y se le hacía cada vez más difícil mantenerse en silencio gracias a la sensibilidad de reciente orgasmo. Minho se sostuvo de su cintura y después de unas embestidas más, por fin se corrió, llenando el interior del pelinegro que temblaba levemente bajo él.

Minho se recostó a su lado y reguló con dificultad su respiración, limpió el sudor de su rostro y vio a Jisung con una sonrisa.

—¿Ya estás dormido?—le preguntó en voz baja, acariciando su húmedo cabello.

—Me duele el cuerpo—respondió con los ojos casi cerrados y sin moverse.

—Estarás bien mañana.

—Tú qué sabes, tu cuerpo aguanta más—se quejó, haciendo un pequeño puchero.

Minho rió e ignorando el sudor en sus cuerpos, lo abrazó con fuerza, repartiendo besos por todo su rostro de manera cariñosa hasta terminar con uno en sus labios. Jisung no pudo evitar sonreír en el medio, sintiéndose completamente pleno.

—Te amo, Jisung—dijo Minho sobre sus labios apenas tocándose.

—Claro que lo haces—dijo Jisung con una sonrisa divertida—También te amo.

Satisfecho con su respuesta, Minho se alejó y bostezó con cansancio.

—Vamos, debemos ducharnos antes de dormir—dijo Jisung, poniéndose de pie sin ningún tipo de vergüenza por su desnudez—Me dejaste todo sucio.

Minho se puso de pie con pereza y se dirigió al baño junto a él. Minutos más tarde, ambos salieron totalmente limpios, se pusieron su ropa de dormir y se dispusieron a cambiar todo el juego de sábanas, cambiándolas por unas nuevas.

Cuando por fin se acomodaron en la cama y apagaron la luz, Jisung se acercó a Minho y lo atrajo hacia sus brazos. Sin ningún tipo de queja, Minho se escondió entre los brazos del menor, pegándose a su pecho mientras recibía suaves caricias en su cabello que lo hicieron dormir en cuestión de minutos.

Minho estaba seguro de que la mejor sensación del mundo era esa, sentirse amado y seguro con la persona de la que estaba enamorado. 

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UN APLAUSO PARA ESTA PAREJA QUE ESTÁ ENAMORADAAAAAAA

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