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31ও

Minho abrió los ojos y el silencio fue el primero en recibirlo, intentó moverse y para su suerte, nada en su cuerpo dolía a pesar de que recordaba haber sido apuñalado varias veces.

Se puso de pie y se dio cuenta de que de encontraba totalmente solo, además de que todo estaba extrañamente silencioso. Se acercó a la ventana de la habitación y solo pudo observar el movimiento de los árboles debido al viento y el cielo estaba levemente oscuro gracias a algunas nubes que cubrían la luz del sol, pero no estaba lloviendo en lo absoluto.

Extrañado y con mucha confusión salió de esa habitación oscura en donde recordaba haber cerrado los ojos momentos antes. Salió al pasillo y no había nadie, ¿en dónde estaba Jisung? Recordaba haberlo dejado afuera, pero al no verlo cerca dedujo que se había ido. Aún así, todo estaba demasiado raro.

Sin mucha prisa caminó por los desolados y largos pasillos hasta que bajó las escaleras que encaminaban hacia el salón principal. Siguió su camino hasta que se detuvo frente a las puertas cerradas del salón y si no se equivocaba, las hadas debían seguir ahí adentro con las personas del pueblo y con los invitados de otros reinos. Sin pensarlo más abrió las puertas sin ningún tipo de dificultad, esta vez frunciendo el ceño al encontrarse con que no había nadie.

—¿En dónde están todos?—susurró para sí mismo. A estas alturas ya estaba preocupado—¡Félix, Jisung!—gritó, viendo hacia todos lados sin dejar de escuchar su propio eco.

Estaba solo, otra vez estaba solo.

Sin saber qué más hacer, Minho se sentó en el centro del salón y encogió sus piernas hacia su pecho, abrazándose a sí mismo para alejar las repentinas ganas de llorar, reteniéndose de hacerlo.

—Llora si quieres llorar, no lo retengas.

Minho elevó rápidamente la mirada ante esa voz que casi no recordaba e inevitablemente las lágrimas salieron sin poder detenerlas.

—Papá...—apenas susurró.

El hombre sonrió y se agachó a su altura para verlo de frente.

—Creas o no, lo de llorar mucho lo sacaste de mi.

Minho rió entre lágrimas y se acercó a abrazarlo, sintiendo la calidez cubrir completamente su pecho al poder identificar la sinceridad y el cariño. Siempre extrañaba a su papá, siempre se regañó a sí mismo por no haberlo aprovechado cuando era un niño, pero era comprensible, a sus  diez años jamás creyó que le arrebatarían su familia.

—¿Por qué no hay nadie? ¿De verdad morí?—preguntó cuando rompió el abrazo, viéndolo con temor de escuchar la respuesta que no quería y que era evidente.

El señor Lee lo vio durante unos segundos y se puso de pie, haciéndole señas para que hiciera lo mismo.

—Lograste invadir el castillo—empezó a hablar el mayor con un tono de orgullo, ignorando su pregunta.

—Me ayudaron—respondió casi en voz baja.

—Pero tu lo lideraste, ¿no es eso un gran logro?

—Supongo que si—asintió lentamente, caminando a su lado hacia el exterior del castillo.

—Eres un líder, Minho, no minimices lo que hiciste, nunca. Tu destino es estar en el trono. Debes arreglar todo lo que los Han hicieron.

—No puedo hacerlo—agachó la mirada con vergüenza, estaba claro que su padre tenía la experiencia y él con veinticinco años no sabía absolutamente nada, ¿Cómo podría ser un buen líder? 

La duda lo invadió, llenándose de dudas, temores e inseguridades en cuanto a él mismo como un rey. 

—¿Por qué no?—preguntó extrañado, deteniéndose en la entrada principal para mirarlo—Moviste a un gran grupo de criaturas mágicas y te enfrentaste a los reyes, el trono es tuyo ahora.

—Morí, papá, ¿es que no lo ves? Fallé completamente y puse en peligro a muchos—se llenó de frustración, ¿por qué le seguía recalcando una y otra vez que debía tomar el trono si estaba ahí? Estaba claro que no sólo se había desmayado, el dolor que sintió al ser apuñalado fue real, todo lo que hizo durante el ataque fue real mientras estaba cegado por la ira y el rencor—Te estoy viendo a ti, estamos en el castillo completamente vacío, es obvio que morí... Mi destino no es ser rey.

Su padre sonrió cortamente y sin decir algo más, bajó los escalones en dirección al jardín, caminando entre los senderos hasta llegar al frondoso árbol en el centro. Minho lo siguió en silencio y se detuvo cuando él lo hizo, esbozando una corta sonrisa cuando se encontró con su madre dándole de comer a un pequeño pájaro con mucha concentración, acariciando su cabeza con delicadeza mientras éste se alimentaba cerca de ella.

—Mamá—la llamó, causando que la mujer se girara sobre sus pies para verlo.

—Oh, Minho—sonrió ella, sacudiendo sus manos antes de acercarse a él.

Minho no se detuvo a sí mismo de abrazarla, sintiéndose reconfortado y demasiado cálido entre sus brazos. La mujer rió en voz baja al sentir la fuerza con la que se aferraba a ella como cuando era un niño, disfrutando cada segundo en el que podía tenerlo con ella.

—Pensé que te vería hasta después, es muy pronto ahora—acarició su cabello con ternura.

—Morí, mamá, por eso estoy aquí—susurró sobre su hombro.

La mujer frunció el ceño y se alejó lentamente para poder verlo de frente, elevó su mano hacia su pecho y luego lo vio a él.

—Tu corazón sigue palpitando—aseguró, sintiendo los latidos golpear contra su mano—Tú sigues vivo.

Claramente, Minho se sorprendió, realmente pensaba que había muerto, el rey Han lo apuñaló directamente en el pecho, no tenía sentido que siguiera vivo.

—¿Pero cómo...?—frunció el ceño, viéndolos a ambos.

—Es este anillo—tomó la mano de Minho y tocó el anillo azul en su dedo—Ese chico, Seungmin, tiene más poder del que creí, incluso más que su madre, solo que no lo ha descubierto.

Minho sintió un destello de esperanza, pero al mismo tiempo sus ánimos decayeron con el pensamiento de que no podía estar ahí con ellos.

—¿No puedo quedarme aquí?—preguntó en voz baja con timidez—Quiero quedarme con ustedes, ¿puedo decidir eso?

—Si puedes decidirlo ahora, pero, ¿Por qué querrías eso?—su padre preguntó con el ceño fruncido—Eres muy joven todavía y llegaste lejos para recuperar lo que te quitaron... Si decides quedarte no despertarás nunca más, Minho, perderás todo lo que conseguiste.

—No sé si sería feliz—respondió con un poco de duda y en un hilo de voz, viéndolos—Tal vez recuperé el trono, pero ustedes no están ahí para guiarme, no sé qué debo hacer o cómo hacerlo.

—Pero Jisung si está—agregó su mamá, dándole una sonrisa—También Félix, sé que es importante para ti.

—Jisung... Ya ni siquiera sé qué siento por él—apartó la mirada, su pecho doliendo ante ese hecho—No puedo confiar en él, sus padres hicieron mucho daño, arruinaron mi vida.

—Claro, fueron sus padres, no él—recalcó el hombre—Además, Jisung te ama—Minho levantó la mirada, escuchando atentamente—Tal vez cometió un error al ocultarte quién era y quienes eran sus padres, pero sus sentimientos son sinceros.

—Jisung no me ama—susurró, agachando la mirada con desilusión—¿Cómo podría? Me conoce, sabe que soy un monstruo, que he asesinado, que tengo muchas cosas sobre mi que todavía no puedo controlar. ¿Cómo podría amarme?—su voz se quebró e hizo el mayor esfuerzo por no romperse a llorar.

—Eres perfecto, Minho. No importa lo que te hayan hecho creer durante todos estos años—su madre acunó su rostro entre sus manos, sintiendo su corazón romperse por el dolor de su hijo—Tienes un corazón muy grande y eso vale mucho más que cualquier cosa.

—De hecho, Jisung dijo que te ama antes de que aparecieras aquí, pero no lo escuchaste—agregó su padre—Minho dirigió la mirada hacia su padre cuando su madre lo soltó y se alejó—Él cree que moriste y esta llorando a tu lado justo en este momento—siguió hablando, poniéndose frente a él. Tomó sus manos y lo miró con seriedad sin lucir tan duro—Tienes una vida por delante, Minho, no puedes decidir quedarte cuando hay razones para seguir vivo. Tienes a Jisung, a tus amigos, un pueblo entero al cual liderar... No puedes dejar ir todo eso cuando deseaste regresar a tu hogar durante tanto tiempo. El castillo es tu casa ahora, no volverás a esa vieja mansión en el medio del bosque.

—Nosotros estaremos siempre aquí, contigo, podemos seguir esperándote—animó su madre, a un lado de su esposo con una sonrisa amable—Sabemos que nos extrañas, nosotros también lo hacemos, pero no te preocupes, no vamos a dejarte solo.

Minho sintió un fuerte nudo en su garganta y sus ojos se cristalizaron, viéndolos a ambos con el deseo de poder tenerlos más tiempo a su lado, pero tenían razón, habían cosas que debía hacer antes de morir; promesas que cumplir.

—Los voy a extrañar—dijo con una sonrisa, abrazándolos a ambos con mucha fuerza.

Todo se quedó en silencio, la luz del sol que iluminaba el jardín se volvió completamente oscura y de un momento para otro, dejó de sentir los brazos de sus padres rodeándolo, quedándose en un vacío abrumador.

Sus ojos empezaron a abrirse lentamente, encontrándose nuevamente con el desgastado techo de la habitación. Su cabeza palpitó con un leve dolor y su pecho se sintió pesado. Su respiración era pausada y su cuerpo se sentía todavía entumecido. Intentó decir algo, pero no tenía la fuerza suficiente para hacerlo, por lo que se mantuvo quieto un momento en lo que terminaba de reaccionar.

Vio hacia el exterior a través de la ventana y pudo notar que la tormenta se había calmado, algunas gotas de lluvia seguía golpeando contra las ventanas y el cielo seguía oscuro. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero no parecía haber sido mucho.

Quiso moverse, pero detuvo sus movimientos al sentir una mano sobre la suya con los dedos entrelazados, giró su cabeza hacia el otro lado y pudo encontrarse con el rostro de Jisung. Sus ojos estaban cerrados, su nariz enrojecida y sus mejillas muy húmedas, deduciendo fácilmente que estuvo llorando. Con la poca fuerza que tenía, cerró sus dedos alrededor de la mano de Jisung, su tacto sintiéndose cálido y muy cómodo. Sonrió a medias sin dejar de verlo, recordando lo que su padre le había dicho.

Jisung lo amaba, lo amaba de verdad. ¿Debería creer eso?

—Jisung...—lo llamó en un hilo de voz—Jisung...—llamó nuevamente, elevando un poco más la voz en un intento despertarlo.

Suspiró resignado cuando se dio cuenta de que no estaba funcionando, su voz era apenas audible todavía y la poca fuerza que tenía no era suficiente. Se mantuvo quieto durante unos segundos sin apartar la mirada de él hasta que sus ojos empezaron a abrirse lentamente.

Jisung despertó un poco confundido y aturdido, y tan pronto tuvo consciencia, las ganas de llorar aparecieron, recordando la razón por la cual seguía ahí. Inconscientemente movió su mano, pero rápidamente se dio cuenta de que los dedos de Minho estaban presionando contra su mano. Los ojos se le llenaron de lágrimas y temió elevar la mirada para encontrarse con que solo estaba en el medio de una ilusión, pero toda su esperanza regresó cuando sus ojos se encontraron con los de Minho, ambos deteniéndose en ese pequeño momento en el que sus corazones latían en sintonía.

—Estás vivo—susurró Jisung sin poder creerlo.

Minho asintió lentamente y su corazón dolió al sentir a Jisung aferrándose a su cuerpo con desesperación, como si temiera que se fuera.

—Pensé que habías muerto—dijo Jisung entre lágrimas y con la voz entre cortada, abrazándolo con más fuerza—Dejaste de hablarme, dejaste de moverte y cerraste los ojos—lloró, llenándose de una extraña mezcla de alivio y terror.

—No puedo morir ahora—Minho rió por lo bajo y se abrazó al menor, apoyando la mejilla sobre su cabeza.

Jisung cerró los ojos, dejándose llevar por el sentimiento de calma que Minho le provocaba, refugiándose en su pecho con la necesidad de quedarse ahí sin intenciones de apartarse. Pero lastimosamente, no podían quedarse.

—Creo que debemos buscar a los demás—murmuró Jisung, separándose un poco para poder subir la mirada y verlo—No escucho más ruido allá afuera, tal vez todo terminó.

Minho asintió y aflojó el abrazo, dejando a Jisung apartarse de él. Con mucho esfuerzo logró sentarse, su cuerpo ya no dolía como antes, pero si seguía sintiendo una leve incomodidad en las partes en las que fue apuñalado, se revisó vagamente y las heridas no parecían ser graves, cosa que le pareció extraño porque estuvo a punto de morir. Por ahora no prestaría mucha atención, habían otras cosas que debía hacer.

Jisung ayudó a Minho a ponerse de pie, dejándolo apoyarse en su hombro para caminar con un poco más de estabilidad hasta salir de la habitación. Lo primero que Minho vio fue el cuerpo sin vida del rey Han, se detuvo frente a él y luego vio a Jisung, notándolo afectado y con una expresión dura. Iba a preguntar que había pasado, pero Jisung siguió caminando sin dejarlo hablar, dándole a entender que no hablaría al respecto, al menos no todavía.

Tardaron un rato en llegar hasta la entrada principal del castillo, vieron a su alrededor y los cuerpos sin vida de los soldados demostraban la dura pelea que hubo en el exterior. Minho intentó identificar a algunas de las criaturas mágicas y sintió alivio cuando vio a Félix acercándose con Hyunjin a su lado, quiso sentirse aliviado, pero su expresión afligida y llena de tristeza lo hizo preocuparse.

—No todos lo lograron—dijo Félix al estar cerca de ambos, agachando la mirada.

Minho vio a los demás que ya estaban acercándose, haciendo un conteo mental de quienes faltaban.

—¿Y Seungmin?

—Él...—Félix se detuvo, sintiendo sus ojos cristalizarse—Por ahora hay que darle espacio... Changbin murió.

Decirlo en voz alta fue difícil.

Jisung sintió su cuerpo entero tensarse ante tal noticia, un nudo en la garganta se hizo presente sin poder procesar por completo la noticia. Changbin había sido una parte importante de su infancia, Changbin había sido un gran amigo que a pesar de que se dedicaba a cosas ilegales, no dudó nunca en ayudar a los demás ofreciendo su escondite o incluso protegiendo a quien lo necesitaba.

¿Cómo había sucedido? En ese instante se permitió llorar por haber perdido un amigo.

En definitiva, todos iban a extrañarlo mucho.

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A pesar de que su caminar era inestable, Minho decidió que iría solo por la reina Han. Llegó hasta la oficina del rey y encontró a la mujer tal y como la dejó, al notar su presencia, ella elevó la mirada y lo vio con furia, intentando zafarse nuevamente sin éxito.

—¡Suéltame!—exigió sin dejar de moverse—¡Esto no es justo!

Minho suspiró e ignoró sus palabras, no iba a seguir discutiendo con alguien como ella. En total silencio se acercó y la desató, ella intentó huir en ese momento en el que su cuerpo y manos estuvieron libres, pero Minho logró tomarla del brazo con fuerza para no dejarla ir y claro que, no podría luchar contra su fuerza.

—Si vas a matarme solo hazlo—dijo ella con la voz quebrada, pero Minho no se conmovió, ya le había demostrado que no estaba arrepentida de lo que hizo, por lo que tampoco demostraría lastima por ella.

Todavía sin responder, Minho la sacó casi arrastrada de ahí debido a que ella seguía negándose, pero era en vano, no podía luchar contra la fuerza ejercida sobre su brazo. Caminó hacia el salón principal y abrió las puertas sin dudarlo, obteniendo la mirada de todos los presentes que se encontraban más tranquilos desde hace un rato que dejaron de escuchar ruidos y explosiones en el exterior.

Todos guardaron silencio a excepción de la reina que seguía quejándose mientras era casi arrastrada hacia el frente, avergonzada y molesta por ser expuesta de esa manera. Minho subió las escaleras de la tarima, se paró frente a todos y la soltó.

Susurros llenaron el salón sin saber qué estaba pasando, algunos con temor y otros muy atentos, expectantes.

—¿Quién eres y por qué haces todo esto?—se atrevió a preguntar alguien entre el montón de personas.

Vestía ropas elegantes y traía un broche con el escudo de otro reino, deduciendo fácilmente que se trataba de alguien de la realeza. Lo vio durante unos segundos y después vio a la multitud ahí dentro que esperaba una respuesta. Su corazón latió con fuerza contra su pecho mientras pensaba en qué debía decir, había llegado hasta ahí con muchas cosas en contra y justo en ese momento empezó a dudar.

—¡Es un monstruo!—gritó la reina—¡Es el monstruo de Windhall! ¡Solo miren su rostro, quiere matarnos a todos!

Los rostros aterrorizados de las personas causó un revoltijo en su estómago, las miradas llenas de disgusto lo hicieron sentir intimidado y de manera inconsciente, llevó su mano sobre su cicatriz, tratando de ocultarla.

—No... Yo no quiero hacer eso—dijo en voz baja, negando con la cabeza varias veces—¡No les haré daño!

Estaba asustado, otra vez sintiéndose expuesto e inseguro, ¿por qué no podía simplemente ignorarlo? Era muy difícil para él tener que pararse frente a tantas personas, pero no podía irse, tenía un propósito y estaba tan cerca que el solo pensamiento de irse era incorrecto, muchas criaturas mágicas lucharon por llegar hasta ahí, incluso algunos perdieron la vida y es por eso que debía de tener el valor de terminar lo que empezó.

Nada de eso sería en vano.

Dejó de ocultar su cicatriz y se paró con más seguridad, dejando de lado todo sentimiento negativo porque no sólo se trataba de él, sino que se trataba de todo Windhall, incluyendo a las criaturas mágicas.

—Mi nombre es Lee Minho, el único hijo de la reina Lee Haeun y el rey Lee Seungsu, los antiguos reyes de Windhall—se detuvo, notando las miradas sorprendidas de los presentes, viéndose entre sí con duda y confusión—Años atrás, los Han asesinaron a mis padres y tomaron la corona. Trataron de deshacerse de mi, ellos me sacaron de mi hogar y me obligaron a vivir en el bosque con una maldición encima con solo diez años. Así que estoy aquí para recuperar mi puesto, mi hogar y mi pueblo.

—Eso es una total mentira—intervino la muje a su lado, empujándolo bruscamente, obteniendo la atención del pueblo y de los demás reyes—Mi esposo, el verdadero rey de Windhall y yo, la reina, somos incapaces de tales actos, ¡siempre hemos demostrado ser buenas personas!

—Minho tiene razón—Jisung subió a la tarima y vio con decepción a su madre, haciéndola a un lado—Mis padres eran rebeldes y tomaron el castillo a la fuerza... Sé que algunos conocen la historia, pero se les prohibió hablar de ella.

—¡Jisung!—lo regañó su madre, pero él la ignoró.

Jisung se paró frente a Minho y le sonrió a medias, quitó los broches de su manchado y desarreglado traje, incluyendo el escudo de Windhall y se lo entregó en sus manos.

—Recibiremos el castigo que consideres... Ahora esto es tuyo—le dijo en voz baja, más para Minho que para todos los que estaban ahí.

Cuando Minho vio el broche en sus manos, un sentimiento de nostalgia lo invadió y por fin, después de tanto tiempo, pudo sentirse otra vez en el lugar correcto.

Al ver esa acción, el pueblo de Windhall hizo una reverencia hacia Minho, hacia el nuevo rey.

La realeza de los demás reinos se vieron entre sí, dudosos, pero tomando en cuenta que el príncipe y la reina de Windhall habían sido derrocados, no tuvieron más opción que aceptar al nuevo rey, oponerse podría ser una gran desventaja en futuras uniones y claro que nadie deseaba estar en contra de Windhall, el reino más grande de todos.

A excepción de los Hwang que tras una mirada llena de odio y disgusto salieron quejándose en voz baja.

Minho ignoró eso y se enfocó en los demás; quiso llorar, después de tanto tiempo había recuperado por fin su castillo y estaba decidido a reinar como sus padres, claro que, habían muchas cosas debía aprender antes de hacer cambios, pero sabía que podía lograrlo hasta regresar la paz a Windhall, hasta que todas las criaturas mágicas tuvieran de nuevo su lugar dentro del pueblo porque nunca volverían a vivir en la soledad y la oscuridad del bosque, divididos y expuestos.

Era una promesa.

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Durante la noche, Minho y las demás criaturas mágicas se reunieron en el jardín trasero del castillo después de limpiar los escombros y de haber quitado los cuerpos de los soldados. Habían tardado algunas horas en despejar esa zona, pero por fin todo estaba listo.

Seungmin se detuvo frente al cuerpo sin vida de Changbin, tratando una vez más de asimilar que ya no estaba. A su alrededor estaban sus otros compañeros que perdieron la vida en manos de los soldados mientras luchaban, sin embargo, Seungmin no tenía la cabeza para pensar en los demás, su pecho seguía doliendo tan fuerte que se sentía como si fuera un sueño, como si realmente nada de eso estuviera pasando. En ese momento se estaba odiando a sí mismo por no haberlo protegido lo suficiente, por no quedarse a su lado. Tener que caer en cuenta de que no volvería a verlo, que no volvería a escuchar su voz, que no volvería a sentir sus abrazos o besos era demasiado para él, quizás debió valorar mucho más esos momentos, pero ahora no había nada más que hacer, nada más que aceptar que su madre se llevó consigo la vida de la única persona que realmente lo quiso.

Minho agachó la mirada y seguido de él, todos los presentes también, quedándose en silencio.

—No olvidaremos nunca la valentía de todos los que lucharon, serán recordados durante mucho tiempo, de generación en generación por sus actos...—dijo Minho en voz alta, escuchando el suave llanto de aquellos que perdieron a alguien durante el ataque—vampira Yoon Seeun, hombre lobo Choi San, cambia formas Noh Huijun, cambia formas Wang Yiren, bruja Seol Yoonah, hada Kim Sihyeon y hombre lobo Seo Changbin... Honraremos sus nombres y no serán olvidados en la historia de Windhall.

Seungmin asintió lentamente con las lágrimas mojando sus mejillas de manera silenciosa.

El silencio volvió a reinar durante unos minutos. Minho muy en su interior sentía que todo era su culpa, pero no se dejaría vencer por ese sentimiento; estaba agradecido, muy agradecido con ellos, la culpa ya no sería parte de eso.

Un corto funeral se llevó a cabo en el siguiente par de horas, finalizando así el ataque al castillo de Windhall, dejando amargura y tristeza en sus corazones, así como también un pequeño rayo de esperanza al que esperaban aferrarse para seguir adelante con la llegada del rey.

Todo estaba en manos de Lee Minho, el verdadero y legítimo heredero, y ahora, el nuevo rey de Windhall.

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Espero que haya sido de su agrado, sé que me llevé mucho en esta parte del ataque, pero no pude hacerlo más corto🥺 ojalá les haya gustado. Avisarles también que la historia está por terminar😭

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