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30ও

Desde los límites del bosque, Seungmin se encontraba escondido entre en un montón de árboles, escondido de la vista de todos. Su único deber en ese momento era estar pendiente de que los soldados no escaparan hacia el bosque, ya algunos lo intentaron, pero logró noquearlos con algunos hechizos inofensivos que los dejaría inconscientes por un buen rato sin matarlos. Con él, algunos hombres lobos y vampiros cuidaban que tampoco escaparan, manteniendo el ataque desde afuera.

Pero como era de esperarse, los soldados lograron identificar que muchas de las explosiones y disparos venían desde afuera, específicamente desde el jardín trasero del castillo.

Estaba claro que también iban a atacar de la misma manera con el objetivo de atrapar a todos los que estuvieran afuera.

—¡Todos, abajo!—gritó Changbin cuando uno explosivo cayó cerca, destruyendo su entorno.

—Vienen hacia acá—avisó Yeonjun, poniéndose de pie con rapidez—¿Cuántas municiones nos quedan?

Changbin vio todo lo que tenían y comparado a la cantidad de soldados que salieron del castillo, supo que no sería suficiente.

—Tendremos que transformarnos—vio a sus amigos con cierta preocupación, terminando por decidir hacerlo.

El transformarse en su forma animal conllevaba ciertas desventajas. Es cierto que en su forma de lobo eran más rápidos, más fuertes y más ágiles, sin embargo, tener que hacerlo de por sí ya les causaba suficiente dolor, en especial si no lo hacían con frecuencia. Changbin recordaba haberse transformado cuando era un niño, en ese entonces era más simple y sin dificultades, pero a medida que fue creciendo, su cuerpo dejó de soportar esos cambios tan bruscos, terminando por lastimarse a sí mismo cuando lo hacía. Era por eso que, se transformaba solo cuando era necesario, su forma humana era bastante fuerte, pero en su forma animal, todas sus habilidades se multiplicaban.

Changbin y sus amigos se adentraron un poco más hacia el bosque en busca de un lugar más tranquilo en donde poder hacerlo con más tranquilidad y sin tanta presión a pesar de que debían hacerlo rápido. Seungmin se fue tras ellos sin dudarlo, dejando que mientras tanto, los vampiros se hicieran cargo de los soldados que habían empezado a acercarse.

—Hagamos esto rápido—apresuró Yeonjun cuando se encontraron solos entre los frondosos árboles.

Seungmin se escondió tras uno de los enormes troncos que los rodeaban a una distancia prudente, totalmente atento a lo que fuera a suceder, vigilando también que nadie se acercara a interrumpir. Un escalofrío recorrió su cuerpo entero cuando escuchó los primeros gritos de dolor, dándole la señal de que la transformación había empezado.

Changbin no tenía práctica en eso, vivir en el pueblo no requería de su forma animal, por lo que esa transformación estaba doliendo hasta el último rincón de su cuerpo. Cayó de rodillas y sus dedos arañaron el suelo en busca de alivio, su cuerpo tembló y sus huesos se quebraron mientras sus extremidades crecían, las venas de su rostro resaltaron y su cuerpo se encorvó hacia arriba.

Había olvidado por completo ese agobiante dolor.

Asustado, Seungmin se acercó hacia él y se agachó a su altura sin saber si debía intervenir para que ese proceso fuera menos doloroso, escucharlo quejarse así era insoportable.

—Ve... te—Changbin lo empujó con la intención de apartarlo, temía hacerle daño mientras estaba transformándose, temía no poder reconocerlo.

—Creo que puedo ayudar—dijo en un susurro, viendo a su alrededor como los demás terminaban de transformarse sin demasiado problema.

Solo Changbin parecía estar sufriendo.

Seungmin cerró los ojos y sus labios se movieron sin emitir sonido, susurrando un montón de cosas que nadie era capaz de descifrar, concentrándose en él mismo a pesar de que los gritos de dolor se intensificaron. Segundos después, Changbin dejó de quejarse de dolor, su cuerpo se sentía menos pesado y fue más soportable sobrellevar su dolor, siendo apenas perceptible. Su transformación duró un par de minutos más y por fin, su forma lobuna se hizo presente completamente.

Cuando dejó de escuchar ruidos, Seungmin abrió los ojos y frente a él vio al grupo de lobos. Sus pelajes eran brillantes, sus cuerpos eran más grandes de lo que creía, pero sus ojos seguían siendo los mismos. Sin temor alguno, Seungmin acercó su mano hacia la nariz del lobo marrón de Changbin, dejando que lo olfateara con confianza.

—No vayas a morderme—lo señaló con falso enojo, sonriendo segundos después cuando dejó de olfatearlo para acurrucarse, restregando su cabeza contra él, reconociéndolo—No es hora de juegos, Changbin, vayan tras esos soldados.

El lobo se alejó y lo vio unos segundos, se dio la vuelta hacia sus compañeros, listos para empezar a correr.

Seungmin se levantó del suelo cuando los vio desaparecer entre los árboles con increíble velocidad. No perdió tiempo e hizo lo mismo, corriendo hacia su lugar para seguir con su trabajo.

Los vampiros habían detenido a la mayoría de soldados, sin embargo, muchos de ellos lograron entrar al bosque. Seungmin tomó su lugar nuevamente y cerró los ojos, moviéndose entre todos como un tipo de bruma apenas perceptible, de esa manera, podía estar en cualquier lugar sin ser visto.

Changbin y los demás lobos se movieron con rapidez y sin temor alguno de atacar a los soldados, dejando salir su lado más salvaje contra ellos. Los soldados no esperaron ver al grupo de lobos, el ataque fue tan inesperado que no supieron cómo reaccionar en ese momento.

—¡Vamos, Jeongin!—Chan gritó, viendo el momento perfecto para atacar a los soldados que estaban más cerca.

Jeongin no esperó un segundo más y bajó del árbol en el que estaba ocultándose, parándose frente a los soldados que estaban más cerca.

Uno de los soldados no dudó en disparar la primera bala, yendo directamente a su pecho. Jeongin sonrió egocéntrico al ver la sorpresa en sus rostros cuando se dieron cuenta de que no había causado nada.

—¡Es un vampiro!—avisó a los demás, moviéndose a un lado, escondiéndose con los demás entre los troncos de los árboles para buscar el arma adecuada, esparciéndose para que fuese más difícil dar con cada uno.

Chan no dejó pasar más tiempo y junto a Seeun se movió con velocidad hacia los soldados, golpeándolos con todas sus fuerzas hasta hacerlos chocar contra otros árboles en el interior del bosque, siendo suficiente como para quebrar algunos de sus huesos. Seeun sonrió satisfecha cuando los vio tirados en el suelo sin poder moverse, se agachó y revisó sus armas para tomarlas y dárselas a los demás cuando algo llamó su atención, poniéndola alerta.

—Chan... Chan, ven a ver esto—lo llamó.

—¿Qué ocurre?

Seeun sacó las armas con las que el soldado cargaba y tiró a un lado una en específico que logró asustarlo.

—Tienen armas contra vampiros y lobos... No tienen solo armas normales-dijo la vampira, inspeccionando el arma llena de un líquido que mortal para ellos—Debemos avisar a los demás.

Chan vio las balas, las dagas de madera y las bombas de veneno para criaturas mágicas con las que los soldados cargaban; los soldados de Windhall. Tuvo que suponerlo, estuvieron cazándolos dentro del bosque por mucho tiempo y era obvio que tendrían con qué defenderse.

Y entonces recordó que dejó a Jeongin con los demás vampiros y lobos.

—Vamos—asintió Chan, tomando las armas que podrían ser útiles.

—También llevemos estas—recogió la bombas y dagas de madera con sumo cuidado de no lastimarse porque lastimarse con alguna podría ser mortal—Si las dejamos aquí alguien podría tomarlas y-

Un fuerte disparo interrumpió sus palabras, dejando escapar un fuerte grito que la dejó sin aliento. Chan se dio la vuelta tan pronto escuchó el disparo y vio el cuerpo de Seeun tendido en el suelo, sin moverse.

Chan se aproximó a gran velocidad al soldado que tenía el arma en su mano y sin pensarlo quebró su cuello, dejándolo sin vida en un segundo. Asustado, se acercó al cuerpo de Seeun y lo revisó para ver en donde había perforado la bala, notando que sangre salía de su pecho.

¿Por qué salía sangre? Eso no debían estar pasando.

—No...—susurró, descubriendo la herida hasta dejarla expuesta. Intentó sacar la bala con sus dedos, pero tan pronto su piel hizo contacto con la bala siseó adolorido.

Y entonces se dio cuenta, no era una bala normal, sino que una de madera que estaba enterrada profundamente en su pecho.

—Chan... —susurró Seeun con la voz temblorosa antes de que nada más de ella quedara.

Chan sintió su corazón latir con rapidez al ver el cuerpo y los ojos de Seeun tornarse color gris, anunciando su muerte definitiva. Sin más que hacer, cargó su cuerpo y lo escondió entre los arbustos, prometiendo regresar por ella cuando todo haya terminado.

Sintió muchas ganas de llorar, pero no podía detenerse a eso ahora cuando estaban en medio del ataque todavía. Se puso de pie y revisó a cada soldado al que atacó con Seeun, rompiendo el cuello de cada uno para asegurar que no volverían a intentar matarlos.

Pensó en Jeongin y corrió hacia en donde estaban los demás, debía advertirles que los soldados estaban armados con artefactos que podrían matarlos.

La muerte de Seeun no iba a ser en vano, ahora no tendría piedad con ningún soldado hasta asegurarse de que ninguno pudiera ser un peligro.

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Jeongin logró enfrentarse contra varios soldados, claro que, la ayuda de los lobos fue bastante vital. Pudo darse cuenta de que Seungmin había puesto algún tipo de protección sobre ellos que no los dejaba lastimarse, lo cual era un alivio porque a esas alturas, ya habría estado débil debido a la manera en la que los soldados estaban atacándolos. La cantidad de balas que había recibido no podría haberlo matarlo, pero si lastimado demasiado, el proceso de curación se hacía cada vez más lento con cada herida.

Seungmin estuvo pendiente en todo momento de proteger a quien pudiera porque su alcance no era tan grande, así que se enfocó en las criaturas que estaban afuera. Cerró los ojos con fuerza y juntó sus manos para mantenerse estable, el ataque estaba siendo más fuerte de lo que imaginó debido a la cantidad de soldados que habían y eso estaba tomando toda su energía, estaba claro que sin las municiones suficientes no llegarían muy lejos.

Todo dependía de él en ese momento.

Chan pudo llegar hacia los límites del bosque sin problemas, buscó a Jeongin con la mirada y lo encontró sobre un soldado, terminando con su vida.

—Parece que estás enojado—dijo Chan cuando se acercó y vio el cuerpo sin vida en el suelo mientras Jeongin limpiaba la sangre de su boca con el dorso de la mano.

—Ese idiota me apuñaló la pierna—le mostró la herida, sin embargo, no estaba afectado, tal vez un poco adolorido, pero pronto se quitaría.

—Los soldados tienen armas mortales, armas que pueden matarnos, como las que usaron esa vez que casi muero—avisó, ayudándolo a quitar la sangre de su rostro.

—Lo sé, una de esas malditas balas logró lastimarme y todavía me duele, supuse que eran especiales porque no deja de doler.

—Seeun está muerta—murmuró sin darle vueltas al asunto, revisando la zona en donde el menor había sido lastimado.

Jeongin abrió los ojos en sorpresa y sintió miedo, miedo porque le sucediera lo mismo a él, a Chan o cualquier otro.

—Por eso debemos avisarles a los demás y ser más cuidadosos, no puede morir nadie más—siguió hablando Chan, alejándose, intentando no derrumbarse en ese momento.

—Vamos ahora—estuvo de acuerdo, escabulléndose entre los árboles para llegar hacia el grupo de vampiros y lobos que estaban más lejos.

Era un desastre, los soldados pasaban cada vez más hacia el interior del bosque y las criaturas mágicas seguían retrocediendo, haciendo su mayor esfuerzo por defenderse ya que parecía que ningún soldado estaba dispuesto a parar, en sus rostros se notaba el odio y la superioridad; las ganas de matarlos a todos.

Changbin estaba cansado, su cuerpo había soportado ya muchos golpes, puñaladas y balas que ya lo habrían matado. Es cierto que gracias a Seungmin el dolor estaba siendo mínimo, pero aún así, su cansancio estaba haciéndose notar, en especial porque pudo sentir que algunas heridas dolían más que otras, llegando a la conclusión de que no había sido lastimado con armas normales, conocía ese tipo de veneno, dedicarse a cosas ilegales lo hizo conocedor de todo aquello que podría matarlo y definitivamente, algo no estaba bien.

Seungmin necesitaba un descanso, pero sabía que si rompía la conexión con los demás, el efecto de sus heridas empezarían a sentirse mucho más hasta el punto de terminar de debilitarlos. Sin darse cuenta, sus mejillas se mojaron con sus propias lágrimas por la desesperación, deseando ser más poderoso y más útil; realmente quería llegar hasta el final y ayudarlos a todos. No pudo hacer nada por la muerte de Seeun y de solo pensarlo lo hacía sentirse culpable, pero la perdió de vista un momento y ya no pudo encontrarla hasta que escuchó lo que Chan dijo. Si tan sólo fuera más poderoso, quizás habría salvado su vida. Pero por ahora, solo podía enfocarse en lo que estaba sucediendo afuera del castillo y rogaba con todas sus fuerzas que los que estaban adentro estuvieran bien porque no podía hacer nada por ellos.

—¿Seungmin?

Al escuchar su nombre, Seungmin abrió los ojos de golpe sin romper el hechizo, reconociendo esa voz que no escuchaba hace años y que no creyó volver a escuchar. Por unos segundos, su hechizo se debilitó debido a la distracción, dejándolos expuestos. Intentó no sentirse afectado y retomó su posición, otra vez poniendo toda su energía para continuar con su protección, ignorando por completo a la persona que había llegado a interrumpir.

—¿No hablarás con tu madre, Seungmin?

—Hablemos después—dijo con voz dura, moviéndose como una bruma entre los soldados y criaturas mágicas para no perder de vista a nadie.

—Deja eso—pidió con tranquilidad.

A Seungmin había empezado a molestarle su presencia, distrayéndolo justo en ese momento tan crucial. Concentrarse en su madre y en lo que estaba pasando estaba resultando difícil así que debía enfocarse solo en una cosa, y en definitiva, su madre no era importante ahora.

—No hables conmigo, está bien—dijo ella, agachándose a su lado.

La mujer cerró los ojos y logró meterse en la mente de su hijo, descubriendo lo que estaba haciendo. Empezó a reír.

—¿Por qué los ayudas?—preguntó sin dejar de reír—Elegiste el lado equivocado~.

—Cállate.

—¿Crees que perteneces a ellos? Eres más que una simple criatura mágica, Seungmin, eres mi hijo—se puso de pie y se detuvo detrás de él—Pudiste quedarte de lado de los reyes, son los únicos con verdadero poder. Desperdicias tus poderes en personas que de seguro creen que eres raro. Aunque no los culpo, las brujas y los hechiceros siempre hemos estado a un lado de todos.

—Cállate—repitió, poniendo toda su atención en lo que estaba haciendo para no detenerse en sus palabras sin sentido.

—No podrás salvarlos a todos, no tienes el poder suficiente—levantó su mano y cerró los ojos, enviando ráfagas de viento alrededor del bosque que golpearon los árboles hasta hacerlos caer, siendo un obstáculo que puso en peligro a algunos por lo inesperado—Y lamento decirte que pienso pelear por el castillo, es más divertido así-sonrió ampliamente—Voy a deshacerme de cada uno de ustedes, empezando por ti, porque sin ti, los demás empezarán a caer patéticamente uno a uno.

La mujer chasqueó los dedos y algunos árboles empezaron a incendiarse, el fuego recorriendo los troncos y arbustos como si estuvieran llenos de gasolina, propagándose con rapidez.

Seungmin no pudo ignorarla más cuando el calor abrazador de las llamas quemaron su piel. Abrió los ojos y se encontró a sí mismo en el medio del fuego, encerrado entre los arbustos quemándose.

La bruja sacó un lazo que traía consigo y antes de dejarlo ponerse de pie, lo colocó alrededor de su cuello y lo arrastró hacia atrás, ejerciendo fuerza para que no escapara.

Seungmin no vio venir eso, no pudo prevenir que su madre lo ahorcara de esa forma, quitándole el aire. No alcanzó a levantarse cuando sintió la soga alrededor de su cuello, jalándolo hacia atrás. Intentó moverse para zafarse, pero la falta de aire estaba empezando a afectar la movilidad de su cuerpo. Tocó desesperadamente la soga en su cuello y quiso aflojarla para tomar aire. Sus quejidos ahogados eran apenas audibles, no podía hacer mucho desde su posición. Siguió moviéndose, siguió luchando por escapar mientras era jalado hacia atrás cada vez con más fuerza, llenándose de temor, aterrado con la idea de que moriría en ese momento en las manos de su madre.

En cuestión de segundos perdió el control de su cuerpo, ya no tenía la fuerza para seguir moviéndose y sus ojos se sentían cada vez más pesados. Echó un vistazo a su alrededor y vio el bosque quemándose, destruyéndose en poco tiempo. El panorama era desalentador, pero poco podía hacer ya, sus pulmones no estaba recibiendo aire y ya no se sentía del todo consciente.

—¡Solo debías hacerme caso!—gritó la bruja con aparente enojo—¡Soy tu madre y debes obedecerme!—siguió arrastrándolo hacia atrás, perdida en su furia.

Pero sin darse cuenta, un punzante dolor llenó su cuerpo entero cuando su espalda chocó fuertemente contra un árbol cercano, sus extremidades temblaron debido a la brusquedad del empujón, apenas procesando lo que había sucedido porque su visión se volvió borrosa cuando quiso reaccionar.

Changbin se acercó al cuerpo de Seungmin con lentitud después de empujar a la bruja, olfateando su cuerpo con la intención de hacerlo despertar. Confundido, el lobo empezó a dar vueltas sin saber realmente qué debía hacer, su lado animal no era tan listo como su parte humana. Siguió intentando moverlo, empujándolo levemente de un lado a otro sin dejar de verlo, hasta que después de unos minutos, la mano de Seungmin se movió, escuchándose algunos quejidos proviniendo de él en lo que volvía a estar consciente.

Aliviado, el lobo de Changbin se echó a su lado para ayudarlo a levantarse.

—Estás aquí—sonrió débilmente Seungmin cuando tocó su pelaje y se dio cuenta de que era él—¿O es que morimos los dos?

Changbin gruñó bajo, disgustado por su comentario.

—Está bien, lo siento—con mucha dificultad logró sentarse, sus pulmones apenas estaban recibiendo aire y su cuello dolía muchísimo. Ya no tenía la fuerza para seguir ayudando por más que quisiera.

—Maldito perro.

Seungmin y el lobo dirigieron la mirada hacia la bruja que estaba de pie, aunque con mucha dificultad. Sin dudarlo y sin temor alguno, se abalanzó sobre el animal, clavando sus enormes y afiladas uñas en su piel. Changbin gruñó adolorido, pero pudo quitársela de encima con un fuerte movimiento, poniéndose frente a ella en posición de ataque.

La bruja lo vio unos segundos y empezó a reír de manera desquiciada, como si estuviera burlándose de ellos.

—Tú eres Changbin, ¿no es así? Ataca, no tengo miedo, soy la bruja más poderosa de este maldito bosque.

Changbin vio a Seungmin y este asintió, dejando que atacara a su madre sin piedad. Seungmin no imaginó que algún día tendría que vivir ese momento, no imaginó que su propia madre quisiera matarlo, pero ahora sabía que si ella seguía viva, seguiría siendo un problema para todos. Cuando el lobo corrió hacia la mujer, Seungmin cerró los ojos con fuerza, tapó sus oídos y se encogió en su lugar, negándose a ver lo que estaba por suceder.

Tan pronto alcanzó el cuerpo de la bruja, Changbin logró tirarla al suelo sin mucho problema; estaba enojado, enojado, cansado y adolorido, pero no se dejaría vencer por eso, esa mujer debía morir por intentar matar a Seungmin. La vio hacer el amago de elevar la mano pero la detuvo rápidamente, poniendo todo su peso sobre su brazo hasta quebrarlo. La escuchó gritar adolorida, más no le importó, su objetivo era terminar con ella.

—Te lo juro... Si me matas... Te irás conmigo—dijo con la voz entrecortada sin poder soportar el peso del inmenso lobo sobre ella, cortándole el aire.

Sin embargo, Changbin no tenía miedo, todo su instinto le decía una y otra vez que debía matarla, que no había otra solución más que esa, así que sin dejarse llevar por sus palabras, Changbin asomó sus afiliados dientes en señal de amenaza, acercándose cada vez más con la intención de clavarlos en su cuello y dejar que muriera de esa manera.

La bruja sonrió descaradamente, sabía que no podría escapar de él, así que con la poca fuerza que le quedaba, elevó la mano que tenía libre y la puso sobre la cabeza del lobo, sus ojos se pusieron completamente blancos y brillantes con esa acción, drenando todo rastro de su energía al mismo tiempo que Changbin clavaba los colmillos en su cuello con fuerza, hiriéndola tan profundamente que dejó de respirar casi al instante.

—Te lo dije—susurró ella con su último aliento y sin dejar de verlo, sonriendo a medias antes de que todo se volviera negro a su alrededor.

Solo fueron suficientes unos segundos para que su cuerpo quedara sin vida y con un charco de sangre a un lado de su cuello. Changbin sintió su cuerpo cada vez más pesado, su cansancio se apoderaba por completo de él, haciéndolo jadear por la falta de aire y el inevitable mareo que empezó a sentir. Caminó con lentitud hacia Seungmin, casi arratrándose y se dejó caer sin cuidado a su lado, respirando con lentitud sin siquiera abrir los ojos.

Seungmin dejó de cubrir sus oídos y abrió los ojos cuando sintió la presencia del lobo a su lado, sus ojos estaban rojos y sus mejillas llenas de lágrimas. Un poco confundido vio a su madre y luego a Changbin, suponiendo que ya estaba muerta. Se acercó a él, revisando que no tuviera una herida realmente grave, pero su preocupación se hizo más grande cuando vio que su forma animal empezó a desparecer para dejar a la vista su forma humana.

—Changbin...—llamó con la voz quebrada, moviendo su cuerpo—Changbin, ¿estás bien?—volvió a moverlo, poniéndose de rodillas frente a él.

Desesperado, quitó una de sus prendas para ponerla sobre el cuerpo desnudo de Changbin, recién dándose cuenta de que su piel estaba muy fría y pálida. Lo movió varias veces para hacerlo reaccionar, incluso intentó con algunos hechizos que aprendió para mantener el latido de su corazón, pero nada funcionó, seguía sin moverse, seguía sin despertar.

No quería aceptarlo, sus manos hormiguearon de la desesperación y su corazón no dejaba de latir con fuerza contra su pecho, negándose completamente a que Changbin ya no estaba. Se puso de pie y caminó de un lado a otro, revolviendo su cabello con frustración y sin saber qué hacer, buscando algo en su cabeza que fuera útil para traerlo de regreso, pero no se le ocurría nada, simplemente no sabía cómo reaccionar. Vio sus propias manos temblar y sus piernas flaquearon, haciéndolo caer al suelo sin las fuerzas suficientes para moverse de ahí. Todo se volvió silencioso, lo único que podía escuchar eran los latidos de su afligido corazón.

—No...—susurró para sí mismo, negando varias veces con la cabeza—No, no, no...—siguió negando en voz alta mientras sus uñas se enterraban en la tierra, sintiendo como su propia respiración se cortaba debido al abrumante dolor.

Las lágrimas salieron sin control cuando se dio cuenta de su realidad, un llanto silencioso que dolió demasiado en su pecho, sintiendo algo muy pesado atrapado ahí que estaba asfixiándolo. Gateó hacia él y lo sostuvo en sus brazos, abrazándolo contra su pecho sin dejar de verlo mientras se movía de adelante hacia atrás, cada vez ejerciendo más fuerza para aferrarse a él.

De eso se trataba su mal presentimiento, por eso estaba tan preocupado; era porque Changbin iba a morir.

Las llamas seguían expandiéndose por los árboles, cada vez cubriendo más territorio, pero a Seungmin no le importaba el ardor en su piel, no le importaba que estaba en el medio de un incendio, no le importaba absolutamente nada más que el chico sin vida en sus brazos.

Su respiración se volvió agitada, sintiendo la tristeza y la furia llenarlo por completo. Vio a su madre una vez más y el odio se intensificó. Estaba tan metido en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de que el cielo empezó a oscurecerse y el viento empezó a soplar con fuerza sobre él, moviendo las llamas de un lugar a otro; fuertes relámpagos brillaron ocasionalmente entre las nubes y el estrenduoso sonido de éstos hizo un eco interminable que detuvo los movimientos de los soldados y criaturas mágicas que seguían luchando.

—Es una tormenta—murmuró Eunha cuando vio el exterior a través de la ventana del salón—Es una tormenta muy fuerte.

Jisung se detuvo en el medio del pasillo cuando estaba de camino en busca de Minho, dándose cuenta también de lo que estaba sucediendo afuera. Las ventanas empezaron a vibrar y leves temblores hicieron que algunos muebles se movieran, dándole la señal para cubrirse en un lugar seguro.

Seungmin no se había percatado de lo que estaba provocando, el montón de sentimientos en su interior no podían controlarse, no podía dejarlos fluir con facilidad como siempre hacía. Sin poder hacer algo más, gritó con fuerzas hasta quedarse sin voz, causando una lluvia inmediata que golpeó peligrosamente como un diluvio sobre todos hasta apagar las llamas, los vidrios restantes de todo el castillo se quebraron y los truenos retumbaron contra las paredes del mismo.

Nadie sabía qué estaba sucediendo, el cielo se cerró de repente y cada vez habían menos criaturas mágicas, acercándose a la derrota, pero cuando estaban casi rindiéndose, un cúmulo de personas salió del castillo con mucha velocidad hacia los soldados, atacándolos hasta matarlos en el primer intento.

—¿Quiénes son ellos?—preguntó Ryujin mientras se apoyaba con cansancio contra un árbol, sorprendida por el salvajismo de algunos vampiros que identificó, tomando hasta la última gota sangre de los soldados para dejarlos sin vida en cuestión de segundos.

—Creo que son prisioneros... Criaturas mágicas que el rey encerró—respondió Jeongin con una corta sonrisa al notar las ropas desgastadas y las condiciones en las que estaban.

De seguro, muchos de esos vampiros estaban hambrientos.

Viendo que había una oportunidad más, a pesar del dolor y el cansancio, retomaron sus lugares y se unieron a ellos, peleando una vez más en contra de los soldados que no parecían rendirse.

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Ignorando la tormenta que azotaba con fuerza, Minho siguió rompiendo puerta por puerta para encontrar al rey, no podía esconderse para siempre y si había intentado escapar hacia el bosque, de alguna manera lo encontraría. Cerró ambas manos en puño, cada vez más enojado por no saber en donde estaba, ¿qué tanto pudo alejarse en solo un momento?

Jisung iba tras él un poco más lejos, siguiendo el paso de las puertas y muebles rotos, deduciendo que había sido Minho el causante de ese desastre porque pudo comprobar que no habían más soldados en esos pasillos, de hecho, esos pasillos siempre permanecían en su mayoría solos. Mientras caminaba a paso rápido, se dio cuenta de algo. Su padre no iba a ser tan idiota para esconderse en una habitación, sino que buscaría el lugar más seguro para él y creía saber cual era.

Cuando era un niño, a Jisung le gustaba esconderse con Changbin para jugar, especialmente porque Changbin era un hombre lobo y debía ocultarse de los soldados y reyes. Conocía el lugar perfecto en el que alguien podría esconderse por mucho tiempo sin ser encontrado.

Con la idea en mente, Jisung corrió lo más rápido que pudo sin pensar demasiado en lo aterrador que se había vuelto el castillo gracias a la oscuridad del exterior. Escuchó golpes al final del pasillo y vio cosas rotas en el piso, concluyendo rápidamente de que se trataba de Minho; tuvo razón, pudo verlo a lo lejos entrar a una de las habitaciones.

Minho revisó cada rincón, destruyó cada armario y tiró cada cama con tal de buscar en cada parte, no podía dejar pasar por alto cualquier lugar en el que el rey pudiera esconderse. Estaba agotado, estar en su forma no humana intensificaba sus sentimientos, su sensibilidad y es por eso que, sentirse enojado y triste durante todo ese tiempo, empezaba a debilitarlo.

—Sé en donde podría estar.

Minho se giró hacia Jisung quien se encontraba parado en el umbral de la puerta.

—Te dije que no te metieras—dijo en respuesta. Su mirada bajó hacia la mancha de sangre sobre su lujoso traje y sintió mucho más enojo.

—Déjame ayudarte, no voy a detenerte.

—¡Estás herido, Jisung!—exclamó, frustrado. Verlo herido le preocupaba.

—Pero puedo mantenerme en pie—insistió—Te dejaré en paz si me dejas ayudarte.

Minho suspiró, ¿por qué Jisung era tan terco?

—¿En donde está?—preguntó rendido, saliendo de la habitación sin esperarlo.

Jisung logró agarrarle el paso y caminó a su lado, indicándole como llegar.

—Esa torre no tiene vigilancia, no creen que sea necesario vigilarla porque está muy lejos y no todos saben como llegar—explicó cortamente—No estoy seguro de si está ahí, pero es probable.

Minho no reconocía ese lugar, sus padres nunca lo dejaron alejarse demasiado porque temían que algo le sucediera estando solo, por lo que estar ahí se sentía demasiado extraño. El clima era diferente, el silencio y la oscuridad le daban un toque realmente aterrador.

—Con eso es suficiente—asintió sin mirarlo, viendo hacia el frente.

Caminaron en silencio durante un rato hasta llegar a las escaleras que dirigían a la parte más alta del castillo. Minho subió sin dudarlo, siendo sigiloso para que el rey no lo escuchara y no huyera, atraparlo era su objetivo principal. Cuando el camino de escaleras finalizó, Minho intentó abrir la enorme puerta de madera y en efecto, estaba bloqueada.

—Quítate—le ordenó al menor. Retrocedió unos pasos y con mucha fuerza pateó la puerta, logrando quebrarla en el primer intento.

Minho sonrió satisfecho al darse cuenta de que no sería difícil, por lo que siguió pateándola hasta romperla por completo. El lugar estaba en completa oscuridad, pero para Minho ese no era un problema, estuvo mucho tiempo de esa manera y ver en la oscuridad no era un obstáculo.

—Ten cuidado—susurró Jisung cuando lo vio entrar, quedándose afuera de la habitación, apoyándose en la pared más cercana para descansar un rato.

Con agilidad, Minho pudo moverse entre tantas cosas tiradas y sin valor, analizando que ahí dentro era como una bodega llena de cosas viejas. Siguió caminando hasta que se topó con algo que no veía desde hace muchos años. Preso de sus sentimientos, se acercó hacia aquel cuadro que antes adornaba el pasillo principal del castillo, regresando a su forma humana sin dejar de verlo con el sentimiento de nostalgia en su pecho.

—Mamá... Papá—murmuró para sí mismo mientras tocaba la pintura llena de polvo. El cuadro estaba dañado y en mal estado, apenas notándose las facciones de cada uno—Esto es por ustedes, voy a recuperar nuestro hogar—siguió hablando en voz baja, sin darse cuenta de la presencia de alguien más a sus espaldas.

—Pobre monstruo patético.

Minho se dio la vuelta rápidamente y se encontró de frente con el rey, viéndolo de manera desafiante.

—Apuñalaste a tu hijo y dejaste a tu esposa con un monstruo... No creo que el patético sea yo—gruñó en respuesta.

—Como sea, el castillo es casi tuyo, ¿qué más quieres?

—Venganza—respondió de inmediato a su pregunta.

—Tus padres no van a regresar si me matas—rió con burla—Solo vas a cargar con la culpa de dejar sin padres a alguien.

Minho había pensando en eso antes, matar a los padres de Jisung significaba quitarle lo que le quitaron a él. En ese momento no le importó, la idea sonaba perfecta en su cabeza, pero al darse cuenta de que no fue capaz de matar a la reina supo que todo su plan había fallado.

El rey sabía que había dado con un punto importante, por lo que aprovechó ese leve momento para abalanzarse sobre Minho y tirarlo al suelo. Minho estaba en su forma humana, así que no fue difícil hacerlo, ejerciendo fuerza en su cuello.

—Lástima que tengas que morir cuando estabas tan cerca—dijo el rey en voz baja cuando acercó el puñal a su abdomen, enterrándolo sin dudarlo.

Minho sintió la falta de aire y el dolor de una tercera apuñalada en su cuerpo, esta vez siéndole imposible soportarlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas sin dejar de ver al rey, creyendo que había fracasado por completo a pesar de haber tenido la ventaja. Dejó de pelear, dejó de moverse sin más razones por las cuales defenderse.

—Mira el lado bueno de todo esto... Vas a ver a tus padres otra vez, saludalos de mi parte—se burló con descaro, sacando el puñal para enterrarlo nuevamente cerca de su pecho—Contigo se terminan los Lee.

El rey sonrió sin dejar de verlo, sin dejar de ejercer fuerza.

Había ganado, cuando Minho cerró los ojos supo que había ganado.

Satisfecho, el rey se apartó del cuerpo y se puso de pie, viendo el cuerpo de Minho en el suelo con superioridad, creyendo que todo había terminado por fin. Respiró profundamente y salió de esa habitación, encontrándose con Jisung apuntándole con un arma.

—¿Qué haces?

—¿En donde está Minho?—preguntó con la voz temblorosa. Lo inspeccionó rápidamente y vio sangre en sus manos—¿Qué hiciste con él?

—Baja esa estúpida arma, Jisung—pidió con voz dura, dando algunos pasos hacia adelante sin temerle.

—Hiciste suficiente, papá, mataste y encerraste a muchos inocentes... ¿Para ti eso es ser rey?—empezó a llorar—¿¡En donde está Minho!?-preguntó otra vez.

—Deberías agradecerme—escupió sin remordimiento, cerrando los puños a sus costados—Si no hubiéramos tomado el castillo hace años, estaríamos vagando en el bosque sin nada, quién sabe si estaríamos vivos.

—¡Pero matar para obtener lo que quieres tampoco fue la manera!

—No tienes ni idea—rió—Justo por eso llegué al poder de un pueblo entero... Y lo seguiré haciendo si eso me mantiene en la cima—suspiró, acercándose—Así que déjate de idioteces y baja esa arma, Jisung, no sabes usarla.

Jisung sintió un dolor muy fuerte en su pecho al escucharlo, lo vio durante unos segundos y cerró los ojos con fuerza antes de presionar el gatillo dos veces de una vez por todas, escuchando el ensordecedor sonido de las balas saliendo con fuerza y precisión hacia su padre.

No se atrevió a abrir los ojos por un rato, el arma cayó de sus manos debido a lo mucho que estaban temblando y su respiración se agitó. Sin muchas fuerzas se dejó caer sobre sus rodillas y escondió su rostro entre sus manos, dejando escapar un llanto desgarrador que dolió en lo más profundo de su ser.

—¡No me habría importado vivir en el bosque!—gritó, preso de su dolor, como si su padre pudiera escucharlo—¡Solo quería que me amaras más que a tu maldita ambición!—el resentimiento salió a flote mientras lloraba, dolido por tener que llegar hasta ese punto.

Abrió los ojos momentos después, encontrándose el cuerpo sin vida de su padre frente a él.

Había matado a su propio padre.

Con las pocas fuerzas que le quedaban se puso de pie para entrar a la habitación, limpió las interminables lágrimas de sus mejillas y a pesar de que tropezó con algunas cosas, por fin llegó hacia Minho. Se agachó y acunó su rostro entre sus manos, dándole leves palmadas para ver si reaccionaba y para su propio alivio, Minho abrió lentamente los ojos.

—Dios, sigues vivo—sintió que pudo respirar con un poco de normalidad.

—El anillo...—balbuceó Minho sin poder gesticular más palabras—El anillo...—repitió casi sin aliento.

Jisung no sabía a qué se refería, pero cuando lo vio cerrar los ojos de nuevo volvió a asustarse. Desesperado, buscó a su alrededor el anillo que Minho estaba mencionando, pero no logró encontrar nada.

—¿En dónde está?—le preguntó, pero no obtuvo respuesta de su parte.

Minho apenas se movió, tocando uno de los bolsillos de su pantalón.

Jisung entendió perfectamente, así que se dispuso a revisarlos hasta que encontró un anillo color azul que nunca había visto, tomó su mano y lo puso alrededor de su dedo. Al hacerlo, Minho sonrió a medias y suspiró, quedándose en esa posición sin decir una palabra más o moverse, sintiéndose liviano de repente y con mucho sueño.

A esas alturas, Jisung no tenía nada más que hacer. Notó cada una de sus heridas e identificó la gravedad de éstas, asimilando lo peor. Estaban en la parte más alta y lejana del castillo, correr a buscar ayuda no serviría de nada, así que decidió recostarse a su lado en silencio, tomó su mano y se aferró a esta, otra vez dejando que las lágrimas salieran de sus ojos mientras se pegaba a su cuerpo.

—Te amo, Minho.

☾ ⋆*・゚:⋆*・゚: 𝘣𝘭𝘶𝘦 𝘳𝘰𝘴𝘦𝘴 : ⋆*・゚: .⋆

😢

Iba a actualizar ayer pero wattpad me cambió los guiones (-) por guiones cortos (-) y pues se veía feo, si se me fue alguno, lo siento Jsjs. Espero que les haya gustado<3

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