29ও
La boda, parte II
Tal y como habían esperado, los soldados de Windhall y Ravenham se hicieron presentes en el ataque que acababa de empezar, los cambia formas regresaron a su forma original y la mitad del grupo se dirigió hacia el salón en donde la mayoría de habitantes todavía seguían en medio del pánico.
Cerraron las puertas y trataron de reunir a las personas en un extremo del salón, alejados de las ventanas o de cualquier pared que pudiera caer debido a las bombas o el fuego.
—¿Qué hacemos? Son muchas personas—Huijun preguntó, percatándose de que sería muy difícil sacarlos a todos por la puerta principal.
—Minho dijo que debíamos sacarlos de aquí, pero afuera hay demasiado caos—respondió Chaeyoung, escuchando explosivos cada cierto tiempo—Por ahora tratemos de hacer que se calmen—se quitó el ropaje que tenía encima para mas comodidad, dejando al descubierto sus brazos y tatuajes color rosa, expuesta ante todos.
Huijun asintió y le explicó a los demás que no podían dejar que nadie saliera.
Desde su lugar, Jisung logró identificar el tipo de tatuajes de la chica, concluyendo rápidamente que era un hada. El humo que antes cubría todo el salón empezaba a disiparse y los gritos disminuyeron, pero en el exterior, las explosiones y el sonido de las armas se escuchaban demasiado cerca.
—¡Escuchen todos!—gritó Jisung, llamando la atención de las personas que guardaron silencio casi en su totalidad. Su cuerpo tenía leves temblores, la situación era más de lo que creyó algún día presenciar; sus padres jamás lo prepararon para eso—Vamos a quedarnos aquí… Afuera es muy peligroso por ahora, así que no es seguro salir todavía.
—¡Van a matarnos, el castillo se caerá!—gritó alguien entre la multitud—¡Déjennos salir!
Otra vez, sollozos se escucharon por todos lados, iniciando el pánico.
—Nadie va a morir aquí—dijo con más seguridad, sintiendo un escalofrío en su cuerpo al escuchar gritos en el exterior—Hay hadas entre nosotros… No dudo que hayan más criaturas mágicas tratando de ayudar. Solo no salgan y manténganse juntos.
Chaeyoung y las demás hadas miraron fijamente a Jisung, sorprendidos por haber logrado calmar un poco la desesperación del lugar. Huijun sonrió de lado, confirmando que el príncipe Jisung no era como sus padres.
—¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué están atacando?—preguntó entre lágrimas una mujer, desesperada por huir de ahí—¡Los reyes solo huyeron y nos dejaron aquí!
—No lo sé todavía—respondió Jisung, sintiéndose inútil por no poder hacer nada más por ellos—Pero vamos a detener esto, ¿si?
Claro que no obtuvo respuesta, todos estaban a la expectativa de lo que iba a pasar. Jisung estaba molesto, pero no sorprendido con el hecho de que sus padres fueran los primeros en huir.
¿Qué clase de reyes hacían eso? Estaba claro que solo se preocupaban por ellos mismos y ahora todos se habían dado cuenta.
—¿Hadas?—cuestionó Hyunjin cuando Jisung bajó del altar, siguiéndolo hacia las puertas a paso rápido—¿Félix está aquí?
Jisung se detuvo y vio fijamente a Hyunjin, sintiendo ganas de llorar en ese momento.
—De seguro está aquí—asintió, casi seguro por la presencia de Eunha—Y si él está aquí, significa que Minho también.
—Y si… ¿Y si ellos planearon todo esto?—preguntó en voz baja cuando se detuvieron frente a las puertas—Nos quieren muertos, Jisung, ¿aún así vas a salir?
—No sé quién está tras todo esto, pero de seguro van tras mis padres. Este no es ataque de otro reino, Hyunjin, hay criaturas mágicas entre nosotros—bajó un poco la voz, viendo su alrededor—Esto es lo que mis padres tanto estuvieron teniendo, por eso necesitaban tu ejercito... Por eso debíamos casarnos.
Hyunjin se tensó, concluyendo que si estaba su ejército ahí también, significaba que estaban peleando contra muchos soldados armados y no dudaba que tuvieran armas especiales contra criaturas mágicas, especialmente los soldados de Windhall. El solo hecho de pensar que Félix estaba allá afuera en el medio de tantos soldados lo preocupó, por lo que decidió salir junto a Jisung, dispuesto a encontrarlo sin importar que eso pusiera su vida en riesgo.
—Entonces debemos ir—dijo Hyunjin con decisión.
Jisung asintió de acuerdo y quitó el seguro de una de las puertas del salón, enormemente ansioso y asustado por lo que podría ver al salir, pero debía encontrar a sus padres y buscar la manera de detener todo. Para eso debía encontrar a quien estaba liderando el ataque, tal vez podrían llegar a un acuerdo, negociar su regreso al pueblo con nuevas leyes que no los perjudiquen y así detener el ataque.
Sonaba fácil en su cabeza, pero sabía perfectamente que no lo sería.
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Félix se sentía un poco perdido, de un momento a otro, dejó de ver a sus compañeros después de que la mayoría corrió en busca de un escondite, incluso Minho se alejó de su campo de visión en solo unos segundos. El pasillo por el que caminaba estaba en silencio, pero lleno de cristales de ventanas quebradas y escombros de las paredes; el sonido de los explosivos se escuchaba lejano, no sabía que tanto se había apartado, pero aún así, tenía mucho miedo, estar solo lo hacía sentir vulnerable.
¿Por qué no se quedó con Chaeyoung y las demás hadas en el salón cuando tuvo la oportunidad? Habría sido más fácil para él. Mientras caminaba a paso rápido escuchó un ruido que lo hizo detenerse de golpe, con miedo sostuvo su arma entre sus manos, sintiéndose demasiado torpe como para sostenerla adecuadamente, pero no tenía nada más que eso y algunas bombas para protegerse. Siguió caminando con pasos más lentos y con más atención a su alrededor, Minho le dijo que debía ser valiente y no dudar en defenderse cuando se sintiera en peligro, solo que no se sentía lo suficientemente capaz de hacerlo y pensar en un escenario así solo lograba asustarlo más.
Respiró profundamente y al girar al fondo del pasillo, unos soldado se detuvieron al verlo, quedándose parados frente a él. Sintió su cuerpo tensarse por completo, creyendo que su única opción en ese momento era correr, pero por alguna razón, sus pies parecían estar pegados al suelo. Hizo su mayor esfuerzo por mover sus piernas, viendo como poco a poco se acercaban a él. Sostuvo el armas con ambas manos temblorosas y los apuntó.
—Suelta eso—ordenó uno de ellos con una sonrisa egocéntrica—No sabes usarla, estás temblando y así fallarás cada bala.
—S-Si puedo—respondió, sintiendo su corazón golpear con fuerza contra su pecho—Aléjense o dispararé—advirtió, pero eso solo causó que los soldados rieran.
Dio un paso hacia atrás y su espalda chocó con alguien más, asustándolo.
Félix apenas pudo darse cuenta de que era otro soldado cuando golpeó sus piernas hasta hacerlo caer, causando que soltara el arma con facilidad, cayendo algunos metros lejos de él. Su cuerpo cayó sin cuidado hacia el suelo y cuando quiso levantarse, otros golpes fueron directo hacia su abdomen, sacándole el aire por completo hasta inmovilizarlo por un tiempo. Se cubrió con ambos brazos y cerró los ojos con fuerza, tratando de recuperar el aire en un intento de mantenerse consciente.
—Es una maldita hada—avisó uno de ellos, revisando descuidadamente los tatuajes que se asomaban en su nuca—No es un peligro.
—Aún así, debemos encerrarlo—agregó otro, levantándolo a la fuerza como si fuera un trapo a pesar de que Félix apenas podía sostenerse sobre sus pies—Ya los reyes verán que hacer con ellos cuando esto termine.
—¿No es más fácil matarlo y ya?—el soldado sacó su arma y apuntó hacia él con una sonrisa perversa—De todas formas van a morir en algún momento por atacar el castillo… Ese será su castigo.
Sin saber qué más hacer, Félix cerró los ojos a la espera de que algo sucediera, dándose por vencido porque era imposible enfrentarse a ellos tres él solo.
Un fuerte disparo lo hizo temblar, dejando en silencio todo el lugar.
—Suéltalo.
Con lágrimas mojando sus mejillas, Félix abrió los ojos con temor, logrando ver a través de las lágrimas acumuladas a Hyunjin parado frente a él y un soldado sangrando a su lado en el suelo.
¿De verdad había disparado?
—Su Majestad, ¿por qué hizo eso?—preguntó sorprendido un soldado, apretando su brazo alrededor del cuello de Félix para que no se escapara—¡Son ellos los que nos atacan!
—¡Te dije que lo sueltes!—exigió Hyunjin sin dejar de apuntarlo—¡Hazlo ya!
Los soldados se miraron entre sí y negaron lentamente, ambos llegando a la misma conclusión.
—No podemos, tenemos órdenes del rey Han—se mostró seguro—Y si se atreve a hacernos algo, él va a morir, parece que le importa lo suficiente como para dispararle a alguien—con su arma apuntó la cabeza de Félix, presionando a Hyunjin para que se fuera o soltara su arma y así dejara de ser una amenaza.
Hyunjin se sintió acorralado, claro que no quería que Félix saliera lastimado, por lo que aflojó el agarre en su arma, pero alcanzó a ver que Félix estaba tanteando sigilosamente algo en su cinturón hasta que logró darse cuenta de que sostenía una daga. Sus ojos se encontraron con los de Félix y asintió de manera disimulada, dándole a entender que lo ayudaría en caso de intentar algo.
Era muy arriesgado, pero era eso o dejar que se llevaran a Félix, y eso no lo iba a permitir mientras pudiera hacer algo al respecto.
Cuando Hyunjin soltó el arma, Félix agarró con fuerza el puñal y como pudo, apuñaló la pierna del soldado que lo estaba sosteniendo. Pudo sentirse menos sofocado cuando el agarre en su cuello perdió fuerza, dejándolo respirar con más normalidad. Cayó de rodillas junto al soldado y sacó la daga de su pierna para apuñalar la otra, quitándole la posibilidad de levantarse.
Hyunjin vio rápidamente que el otro soldado iba a acercase, pero lo detuvo con un golpe que logró desestabilizarlo el tiempo suficiente para tirarlo al sueño con otro golpe en su estómago, apartándolo de Félix. El soldado agarró su arma y sin prestar demasiada atención hacia donde, disparó, perforando directamente la pierna del príncipe.
—¡Hyunjin!—gritó asustado el hada al ver cómo su traje se manchaba de sangre poco a poco.
Molesto, Félix apartó el arma del soldado y la tiró lejos, clavando la daga en su abdomen una vez más sin dudarlo antes de acercarse al mayor.
Los tres soldados yacían en el suelo sin poder moverse y con sus armas lejos de ellos sin posibilidad de alcanzarla, al menos hasta que pudieran huir lejos de ahí.
—Te dispararon—Félix se puso de rodillas a su lado sin saber muy bien qué hacer, vio la herida y la sangre lo puso nervioso—Dios, ahora qué hago—dijo para sí mismo, viendo su alrededor con pánico hasta que recordó que llevaba consigo algo que podría ayudar en el bolso que tenía en su cinturón—Cierto, lo había olvidado.
—Félix.
—Ya voy, solo espera—dijo sin mirarlo, buscando torpemente en su bolso sin lograr concentrarse para abrirlo, sus manos seguían temblando y su cabeza no dejaba de dar vueltas en que debía curar esa herida que no paraba de sangrar.
—Félix—volvió a llamar Hyunjin, apoyando su cabeza contra la pared debido al cansancio, sintiendo su pierna cada vez adormecida gracias el dolor.
—¡No puedo abrir este maldito bolso!—forcejeó con fuerza sin lograr su objetivo.
Hyunjin tomó las manos de Félix y lo detuvo, viéndolo atentamente.
—Tranquilo, hazlo con calma.
—Es que no puedo—dijo, empezando a llorar con fuerza.
Sin decir nada, Hyunjin atrajo a Félix en un abrazo, dejando que su cabeza descansara sobre su pecho. Ante eso, Félix no pudo contenerse a sí mismo y no evitó más sus lágrimas, sintiendo su pecho doler mientras se liberaba; jamás había sentido tanto miedo de morir o de perder a alguien frente a sus ojos.
—Iban a matarme—dijo con la voz quebrada, aferrándose con fuerza a sub ropa en ese abrazo—Yo no supe qué hacer, iba a morir y no supe como defenderme.
—Ya pasó—susurró, haciendo una mueca de dolor cuando intentó mover su pierna para sentirse más cómodo con Félix entre sus brazos—Eres muy valiente, ¿lo sabías?—ignoró el dolor y se enfocó en el miedo del menor.
—No es cierto—negó, sollozando, relajándose con las caricias en su cabello y espalda.
—Claro que si, apuñalaste a dos soldados para defenderte… Eres muy fuerte.
Félix sollozó un poco más mientras pensaba en lo que hizo, sintiéndose levemente culpable por haber lastimado a alguien más hasta que logró tranquilizarse y se apartó para mirarlo con los ojos hinchados.
Hyunjin le sonrió a medias y apartó algunos mechones naranjas que cubrían su rostro, acariciando su rostro con el dorso de su mano hasta apartar las lágrimas de sus mejillas.
—Gracias—dijo con suavidad Félix antes de alejarse por completo e intentar de nuevo buscar lo que necesitaba.
Hyunjin sonrió a medias y asintió sin decir algo más, ignorando el dolor en su pierna para no preocuparlo más.
—Aquí están—dijo con más calma, sacando un puñado de hojas secas—Las traje porque supe que las necesitaría en algún momento.
En silencio, Félix rompió un poco de la tela del pantalón de vestir de Hyunjin para descubrir la herida, teniendo una mejor visión de esta. Hyunjin siseó bajito y se removió incómodo ante el contacto.
—Perdón si te duele—dijo Félix sin despegar la mirada de la herida—Yo no puedo sacar esa bala, pero estas hojas ayudarán a que el dolor minimice y puedas caminar.
—¿Hojas mágicas?
—Algo así—rió por lo bajo Félix—El bosque tiene muchos más secretos de que los que creen, las hadas sabemos mucho sobre plantas y flores.
Con sumo cuidado, empezó a esparcir las hojas alrededor de la herida y puso un poco más sobre esta para asegurarse de que el efecto sería más rápido. De inmediato, Hyunjin empezó a sentir un poco más de alivio en su pierna, alejando casi por completo la incomodidad a pesar de que todavía tenía que sacar la bala.
—Vámonos antes de que vengan más—dijo Hyunjin poniéndose de pie con un poco de dificultad, apoyándose en Félix para no caer—Creo que lo mejor es que te ocultes hasta que termine este ataque... Si vienen más soldados no podré ser de mucha ayuda.
—No quiero ocultarme—negó de inmediato—Sé que tampoco puedo pelear, pero se me ocurrió algo.
—¿Qué cosa?
—¿Sabes en donde está la prisión de este castillo?
Hyunjin asintió, recordando su ubicación gracias a una vez que estuvo lo suficientemente aburrido como para explorar el castillo él solo. Sin descifrar del todo cual era el plan de Félix, lo guió sin ser vistos hacia la puerta que le daba la entrada a la parte más oscura del castillo.
Félix sabía que ellos eran menos que ambos ejércitos juntos y es por eso que, se le ocurrió que más ayuda sería necesaria, ¿y qué mejor que criaturas mágicas llenas de poder y con sed de venganza?
Dejarlos libres era el plan perfecto.
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El rey Han no pensó en volver a ver a Minho, según él, estaba muerto porque ¿qué niño de diez años podría soportar vivir solo en el bosque con lo peligroso que era? No entendía cómo fue capaz de sobrevivir.
La cicatriz en su rostro era demasiado notoria, haciéndole recordar que él había sido la causa. Agarró con fuerza el cuchillo en su puño, dando un paso hacia atrás cuando lo vio entrar.
—¿Qué quieres?—preguntó el mayor—¿Qué haces aquí? Creí que habías muerto.
—¿Entonces si me recuerdas?—preguntó con falsa sorpresa antes de sonreír—Me siento halagado.
Tan pronto Minho tuvo de frente a los Han, un fuerte rencor recorrió su cuerpo, llenando su pecho completamente de odio junto al sentimiento de venganza. Si no fuera por el anillo que Seungmin le dio, ya habría explotaron en ira.
—No te tengo miedo—hizo su esfuerzo por sonar seguro, sosteniéndole la mirada con superioridad—No te temo a ti ni a tus mascotas inútiles—dijo de manera despectiva, refiriéndose a las demás criaturas mágicas que lo acompañaban.
—Mi objetivo no es darte temor—se acercó sin importarle demasiado el cuchillo que vio en su mano—Con hacerte pagar por lo que me hiciste es suficiente.
—Por favor, no nos mates—sollozó la reina, llamando la atención de Minho.
Dirigió su mirada hacia ella en ese momento y su estómago se contrajo; verla llorar con desesperación solo causaba que se sintiera más furioso.
—Mi mamá también te suplicó antes de que la mataras, ¿la recuerdas?—su expresión endureció, perdiendo el control que le quedaba con solo recordar otra vez esa escena de su vida que ahora estaba más borrosa en su cabeza—Dijiste que sus vestidos y joyas serían tuyas, ¿recuerdas eso también?—cuestionó, su pecho doliendo con más fuerza.
—Lo siento—susurró ella, soltando un fuerte sollozo.
Y entonces Minho no pudo más consigo mismo, quitó el anillo de su dedo y lo guardó en su bolsillo, dejando que los sentimientos fluyeran sin control alguno. En cuestión de segundos, su piel se tornó totalmente pálida, el color de sus ojos cambió, sus colmillos se hicieron presentes junto a las garras en sus manos llenas de venas sobresalientes, dándole un aspecto oscuro y aterrador.
El rey Han abrió los ojos en sorpresa al verlo transformarse justo frente a él, sintiendo su cuerpo cada vez más pesado.
Minho era el monstruo del bosque de Windhall.
—¿¡Lo sientes!?—exclamó con voz profunda, tirando el escritorio a un lado para acercarse más. El rey elevó el cuchillo hacia él en forma de amenaza para intimidarlo, pero Minho se lo arrebató con un golpe en cuestión de segundos, tirándolo a un lado sin oportunidades de alcanzarlo—Ahora no puedes disculparte porque está muerta, ¡porque tú la mataste en mi cara!
—Deja a mi esposa y pelea conmigo, monstruo—escupió enojado el rey, elevando el mentón hacia él, retándolo—Pronto los soldados vendrán y van a atraparte.
—Voy a matar a cada maldita persona que se interponga—sentenció.
El rey estuvo a punto de escabullirse en dirección a la puerta, pero Minho fue más rápido, tomándolo del cuello con fuerza para elevarlo y pegarlo a la pared, viéndolo a los ojos sin dudar y sin sentirse intimidado.
—Arruinaste mi vida, pusieron esta maldición en mi y me quitaron todo, ¿crees que es poco?—cerró más su mano alrededor de su cuello, siendo totalmente fallidos los intentos del rey de escapar—Debieron matarme cuando pudieron—sonrió de lado, su corazón latiendo agitado por la adrenalina.
Lleno de odio, siguió ejerciendo fuerza hasta ver cómo poco a poco los ojos del rey se cerraban debido a la falta de aire, apunto de matarlo, pero Minho soltó un fuerte jadeo adolorido cuando sintió un dolor punzante en su espalda baja que llegó hasta su abdomen, aflojando su agarre hasta soltarlo por completo, dejandolo caer sin cuidado alguno.
—¿Pero qué…?—llevó su mano hacia la zona y esta se llenó de sangre.
Volvió a jadear, esta vez más fuerte al sentirlo de nuevo en otra parte de su abdomen. Estaba tan perdido en su propio enojo, tan decidido a matar al rey que no se dio cuenta de lo que pasaba a su alrededor.
—¡Suelta a mi esposo!—gritó la reina, empujando a Minho con todas sus fuerzas después de apuñalarlo dos veces—¡Ibas a matarlo, monstruo asqueroso! ¡Debiste morir con tus padres!
Minho respiró con dificultad, a pesar del dolor en su cuerpo, logró levantarse sin mucho problema, parándose frente a ella. De seguro en su forma humana iba a doler más, pero en ese momento no podía prestarle atención a sus heridas.
—Y así… ¿Y así dices que lo sientes?—dijo con dificultad, sosteniendo su abdomen—No son nada más que un par de asesinos… Jamás serán de la realeza… Seguirán siendo la misma basura de antes—agarró un puñado de su cabello y la apartó con la poca fuerza que tenía en ese momento, haciéndola quejarse.
Minho empezó su sentirse cada vez más y más débil, realmente molesto por la incomodidad y el dolor en su cuerpo gracias a sus heridas, pensando una y otra vez que no debía dejarse vencer por eso, no había llegado tan lejos para simplemente dejarlo por un par de heridas. Él era más fuerte.
Mientras los reyes yacían en el suelo, Minho aprovechó la oportunidad para tomar el cuchillo y se acercó a la mujer, poniéndose de cuclillas frente a ella.
Estaba de más decir que la reina estaba asustada, aterrada con la imagen de Minho frente a ella. Su cicatriz se veía horrible en su forma no humana, dándole un aspecto demasiado amenazante y salvaje. Había escuchado sobre las historias del monstruo del bosque, pero nunca imaginó ni por un momento que fueran del todo reales, mucho menos que podría ser Minho.
—No volverás a tocar las cosas de mi madre—le susurró, presionando la punta del cuchillo contra su pecho, justo como hizo ella años atrás.
La reina sintió un dolor agudo en su pecho cuando el cuchillo perforó su piel, llenando su cuerpo de escalofríos con el pensamiento de que no podría escapar de esa.
—¡Minho!
Minho ignoró su voz por completo, presionando más fuerte sin dejar de verla a los ojos con rencor.
—Minho, no lo hagas.
Empezaba a ser molesto, la voz de Jisung estaba siendo molesta, ¿no podía solo callarse e irse? No lo necesitaba cerca en ese momento.
—Mató a mi mamá—dijo en un susurro—¿Por qué no puedo hacer lo mismo? Se lo merece—se preguntó en voz alta, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas.
El cuchillo estaba ahí, si empujaba un poco más podría matarla de la misma manera en la que mató a su mamá, pero si tenía tanto odio dentro de él, ¿por qué no podía hacerlo ahora? ¿por qué no sólo la mataba?
—Jisung, vete—pidió sin verlo, sabía que seguía parado ahí—Este no es asunto tuyo. ¡Vete de aquí que esto no te importa!
—Sé que estás enojado—se acercó un poco, con sigilo—Pero matarlos solo te convertirá en ellos.
—Lo dices porque quieres protegerlos.
—Lo digo porque tú no eres como ellos.
Minho cerró los ojos con fuerza, llegando a su cabeza recuerdos de sus padres. Ellos siempre fueron muy amables y buenos hasta con quienes consideraba sus enemigos, los recordaba como personas amables y amorosas, ¿pero cómo podría ser de la misma manera si se encargaron de que su vida estuviera llena de amargura y dolor? Durante muchos años anheló poder sentir el abrazo de su madre una vez más, anheló escuchar la voz de su padre diciéndole que lo amaba. Le quitaron eso demasiado rapido y ahora no podía ni siquiera vengarlos como correspondía.
Pero, ¿eso era lo que sus padres habrían querido?
Vio a la reina frente a él con una mueca de dolor en su rostro, un poco más y obtendría su venganza, sin embargo, su cuerpo ya no cedía, toda la adrenalina desapareció y su corazón no le permitió llegar al final.
¿Qué estaba mal con él?
El rey reaccionó después de unos minutos, pudo recuperar el aliento y logró ponerse de pie sin hacer ruido. Vio a Minho sometiendo a su esposa y creyó que era la oportunidad perfecta para moverse. Trató de escabullirse por la puerta, justo detrás de Jisung mientras estaban distraídos, pero tropezó con un pedazo de madera de la puerta, haciendo el suficiente ruido para llamar la atención de todos.
—Cobarde—susurró Minho cuando notó sus intenciones de huir sin su esposa.
Se puso de pie para ir tras él, pero el rey recogió un trozo de cristal y sin dudarlo apuñaló a Jisung en un costado, golpeó sus piernas y lo hizo caer, creando una distracción que funcionó perfectamente en Minho. Cuando el rey lo vio acercarse a su hijo supo que era momento de irse, si se quedaba más tiempo podría morir.
—Ve tras él—murmuró Jisung, presionando su herida para detener la sangre que había empezado a salir—Va a irse si no lo detienes.
—No creo que vaya muy lejos—murmuró en respuesta, regresando a su forma humana con más calma, sintiendo el dolor aumentar en su cuerpo—¿Puedes levantarte?
—Eso creo—siseó adolorido sin moverse, apoyándose en una pared para descansar.
Minho asintió y se alejó de él, no podía entretenerse con Jisung en ese momento a pesar de que estaba preocupado. No podía demostrar que estaba preocupado por él.
Antes de salir de esa habitación, Minho amarró las manos de la reina y su cuerpo, dejándola sentada sobre una silla para que no escapara, regresaría por ella cuando encontrara al rey, ninguno de los dos iba a salirse con la suya.
—No vuelvas a interponerte—amenazó a Jisung con un semblante serio—Tu padre te apuñaló. No vuelvas a meterte en esto o terminará matándote a ti también.
Jisung asintió lentamente sin quejarse. Segundos después, Minho abandonó la habitación.
—No lo escuches, tu padre no es capaz...—rompió el silencio la mujer, viendo a su hijo—No somos capaces de dañarte a ti, Jisung.
Quiso reír en ese momento al escucharla, ¿cómo podía ser tan cínica a esas alturas? Con mucho esfuerzo logró ponerse de pie, sintiendo el fuerte dolor de su herida en todo su cuerpo, se apoyó en la pared y respiró hondo, buscando en sí mismo un poco de calma para poder sobrellevarlo.
—Hijo, ayúdame, ese horrible monstruo va a regresar por mi—suplicó, viéndolo con lágrimas en su rostro—Debemos salir de este castillo con tu papá, solo desátame y lo buscaremos…
—Vete a la mierda—escupió con enojo antes de irse, dejándola sola entre sollozos lastimeros que no lograron conmoverlo.
—¡Jisung no te vayas!—gritó desesperada, moviéndose para intentar zafarse, pero fue en vano.
Jisung se mantuvo firme con su decisión y salió de esa habitación porque incluso él estaba consciente de que aunque fueran sus padres, no podían irse sin pagar por el daño que le hicieron a Minho y a las criaturas mágicas que dejaron sin hogar y a su suerte.
Sus padres merecían la furia de Minho, incluso él mismo que también causó mucho daño con sus mentiras estaba dispuesto a soportar su castigo.
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Holi, de verdad espero que les haya gustado<3 gracias por esperar.
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