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25ও

No podían seguir quedándose ahí. Después del ataque de los soldados, Minho decidió que era hora de abandonar la mansión, no dudaba en que volverían por ellos con mejores armas al ver qué tipo de criaturas mágicas lo acompañaban. Le dolía mucho, ese lugar había sido su hogar durante mucho tiempo al igual que el hogar de Félix, tener que dejarlo le generaba impotencia y mucha tristeza, y todo por la intolerancia de los Han.

Sus opciones se habían acabado, no había manera de que su mansión volviera a ser segura, y en parte, se sentía un poco culpable por no poder protegerla.

Con algunas de sus cosas, Minho salió de la mansión junto a las demás criaturas, rogando por no encontrarse con más soldados en el camino. La luz de la luna no era tan brillante esa noche, por lo que todo el bosque se notaba más oscuro.

Félix agarró con fuerza sus cosas contra su pecho y vio con tristeza el jardín de Minho; todo había sido destruido con explosivos a excepción de una rosa azul que todavía seguía en pie en medio de los escombros. Se apresuró a sacarla con cuidado, estaba demasiado expuesta y frágil. Tal vez, Minho no había prestado atención, pero estaba consciente de lo importante que era para él mantener al menos una de esas rosas cerca, así que la llevó consigo sin que Minho lo notara.

—Debemos movernos rápido, ¿puedes hacerlo, Chan?—Minho vio al mayor todavía con algunas vendas en su cuerpo.

—Claro—asintió, negándose a ser una carga para los demás—Ahora no siento casi nada—aseguró, recomponiéndose sin la ayuda de Jeongin.

Minho asintió, revisando que todos estuvieran afuera y no faltara nadie, y cuando estuvo seguro, empezó a caminar en el frente en dirección al hogar de Seungmin, él le aseguró que en su casa no pasaría nada debido a que estaba escondida.

—¿Seguro que nadie podrá encontrarla?—cuestionó Minho en voz baja hacia el hechicero.

—Muy seguro. ¿Recuerdas cuando fuiste con Jisung?—Minho asintió—Nadie más que ustedes pudieron verla porque me necesitaban para algo en específico, los soldados no saben sobre eso, así que es imposible que logren encontrarnos.

Minho se mantuvo pensativo durante unos segundos, recordando ese día en el que Jisung cumplió su deseo de saber qué había pasado el día que sus padres murieron. Odiaba que muchas cosas estuvieran relacionadas con él, pero no podía evitarlo, muchas cosas pasaron en su presencia como para simplemente olvidarlo.

No era así de fuerte.

—Llegamos—avisó Seungmin, deteniéndose en el medio del bosque, casi a oscuras.

—No veo nada—dijo Félix en voz baja, un poco asustado por el horrible silencio.

—Ahí está—aseguró—Entrecierren los ojos, respiren hondo y exhalen con fuerza, después podrán verla.

No muy convencidos, todos hicieron caso y en cuestión de segundos, la casa de Seungmin apareció.

—Ahora la veo—dijo sorprendido Yeonjun, abriendo los ojos con normalidad.

—Les mentí, solo debía hacerla aparecer yo mismo—rio un poco antes de acercarse a la puerta.

—Necesito paciencia con este chico—murmuró San, negando con la cabeza.

—No quiero ofenderte, pero, ¿seguro que todos cabemos en esa casa? Se ve un poco pequeña—comentó Jeongin, analizando la fachada que se veía un poco deteriorada, además que se notaba que ese era hogar para una sola persona.

—Solo entren—sonrió Seungmin, abriendo la puerta para darles paso.

Los primeros en entrar fueron San y Yeonjun, sorprendidos por el tamaño del interior, se veía demasiado grande a como se veía por fuera. Luego de ellos, entraron Chan y Jeongin, viendo su entorno con expresiones sorprendidas, en especial por las escaleras que aparentemente, iban hacia el segundo piso. Changbin por su parte, ya había estado ahí algunas veces, por lo que no se encontraba sorprendido, solo un poco nostálgico.

—Gracias—dijo Minho, siendo el último en entrar luego de Félix—Trataré de que esta vez no pase nada malo.

—No es tu deber hacerlo—tranquilizó Seungmin—Creo que entre todos podemos ayudar, y quien sabe, incluso podríamos encontrar a más como nosotros y crear un ejército, ¿no crees que sería estupendo?

Minho sonrió a medias y asintió hacia su idea. Honestamente, creía que no sería tan fácil que más criaturas mágicas se unieran, ni siquiera estaba tan seguro de lo que debía hacer ahora después de aceptar recuperar su trono, pero de alguna u otra manera lo haría, lo haría por los que creían y confiaban en él, lo haría por sus padres que fueron asesinados por la ambición y el poder.

Lo haría porque iba a demostrar que era capaz.

No negaba que tenía miedo, pero muy en el fondo, quería demostrar que era más que un monstruo del que todos debían temer.

—Vamos adentro—dijo después de un rato. Seungmin sonrió y entró.

Al entrar, Minho vio que todos ya estaban acomodándose. Visualizó a Félix sentado en el suelo mientras rebuscaba algo en su bolso. Se acercó y se sentó a su lado, recostándose en la pared tras él.

—¿Realmente crees que Hyunjin no le dijo a los soldados sobre el escondite de Changbin?—preguntó en voz baja, siendo audible solo para el hada.

Félix detuvo sus movimientos y suspiró.

—No lo sé—respondió con sinceridad—Quizás solo no quiero creer que es capaz de algo así.

—Entiendo—agachó la mirada sin estar del todo de acuerdo, Félix no debía seguir defendiéndolo—A veces extraño a Jisung—confesó; decirlo en voz alta lo hacía sentir patético.

—¿En serio lo haces?—Félix se acercó, sentándose a su lado. Minho asintió—Creí que lo odiabas.

—No puedo odiarlo—suspiró—Me siento acorralado con mis sentimientos. Quiero odiarlo para que sea más fácil olvidarme de él de una vez por todas, pero no puedo, no cuando gracias a él descubrí muchas cosas sobre mí de las que no tenía idea.

—Eres más fuerte que antes, Minho, algún día dejarás de pensarlo sin darte cuenta… Hay muchas cosas que hacer ahora que decidiste regresar a tu lugar en Windhall.

—Lo sé y tienes razón—jugueteó distraídamente con sus dedos—Tal vez habría sido mejor no haberlo conocido nunca.

—Seguirías triste y amargado—rio cortamente Félix—Al menos eso cambió. Puede que estés triste, pero sólo mira tu alrededor, ¿alguna vez creíste que otros confiarían en ti?—Minho negó, pensativo—Deja a un lado a esos tontos, nosotros estamos de tu lado ahora—animó, dándole una sonrisa sincera que Minho agradeció en su interior.

Félix tenía razón, un nuevo sentimiento de esperanza se instaló en su pecho, aferrándose a ese sentimiento para no seguir cayendo al abismo en el que Jisung lo dejó.

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Jisung estaba cansado de discutir con sus padres, día tras día era el mismo problema: la boda.

En cada una de sus discusiones llegaban a la misma conclusión, sus padres ni los de Hyunjin iban a cambiar de opinión cuando había un trato de por medio que beneficiaba a cada reino. Estaba siendo difícil, no había forma de chantajearlos ahora, intentó amenazarlos nuevamente con que revelaría la verdad de su trono, pero poco les importó, su padre siempre tenía algo más grande con lo que negociar, y en este caso, le advirtió que si seguía insistiendo, empezaría una guerra en contra de las criaturas mágicas, prometiéndole que todo acabaría después de la boda.

Claramente, no le creía, sin embargo, tampoco quería arriesgarse, había descubierto que a su padre no le importaba poner en juego la vida de los demás con tal de alcanzar sus objetivos.

Mientras caminaba por el pasillo en dirección a su habitación, un grupo de soldados corrió a su lado con mucha prisa, deteniéndose frente al salón del que acababa de salir de su plática con su padre. Normalmente no estaba del todo interesado en las reuniones de su padre con los soldados, pero tuvo un mal presentimiento, por lo cual, decidió acercarse a la puerta que para su suerte, no estaba cerrada del todo.

—Teníamos razón, su Majestad, Seo Changbin es un hombre lobo y tenía toda una guarida y un acceso secreto hacia el bosque bajo su negocio

Jisung abrió los ojos en sorpresa, ¿cómo habían descubierto eso? El lugar había estado oculto durante mucho tiempo, él mismo se había asegurado de que no fuera demasiado obvio cuando las criaturas del bosque lo usaron como acceso al pueblo. ¿Alguien los delató?

—¿En dónde está Changbin? No lo veo con ustedes—el rey Han los vio con total seriedad.

—No pudimos atraparlo—dijo uno de los soldados, agachando la cabeza a la espera del seguro regaño que obtendrían por no cumplir su misión.

—¿¡Por qué son tan inútiles!?—exclamó, levantándose de su asiento. Jisung se sobresaltó levemente del susto—¡Siempre los dejan escapar!

—Capturamos a dos de sus compañeros—dijo otro de ellos, esperando que con eso lograra calmarse un poco—Fueron ejecutados en el bosque, al menos ellos no serán una molestia.

Jisung mordió su labio inferior con fuerza, deteniéndose a sí mismo de no hacer ruido. Sintió sus manos temblar.

—¿Saben en donde está Seo?

—Corrieron hacia la mansión que está en el medio del bosque, conocen al monstruo de Windhall.

—Otra vez ese estúpido monstruo—murmuró molesto el rey—Si no tienen nada mejor que decir, váyanse, no necesito más de su basura.

—Mataron a tres de los nuestros… Vimos el cuerpo del general Yoon sin vida, el monstruo lo hizo...

—También estaba con ellos Yang Jeongin, mató a otros dos de nuestro grupo—agregó un soldado, esperando alguna reacción del rey.

El rey rio, tomando asiento nuevamente.

—Parece que nuestro Jeongin está de su lado ahora. Lo hubiéramos matado cuando tuvimos la oportunidad—negó con la cabeza el rey Han, arrepintiéndose por haberlo dejado ir.

—¿Qué hacemos, su Majestad?—preguntó el soldado que estaba al frente, a la espera de más indicaciones, rogando no ser enviados de nuevo hacia ese lugar.

—Por ahora, nada—dijo con más calma—No hay que hacer un escándalo sobre esto, solo prepárense en caso de que sea necesario llevar a más soldados y preparen las nuevas armas. Ahora que sabemos contra qué nos enfrentamos, debemos estar más preparados.

Los soldados se miraron entre sí, sorprendidos de su repentina tranquilidad.

Al otro lado de la puerta, Jisung se alejó rápidamente cuando vio a los soldados hacer una reverencia para salir. Caminó rápidamente hacia su habitación y cerró con seguro. Respiró hondo y escondió su rostro entre sus manos, sintiendo sus ojos picar por las lágrimas que se estaban asomando; las limpió con rapidez, negándose a llorar. Se dirigió a su armario y de nuevo sacó algunas de sus ropas comunes, dispuesto a escabullirse hasta la mansión de Minho, yendo directamente por el bosque porque al parecer, el acceso de Changbin ya no estaba disponible.

Mientras se encaminaba hacia el bosque en el medio de la noche, no dejaba de pensar en que todo había pasado gracias él, incluso llegó a pensar en que quizás, nada de eso estaría ocurriendo si desde el principio, no se hubiera involucrado con Minho y las demás criaturas mágicas, pero una parte de él quería convencerse de que fuera de todo lo que sucedió en cuanto a sus mentiras, había sido de ayuda el haberlos conocido, por lo menos para Minho.

Eso era lo que realmente le importaba.

Cuando se detuvo frente a las enormes puertas de hierro que daban entrada al jardín delantero de la mansión, un mal presentimiento se hizo presente en su pecho; todo estaba demasiado silencioso y oscuro, más de lo que debería. Con sigilo entró al jardín delantero y caminó siguiendo el sendero, sintiendo su propio cuerpo temblar ante el repentino frío. Sus ojos se detuvieron en las flores del frente, dándose cuenta de que estaban totalmente destruidas, llenas de escombros y mucho polvo.

¿Qué es lo que había pasado?

Empujó la puerta de entrada y un silencio sepulcral lo recibió, ni una luz estaba encendida, y al poder identificar el interior, pudo darse cuenta rápidamente de lo que había sucedido.

—No…—susurró, viendo la destrucción que había adentro—No…—volvió a susurrar.

Caminó a paso rápido por todo el primer piso, descubriendo varios huecos en las paredes y la sala principal destruida; los muebles, las ventanas, el suelo, todo estaba destruido. Incluso habían rastros de sangre en algunas partes.

Jisung empezó a sentirse ansioso, un horrible vacío se alojó en su estómago mientras suponía lo que había pasado, concluyendo en que, sin dudas, los soldados habían atacado la mansión.

Con mucho miedo subió las escaleras y se tomó el tiempo de revisar las habitaciones, pero no había absolutamente nadie.

La mansión estaba abandonada.

Miedo, Jisung empezó a sentir miedo porque recordaba a los soldados decir que Changbin y los demás habían huido hasta la mansión. ¿En dónde estaban todos, entonces?

Preocupado, salió de ese aterrador lugar y pensó en la única persona que tal vez querría ayudarlo: Seungmin.

Hace días habían discutido por el tema de las mentiras hacia Minho y Félix, pero dejando eso de lado, no creía que no quisiera ayudarlo, no cuando estaba demasiado preocupado sobre el paradero de todos. Temía que algo fuera a pasarles, que algún soldado fuera a encontrarlos.

Decidido, se dirigió con cuidado en busca de Seungmin. Ya sabía en donde encontrarlo, la última vez no fue tan difícil puesto que él mismo le explicó que podría ver su casa si realmente lo deseaba y necesitaba su ayuda. Confiaba en que podría encontrarlo.

Entonces, salió de la mansión en dirección a la casa de Seungmin.

El sonido del agua chocando suavemente contra las rocas lo hizo darse cuenta de que estaba cerca, se detuvo un momento y vio a su alrededor, buscando si estaba en el lugar indicado. Un fuerte alivio llenó su cuerpo cuando al darse la vuelta, la casa de Seungmin se hizo visible para él en la lejanía.

—Lo sabía—susurró para sí mismo, felicitándose por no haber olvidado el camino.

Con más tranquilidad, caminó hacia la puerta, esperando que Seungmin pudiera atenderlo a esa horas, aunque a decir verdad, podría esperar el tiempo necesario con tal de obtener respuestas. Inhaló profundamente y exhaló, dándose ánimos a sí mismo para dar la cara nuevamente. Tocó la puerta sin ser demasiado brusco, pero lo suficientemente fuerte para que lograra escucharse en el interior. Esperó algunos segundos, frotando sus manos contra sus brazos para darse un poco de calor mientras seguía ahí afuera. Iba a tocar nuevamente, pero entonces, la puerta se abrió.

Su corazón dio un vuelco y su estómago se contrajo al encontrarse con Minho al otro lado de la puerta. Inconscientemente dio un paso hacia atrás, sorprendido por verlo ahí.

Por primera vez, se sintió intimidado por él, ver su rostro sin la máscara lo hizo sentir intimidado a pesar de que ni siquiera se veía molesto.

Minho no esperaba encontrarse con Jisung de esa manera, no esperaba verlo de nuevo tan pronto. Su cuerpo entero se tensó y de repente, sintió demasiada vergüenza.

—Minho…—habló Jisung por fin sin dejar de verlo.

—¿Qué quieres?—preguntó Minho con sequedad, dejando de lado todo su sentimentalismo—¿Qué haces aquí?—salió de la casa y cerró la puerta tras él, no quería dejarlo entrar y tampoco quería despertar a los demás que estaban durmiendo.

—Vine… Vine porque quería saber sobre ustedes—respondió, agachando la mirada sin poder soportar la dureza en los ojos de Minho—Escuché lo que pasó y fui a la mansión a-

—No tienes porqué preocuparte. Puedes irte—lo interrumpió, dándose la vuelta para entrar de nuevo a la casa—No vuelvas por aquí, no hay nada que necesites saber sobre nosotros—dijo sobre su hombro sin verlo, abriendo la puerta segundos después para entrar.

Jisung iba a decir algo más para detenerlo, pero cuando vio que cerró la puerta, simplemente guardó silencio. Su pecho dolió, era una sensación punzante e incómoda. Sin mucho más que hacer, se dio la vuelta y caminó en dirección contraria sin prestar demasiada atención hacia donde iba debido al cúmulo de pensamientos en su cabeza.

Por otro lado, Minho pudo soltar todo el aire que estuvo conteniendo sin haberse dado cuenta cuando cerró la puerta tras él. Quiso regresar, quiso abrir esa puerta y no dejarlo solo, sin embargo, sus sentimientos no se lo permitían, no podía ser así de débil cuando tenía otros planes en mente.

Hizo lo posible por tranquilizar a su agitado corazón cuando algunos ruidos llamaron su atención en el exterior, distrayendolo. Por un momento creyó que era Jisung de nuevo, pero descartó la idea al ver algunas sombras a través de la ventana. No sólo era una, eran varias.

En silencio se acercó a éstas y trató de identificar qué era lo que estaba rodeando de repente la casa, reconociendo figuras masculinas. Frunció el ceño al ver que eran soldados, pero no llevaban el uniforme de Windhall, sino que eran diferentes. Al verlos tan cerca temió haber sido descubiertos por ellos, pero dejó de preocuparse cuando pasaron de largo sin prestarle atención a la casa.

El hechizo de Seungmin realmente funcionaba, estaban escondidos en medio del bosque sin que nadie se diera cuenta.

Y entonces cayó en cuenta de que Jisung estaba afuera, caminando solo en la oscuridad con soldados rondando cerca. Se regañó a sí mismo por preocuparse, pero no podía ignorarlo.

De seguro se arrepentiría y se sentiría patético por ser tan débil

Cuando se aseguró de que no estaban demasiado cerca, Minho salió de la casa con mucho sigilo para no ser descubierto, revisó su entorno y logró ver a un par de soldados a lo lejos, acercándose de nuevo; corrió hacia un árbol cercano para ocultarse y movilizarse con más facilidad entre las partes más oscuras. Siguió caminando hasta que los perdió de vista, atento a cualquier cosa que pudiera pasar; el sonido de una rama quebrándose lo puso alerta, se quedó quieto, inspeccionando su entorno. Que un soldado lo descubriera ahí sería un gran problema, no tenía intenciones de entrar en una pelea con ellos de nuevo.

Logró visualizar una sombra tras un árbol y con mucho valor se acercó lo suficiente para cerciorarse de qué se trataba. Su corazón latía ansioso mientras se acercaba, escuchando voces acercándose hacia donde se encontraba. Respiró profundo y rápidamente vio lo que había al otro lado.

Su cuerpo se llenó de alivio de inmediato.

—¡No me hagas daño!—exclamó Jisung cuando sintió la presencia de alguien más, encogiéndose del miedo con los ojos cerrados.

—Soy yo—le dijo en voz baja Minho, apartando las manos de su cabeza para que pudiera verlo—No te haré daño.

Jisung abrió los ojos y dejó que el alivio llenara su cuerpo, sin embargo, no estaba del todo confiado. Sus ojos se llenaron de lágrimas sin dejar de verlo, pegándose al árbol que estaba tras él en un intento de retroceder un poco más.

—¿Cómo sé que no eres un cambia formas?—preguntó dudoso, al borde del llanto. Minho lo odiaba, ¿por qué estaría ahí en ese momento? No podía evitar pensar en que era otra de las bromas de los cambia formas para molestarlo y asustarlo.

Minho apartó la mirada, buscando en su cabeza algo que fuera lo suficientemente bueno para convencerlo, algo que sólo ellos dos sabían.

—Tenía un broche con el escudo del castillo… Me lo dio mi padre cuando era niño—su expresión endureció, ahora viéndolo.

Hubo un corto silencio entre los dos.

—Si eres tú—asintió Jisung, limpiando las lágrimas que mojaron sus mejillas—Perdón—se disculpó, alejándose un poco más para no incomodarlo—Es que he estado escuchando demasiados ruidos y voces… Me asusté mucho, creí que eran los cambia forma.

Minho logró notarlo cohibido, evitando su mirada y todavía con miedo. Odiaba verlo así, pero se detuvo a sí mismo de consolarlo aunque moría por hacerlo.

Pelar contra sí mismo cuando se trataba de Jisung le resultaba demasiado difícil.

—Hay soldados cerca, los escuchaste a ellos. Pero son soldados de Ravenham, el uniforme es diferente.

—¿Otra vez?

Minho asintió, un poco preocupado por las razones por las cuales estaban rodeando el bosque.

—Estás alejado del pueblo, podrías meterte en problemas si te encuentran. Son personas peligrosas.

—¿Por eso viniste?

El mayor asintió sin ser demasiado obvio en cuanto a su preocupación.

—No quería que fueras tú solo—confesó. Aclaró su garganta y siguió hablando:—Solo te acompañaré un momento, cuando estemos cerca voy a regresarme.

—Si te ven será peor para ti.

—Puedo defenderme—dijo con seguridad—Vamos—empezó a caminar.

Jisung estaba conmovido, definitivamente no merecía ese tipo de atenciones de su parte, pero entendía que Minho era alguien con un gran corazón, no tenía dudas.

No debía ilusionarse, eso no significaba que lo había perdonado, tampoco significaba que iba a olvidar lo que había pasado; las mentiras eran difíciles de compensar.

En total silencio, Jisung caminó también tras Minho sin alejarse tanto, no quería perderse en esa abrumadora oscuridad.

Minho veía ocasionalmente hacia atrás para cerciorarse de que Jisung siguiera ahí, pero de un momento a otro, un fuerte sonido los hizo sobresaltarse. Jisung se pegó a Minho en busca de seguridad, ambos viendo a su alrededor con atención, y otra vez, un fuerte estruendo volvió a sonar.

Eran bombas.

Asustado, Jisung se tiró al suelo cuando una bomba resonó demasiado cerca, con sus manos cubrió su cabeza y su cuerpo. De manera automática, Minho agarró la muñeca de Jisung y lo ayudó a levantarse, llevándolo hacia otro lado en donde pudieran esconderse. Sin entender muy bien lo que estaba pasando, Jisung simplemente obedeció, y segundos después, sintió su espalda chocar contra el tronco de un enorme árbol. No tuvo tiempo de procesar nada, su cuerpo seguía temblando y sin verlo venir, Minho rodeó su cuerpo completamente, cubriendo su cabeza con sus manos y su rostro pegado a su pecho.

Otra explosión resonó con fuerza, causando que se aferrara al cuerpo de Minho al mismo tiempo que cerraba los ojos debido al miedo.

—Tranquilo—susurró Minho, abrazándolo más fuerte—No vendrán por aquí—le dijo, tratando de calmarlo. Aunque a decir verdad, no estaba seguro de si realmente estaban a salvo ahí.

—¿Por qué suenan explosivos?—preguntó en voz baja, escondiéndose más contra su pecho.

—No lo sé—fue sincero, temiendo llegar a conclusiones que no quería ni pensar—Tú… ¿No sabes nada tampoco?

Jisung se alejó un poco y elevó la mirada para poder verlo. Estaba muy cómodo en esa posición, no lo iba a negar, se sentía seguro, por lo que no se apartó del todo.

—Escuché de Hyunjin que Ravenham tiene planes con el bosque… Tal vez se trata de eso.

Minho asintió lentamente, recordando que Changbin se lo mencionó tiempo atrás, que era algo que estaba pactado en la boda de Jisung y Hyunjin.

La boda de los príncipes de Windhall y Ravenham.

Sus ojos se detuvieron en los de Jisung por un momento, sintiendo su pecho llenarse de muchas emociones sin ser capaz de soltarlo; había pasado un tiempo desde que no estuvo así de cerca con él, y para ser honesto consigo mismo, lo había extrañado demasiado.

El silencio volvió a hacerse presente, Jisung logró ignorar lo que estaba pasando gracias a la manera en la que Minho lo sostenía con fuerza, como si no quisiera dejarlo ir. Su corazón latió con fuerza, tentado a acercarse más, tentado a romper la distancia entre los dos, pero eso sería imprudente de su parte y muy seguramente, empeoraría todo. Apenas podía verlo, la oscuridad era demasiado densa como para identificar los rasgos de su rostro, sin embargo, veía lo suficiente. Con timidez elevó la mano hacia su mejilla, acariciando suavemente sobre la cicatriz ahora descubierta.

Ante el tacto, Minho cerró los ojos y se dejó llevar por esa pequeña acción, otra vez sintiéndose especial, otra vez sintiéndose importante.

Estaba equivocándose, eso era seguro, parecía que no actuaba conforme a sus pensamientos, sino que seguía actuando en base a sus inestables sentimientos.

Minho no pudo detenerse a sí mismo, ni siquiera pudo pensar en las consecuencias, simplemente quería seguir sintiéndose de esa manera a pesar de que estaba haciéndose daño, por lo que sin esperar mucho más, se llenó de valor y rompió la distancia entre los dos, entregándose a la nostálgica sensación de los labios de Jisung sobre los suyos, tomando un ritmo pausado y suave con la intención de que el beso fuera más duradero e íntimo.

Ciertamente, Jisung se llenó de sorpresa, más no tuvo ningún impulso de alejarse, al contrario, se acercó mucho más, eliminado cualquier espacio entre los dos. Un suave suspiro escapó de su boca cuando las manos de Minho se posicionaron sobre su cintura, aferrándose mientras el beso tomaba profundidad, acoplándose mejor, moviendo sus labios al mismo compás.

Al cabo de unos segundos, Minho pudo alejarse un poco con mucho esfuerzo, encontrándose nuevamente con sus brillantes ojos. Quitó algunos mechones de su rostro para poder observarlo mejor, encantado con la sensación de sus labios hormigueando por el reciente beso.

—No te cases—pidió, sonando como una súplica que se escapó sin haberlo pensado antes—No te cases con Hyunjin y quédate conmigo—volvió a pedir en un susurro, convenciéndose de que Jisung lo amaba lo suficiente, así como él lo hacía.

Jisung mordió su labio inferior, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir ante su petición, sabiendo que con su respuesta rompería su corazón e ilusiones.

—No puedo—respondió, sintiendo como poco a poco el agarre de Minho se aflojaba al mismo tiempo que una expresión herida se formaba en su rostro—Perdón, pero no puedo.

Minho sintió su corazón romperse de nuevo, su mirada se apagó y se alejó por completo, rompiendo cualquier tipo de contacto entre los dos.

Estaba avergonzado.

No debió decirlo, eso no debió salir de sus pensamientos nunca.

—Los soldados deben haberse alejado, vamos—dijo, agachando la mirada antes de darse la vuelta y seguir caminando.

Jisung no pudo decir nada más, su corazón dolía y no podía hacer nada por sus propios sentimientos, encadenándose a sí mismo a una vida en la que no sería feliz, lastimando a Minho en el medio.

El camino fue en total silencio, no escucharon más explosiones cerca por lo que se mantuvieron más tranquilos. Después de varios minutos, lograron identificar el límite con el pueblo, por lo que era hora de que Minho regresara.

—Gracias—dijo Jisung con una pequeña sonrisa.

Pero Minho seguía completamente serio. Jisung dejó de sonreír.

—Adiós, Jisung—fue lo único que dijo antes de darse la vuelta y perderse entre los árboles.

Al alejarse, Minho pudo llorar tranquilo mientras caminaba a paso rápido hacia la casa de Seungmin, el rechazo dolía, ardía demasiado en su pecho y no podía calmarlo. ¿Qué estaba pensando? Jisung no aceptaría, Jisung no estaría dispuesto. Incluso se odió a sí mismo por acceder a olvidar lo que los Han le hicieron a él y a sus padres, por acceder a olvidar las mentiras.

Estar enamorado lo convertía en alguien sumamente estúpido.

Se prometió no volver a comportarse con debilidad, eso solo debía hacerlo más fuerte, y tal y como Félix le había dicho, se olvidaría de Jisung, no volvería a intentarlo, siendo ahora su única prioridad recuperar su trono, sin importar que Jisung fuera parte de todo eso, sin importar que Jisung estuviera en el medio de todo.

Porque definitivamente, Jisung no volvería a ser un obstáculo para sus planes.

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Por fin actualización, espero que les guste

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