21ও
Compromiso parte II
Minho se dio un último vistazo en el espejo antes de salir de su habitación, acomodó su máscara y arregló algunos cabellos desordenados, dejando parte de su frente descubierta a pesar de que normalmente prefería tapar su rostro con su cabello, pero era una ocasión especial, debía verse bien para Jisung.
Al bajar se encontró con Félix y Eunha terminando de acomodar las flores que le llevaría a Jisung, y realmente estaba sorprendido, la forma en la que habían puesto cada una de ellas alrededor de la hermosa rosa azul en el centro era simplemente maravilloso, convencido de que no había manera en la que a Jisung no le gustara.
Ahora se sentía un poco más emocionado.
—¿Qué te parecen?—preguntó Félix cuando notó su presencia, mostrándole el ramo de flores que había preparado para él—Son las flores que elegiste, pero le agregué un par más.
—Están increíbles—sonrió, tomándolas para inspeccionarlas mejor.
—¡Genial! Ahora podemos irnos, creo que ya todo está listo—Félix juntó sus manos, emocionado también, tenía mucho tiempo de no salir de la mansión y cuando lo hacía, no podía irse demasiado lejos, por lo que volver al pueblo le daba cierta ilusión, en especial porque vería a Hyunjin.
Minho asintió de acuerdo, teniendo en mente que su visita al pueblo era para ver a Jisung y para conseguir más comida, no debía olvidar eso que también era muy importante.
Después de un rato, los tres salieron hacia el bosque. Minho no podía negar que se sentía un poco inseguro porque no confiaba del todo en que los soldados hayan dejado por completo la zona, aún así, estaba alerta a cualquier situación.
Durante el camino, Félix se mantuvo demasiado platicador, en parte porque no quería sentirse nervioso por el silencio y oscuridad del bosque, y por otra parte, verse otra vez con Changbin después de tanto tiempo lo había puesto un poco nervioso, no sabía cómo manejar ese tipo de situaciones a pesar de que no debía de darle demasiada importancia, es decir, le gustaba Hyunjin ahora, Changbin no tenía nada que ver con él. Aún así, no podía evitar sentirse extraño por el recuerdo de alguien con quien se involucró tanto.
—Estamos por llegar—avisó Minho—Los soldados no han encontrado este acceso aún, así que es seguro.
Ambas hadas asintieron. Eunha ya conocía ese lugar, pero había pasado un tiempo ya desde la última vez que estuvo ahí. Por otro lado, era la primera vez que Félix se acercaba, pareciéndole increíble que Changbin y sus amigos hayan permitido que ese lugar sea utilizado para adentrarse al pueblo, era arriesgado.
Minho se detuvo frente a la puerta escondida tras la cortina de plantas y tocó unas cuantas veces hasta que fue levemente abierta.
—¿Qué quieres?—dijeron al otro lado.
—Queremos ir al pueblo—respondió Minho, acercándose para ver a la persona al otro lado. Normalmente era Changbin quien abría la puerta u otro de sus amigos, pero la voz que estaba escuchando no la reconocía.
—Antes de pasar deben pagar el precio.
Minho frunció el ceño, confundido.
—¿Puedes decirle a Changbin que venga?
—Estoy a cargo ahora, así que, si quieren pasar, hay cosas que deben sacrificar.
Si antes Minho estaba confundido, ahora no sabía ni siquiera en qué pensar. ¿Era una broma o algo así? Porque le parecía demasiado extraño.
—¿Seungmin, con quién hablas?—Changbin se acercó hacia la puerta, abriéndola un poco más para ver hacia el otro lado—Ah, eres tú, Minho—le sonrió, haciendo a un lado a Seungmin—Pueden pasar—permitió sin darse cuenta de que no iba solo.
—¿Seungmin?—Minho se acercó un poco más para encontrarse con el joven hechicero cruzado de brazos.
—Lo arruinaste—se dirigió al mayor—¿No puedo divertirme?—hizo un puchero.
—Es la tercera vez que lo haces, no está bien asustar a los demás—regañó, rodando los ojos ante su expresión molesta.
Minho negó con la cabeza mientras atravesaba la puerta, Félix caminando tras él a paso rápido para pasar desapercibido y sin que se dieran cuenta de su presencia, sin embargo, su plan falló inmediatamente cuando tropezó con un pedazo de metal tirado en el suelo, haciéndolo caer ruidosamente.
Eunha se agachó a levantarlo, ayudándolo a sacudir el polvo de su ropa y a recoger su bolso.
—Estoy bien, no me pasó nada—rió cortamente, levantando un poco el rostro.
—¿Félix?
El mencionado detuvo sus movimientos y por fin hizo contacto visual con Changbin, notando lo diferente que se veía a cuando lo conoció.
—Cuánto tiempo—sonrió a medias—Que bueno verte.
—¡Mírate, haz cambiado demasiado!—Changbin sonrió ampliamente, acercándose—¿Cómo estás?
—Yo… Uhm, bien, eso creo—respondió, sintiéndose nervioso por la fuerte mirada de Seungmin sobre él, ¿por qué lo veía así?
—Me alegro mucho—asintió con honestidad—Escuché un poco de ti, pero te perdiste totalmente.
Seungmin estrechó los ojos hacia el par y sin disimular sus celos, se enganchó al brazo del mayor, carraspeando para llamar la atención de ambos.
—Así que tú eres Félix—lo miró detenidamente y para sus adentros le hubiera gustado poder encontrar algún defecto, pero el chico era un hada, ¿qué defecto podría encontrarle?
—¿Me conoces?
—Conozco a todo el mundo—aseguró—¿Tú conocías a Changbin?—se aferró con más fuerza. Conocía la respuesta, sabía sobre su aventura hace años y sabía que durante un tiempo, existieron pequeños sentimientos entre los dos.
Félix asintió con algo de timidez, era primera vez que veía a Seungmin y a juzgar por la manera en la que evidentemente reclamaba a Changbin, podría fácilmente pensar que tenían algo. Cosa que no era de mucha importancia para él.
—Déjalo ya, Seungmin—pidió Changbin, evitando que las cosas se pusieran incómodas—No tienes porqué interrogarlo—rodó los ojos, apartando lentamente sus manos de su brazo.
—Solo estaba asegurándome—suspiró, sonriendo de lado—Pero veo que te gusta alguien más, ¿cierto?—se dirigió a Félix, viendo los regalos dentro de su bolso.
—Si—respondió con seguridad—No te preocupes tanto.
Seungmin volvió a estrechar los ojos y asintió.
—Si fuera ustedes, no me acercara al pueblo—soltó de repente Seungmin, cambiando totalmente el rumbo de la conversación.
—¿Por qué? ¿Hay muchos soldados?—preguntó Eunha con preocupación.
—Oh no, nada de eso—negó—Simplemente no vayan.
—Tenemos cosas que hacer… Si no hay razones, no veo el porqué no ir—Minho habló.
—Mmm… Esas flores son muy lindas, de seguro Jisung las amará.
—¿Sabes en donde puedo encontrarlo?
—No—mintió—Pero creo que lo encontrarás fácilmente, y a Hyunjin también—miró a Félix—Quién sabe, puede que ambos estén juntos ahora mismo—se encogió de hombros.
—Seungmin—llamó Changbin con seriedad, negando hacia él para que guardara silencio—Ya déjalos.
—Perdón.
—De todas formas…—Changbin llamó la atención de los tres—Solo pasen, supongo que los veré más tarde cuando regresen.
Minho asintió y empezó a caminar, le agradeció y se despidió de ambos. Félix hizo lo mismo, dándole una corta sonrisa a Changbin antes de cambiar su expresión al ver a Seungmin; era alguien realmente raro.
—¿Qué fue todo eso?—Changbin regañó al menor cuando estuvieron solos—No tenemos que meternos en sus cosas, ellos deben resolverlo.
—Solo están causando daño—respondió, refiriéndose a Jisung y Hyunjin—Creo que advertirles no estaba de más.
—Mantenernos al margen es lo mejor—se cruzó de brazos—Además, estabas asustando a Félix.
—Es demasiado lindo, no sabía que era así de lindo.
—¿Y qué con eso?
—Eso me molesta, no quiero que te guste de nuevo.
—Félix no me gusta—rodó los ojos, empezando a caminar hacia otro lado.
—¿Te gusto yo, cierto?—caminó tras él con demasiada cercanía.
—No lo sé, tú deberías saberlo—evitó responder directamente—Descúbrelo.
Seungmin frunció el ceño sin decir nada más, quería saber la respuesta viniendo de él, pero justo para esa interrogante no la tenía, cosa que lo estaba frustrando porque no podía ni siquiera estar seguro. Mientras tanto, Changbin sonrió para sí mismo por su comportamiento, preguntándose una y otra vez como es que había terminado siendo cautivado por el hechicero más famoso del bosque después de que todo había fracasado.
Debía estar loco, sin embargo, aceptaría el reto una vez más.
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—El tal Seungmin parece estar un poquito celoso de Félix—comentó Eunha con tono burlesco al salir del local de Changbin, por fin entrando al pueblo.
—De seguro Changbin le habló de mí en algún momento—Félix se encogió de hombros, siéndole indiferente.
—O de seguro lo vio en los recuerdos de Changbin—agregó Minho, pensando también en esa posibilidad porque después de todo, Seungmin era así de poderoso.
—Como sea, debería relajarse un poco—murmuró el pelinaranja, caminado por las calles del pueblo sin percatarse del todo de que estaban demasiado solitarias.
Y eso no era normal en Windhall.
—¿Por qué todo está tan tranquilo?—Minho apenas se dio cuenta después caminar unos pasos más.
—¿Tal vez por la hora?—dijo Eunha.
—No lo creo—negó Minho, ahora ansioso porque sería más difícil encontrarse con Jisung.
—¡Lia está por allá!—señaló Félix, corriendo en su dirección sin esperar por Minho y Eunha. Lia estaba cerrando su local, pero antes de que ella se fuera del todo, Félix logró alcanzarla—¡Lia!
—¿Félix?—le sonrió, alegre por verlo después de tanto tiempo—Hace mucho no venías, ¿estás bien?
—Todo bien—asintió—¿Por qué estás cerrando? Todo se ve un poco silencioso hoy.
—Oh, si, es el compromiso del príncipe y los reyes permitieron que fuéramos a celebrar con ellos—explicó cortamente—La mayoría está ahí ahora mismo. ¿No lo sabías?
—Uhm, cierto, era hoy—fingió recordarlo. Lia no sabía que era un hada y que por eso no sabía nada de lo que estaba pasando.
—¿Te veré ahí, entonces?
—Por supuesto—le sonrió—Regresaré con mis amigos, nos vemos en un rato—se despidió con la mano y la vio alejarse con rumbo al castillo.
—¿Qué dijo?—preguntó Eunha cuando se detuvo a su lado.
—Dijo que todos están en el castillo porque el pueblo fue invitado al compromiso del príncipe—respondió Félix, viéndolos a ambos—Jisung y Hyunjin podrían estar ahí.
Minho se tensó tan pronto escuchó sobre el compromiso, la idea de ir al castillo lo ponía ansioso. No quería ver a los reyes, su pecho se llenaba de enojo y tristeza, una mezcla que él mismo consideraba como algo peligroso.
—¿Y si esperamos a que termine?—sugirió Minho.
—Creo que podría tardar un buen rato—dijo Eunha—Si los habitantes de Windhall están invitados, de seguro habrá fiesta—concluyó.
—Vamos, Min—animó Félix, emocionado con la idea de una fiesta dentro del castillo—De seguro no tendremos otra oportunidad para entrar al castillo.
Minho nunca le explicó a Félix la raíz de sus problemas, nunca le contó que dentro de ese mismo castillo sus padres habían sido asesinados frente a él por los actuales reyes, por lo tanto, comprendía su emoción. Por otro lado, él no podía decir lo mismo, un desagradable sentimiento estaba en su pecho y temía no saber controlarse al ver de nuevo a las personas que arruinaron su vida. Vio la suplica en los ojos de Félix y no supo negarse, esperaba tener la fuerza suficiente para sobrellevarlo.
—Solo buscaremos a Jisung y Hyunjin, si no están, salimos de ahí, ¿está bien?—accedió, sintiéndose ya demasiado nervioso.
Félix asintió repetidas veces con una amplia sonrisa, de acuerdo con la propuesta.
Los tres caminaron en silencio hacia el castillo, lograron llegar fácilmente debido a las personas que estaban yendo a esa misma dirección. Lo primero que vieron fue parte del jardín delantero, el césped perfectamente cortado con muchas flores de colores decorando cada rincón, junto a las luces de los faroles que iluminaban el sendero hacia las enormes puertas del castillo. Minho logró identificar a la gran cantidad de soldados que rodeaban el lugar, por un momento se sintió intimidado, pero mientras no supieran quién era, todo estaba bien. También se dio cuenta de que no todos eran soldados de Windhall, lo cual solo lo hizo concluir que eran soldados de otro reino, y lo pudo confirmar al ver que el escudo era diferente.
Es un compromiso entre reinos, pensó, siendo esa la conclusión más obvia.
Mientras se acercaba más al jardín, evitó detenerse demasiado, estar ahí le recordaba a su madre, llenando su pecho de nostalgia. No quería llenar su cabeza de esos recuerdos, su madre seguía con él después de todo, ella seguía en las rosas azules que él tanto cuidaba. Vio la rosa azul en el medio del ramo que llevaba en sus manos y sonrió para sí mismo al pensar en que le daría una parte de su vida a Jisung. Sus ánimos no debían bajar, Jisung tenía que verlo feliz.
—El castillo es mucho mejor de cerca, todo se ve tan elegante—comentó Félix, viendo su alrededor cuando pasaron de la puerta principal.
—Si lo es—murmuró en respuesta Minho.
Siguieron al cúmulo de gente hasta que llegaron al salón principal, suponiendo que es ahí donde se daría la celebración. Por un momento, Minho se sintió realmente sofocado, estar rodeado de tantas personas lo hizo sentir ansioso de nuevo, sentía todas las miradas sobre él por la máscara que tapaba su rostro, casi podía escuchar los malos comentarios sobre lo aterrador que se veía.
Respiró hondo y exhaló, debía buscar a Jisung y todas inseguridades desaparecerían, con Jisung a su lado podría afrontarlo, podría sentirse mejor. Miró a su alrededor con la esperanza de que sus ojos encontraran a Jisung, pero debido al enorme espacio y a la gran cantidad de personas, le estaba resultando un poco difícil.
—Sean todos bienvenidos a nuestro castillo.
Minho desvió rápidamente su vista hacia la persona que habló, reconociéndola perfectamente.
“—Hola, pequeño, ¿cómo te llamas?”
Recordaba muy bien haberlo visto esa vez, escucharlo preguntar quién era cuando era un niño, y al momento en el que sus ojos se pusieron en él, pudo confirmar totalmente que era ese hombre, el hombre que asesinó a su papá y tomó su corona.
El Rey de Windhall.
Sintió un extraño escalofrío recorrer su cuerpo entero, llenándose de mucho rencor al verlo usar la corona que una vez su padre usó. ¿Cómo se atrevía? Sin haberse dado cuenta, apretó el ramo de flores entre sus manos, guardando para sí mismo cualquier arranque de enojo que pudiera tener.
Sabía que no había sido buena idea ir.
—Ya va a empezar y no veo a Hyunjin—Félix hizo un puchero.
—Descuida, el lugar es demasiado grande y acabamos de llegar, no hemos buscado bien—reconfortó Eunha, ayudándolo también a buscarlo.
Al escuchar la voz del rey, la mayoría dentro del salón guardó silencio, prestando atención a sus palabras.
—Es un honor para mí tener a mi querido pueblo en mi hogar—sonrió el rey—Como saben, estamos aquí reunidos para dar un importante anuncio que cambiará muchas cosas dentro de nuestro reino—le hizo señas a su esposa, la reina, para que se acercara a su lado—Mi adorado y único hijo, Han Jisung, heredero de Windhall contraerá matrimonio con el heredero de Ravenham, Hwang Hyunjin con la intención de unir lazos entre los reinos más poderosos, y además, darle a nuestro hijo un mejor futuro para que pueda reinar con sabiduría junto al príncipe Hyunjin.
Han Jisung… Minho se quedó quieto ante la mención de Jisung, diciéndose una y otra vez que era otra persona, que no se trataba del mismo Jisung con el que estuvo viéndose. Sus manos empezaron a hormiguear, balanceándose ansioso de un lado a otro sin saber hacia donde ver.
—¿De qué se trata de todo esto?—Félix tiró de la ropa de Minho para llamar su atención, tan confundido cómo él—¿De qué habla? Es una coincidencia, ¿cierto?
Minho no supo qué responderle porque él tampoco sabía qué era lo que estaba escuchando.
—Por favor, todos reciban con un fuerte aplauso a los próximos reyes—dijo el rey en voz alta, aplaudiendo con su esposa al mismo tiempo que se hacía a un lado para que todos pudieran ver a la pareja.
Y entonces Minho lo vio, vio a Jisung, su Jisung sonriendo ampliamente siendo sostenido delicadamente por Hyunjin, a su Jisung utilizando ropa elegante con el escudo de Windhall y la corona del príncipe. Desesperadamente quiso justificarlo, convencerse de que había un error, pero al verlo abrazarse a Hyunjin con fuerza, luciendo así de feliz a su lado, no supo darse a sí mismo una explicación.
Inconscientemente retrocedió, sintiendo que el aire le faltaba en ese lugar tan lleno de personas, sus manos se cerraron con fuerza alrededor del ramo de flores sin darse cuenta de que lo estaba dañando y enmudeció completamente, quedándose sin palabras y sin saber qué decirle a Félix quien se encontraba haciendo un montón de preguntas.
En ese momento no podía pensar con claridad, estaba bloqueado, lo único que supo hacer fue quedarse parado sin poder apartar la mirada, sin poder asimilar por completo que Jisung, el chico que lo hacía tan feliz era el hijo de los asesinos de sus padres.
—Estamos muy felices de anunciar oficialmente nuestro compromiso—Hyunjin empezó a hablar, escuchando más aplausos—Como príncipe y heredero de Ravenham, prometo cuidar muy bien de Jisung, además de hacer lo posible por Windhall que ahora será mi hogar también.
Más aplausos llenos de emoción se escucharon en todo el salón. Jisung sonrió hacia todos, hasta que su sonrisa se borró completamente al encontrarse con un par de ojos que no esperaba ver.
Un enorme nudo se formó en su garganta al mismo tiempo que su cuerpo se helaba completamente, sus ojos se cristalizaron en cuestión de segundos y su pecho dolió. Quiso correr hacia Minho, explicarle, pero en ese momento era imposible. Al notarlo afligido, Hyunjin vio a la misma dirección a la que Jisung estaba mirando, y su estómago se contrajo al notar que Félix estaba ahí parado, viéndolo fijamente con una expresión confundida y herida en su rostro.
Hyunjin apretó su agarre alrededor de la cintura de Jisung al sentirse así de ansioso, se sentía acorralado sin saber hacia donde ver o hacia donde ir, su voz se quedó estancada en su garganta y no pudo hacer nada más que quedarse en silencio mientras las personas les aplaudían. Podía sentir a Jisung nervioso a su lado, los dedos del menor golpeaban una y otra vez como clara señal de nerviosismo. Debían bajarse de ahí lo más rápido posible.
Carraspeó un poco antes de empezar a hablar:
—Sean bienvenidos y celebren con nosotros, estamos agradecidos de que hayan venido.
Ambos hicieron una reverencia y bajaron por un costado de la escalera. Jisung sintió sus piernas débiles y si no fuera porque Hyunjin estaba a su lado, posiblemente se habría caído. Su corazón latía con fuerza y el aire no llegaba bien a sus pulmones, se sostuvo del barandal de la escalera y las lágrimas empezaron a caer sin control.
—¿Qué hacían aquí? ¿Cómo supieron?—preguntó con la voz quebrada.
—N-No lo sé—Hyunjin estaba igual de sorprendido, su pecho dolía y odiaba no poder controlarlo.
—Yo debo… Debo buscar a Minho, hablar con él—Jisung se recompuso y bajó completamente las escaleras, sin embargo, su padre lo detuvo al final de éstas, haciendo una mueca al verlo tan desesperado y con lágrimas.
—Ahora debes hacerte cargo de los invitados—dijo el rey, poniéndose en su camino.
—No—negó de inmediato—Hazlo tú, este maldito compromiso no me importa, tengo cosas que hacer.
—¿Qué otras cosas debes hacer justo hoy?—preguntó su madre, frunciendo el ceño ante su aspecto.
—¡No les importa!—exclamó, haciéndolos a un lado para pasar—Ya hice mi parte, ahora voy a largarme de aquí.
La reina iba a protestar, pero su esposo la detuvo, dejando que su hijo saliera corriendo de ahí junto a Hyunjin con prisa, mezclándose entre las personas como si estuviera buscando a alguien. Entrecerró los ojos con sospecha y llamó a uno de sus soldados, debía averiguar qué estaba pasando.
—Sigue a Jisung hacia donde sea que vaya, procura que no te vea—ordenó.
El soldado asintió y se apresuró a seguirle el paso.
El rey Han estaba curioso, pronto sabría en lo que su hijo estaba metido.
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Cuando Jisung y Hyunjin desaparecieron de su vista, Minho solo pudo darse la vuelta e irse, no le importaba si en su camino empujaba a las personas, pero no podía soportar estar más tiempo ahí, de repente todo empezó a ser sofocante sin dejarlo respirar correctamente. Todavía seguía sin asimilar lo que acababa de ocurrir, tampoco estaba prestando demasiada atención, no se estaba fijando siquiera en si Félix y Eunha iban con él o se estaba yendo solo.
Al salir del castillo el aire fresco de la noche pegó con fuerza en su rostro, dándose cuenta así de que algunas lágrimas se habían escapado de sus ojos sin haberse dado cuenta. ¿Qué debía hacer? No tenía fuerzas ni siquiera para enojarse en ese momento, su corazón rompiéndose dolía mucho más.
Su Jisung iba a casarse, su Jisung era el príncipe de Windhall, su Jisung le mintió.
En busca de un poco de alivio, Minho corrió sin detenerse, metiéndose a los límites del bosque sin importarle que hubieran soldados por ahí. Por el momento nada importaba. Corrió con la intención de no convertir todo en un caos, corrió con la intención de esconderse de nuevo para no ser encontrado nunca más, solo quería estar solo, lejos de todos y sumergido en su propia tristeza.
Pudo sentir su cuerpo cada vez más helado, su piel se volvió más pálida y sus ojos cambiaron de nuevo a ese color negro penetrante que muchas veces causó terror. Estaba transformándose sin poder controlarlo gracias a la mezcla de sentimientos desequilibrados dentro de él.
Cuando por fin llegó a la mansión, abrió las puertas de hierro con un solo golpe, no se preocupó por cerrarlas; caminó a paso rápido y con la respiración agitada, vio el ramo de flores en su mano y su interior se llenó de enojo.
Sin ningún tipo de cuidado, tiró las flores al suelo y las destruyó, dejando que los pétalos se esparcieran de manera descuidada alrededor de sus pies, ahora sintiéndose humillado y patético, de seguro se veía como un completo idiota con ese ramo entre sus manos mientras Jisung anunciaba su compromiso con Hyunjin, ambos príncipes.
Entró a la mansión y todo estaba demasiado silencioso, subió las escaleras con lentitud, caminó hasta su habitación favorita, y solo ahí, en la soledad y oscuridad se permitió llorar, se permitió gritar de dolor mientras preguntaba en voz alta una y otra vez “¿por qué? “.
Sabía la respuesta, pero muy en el fondo no quería dar por hecho que Jisung nunca podría enamorarse de él, dar por hecho de que nunca sería feliz porque después de todo, no era más que el monstruo del bosque de Windhall.
Y para monstruos como él, no existía la felicidad.
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