19ও
Jeongin había olvidado por completo como era vivir en el oscuro bosque. Es cierto que estuvo saliendo seguido, pero no era lo mismo tener que quedarse ahí sin poder regresar a su habitación.
Fue su culpa, acceder a alimentarse dentro del castillo durante las noches fue quizás, su decisión más estúpida, pero ya no había vuelta atrás, habían sido descubiertos y tuvieron suerte de que los dejaran vivir. Pero según lo que escuchó algunas veces de Jisung, estar dentro del bosque sin un lugar en donde quedarse no era mucho mejor, corría el riesgo de morir en manos de los guardias por el solo hecho de ser una criatura mágica.
Eran vampiros, matarlos no sería tan sencillo, pero no estaría del todo confiado, los solados del castillo no eran novatos, y dada la situación a la que se estaban enfrentando, no dudaría que estuvieran armados con lo necesario para acabar con ellos.
Era un completo desastre.
—Somos fuertes, Jeongin, no nos pasará nada—trató de tranquilizar Chan, preocupado por la desesperación en el menor—No morimos como los demás, podemos pelear.
—Tú tienes un lugar al cual regresar en donde no te van a sacar—lo miró, refiriéndose a su hogar en Ravenham—Yo no, Chan—su voz se quebró levemente. Respiró hondo y exhaló—Yo no podré regresar nunca, he vivido muchísimos años ahí dentro y ahora no sé hacia donde ir. Mi familia ya no está y Jisung va a odiarme por siempre cuando se entere de lo que pasó.
—Regresa conmigo—ofreció—Ven conmigo a Ravenham, podremos conseguir un lugar dentro del pueblo, estarás seguro ahí.
Jeongin le sostuvo la mirada, pensando en que tal vez podría ser una buena idea. Irse de Windhall sonaba como una muy buena idea considerando su naturaleza. No estaba muy seguro de aceptar, estaría yendo a un lugar totalmente diferente y sin compañía, porque Chan en ningún momento le estaba ofreciendo quedarse con él, era el guardia personal del príncipe Hwang después de todo, su hogar era el castillo de Ravenham.
¿Realmente era tan importante que se quedara a su lado?
—¿Cómo haremos eso? No podemos acercarnos a los límites del pueblo, van a matarnos cuando nos vean... ¿Cómo vas a regresar a Ravenham?
—Debe de haber una manera, las criaturas mágicas todavía van hacia el pueblo así que debe de haber un camino en el que no hayan soldados—aseguró. Dentro del pueblo pudo reconocer a algunas hadas y brujas, lo supo porque el olor de las criaturas mágicas era perceptible para él, causándole cierto rechazo su sangre, muy diferente al olor de los humanos—La boda de Hyunjin será pronto... Cuando sea hora de regresar a Ravenham, nos iremos con él.
Jeongin dudó, tendría que dejar a Jisung y todo lo que tenía en Windhall. Pensó en pedir una oportunidad más para que lo dejaran quedarse, prometer que no volvería a hacerlo, pero siendo sincero consigo mismo, no estaba seguro de poder cumplirlo.
No quería dejar Windhall, era su hogar después de todo; por su propio bien debía irse, su naturaleza era demasiado peligrosa para quedarse en un lugar en donde estaba bajo la mira de todos.
—¿Qué hacemos mientras tanto?
—Sobrevivir—dijo, soltando un largo suspiro. Jeongin volvió a agachar la mirada. Se sentía culpable, él había causado que Jeongin sacara su lado salvaje solo por puro placer y ahora lo habían echado de su propio hogar; estaba consciente de ello, por lo tanto, era responsabilidad suya ayudarlo—Voy a protegerte, Jeongin, mientras estemos aquí prometo que nada va a pasarte.
El menor puso sus ojos cristalinos en Chan, asintiendo lentamente porque no tenía más opción que adaptarse a estar ahí durante un tiempo. No podía evitar sentirse de esa manera, en el castillo tenía todo y nada le faltaba, ahora, vivir en la incertidumbre no era para nada alentador.
Sin pensárselo mucho, se acercó a Chan y se refugió en sus brazos, recostándose sobre su hombro mientras lo rodeaba con fuerzas. Para él era raro, su relación con Chan era más pasional e intensa, algo meramente físico tomando en cuenta que demostraba cierto desagrado hacia él, dejándolos al margen de cualquier tipo de sentimentalismo. Por eso, abrazarlo se sintió extraño, más no desagradable, demasiado cómodo para su gusto.
En ese momento era lo único que necesitaba.
Chan se sorprendió, pero no se alejó, respondió él abrazo casi automáticamente, como si estuvo esperando ese tipo de contacto desde hace mucho. No podía negar que a veces, le gustaría que Jeongin fuera afectivo con él porque sin haberse dado cuenta, desarrolló sentimientos que no debía, pero claro que Jeongin no lo sabía, iba a rechazarlo de inmediato.
—Estaremos bien—susurró mientras acariciaba su espalda con lentitud, escuchándolo sollozar.
Era primera vez que lo veía llorar y no podía dejar de culparse, por eso, se prometió a sí mismo protegerlo, aunque eso significara dar su propia vida.
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La visita de los Hwang hace dos semanas no llevó más que problemas, al menos para Jisung y Hyunjin. No tener noticias de sus amigos y todo lo relacionado con sus familias los tenía con los nervios de punta, demasiado ansiosos a lo que podía suceder.
Los Han y los Hwang estuvieron en diferentes reuniones en donde el tema principal era la boda de sus hijos y los beneficios que eso traería, sin embargo, ni Jisung ni Hyunjin fueron incluidos en tales pláticas. Les parecía absurdo, querían saber qué planes tenían, pero nadie quería decirles algo al respecto. Hyunjin insistió con sus padres, pero ninguno tenía la intención de involucrarlo a pesar de que se trataba de su boda, de su futuro.
Pero luego de tanta incertidumbre, por fin una noche durante la cena, los Han decidieron que ya era hora hablar con su hijo al igual que los Hwang. Dejar pasar más tiempo no era conveniente para ninguno; los Han necesitaban el ejército y los Hwang estaban ansiosos por invadir el bosque de Windhall.
Jisung sintió el ambiente demasiado tenso, el sonido de los cubiertos moviéndose contra los platos lo hacía sentir nervioso en el silencio. Jugueteó un poco con su comida sin mucho apetito, demasiado expectante con Hyunjin a su lado que parecía estar igual.
—Hemos estado hablando...—el rey Han empezó a hablar, llamando la atención de todos los presentes—Y por fin llegamos a un acuerdo en cuanto a la boda.
—Sabemos que están ansiosos por saberlo—habló también el rey Hwang, sonriéndole cortamente a su hijo.
Pero Hyunjin no pudo sonreír de regreso, la idea de la boda cada vez empezó a importarle más que antes hasta el punto que llegó a odiar el pensamiento de tener que casarse.
—Decidimos que el compromiso se hará público dentro de dos días, por lo que los preparativos para la boda van a adelantarse.
Jisung sintió su corazón latir con fuerza, dándose cuenta de que su tiempo había terminado por completo.
Dos días, dos días era demasiado pronto, se suponía que debía pasar más tiempo, todavía no estaba listo para algo tan grande como eso, menos con Minho en medio de todo.
—Pero... Es muy pronto—la voz de Hyunjin se escuchó suave, sorprendido también por la noticia—¿No lo creen?—se dirigió a sus padres, pero ninguno respondió.
—Dadas las circunstancias, lo mejor es adelantar lo que teníamos previsto—el rey Han podía notar la inconformidad en su hijo, pero desde el principio le dio a entender que él no podía decidir nada sobre la boda, no podía hacer nada más que obedecer, por lo que su opinión no era relevante—El compromiso será en dos días, ya hay personas preparando sus trajes y toda la celebración.
Jisung bufó. Celebración, ¿cómo eso podría ser una celebración?
Luego de la noticia, todo volvió al silencio en el que estaba hasta que Jisung se puso de pie, hizo una reverencia ante los Hwang y se fue del comedor a paso rápido sin terminar de comer.
Inevitablemente pensó en Minho, y eso causó que su pecho doliera. Salió hasta el jardín del castillo y tomó asiento en una de las tantas bancas de piedra que decoraban el gigantesco jardín, su mirada se detuvo en el punto en donde hace años atrás estaba el rosal de rosas azules que vio en los recuerdos de Minho. Sonrió para sí mismo al imaginarse a un pequeño Minho corriendo entre las flores del jardín, un niño con un gran corazón que era amado por sus padres y los amaba de la misma manera.
Ahora, ese jardín era suyo al igual que todo lo que había dentro del castillo porque se les fue arrebatado a ellos.
Dejó de sonreír.
—¿Qué haré ahora?—susurró para sí mismo, agachando la mirada sin ser capaz de ser sincero.
No debería de ser tan difícil, lo que sentía por Minho era lo suficientemente fuerte para desear que él estuviera en su lugar otr vez, disfrutando del bonito jardín, disfrutando del castillo y portando la corona de heredero en el lugar que alguna vez fue su hogar. Pero no sabía cómo hacerlo, estaba tan aterrado de su reacción que automáticamente se negaba a hacerlo.
Estaba siendo egoísta, protegiendo sus propios sentimientos sin medir el daño que eso estaba casuando.
—En dos días nos vamos a comprometer, ¿no estás emocionado?
Jisung suspiró y rodó los ojos, no se sentía con los ánimos para bromear al respecto.
—¿Por qué debería de estar emocionado? Me casaré contigo.
Hyunjin sonrió y se sentó a su lado, soltando un suspiro también.
—No me importa si serás mi esposo—se encogió de hombros—Por eso vine, lo tuve claro desde el principio, pensé que tú también.
—Al menos uno de los dos no se siente tan miserable.
—También lo sabías... Que esto iba a pasar.
—No tan pronto—susurró, negando con la cabeza—Además, ¿qué hay de Félix? Pensé que te gustaba.
Hyunjin desvió la mirada y se quedó en silencio por unos segundos. Suspiró.
—Félix es alguien imposible—respondió cortamente, resumiendo todo lo que quería decir solo en eso—Es algo que no va a suceder aunque quisiera, así que solo lo dejaré atrás.
—¿Es así de fácil para ti?
—No lo es—negó de inmediato, esta vez viéndolo—A lo largo de mi vida nunca he sentido nada real por nadie, soltar nunca fue un verdadero problema para mí cuando me involucraba con alguien, pero ahora... Ahora ni siquiera yo sé cómo lidiar con mis propios sentimientos, a veces siento que voy a llorar—rió por lo bajo.
Hyunjin estaba sorprendido de sí mismo, aceptar algo como eso en voz alta se sentía demasiado extraño para alguien como él que no pensaba más allá de lo placentero. Habían demasiadas cosas en Félix que lo convertían en un chico totalmente diferente al resto, muchas veces le habría gustado quedarse a su lado más tiempo sin importar si solo estaban hablando o simplemente recostados en la cama sin decirse nada. ¿Por qué tuvo que involucrarse tanto? Sabía que no estaba yendo hacia ningún lado, que esos besos no serían para siempre, que su voz la escucharía solo por un tiempo, que su presencia sería momentánea.
Romper su corazón será su peor crimen.
—Al parecer si tienes corazón—bromeó el menor.
—Mejor cállate—lo empujó levemente con media sonrisa.
Ambos rieron suavemente y luego el silencio los envolvió, los dos inmersos en sus propios pensamientos sobre cómo dejar a atrás a dos chicos que confiaron en ellos.
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Habían pasado ya dos semanas desde que Minho no tenía ninguna noticia de Jisung.
Cada mañana despertaba y hacía su rutina habitual, terminando con salir al jardín a cuidar de sus flores bajo la brillante luz del sol; desde que se dio cuenta de cómo controlarlo, aprovechaba todo el tiempo que pudiera afuera de la mansión, estar adentro escondiéndose en la sombra ya no era parte de su día. Además, estando afuera podría ver más rápido a Jisung si es que llegaba, quería ser el primero en recibirlo.
La idea lo emocionaba, encontrarse con él otra vez generaba cierta alegría que no podía describir, por lo tanto, debía estar atento.
Por otro lado, también se dio cuenta de que los ataques cesaron, no escuchó nada más sobre ataques a los hombres lobo en su territorio o a las sirenas en el río como se suponía que harían. Era un gran alivio, pero aún así, el territorio de las hadas no volvería a ser el mismo después de que los hicieran huir de sus tierras.
Día a día podía notar que Félix iba mejorando, con la ayuda de Eunha, su nueva compañía en la mansión, se volvió un poco más sencillo, principalmente porque sabía que al ser un hada también, Félix no se sentiría demasiado solo. Cuando los veía convivir, pensaba en qué se sentiría poder convivir con más criaturas como él; tal vez podría ser menos solitario y se sentiría más comprendido, pero ¿habían más como él?
Rápidamente apartó esos pensamientos, ahora tenía a Jisung, alguien que a pesar de ser muy diferente, podían entenderse perfectamente.
—Minho.
El mencionado salió de sus pensamientos al escuchar su nombre a sus espaldas. Se giró y se encontró con la chica viéndolo con una corta sonrisa.
Ya no parecía temerle demasiado, y eso se sentía muy bien.
—Buenos días.
—Me preguntaba...—ella desvió la mirada, balanceándose suavemente sobre sus pies porque sabía la respuesta que obtendría, aún así, quiso intentar—Me preguntaba si podemos ir al pueblo por más comida.
Minho negó.
—No creo que sea bueno que vayan ustedes. Iré yo—dijo, tocando con sus dedos los pétalos de sus rosas, notando que ese día se veían más brillantes.
Eunha dirigió la vista hacia la misma dirección, dándose cuenta de lo delicado y cuidadoso que era Minho con sus flores. Cuando escuchó sobre el aterrador monstruo de la mansión sintió mucho miedo, todas las historias contadas por criaturas que alguna vez tuvieron un encuentro con él eran ciertamente aterradoras, pero ahora, viéndolo de cerca y conviviendo con él, no habría creído nunca que fuera alguien tan sensible, mucho menos alguien que se preocupara por ella sin conocerla tanto.
Suspiró, sabía que tendría esa respuesta.
—Ya no hay soldados dentro del bosque, solo en los límites.
—No sé si podemos confiar en ello totalmente—volvió a negar.
—Sé que podemos salir por la puerta escondida que tienen los hombres lobos en el límite, he ido por ahí un par de veces—mintió, tratando de convencerlo—Seríamos de mucha ayuda.
—¿Hablas de Félix y tú?
Ella asintió varias veces.
—Félix te pidió que me preguntaras, ¿no es así?—esta vez la miró, cruzándose de brazos.
Minho se hizo un poco a un lado y sus ojos se encontraron con los del menor viendo desde la ventana. Félix levantó la mano en forma de saludo y Minho solo pudo negar en desaprobación.
—Dijo que si preguntaba él, sería un rotundo no—suspiró, agachado la mirada—Creo que quiere salir de aquí aunque sea un momento.
—Pero el pueblo ni siquiera es una buena opción.
—Solo iremos por las compras y regresamos—pidió con súplica—Sabemos ser silenciosos, no llamaremos la atención. Esconderemos nuestros tatuajes y pasaremos muy desapercibidos.
Minho los vio a ambos, estrechando los ojos. Suspiró sonoramente y se rindió ante su petición.
—Una sola vez, luego de eso iré yo solo de nuevo, ¿está bien?
—¡Entendido!—sonrió ella, dándose la vuelta para regresar al interior de la mansión junto a Félix.
Sin dejar de verla, Minho sonrió, esperando no estarse equivocando solo porque los soldados habían dejado el bosque, de una u otra forma, era arriesgado.
Cuando estuvo totalmente solo, se sentó en el suelo frente a su rosal azul, feliz porque se veía sano y muy brillante, orgulloso de sí mismo por haberlo cuidado tan bien después de que los soldados casi destruyeron por completo el que tenía. A veces, pensar en eso le causaba un poco de tristeza puesto que tuvo ese rosal durante muchos años, pero no quería dejar que eso bajara sus ánimos, ahora tenía un rosal igual de hermoso que Jisung consiguió para él.
Todavía podía sentir a su mamá ahí.
Mientras apreciaba sus pétalos, una idea apareció en su cabeza que lo hizo avergonzarse levemente, creyendo que no podría funcionar, pero aún así, quería intentarlo porque creía que sería un lindo detalle.
Con una sonrisa entró a su mansión, encontrándose con Félix y Eunha hablando tranquilamente en el salón principal, guardando silencio tan pronto notaron su presencia.
—Yo, uhm...—jugueteó nerviosamente con sus dedos—Quería saber si me ayudan a elegir ropa para ir al pueblo.
Era vergonzoso, pedir algo así era exponerse ante sus acompañantes, pero eran los únicos que podían ayudarlo con su nula capacidad para verse bien.
—¿Cuál es la ocasión?—preguntó Eunha con una corta sonrisa.
—¡Es por Jisung!—sonrió ampliamente Félix, concluyendo demasiado rápido las intenciones del mayor al notar su sonrojo—¿Sabes en donde encontrarlo?
—No realmente—negó con la cabeza, un poco apenado—Pero podemos preguntar... Creo que Changbin podría saber algo.
—¿Changbin?—Félix frunció un poco el ceño—¿Hablas de Changbin, el hombre lobo?
Minho asintió—¿Lo conoces?
El menor apartó la mirada y asintió levemente en afirmación, recordando vagamente haberlo conocido años atrás cuando era más joven. ¿Cómo olvidaría al primer chico al cual besó?
—Él tiene un acceso secreto hacia el pueblo que los soldados no han descubierto. Iremos por ahí—explicó cortamente—Parece ser cercano a Jisung, tal vez él pueda decirme cómo encontrarlo.
—Bueno...—asintió el pelinaranja, tratando de no lucir demasiado interesado—Tal vez Hyunjin esté con él, ¿no lo crees?
—Creería que si—se encogió de hombros—También son cercanos. Una vez Jisung dijo que sabía en donde vivía Hyunjin, así que puedes preguntarle si lo encontramos.
Sonaba a un buen plan, Minho estaba decidido a intentar encontrarlo en el pueblo de Windhall y sorprenderlo, tomar la iniciativa por una vez para que Jisung se diera cuenta de que también estaba interesado en él.
Aunque ya era demasiado obvio.
—¡Veamos tu armario!—la pelinegra exclamó con emoción, levantándose del sofá—Claro... Si me dejas.
—Puedes entrar a mi habitación—permitió Minho. Todavía era un poco nuevo para él tener esa confianza con los demás, pero poco a poco iba avanzando, no debía cambiar de un momento para otro—Pero primero, quiero hablar con Félix.
Eunha asintió sin detenerse a preguntar, emocionada por ayudar a Minho en su importante misión para verse con el chico que le gustaba. Era inexplicable la manera en la que algo así podría animarla, nunca imaginó estar en esa posición con el conocido monstruo del bosque de Windhall, alguien a quien consideró malo por mucho tiempo. Ahora podía dar fe de que nada de eso era real y que los demás también debían conocer ese lado de Minho también.
Sin decir nada más, Minho salió de la mansión siendo seguido en silencio por Félix. Se detuvo y suspiró, cerrando los ojos para disfrutar nuevamente del aire y de la luz del día.
—Quiero obsequiarle algo a Jisung—dijo Minho después de un momento en silencio—Algo especial.
—Está bien, ¿qué quieres darle?—preguntó curioso, parándose a su lado.
—Cuando era un niño, mi mamá y yo cuidábamos mucho el jardín de donde vivíamos, cada flor tenía un cuidado diferente—empezó a hablar. Félix no comprendía porqué tocaba nuevamente ese tema, pero no lo interrumpió, manteniéndose atento—Ella me enseñó cómo hacerlo, pero olvidé muchas cosas porque estaba muy pequeño y algunas cosas parecen estar un poco borrosas ahora. Hasta que viniste aquí y me enseñaste cómo hacerlo otra vez.
Félix sonrió a medias, recordando lo difícil que fue en ese entonces llegar a convivir con Minho, siendo la jardinería una de las primeras cosas por las cuales Minho bajó la guardia con él para poder acercarse.
—Aprendiste muy rápido—halagó. Minho también sonrió orgulloso—Incluso creí por un momento que eras un hada del jardín por lo bueno que eres—rió.
—No recordaba lo mucho que me gustaba cuidar flores hasta que aprendí a hacerlo otra vez. Es por eso que quiero regalarle flores a Jisung.
—Me parece perfecto—estuvo de acuerdo—Es un lindo detalle.
—¿Crees que le guste?—preguntó con brillo indescriptible en sus ojos—Por ahora no puedo ofrecerle más... Me gustaría poder darle algo que realmente merezca, pero las flores son importantes para mí, ¿crees que él pueda verlo de esa manera?
Félix sintió un nudo en la garganta, ver a Minho tan ilusionado lo ponía sentimental, toda esa faceta sensible que por tanto tiempo escondió por fin se hacía presente y con seguridad podía decir que estuvo esperando por ese momento, sabía que un día pasaría. Como su amigo más cercano, su pecho se llenó de orgullo, odió cada vez que lo escuchó romper cosas debido a su enojo o las veces que lo escuchó llorar mientras se decía a sí mismo cuánto se odiaba.
Minho había florecido también.
—Jisung estará muy feliz—le aseguró con la voz un poco quebrada debido a su propio sentimentalismo. Aclaró su garganta antes de seguir hablando:—Estoy seguro de que amará cualquier cosa viniendo de ti... Te lo dije desde un principio, Jisung es diferente.
—Ayúdame a elegir entonces—pidió con una amplia sonrisa y con más seguridad—He decidido darle una de mis rosas azules... Pero no sé si vaya a gustarle, ¿tú que dices?
—¡Le va a encantar!—aseguró, caminando entre los senderos del jardín en busca de la combinación perfecta. Y claro que sabía cómo hacerlo.
Minho estiró su mano hasta tocar la rosa azul más brillante de su rosal, llevándolo a su niñez en donde hizo lo mismo por su madre. No quería parecer intenso, ahora Jisung también sabía sobre su pasado y lo importante que eran esas rosas para él, esperaba que pudiera darle la misma importancia. Vio a su alrededor como Félix corría entre las flores de su jardín, luciendo tan alegre como siempre, llenándolo de alivio porque odiaba verlo triste.
Deseaba poder encontrar a Jisung, deseaba hacerle saber lo que sentía por él y lo mucho que había mejorado gracias a él, dejar que pase más tiempo solo se sentía sofocante. Tal vez era demasiado rápido, más no esperaba escuchar lo mismo de inmediato, por ahora, poder decírselo era lo más importante a pesar de su evidente timidez; la satisfacción de poder decir por primera vez que podría estar enamorado era más de lo que algún día creyó poder hacer.
Jisung le había regalado algo muy valioso sin haberse dado cuenta. Le regaló la capacidad de sentir algo más que solo odio, rencor, dolor y enojo.
Gracias a él, ahora podía amar.
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jajan't
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