13ও
Jisung estaba consciente de que lo que su padre estaba haciendo era demasiado cruel e iba más allá que solo imponer orden dentro de Windhall, la decisión de castigar con muerte a todas las criaturas mágicas que sean descubiertas en el pueblo o yendo hacia el pueblo sobrepasaban los límites.
Con cada palabra que Jisung decía, Félix no podía evitar sentirse ansioso y preocupado, porque si todo era verdad, entonces tendría que buscar otra manera de conseguir comida. Ese pensamiento le aterraba, tener que arriesgar su vida por algo de comer sonaba demasiado cruel y desconcertante, ¿no había bastado ya con haberlos sacado de sus hogares? Simplemente no podía creerlo.
—Unos cambia formas entraron al castillo viéndose como dos empleados—explicó Jisung superficialmente y sin detalles para no crear demasiada sospecha—Todavía no saben las razones, pero el rey está tomando sus precauciones.
—¿Precauciones?—Minho rió, negando con la cabeza—No está tomando precauciones, solo busca deshacerse de nosotros para sentirse seguro.
—¿Nos van a matar?—Félix preguntó, aterrado.
—No si buscamos otras alternativas—dijo Hyunjin, tratando de calmar al menor que parecía estar al borde del llanto—Los soldados no pueden atacar el bosque solo porque sí.
—No creo que debamos confiarnos en eso, atacar en los límites del bosque ya es un paso hacia algo más grande—Minho cerró las manos en un puño, impotente.
—Tengo que avisarle a las hadas—se levantó Félix—Ellas también salen del bosque de vez en cuando por algo de comer, no podemos perder mucho más tiempo o sino-
—Félix—llamó Minho, interrumpiéndolo—Primero necesito que te calmes, ¿está bien?—el menor asintió lentamente, tomando asiento de nuevo mientras respiraba profundamente—No volverás al pueblo de Windhall—siguió hablando, está vez viéndolo—No sabemos en qué partes están los soldados y si te ven, van a atacarte.
—No quiero eso—negó varias veces.
—Entonces no te alejes mucho—suspiró, sintiendo sus manos picar—Por la comida no te preocupes… Tendré que ir yo—no podía evitar sentirse ansioso al respecto, ir al pueblo no era una idea que lo hiciera sentir emocionado. De igual manera, debía encontrar la manera de evadir a los soldados y descubrir en donde estarían ubicados.
—Yo sé de un lugar que conecta con el pueblo—Jisung habló en voz baja, obteniendo la mirada de todos los presentes. Se debatió unos segundos sobre si seguir hablando puesto que había una posibilidad de que les negaran el paso, pero a esas alturas, debía tomar cualquier oportunidad—Es subterráneo… Pero no es seguro que nos dejen pasar por ahí.
—Puedo arriesgarme—asintió Minho—Podemos intentarlo.
—Yo puedo acompañar a Félix e ir con las hadas—se levantó Hyunjin, decidido a ayudar aunque sea un poco—Tampoco me gustaría que fuera solo.
Dudoso, Minho asintió, no tenía más opción que dejarlos ir juntos, especialmente porque no podía acompañarlo él mismo durante el día, además, las demás criaturas no confiaban en él por su arruinada reputación, por otro lado, Félix era mucho más sociable y conocía mejor sus zonas, por lo que dejarlo ir era mucho más factible.
—Vamos entonces—Félix se puso de pie nuevamente a un lado de Hyunjin, sintiéndose un poco más tranquilo debido a la seguridad que sentía estando con él—No te preocupes, Minho, seremos rápidos.
Minho asintió de nuevo sin oponerse y en silencio, dándole una mirada de advertencia a Hyunjin antes de que ambos salieran de la mansión.
—No puedo salir durante el día—Minho rompió el silencio después de unos segundos estando solos, sintiendo sus manos sudar—Por eso no puedo acompañar a Félix aunque quisiera.
Jisung ladeó la cabeza un tanto confundido por lo que acababa de decir, un poco desconcertado por el tema que salió de repente.
—¿A qué te refieres?—preguntó, viéndolo a su lado.
Minho suspiró, girándose levemente para vverlo de frente Por un momento se arrepintió, hablar sobre su maldición lo hacía sentir avergonzado porque creía que eran demasiadas cosas que estaban sobre él, además, estar limitado a mantenerse dentro de la mansión no era algo de lo que gustara jactarse, muchas veces ha deseado poder salir a su propio jardín durante el día, ver de cerca el brillo de sus flores bajo la luz del sol y disfrutar del clima en días cálidos, pero no, no podía permitirse algo como eso.
—Me refiero a que la luz del día me quema… Es parte de todo esto que soy—sonrió avergonzado hacia el pelinegro—Mi piel empieza a doler hasta que se quema—agachó la mirada hacia sus manos en su regazo.
Mientras hablaba al respecto, Minho no pudo evitar pensar en lo que había pasado hace días cuando Jisung besó su mejilla en el festival; el día en el que se expuso y su piel se quemó, pero desapareció en cuestión de minutos. Cuando analizó la situación, llegó a la vaga conclusión de que tal vez, solo tal vez, el efecto que tenía Jisung en él era lo que había causado que el daño ocasionado en su pield esapareciera en corto tiempo y sin dejarle cicatriz.
Aferrarse a eso le resultaba desalentador en cierta manera, porque si tenía razón, significaba que sentía algo mucho más fuerte por Jisung, y esa realidad en lugar de hacerlo sentir bien, le aterraba.
Alguien como Jisung no merecía a alguien tan arruinado como él.
—¿Es por eso que usas esa máscara?—preguntó sutilmente, arriesgándose a obtener una reacción negativa, pero en su lugar, Minho simplemente negó con la cabeza de manera tranquila.
—Tengo otros motivos—apartó la mirada, dejando ese tema de lado, no quería alterarse por algo así—Aún así, quiero intentar algo.
—¿De qué se trata?
Sin darle una respuesta, Minho se levantó del sofá y con pasos rápidos caminó hacia la puerta, deteniéndose justo frente a esta. Dudó un momento, cayendo en cuenta de que si lo que estaba pensando no funcionaba, realmente se haría mucho daño, sin embargo, tenía una pequeña y latente esperanza de que después de tanto tiempo, por fin podría salir de la mansión.
Cerró los ojos con fuerza y con el poco valor que tenía, abrió la puerta, saliendo por fin hacia el jardín delantero.
Asustado, Jisung corrió hacia él, tomándolo del brazo. ¿Cómo se le ocurría solo salir si acababa de decirle que no podía hacerlo?
—¡Minho!—lo llamó, notando apenas como algunas partes de su piel empezaban a enrojecer. Agarró su brazo para llevarlo de regreso, sin embargo, Minho no se movió, se mantuvo en la misma posición—¡No hagas esto!—exclamó con temor, escuchándolo quejarse.
Cuando su piel empezó a doler un poco más, Minho decidió que era suficiente y dejó que Jisung lo llevará hacia la mansión de nuevo. Ciertamente, su piel no se veía bien, algunas quemaduras leves eran visibles, más no parecían ser del todo graves; tal vez podrían dejar una cicatriz.
—¿Qué es lo que te pasa?—Jisung le preguntó, molesto y preocupado—¡Acabas de decirme que no puedes salir durante el día y lo haces!—lo regañó. Caminó a paso rápido hacia la cocina en busca de algo que pudiera ayudar a que el enrojecimiento en su piel y el dolor disminuyera.
Minho notó de inmediato la preocupación en él al exponerse al peligro, y fue eso lo que lo hizo sentirse conmovido, lo hizo sentir importante. Una sonrisa se formó en sus labios cuando se dio cuenta de que las quemaduras y el daño había desaparecido casi en su totalidad, dejando solo un rastro casi invisible de lo que acababa de pasar, confirmando así, que los sentimientos que Jisung causaba en él eran lo suficientemente fuertes para desaparecer el dolor.
Jisung apareció momentos después con algunas cosas en sus manos, dándose cuenta de que Minho ahora estaba sonriendo. Se acercó y dejó las cosas sobre la mesa de centro, tomándose el tiempo para revisar sus brazos y la parte expuesta de su rostro, deteniéndose en sus ojos.
—Ya no hay nada… ¿Todavía te duele?—preguntó en voz baja sin soltarlo, acariciando con su pulgar su mejilla en donde estaba lastimado hace unos minutos.
Minho negó, todavía sonriendo.
Sin previo aviso, Minho rodeó su cuerpo en un abrazo inesperado que lo tomó por sorpresa sin dejarlo reaccionar, causándole un cosquilleo en el pecho sin saber exactamente como describirlo. En silencio hizo lo mismo, regresándole el abrazo en total silencio, escuchándolo suspirar segundos después.
—Gracias—fue lo único que dijo, descansando en su hombro, sintiendo el nudo formándose en su garganta debido al alivio—Gracias…—volvió a susurrar, aferrándose con más fuerza.
Jisung no estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando, sin embargo, no quiso apartarse ni cuestionar nada por el momento, saber que Minho se sentía bien, era más que suficiente.
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El camino desde la mansión hacia la zona de las hadas era un poco largo. Félix habría llegado más rápido si no fuera porque iba con Hyunjin, no tenía la fuerza suficiente para a llevarlo sobre los árboles, de igual manera, a pesar de la situación, su compañía lo hacía sentir un poco menos asustado, distrayéndolo vagamente de la realidad a la que ahora debían enfrentarse.
—¿Por qué vives con Minho y no con las hadas?—preguntó Hyunjin después de un rato caminando sin decirse una palabra.
No podía imaginar cómo alguien como él estaría viviendo con Minho, el monstruo al que todos temían en el bosque y en el pueblo. No conocía muy bien a Minho, y lo poco que sabía de él no lo hacía lucir como un monstruo tan aterrador, sin embargo, tenía la sensación de que si lo decían, debía de haber un motivo tras todo eso.
La pregunta tomó por sorpresa al pelinaranja, más no se sintió incómodo.
—Hace unos años vivía con mis padres en la zona de las hadas—empezó a explicar sin mirarlo, atento a su camino—Pero las cosas se pusieron tensas entre nosotros, al principio creí que podría soportarlo porque son mis padres, pero después de un tiempo se cansaron de mi—sonrió débilmente, recordando como habían terminado las cosas en su familia—Tenía dieciséis años nada más, estaba en mi peor etapa de rebeldía y no supieron cómo lidiar con eso. Acepto que causé muchos problemas, pero nunca recibí consejos de su parte.
—Entonces te fuiste—concluyó Hyunjin. Félix asintió—¿Por qué Minho fue una buena opción en ese momento? ¿No sabías nada sobre él?
—Si sabía—confirmó—Escuché muchas cosas sobre él y la mansión, pero después de andar sin rumbo dentro del bosque me metí en problemas con unos cambia formas adultos, se pusieron violentos y me escondí en la mansión sin darme cuenta—su piel se erizó con solo el recuerdo, obviar esa parte de su vida era mucho más fácil que hablarla.
Félix hizo muchas cosas peligrosas durante su adolescencia, pero al estar solo y sin ayuda dentro del inmenso bosque, no se dio cuenta en qué momento entró al terreno de los cambia formas. Él no conocía nada a las afueras del territorio de las hadas, así que perderse se le hizo demasiado fácil y es por eso que, al darse cuenta de donde se encontraba, quiso salir de inmediato.
Bajo el brillo de la luna caminó entre los árboles con mucho silencio, pero al parecer, eso no fue suficiente porque no se percató de que alguien más iba con él.
—¿Qué tenemos aquí?—una voz lo sobresaltó, haciéndolo girar sobre sus pies.
—Parece ser un hada—dijo otro, obstaculizando su paso.
—Y muy joven—sonrió el que parecía ser el mayor de todos.
Eran tres, y todos estaban rodeándolo.
Huir en ese momento no fue tan fácil después de la golpiza que le dieron por estar en otro territorio, pero aún así, logró llegar hasta una vieja y oscura mansión, creyendo que ahí podría ocultarse el tiempo suficiente hasta que se alejaran de la zona. Preso de su propio miedo, ignoró completamente el aspecto del lugar, manteniéndose en silencio entre los arbustos del tétrico jardín, escuchando a lo lejos las voces de los cambia formas, buscándolo.
—¿Quién eres tú?
Félix se sobresaltó, su piel se erizó por completo y sus lágrimas salieron sin poder detenerlas, creyendo que esta vez, no tenía hacia donde huir.
—Por favor no me hagas daño—suplicó, abrazando sus piernas contra su pecho sin ver en su totalidad al dueño de esa voz—Perdón por estar aquí—su voz era temblorosa, su cuerpo tenía escalofríos.
—Vete—gruñó molesto, se dio la vuelta y se alejó.
Félix limpió sus lágrimas y se asomó un poco para ver si era seguro salir de ahí, pero otra vez, los cambia forma aparecieron a lo lejos, los tres deteniéndose frente al portón de hierro que rodeaba la mansión.
Entraron sin dudarlo, seguros de que lo encontrarían ahí, pero se detuvieron al encontrarse con alguien más impidiéndoles el paso hacia el jardín delantero de la mansión.
—¿Quién les dijo que podían entrar?
—Estamos buscando a alguien, ¿no lo has visto? Tiene el cabello naranja y es un poco bajo.
El miedo llenó a Félix por completo, definitivamente había cometido un terrible error al salir del territorio de las hadas, nunca pensó que se encontraría en esa situación, y a esas alturas, ya no podía ir hacia ningún lado.
—No lo he visto, váyanse—respondió, dándoles la espalda.
Uno de los cambia formas sonrió de lado, creyendo que no estaba diciéndole la verdad; caminó tras él y lo empujó, molesto por mentirle.
—¡Sé que está aquí!—le gritó, empujándolo de nuevo—Deja de esconder a esa estúpida hada.
El chico cerró ambas manos en un puño, llenándose completamente de enojo. Se dio la vuelta y el rostro de los cambia formas cambió a una más sombría.
—¿Qué mierda…?
—Les dije que se fueran—su voz se escuchaba más profunda, sus ojos negros eran notorios y su aspecto parecía el de un monstruo con garras sobresalientes.
Con fuerza agarró del cuello al que estaba provocándolo, elevándolo del suelo sin darle oportunidad de respirar.
—¡Déjalo, vas a matarlo!—intervino otro de ellos, temiendo acercarse.
—Váyanse y no regresen—susurró con voz profunda, apretando su cuello con más fuerza hasta que después de unos segundos, lo soltó sin cuidado alguno, dejándolo caer.
El cambia forma empezó a toser por la falta de aire a sus pulmones y tan pronto pudo recuperarse, salió corriendo de ahí sin mirar atrás, siendo seguido por los otros dos.
Félix logró ver todo desde su lugar, atónito por lo que acababa de pasar, realmente creyó que iba a delatarlo, pero al contrario, lo ayudó.
—Gracias—dijo cuando se acercó, saliendo de su escondite.
—Tú también vete—respondió a secas, acercándose a la entrada principal de la mansión.
—No tengo a donde ir—caminó tras él, siendo cuidadoso.
—Ese no es mi problema.
—Me llamo Félix, soy un hada.
—¡Eso no me importa!
Y cerró de un portazo, dejándolo solo en el exterior y en la oscuridad de la noche.
Con el paso de los días, Félix descubrió que su nombre era Minho, también descubrió algunas cosas con solo observarlo; pasó mucho tiempo antes de si quiera dirigirle la palabra, pero era más que suficiente que lo dejara quedarse aunque sea en su jardín, eso era mucho mejor que caminar sin sentido en el bosque.
Solo fue cuestión de tiempo para que Minho aceptara a Félix dentro de su mansión.
—Confiaste demasiado sabiendo que era alguien peligroso.
—No lo es, pudo haberme entregado a esos cambia formas—negó de inmediato—Nunca me ha hecho algo a mi y desde ese momento supe que no lo haría—se encogió de hombros, viendo a lo lejos que ya estaban cerca de su destino—Por el contrario, me ha protegido en muchas ocasiones.
Hyunjin asintió, pareciéndole interesante el nivel de relación entre ambos, dándose cuenta de que en cualquier situación, Minho protegería a Félix.
—¿Ya llegamos?—preguntó al verlo detenerse, dejando el tema de antes atrás.
Félix asintió en silencio, sintiéndose ansioso después de tanto tiempo sin estar en el territorio de las hadas. La vaga idea de que vería a sus padres causaba que su estómago se revolviera y que su pecho se oprimiera.
—No he visto a mis padres desde hace cuatro años… No sé nada de ellos y no sé si quieran verme tampoco.
—Tranquilo, solo habla con quien tengas que hablar y nos vamos—tomó su mano sutilmente, dándole un apretón—No tienes porqué verlos si no quieres hacerlo.
Félix asintió, sintiendo su mano cosquillear junto a la de Hyunjin, ahora un poco más tranquilo que antes.
—Vamos.
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Al caer el atardecer, Minho le aseguró a Jisung que ya podía salir de la mansión sin problemas y aunque Jisung insistió en salir un poco más tarde, comprendió que tal vez, durante la noche sería más peligroso ir, así que aceptó.
Durante el camino, sorprendentemente, Minho se mantuvo un tanto platicador, no se notaba tenso o molesto, tampoco preocupado a pesar de que la situación no estaba del todo bien, solo buscaban una pequeña distracción. Por su lado, Jisung estuvo atento, escuchando cada cosa que le decía mientras se hacía paso a través de los árboles, su alrededor oscureciendo cada vez más.
A Minho le gustaba hablar con Jisung y a Jisung le gustaba escucharlo.
—Estamos cerca del límite del bosque—avisó Minho luego de un momento de silencio entre los dos—¿Hacia dónde debemos ir?
Jisung vio a su entorno, reconociéndolo.
—Ven por aquí—sin preguntar tomó su mano, guiándolo a paso rápido hacia otra dirección.
Esa acción no debió ponerlo nervioso, pero Minho no podía evitar sentir ese cosquilleo en su pecho.
Jisung sintió a Minho aferrarse a su mano, dándole a entender que no quería que lo soltara. Sonrió para sí mismo, un poco emocionado por la calidez que eso le provocaba.
—¿Seguro que sabes en donde es?—cuestionó Minho.
—Claro—asintió, a pesar de no estar del todo seguro—Tú solo camina conmigo.
Obedeció, pareciéndole un poco extraña la ruta que Jisung había decidido puesto que por esa zona acechaban algunas criaturas, en especial, cambia formas molestos.
—Es por ahí—señaló Jisung, soltándose de su agarre para correr hacia la entrada escondida entre las plantas, pareciendo una gran cortina de hojas.
—¿Cómo sabes de este lugar?
—Tengo un amigo—respondió cortamente sin entrar en detalles—He utilizado esta vía solo una vez, así que no estoy seguro de si nos deje usarla para ir al pueblo sin ser vistos.
—Espero que si, sino, tendré que arriesgarme por la misma ruta de siempre porque definitivamente, Félix no regresará al pueblo.
—Lo sé—asintió comprensivo—Prometo que haré lo posible, tú solo espera aquí.
—Quisiera ir contigo, no irás solo a ese lugar.
—Hablaré primero con él, ¿si? Vendré en unos minutos. Si vez a alguien del castillo, escóndete.
Insatisfecho, Minho asintió, alerta a cualquier cosa que pudiera pasar mientras tanto.
Jisung caminó con sigilo hacia la cortina de hojas que escondía el acceso a la entrada subterránea. Hizo a un lado algunas hileras de hojas, dejando a la vista la puerta.
Muchas cosas malas podrían suceder por lo que estaba a punto de hacer, especialmente porque Changbin le había mencionado que esa vez lo dejó pasar porque sus compañeros no estaban, así que habían altas posibilidades de que esta vez, si estarían ahí, y de ser así, estaría en grandes problemas.
En problemas porque todos sabían que era el príncipe y posiblemente armarían un escándalo al respecto.
Tras inhalar y exhalar algunas veces, se atrevió a abrir la puerta que para su suerte, estaba sin seguro. En silencio se hizo paso al interior, encontrándose con el vivero siendo iluminado por una tenue luz. Sin detenerse a mirar demasiado, caminó entre el montón de flores exóticas y de venta ilegal que Changbin tenía en ese lugar, notando que habían más que la última vez. Siguió caminando hasta dar con la puerta que conectaba con la habitación de armas, agarró el pomo y la giró, encontrándose con que estaba con seguro; se acercó a esta y pegó la oreja en la fría madera, tratando de escuchar si había alguien en el interior.
Un suave murmullo era audible, pero nada que le diera indicio de que realmente había alguien al otro lado. Se pegó mucho más para escuchar mejor e identificar los ruidos del interior, pero un jadeo sorpresivo salió de sus labios al caer directamente al suelo cuando la puerta fue abierta, poniendo sus manos como apoyo para no lastimarse.
—¿Qué haces aquí y quién eres?
Jisung elevó la mirada y su respiración se cortó al encontrarse con al menos cinco chicos apuntándolo con armas, todos con miradas feroces y cicatrices en sus rostros, dándoles un aspecto más aterrador.
—¡Responde!—exclamó uno de ellos, Heeseung, golpeándolo para hacerlo hablar.
—Quiero hablar con Changbin—dijo apenas y con la voz temblorosa, agachando la mirada, tratando de no enfocarse en el ardor de su piel.
—Respuesta incorrecta—dijo otro, Asahi, levantándolo del suelo con un fuerte agarre en su brazo para estamparlo contra la pared sin cuidado alguno—Otra vez. ¿Qué haces aquí y quién eres?
En ese momento, Jisung no podía empezar a llorar aunque quisiera hacerlo, esos chicos parecían realmente ser personas peligrosas, agregando que todos estaban armados y dispuestos a hacerle daño.
—Soy Jisung—respondió sin mirarlos. Mientras más los miraba, más intimidado se sentía.
—¿Cómo el príncipe?—rió otro de ellos, Mingi, acercándose con una sonrisa ladina.
No respondió.
—¿Cómo conoces a Changbin?—siguió hablando, tomándolo del mentón para obligarlo a verlo.
—Somos amigos desde hace años.
—Que raro, nunca mencionó algo sobre ti.
—De todas formas, no sabrá que estuviste aquí—lo apuntó de nuevo con el arma, esta vez en su frente, sintiéndolo temblar bajo su agarre—Entenderás que los intrusos no son bienvenidos, especialmente si conocen este lugar.
Jisung cerró los ojos con fuerza, sintiendo como poco a poco toda su esperanza desaparecía. Realmente había sido demasiado estúpido, debió suponer que algo así pasaría desde el momento en el que puso un pie dentro de un lugar en el que hacían cosas ilegales.
Y como si fuera un milagro o un acto divino del destino, alguien más apareció.
—¿Qué hacen?
Una voz conocida se escuchó dentro de la habitación y sólo así, Jisung pudo abrir los ojos de nuevo, encontrándose con la expresión confundida de su amigo.
—¿Jisung?—lo miró más de cerca, haciendo a un lado a sus compañeros—¡Suéltenlo!
Inmediatamente, Mingi lo soltó y bajó el arma. Jisung cayó al suelo y respiró por fin, sintiendo sus ojos arder y su pecho doler por el miedo.
Changbin se agachó a su altura y palmeó su hombro, dándole tiempo para recuperarse.
—¿Estás bien? ¿Qué mierdas haces aquí?
—Quería hablar contigo—respondió en voz baja.
—¡Pudiste haber entrado a la panadería como alguien normal!—regañó levemente, ayudándolo a ponerse de pie. Vio a sus compañeros y frunció el ceño—¿Acaso no conocen al príncipe o qué? ¿No se dan cuenta de los problemas en los que estaríamos si le hacen algo?
—¿Eso te preocupa?—rió incrédulo un pelirrojo—Acaba de entrar por el lado del bosque, ¡de seguro quiere a delatarnos!—volvió a apuntarlo con su arma.
—San, baja esa mierda ya—ordenó con voz dura—Está de nuestro lado, yo le enseñé este acceso.
—Demasiado idiota de tu parte—murmuró, guardando el arma en la parte trasera de su pantalón.
—¿Y qué más da que sea el príncipe?—gruñó el pelirosa, Yeonjun—¿Qué nos asegura que no irá corriendo a contarle todo a los reyes? Después de todo, ya nos echaron de Windhall.
—Estoy en contra de esas estúpidas leyes—dijo Jisung después de un rato tranquilizándose—Quisiera que todas las criaturas mágicas caminen libremente otra vez. Entiendo que estén asustados, pero también deseo que las cosas cambien.
—Con desearlo no haces nada.
—Ya déjalo en paz—interrumpió Changbin—Yo confío en él, así que les pido que no le hagan daño.
Jisung lo miró sorprendido, tomando sus palabras como algo realmente importante. Haría todo lo posible por mantenerlo de esa manera.
—¿Por qué entraste por ahí? ¿Qué hacías en el bosque?
—Los reyes incrementaron el castigo en contra de las criaturas mágicas…—empezó a hablar, obteniendo la total atención de los presentes—Si los ven salir del bosque, los soldados tienen la orden de matarlos sin detenerse a preguntar.
El silencio se mantuvo por unos momentos, todos viéndose entre sí con cierta sorpresa, más no parecían asustados y si lo estaban, lo escondían muy bien.
—Conozco a algunas criaturas del bosque que necesitan salir del bosque para conseguir comida, así que creí que podrían usar este acceso—terminó de explicar, expectante a sus reacciones.
—Jisung, si esto es cierto, todos estamos en peligro—Changbin lo miró con preocupación, caminando de un lado a otro.
—Mis padres están decididos a tomar esa carga, pero no puedo dejar a las criaturas del bosque… Algunos iban hacia el pueblo de vez en cuando por algo de comer.
Changbin debía pensar muy bien en su respuesta, además, necesitaba tomar una decisión con sus compañeros porque después de todo, era algo que los involucraba a todos a pesar de que el lugar era suyo.
—Tenemos que hablarlo—dijo, viéndolos asentir—Usar este acceso nos pone en riesgo y nos expone, este lugar es nuestro escondite.
—Entiendo—asintió—¿Puedo decirte algo en privado?
Changbin asintió, saliendo de esa habitación hacia el vivero para tener un poco más de privacidad.
—Necesito que oculten que soy el príncipe—pidió directamente, obteniendo un ceño fruncido de su parte—Dile a tus compañeros que nunca le digan a nadie quién soy, que nunca digan algo sobre que estuve aquí.
—¿Puedo saber por qué?
—Quiero mantenerlo así por ahora… Conozco a algunas criaturas mágicas en el bosque y prefiero que no lo sepan por el momento.
—Está bien, puedo hacer eso—asintió, encogiéndose de hombros.
—También tengo una oferta.
—Adelante.
—Puedo pagar por el favor que les estoy pidiendo—aseguró—Puedo pagar lo que quieran, solo digan cuánto.
—¿De verdad es así de importante?
Jisung pensó en Minho y Félix, también pensó en todas las criaturas del bosque que vivían a expensas de lo que podían conseguir y no podía ignorarlo, no podía hacer como si nada estaba pasando cuando eran sus padres los causantes de todos los problemas. Tal vez como príncipe no podía hacer nada en cuanto a las decisiones porque dentro del castillo, su palabra no valía nada, pero si que podía utilizar sus recursos para ayudar aunque sea en lo mínimo.
Asintió.
—Si lo es.
Changbin asintió también, tomando en cuenta su propuesta, dispuesto a hacer lo posible para que sus compañeros aceptaran la oferta.
—Vuelve mañana, te daremos una respuesta por la noche.
Jisung sonrió, agradecido y aliviado por la pequeña esperanza en lugar de una negativa definitiva. Dentro de su misma emoción, Jisung abrazó a Changbin, mostrándole cuan significativo era eso para él, obteniendo una respuesta de inmediata de su parte, rodeándolo también con ambos brazos.
—No importa si se niegan, gracias por intentar—le dijo, sintiendo sus ojos cristalizarse ante la ola de emociones que todo eso le causaba.
—No te preocupes, Jisung—acarició su espalda—Sé que tienes buenas intenciones.
Cuando volvió a calmarse, Changbin acompañó a Jisung hacia la salida del bosque, dejándolo en la puerta oculta.
—Por fin… Estaba a punto de entrar a buscarte—Minho lo recibió, saliendo de su escondite. Rápidamente notó la presencia de alguien más e inconscientemente se puso a la defensiva.
—Mira, Minho, él es Changbin, un amigo de la infancia—Jisung habló al notarlo tenso—Y él es Minho, un amigo con el que me estoy quedando estos días—los presentó.
—Es un gusto. Puedo ver que eres una criatura, ¿qué eres? Sé que no eres humano.
Minho no respondió, bajando la guardia.
—Yo soy un hombre lobo—siguió hablando, dejando de lado su pregunta—Haré lo que pueda por ayudar, no te preocupes. Agradece que Jisung es lo suficientemente increíble para tomar el riesgo de entrar a este lugar él solo—rió—De todas formas, creo que será posible.
En silencio, Minho asintió, sintiéndose ciertamente intimidado por ese chico que parecía ser demasiado seguro de su naturaleza, demasiado seguro con todo. Ojalá pudiera decir eso de sí mismo.
—Nos vemos, Jisung—se despidió del menor con un rápido abrazo, regresando por la misma puerta.
Jisung sonrió.
Cuando desapareció de su campo de visión, Minho se dio la vuelta y caminó en sentido contrario hacia la mansión siendo seguido por Jisung.
—¿No es agradable?—le preguntó, caminando a su lado—Changbin es un gran chico, todavía no hay una respuesta definitiva, pero me conformo con que va a intentarlo.
—Si… Es agradable—respondió en voz baja.
¿También soy agradable?
—Les dije sobre los soldados, creo que ayudarán a que los demás se enteren.
No respondió.
¿Qué es lo que soy exactamente?
—Podré ayudarlos también, tal vez no tengan que ir hasta el pueblo, puedo yo hacer las compras y pueden pasar a recogerlas en ese acceso, ¿no crees que también es una buena idea?
—Lo es.
Era un humano. Solía serlo hace años.
—Muy bien—Jisung sonrió, quedándose en silencio.
Minho quisiera dejar de pensar tanto las cosas, pero nunca le habían preguntado qué era él. Félix podía decir que era un hada, Beomgyu podía decir que era un cambia formas, Changbin podía decir que era un hombre lobo, ¿pero él?
¿Qué era él?
—Soy un monstruo—concluyó, deteniéndose sin más, respondiendo sus preguntas en voz alta—Eso es lo que soy.
Jisung se detuvo también, confundido por sus palabras.
—¿De qué hablas, Minho?
El mayor se giró hacia él y lo miró directamente.
—¿Qué soy yo?
Jisung no entendía hacia donde iba esa pregunta, tampoco entendía la expresión herida en su rostro.
—Minho, ¿qué es lo que pasa?—tomó sus manos, pero este se soltó de inmediato. Jisung vio sus manos sueltas y la preocupación se hizo presente ante la reacción
—Si tuvieras que decir qué criatura soy, ¿qué responderías?
—Yo… Yo no lo sé—respondió a medias, sin saber qué decir exactamente.
—Soy un monstruo… Tú eres un humano, Félix un hada y yo un monstruo—su voz se iba apagando con cada palabra que salía de su boca—Eso es lo que soy—murmuró lo último, agachando la mirada.
—No lo eres—negó Jisung, elevando su rostro hacia él.
—¡Si lo soy!—exclamó, el dolor y la vergüenza mezclándose—¡Solo mírame!
Sus ojos se tornaron completamente negros y su piel palideció notoriamente a través de la oscuridad de la noche. Odiaba no poder controlarse, sus emociones seguían siendo un desastre y la vergüenza siempre era más grande que cualquier cosa.
—Dime ahora que no lo soy—su voz sonó grave, demasiado profunda—Dime que lo que ves no es un monstruo—se acercó de manera intimidante, empujando a Jisung a que hablara, a que respondiera lo que quería escuchar.
Jisung se sorprendió por el cambio que tuvo de un momento para otro, su pecho siendo oprimido por la tristeza, ver a Minho de esa manera no le causaba miedo, simplemente quería calmar su dolor, hacerle ver que era mucho más de lo creía de él mismo. Puso ambas manos en el rostro de Minho e hizo que no apartara la mirada, viendo profundamente hacia sus ojos negros, acercándose valientemente todo lo que pudo para romper la distancia entre sus bocas de una vez por todas, juntando sus labios con suavidad mientras acariciaba su mejilla descubierta en busca de darle un poco de calma, distrayénedolo exitosamente.
Minho apenas pudo procesar lo que estaba sucediendo, sus ojos volvieron a la normalidad de al igual que su piel en cuestión de segundos, alejando por completo esa sensación que tanto le aterraba de sí mismo. Sentir sus labios en tan solo un toque se sentía realmente cálido y tranquilizante, como si fuera una ilusión, demasiado buena para ser su propia realidad.
—Eres Minho—susurró Jisung sobre sus labios al separarse, poniendo su mano sobre su pecho para sentir sus agitados latidos—Eres Minho, nada más que eso—aseguró, rodeando ahora su cuello con ambos brazos, uniendo sus labios nuevamente en un beso más profundo y lento, permitiéndose disfrutar de cada sensación.
Minho no tuvo tiempo de responder, dejándose llevar de nuevo por sus labios, ahora moviéndolos en sintonía. Sus brazos rodearon su cintura, descansado una mano en su espalda baja y la otra subiendo hacia su nuca, empujándolo más contra él mismo.
Jisung pensó momentáneamente que tal vez había sido un poco atrevido de su parte tomar la iniciativa y besarlo, sin embargo, ahora agradecía haberlo hecho, besar a Minho se sentía demasiado bien, sus labios encajaban muy bien con los suyos, sus manos encajaban muy bien en su cintura y su cuerpo se acoplaba al suyo perfectamente.
Al cabo de unos segundos más, Jisung rompió el beso, sosteniéndole la mirada con cierta timidez y con un rubor casi imperceptible en sus mejillas. Minho sonrió inconscientemente, olvidando por completo la razón de su tristeza, enfocándose únicamente en esa indescriptible sensación en su pecho de la que no quería alejarse y que nunca antes había sentido.
Ojalá hubiera podido quedarse ahí para siempre.
☾ ⋆*・゚:⋆*・゚: 𝘣𝘭𝘶𝘦 𝘳𝘰𝘴𝘦𝘴 : ⋆*・゚: .⋆
Holi, capítulo largo :3 espero que les guste<3
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