10ও
Félix recordaba exactamente todo lo que hizo la noche anterior, recordaba haberse comportado de manera vergonzosa frente a Hyunjin gracias al alcohol, se sentía apenado por su comportamiento con alguien a quien no conocía. Es por eso que, cuando despertó en la tarde, huyó de la mansión con tal de no tener que ver a Minho, sabía que iba a preguntarle al respecto y todavía no quería hablarlo.
—Le pedí besarlo—sus mejillas se enrojecieron, escondiendo su rostro entre sus manos—Le pedí besarlo y después me quedé dormido.
—Uh, vergonzoso—estuvo de acuerdo, balanceando sus pies que no alcanzaban el suelo—No te preocupes, dijiste que no es de aquí así que posiblemente no lo veas de nuevo—se encogió de hombros.
—¿Tú crees?—lo miró esperanzado, aunque en su interior deseaba encontrarlo de nuevo.
—Siempre tengo razón—asintió, esperando poder calmarlo con eso.
—Bueno…—todavía se encontraba con dudas, pero a decir verdad, lo sabría hasta que regresara al pueblo.
—¿Vienes conmigo?—preguntó cuando ambos bajaron del tronco en el que estaban sentados, limpiando sus ropas.
—Debo volver a la mansión—negó.
—No debes estar ahí, sabes que ese no es lugar para un hada—reprochó, tratando de sonar amable porque sabía que ese tema ponía a Félix un poco delicado.
—No empieces de nuevo, Sunoo—rodó los ojos junto a un suspiro—Yo puedo decidir en donde vivir.
—Lo sé, pero tu lugar es con nosotras las hadas, no con un monstruo en esa mansión, la naturaleza es tu hogar.
—Vivo muy bien ahí, lo prometo, no me ha pasado nada malo, ¿o crees que si?
Sunoo se encogió de hombros y apartó la mirada, en muchas ocasiones intentó que Félix viviera con las demás hadas del bosque, lejos de esa mansión, pero en cada una de ellas rechazó la petición, negándose a vivir con los suyos para seguir en esa vieja y escalofriante mansión a la que nadie tenía permitido entrar. Estaba preocupado por él, temía que en algún momento, Minho perdiera el control y le hiciera daño.
—Espero que no—suspiró, dejando el tema hasta ahí sin ánimos de discutir.
Félix le sonrió cálidamente en un intento de tranquilizarlo, se despidió cortamente y empezó a caminar de regreso hacia la mansión. Por como se veía el cielo, aún faltaban unas horas para que empezara a anochecer así que anduvo en el bosque con tranquilidad. A lo lejos vio a alguien más acercándose y una gran sonrisa se dibujó en sus labios, reconociendo a Jisung.
—¡Jisung!—lo llamó, caminando más rápido hacia él.
Jisung respondió rápidamente al llamado, saludándolo con la mano extendida.
—Voy hacia la mansión, le dije a Minho que vendría.
—¿Y te dejó hacerlo?—sonrió más, emocionado.
Jisung asintió lentamente, un poco avergonzado.
—Vamos entonces, no pierdas tiempo—tomó su mano y lo jaló, haciendo que caminara más rápido tras él.
Una corta risa se escapó de los labios del pelinegro ante la evidente emoción del hada, ¿de donde sacaba tanta energía?
Luego de unos minutos caminando, por fin llegaron a la entrada de la mansión. Jisung pudo notar fácilmente que el jardín delantero estaba más vivo que antes y las rosas azules eran llamativas a simple vista, tan brillantes y sanas. Sonrió cortamente, confirmando que efectivamente, Minho había estado cuidándolas muy bien.
—Seguramente Minho está en su habitación.
Jisung asintió cuando entró a la mansión, sostuvo con ambas manos las cosas que llevaba y las puso sobre la pequeña mesa en el centro de la sala principal.
—Traje algunos tónicos naturales en caso de que no te sintieras bien por lo de ayer, son efectivos.
—¿Para mi?—Félix se acercó y revisó las pequeñas jarras que Jisung llevó, sintiéndose conmovido—Gracias, de seguro será de mucha ayuda.
—Eso espero—le sonrió—¿Puedo llevarlo a la cocina? Puedo servirte un poco ahora.
—Claro, es por ese pasillo a la derecha—señaló—Iré por Minho, estará muy feliz de verte otra vez.
Félix empezó a subir las escaleras hacia la habitación de Minho, seguro de que lo encontraría ahí. Mientras tanto, Jisung se dirigió hacia donde Félix le había indicado, nervioso y con el corazón latiendo con fuerza contra su pecho con el solo pensamiento de que vería a Minho a pesar de que lo vio anoche en el festival, pero más allá de eso, su nerviosismo se debía al beso en la mejilla que le dio antes de despedirse; estuvo preguntándose si eso había sido imprudente o muy atrevido de su parte puesto que no obtuvo algún tipo de respuesta más que solo irse.
Iba a disculparse si ese era el caso, no quería que se sintiera incómodo con su presencia.
Al doblar hacia la derecha en donde justo estaba la cocina, sintió su respiración cortarse en cuanto sus ojos se encontraron con Minho en el suelo. Dejó las jarras rápidamente en el mueble más cercano y corrió hacia él hasta ponerse de rodillas a su lado.
Al parecer estaba inconsciente, sintió su temperatura y se sorprendió al sentir que estaba demasiado alta. Asustado, se puso de pie y corrió hacia el salón principal, encontrándose con Félix bajando las escaleras con un leve ceño fruncido.
—No encuentro a Minho—dijo, pareciéndole extraño puesto que todavía estaba de día y no podía salir, así que debía estar ahí dentro.
—Está en la cocina—señaló preocupado—No sé qué le pasó, pero tiene mucha fiebre.
Cuando Jisung se dio la vuelta para regresar, Félix lo siguió rápidamente, entrando ambos al mismo tiempo.
—Ayúdame a levantarlo, está inconsciente—pidió Jisung, agachándose de nuevo a su lado.
Félix obedeció de inmediato e imitó las acciones del pelinegro. Con mucho esfuerzo lograron llevarlo hacia el sofá, lo recostaron con cuidado y pusieron varias almohadas bajo su cabeza para darle más comodidad.
—No sé qué pasó, de seguro fue algo que comió—Félix habló, buscándole una explicación al estado en el que se encontraba—Él no suele enfermarse.
—¿En donde puedo conseguir algo que ayude? El pueblo está lejos, pero si no hay nada cercano puedo correr hasta allá—Jisung caminó hacia la puerta principal mientras hablaba para no perder mucho tiempo.
—Espera, sé dónde con seguir medicamento—lo detuvo, acercándose—Vendré en unos minutos, no tardaré.
Félix salió de la mansión, sabiendo exactamente hacia donde ir. Jisung mordió su labio inferior con mucha preocupación, ¿cómo alguien podía enfermarse tanto hasta el punto de caer inconsciente? En definitiva, Minho no estaba atravesando algo leve.
Volvió hacia el sofá y se sentó en el suelo sin dejar de verlo, notando el sudor que mojaba parte de su frente y rostro, al menos lo que tenía descubierto. Notó que su piel estaba más pálida de lo normal, el color en sus labios demostraba lo enfermo que estaba. Con la manga de su camisa intentó limpiar el sudor y apartó el cabello que caía en su frente, dejando a la vista un poco más de lo que se podía ver de su rostro.
—Vamos, Minho… Despierta—susurró, sintiéndose un poco inútil al no saber qué más hacer.
Tomó su mano sin importarle mucho lo caliente que ésta se sentía entre las suyas. Segundos después, cortos y suaves balbuceos salieron de sus labios mientras fruncía el entrecejo sin haber despertado todavía. Jisung se acercó con la esperanza de entender algo de lo que decía, pero nada fue entendible para él, hasta que algo llamó su atención.
—Mamá… Perdón…
Susurros apenas salían. Jisung sintió el fuerte agarre de la mano de Minho sobre la suya sin querer soltarlo, y luego de eso, empezó a moverse inquieto, repitiendo las mismas palabras una y otra vez.
Jisung no lo soltó en ningún momento a lo largo de unos minutos, seguía aferrándose con fuerza a su mano.
—Estoy aquí—avisó Félix, sobresaltándolo.
Inmerso en lo que estaba sucediendo, Jisung no notó en qué momento, Félix llegó. Se hizo a un lado sin soltarlo para darle espacio.
—Debe tomar esto—sacó un frasco de una bolsa de tela—Me dijeron que un poco serviría—luego de eso, acercó el frasco hacia los labios de Minho, intentando que los abriera aunque sea un poco para que el líquido lograra pasar.
Jisung suspiró con alivio cuando vio que Félix logró hacerlo, y poco a poco, sintió menos fuerte el agarre en su mano, hasta que terminó soltándolo.
—¿Crees que funcione?
—Más vale que si—cerró el frasco y lo dejó a un lado del sofá—No tenemos más opción que eso.
Con más tranquilidad, Jisung vio a Minho un poco calmado, quedando con la duda de lo que pudo alterarlo de esa manera aún estando inconsciente.
Cada vez tenía más dudas y menos respuestas.
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Luego de unos minutos, Félix se levantó y se dirigió hacia la cocina con la intención de tomar un poco de lo que Jisung le había llevado, esperando que fuera de ayuda para calmar sus nervios y el leve dolor de cabeza que apareció.
Jisung lo vio desaparecer en el pasillo y su mirada se dirigió nuevamente hacia Minho quien parecía dormir con tranquilidad. No quería irse sin saber que Minho estaba bien a pesar de que afuera ya había empezado a oscurecer; con su mano acarició su cabello, delineando con su dedo las facciones de su rostro, rozando apenas la máscara. ¿Qué era lo que escondía bajo esa máscara? No podía negar lo curioso que se sentía al respecto, más no se atrevía a preguntar, Minho parecía ser alguien sensible y no deseaba ponerlo en una situación incómoda con algo de lo que no había hablado.
Sus manos picaban por quitar esa máscara, por lo menos solo un poco para echar un rápido vistazo. Con sus dedos quiso moverla, demasiado concentrado en eso hasta que Félix lo detuvo agarrando su mano para luego quitarla sin ser brusco.
—Lo siento…—apenado, se alejó—De verdad, no sé en qué estaba pensando.
Félix se sentó frente a él, ofreciéndole de beber.
—Minho tiene muchas cosas en su pasado de las que no le gusta hablar—empezó a explicar—Cuando vine a esta mansión estuve muy asustado, pero aún así dejó que me quedara… Yo no tenía a donde ir.
—Minho no es el monstruo que todos dicen—susurró, viéndolo con tristeza—En el pueblo dicen muchas cosas malas sobre este lugar.
—Aquí en el bosque también—asintió, dándole un sorbo a su bebida—Tiene mucha tristeza en su interior, por eso muchas veces ha hecho cosas de las que no está orgulloso.
—Él… ¿Él ha matado a alguien?
Félix dudó antes de responder, pero dado a que Jisung estaba entrando a la vida de Minho, creía que podría entenderlo, podía sentir que él era diferente.
Asintió.
Jisung abrió los ojos en sorpresa sin poder imaginar a Minho en una situación así, pero tomando en cuenta lo que ya había escuchado de él, sabía que existía posibilidad de que fuera cierto. Ahora lo tenía confirmado.
—Minho siempre a reaccionado en defensa propia o con razón de hacerlo—defendió al ver la expresión en su rostro— Nunca lo hizo porque ha querido—agachó la mirada hacia sus manos—Muchos han querido meterse con él para demostrar fuerza o valentía, ¿estúpido, no lo crees? Lo utilizan a él y a esta mansión para subirse el ego.
Jisung asintió, atento.
—Así que si, dicen que Minho es asesino porque ha matado, pero no saben las razones. Tampoco él está interesado en dar explicaciones—se encogió de hombros—No tiene más amigos y nadie quiere serlo.
—Yo si quiero serlo.
—Y por eso me agradas mucho—le sonrió.
—Pero, ¿él lo aceptará? Quiero conocerlo mucho más, saber llegar a él.
—Créeme, está más que de acuerdo. Pude verlo en él, pude ver toda esa buena energía y actitud desde que viniste y lo ayudaste con su rosal.
—Ese día…—Jisung sonrió, recordando ese momento que consideró especial—Él estaba muy tranquilo ese día, parece que esas rosas son importantes para él.
—Eran las favoritas de su mamá—asintió de acuerdo, notando ahora la curiosidad en Jisung. Suspiró—No sé mucho más, solo sé que las cuida por esa razón.
Una corta sonrisa se dibujó en los labios de Jisung, y al mismo tiempo, su corazón dolió. ¿Por cuántas cosas tuvo que haber pasado Minho? Tenía muchas cosas que sanar.
—Prometo que no voy a darles problemas—tomó de nuevo la mano de Minho, sosteniéndola entre las suyas—Buscaré la manera de ayudarlo y creo saber por donde empezar.
Félix asintió de acuerdo con una pequeña sonrisa. Se puso de pie, dándose cuenta de que ya había anochecido.
—¿Quieres quedarte?—preguntó—No despertará hasta mañana.
—¿Puedo?
—No creo que eso le moleste.
Jisung aceptó quedarse, dejando de lado cualquier preocupación al respecto. Si alguien se daba cuenta de que no estaba en su habitación, podría estar en grandes problemas porque no habían motivos para salir del castillo, sin embargo, no iba a pensar en eso por el momento, toda su atención estaba en Minho, lo demás podía esperar.
—Creo que deberíamos llevarlo a su habitación—sugirió, poniéndose de pie.
—Son muchas escaleras, ¿crees que podamos solo nosotros dos?
Jisung se escogió de hombros, pero no dudó en intentarlo, Minho no podía dormir toda la noche en ese sofá.
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Minho se detuvo frente a la entrada del castillo, todo a su alrededor se veía tan familiar, pero al mismo tiempo, tan diferente. Dudó sobre si debía entrar, pero no pudo evitar hacerlo cuando escuchó su nombre desde el interior.
—Minho, puedes entrar.
Sin pensarlo más, entró.
Conocía esa voz, tanto que causó que su piel se erizara.
Caminó dentro del castillo, confundido porque no había nadie en su interior, no había ningún guardia rondando en los pasillos, ningún empleado o alguien de la realeza. Siguió caminando hasta que se detuvo frente al trono, viéndose exactamente igual a como lo recordaba en su niñez. La cabeza empezó a dolerle, habían muchas cosas que no recordaba con claridad de cuando era un niño en el castillo, la mayoría de los años que seguían presente en su memoria eran en los que ya vivía en el bosque.
No eran muy buenos recuerdos.
—Vamos, Minho, te estoy esperando.
Salió de sus pensamientos, otra vez siguiendo aquella voz. Caminó a paso lento, observando cada detalle hasta que se topó con un cuadro que hace mucho creyó perdido. ¿Qué hacía un cuadro suyo ahí? Era el que hicieron para él y su familia, incluso estaba en el mismo lugar. Todo parecía tan sospechoso, pero al mismo tiempo, nostálgico.
—Minho.
La voz venía desde el jardín. No se entretuvo con nada más y caminó hacia ahí. Cuando se acercó al umbral y vio la luz del día, retrocedió, asustado por los rayos del sol que iluminaban el exterior .
—Puedes salir, Minho.
Minho elevó la mirada hacia la persona que estaba hablándole, y su pecho se contrajo al darse cuenta de quien era.
—Mamá…—apenas susurró, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas—Mamá no puedo—negó con la cabeza, temeroso por el daño que eso le haría.
—Claro que puedes—asintió, acercándose—Confía en mi, nunca te haría daño—extendió su mano, esperando pacientemente para que la tomara.
Dudoso, vio sus pies, pensando en si debería hacerlo. Levantó la vista hacia su madre, ella seguía sonriéndole, y supo que estaba a salvo.
Asintió, dando un paso hacia afuera.
—¿Lo ves? Nada pasó—rió cálidamente, sosteniendo su mano.
Minho no pudo soportarlo más, sus lágrimas cayeron sin parar, mojando sus mejillas. Llevó su mano hacia su rostro, limpiándolas, pero una sensación aterradora llenó su cuerpo al darse cuenta de que no tenía la máscara puesta. Automáticamente, llevó ambas manos hacia su rostro, cubriéndolo con vergüenza y desesperación.
—¿Qué haces?
—No me veas—se dio la vuelta, preguntándose cómo es que no se había dado cuenta de que su rastro estaba completamente expuesto.
La mujer suspiró suavemente y caminó hasta ponerse frente a él, con lentitud y suavidad quitó ambas manos del rostro de su hijo, sobó su mejilla e hizo que la mirara.
—No pasa nada, Minho.
Más lágrimas salieron de sus ojos, sintiéndose indefenso frente a ella, como si fuera un niño otra vez.
—Mamá… Perdón…
—No pasa nada—limpió sus lágrimas con el dorso de su mano, viéndolo con cariño—Estoy feliz de verte otra vez.
—Quiero quedarme aquí, contigo—pidió entre sollozos—Por favor…
—Esperaré por ti, tu padre también lo hará, pero no ahora, tienes mucho por vivir.
—No…—agachó la mirada—Solo mírame, creen que soy un monstruo.
—Pero tú sabes que no lo eres—sonrió a medias—Sé que hay una manera de quitar esa maldición, no te rindas.
—Nadie quiere ayudarme, mamá, ellos creen que voy a hacerles daño.
—¿Y lo harás?
Minho negó.
—Entonces demuestra que no eres nada de lo que dicen.
—Mi aspecto les da miedo—apartó la mirada con vergüenza—Y yo no puedo controlar mis emociones, hago cosas por impulso.
—Sé que es difícil, pero puedes lograrlo—se alejó un poco y empezó a caminar, haciéndole señas para que lo siguiera—Tal vez Jisung pueda ayudarte.
Minho la miró y caminó tras ella.
—¿Lo conoces?
Asintió—A Félix también—se detuvo frente a las brillantes flores, tocando con delicadeza sus pétalos—Son buenos chicos, Félix parece quererte mucho.
—Creo que si—asintió, imitando sus acciones.
—En cuanto a Jisung…—lo miró—Tengo el presentimiento de que hay algo más con él.
—¿Es algo malo?
—No lo sé—se encogió de hombros—Pero puedo asegurarte de que a él no le importa tu rostro—con su dedo, delineó el inicio de una visible cicatriz que empezaba desde su frente, pasando por su ceja, atravesando su mejilla y terminando en su mentón, sobando también la piel lastimada por lesiones que nunca desaparecieron.
—Aún así, se ve muy mal y es vergonzoso—se apartó—¿Cómo sabes que no va a sentir rechazo? Eso es lo más seguro.
—Mi instinto no me falla.
Minho se negaba a hacerlo, se negaba a dejar que Jisung lo viera así, no cuando le dijo que quería conocerlo y pasar tiempo con él; con mostrarle su rostro, solo lograría asustarlo y hacer que se alejara.
Todavía era muy pronto para eso.
—En fin, creo que ya debes irte.
—Todavía no quiero irme.
—Jisung y Félix están esperando que despiertes, has estado inconsciente todo es tiempo.
—¿Por qué? ¿Qué pasó?
—Al parecer estás experimentando cambios, esto tiene que ver con la magia que hay en ti, la maldición.
Minho solo asintió sin comprender del todo, más no siguió preguntando.
La mujer se acercó a abrazarlo. Minho respondió rápidamente, aferrándose con fuerza hasta que de un momento a otro, solo era él otra vez en el castillo.
Tras un leve respingo, Minho despertó con el corazón agitado. Vio su entorno y su pecho dolió al caer en cuenta de que había sido un sueño. Suspiró entristecido, acostumbrando su visión a la oscuridad que lo rodeaba hasta darse cuenta de que había alguien dormido en el sofá de la habitación.
—Jisung—susurró para si mismo al reconocerlo.
Se puso de pie rápidamente y caminó hacia él, viéndolo dormir profundamente. Ansioso tocó su máscara, creyendo por un momento que se la habían quitado, pero alivio lo llenó al sentirla todavía en su rostro.
Sin estar muy seguro, creyó que tal vez era mejor si lo movía de ahí y lo llevaba a una habitación en donde pudiera dormir en una cama con más comodidad; intentó cargarlo, pasó un brazo bajo su espalda para levantarlo, pero Jisung se movió inquieto, abriendo los ojos lentamente.
—Despertaste—balbuceó apenas, esbozando una corta sonrisa—¿Cómo te sientes?
Minho se hizo a un lado, dejando que tomara asiento.
—Mejor—respondió tímido—¿Qué pasó?
—Vine a visitarte, pero te encontré inconsciente en la cocina, ¿recuerdas lo que pasó antes de eso?
Tratando de hacer memoria, Minho guardó silencio un momento, buscando el momento exacto en el que se desmayó, pero de repente todo se veía demasiado borroso en su cabeza sin recordar nada.
Negó.
—Eso es raro—frunció un poco el ceño.
—Perdón por hacerte perder el tiempo desde que viniste, no sé qué me pasó, yo estaba bien.
—No digas eso—negó varias veces, poniéndose de pie frente a él—Me alegra que estés mejor ahora—llevó la mano hacia su mejilla, satisfecho por confirmar que la fiebre se había ido.
Inmerso en ese pequeño acto, Minho no pudo evitar cerrar los ojos por un momento, dejándose llevar por la suavidad de su mano contra su mejilla. Otra vez, su corazón empezó a agitarse, pero no de temor ni desesperación, sino que de emoción.
Jisung sonrió al verlo tan tranquilo, dejando que se mantuviera en esa posición el tiempo que deseara si eso lo hacía sentir bien.
—Gracias—susurró Minho sin darse cuenta de que una lágrima se había escapado.
Durante sus años viviendo en el bosque nunca experimentó algo como eso, ese tipo de acercamiento era extraño para él, pero muy cómodo y reconfortante, ¿por qué se sentía tan diferente? No podía creer que por primera vez estuviera mostrándose así de débil.
—Tienes que dormir un poco más, pronto estarás totalmente bien.
Minho abrió los ojos y asintió, limpió las lágrimas en sus mejillas y se alejó un poco.
—Voy a darte una habitación para dormir, sígueme.
Jisung asintió insatisfecho, una parte de él quería quedarse ahí hasta el amanecer, pero comprendía que Minho podría sentirse incómodo, así que no iba a quejarse o a oponerse.
Lo siguió a través del pasillo hasta detenerse frente a otra de las habitaciones. Minho abrió la puerta y lo hizo pasar.
—Puedes usar esta habitación como si fuera tuya.
—Es muy bonita.
La habitación no era como la suya en el castillo, pero había algo en ese lugar que lo hacía sentir más cómodo. Tal vez era por lo acogedor y la simpleza, o era porque Minho quién le estaba diciendo que ahora era su habitación.
—Buenas noches, Minho—dijo Jisung sin dejar de sonreír—Descansa.
Minho guardó silencio por unos segundos, y de repente, se acercó a darle un beso en la mejilla, alejándose con rapidez. Sintió su rostro calentarse y huyó hacia su habitación a pasos rápidos, dejando a Jisung con el corazón latiendo con fuerza y con las mejillas ardiendo.
Cuando llegó a su habitación cerró con seguro de inmediato la puerta, moviendo sus dedos con nerviosismo. Había actuado por impulso, era un hecho, pero luego de que Jisung besara su mejilla, se regañó mentalmente por no haber reaccionado de la misma manera.
Esperaba no haberlo molestado porque definitivamente, era algo que quería repetir.
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Poco a poco la historia de Minho se irá descubriendo👀 espero que les haya gustado<3
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