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05ও

Después del atardecer, cuando el sol se había escindido casi en su totalidad y el cielo empezó a notarse más oscuro, Jisung decidió que era la hora perfecta para escabullirse fuera del castillo. Sus padres de seguro estaban en alguna parte discutiendo sobre cualquier cosa en la que no estuvieran de acuerdo, y Hyunjin... Bueno, de él no supo mucho durante el día, de seguro también estaba haciendo sus cosas.

El tema de Hyunjin todavía le parecía un tanto absurdo, es decir, hace casi una semana se había mudado al castillo y el tiempo de convivencia entre ambos era demasiado reducido cuando se supone que estaba ahí para conocerse. Sin embargo, tampoco estaba interesado en pasar todo el tiempo con él, de solo pensarlo lo ponía nervioso, el príncipe Hwang no era alguien sutil y no podía manejar su extrovertida personalidad, menos cuando iniciaba su descarado coqueteo.

Suspiró.

Se puso cada prenda que sacó del armario hasta terminar por tapar la mitad de su rostro, dejando a la vista únicamente sus ojos para no ser reconocido por los habitantes de Windhall, sabía que por la noche, las personas solían salir más de sus casas y el ambiente era más animado, por lo tanto, no podía descuidarse mucho.
Revisó cuidadosamente que no hubiera nadie cerca en los pasillos y con rapidez logró salir por la puerta trasera del castillo, justo la que daba hacia el bosque. Acomodó su bolso muy bien en su hombro y bajo la oscuridad de la noche, caminó hasta una de las entradas del pueblo.

Tenía muy bien planeado lo que haría esa noche, ya se había tardado demasiado en regresar a la mansión, y el hecho de que Félix le dijo que esperaría por él solo lo hizo sentir peor porque no lo volvió a ver. Al principio, se sentía un poco temeroso de la reacción de Minho al verlo de nuevo en su hogar, después intentó convencerse de que podría manejarlo y de que sería un buen gesto de su parte ayudar con el jardín que arruinaron gracias a él; estuvo así durante un tiempo hasta que se armó de valor para hacer algo respecto. Y es por eso que, ahora se encontraba en camino hacia el pueblo en busca de alguien quién definitivamente podría ayudarlo a obtener rosas azules.

Durante su camino se topó con la iluminada y ruidosa Windhall, no era una sorpresa ni algo raro para nadie saber que en el pueblo de Windhall, la noche era el mejor tiempo para que las personas salieran a disfrutar, las tiendas seguían abiertas, los músicos tocando sus instrumentos al aire libre y las luces tenues era lo que hacían que Windhall fuera tan llamativo.

Sin ser descubierto, llegó con éxito a su destino. Se detuvo frente al pequeño local y leyó el cartel en la puerta: "Panadería Seo". Sonrió para sí mismo al ver a través de la puerta transparente al hijo del dueño, atendiendo clientes con ánimo y alegría. Esperó unos minutos afuera hasta que la mayoría de las personas salió, dejando a Seo limpiando el mostrador con una expresión tranquila en su rostro.

—Buenas noches, sea bienvenido a nuestra panadería, ¿puedo ayudarlo en algo?—Changbin elevó la mirada y saludó al cliente tan pronto escuchó la campana de la entrada sonar.

Su expresión cambió a una seria al encontrarse con alguien tapando su rostro, dejándole ver apenas solo sus ojos. Adoptó una posición diferente y sintió a su lobo interior ponerse a la defensiva, totalmente listo en caso de que las cosas se pusieran feas.

Jisung notó como el contrario se tensó, por lo que bajó un poco de la máscara que tapaba la mitad de su rostro para que pudiera reconocerlo. Con eso, Changbin puso una expresión más calmada, y al mismo tiempo, llena de confusión por su presencia.

Hace mucho que no lo veía.

—¿No planeabas convertirte en lobo justo aquí, cierto? Podrían expulsarte si alguien te ve.
—Si tengo que cuidarme, claro que si—asintió, sonriendo hacia el príncipe—¿Qué hace el príncipe Han en mi humilde negocio?

Jisung sonrió ampliamente y se acercó a saludarlo con un abrazo que para Changbin, fue inesperado, más no incómodo; respondió el abrazo de la misma manera, sintiéndose nostálgico.

Ambos se conocían desde hace mucho tiempo, los Seo trabajaban dentro del castillo con los antiguos reyes, todos sabían que eran una familia de lobos cambia forma, y eso nunca fue problema hasta que los Han tomaron el poder como los nuevos reyes. Los Seo decidieron mantener su secreto al escuchar que una de las nuevas leyes era expulsar a todos las criaturas mágicas del pueblo, su hijo todavía estaba muy pequeño, no iban a arriesgarse a perder su puesto dentro del castillo. Por obvias razones, tuvieron miedo y estuvieron así durante algunos años más. Jisung y Changbin se conocieron dentro de ese período de tiempo, Jisung todavía estaba muy pequeño para entender las cosas que estaban pasando a su alrededor, y Changbin tampoco comprendía muy bien los riesgos que convertirse en lobo conllevaban, y es por eso que, ambos jugaban a escondidas de sus padres, creando una amistad llena de inocencia e ignorancia en la que ambos eran felices, hasta que los padres de Changbin tomaron la decisión de irse para no seguir arriesgándolo, especialmente porque vieron en una ocasión que su hijo se transformaba frente al príncipe.

Pero Jisung nunca dijo nada.

—No quise asustarte—dijo en voz baja, alejándose para mirarlo y tapar su rostro nuevamente—Pero no puedo salir sin tener que usar todo esto encima.

—Entiendo—asintió—No te preocupes, ¿qué te trae de repente por aquí? Algo me dice que no vienes por pan—regresó tras el mostrador, viéndolo con curiosidad.
Jisung soltó una corta risa y aclaró su garganta.

—Necesito rosas azules—dijo sin más, viéndolo directamente.

Changbin estrechó los ojos hacia el menor y se mantuvo en silencio durante un rato, debatiéndose cuidadosamente sobre qué debía decir.

—Es una panadería—habló después de unos segundos, fingiendo no entender—¿Por qué tendría rosas azules aquí?—preguntó, soltando una corta risa.

—Sé lo que haces, Seo—sonrió, pero Changbin no lo vio—Sé que este lugar solo es la fachada de tu verdadero negocio.

—No sé de qué hablas—su expresión se tornó seria, tratando de no perder la compostura ante la situación—Además, las rosas azules son extremadamente caras y únicas.

—¿Cómo sabes eso?—enarcó una ceja sin dejar de verlo.

—Lo escuché de las hadas—mintió, evitando su mirada—Si quieres flores, pregunta en una floristería.

—Lo haría, pero sé que estoy en el lugar correcto.

—Estoy feliz de verte, Jisung, en serio, pero creo que debes irte.

Changbin se dio la vuelta, dirigiéndose hacia la parte trasera del local, pero Jisung lo detuvo, y algo le decía que no dejaría de insistir en eso.

—¿No confías en mí?

Changbin suspiró, acercándose nuevamente.

—No confío en nadie, Jisung. Muchas cosas han pasado durante todo este tiempo, y no quiero echar a perder lo que tengo porque es lo único que me queda.

Jisung suavizó su expresión, ahora sintiéndose un poco triste por la forma en la que sus ojos se apagaron con cada palabra que salía de su boca.

—Prometo que guardaré tu secreto, nunca te he fallado, jamás lo haría.

Changbin mordió su labio inferior con duda, ¿por qué confiaría en él?, la pregunta rondaba en su cabeza, y al verlo solo podía pensar en todo lo que hizo por él cuando eran unos niños.

Siempre guardó sus secretos.

—Eres el príncipe, y yo hago cosas que están fuera de la ley—dijo en voz baja—¿Si comprendes las razones?

—Si, soy el príncipe, pero mis intenciones no son delatarte—volvió a descubrir su rostro y tomó su mano con delicadeza, causando que Changbin lo mirara sorprendido—Escuché lo que pasó con tu mamá—Changbin no pudo evitar agachar la mirada—Y sé que sabes que lo que haces no es bueno, pero no voy a causarte más problemas.

El silencio reinó durante un buen rato, Changbin sabía en el fondo que Jisung no era como los reyes, siempre hubo en él algo más que lo hacía diferente.

Suspiró sonoramente y se soltó de su agarre sin ser brusco, caminó hacia la puerta del local y colgó el cartel de cerrado para que nadie entrara, apagó las luces delanteras y caminó hacia una de las puertas en la parte trasera.

—Vamos—le dijo. Jisung obedeció y caminó tras él.

Jisung atravesó aquella puerta y la cerró tras él, sus ojos se adaptaron fácilmente a la poca iluminación y se sorprendió al ver que habían escaleras hacia abajo. A lo lejos escuchaba los pasos de Changbin, así que debía apresurarse para alcanzarlo.

Mientras bajaba las escaleras, no dejaba de pensar en que realmente nadie creería que hay todo un sótano lleno de armas y sustancias extrañas bajo ese pequeño local disfrazado de panadería.

—Mis compañeros no están, así que puedes entrar—comentó cuando ya estaban abajo—¿Alguna vez te has preguntado por qué las rosas azules desaparecieron y se prohibieron?

Jisung negó, había escuchado sobre eso hace años, pero nunca indagó al respecto.

—Las brujas decían que tenían propiedades mágicas, nunca supe realmente para qué, eran buenas escondiendo secretos—empezó a explicar mientras caminaba hacia el fondo de la habitación—Los hechiceros quisieron descifrarlo, pero no se supo si lograron hacerlo. Después de que todas las criaturas mágicas fueron expulsadas, nadie habló más sobre eso.

Jisung escuchó atentamente cada cosa que Changbin le decía al respecto, ¿por qué Minho tenía un rosal entonces? ¿Sabía algo sobre su magia? Era realmente asombroso que nadie haya intentado robarlas de su jardín delantero.

A lo mejor era porque nadie se atrevía a pasar por ahí.

—¿Para qué las quieres?

—Es un regalo.

Changbin dudó un poco, más no profundizó, de todas formas no era asunto de él lo que sus clientes hacían con las cosas que les vendía.

—Tenemos un pequeño vivero justo aquí, la mayoría de plantas aquí son peligrosas—explicó cortamente mientras caminaban más—Las rosas azules son las más difíciles de conseguir, así que imagina su precio.

Jisung asintió sin dejar de ver con fascinación el pequeño rosal, estaban muy bien cuidadas y brillantes, parecían demasiado normales para estar prohibidas.

—Quiero todas las que tengas—dijo con decisión, viendo a Changbin asentir—El precio no es problema.

—Sé que para ti no lo es—sonrió de lado.

—¿Cómo me las llevo, entonces?

Changbin rebuscó entre sus cosas hasta que encontró una pequeña carreta en la que podría fácilmente transportar el rosal entero.

—Déjame ponerlo por ti.

Jisung asintió y se hizo a un lado, dejando que Changbin pusiera todo sobre la superficie de madera que estaba sobre cuatro ruedas para poder transportarlo con facilidad. Cuando todo estuvo listo, Changbin le ofreció el mango de la carreta para poder jalarla y así poder llevarse el rosal.

—Toma—Jisung sacó de su bolso cinco bolsas de tela llenas de monedas de oro y se las entregó.

Changbin abrió los ojos en sorpresa al ver tanto dinero; es cierto que iba a salir caro, pero le estaba dando más del precio.

—Solo serían tres bolsas—extendió dos bolsas de tela hacia el rubio, pero este se negó.

—Quédatelas—empujó su mano, negándose a tomarlas de regreso—Gracias por confiar en mí, no le diré a nadie sobre todo esto—levantó su mano derecha para demostrar su promesa.

Changbin asintió, viendo las monedas de oro en sus manos.

—Ven, la única salida es hacia el bosque.

—Perfecto.

Afuera, Jisung abrazó nuevamente a Changbin, agradeciéndole una vez más por ayudarlo a conseguir lo que necesitaba.

Tras una despedida con la mano a lo lejos, Jisung se adentró al denso bosque con una linterna iluminando su camino; el fuego no era lo suficientemente fuerte para darle demasiada claridad, pero como siempre, la luna lo acompañaba fielmente.

Caminó a paso rápido a pesar de que llevaba las rosas consigo, el bosque por las noches no era un buen lugar para estar, había escuchado sobre muchas historias de personas que simplemente no regresaban. Trataba de no ser negativo y de no dejarse asustar por eso, solo debía ser cuidadoso hasta llegar a su destino, que a decir verdad, no estaba del todo seguro sobre como llegar.

—¿Qué criatura eres tú?

Jisung se detuvo de golpe al escuchar una voz a sus espaldas, causando que se girara de inmediato para ver quién le estaba hablando, sin embargo, no se encontró con nadie. Su respiración se volvió agitada y siguió caminando, haciéndose paso entre las hojas secas que cubrían el suelo.

—Te hice una pregunta, ¿por qué huyes?

Esta vez no se detuvo, siguió caminando, ignorando aquella voz que parecía no tener cuerpo físico. ¿Cómo era eso posible?

—¡Detente!

Y entonces Jisung obedeció, manteniendo la linterna en alto para lograr ver algo.

—¿Qué criatura eres?

—S-Soy humano—respondió con la voz temblorosa, sintiendo su propio corazón latir con fuerza.

—Oh, un humano—se rió—Los humanos no tienen nada que hacer aquí. ¿A dónde vas?

Jisung se debatió sobre si era buena idea revelar hacia donde se dirigía, pero también estaba consciente de que esa voz seguiría hablándole hasta conseguir respuestas, además, no conocía más de ese bosque, ¿qué otro lugar podría inventar?

—Voy hacia la mansión.

Todo se mantuvo en silencio por unos largos segundos, Jisung vio a su alrededor y con temor, empezó a caminar de nuevo, esta vez sin mirar atrás. No comprendía que había sido todo eso o quién le estaba hablando, pero parecía que la mención de la mansión del bosque había sido suficiente para alejarlo. ¿Tan malo era ese lugar?

—Deberías irte, agradece que te lo estoy advirtiendo.

—No voy a regresarme—se negó sin dejar de caminar, apretando con fuerza el mango de la carreta en la que llevaba las rosas—Déjame en paz.

Una risa resonó en la oscuridad del bosque, y aunque la piel de Jisung se erizó, no se detuvo, de una u otra forma debía llegar.

—Un humano no puede venir aquí a dar órdenes.

Tras esas palabras, Jisung vio una sombra frente a él, bloqueándole el camino. Al levantar la mirada, sus ojos se abrieron completamente, haciéndolo retroceder unos pasos.

—¿Quién eres?—susurró sin dejar de verlo, por fin notándolo en la claridad de la luna.

Era él, era él mismo, viéndose cara a cara, como si estuviera viéndose en un espejo.

—Soy tú—respondió divertido, sonriendo tras la tela que cubría su rostro—También puedo ser el monstruo que habita en la mansión a la que vas. Puedo ser quién quieras que sea.

Seguido de eso, su cuerpo se transformó completamente en Minho. Su piel se tornó pálida, dejando a la vista algunas venas que cubrían todo su brazo y manos, sus ojos se tornaron completamente negros y enormes dientes sobresalían de su boca. No pudo evitar sentir temor, sus pies seguían retrocediendo hasta tropezar con una raíz que sobresalía, causando que cayera de espaldas al suelo junto a su lámpara que se apagó.

Un cambia formas.

¿Minho realmente se veía así? ¿Tan grotesco y atemorizante?

—¡Deja de hacer eso!—gritó, sintiendo sus ojos picar por las lágrimas acumuladas.

—¿Tienes miedo?—preguntó, acercándose lentamente hasta alcanzarlo, se agachó a su altura y con sus garras bajó la tela que cubría su rostro, dejándolo expuesto—Estás llorando—volvió a reír—¿Te diriges a esa mansión sin saber qué clase de bestia vive ahí?

Jisung apartó la mirada, girando su cabeza hacia un lado con tal de no tener que verlo. Se sentía acorralado y asustado. La otra vez había visto a Minho transformado, pero no fue tan horrible como en ese momento, solo lo vio por unos segundos y creyó que no era tan malo, pero ahora, ¿por qué se sentía diferente? No podía evitar sentirse en peligro.

—Él... No es malo—dijo en voz baja, cerrando los ojos con fuerza, recordando las palabras de Félix.

—No parece que lo creas—sonrió, acariciando su mejilla—Si no estás listo para ver este tipo de cosas, debes irte del bosque—se levantó y se alejó un poco, viéndolo con cierta superioridad—Ustedes los humanos nos sacaron de Windhall, así que-

—¿Qué haces viéndote como yo?

Otra voz se hizo presente, interrumpiéndolo. Jisung apenas logró reconocer a Minho tras el cambia formas, dándole una sombría mirada que heló completamente su cuerpo.

El cambia formas se dio vuelta rápidamente para ver a Minho de frente, cambiando a su forma original en cuestión de segundos.

—P-Perdón—su voz tembló levemente—Solo estaba bromeando, yo solo-

Minho lo tomó del cuello y lo elevó unos centímetros del suelo, luciendo realmente furioso con el chico.

—¿Por qué tienes miedo? Hace unos segundos parecías divertirte mucho—Minho lo miró, volviendo sus ojos color negro.

—Lo siento...—intentó zafarse de su agarre, pero Minho ejerció más fuerza, cortando su respiración.

Jisung no sabía cómo reaccionar, no sabía si podría ser peligroso meterse, pero de igual manera, tampoco quería presenciar la muerte de alguien. Con mucho valor, se acercó hacia Minho, ignorando el hecho de que sus manos estaban pálidas con las venas resaltando, justo como se veía el cambia formas; no debía temerle.

—Vas a... Vas a matarlo—le dijo con suavidad, poniendo su mano sobre la del rubio.

Con la respiración agitada, Minho dirigió la mirada hacia el menor.

Jisung se encogió un poco en su lugar al verlo tan cerca, y Minho suavizó su expresión al darse cuenta de que lo estaba asustando. Poco a poco aflojó su agarre hasta que soltó completamente al cambia formas, haciéndolo caer al suelo mientras tosía.

—¿Qué hacen?

Félix apareció segundos después con una expresión llena de confusión, vio al chico en el suelo y luego a Minho quien estaba volviendo a verse normal, podía notar que algo lo había alterado, algunos de sus dientes todavía seguían siendo los de una bestia.

—¿Bomgyu?—se acercó al cambia formas.

—Yo... Yo ya me iba—dijo con la voz entrecortada, poniéndose de pie sin atreverse a levantar la cabeza.

—No vuelvas a transformarte en mi, a la próxima no voy a pensarlo tanto y nadie va a ayudarte—amenazó Minho, viéndolo asentir para luego correr hacia la oscuridad de los frondosos árboles.

Félix suspiró, negando con la cabeza ante la suposición de lo que había pasado. Los cambia formas solían ser así de imprudentes, y sabía lo mucho que a Minho le enojaba que utilizaran su imagen para asustar a otras criaturas, pero más allá del enojo, Félix creía que solo se sentía herido.

—Vámonos—dijo Minho, dándose la vuelta para regresar por donde llegó.

—Pero...—Félix se detuvo y vio a Jisung quien mantenía la mirada en el suelo mientras sus manos jugueteaban nerviosamente.

—Dije que nos vamos—repitió sin mirar hacia atrás. Claro que sabía que Jisung estaba ahí, pero ignorar ahora su presencia era lo ideal, ya tuvo suficiente con ese incidente como para detenerse a preguntar qué hacía en el bosque a esa hora.

Félix frunció el ceño y se negó a obedecer, sus pies se dirigieron hacia el pelinegro, deteniéndose frente a él con una cálida sonrisa, vio tras él y una expresión de sorpresa se instaló en su rostro al notar el rosal.

—¿Estás bien?

—Si...—respondió Jisung, mordiendo su labio inferior—No quería causar problemas.

—No fue tu culpa, fue ese tonto cambia formas. Normalmente anda por estos lados tratando de asustar a los demás, no es primera vez que lo hace.

Jisung asintió lentamente, tratando de relajarse por lo sucedido.

—¿Ibas hacia la mansión?

—Si, pero me perdí, es primera vez que vengo por este lado del bosque—explicó cortamente.

—Veo que traes rosas—sonrió ampliamente, notando disimuladamente que con eso llamó la atención de Minho.

—El otro día se arruinaron por mi culpa... Así que conseguí más rosas azules para arreglarlo.

Félix asintió sonriente y le hizo señas a Jisung para que lo siguiera. Empezó a caminar justo detrás de Minho quien se mantuvo en silencio durante todo el camino, quizás todavía molesto, pero no quería preguntarle, sabía que pronto se le pasaría.

Por su parte, Minho no sabía cómo comportarse, habían muchas cosas en Jisung que le causaban demasiada curiosidad, hace mucho que no convivía con un humano. ¿Por qué tenía la valentía de meterse en el bosque en la noche? ¿Es que acaso nadie le advirtió de lo peligroso que era? Hace rato pudo verlo, vio el miedo, vio las lágrimas de desesperación cuando el cambia formas se acercó a él luciendo como el monstruo que podía ser; se sintió herido, herido porque así era él y todos los sabían.

Ahora, Jisung también lo sabía a detalle.

—No estábamos tan lejos—comentó Félix, adentrándose al jardín delantero de la mansión después de Minho.

—Es un alivio—sonrió Jisung, sintiéndose menos nervioso gracias a la amabilidad del pelinaranja—¿Es un buen momento para hacer esto?

—Claro—asintió—Minho prefiere estar afuera en las noches, así que puede ayudarte.

—¿Y tú?

—Yo debo dormir—dijo un tanto apenado—Soy un hada, nosotros dormidos más temprano que los demás porque no somos criaturas de la noche.

Un hada...

—Entiendo... Pero no sé si Minho estará bien con eso, creo que no le gusta mi presencia aquí—mordió su labio inferior, un poco avergonzado después de escuchar el portazo de la puerta principal cuando Minho entró.

—No te preocupes, yo me encargo—le susurró, yendo directamente hacia el rubio.

Jisung dejó salir todo el aire que tenía retenido en sus pulmones y se inclinó un poco, sintiéndose cansado y lleno de sentimientos, habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, y lo que no sabía era si debía temer de Minho, o, ignorar todo lo que había visto de él hace rato.

Porque no era alguien malo como decían, ¿cierto?

Quería creer eso.

☾ ⋆*・゚:⋆*・゚: 𝘣𝘭𝘶𝘦 𝘳𝘰𝘴𝘦𝘴 : ⋆*・゚: .⋆

Ya tenemos a Changbin uwu, espero que les guste :3

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