04ও
Félix sonrió animado al verse en el reflejo del espejo dentro de su habitación, acomodó algunos mechones de cabello tras su oreja y se convenció de que estaba listo. Tratando de ser silencio, salió de su habitación, no quería despertar a Minho tan temprano, había notado que durante la última semana, no había podido dormir bien, haciéndolo lucir cansado y con menos ánimos que antes. Caminó con sigilo a través del largo pasillo, bajó las escaleras y dio un pequeño respingo al escuchar un fuerte sonido en la cocina.
Preocupado, corrió hasta ahí, suponiendo que eran de nuevo los elfos del bosque. Ya los había descubierto haciendo travesuras en algunas ocasiones dentro de la mansión y Minho había reaccionado muy mal en cada una de esas veces, siempre odió que entraran a su hogar. Suspiró, rogando que Minho no se haya despertado por el ruido.
-—¡Salgan de aquí!—exclamó cuando entró a la cocina, pero su expresión cambió totalmente cuando no se encontró con los elfos, sino que con Minho viendo al suelo con total decepción.
—¿Por qué me echas de mi casa?—comentó cuando notó su presencia, elevando la mirada.
—Pensé que eran los elfos—respondió, ladeando un poco la cabeza debido a la confusión de verlo a esas horas en la cocina.
—Ah... Esos tontos—negó con la cabeza, volviendo su vista hacia lo que estaba haciendo, dándose cuenta de que no estaba saliendo como quería—¿Todavía entran sin permiso?
—Uhm, a veces. Sabes como son, les gusta molestarte—lo escuchó suspirar—¿Qué intentas hacer? Es muy temprano.
—El desayuno.
—Pero tú nunca cocinas, no sabes hacerlo.
—Lo sé—dejó los utensilios de cocina a un lado y se apoyó con ambas manos en el borde del mueble—Es que... Ya no sé qué hacer.
—He notado que no o has dormido bien... ¿A eso te refieres?
Minho asintió en silencio.
—¿Qué tal si arreglamos tu jardín?—sugirió—Justo voy al pueblo, puedo traer más tierra y flores.
—En el pueblo no hay rosas azules.
—Podemos salvar las que quedaron y plantar otras flores, ¿no te parece buena idea? Tal vez no sean azules, pero hay otros colores lindos.
Minho volvió a suspirar y se fue en total silencio, dejando todo a medias para luego ir escaleras arriba hasta encerrarse en su habitación. Félix sintió sus ánimos bajar considerablemente ante esa reacción, el tema del jardín era algo sensible, y se sentía culpable por haberlo descuidado pensando en que Jisung regresaría.
Tan ingenuo, Minho siempre se lo decía.
En total silencio y con rapidez, limpiólacocinay guardó los restos de comida que todavía podían usarse, minutos después cuando todo estaba listo, agarró su bolso y salió de la mansión, encaminándose hacia el pueblo.
Sabía que al ser un hada, debía mantener el perfil bajo para no llamar la atención, si un guardia se daba cuenta de que andaba dando vueltas por el pueblo, tendría graves consecuencias.
Las criaturas mágicas como él no eran bienvenidas, hace mucho tiempo los habían exiliados a todos hacia el bosque, dejando únicamente a los humanos conservar sus casas, dejando que se adueñaran también de los hogares que quedaron vacíos. Era por eso que los elfos, hadas, vampiros, brujas, hechiceros, lobos y otras criaturas, vivían escondidos entre los árboles, algunos incluso se mudaron a otros pueblos en donde pudieran andar libremente, otros decidieron quedarse dentro del territorio de Windhall, pero muy alejados de las personas. Siempre se sintió muy curioso por las razones, pero sus padres nunca le explicaron, ellos decían que no necesitaba saberlo y que lo mejor era mantenerse dentro del bosque para evitar problemas porque un hada no tenía nada que hacer en el pueblo.
Pero hace mucho tiempo dejó de vivir con ellos y aprendió a cuidarse pese a tener tan sólo veinte años. Esconder su naturaleza era sencillo, la mayoría de los tatuajes que lo delataban podían cubrirse, así que era fácil mezclarse con los humanos del pueblo, siempre y cuando no fuera imprudente.
Luego de haberse percatado de que no había nadie a los alrededores del bosque, salió a paso rápido hasta encontrarse con un grupo de personas. Sabía exactamente hacia donde tenía que ir para regresar lo más pronto posible, quedarse mucho tiempo ahí solo aumentaban las posibilidades de ser descubierto. Caminó con seguridad hasta el puesto de víveres al que frecuentaba, recordándose mentalmente a sí mismo todo lo que debía comprar.
—¡Félix! Hace un tiempo no venías por aquí-sonrió al verlo.
—Buenos días, Lia—saludó con amabilidad a la chica que lo atendió—Llevaré lo de siempre.
—Claro, solo dame un momento en lo que preparo todo, ¿está bien?
Félix asintió con una sonrisa y la vio desaparecer hacia el interior del pequeño local.
Se mantuvo tranquilo por unos segundos, viendo a su alrededor con cierta fascinación y curiosidad, hasta que fue interrumpido por un cosquilleo en la piel de su cuello debido al contacto de alguien más sobre él, llevó su mano hacia esa parte y se hizo a un lado con el corazón latiendo con fuerza contra su pecho.
—¿Qué hace un hada dando vueltas por el pueblo?
Félix se giró rápidamente debido al miedo, su piel erizándose por su bajo tono de voz, enfrentándose a la persona que acababa de tocarlo justo en donde estaba uno de sus tatuajes.
Había sido descubierto.
—Tengo entendido que las criaturas mágicas no deberían estar aquí—siguió hablando sin romper el contacto visual. Podía ver el miedo en su mirada.
—N-No... Yo no-
—¿Pero sabes qué es curioso?—interrumpió, haciéndolo callar. Félix negó lentamente—En el castillo hay algunas criaturas mágicas... ¿No es eso injusto?—preguntó, más no obtuvo respuesta del pelinaranja—Escuché que hay castigos muy malos para ustedes—dijo pensativo, esbozando una corta sonrisa.
—Félix, aquí tengo algunas cosas—apareció Lia con una bolsa de tela en sus manos, un poco confundida por la expresión del menor—Todavía debo hacerte otra bolsa.
Félix.
—S-Si, así déjalo—sacó torpemente las monedas de sus bolsillos y cayeron al suelo debido al leve temblor en sus manos y el nerviosismo. Con rapidez se agachó a recogerlas una a una, regañándose por ser tan torpe en una situación así.
—Yo pagaré—sacó varias monedas de su bolsillo y las puso todas sobre la mesa.
—Es más de lo que compró—dijo Lia al contarlas, sorprendida al ver que eran de oro.
—No importa, solo tómalas.
Félix terminó de recoger las monedas y le dio una sonrisa nerviosa a Lia, despidiéndose fugazmente para irse lo más rápido posible sin agradecerle al chico. No sabía sus intenciones, pero tampoco quería descubrirlas, nadie paga tanto por unas cuantas cosas, menos a un desconocido.
Definitivamente, ese chico quería algo.
Estaba asustado, ese era un hecho. Siguió su camino sin mirar atrás hasta dar la vuelta en un callejón vacío en donde pudo respirar con tranquilidad. ¿Cómo pudo ser tan descuidado? Esconder sus tatuajes nunca fue un problema, y la idea de ser llevado al castillo por invadir el pueblo le daba escalofríos, tenía mucha vida por delante todavía como para estar encerrado en los calabozos.
—¿Por qué huyes?
Sobresaltado, Félix dio un respingo y apretó la bolsa contra su pecho.
—No me delates—pidió, sonando como una súplica—Prometo que no vengo seguido, solo cuando necesito algo, ya me iba—empezó a explicar.
—No voy a delatarte—negó con la cabeza—Simplemente tenía mucho de no ver un hada—se encogió de hombros.
—Ya me viste—dijo casi en un murmuro, todavía sintiéndose intimidado.
Félix no podía ver el rostro del chico, estaba totalmente cubierto, dejando a la vista únicamente sus ojos y un pequeño lunar bajo uno de ellos. El hecho de que estuviera cubierto lo hizo ver más sospechoso, y por esa razón, no podía sentirse tranquilo, pero en una situación así, nadie podría ayudarlo.
—Entiendo que estés asustado, pero solo me siento un poco curioso, no deseo hacerte daño—se acercó un poco, sumido en su propio pensamiento y en la fascinación de aquel delicado rostro con facciones perfectas, ignorando completamente el hecho de que estaba asustándolo.
Llenándose de valor y al ver que no tenía más opciones, Félix decidió que debía intentar escapar de ahí con sus cosas, no confiaba en que lo dejaría ir como si nada. Así que, sin previo aviso, se acercó con agilidad y levantó su rodilla, proporcionándole un golpe en la entrepierna. El chico se quejó sonoramente y se inclinó hacia adelante, dándole la oportunidad de pasar a su lado y salir de ese callejón.
—¿¡Por qué hiciste eso!?—exclamó adolorido, girándose un poco en la misma posición para verlo correr, otra vez huyendo.
Félix no se detuvo, y luego de unos segundos corriendo, volvió a ver hacia atrás para asegurarse de que no lo estaba siguiendo, y cuando estuvo seguro, se metió de nuevo al bosque. Caminó a paso rápido, tropezando con algunas ramas sin tomarle mucha importancia, cuidando que su bolsa de compras no se cayera por la torpeza de sus pasos, hasta que después de varios minutos, por fin logró ver la mansión.
Cuando pasó los portones de hierro, casi corrió hasta la puerta, todavía con nerviosismo logró abrirla y entró, dejó la bolsa con frutas y comida en el suelo y cerró, apoyándose en esta para recuperar el aliento. Aliviado, se deslizó hasta quedar sentado, se quitó las prendas que tenía de más y que utilizaba para tapar sus tatuajes en un intento de sentirse cómodo, en un intento de recuperar la falta de aire; ya no estaba en peligro.
Al escuchar la puerta, Minho salió de su habitación y bajó las escaleras, pero al encontrarse con Félix en esa posición, la preocupación se hizo presente.
—Me descubrieron—dijo al sentir la presencia del mayor—Un humano me descubrió mientras hacía las compras—explicó, desviando la mirada en cada momento.
—¿Intentaron hacerte algo?—se acercó, hablando con un tono de voz más bajo—¿Te siguieron hasta aquí?
—No me siguió—negó con la cabeza, pensando con más claridad lo que había sucedido con ese chico—Pero no sé... No sé si quería hacerme daño, él dijo que no, ¿pero qué tal si era mentira?
—Es un humano—habló Minho, cambiando a una expresión más seria—Siempre quieren hacer daño.
Pero tú también lo eres
Félix se detuvo de seguir hablando porque sabía exactamente hacia donde iba esa conversación. Minho no solía ser alguien expresivo, pero la mención de los humanos siempre generaba cierta tensión en él a pesar de que nació siendo uno. Nunca insistió en el tema, pero estaba seguro de que había algo mucho más profundo he hiriente en el fondo de todo eso.
—Quizás no deberías volver—recogió las compras sin mirarlo, manteniendo el mismo semblante mientras se alejaba hacia la cocina.
—No puedo solo dejar de ir—recogió su ropa y se puso de pie, siguiéndolo—¿Qué piensas que vamos a comer entonces?
—Iré yo—dijo sin más, girándose para mirarlo—Y no vas a impedirlo.
—No te gusta salir.
—Tendré que hacerlo.
—¿Y si vamos juntos?
—Tal vez.
Félix entrecerró los ojos y soltó un suspiro, discutir con Minho era ciertamente agotador e imposible. Sin decir más, se giró sobre sus pies y subió las escaleras hacia su habitación con la preocupación haciéndose paso en su interior.
Cuando Minho se dio cuenta de la ausencia de Félix sacó el aire que estaba reteniendo. ¿A quién quería engañar? Salir de la mansión le aterraba, exponerse a la vista de los demás estaba más allá de su propia valentía. Podía sentir los murmullos, las miradas y las risas a su alrededor con solo pensarlo, pero ¿qué otra opción tenía? Había perdido todo y Félix era lo único que tenía ahora, no se perdonaría jamás que alguien le hiciera daño gracias a él, no iba a dejar que otros salieran lastimados por su culpa nunca más.
No volvería a pasar.
☾ ⋆*・゚:⋆*・゚: 𝘣𝘭𝘶𝘦 𝘳𝘰𝘴𝘦𝘴 : ⋆*・゚: .⋆
Al entrar a su habitación, Hyunjin tiró sus cosas con molestia, haciendo una mueca de dolor por el golpe en su entrepierna, ¿cómo ese pequeño chico tenía tanta fuerza? No anticipó esa reacción, aunque pensándolo bien, tampoco actuó de la mejor manera, lo admitía para sí mismo.
—Hyunjin, que bueno que llegas—Chan apareció de repente en la habitación con maletas en sus manos.
—¿Ahora qué? Quiero descansar—se quejó, recostándose sobre la espaciosa cama, tapando su rostro con su antebrazo—Te agradecería que salieras y me dejaras solo.
Su frustración le había ganado, de solo pensar en lo sucedido, volvía a sentir su ego herido.
—Hay un festival en unos días—explicó cortamente, abriendo las maletas sobre la cama—Si vas a ir, procura que no se den cuenta de que eres un rey.
—¿Un festival?—lo miró con interés.
Chan asintió, tomando asiento frente a él con una sonrisa.
—Según escuché, todos en el pueblo van, incluso las criaturas mágicas—bajó un poco la voz—En este reino no son bienvenidos, me dejaron entrar solamente porque vengo contigo.
Eso llamó la atención de Hyunjin, poniéndolo pensativo. ¿Y si volvía a encontrarse con el hada? Eso sería perfecto.
Sonrió.
—Debemos ir—asintió el príncipe, cambiando su expresión a una más animada—Nunca hemos estado en un festival, es una gran oportunidad, ¿no crees? En Ravenham no hacen esas cosas.
—Pues... Si—respondió con desinterés—¿Crees que Jeongin vaya?
—¿Quién es Jeongin?
—Olvídalo—negó con la cabeza, restándole importancia—¿Quieres que te acompañe al festival o prefieres ir solo?
—No sé, si no quieres ir, no vayas—se encogió de hombros, volviendo a recortarse sobre la cama—Haz lo que quieras, no eres mi niñera.
Chan entrecerró los ojos ante su altanería, más no se quejó en voz alta, discutir al respecto con Hyunjin no tenía caso, los años trabajando para él lo hicieron entender que, el príncipe siempre tenía la razón.
—¿Por qué saliste?—preguntó, cambiando de tema.
—Salí a conocer el pueblo.
—¿Solo a eso?—enarcó una ceja, lo conocía perfectamente y sabía que no sólo había salido para eso—¿Alguien llamó tu atención?
Hyunjin tapó su rostro con ambas manos al pensar nuevamente en esa atrevida hada que tuvo la osadía de golpearlo.
—Si—respondió cortamente—Pero no sé si volveré a verlo.
—¿Por qué? ¿Es alguien prohibido?—sonrió de manera sugerente, causando una mueca en el menor.
—Algo así—lo pensó un momento antes de decírselo:—Es una criatura mágica, un hada para ser específico.
Chan abrió los ojos en sorpresa, acercándose un poco más hacia al príncipe para no elevar tanto la voz.
—Pero creí que las criaturas mágicas no eran bienvenidas al pueblo—bajó el tono de voz, viendo a su alrededor a pesar de que estaban solos—¿Qué hacía en el pueblo?
—No son bienvenidas, es cierto—asintió de acuerdo—Pero eso no quiere decir que de vez en cuando no se mezclen entre los habitantes. Esconder ser un hada es demasiado fácil.
—¿Cómo lo descubriste, entonces?
—Vi un poco de sus tatuajes, creo que no se dio cuenta de que no los había escondido bien—recordó la piel del hada, adornada con un tatuaje azul y dorado que apenas se asomaba en sus hombros. Eso lo hizo preguntarse qué tan tatuado estaba su cuerpo; quería descubrirlo—Se asustó cuando se lo mencioné, me pidió que no lo delatara y huyó.
Por obvias razones, Hyunjin omitió lo demás que había sucedido, Chan no necesitaba saber que un hada lo había golpeado en la entrepierna.
—Vaya... Pobre chico, de seguro estuvo muy asustado. Escuché que algunas criaturas mágicas han muerto en los calabozos de este castillo.
Hyunjin suspiró y negó con la cabeza. ¿Por qué tomar esas medidas contra ellos? En Ravenham, las criaturas mágicas eran algo muy raro de ver, pero sabía que unos cuantos estaban viviendo en el pueblo y nunca hubieron problemas con ellos, ¿por qué Windhall los expulsó a todos? Toda la situación parecía extraña y sin sentido, sin embargo, no podía cuestionar las órdenes y leyes de un reino que no era el suyo, y preguntar sería algo imprudente de su parte porque eran problemas internos del reino.
Tal vez con la boda eso podría cambiar.
—Espero verlo en el festival.
—¿Y si no regresa porque sabes su secreto?
No había pensando en esa posibilidad, pero era bastante probable que ese fuera el caso, porque después de todo, sus acciones fueron las de un completo y total acosador.
Por un momento sintió vergüenza de sí mismo, más no dejó que esa sensación predominara, dejarse llevar por tontas emociones como esa era impropio, sabía que de alguna manera, esa hada podría ser para él.
Tenía el presentimiento de que volvería a verlo muy pronto.
—Va a regresar.
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Espero que les esté gustando, gracias por comentar y votar<3
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