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02ও

Joyas, ropa elegante, comida exótica, halagos, admiración, atención, personas a su disposición; Hyunjin amaba ser un príncipe. La ética, moral, responsabilidad y todo lo demás que conllevaba ser príncipe, era lo que menos le preocupaba. Sabía comportarse, nunca tuvo problemas con escándalos ni rumores a pesar de ser alguien a quién le gustaba salir del castillo cada vez que podía.

Cuando recibió la noticia de la futura boda con el príncipe de Windhall, no protestó, tampoco se opuso aunque sabía que su estilo de vida cambiaría de gran manera con el hecho de mudarse a otro castillo. Casarse era el menor de sus problemas, estarían unidos únicamente por beneficios, no por algún tipo de sentimiento, por lo tanto, podría seguir disfrutando de su juventud de la misma manera, siendo sigiloso y cuidadoso, no quería ni pensar en los problemas que obtendría si alguien se daba cuenta de lo que hacía. Sería su fin.

Sin dejar de verse a sí mismo en el espejo, arregló una vez más su cabello tras su oreja, dejando al descubierto un poco más de su rostro. Suspiró sonoramente, pensando en lo largo y aburrido que sería el viaje hasta Windhall, y agradecía enormemente que sus padres se quedarían en el castillo, odiaba sentirse vigilado y controlado por ellos, serían unas vacaciones temporales para él.

—Hyunjin, ¿estás listo?

El castaño vio a su guardia a través del espejo y enarcó una ceja.

—Príncipe Hyunjin, no sólo Hyunjin—corrigió, manteniendo una expresión neutra—Es más, llámame por mi apellido.

El contrario rió sin dejar de verlo, aclaró su garganta y se puso serio.

—Príncipe Hwang, ¿está listo?

Hyunjin elevó el mentón, manteniendo una expresión de superioridad, pero en cuestión de segundos, una sonrisa se asomó en sus labios, empezando a reír.

—Idiota irrespetuoso—murmuró, girándose hacia él para mirarlo de frente—Estoy listo, ¿sabes cuánto tiempo vamos a quedarnos antes de la boda?

—Unos meses, tus padres creen que debes convivir con el príncipe Jisung para que las personas estén satisfechas con su relación.

Hyunjin bufó, cruzándose de brazos.

—Que estupidez—negó con la cabeza—Solo un idiota creería que este matrimonio es real, podría asegurar que las personas ya saben que todo se trata de negocios.

—Puede ser—asintió el mayor—Pero, ¿qué más da? Si te casas no significa que vayas a dejar de lado tu estilo de vida.

—Exactamente—sonrió, regresando su vista hacia el espejo—No estoy listo para estar solo con una persona, es muy aburrido.

—¿Pretendes conquistar pueblerinos y sirvientes en Windhall también?

—Sin dudas—asintió con una sonrisa—Por eso irás conmigo también, solo tú sabes como cubrirme.

—Merezco un aumento—suspiró, agarrando las maletas del príncipe—Nos vamos en diez minutos, te espero abajo.

—Gracias, Chan—le dijo, terminando de acomodar su cabello hasta sentirse satisfecho.

—Nada de gracias, me tienes como tu sirviente personal...

Hyunjin rió por lo bajo al escuchar sus quejas mientras salía de la habitación.

Claramente, no estaba listo para nada de lo que estaba planeado, quería convencerse de que podría manejarlo sin problemas hasta convertirse en rey, pero para ser honesto, a veces se sentía agobiado y un poco preocupado porque tan pronto se hiciera oficial el matrimonio, su vida empezaría a cambiar inevitablemente, especialmente porque tendría que vivir en un pueblo que no era el suyo, rodeado de gente que no conoce y de lugares desconocidos. Quería mantenerse positivo, sabía que Jisung era un chico atractivo, por lo que no se sentía tan disgustado, además de que estaba más que acostumbrado a escaparse sin ser atrapado; pero el solo pensamiento de que un día tendría que dejar todo eso por llenarse de más obligaciones le causaba frustración, porque si bien amaba el poder que tenía por su posición de príncipe, una pequeña parte de él muy en el fondo deseaba ser libre.

—Recuerda poner en alto nuestro apellido y el nombre de Ravenham—dijo el rey, sin cambiar su semblante serio—No son vacaciones, tienes responsabilidades.

Hyunjin suspiró, manteniéndose tranquilo a pesar de que tenía muchas cosas que decir al respecto. Asintió, hizo una reverencia hacia sus padres y se subió al carruaje que ya estaba esperando por él en la entrada.

—Diez horas de viaje serán una maldita tortura—se quejó, quitándose la corona y algunas de sus ropas para sentirse más cómodo.

—Tranquilo, me tienes a mi—Chan sonrió, causando que Hyunjin volviera a suspirar. Entre sus cosas rebuscó un sobre que los reyes le habían dado antes de salir, dándole la clara instrucción de comunicarle esa información al príncipe—Muy bien... Información básica sobre el príncipe de Windhall y de su pueblo.

—No es necesario, sé lo suficiente sobre eso—hizo un ademán con la mano, sintiéndose indiferente al respecto.

—De todas formas lo leeré—aclaró su garganta sin dejar de ver el papel entre sus manos—Su nombre es Han Jisung, tiene veintiún años y es el único heredero de Windhall.

—Único heredero...—repitió para sí mismo, sonriendo a medias—Está muy joven para ser el heredero de Windhall.

—Tú también eres muy joven para ser un príncipe heredero, veinticinco años no es demasiada diferencia.

—Claro que lo es—asintió—Tengo más años de experiencia en todas las áreas, sé sobre estrategias, sobre historia, sobre política... Todo se aprende con los años, de seguro él está empezando a aprender sobre ser rey.

—Tal vez él también sepa sobre eso—se encogió de hombros.

—Como sea—rodó los ojos junto a un suspiro—Es irritante tener que encargarme de un niño.

Chan suspiró con cansancio y siguió leyendo la información en sus manos:

—Los Han tomaron el poder hace muy poco tiempo, hace casi quince años, por lo tanto, también son relativamente nuevos en todo esto de ser reyes. ¿Si recuerdas haber leído algo sobre eso?

Hyunjin asintió.

—Cada vez se escucha peor—negó con la cabeza—Mis padres deben estar locos para arreglarme un matrimonio con su hijo.

—Windhall es el pueblo más grande, Hyunjin, a nadie le interesa lo que haya pasado; los recursos y tierras de ese lugar tienen más valor que el de Ravenham, la estrategia es utilizar esas tierras para establecer nuestro comercio ahí, ¿has visto el bosque? Es precioso, podemos usar todo eso a nuestro favor—lo miró con una sonrisa de lado, burlándose—Creí que sabías.

Hyunjin entrecerró los ojos y apartó la mirada, dirigiéndola hacia el exterior del carruaje. Había escuchado de sus padres que su objetivo era adueñarse del bosque y convertirlo en una parte de Ravenham; no estaba muy seguro todavía cuando empezarían con ese plan, tampoco sabía si los Han tenían conocimiento de eso, dudaba un poco sobre si realmente era parte del trato utilizar esa zona a su favor, pero no podía meterse, su único deber era casarse con Han Jisung, de lo demás se encargarían los reyes.

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Muy temprano en la mañana, Jisung despertó, estiró sus extremidades hasta sentirse relajado, y tras bostezar un par de veces apartó las sábanas que cubrían su cuerpo, decidido a descubrir qué era eso que lo había asustado tanto la noche anterior. Ansioso, salió de su habitación y corrió a través del pasillo sin importar que todavía estaba utilizando su ropa de dormir y sin ducharse, se detuvo frente a una de las habitaciones y tocó repetidas veces sin detenerse.

—¿Qué pasa?

—Buenos días, Jeongin—saludó, haciéndose paso dentro de su habitación sin preguntar—Dúchate, hoy saldremos.

—Jisung, son las cinco de la mañana, ¿no tienes a nadie más a quién molestar?—dijo con voz somnolienta, metiéndose nuevamente bajo sus sábanas.

—No—sonrió ampliamente, sentándose a su lado.

—No me importa, mi jornada de trabajo aún no empieza, así que vete—lo empujó con sus piernas, girándose hacia el otro lado de la cama para darle la espalda.

—¿Cómo puedes hablarle así a tu futuro rey?—dijo con indignación, cruzándose de brazos.

—Oh, claro. Príncipe Jisung, lárguese de mi habitación y cierre la puerta al salir, gracias.

—Te odio, Yang Jeongin, iré yo solo—le tiró una de sus almohadas, causando que se quejara—Ojalá olvides tu collar protector y te quemes con el sol.

—Claro—balbuceó medio dormido.

Pensativo, Jisung salió de la habitación y se dirigió hacia la suya. No podía negar que le asustaba un poco tener que ir el solo, con Jeongin se hubiera sentido un poco más seguro, pero tenía la esperanza de que fuera menos terrorífico si iba a plena luz del día. Tomó una ducha rápida y sacó de su armario la ropa menos llamativa que tenía, lo que menos quería era ser reconocido, nadie debía saber que estaba yendo en dirección al bosque.

Con facilidad salió del castillo, sus padres de seguro estaban dormidos u ocupados con algo más, la mayoría del tiempo no estaban tan pendientes de lo que hacía o a donde iba, incluso ni se daban cuenta cuando salía. Guardó algunas cosas esenciales en un pequeño bolso y salió por una de las puertas traseras, esperanzado en que sería más fácil salir, pero tuvo que detenerse cuando alguien lo llamó a sus espaldas.

—¡Jisung!

Se giró sobre sus pies y se encontró con su madre totalmente irritada, caminando a paso rápido hacia él con expresión confusa al verlo tan temprano saliendo del castillo.

Justo hoy.

—Pensé que estabas dormida.

—¿A dónde crees que vas usando esa ropa tan ordinaria?

—Solo daré una vuelta—respondió vagamente, evitando hacer contacto visual.

—No puedes irte, ve adentro y cambiate—ordenó con voz dura, dándose la vuelta para regresar hacia el interior del castillo—El príncipe Hwang viene en camino y no puede verte de esa manera, ¿qué dirá sobre ti? Tienes que impresionarlo, convencerlo de que eres la opción perfecta para el matrimonio, así que regresa a tu habitación y arréglate lo mejor posible, ¿entendido?

Al no escuchar respuesta, se dio la vuelta para enfrentar a su hijo, sin embargo, no se encontró con nada más que el pasillo totalmente solo y en silencio, ni siquiera notó que Jisung no iba con ella. Cerró ambas manos en un puño y siseó molesta, lanzando una maldición en voz baja; caminó a paso rápido nuevamente hacia la salida con la esperanza de encontrarlo, pero tal y como lo supuso, Jisung no estaba por ningún lado, ¿cómo logró irse tan rápido?

—Park, reúne a unos cuantos guardias y busquen a Jisung, necesito que esté aquí al medio día-ordenó con dureza a uno de los guardias que rondaban los pasillos—¡Ahora!—el hombre asintió en silencio y obedeció.

Por otro lado, Jisung corrió hacia el interior del bosque, apartando con sus manos las ramas que se interponían su camino, ignorando el camino lleno de piedras y raíces en las que tropezó más de una vez. Gracias a la luz del amanecer, pudo ver con mejor claridad lo que había frente a él, siguió caminando a paso rápido entre los árboles hasta que logró ver cómo una parte de aquella mansión se asomó entre las copas; de nuevo, un extraño escalofrío recorrió su cuerpo entero, más no quiso huir, solo se sentía más curioso al respecto.

Llegó hasta el frente del enorme portón, esta vez pudo admirar con claridad las ramas que se enredaban entre los hierros del mismo, siendo la decoración perfecta para la entrada. Con ambas manos empujó una de las puertas, escuchando el rechinar de las bisagras debido al poco uso y los años de antigüedad. Cuando hubo espacio suficiente, entró sin pensarlo dos veces, limpió sus manos en su ropa para quitarse la suciedad y siguió el camino de rocas en el suelo. No pudo pasar por alto que el jardín era llamativo, las flores de colores resaltaban, haciendo contraste con el césped verde que rodeaba las escaleras de la entrada, pero una en especial llamó totalmente su atención.

—Es extraño—murmuró para sí mismo, agachándose hasta poder tomarla entre sus manos—Las rosas azules son difíciles de encontrar.

Con delicadeza tocó cada uno de los pétalos, temiendo dañarla con algún movimiento brusco.

Dentro de Windhall, estaban prohibidas, pero no sabía exactamente las razones del porqué, así que las descartaron totalmente; ahora, viendo ese jardín, podía asegurar que las rosas azules eran más hermosas de lo que creía, ¿quién tenía ese enorme rosal? Definitivamente, no se mantenían solas, se veían demasiado cuidadas como para que estuvieran ahí de casualidad.

—¡Jisung!

Un grito a lo lejos lo hizo reaccionar de nuevo.

—¡Jisung!

Tuvo que suponer que su madre enviaría gente a buscarlo, se levantó y vio hacia todas partes, pensando en qué debía hacer ahora. Los llamados se hacían cada vez más audibles, dándole a entender que se estaban acercando; no quería irse aún, no había podio explorar absolutamente nada. Sin tener otras opciones, corrió hacia una de las ventanas de la mansión, se veía desgastada, tenía algunos cristales expuestos, pero parecía ser fácil de abrir, no estaba cerrada del todo así que con un poco de forcejeo, logró entrar. Cuando sus pies tocaron el suelo nuevamente, tropezó con piezas de madera muy grandes que lo hicieron caer de golpe sin oportunidad de evitarlo, soltando un quejido adolorido.

—Ustedes vayan por atrás, nosotros iremos por el frente.

Asustado, Jisung cubrió su boca con ambas manos, temiendo haber sido escuchado. Todavía en el suelo, gateó lejos de la puerta, escondiéndose tras uno de los muebles más cercanos. Se sobresaltó cuando escuchó que estaba intentando abrir la puerta principal al mismo tiempo que gritaban su nombre. Renegó en sus adentros por no haber salido más temprano para evitar que su madre lo viera, pero no contaba con que ella estaría despierta a esa hora, normalmente no era así.

—¡Sabemos que está ahí, por favor salga!

Frustrado, estuvo a punto de salir de su escondite e irse con ellos de una vez por todas, pero el ruido de la madera crujir junto a unos fuertes pasos lo hizo detenerse y su piel erizarse, se asomó solo un poco para ver la silueta de alguien acercándose a la puerta desde el interior.

—¿Qué quieren?—habló sin abrir la puerta—No pueden estar aquí.

—Venimos por Jisung—respondió uno de los guardias, haciéndole señas a los demás para que se acercaran y estuvieran listos para entrar.

—Nadie es bienvenido aquí, ¡lárguense!

Jisung dio un pequeño salto ante esa voz tan profunda. Nunca había escuchado a alguien cambiar su tono de voz en cuestión de segundos, se escuchaba demasiado... diabólico.

Park, el guardia a cargo, hizo un movimiento con la cabeza, indicando que era hora de entrar, y en el momento en el que iban a tirar la puerta, esta se abrió, dejando a la vista a la persona que estaba ahí dentro.

En silencio, los guardias miraron al chico frente a ellos, sin apartar su vista de su rostro cubierto con una máscara que abarcaba desde su frente hasta su barbilla, cubriendo su ojo y mejilla izquierda, dejando a la vista únicamente su lado derecho.

Y claramente, notó el disgusto en esas miradas.

—¿Usted vive aquí?

—Si, por eso les pido que se larguen-siguió utilizando su voz dura y profunda. Sus ojos viajaron hasta el escudo en sus armaduras, reconociéndolo de inmediato.

Son del Castillo.

—Estamos buscando a-

—¡No me importa!—cerró sus manos en puño y se acercó un poco mas al umbral, expuesto a la luz del día—¡Lárguense!

Los guardias retrocedieron ante el enojo de aquel chico, en otra ocasión, no se habrían asustado ni habrían huído, pero sus ojos completamente negros, sus venas resaltadas, sus garras creciendo en sus dedos y sus dientes afiliados asomándose en su boca en clara señal de amenaza, los hizo darse cuenta de que no era un humano, sino que algo más que eso.

Algo peligroso. Algo como un monstruo, uno que nunca habían visto.

Con la respiración agitada, Minho vio como todos corrían fuera de su jardín sin preocuparse por el desastre ocasionando hasta perderse entre los árboles del denso bosque. Respiró hondo un par de veces en busca de su propia calma y agachó la mirada hacia sus manos, notando como poco a poco las venas que antes se habían resaltado, volvían a esconderse hasta volver a la normalidad. Suspiró triste y cerró la puerta con un fuerte portazo, caminó hacia uno de los espejos y también noto que sus ojos ya no estaban negros, ni sus dientes parecían los de una bestia.

Jisung salió un poco más de su escondite para verlo mejor, puso ambas manos a un lado del mueble para poder acercarse, pero no midió la fuerza con la que se movió, causando que algo cayera y se rompiera en el suelo. Cerró los ojos con fuerza y se pegó a la pared, a la espera de que tuviera la suerte suficiente para no ser descubierto ahí.

Minho se giró rápidamente hacia el pequeño adorno de cerámica roto en el suelo, analizó por unos segundos las piezas rotas y caminó con sigilo hasta llegar a ese mueble. Recordó que las personas que llegaron estaban buscando a alguien, y pensar que había otra persona dentro de su casa lo hizo enfurecer. ¿Quiénes se creían para invadir el único lugar en el que podía vivir?

Otra vez, sus ojos cambiaron.

Furioso de nuevo, con todas sus fuerzas tiró el mueble hacia un lado, haciéndolo estrellarse contra una pared hasta romperlo. Su respiración se agitó nuevamente, a punto de agarrar a la persona que estaba escondida, pero al ver a ese chico encogido contra la pared, temblando y con los ojos cerrado, lo detuvo, dando un paso hacia atrás.

Pudo reconocerlo, era el chico que llegó la noche pasada y se asustó.

¿Él era Jisung?

Avergonzado, Minho se dio la vuelta y subió las escaleras sin volver a verlo, entró a su habitación y cerró la puerta, finalizando con ponerle seguro. Lágrimas se acumularon en sus ojos debido a la impotencia y la vergüenza, ¿qué hacía ese chico ahí? ¿Por qué había regresado si anoche salió corriendo del miedo? ¿Por qué guardias del castillo estaban buscándolo? Tenía muchas preguntas, y saber que no obtendría respuestas lo hizo sentir más ansioso.

—Minho, ¿qué fue todo ese escándalo?

—Dile que se vaya—respondió a través de la puerta—¡Dile que se vaya, Félix, que se vaya!—gritó, golpeando la puerta repetidas veces en busca de alivio.

No lo consiguió.

Félix suspiró y bajó las escaleras, vio el desastre del mueble roto y la cerámica esparcida por el suelo. Dedujo fácilmente que había sido otro de sus ataques de ira, pero al bajar totalmente las escaleras, se encontró con un chico sentado en el suelo, recogiendo algunas partes del desorden, una a una.

—¿Tú quién eres?

Jisung se sobresaltó en su lugar y elevó la mirada hacia el chico, su expresión de tornó confusa al ver que alguien más estaba ahí. Se levantó, sacudió sus manos y su ropa con cierta timidez.

—Perdón, tiré por accidente eso—señaló en el suelo las piezas de porcelana—Sé que hice mal al entrar sin permiso, no sabía que alguien vivía aquí.

—Debes irte—Félix suspiró, caminando hacia la puerta de entrada para abrirla—Debes irte y nunca regresar a este lado del bosque, es peligroso.

—Pero-

—No tienes nada que hacer aquí—lo interrumpió, negando con la cabeza—¿Por qué viniste?

—Quería investigar un poco sobre esta mansión—respondió sinceramente, jugueteando nerviosamente con sus manos—Pensé que estaba abandonada y me dio curiosidad por saber si tenía algún tipo de historia.

—No está abandonada.

Jisung y Félix vieron hacia las escaleras, encontrándose con Minho, viéndolos con expresión seria y los brazos cruzados.

—Tampoco es un museo o un circo para que vengas a investigar—siguió hablando mientras bajaba un par de escalones.

—Lo sé, pero-

—Nadie de ese maldito pueblo puede venir a mi casa, ¿entendido? ¡Nadie! ¡Es mi casa!

Jisung volvió a sobresaltarse, su corazón latió con fuerza, curioso por ver lo que esa máscara escondía. Pudo notar los ojos rojos por el llanto, ¿qué había hecho llorar a ese chico si hace nada estaba furioso? Quiso preguntar, pero algo le decía que solo terminaría metiéndose en problemas. Lo mejor era irse, sin embargo, su cuerpo no respondía, seguía parado sin reaccionar.

Minho volvió a sentirse avergonzado bajo esa curiosa mirada, el pelinegro no le quitaba los ojos de encima, se veía un poco asustado, pero no se iba.

¿Por qué no se iba?

—Tu jardín es hermoso—comentó en voz baja, ignorando completamente la advertencia del rubio—Las rosas azules son difíciles de encontrar.

—Los idiotas que estaban buscándote lo arruinaron—escupió molesto.

—Puedo hacerme cargo, arreglaré tu jardín—Jisung hablaba sin pensar, tenía conocimientos sobre jardinería, pero no los suficientes, solo necesitaba más excusas para estar ahí.

—No te preocupes—Félix habló, llamando su atención de inmediato—Soy muy bueno en eso, puedo hacerlo yo—le sonrió suavemente.

Ver a Félix lo hizo preguntarse quién era él y porqué era tan amable si el otro chico era literalmente, lo opuesto.

Jisung suspiró rendido y asintió, caminó en silencio hacia la puerta y salió de la mansión sin decir nada más. ¿Qué más podía decir para quedarse? Ni siquiera tenía razones válidas para hacerlo. Estando afuera, se dio la vuelta y vio una vez más al chico con la máscara parado en las escaleras, recordando los ojos completamente negros, los dientes largos y afilados y las venas resaltando en su piel pálida. ¿Qué tipo de criatura era él? ¿Por qué vivía en esa mansión y no con las demás criaturas del bosque? ¿Por qué no lo atacó también cuando lo descubrió escondido? Por el momento, todo seguiría siendo un misterio.

Mientras iba de regreso, vio el rosal hecho un desastre, habían pisadas por todos lados y tierra esparcida alrededor. Volvió a suspirar, eso fue su culpa por esconderse ahí sabiendo que estaban buscándolo. Mientras caminaba de regreso hacia el castillo, pensaba en qué hacer para enmendarlo, algo le decía que ese jardín era muy importante.

¿Debería regresar?

Siguió su camino bajo la idea de que quizás, lo mejor era no verse involucrado, tenía muchísima curiosidad, pero el chico tenía razón, ese era su hogar, no un lugar para investigar, además, aceptaba que no había sido lo correcto entrar de esa manera solo porque quería respuestas, incluso pudo salir lastimado.

Sumergido en sus propios pensamientos, ignoró completamente su entorno, fijándose únicamente por donde caminaba para no caer, por lo que no se dio cuenta de la presencia de alguien más a sus espaldas.

—¡Espera!

Como si lo estuviera esperando, se dio vuelta rápidamente para encontrarse con el mismo chico amable de hace ratos corriendo hacia él, un poco agitado y sonrojado.

—Cambié de opinión, puedes ayudarme con el jardín—le dijo cuando su respiración se normalizó—Minho es un poco enojado, pero no es malo.

Así que su nombre es Minho.

—Ven por la noche, él odia la luz del día—siguió hablando, manteniendo una suave sonrisa—No sé cuáles sean tus intenciones, pero no creo que seas malo tampoco.

—No tengo malas intenciones—negó rápidamente—Ni siquiera sé muy bien porqué vine...—agachó la mirada, haciéndose nuevamente esa pregunta. ¿Cuáles eran sus intenciones? Quería respuestas, pero, ¿por qué exactamente? Ya había visto a muchas de las criaturas del bosque y ninguna le había causado tanta curiosidad—Tal vez no sea buena idea regresar.

—¡Si que lo es!—se apresuró a asegurar, tenía el fuerte presentimiento de que podría ser de ayuda—Solo ven por la noche, esperaremos por ti.

Sin más, lo vio dar la vuelta y luego lo vio correr hacia el otro lado sin esperar su respuesta. Miró hacia arriba mientras un largo suspiro abandonaba sus labios.

Rosas azules, sé dónde conseguirlas.

☾ ⋆*・゚:⋆*・゚: 𝘣𝘭𝘶𝘦 𝘳𝘰𝘴𝘦𝘴 : ⋆*・゚: .⋆

He leído todos sus comentarios y realmente me conmueven🥺 los tqm, gracias por estar aquí<3

Espero les guste :3

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