Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝙸𝚅. 𝙸𝚗𝚟𝚒𝚎𝚛𝚗𝚘

«5 de enero de 2023

— ¿Ayer? ¿En enserio? No parecía ese tipo de persona.

— ¿Qué? Era tan lindo, nunca tuve la oportunidad de hablarle.

— Dicen que fue desde el techo de la escuela.

— No, fue desde su apartamento.

— No lo puedo creer.

— Que idiota.

Esos y otros comentarios escuché cuando llegué al lugar. Un mes después de lo sucedido, y el invierno ya había hecho su estrepitosa llegada.

Mi cumpleaños jamás se había sentido tan solitario. Pensé que sería diferente porque tú estarías en él. Me había hecho muchas ilusiones meses antes, tenía la esperanza de que celebraríamos juntos y que tu presencia haría que todo fuera especial y brillante. Pero ese día, mientras soplaba las velas, solo podía pensar en cómo todo había cambiado, como si el frío y la soledad se hubieran apoderado del ambiente.

Pero volviendo a lo anterior, no les había prestado mucha atención a las palabras que en esos momentos circulaban por toda la escuela; pensé que se trataba de otro chisme y ya, como esos que están de boca en boca entre los adolescentes. Nunca imaginé que el tema principal fueras tú.

No te había visto y no se me hizo raro, supuse que me seguías evitando. Hasta que alguien me llegó con la fatídica noticia, y no de la forma más bonita.

— Oye, Tae... ¿estas bien? —Jimin y Yoongi se sentaron junto a mí, mientras escuchaba música y repasaba unos temas de matemáticas.

— ¿Por qué la pregunta? —Los miré, confundido.

— Pues, Jeon y tú eran buenos amigos, supuse que te habría afectado. —respondió Yoongi.

— Afectarme... ¿Qué cosa? ¿De qué están hablando? —Jimin me miraba con tristeza y Yoongi con cautela, como si hubieran estado buscando las palabras para decirme lo que menos esperaba. Pero una persona se les adelantó.

— ¿Se mató? —Alguien rio escandalosamente—. De seguro estaba haciendo una rabieta porque no le compraron la Play 5. Sí, a fin de cuentas, era un niñito rico y engreído. Jeon no pudo soportar no tener lo que quería y decidió matarse como el marica que era.

Me paralicé, un escalofrío intenso recorrió mi cuerpo hasta asentarse en mi pecho al terminar de escuchar lo que aquel ser sin cerebro había dicho. E inmediatamente, ese sentimiento desconocido se mezcló con rabia, lo que me hizo actuar de manera impulsiva.

— ¿Qué mierda acabas de decir? —Me levanté bruscamente de mi puesto, dirigiéndome a donde se encontraba dicho personaje. Jimin y Yoongi también se levantaron en señal de advertencia.

— ¿Eh? ¿No te enteraste? Kim, es de lo que todo el mundo ha estado hablando hoy, Jeon se suicidó. —Y esas palabras me cayeron como un balde de agua fría.

— ¿Qué...? ¿J-JungKook? —El pánico comenzó a invadirme. El contrario asintió—. Deja de decir estupideces, el no pudo haber hecho algo así. ¿Qué te pasa? —bramé.

— Relájate, Kim. —Levantó las manos a manera de paz—. Solo repito lo que escuché, ¿por qué te alteras tanto? No es como que a alguien le importase... Ah, espera. Jeon y tú eran amigos, ¿cierto? ¿Acaso no te contó sobre su increíble plan? —rio, como si hubiera contado el mejor chiste de la historia—. Fue muy egoísta de su parte, ¿no crees? Abandonarlo todo solo por un pequeño capricho, que estúpido.

— Cállate. —Lo miré asqueado—. No te creo ni una puta palabra. No sabes lo que pasó, así que solo cállate. —Mi mandíbula dolía de tanto tensarla.

— ¿Y tú sí? Vamos, Kim, el muy imbécil de seguro pensaba que lo iban a venerar después de que se matara, por ser un niño prodigio y todas esas mierdas. No tenía motivos para... —Y estrellé mi puño contra su mandíbula. Aún le debe doler.

— Te pedí que te callaras, ¿o no? ¿Cómo me vas a mentir tan descaradamente? —Pelee internamente para que mis lagrimas no salieran en ese preciso instante—. ¿Qué se suicidó? Lo vi ayer, ¡estaba perfectamente! ¿¡Cómo me vas a decir que se suicidó!? —Mi voz salió rasposa, apresurada, casi inentendible.

El otro me miraba confundido, con un toque ira; no sabía el motivo por el cual yo actuaba así, pero en vez de devolverme el golpe solo me siguió mirando con... ¿Lástima?

— Las personas toman decisiones importantes en los momentos menos esperados, Kim. Nunca los vas a prever. No actúes como un idiota ni la pagues con los demas, eso no tiene nada que ver contigo.

Pero en ese momento solo pensaba que sí tenía que ver conmigo. La impotencia me invadió y salí del salón lo más rápido que pude, ignorando los llamados de Jimin y Yoongi. Ni siquiera me importó dejar mis cosas tiradas, solo esperaba encontrar a alguien que desmintiera lo que acababa de escuchar. Y esa persona eras tú.

Me dirigí a tu salón con un pequeño ápice de esperanza instalado en mi pecho, o tal vez era miedo. Miedo de aceptar la realidad, miedo de no volver a verte, miedo de no poder disculparme. Mucho miedo.

— ¿Dónde está Jeon? —dije al ingresar y ver tu puesto vacío. Mi mirada recorrió todo el salón con desespero.

— ¿Eh? Tú... eras su amigo, ¿no? ¿No te enteraste? —Me respondió alguien de entre la multitud. — Aunque, últimamente no los veía juntos, ¿se pelearon o algo así? Debió ser duro...

No respondí. Retrocedí torpemente, con la vista fija en el suelo, incapaz de procesar todo lo que acababa de escuchar. Mis piernas se movían por inercia, llevando mi cuerpo desorientado hacia la salida de la escuela, como si una fuerza desconocida me arrastrara sin piedad. Mi respiración se volvió errática y un nudo opresivo se posicionó en mi garganta.

Las voces y los sonidos a mi alrededor se desvanecían, reemplazados por un zumbido ensordecedor en mis oídos. Todo parecía difuso, como si el mundo entero se hubiera teñido de un gris opaco y sin vida.

"No, no, no... espera, no...es mentira, es mentira, por favor, no... ¿Dónde estás?" Era lo único pensaba.

Al cruzar las puertas de la escuela, el frío invierno me abrazó de golpe, un contraste brutal contra el caos interno que me consumía. El aire helado cortaba mi piel, pero de alguna manera, también parecía intentar consolarme, como si el invierno compartiera mi dolor. Hipócrita. Mis pasos se volvieron más rápidos, casi tropezando con mis propios pies.

Eché a correr, como si al hacerlo pudiera escapar de la realidad, de la verdad que me perseguía.

Corrí hasta que mis piernas dolieron, corrí tratando de desaparecer entre la niebla del invierno, corrí hasta que llegué a aquel bello campo en donde compartimos nuestros más gratos recuerdos, que ahora parecía ser lo opuesto a su nombre. Caí al suelo y comencé a respirar forzadamente, agarrando mi pecho con la mano, como si quisiera calmar a mi corazón.

"No, no, no..."

El dolor era insoportable, como si estuviera siendo desgarrado por dentro. Golpeé el suelo con mis puños incontables veces, intentando desahogar la desesperación que me consumía. Temblaba. Sudaba.

Finalmente grité con todas mis fuerzas, un grito lleno de desesperación y angustia, que se perdió en el vacío de la tarde invernal. El eco de mi voz resonó en mi mente, amplificando mi sufrimiento.

Pero no lloré. Fui incapaz de hacerlo. Y en ese silencio, entendí que nada volvería a ser igual.

[...]

El invierno... a la mierda el invierno. Para muchos es su temporada favorita, pero para mí es el eterno recordatorio de tu partida. El que me arrebató mi felicidad y la destruyó, volviéndola cenizas. Cada vez que el frío viento sopla y la nieve comienza a caer, sentía como si mi corazón se congelara un poco más, atrapado en una prisión de hielo que jamás se derretirá.

Recuerdo aquellos días en que caminábamos juntos bajo las flores de cerezo, bajo los rayos del sol, bajo las hojas secas; tus risas resonando en el ambiente. Ahora, esos recuerdos me quemaban, dejando cicatrices profundas en mi alma.

Pero no podía culpar solo al invierno. Yo también tenía la culpa. Si hubiera estado más atento, si hubiera escuchado más de cerca, quizás podríamos haber evitado este destino. Me atormenta pensar en todas las señales que ignoré, en todas las veces que pude haberte ayudado y no lo hice.

Yo era el cobarde.

El invierno es despiadado, y su fría indiferencia me recuerda a mi propia incapacidad para salvarte. Cada copo de nieve cayendo es como un aviso de mi fracaso, de cómo te dejé ir sin luchar lo suficiente para mantenerte a mi lado.

Yo debí esforzarme.

El invierno no solo se llevó tu vida, sino también mi mayor razón de vivir en ese entonces.

Sé que no debería odiar una estación, pero el invierno es más que una simple temporada para mí. Es el símbolo de mi pérdida, de mi dolor, y de mi culpa. Es el constante recordatorio de que, sin ti, estaba perdido. Sin ti, el invierno nunca terminaría.

La invitación a tu funeral finalmente llegó, y ese día casi la mitad de la escuela presentó sus respetos. El salón estaba lleno de personas, muchas de las cuales no te conocían realmente, pero estaban ahí, compartiendo lágrimas y palabras de consuelo que parecían vacías.

Al entrar, vi a tu padrastro y a tu madrastra, junto a las hijas de ella. Todos lloraban, derramando falsas lagrimas que me hacían hervir la sangre. Esa señora, que nunca te tendió la mano, ahora sollozaba como si hubiera perdido lo más valioso de su vida. Era difícil contener la rabia, sabiendo que ella nunca se preocupó realmente por tu bienestar más allá de lo que quería aparentar.

Cada palabra de consuelo que escuchaba, cada mención de que eras "un buen chico", me llenaba de impotencia. ¿Cómo podían decir eso cuando apenas sabían quién eras? Palabras sin sentimientos de personas que solo buscaban expiar su culpa y fingir ser buenas, haciendo lo supuestamente correcto.

Me repugnaban.

Quería gritar, decirles que no tenían derecho a llorar por ti, que no entendían el sufrimiento por el que estuviste pasando como para decir "es una lástima". Pero me quedé en silencio, sintiendo cómo mi alma se rompía un poco más con cada segundo que pasaba. A fin de cuentas, yo tampoco lo entendía.

No lloré. No tenía el derecho de hacerlo.

Aunque mi corazón doliera y la respiración se me dificultara, decidí que no lo haría. Después de todo fue mi culpa, ¿no?

Por no ayudarte, por soltar tu mano cuando más me necesitabas, por pensar que todo era perfecto y que permanecería así, por pensar solo en mí y en mis estúpidos sentimientos, por ser egoísta, por no ver más allá de tus falsas sonrisas... ¿Por qué lloraría?

Después de todas las cosas horribles que te dije. No, no debía ser hipócrita.

El premio al mejor actor definitivamente debió ser tuyo.

[...]

La primavera volvió a llegar, pero ya nada se sentía como antes. Cerré mis sentimientos en lo más profundo de mi ser, tratando desesperadamente de dejar atrás lo que había pasado. Intentaba aceptar lo ocurrido, de no pensar mucho en lo que había sucedido, pero ciertos momentos resonaban en mi mente. Cada día era una lucha interna para no desmoronarme, para seguir adelante sin la presencia de quien había llenado todos los vacíos de mi vida.

Después de un tiempo me perdí en la rutina, buscando todo tipo de ocupaciones que mantuvieran mi mente distraída. Así que comencé a escribir: historias cortas que casualmente terminaban en tragedia, poemas melancólicos y cualquier cosa que pudiera dar forma a mis sentimientos, resultó que era bastante bueno y que las palabras fluían solas. Sin embargo, aunque tratara de escapar, me daba cuenta de que siempre estaba ahí, el recuerdo de tu ausencia, como una sombra que no se desvanecía. Siempre iba a estar ahí.

En uno de los días de aquella descolorida primavera, trataba de concentrarme en el proyecto final que debía entregar para poder graduarme. Se supone que era en grupo, pero no confío en el trabajo de los demas, así que termine organizando todo yo solo.

Mas no podía, los vecinos tenían música muy fuerte; al parecer, hacían fiestas cada fin de semana. Estaba que llamaba a la policía. ¿Por qué no ponían música más relajante? No sé, jazz.

Estaba a punto de tomar el teléfono para hacer la llamada cuando otra canción comenzó a sonar. Esa se escuchaba más tranquila a comparación, así que decidí esperar a que terminará y llamar después. Nunca antes la había escuchado y me dio curiosidad. Comencé a prestarle atención.

Error. Fue justo en ese instante que odié saber ingles a la perfección.

Mi corazón empezó a latir muy rápido y mi respiración se agitó. Mis ojos se llenaron de lágrimas y un montón de recuerdos llegaron a mi descaradamente.

"... And I miss my lover.
The ways in which you talk to me
Have me wishin' I were gone
The ways that you say my name
Have me runnin' on and on"

Y comencé a llorar.

Tanto y tan desesperadamente como nunca antes lo había hecho y como no lo hice aquel día.

Me rompí, dejando que todos los sentimientos que estuvieron reprimidos fluyeran sin control. Grité, pataleé, y lloré como en esas películas que siempre criticaba. Me sentí como un niño de 5 años otra vez, al que le dicen que su mamá no podrá acompañarlo en el primer día de clases.

Mi cuerpo se sentía caliente, mi pecho se sentía caliente, mi corazón se sentía caliente.

El nudo en mi garganta se intensificaba con cada respiración entrecortada, como si estuviera tragando espinas. Los latidos de mi corazón eran dolores punzantes en mi pecho; una presión demasiado abrumadora, casi asfixiante, amenazaba con quitarme el aire. Mis manos temblaban sin control y mis piernas eran incapaces de sostener mi propio peso; me deslicé contra la pared y terminé en el suelo.

Mi cabeza palpitaba con un dolor agudo y constante, como si cada pensamiento fuera un martillo golpeando contra mi cráneo. Todos los recuerdos me atacaban una y otra vez, como flechas clavándose en mi corazón. Mi visión se nublaba, ya fuera por las lágrimas o por la intensa oleada de mareos que me envolvían. Sentí que moriría.

"I'm Mr. Loverman
And I miss my lover"

Y la canción llegó a su fin.

— Jung... JungKook... ¡JungKook! —grité tu nombre incontables veces entre llantos, con la voz quebrada y llena de desesperación. Grité hasta que mi garganta comenzó a doler y a sentirse rasposa, a arder por todas las veces que llamé tu nombre en vano.

"¿Por qué? ¿Por qué me dejaste?" pensaba. "Es mi culpa, yo... te maté" y lo era. "Mi culpa, mi culpa, mi culpa"

— Perdóname... por favor, perdóname, JungKook. —susurré entre sollozos, mi voz apenas audible.

No creo en el cielo, no creo que haya un más allá. Pero si lo hay, solo suplicaba que mis plegarias te llegaran. Desde muy en el fondo de mi corazón deseaba que te arrepintieras de tu decisión, pero inmediatamente me sentí asqueado por tal pensamiento.

Ese día, mi alma salió de mi cuerpo para buscarte y reencontrarse con la tuya, o al menos eso deseaba.

A la mierda mi proyecto final.

¿Cómo podía continuar con mi vida cuando habito en un mundo que pasa por las cuatro estaciones que me recuerdan a ti? La primavera en la que te conocí. El verano en el que lo fuimos todo. El otoño en el que nos distanciamos. El invierno en el que te perdí.

Lo odio, odio el invierno con todas mis fuerzas, por arrebatarme lo que más amaba en este mundo. ¿Cómo aquel que trae algo tan bonito como lo es la primavera, pudo ser tan frío y cruel con una flor que no quería marchitarse?

Después de esa crisis caótica, me quedé mirando un punto fijo durante unos minutos, tal vez casi una hora. Hasta que llegué a una decisión.

Rebusqué entre mis cosas hasta que encontré un cuaderno de cuerina color café, el cual había comprado a inicio de año pero que no había usado porque "era muy bonito para llenarlo de basura escolar". Tú eras mucho más importante que la basura escolar, así que lo sentí adecuado para lo que iba a hacer. Lo único que me salía bien: escribir.

No permitiría que mis recuerdos se desvanecieran. Comenzaría a vivir con ellos, enfrentando cada uno, porque era lo único que podía hacer para aliviar el duelo. Escribiría nuestra historia, mis sentimientos, nuestras vivencias. Era mi forma de mantenerte presente, de no olvidar y de darle sentido a mi tormento. Sabía que, aunque doliera, estos recuerdos eran todo lo que me quedaba y merecían ser plasmados en palabras.

Tal vez este cuaderno se convierta en una especie de diario personal donde narre cada día que vivo sin ti o cómo lo sobrellevo. "Mi día a día después de tu partida". Aunque, espero que no se vuelva tan tedioso como eso. Nadie quiere leer un drama diario, ni siquiera yo.

[...]

Continuaba asistiendo a la escuela, aunque me sentía más como un NPC que como una persona real; respondía si me hablaban, pero evitaba cualquier interacción adicional. No participaba en clases y, para colmo, mis notas volvieron a ser las mismas, lo que causó problemas en casa.

Dejé de lado a mis amigos, quienes, a pesar de su angustia, no sabían qué más hacer además de darme espacio. En el fondo estaba agradecido; al menos había personas que se preocupaban por mí y estaban ahí, incluso cuando yo mismo no sabía muy bien cómo enfrentar la situación. Sin embargo, con la primavera acercándose a su fin, la vida seguía su curso, recordándome que el tiempo no se detenía por mi tristeza.

— Kim TaeHyung. —Salí de mi ensoñación cuando escuché mi nombre—. Te buscan. —Confundido, me dirigí hacia la puerta, percatándome de la figura femenina que esperaba, parecía intranquila. En ese momento pensé que quizás venía a confesarme algo. Sí, estaba en depresión, pero mi vanidad y egocentrismo seguían intactos.

— ¿Qué pasa? Mira, no tengo tiempo para esto, no eres tú soy...

— ¿Era amigo de JungKook? —Mi expresión cambió inmediatamente.

— ¿Y qué si lo era? —contesté, medio a la defensiva.

— Hemos querido hablar con usted desde hace un tiempo, ¿podría acompañarnos? Si no es mucha molestia, claro. —Luego me fije en la otra persona que la acompañaba, traía consigo una pequeña cajita. Parecían una copia exacta de la otra, casi como si un espejo estuviera en frente de alguna.

"¿Gemelas? ... Las hermanastras de JungKook" mi mente hizo clic. Las seguí a la azotea.

— Aunque no lo crea, JungKook nos habló mucho sobre usted. —No, en ese momento definitivamente no lo creía. —A pesar de que nuestra madre nos prohibiera pasar tiempo con él, éramos las únicas personas en la casa con las que podía hablar con sinceridad.

— Lo considerábamos un buen hermano mayor. —continuó la otra, con expresión triste. La verdad, eran exactamente iguales, no sabría como diferenciarlas si conviviera con ellas.

— ¿Cómo se llaman? —A pesar de que me habías hablado de ellas, sinceramente no recordaba sus nombres.

— Min Gi.

— Min Ki.

Respondieron al unísono, confundiéndome aún más.

— Eh...okey. Entonces, ¿de qué querían hablar?

— Ah, sí, queríamos entregarle esto. —Me dieron la pequeña caja—. Por favor, ábrala cuando este en su casa, en un lugar cómodo... —prosiguió después de una pausa—. JungKook de verdad lo apreciaba. —Refiriéndose a mí.

— Ya debemos irnos, espero que con esto pueda aligerar un poco la carga de su corazón. —Y luego de un breve silencio, agregó con sinceridad: — Nada fue su culpa, ¿sí?... Nos vemos —Y se despidieron con una cálida sonrisa, casi igual a la tuya. Eran hijas de tu padre después de todo.

Mentiría si dijera que no quede más desconcertado que cuando vi algebra por primera vez.

Al llegar casa me encerré inmediatamente en mi habitación. Coloqué la cajita en el escritorio y me senté en la cama, mirándola fijamente. Estaba nervioso.

Finalmente la tomé, dejándola sobre mis piernas. Inhalé profundamente y deslicé cuidadosamente la tapa. Mis manos temblaban.

Dentro encontré pequeños objetos: la fotografía que te regalé en tu cumpleaños, una pequeña flor prensada, una caracola y una piedra; un envoltorio de caramelo perfectamente doblado junto con varios de los dibujos que te regalé. Y también, una carta cuidadosamente plegada con mi nombre escrito en el frente.

La flor prensada me cortó la respiración. Recordaba haber dicho que se veía "perfecta" durante un paseo por el campo que hicimos esa primavera, pero no sabía que la habías guardado como un recuerdo especial de aquel día. Al igual que la caracola y la piedra que recogimos en la playa en verano. Unas intensas ganas de llorar me cachetearon.

Con sumo cuidado desdoble la carta, temiendo provocarle algún daño. Empecé a leer.

Habías dejado esto para mí, para que entendiera, para que encontrara paz. Las lágrimas se acumularon en mis ojos mientras leía cada palabra, sintiendo el peso de tú dolor y la sinceridad de tus emociones. En cada línea, buscabas perdón y deseabas que yo tuviera paz, deseándome una vida prospera. Incluso en el más allá seguías tratando de hacerme sentir seguro. Impresionante, Jeon.

Al finalizar la carta, una sensación de calma comenzó a instalarse en mi pecho. Por primera vez, desde tu partida, no me sentí culpable de haber soltado tu mano. Encontraste la manera de que tus verdaderos sentimientos me alcanzaran. Cada palabra escrita en esa carta resonaba en mi corazón, sacando las estacas que hace tiempo se habían incrustado y sanando las heridas que dejaban.

Las estaciones, aquellas a las que había comenzado a odiar por tu partida, por fin fueron liberadas de culpa. Comprendí que no eran ellas las que te habían arrebatado de mi lado, sino las circunstancias y los desafíos que enfrentaste en silencio. El invierno, que odiaba con tanto fervor, ahora solo era una estación más, sin el poder de destruirme.

Entendía que tampoco era justo culparme a mí mismo. Tu partida fue una decisión tomada en un momento de desesperación, y aunque desearía haber estado ahí para evitarlo, supe que no podía cambiar el pasado. Lo único que podía hacer era aprender a vivir con ello, a honrar tu memoria y a seguir adelante.

Entonces, tomé otra importante decisión...

Viviría por ti, JungKook.

No dejaría que tu recuerdo fuera amargo, ni permitiría que tu muerte definiera mi existencia. Sería fuerte por ti, encontraría la manera de seguir adelante y de ser feliz, tal como tú lo hubieras querido. Tu carta me dio el valor para enfrentar mis propios demonios y para buscar la paz que ambos merecíamos.

Las estaciones, que una vez me parecieron crueles recordatorios de tu ausencia, ahora se convirtieron en testigos de mi promesa de vivir plenamente.

La primavera se convirtió en un símbolo de crecimiento y esperanza para mí. El verano, con su calor y energía, me recordaría los momentos felices que compartimos. El otoño, con sus cambios constantes, me enseñaría a aceptar la inestabilidad de la vida. Y el invierno, aunque siempre tendría una sombra de tristeza, también sería una época para reflexionar.

Así, con el corazón más ligero y la determinación renovada, me levanté de la cama y me limpié las lágrimas. Guardé cuidadosamente la flor prensada y la fotografía. Volví a doblar la carta con delicadeza, colocándola nuevamente en la caja. Me prometí a mí mismo que viviría cada día con la fuerza que tú me habías transmitido. Era momento de cerrar este capítulo y poner fin al sufrimiento y al dolor.

Viviría por ti, JungKook, y encontraría la manera de... »

El sonido de la puerta resonó en el ático. El hombre que entro fijó su vista en la joven que se encontraba llorando.

— Yuna, ¿Qué estás haciendo? —dijo el de mayor edad. La nombrada se sobresaltó y lo miro perpleja—. No deberías revisar las cosas ajenas sin permiso.

— T-Tío... ¿Qué es esto? —preguntó la castaña, con lágrimas en los ojos y señalando el cuaderno en sus manos. El hombre lo miro, sonriendo muy tristemente.

— Tuve una época de escritor. —Hizo una pausa en un melancólico suspiro, luego prosiguió—. Deja eso ahí, bajemos a comer. —Seguidamente bajó las escaleras del ático.

La joven miró el lugar por donde se había ido el mayor, soltó el aire que había estado reteniendo y se limpió las lágrimas. Dirigió su mirada hacia el cuaderno, lo observó fijamente por un momento y luego guardó la hoja que encontró suelta entre sus paginas. Después de un rato, colocó la libreta en la pequeña caja donde había sido preservada durante tantos años. Finalmente, salió del ático.

« ... y encontraría la manera de hacer que cada estación en mi vida estuviera llena de significado.

Espero que hayas encontrado la paz que tanto anhelabas, Jeon JungKook. Que tu alma descanse en la tranquilidad eterna que mereces. Siempre te llevaré en mi corazón, a través de cada primavera, verano, otoño e invierno.

A mi amor de las cuatro estaciones.

Al que un día amé y seguiré amando.

— Kim TaeHyung»

Gracias por haber llegado al final de Amor a cuatro estaciones. <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro