❛ 𝟬𝟱 ❜ : 𝗐𝗁𝖾𝗇 𝗂 𝖿𝗂𝗋𝗌𝗍 𝗌𝖺𝗐 𝗒𝗈𝗎
jisung y minho estaban acostados en la cama aprovechando de que ambos tenían día libre. se suponía que estaban viendo una película, pero habían dejado de prestarle atención desde hace un buen tiempo y ambos eran realmente flojos como para cambiarla.
- uhm... mí turno- dijo sung con una sonrisa en el rostro pensando qué objeto usar para jugar.- veo, veo.
- ¿qué ves?- siguió lee.
- una cosa.
- ¿qué cosa?
- maravillosa.
- ¿de qué color?- jisung se quedó callado unos segundos aún manteniendo la sonrisa.
- ¡rosa!- minho siguió con su mirada toda la habitación tratando de encontrar algún objeto de ese color.
- uh ¿las cortinas?- jisung negó.- ¿tus uñas?- volvió a negar.- ¿tus pantuflas?- minho siguió nombrando cosas recibiendo negaciones hasta que se cansó.- ya nombré todo de esta habitación, me rindo.
- ay, amor, ¡son tus bóxers!- exclamó han rompiendo en carcajadas.
- ¿estuviste viendo mí entrepierna, niño atrevido?- el castaño quería sonar malo pero la media sonrisa en su rostro lo hacía ver de otra manera.
- bueno, no te quiero mentir, pero sí- admitió el rubio soltando otra sonora carcajada. sus ojitos brillaron cuando se encontraron con los de su novio, acción que al mayor le recordó cuando se conocieron por primera vez.
- ahh~ ¿te acuerdas el día que nos conocimos? ¿en esa cafetería?- jisung se aferró al torso de su novio y comenzó a dejar besitos húmedos pero tiernos en el cuello de este.
- ¿cómo no me voy a acordar de cuando conocí a la persona que más amo en el mundo? mí vida, puedo relatarte cada segundo. me atrapaste con tu carita malhumorada desde el principio.- contestó soltando un suspiro enamorado como si fuera un adolescente.
🌻
hace seis años...
jisung sentía que su cabeza le explotaría en cualquier momento. no era fácil ser un adolescente hormonal al que todo le afectaba de mala manera y todavía tener que entregar como seis trabajos para el día siguiente, soportar constantes peleas en su casa y mantener una "buena reputación" ante todo el mundo. se estresaba con muchísima facilidad y terminaba llorando incluso por haber escrito una palabra mal. en sí era muy perfeccionista en cualquier cosa que hacía, pero eso es tema aparte.
se encontraba en una cafetería que habían abierto hacía muy poco y que, para su bien, era bastante tranquila. buenos cafés, buenos postres, buena música y buenos trabajadores, no había nada mejor. además del gruñón mesero que lo había dejado encantado desde la primera vez que lo vió, jamás habían hablado y mucho menos se habían visto cara a cara, pero con sólo verlo desde lejos había sido suficiente.
vivir en una casa con una familia realmente estricta era muy agotador. ir a esa cafetería lo ayudaba a calmarse un poco y poder pensar, era como su zona de confort. quería mucho a sus padres, pero tener que estar sonriendo todo el tiempo ante todo y actuando como una marioneta que solamente decía sí a todo, lo estaba matando. se sentía asfixiado por sus propios padres, y es que en teoría así era, porque un paso en falso y todo quedaría arruinado. y el ser hijo único no ayudaba demasiado. lo habían criado con el pensamiento de que si hacía algo mal todos lo señalarían, por lo que todo en su vida debía ser perfecto. buenas notas, un comportamiento impecable en la escuela, una familia ejemplar y feliz ante los ojos de la gente, pero rota en el momento que las puertas de la casa se cerraban.
había terminado su tarea de química e iba a empezar con la de matemáticas cuando alguien se paró a su lado. fácilmente supo que estaban por tomar su orden así que levantó su cabeza esperando ver a la amable chica que siempre lo atendía, pero en su lugar vió al chico gruñón pero con cara de ángel que tanto le gustaba.
- ¿quieres que to...- el muchacho se quedó callado en cuanto sus miradas se encontraron. de repente los ojos de ambos chicos se tornaron de un color celeste brillante y casi tan claro como el mismo cielo, sus corazones comenzaron a latir al mismo tiempo de una manera acelerada y sincronizada, y un sentimiento de calidez los recorrió de pies a cabeza. ninguno quería desviar la vista del otro pues era claro lo que estaba pasando y les parecía totalmente increíble; habían encontrado a su alma gemela.
jisung se encontraba igual o más asombrado que el otro chico, no podía creer lo que estaba pasando. se sentía feliz, confundido y raro. tenía algo así como una mezcla de emociones. ¿qué pensarían sus padres cuando les dijera que había encontrado a su alma gemela? ese simple pensamiento lo hizo temblar y palidecer. sintió muchísimo miedo pero algo en su interior le dijo que largara todo al demonio y viviera su vida, pues sólo tenía una y si el destino lo había emparejado con el chico que tenía en frente suyo entonces haría hasta lo imposible para cumplirlo.
ninguno sabía qué decir. no se conocían de nada y el ambiente se sentía un poco tenso e incómodo. no siempre encontrabas a tu alma gemela, eran pocas las personas que las habían encontrado, a veces nacían en lugares distintos y morían sin haberse conocido, así que podían llamarse afortunados.
- tú... ahh ¿tú también lo sentiste?- preguntó el mesero. han solamente podía preguntarse a sí mismo cuánto tiempo habían pasado simplemente mirándose sin decir ni una palabra.
- y-yo sí lo sentí.- murmuró apenas audible. el otro chico asintió y tal como llegó se fue dejando a jisung con un raro dolor en su pecho. era obvio que se iba a ir ¿qué esperabas? ¿que se quedara y terminaran con un final feliz como en los cuentos? despierta, jisung, esta es la vida real. se regañó a sí mismo. su cerebro tenía razón ¿quién con dos dedos de frente querría pasar tiempo con una persona como él? la respuesta que se dió a sí mismo no hizo más que deprimirlo.
estaba por volver a hacer su tarea cuando el chico gruñón y bonito volvió a aparecer con un café y un capuchino acompañado de una porción de pastel selva negra.- acabo de terminar mí turno... y supongo que debemos hablar de eso ¿no?- a jisung le brillaron los ojos. el mayor le dejó el capuchino y el pastel frente a él y lo ayudó a acomodar su cosas de modo que no se fuesen a arruinar mientras se sentaba en frente.- me llamo lee minho ¿y tú?
- soy han jisung.- el de dieciséis le mostró una sonrisa tan hermosa que a minho casi lo hace tocar el cielo.
- háblame de ti, han jisung.
pronto se sumieron en una amena conversación como si no fueran simples desconocidos que tuvieron la suerte de encontrar a su otra mitad. hablaron de todo y nada al mismo tiempo, sorprendiéndose de las pocas cosas que tenían en común y de las tantas en las que eran totalmente diferentes. jisung siendo dulce, alegre y tierno como sus padres le habían enseñado, y minho un poco más callado y reservado con un toque misterioso. han sentía que podía pasar horas, días y años inclusive escuchándolo hablar y jamás cansarse. era mucho mejor de lo que había pensado.
minho nunca pensó que se divertiría tanto con alguien como lo hizo con jisung. sinceramente no era una persona que se abriera demasiado y mucho menos a un total desconocido, pero había algo que lo hacía querer saber más sobre el hermoso chico que tenía en frente.
no fue difícil notar que sus personalidades eran muy diferentes, pero que su manera de pensar y ver algunas cosas eran bastantes parecidas. pero como todo lo bueno, ese encuentro tenía que acabar. jisung tenía que volver a su casa y minho se sorprendió a sí mismo cuando le preguntó si podía acompañarlo, recibiendo una respuesta positiva.
el camino a la casa del menor estuvo lleno de risas escandalosas y miradas asombradas por parte de este cuando le hablaba de su infancia, su familia o de cosas que le pasaban en su día a día. jamás se había sentido tan cómodo con alguien y sabía que el sentimiento que estaba comenzando a surgir en su interior era totalmente independiente al hecho de ser almas gemelas. le agradaba jisung más de lo que alguna vez alguien le había agradado.
- ya llegamos- dijo el cachetón parando en una gigantesca casa que dejó a lee paralizado.- de verdad me gustó muchísimo pasar tiempo contigo, hyung, gracias por acompañarme.
- no agradezcas.- respondió el más alto bajando la mirada para que no se notase el sonrojo que se había apoderado de sus mejillas.- creo que es momento de dejarte ir.- jisung le sonrió y se volteó susurrando un "hasta pronto", pero minho creía que no podía dejar pasar esta oportunidad así que antes de que se adentrara su hogar, lo agarró del brazo.- espera... yo, uhm, sé qué recién nos conocemos y que podría sonarte muy precipitado pero ¿me darías tu número? si no quieres hacerlo está bien, yo sólo...
- está bien, préstame tu celular- el menor volvió a sonreírle de manera que sus ojitos desaparecieron. minho hizo lo que le pidió y pronto sung se encontró anotando su número de celular en él. cuando terminó se lo devolvió a su dueño.- no olvides mandarme un mensaje en cuanto llegues a tu casa, quiero saber si llegaste bien ¿sí?
min asintió y con una última mirada se fue alejando del lugar.
de más está decir que luego de ese encuentro le siguieron otros hasta que comenzaron a ser una pareja formal. los padres de jisung no estaban de acuerdo con su relación, pues ellos no eran destinados por lo que no tenían idea de lo que los adolescentes sentían, y los subestimaron demasiado al decir que sólo era un amor pasajero.
no les importó lo que decían de ellos porque se tenían el uno al otro y supieron sobrepasar cada dificultad que se les presentó en el camino juntos. se amaban muchisímo y lo habían dejado claro muchísimas veces más. tal vez sí eran un poco diferentes ¿pero eso que importaba cuando el amor era totalmente genuino?
🌻
presente
jisung terminó de beber el refresco de su vaso y se acercó a su novio con una sonrisa que a cualquiera le habría parecido la más inocente de todas, pero que a minho luego de tantos años de conocerlo le dió un poco de miedo. lentamente fue acercando su rostro al del mayor y cuando este menos lo esperó soltó un eructo en su cara.
- ¡han jisung eres asqueroso!- exclamó con el ceño fruncido viendo al rubio doblarse de la risa.- cuando tenías dieciséis no eras así ¿qué hice mal?- dramatizó como en las aburridas series que miraba han.
- cuando tenía dieciséis recién te conocía, ahora ya pasaron más de seis años, se le llama confianza, superalo.- la cara con la que quedó el castaño era perfecta como para sacarle una foto, su novio era inteligente.
- cuando tenías dieciséis me tratabas bonito.- murmuró fingiendo un puchero. minho a veces no sabía en qué lo había convertido jisung, él no era así.
- ¿cómo que te "trataba"? lo sigo haciendo, maldito anciano.- respondió jisung con el ceño fruncido.
- ¡oh, discúlpame, adolescente! ¿o prefieres que te llame niño?- han soltó una risotada. amaba mucho al hombre que tenía al lado.
- prefiero que me llames como- hizo una pausa- "el amor de tu vida" ¿no te parece?
y minho también lo amaba. maldita sea, lo amaba tanto que a veces se sorprendía. jisung lo había aguantado incluso en los peores momentos de su vida, lo hacía sentir tan feliz, especial y por sobre todo amado. no sabía qué sería de él si no se le hubiera acercado ese día. aunque tal vez el destino habría buscado alguna otra manera de juntarlos, pues después de todo habían sido creados el uno para el otro sin importar más nada.
aún luego de seis años se le hacían sumamente difícil las demostraciones de afecto, pero cada día intentaba mostrarle al menos un poquito lo mucho que lo quería con su corazón y lo importante que era para él. lo quiso desde el momento que lo vió por primera vez y lo seguiría queriendo hasta el momento que su corazón dejase de funcionar, pero estaba seguro de que en muchas otras vidas lo buscaría y lo querría de todos modos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro