𝘤𝘩𝘢𝘳𝘱𝘦𝘳 𝘵𝘸𝘦𝘯𝘵𝘺-𝘰𝘯𝘦
NOT A NICE FAMILY
El tiempo vuela cuando la tranquilidad gobierna sus vidas, cuando todo mejora progresivamente después de un mal rato. Dicen que el sol sale luego de la tormenta, y no podía estar mas de acuerdo con eso ahora. Dos semanas habían pasado fugazmente luego de que Emma se había mudado a Sevilla con sus padres, sin embargo, llamaba casi todos los días y estaban logrando reestablecer la relación del trío, aunque parecía que al grupo se le habían sumado dos personas: Oliver y Nigel. Por lo que Emma contaba, no le estaba yendo mal, ayudaba a sus padres con sus plantaciones —sobre todo las de girasoles— y además había conseguido un trabajo de medio tiempo en una guardería, por lo que se estaba haciendo con sus ahorros. Por otro lado, el tornado en el apartamento de "los padres del grupo", o como les habían apodado recientemente, se calmó. Sonya dejó nuevamente los cigarros y, para aliviar un poco la tensión de la casa, decidieron adoptar un gatito gris, que obviamente Emma quería secuestrar.
Las tardes de las dos últimas semanas, habían sido las más tranquilas en meses. Gillian repartía su tiempo entre el trabajo, sus estudios y las llamas diarias, también para pelear con Nigel en el Monopoly. El chico londinense, por su parte, fue contratado y eventualmente dejó aquella librería en donde trabajaba. Estaba saldando la deuda con el edificio y comenzó a pagar las despensas sin que ella se lo pidiera.
Nada podía estar mejor de lo que estaba ahora. Y lo sabía muy bien, se lo dijo el revoltijo de su estomago esta mañana cuando se miró al espejo. Por un momento pensó que hasta escupiría la cena de la noche anterior, pero por suerte eso no sucedió. Observó su ropa, no se sentía cómoda usando aquella polera negra a pesar de que ya se la había puesto antes. Había algo fuera de lugar, y creía saber qué: el almuerzo en la casa de su hermana. No por que sucediera algo entre ellas, sino por lo repentino de la situación.
Se dijo así misma que dejara de pensar en tontadas y cosas que no eran así, por lo que decidió terminar de acomodarse el cabello. Tenía la puerta del baño abierta, así que lo vio pasar.
—Honey, are you rea.. dy?
Estaba terminando de acomodar el reloj en su muñeca cuando presenció como sus palabras perdieron fuerza al verla.
—¿Honey? —replicó ella, con una media sonrisa.
—Wow —atinó a decir él.
Lo observó acercarse hasta ella, rodeándole con un brazo por la cintura para dejar sus caderas juntas.
—You look beautiful —mencionó él, en un tono genuino.
La admiró de arriba a abajo con una sonrisa, que se desvaneció lentamente al mirarla a los ojos.
—You're feeling well? You're pale —le dijo, acariciándole la mejilla.
Ella se limitó a asentir con una sonrisa a medias, esquivándolo para abandonar el baño. La siguió con la mirada.
—If you're not feeling well we can just move this lunch to another day.
Se volteó hacia él, que la había seguido por la sala y le dedicó otra media sonrisa para que se tranquilizara.
—Me siento bien si, fue solo un malestar repentino —aclaró, tomando sus cosas del mueble de la entrada—, ¿vamos?.
Nigel la observó detenidamente por unos segundos, dudando de la veracidad de sus palabras. Suspiró, antes de acabar saliendo del apartamento junto a ella.
*. : 。✿ * ゚*.
El calor de su mano atravesó el jean de su pantalón de una manera fugaz, haciendo que casi al instante cesara el movimiento de su pierna que solo reflejaba como se sentía por dentro. Llevó su vista hacia él, solo para encontrarse que ya la estaba observando con sus dos ojos color miel bien fijos en ella, pero reflejando su sincera preocupación.
—Are you really okey? —murmuró para no molestar, sin embargo, el taxista ni siquiera se movió un centímetro.
Estaba segura de que estaba acostumbrado a escuchar las conversaciones de las personas durante sus trayectos, no había razón para susurrar. Seguro había escuchado cosas más extrañas que el diálogo que estaban apunto de tener.
Gillian se limitó a asentir ante su pregunta, sin quitarle los ojos de encima.
—Are you sure, Gill?
Ella se revolvió en su asiento, incómoda y cortando el contacto visual. Nigel apretó los labios.
—Gilly —llamó, ejerciendo un poco de presión en el agarre sobre su rodilla, solo para que le preste atención.
Oyó claramente su suspiro.
—Tengo un mal presentimiento —soltó sin más, encogiéndose de hombros.
Él sonrió de lado, pasándole el brazo por los hombros para poder apretujarla un poco y sacarle una sonrisa, pero solo logró que lo mirara.
—It's just that? Why do you think that?
Alzó los hombros, antes de recostarse en el suyo y observar por la ventana.
—Olvídalo, ¿si? No es nada —aseguró ella, comenzando a reconocer el barrio por dónde transitaban.
Habían pasado casi dos meses y medio desde la última vez que había visto a su hermana, ese treinta de septiembre de ese mismo año, el día que cumplió veintitrés años. Y, sinceramente , desde el momento en el que sopló las velitas hasta ahora, era imposible explicar la cantidad de cosas que habían sucedido.
Hasta se lo preguntó al ver la expresión del rostro de Anna al mirar a Nigel. ¿Cómo ella, que había estado soltera hasta octubre por los pasados dos años, le estaba presentando a su actual pareja? Todo era una locura.
La imagen de Nigel tomando asiento en la sala se le quedó incrustada en la cabeza, dejándola tan desconcertada que miró a su hermana. Incluso él lo estaba, porque para Nigel era como ver doble. Las hermanas se parecían tanto entre sí que se veían como gemelas.
Tomó asiento junto a Nigel en esos sillones beige que su hermana tenía, mientras veía las agujas del reloj, que estaba colgado en la pared, girar y sentía su inquietud subir conforme pasaba el tiempo, meneando la pierna de un lado al otro tratando de canalizar esa ansiedad que contenía adentro por otro lugar, pero era imposible hacerlo si el presentimiento seguía bien asegurado dentro de ella. Ni siquiera podía formar parte de la conversación correctamente por eso.
—Así que eres de Londres, Nigel —señaló Ray desde la cocina
—Sí —respondió él, con aquel acento que delataba su origen.
Aún no se acostumbraba a escucharlo hablar el mismo idioma que ella. Después de tanto tiempo tratando de adivinar por contexto muchas de las cosas que salían de su boca, era como si ya pudiera entenderlo solo con un gesto o una mirada. El español que pronunciaba era incluso confuso, a este punto, para ella.
—¿Y como llegaste aquí? ¿Cómo conociste a mi hermana? —preguntó Anna, verdaderamente curiosa por saber esos detalles.
Gillian sonrió de medio lado.
—Oh, es un gran pregunta —mencionó él, tomando su mano distraídamente.
Había notado el distanciamiento de Gillian en la conversación, así que estaba tratando de traerla a tierra discretamente. Por suerte, convivían lo suficiente para entenderse a la perfección y, al sentir el agarre en su mano, simplemente se dieron una mirada y todo estuvo dicho. Ella sonrió fingiendo nerviosismo por la pregunta hecha de su hermana, para que no sospechara de que no estaba escuchando lo que hablaban.
—Bueno, es una larga historia —dijo ella, mirando a Nigel.
—No tenemos apuro.
—Si, Gilly —Anna apoyó a Ray—. Hay que ponernos al día, hace mucho que no nos vemos.
No quería ser paranoica, pero esta situación de interés repentino se le hacía muy extraña, como si fuera una cortina de humo para ocultar otras cosas. Toda la situación en si lo era, desde la llamada hasta ahora.
—Digamos que... Un extraño tuvo compasión de mí, un día lluvioso, y me regaló su paraguas para que no me mojara —contó Gillian—. Y bueno, el extraño resultó ser el chico londinense que se había mudado al apartamento de enfrente al mío.
Ambos comenzaron a reírse al ver la expresión de Anna al contar eso, mientras que Ray simplemente la observaba divertido.
—¿Ustedes? —preguntó Nigel, curioso.
—¿Nosotros? —inquirió Anna, luego sonrió—. En la secundaria. Yo ni sabía quién era, pero cuando tenía catorce daba tutorías para mis compañeros, y un día llegó el casi que llevándose hasta el recreo. No sé cómo hice, pero en un mes y medio salvó el año.
—Cabe aclarar que yo sabía, solo que no quería hacer las tareas —intervino Ray, antes de que lo difamaran más—. Gracias por exponerme, querida.
Nigel rió.
—Recuerdo eso —señaló Gillian, divertida—. Anna se quejaba todos los días de ti.
—Que irónico —bufó él, sabiendo que el rostro del otro era lo primero que veían cada día al levantarse.
—¿Cómo era Gill en la secundaria? —preguntó Nigel, curioso.
—Oye —protestó ella.
La pareja miró a Anna, expectantes a lo que fuera a decir. Por su parte, el entusiasmo de Nigel por conocer más partes de su novia, por el lado de Gillian, si su hermana abría la boca, sería traición absoluta.
—Bueno —vaciló, jugando con un mechón de su cabello. Gillian sabía perfectamente lo que eso significaba—. Gilly era...
"Salvada por la campaña" pensó al escuchar el timbre. Sin embargo, la reacción de Anna fue distinta a la de ella. Gillian sintió alivio, en cambio, ella volteó a ver a Ray, como si buscará algo. Ambos intercambiaron miradas y siguieron en lo suyo, siendo la rubia menor fue la que se levantó a atender la puerta.
Ella alzó una ceja, cuestionándose esa actitud. Él suspiró de Nigel la sacó de sus pensamientos negativos.
—No way, I wanted to hear what you were like in high school —se lamentó, viendo a Anna alejarse.
—Ni en tus mejores sueños, london boy.
—London boy... I like it.
Ella rió, sin saber que sería su última sonrisa sincera en el día.
Al levantar la vista, se topó con un escenario que ni siquiera se le pasaría por la cabeza llegar a pensar que sucedería. Pero allí estaban, el mal presentimiento de esta mañana, parados frente a ella, con esas expresiones en sus rostros que conocía muy bien —y desearía que no— que significaban. Sintió que se le revolvió el estómago, sin necesidad de haber ingerido nada siquiera.
Y obviamente, Nigel notó rápidamente quienes eran, pues no había manera de negar la genética.
—Gillian —saludaron de manera cortante.
La bonita sonrisa que le había dedicado hacia unos segundos, había desaparecido de su rostro sin dejar signo de ella. Se podía leer en sus ojos el debate entre responder de manera amistosa o dejar que el mundo ardiera. Pero cree que por él, y solo por él, guardó la calma.
Anna se asomó por el costado de ambos al ver qué nadie reaccionaba, y Ray observaba la escena desde la cocina. Nigel se puso de pie cuando ella lo hizo.
—Hola —saludo, de manera arisca.
La tensión revoloteaba en el aire, sin embargo, la mirada desaprobadora de sus padres le decía mucho a Nigel, como la de los ojos de Gillian.
—¿Y tú amiguito es...? —cuestionó su madre.
Aquella pose autoritaria, como si se estuviera burlando, lo descolocó hasta a él. Esa manera de cuestionar siempre lo que hacía. Ambos se miraron y decidió guardar silencio para que Gillian lo manejara a su manera. No quería intervenir y meter la pata.
—Él es Nigel. No es mi amigo, es mi pareja —respondió sin preámbulos.
Se mantuvieron la mirada unos segundos, en los que Nigel pensó en lo concisa que había sido. Nunca la había oído marcar los puntos de esa manera.
Él estiró la mano de manera amistosa, con una sonrisa incómoda. Su madre la tomó primero, por unos breves segundos. Su padre vaciló más, pero finalmente la acepto, con cara de pocos amigos.
—Andrew, Sarah —se presentó a ambos.
Nigel asintió.
Entonces se permitió sacarles la mirada de encima, sus esmeraldas se posaron sobre Anna. Sintió que solo con mirarla ya la estaba amenazando mentalmente.
—Anna, ¿podemos hablar? —preguntó.
Ella asintió tímidamente, dándole una mirada a Ray antes de desaparecer por las escaleras. Gillian se llevó Nigel consigo, pues si lo dejaba ahí, sería como lanzarlo a los lobos hambrientos.
No le importó que sus padres la mirarán con sospecha cuando subieron al segundo piso, ella solo quería saber con qué cosas le saldría Anna está vez. Y una vez arriba, se dio cuenta de lo mala que era para por lo menos poder sostener sus planes maléficos (si se les podía decir así).
Se asomó por la baranda de la escalera, asegurándose de que nadie escuchará su conversación.
—¿Estás tratando de aniquilarme? —susurró, volteándose hacia ambos.
—Obvio que no —respondió Anna.
—¿Y entonces? ¿Qué hacen ellos aquí? —inquirió, habían pinceladas de sincera molestia en su tono de voz—. Nunca mencionaste ese detalle cuando me dijiste de venir aquí.
La rubia de trenzas se encogió de hombros. Nigel seguía observando la conversación, confuso.
—Es que, Gilly, necesitaba que estuvieran todos —se excusó.
—¡Y está bien! Pero podrías habérmelo dicho —respondió la mayor.
—¡Pero no hubieras venido! —contrarrestó ella.
—Probablemente, conoces el paño. ¿Te sorprende? —cuestionó Gillian, con sus manos en su cadera.
La menor negó con la cabeza.
—No, pero podrían dejar las diferencias de lado una vez en sus vidas.
Gillian parpadeó, un poco sorprendida. Aquello la había tomado por sorpresa.
—Obvio que podríamos —Nigel tuvo la sensación de que se calló a si misma antes de decir algo que no debería—. Pero acabas de colgarme en el anzuelo para que los peces me devoren, Anna.
—No sé si es para tanto.
La mayor se pasó una mano por el rostro, frustrada.
—¿Crees que lo hago porque quiero? Los evitó porque no tengo otra opción —señaló, con una pizca de decepción en su mirar hacia Anna—. Les acabo de presentar a mi debilidad después de construir por años una personalidad a la que no le entran las balas. No me atacarán porque saben si es a alguien que quiero, me dolerá más.
Anna la miró unos segundos, como si realmente le sorprendiera lo que salía de su boca. Gillian, por su lado, no entendía si le habían lavado el cerebro o cual era el motivo de aquella reacción, porque ella más que nadie sabe todo lo que sucedió.
Negó con la cabeza, antes de acercarse y darle un abrazo. Ese gesto que Nigel califica como "un abrazo de hermana mayor". Ese abrazo en dónde te rodean con sus brazos por encima de tus hombros y te acarician el cabello, diciéndote que todo va a estar bien. El abrazo que deberían dar los padres, pero que por distintos motivos, no están ahí. Se tuvo que tragar el nudo en su garganta al verlas, porque esa escena le recordó que estaba q tres horas en avión de su hermana, que sabía perfectamente que no la estaba pasando de lo mejor que digamos.
—Esta bien, Ann —dijo Gillian—. Trataré de no... discutir con ellos.
La menor le sonrió, susurrando un "gracias" a lo que prometía su hermana. Decidió bajar ella sola, para darles un espacio a ellos dos. Nigel se acercó cuidadosamente a Gillian, que reposaba sobre el barandal de la escalera, observando a su hermana cerrar aquella puerta y adentrarse a la sala. Deslizó su brazo hacia el lado contrario de su cintura e hizo que sus caderas quedarán juntas al atraerla a él. A pesar de eso, Gillian parecía bien metida en sus pensamientos.
—Gill —la llamó, intentando distraerla.
Ella lo miró, para luego sonreír levemente.
—Sacaste un objetivo de la lista —bromeó.
Él abrió la boca, pero las palabras no salieron.
—I think so —murmuró, no sabía muy bien que decir—. But i'm not happy, not if you're like this.
Forzó una pequeña sonrisa para regalarle, pero rápidamente se perdió otra vez en sus pensamientos, mirando aquella pared blanca que tenían enfrente. Acarició su cabello, mientras la miraba.
—So what can we do now? —preguntó.
Ella alzó los hombros, luego soltó un suspiro.
—Ya la escuchaste, no podemos irnos —macuyó—. Aunque podemos fingir que tuviste un inconveniente o algo.
—I'm not going if you don't come with me, Gillian.
Sus ojos color esmeralda se clavaron en él, no acostumbraba a llamarla por su nombre completo. Nigel mantuvo su postura, no estaba bromeando.
—I saw how they talk to you, how they look at you, how they act —enumeró, de brazos cruzados—. I'm not one of those who run away. Let me be in this with you.
Gillian sonrió pícara.
—Me gusta este Nigel —aseguró.
Él rodó los ojos, volviendo a tener su expresión natural en su rostro.
—Shall we go down? —preguntó, ofreciéndole su mano.
Ella la aceptó.
—Sí, solo... —bufó, bajando la vista y sacudiendo la cabeza hacia los lados—. No te tomes personal lo que te digan, ¿está bien?
—Okey but i'm not letting them being disrespectful with you —afirmó, tirando de ella hacia él—. Let's go through this togeher.
Dejó un beso en el dorso de su mano y Gillian sonrió. Bajaron juntos las escaleras hasta la sala, en dónde se planteó a si misma que si evitaba el conflicto, seguramente esto pasaría rápido y en un pestañeo estarían en su hogar, lejos de sus padres.
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💌 bykotw
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