Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝘤𝘩𝘢𝘳𝘱𝘦𝘳 𝘧𝘪𝘧𝘵𝘦𝘦𝘯

ARGUE

Oliver les abrió la puerta estando desalineado y con una expresión de preocupación en el rostro que Nigel nunca había visto, pero que a Gillian no parecía haberle movido ni un pelo. Ambos se miraron antes de saludarse, como si otra vez intercambiarán un diálogo por telepatía. Empezaba a creer que el grupo de amigos tenía una habilidad sobrenatural para saber que era lo que le pasaba por la mente al otro con solo mirarse a los ojos, así que trataba de no pensar cosas extrañas mientras estaba con ellos, quizás leían mentes. Los dos la vieron pasar por su lado, adentrándose en el departamento, antes de que lo saludara con un apretón de manos. Gillian se aproximó rápidamente hacia donde estaba Sonya, sentada en el sillón con su celular pegado a la oreja, intentando contactarla por... Ya no sabía cuántas veces había intentado. Ni bien se vieron, ambas se abrazaron fuerte.

—¿Qué sucedió? —preguntó directamente, no había razón para indagar sobre su estado de ánimo, su cara se lo decia todo.

Ella respondió con un simple levantamiento de hombros, dejando su teléfono sobre la mesa, sin respuesta otra vez.

—¿Pero ustedes pelearon? ¿o Emma se veía mal? —insistió nuevamente, Sonya pasó una mano por su rostro, frustrada—. No puedo ayudar si no me lo dices, también estoy preocupada.

Ella la miró.

—Nosotras no peleamos... Simplemente salió a ver a "una amiga", según ella, y cuando me levanté a la mañana, se me hizo extraño que no estuviera aquí y... comencé a preocuparme, Emma nunca desaparecería así de la nada y... —habló alterada.

Gillian la cortó tomándola por los hombros, trayendola a la tierra otra vez.

—No te alteres —pidió, manteniendo su mirada en sus ojos grises—. Quizás pasó la noche en otro lado y su celular está sin batería, si no tenemos noticias de ella en media hora-

—La reportamos como persona perdida —completó Sonya, sintiendo el terror corriendole por las venas.

Gillian asintió levemente, sacando su celular de su bolsillo. Ella tampoco quería llegar a ese punto.

—¿Llamaste a alguien para saber si estaban con ella o la vieron?

Sonya negó.

—Los únicos números que tengo son de sus padres y no quiero usarlos si no es necesario —señaló.

Entonces Gillian le marcó a quien Emma llamaba su mejor amigo, Norman. En su cabeza, él podría haber estado con la joven o saber algo de su paradero, sin embargo, al charlar con él se dió cuenta que no hablaban hacia varios días y lo único que consiguió fue preocupar a alguien más.

Mientras ambas continuaban hablando, ellos presenciaban la conversación desde lejos.

Your house is pretty —disuadió Nigel, tratando de levantar el humor de Oliver.

Él lo observó, con una media sonrisa. Ya había deducido que quería lograr.

—Gracias —agradeció—. Volviste a hablar inglés, supongo que Gillian reveló mi secreto.

Nigel se rió, desviando la vista hacia la rubia, sentada a tan solo unos metros de él.

Yes, she did —contestó—. It's easier for me to speak in English.

Oliver asintió varias veces, luego ambos guardaron silencio. Otra vez las voces de ambas era lo único que se escuchaba en la sala, hasta que se encontró con Oliver y sus ojos color rubí de vuelta sobre él.

—¿Qué haces aquí? —interrogó de la nada, girandose completamente hacia él.

Nigel se encogió de hombros.

I was with Gill when you called —respondió, obviando el pequeño detalle de lo que estaban haciendo.

—Así que con Gillian —jugó con el tono de su voz, sonriendo divertido—. ¿Ustedes ya...?

Mordió su propio labio.

We are onto something...

Oliver sonrió de oreja a oreja, dándole tres palmadas en la espalda a Nigel, quien se encogió de hombros avergonzado.

Ambas chicas voltearon a verlos, alzando una ceja por el comportamiento de Oliver, que no sabían porque actuaba así ahora.

Así transcurrió una hora, mirando hacia la nada misma, charlando en voz baja o simplemente apoyándose los unos a los otros, sin embargo, Sonya comenzaba a desesperarse.

—Ya no puedo esperar más —dijo, poniéndose de pie—. Llamaré a la policía.

Nadie quería llegar a ese extremo, pero eran las siete de la tarde y Emma seguía sin dar señales de vida, así que no tenían otra opción. Oliver se levantó de su lugar tras su novia, quien había ido a buscar su celular que se encontraba cargando su batería sobre un mueble. Mientras tanto, Gillian y Nigel cruzaron miradas desde lo lejos. Él decidió ir y tomar asiento a su lado, lo siguió con sus ojos, atenta, luego apoyó su cabeza en su hombro. Ella sonrió levemente.

—¿Estás seguro de que te quieres quedar aquí? —preguntó, acariciando su cabeza—. Ya ha pasado mucho tiempo, no sé cuánto durará esto.

Él recobró la postura, ambos se miraron.

Are you kidding me? —preguntó, tomando su mano entre las suyas—. Of course I'll stay, I'm not going to leave you at the worst moment.

Gillian negó con la cabeza, dejado un beso en su mejilla y recostandose en su hombro.

Sonya volvió a la sala, siendo seguida por Oliver, y la sonrisa de ambos se desvaneció de su rostro. Habían vuelto a la cruel realidad. Ella marcó el número en su celular y con una mano en la cadera, se lo llevó a la oreja, ignorando completamente la posición en la que Nigel y Gillian estaban, a la que en otro momento le hubiera prestado suma atención. Un tono sonó, todos pudieron escucharlo, como también escucharon claramente un ruido proveniente de la entrada.

Cómo si fuera un resorte, Gillian saltó del sillón y se puso de pie, al igual que todos. Sonya cortó la llamada ágilmente y ambas rodearon el sillón. Oliver miró con entusiasmo a Nigel, a quien se le formó una leve sonrisa de apoyo en el rostro.

Sonaron las llaves en la cerradura, luego el pestillo se movió hacia abajo y finalmente la puerta se abrió.

A las siete y veinte de la tarde, Emma entró al apartamento, parecía totalmente perdida en su mundo, sin notarlos a todos en la sala y sus caras. Estaba un poco desarreglada, sus risos ya no estaban tan perfectos como la noche anterior, se veía desconcentrada, con la mirada perdida.

Sorprendentemente, Sonya fue la primera en abalanzarse sobre ella, no habían tenido un abrazo de esa forma en bastante tiempo. Emma quedó estática en su lugar, ni siquiera rodeo a la chica con sus brazos, en parte por sorpresa y también por algo de incomodidad. Gillian, por su parte, la tomó de las mejillas y la observó un minuto, la jóven continuaba estática en su lugar. Luego la abrazó, y Emma a ella, pero esa extraña actitud la notaron todos. Por último fue Oliver, quien le revolvió sus rizos, más de lo que ya estaban.

—¡Oliver! —protestó ella, quitándose su mano de su cabeza.

Todos rieron, incluso Nigel que observaba de lejos.

—¿Dónde estabas, Emma? —preguntó Gillian, apoyándole una de sus manos en su espalda y guiandola hacia la sala, dónde estaban los sillones.

Todos tomaron asiento en ellos.

—Eso no importa —negó con la cabeza.

—Claro que importa —intervino Sonya, desde el sofá de enfrente—, ¡son las siete de la tarde!

—¿Qué? —exclamó, sus ojitos se abrieron levemente por la sopresa—. Pero si la última vez que miré la hora eran las diez de la mañana.

Llevó su vista al reloj de la sala, confirmando lo que le habían dicho. Había perdido completamente la noción del tiempo.

—Estaba preocupada por tí —mencionó Sonya—. Todos lo estábamos.

Emma la miró por un segundo, luego se rió suavemente. Sonya alzó una ceja y Oliver se revolvió incómodo en su lugar. Nigel y Gillian se miraron extrañados, simplemente no entendían nada.

—Así que estabas preocupada por mí —jugó con las palabras en su boca.

—Emma... —le llamó la atención Oliver, pero ella simplemente lo ignoró.

Gillian notó la tensión en el aire, sin embargo, no entendía por qué o a qué se debía está, pero si que Sonya y Emma estaban involucradas en la misma. También notó el brazo de Oliver rodear a su novia, que estaba sentada a su lado, dándole una caricia de apoyo en su brazo. Alzó una ceja.

—Em... ¿Sucede algo? —preguntó incómoda, soltando una risa pequeña risa para alivianar el ambiente.

Sin embargo, fue completamente ignorada.

—Claro que lo estaba —contestó finalmente—. ¡Eres mi amiga, Emma!

Ella bufó, sin verla a la cara.

—Ahora lo soy.

Sonya suspiró.

—No quiero pelear hoy, Emms.

—¡Pues yo si quiero! —explotó finalmente, poniéndose de pie de su asiento—. ¡Y dijiste que te lo dijera en la cara! Ahora me vas a escuchar.

Gillian nunca había visto a Emma de esa manera, asi que la observaba boquiabierta. Sonya no tardó en igualarse a su altura.

—¡Pensé que habíamos superado esto!

—¡Pues no! ¿Alguna vez pensaste en que lo que dijiste podría afectarme?

—¡Emma, fue solo un comentario! —le respondió—. ¡No seas inmadura!

Y eso fue lo que necesitaba Emma para, finalmente, detonar como una bomba que había llegado a su tiempo límite.

—¡Un comentario de mierda! ¡Cómo todas las sugerencias que salen de tu boca! —le espetó, acercándose más hacia ella—. ¡E inmadura eres tú! Porque con esa actitud, ¡Gillian y yo deberíamos habernos alejado de ti hace mucho tiempo!

De pronto, todo se encontraba en silencio, lo único que se escuchaba eran las respiraciones de ambas, agitadas por la adrenalina de la pelea. Por primera vez, Gillian vio como Sonya se quebraba de a poco frente a sus ojos, sin que ella pudiera hacer nada para detenerlo. Los labios le temblaban, mientras con todas sus fuerzas trataba de mantenerlos sellados. Se moría de ganas de responder, pero sabía que si lo hacía, sería el fin de su amistad. Miró de reojo a la rubia, que la miraba anonadada desde el sillón, como si quisiera acercarse y a la vez no. Ver a su amiga a la que le habían ocultado todo, presenciando cuando, finalmente, no pudieron contenerse y todo se destapó como una olla a presión, fue la gota que rebasó el vaso. Su expresión cambio, de una que sentía rabia a una que sentía angustia, y en eso, el nudo de su garganta ganó la pelea, dejando que se le escapé una pequeña lágrima que todos pudieron ver recorriendo su mejilla. Siempre se había mostrado como una persona de carácter fuerte, a la que no le importa lo que dijeran,   incluso la comparaban con una madre porque se preocupaba mucho por sus seres queridos, y nunca, pero nunca, la había visto derramar una sola lágrima, hasta ahora. En ese instante, Gillian se puso de pie, y al mismo tiempo, Sonya decidió abandonar la habitación, sin dejar que ninguno se le acercará. Oliver fue tras ella, sin embargo, no llego a alcanzarla, quedando afuera de su propio dormitorio. Emma también decidió irse, adentrándose en su habitación, pero entornando la puertas, sin cerrarla.

Gillian quedó sola en la sala, junto a Nigel, que estaba duro como un palo, no había entendido nada de lo que había pasado. Miraba desconcertada hacia ambos lados, no sabía hacia donde ir, con quién ir.

Observó a el joven por un momento, apretando los labios, no sabía que hacer.

—Creo que... —comenzó a vacilar, jugando con sus manos— es mejor que me esperes afuera.

Are you sure?  —musitó, iba a seguir pero ella lo interrumpió.

—Por favor —le pidió sinceramente—. Ya hiciste mucho por mí, no te quiero exponer a esto.

Él asintió, no iba a insistir si ella lo dejaba tan claro. Se puso de pie, le dejó un beso en la frente y desapareció por la puerta. En el momento en el que se cerró, suspiró y se encaminó hacia la habitación de Emma. Tomó el pestillo, pero antes de abrir, observó con tristeza a Oliver, que continuaba tratando de que Sonya le abriera la puerta con la frente apoyada sobre está, pero no lo estaba logrando.

Volvió a lo de ella, tocó la puerta, sin embargo, no recibió respuesta, así que la abrió completamente. Se encontró con Emma de pie al lado de su armario, lanzando ropa y pertenencias a una pequeña valija que ella tenía. La llamó varias veces, pero no obtuvo respuesta, estaba totalmente centrada en lo que hacía, así que se acercó y la tomó de la muñeca, logrando que la mirara a los ojos.

—Emma.

Ella se soltó de su agarré, dejando la mano de Gillian caer.

—¿Qué hacés? —le preguntó.

—Empacó mis cosas —señaló, como si no fuera obvio lo que hacía—. No soporto estar aquí un minuto más.

—¿Y a dónde piensas ir? —cuestionó.

—No sé —le respondió, esquivandola para ir a acomodar todo dentro de la valija—. Pero todos los lugares son mejores que aquí.

Gillian se balanceó sobre sus pies, algo incómoda.

—Si quieres puedes quedarte en casa un tiempo... —dijo casi en un murmullo, no sabía cómo reaccionaria ante ello.

Ella tampoco estaba pensando mucho en lo que salía de su boca, se sentía muy desconcertada.

—No quiero ser una carga para ti también, Gillian —le dijo, sin ni siquiera darse la vuelta para verla.

—No lo eres —insistió ella—. Prefiero que estés conmigo a qué te vayas a otro lado.

Emma torció los labios en una mueca. Su amiga la tomó de los hombros, haciendo que la mirara a los ojos.

—Por favor.

Ella vaciló, pero finalmente asintió. Terminó de acomodar sus cosas, mientras tanto, Gillian dejó la habitación. Cuando salió de esta, se encontró con Oliver, de pie al lado de su amiga, con los brazos cruzados. Él rápidamente llevó sus ojos a la maleta y luego los devolvió a ella.

—Otra vez huyes de tus problemas —comentó, como si hablara del clima.

Emma frunció el ceño y Gillian volteó a verlo, alarmada, no quería que volvieran a pelearse.

—Cómo cuando te metiste a estudiar arquitectura con Gillian, en vez de confrontar a tus padres y decirles que esa no era tu verdadera vocación —comenzó a enumerar—. O cuando viniste hasta esta provincia para que no te controlarán, en lugar de decirles que ya no eras menor y que podias tomar tus propias decisiones. También cuando decidiste salir con Norman, a pesar de que no sentías lo mismo, para no tener que decirle que no te gustaba.

Emma dió dos pasos hacia adelante, haciéndole frente a Oliver, a quien no se le movió ni un solo cabello. Tenía los nudillos blancos de la fuerza que estaba haciendo en sus puños cerrados, tanto que se estaba clavando las uñas en la palma de la mano, sin embargo, todo lo que había dicho Oliver era cierto.

—Por favor, Emma, Oliver, ya no —insistió Gillian, tratando de que Emma volviera a su lado.

—No. Déjala —insistió él—. Si me tienes que decir algo, dímelo —se dirigió a Emma.

La jóven permaneció callada, pero mirándolo con el ceño fruncido.

—¿Lo ves? No puedes decirme nada porque sabes que tengo razón y porque no tienes nada que usar en mi contra, ya que siempre las he ayudado.

Incluso Gillian guardaba silencio. Si ella sentía como una niña pequeña siendo regañada, no quería ni imaginarse como se sentía la pelirroja.

—Si quieres irte, házlo Emma —le dijo, bastante serio—, pero has tocado a una de las personas más importantes de mi vida, y si huyes de esto también, no sé que será de nuestra amistad después.

Los ojos color rubí que portaba Oliver se posaron en Gillian también, que trago pesado. Eso le había dolido hasta a ella.

—¿No te importo que ella me tocara a mí? —intervino, más tranquila de lo que se veía hacía un rato.

Oliver suspiró, recostando su cabeza en la pared.

—Es diferente.

—No, respóndeme —se puso firme—. ¿Te importó?

—Sí, y se lo dije. Y me preocupé por ti también —recobró su postura—. Pensé que lo habían arreglado, luego de que hablé con ella. Creía que el cansancio con el que lidiabas era por otra cosa, por eso te preguntaba cómo te sentías y trataba de acercarme a ti, si hubiera sabido que era por esto, hubiera actuado de otra forma.

Emma simplemente suspiró. Se mantuvieron la mirada por un segundo, antes de que se diera la vuelta, sin despedirse, sin acotar sobre más nada, y saliera del departamento, dejándolos a ambos envueltos en el sordo ruido de la puerta al ser cerrada. Se quedaron viendo por donde desapareció.

—Se quedará en casa por un tiempo, veré si puedo hacerla entrar en razón —dijo Gillian, antes de voltear a verlo otra vez.

—Ojalá no arruine tu paz también —bromeó Oliver, con una leve sonrisa.

Gillian también sonrió.

—No hagas esos chistes —le dio un golpecito en el brazo.

Él silencio se volvió a hacer presente entre ambos.

—Es raro verte tan serio —le dijo, colocándole una mano en el hombro.

Él se encogió de hombros y ella le sonrió levemente. Decidió que era hora de irse también, dejar que él pudiera hablar a solas con su amiga, por más que se muriera por hacerlo ella misma.

—Si necesitas algo... Ya sabes —habló, despidiéndose de él con un abrazo.

La vio alejarse, hasta que la puerta se cerró, y recién entonces suspiró. Miró, por encima de su hombro, la puerta de su habitación cerrada. Se acercó a esta, hasta reposar su frente en la madera pintada de blanco.

—Sonya, déjame ayudarte, por favor.

💌 bykotw

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro