Epílogo.
Toya POV.
-Akito, por favor, no te vayas...- Le di la mano y, por primera vez, la sentí fría.
-No me queda mucho tiempo... -Sonrió. -Prométeme que pensarás en mi cada vez que veas un atardecer.- Cerró los ojos.
-¡Akito, pensaré en ti constantemente! ¡Le diré a mi hijo que tú eres su padre!- Grité, no me importó que otros me oyeran.
-Toya... Nunca pude escuchar tu cinta.- Fue lo último que dijo.
Eres un idiota.- Y un par de lágrimas corrieron sobre y bajo mis pómulos.
El médico nos echó de la sala e intentaron reanimarlo, pero todo fue en vano. Akito estaba muerto. Ya no habría quien me apoyara, quien me quisiera, siquiera quien se preocupara por mi. Él era lo único que tenía y se había ido, jamás volvería. Todo fue culpa de Emu y Rui. No, todo fue culpa mía por iniciar la discusión, realmente no lo merecía.
Aún a día de hoy sigo convencido de que yo era quién debía morir y no él. Yo fui el causante de todo en realidad y la persona a la que más quería había pagado el precio por mis acciones, y debo confesar que en más de una ocasión pensé en suicidarme. Pero no lo hice. No me tiré del tejado porque una vez Akito y yo hicimos un trato, un trato en el que mi parte era no lastimarme nunca más. No me hago cortes en el cuello para hacerlo feliz. Realmente espero que esté orgulloso de mi en el cielo.
Adopté dos gemelos, uno se llama Len, y su hermana, Rin. Son rubios de ojos azules pero los elegí a ellos porque me recordaron a Ena y Mizuki, espero que sean reencarnaciones o algo. Creo que no debo contar nada más.
Salvo una cosa:
Akito Shinonome fue, y siempre será para mí, un joven valiente y soñador, con grandes esperanzas, que se preocupa por sus seres queridos.
Tiene el cabello pelirrojo, con un mechón rubio en la parte frontal, brillante, tanto que el atardecer no es nada comparado con él. Sus ojos irradian emoción y tienen reflejos más bonitos que la luna, sus labios son dulces y ardientes como el sol, sus mejillas están cubiertas de constelaciones a modo de pecas, y es que él es todo mi universo.
Su personalidad arrogante con todos excepto con quienes quiere es admirable para alguien como yo, que solo sabe demostrar amor a una persona. Me atrevería a decir que es amable y generoso, aunque no lo demuestre normalmente, además de que es divertido. Sé que muchas veces esconde su tristeza y tan solo lo plasma en papel, por ello estoy en cierta medida orgulloso de que haya llorado conmigo delante.
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Estoy muy orgullosa de este libro, es la primera "novela" que escribo completa (a pesar de ser prácticamente una versión gay de una novela real) y hasta ahora no me sentía capaz de tocar el corazón del lector. Agradezco mucho el apoyo que recibió.
Gracias por leer hasta aquí.
No se olviden de beber agua, cuídense.
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