Capítulo ocho.
Akito POV.
Silencio.
Pasamos tres días en completo silencio, cada uno en un extremo de la iglesia. No sé en qué estaría pensando él pero yo constantemente me preguntaba que sería de nuestro futuro, ¿Saldríamos vivos de allí? ¿Nos atraparía la policía? Esas preguntas no me dejaban dormir por la noche.
Me encontraba bastante mareado, pues había estado comiendo y durmiendo lo mínimo así que tampoco hacía mucho por acercarme a Toya, suerte que fue él quien, en el cuarto día ahí, decidió iniciar una conversación.
-Akito.- Se sintió muy extraño, solo fueron unos días pero se sintió como si hiciera una eternidad desde que no escuchara otra voz que no fuera la de mí cabeza.
-Dime, Toya.- Estaba tumbado, así que me coloqué en una mejor posición para conversar.
-¿Te puedo hacer algunas preguntas? Si no quieres no hace falta que respondas.- Sus ojos grises habían perdido todo brillo que poseían antes de llegar a la iglesia, probablemente él también se estuviera volviendo loco.
-Sí, claro.- Sabía que era complicado, o imposible incluso, pero deseé que la última de ellas fuera "¿Quieres ser mi novio?".
-¿Por qué me ayudas si no nunca hice nada por ti?- Esa no me la vi venir, no le podía decir que lo amaba y ya.
-Um. Me recuerdas a alguien a quién perdí.- Eso era verdad. Genuinamente creo que solo quiero tanto a Toya porque me recuerda a mí.
-Oh. Vale, eh... Tampoco quiero meterme en tu vida así que pasaré a la siguiente pregunta; ¿A qué te referías con que lo jodes todo? Yo en realidad agradezco que hayas venido en ese momento, sonará ridículo pero desde que te prometí aquello soy más feliz.- Eso hizo a mi corazón saltar.
-En realidad solo dije eso para hacerme el interesante.- Eso era mentira, pero tampoco se lo quise contar.
La verdad es que Ena y yo no somos completamente hermanos. Tenemos el mismo padre pero no la misma madre, la madre de Ena falleció durante el parto y tan solo dos años después nuestro padre se vio obligado a casarse después de embarazar a una jovencita diez años menor que él. Es evidente que no se aman y sé que es absurdo, pero a veces siento que mi madre tendría una buena vida si yo nunca hubiera existido.
-Está bien. Siguiente; ¿Tú como crees que será tu futuro?- Había estado pensando en eso cuatro días, pero no podía decirle que en el futuro deseaba que mi apellido fuera 'Aoyagi'.
-No sé. Quiero tener hijos, me sentiré bien si llego a anciano sabiendo que fui mejor padre que el mío, solo así podré descansar.- Sonreí, era la primera vez que le contaba eso a alguien.
-Ya veo... Bueno, a lo mejor me inspiro en tu idea, mi padre también apesta criando.- Se río y fue la sensación más bonita que sentí nunca.
-Ladrón.- Reí por lo bajo.
-Vale, eh, tengo más preguntas.- Se puso serio.
-Adelante.- Quería saber de que se trataba.
-¿Que tipo de música te gusta?- No tenía ni idea de a que venía eso.
-El rock moderno, supongo que está bien.- No lo suponía. Ese género musical era lo que movía mi vida, junto con los atardeceres.
Atardeceres... Hacía mucho que no veía uno, no me di cuenta hasta ese momento. Mirar atardeceres me servía para olvidar mis problemas, por eso estaba tan angustiado esos días, no había nada que me hiciera desconectar.
-Toma, se que no es mucho pero es lo único que llevo ahora y quiero recompensarte ahora por todo lo que hiciste por mí. Dentro de veintisiete días, cuando vuelvas a tu casa escúchalo.- Me dio una cinta de música, ponía "i" en la parte de atrás pero no me importó.
-La inicial es de tu prometida?- Le devolví la cinta.
-Sí, pero no quiero que la tenga ella.- La pegó contra mi pecho.
-Está bien, ¿Quién es? Ya hablamos mucho sobre mí.- La guardé en mi bolsillo.
-Ichika Hoshino. Solo hablé dos veces con ella pero es bastante simpática. Aún así, no me gusta, no es mi tipo.- Parecía que no le gustaba hablar de ello.
-¿Y como es tu tipo?- Aún así, a mi me interesaba.
-Actitud desafiante y valiente, aunque con poca seguridad en si mismo. Cabello ondulado brillante y ojos soñadores que solo brillan frente a lo que ama de verdad. Manos firmes pero suaves y amabilidad incluso con quién no la merece.- Sonrío.
-Creo que no conozco a nadie tan increíble.- Fui sincero.
-Ojalá fueras una chica, Akito.- Susurró, creo que haciendo por que no lo oyera, pero lo escuché igualmente.
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Se me había olvidado lo cool que era esta mierda.
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